Partida Rol por web

Lord Evan se movía con aparente serenidad por el perímetro de la pista de baile. No acompañó a Whalen y a su esposa, pues era el señor de una Casa y quiso guardar las apariencias. Era evidente que las habladurías y los rumores habían dañado seriamente la imagen de los Crogall, pero allí estaba él como cabeza visible para aguantar estoicamente las miradas furtivas y los comentarios en voz baja.

Saludó con una sonrisa amable a los pocos que se le acercaban, y cogió una copa de vino cuando se la ofrecían los sirvientes. De reojo observaba a aquellos recién llegados, sobre todo a la misteriosa dama de cabello rubio y rizado. Intentaba averiguar si la había visto antes...

Lady Varya trató de acercarse disimuladamente a la pareja, intentando escuchar de qué estaban hablando. Pudo distinguir que Orten le decía algo como que no tenía porqué agradecerle nada y que era un placer ayudarla, pero en esos momentos la muchacha le mandó callar y Lady Varya se encontró con una fría mirada en unos cautivadores y grandes ojos de color azul que le miraban por encima del velo que tapaba el resto de su rostro. A pesar de que había pasado bastante inadvertida hasta llegar allí, la joven misteriosa logró descubrir a Varya, como si fuera una excelente observadora atenta a cualquier cosa que sucedía en su entorno.

En esos momentos Whalen se acercó más abiertamente, con una sonrisa se plantó ante la pareja y le sugirió a Orten que le presentara a su nueva amiga, buscando un tono de complicidad entre ambos hombres. Pero Orten le miró con una cara seria y con un gesto en su expresión que daba a entender que le había molestado el comentario. Orten, que siempre había sido simpático y amigable con ellos, se mostraba ahora gélido y distante.

-No os preocupéis, milady, si me seguís podemos continuar la charla en otra parte más tranquila. - Le dijo Orten a la misteriosa muchacha, y a continuación miró a Whalen, quien pudo ver de manera indudable que la actitud de Orten hacía ellos había cambiado radicalmente. -Si nos disculpáis. - Le dijo al heredero Crogall, sin importarle mucho si les disculpaban o no.

Orten tomó a la dama por el brazo y se alejó de Whalen y lady Varya, buscando un rincón apartado y tranquilo junto a una de las ventanas del gran salón donde había menos aglomeración de personas.

Lord Evan se fijó en la esbelta y bella silueta de la joven y en los pocos rasgos de su rostro que dejaba entrever el velo con el que lo cubría y llegó a reconocer a la joven. No le cabía duda de que se trataba de la prostituta llamada Lidda que frecuentaba el prostíbulo conocido como El Manantial de Jade y cuyo dueño, que también regentaba la posada Árbolverde, dejaba que las prostitutas ofrecieran sus servicios a los viajeros cansados del segundo negocio. Allí era donde Lord Evan la había visto. Era aquella prostituta que, con ciertos aires de nobleza y superioridad al resto, se permitía el lujo de rechazar clientes e irse con aquellos que ella consideraba. Era aquella, a la que ser Roshar había estado buscando con tanto ahínco que había desaparecido de la faz de la tierra hasta entonces. Aquella que sospechaban que era nada más y nada menos que Iris Dannett.

Varya esbozó una tenue sonrisa triste cuando se encontró con aquellos ojos mirándola directamente, su mirada se desvió hacia el hombre y comenzó a enunciar sus condolencias.

—Estimado amigo, nos acabamos de enterar de la pérdida que han sufrido. Lamentamos tal desenlace, si hay algo que podemos hacer para ayudar en estos momentos, como usted hizo cuando nosotros estuvimos en esa situación, no dude_

La dama fue cortada por las palabras y la actitud del Lugus, con lo que inclinó la cabeza a modo de aceptación sin dejar de observar la actitud de ambos.

Lady Varya se fijó en la esbelta y bella silueta de la joven y en los pocos rasgos de su rostro que dejaba entrever el velo con el que lo cubría y llegó a reconocer a la joven. No le cabía duda de que se trataba de la prostituta llamada Lidda que frecuentaba el prostíbulo conocido como El Manantial de Jade y cuyo dueño, que también regentaba la posada Árbolverde, dejaba que las prostitutas ofrecieran sus servicios a los viajeros cansados del segundo negocio. Allí era donde Lady Varya la había visto. Era aquella prostituta que, con ciertos aires de nobleza y superioridad al resto, se permitía el lujo de rechazar clientes e irse con aquellos que ella consideraba. Era aquella, a la que ser Roshar había estado buscando con tanto ahínco que había desaparecido de la faz de la tierra hasta entonces. Aquella que sospechaban que era nada más y nada menos que Iris Dannett.

En cuanto a la referencia que la dama hizo al asunto de la pérdida de Galdrin, Orten simplemente asintió con la cabeza, como si agradeciera sus palabras de consuelo pero no les diera mayor importancia centrado cómo estaba en hablar en privado con aquella misteriosa dama.

Whalen se quedó tan descolocado que no supo como reaccionar. Varya había expresado sus condolencias, pero Whalen seguia sin reaccionar, demudado. Era como si le hubieran lanzando un bofetón mental. Seguía pensando que sus sospechas sobre Orten no eran más que fantasias de la mente, jugar con las posibilidades, pero aquel desplante. Aquello lo había dejado fuera de juego. Bryan, Orten... Scarlett... parecía que todos en los que confiaba llevaban dobles vidas, parecía que no podía confiar en nadie.

Orten reaccionó de manera escueta a las palabras de condolencia de Lady Varya, con el mismo gesto extraño y diferente de la cara amigable que habitualmente les mostraba. Agradecía sus palabras de consuelo pero parecía más centrado en su conversación con la misteriosa dama que en hablar con ellos. Orten y la mujer se alejaron a un sitio más discreto y tranquilo, y allí continuaron su conversación privada vigilantes de que nadie les escuchara.

Entonces la música se detuvo y el Rey se puso en pie para lanzar unos brindis alzando una copa de vino y anunció que iba a dar comienzo la presentación de los honores para los ganadores del torneo en las diferentes competiciones que se habían celebrado. Una ocasión muy importante para aquellos que habían vencido, ya que además del reconocimiento por su hazaña se llevaban la felicitación de los reyes en persona y delante de todos los invitados a la ceremonia.

En ese momento, antes de que el Rey pudiera anunciar al primer vencedor, la muchacha que estaba con Orten irrumpió en medio de la sala, se quitó el velo dejando un rostro joven y de bellas facciones al descubierto e hizo una reverencia frente al Rey Robert Baratheon.

Ruber Piper, el corpulento mercader con el que aquella joven debía haberse casado antes de su desaparición la reconoció de inmediato y pronunció su nombre en voz alta.

-¡Por la gracia de la Madre! ¡Iris!

Iris Dannett, la mujer desaparecida que tantos quebraderos de cabeza había dado a quienes la buscaban, apenas le dedicó una breve mirada a su prometido antes de seguir con lo que tenía que decir.

-Mis señores y señoras, os ruego disculpéis esta interrupción, pero no pueden otorgarse honores esta noche cuando hay graves injusticias que permanecen sin resolverse, porque creo que nuestro rey Robert tiene en más alta estima la justicia para su gente que los meros trofeos.

Iris no esperó confirmación del Rey, que más bien hizo una mueca ante la última afirmación de la joven, pero sin duda, aquellas palabras colocaban al Rey en la posición de tener que escuchar su queja. Así que, con la cara de un niño al que le han arrebatado un caramelo cuando ya podía saborearlo el Rey hizo un gesto hacía la dama para que continuara.

-Tal y como mi... prometido ya ha dicho, soy Iris Dannett. Mi hermano era Adham Dannett, quien viaja a casa para yacer eternamente junto a nuestros antepasados. Mi hermano fue abatido en la flor de su vida durante el torneo, como todos recordaréis. Mas no fue gracias a un combate justo y honesto, sino mediante la duplicidad y el engaño, a través del veneno... ¡Y el asesinato!

Aquella acusación levantó un murmullo que recorrió la sala como una polvareda que se levanta tras una estampida y lo inunda todo. Pero lejos de terminar sosegándose, el murmullo se hizo más generalizado cuando Iris Dannett dirigió toda su furia hacía los miembros de la Casa Crogall, dirigiendo hacía ellos una mirada con ojos encendidos por la cólera que la embargaba.

-Mi hermano acusó a la Casa Crogall de atacar nuestras tierras y masacrar a nuestra gente. Buscó probar la verdad de esos cargos con su propio cuerpo y, temiendo la verdad de lo que tenía que decir, los culpables lo envenenaron, provocando su derrota en el campo de justas y su muerte. Y ahora afirmo, Majestad, que mi hermano fue envenenado por los Crogall. ¡Y he venido esta noche aquí para reclamar justicia para él!

La habitación explotó en un bullicio de murmuraciones, gritos de apoyo a Iris Dannett o, más timidos, de desacuerdo a sus palabras, cuchicheos y preguntas, hasta que el Rey Robert le puso fin alzando la voz grave y profunda que una vez usase para dirigir las tropas en el campo de Batalla.

-¡Silencio! ¡Silencio de una vez!

La Guardia Real, ante el revuelo formado, formó filas en torno a la Corona y, respondiendo a la conmoción creada en la sala, los Capas Doradas entraron colocándose en lugares cerca de las puertas y a lo largo de las paredes esperando órdenes.

La repentina aparición de Lady Iris causó un revuelo en aquella sala. Unos instantes antes de que se descubriese su identidad, Lord Evan la había reconocido desde la distancia: Era la misma persona que había visto en El Manantial de Jade, donde usaba el nombre de Lidda. Pero ahora eso no importaba, o quizá sí. De momento, la acusación había sido lanzada en presencia del Rey. Y no podía quedarse sin respuesta. 

Evan Crogall dio un paso al frente, o más bien avanzó desde el lateral de la sala hacia el centro. Su porte era el que correspondía a un señor de una Casa noble. Pequeña pero noble. Le hizo una reverencia al Rey Baratheon, y esperó a que los Capas Doradas ocuparan sus posiciones. No iba a alzar la voz ni hacer aspavientos. No era el estilo de los Crogall. 

Paciente. Letal. 

Finalmente habló. -Graves y calumniosas son estas acusaciones, y no pueden quedar impunes. Nuestras diferencias con los Dannett eran bien conocidas por todos, y cuando Adham Dannett sufrió la derrota en la contienda, los Crogall fuimos los primeros en intentar ayudar por todos los motivos, pues nos temíamos lo peor. Desde nuestra llegada al Desembarco del Rey, alguien se ha tomado grandes molestias en crear falsas pruebas y verter acusaciones sin fundamento para atacarnos. Y hemos estado buscando a esa persona, y las pistas nos llevaban hacia un lugar y hacia una persona en concreto. Hacia una persona a la que no habíamos podido localizar a pesar de nuestros esfuerzos. Hasta ahora. 

Lord Evan miró a su familia. Primero a Whalen. Luego a Lady Varya. Finalmente alzó su dedo. -Rechazo completamente estas falsas acusaciones que se han lanzado aquí y ahora, y antes durante los días de la celebración organizada por el Rey Baratheon. 

Robert Baratheon intervino de nuevo tras las palabras de Evan rechazando firmemente las nuevas acusaciones que se vertían contra ellos. Sus palabras no habían dejado a nadie indiferente, pues nuevamente se mostraron bandos entre los nobles allí congregados, unos que expresaban sus rechazo a los Crogall y otros, los menos, que todavía mantenían su apoyo. El Rey se frotó el puente de la nariz con la yema de los dedos para intentar mitigar el dolor de cabeza que le producía toda aquella situación.

-Lord Crogall, ya es la tercera acusación que se vierte contra vuestra casa desde que habéis llegado aquí. -El Rey alzó una mano atajando cualquier posible protesta que pudiera salir de la boca de Lord Evan Crogall. - No os preocupéis, tendréis tiempo para expresar vuestro punto de vista sobre el asunto. Pero antes tengo unas preguntas que formularle a Lady Iris.

Dirigió su mirada cansada hacía la muchacha. A Robert nadie le había contado antes de alzarse con la corona que ser Rey implicaba tener que terciar en asuntos como aquellos. Obligación que despreciaba profundamente, y más si se trataba de una interrupción como aquella en medio de una celebración. Algo que sí le gustaba.

-Lady Dannett. -Comenzó. -Tengo entendido que recientemente os habéis... ausentado de vuestra casa. ¿Dónde habéis estado y cómo es que habéis acabado aquí esta noche?

Iris Dannett dirigió una mirada cargada de un odio genuino a Lord Evan Crogall cuando este intervino. Por un momento pareció que la muchacha pudiera saltar sobre el líder de la casa Crogall y estrangularlo con sus propias manos, aunque afortunadamente se contuvo.

La pregunta del Rey Robert provocó que Iris se sonrojara y agachara su cabeza antes de contestar estremecida. Luego, alzó su mirada y su barbilla con orgullo.

-Majestad, mi padre realizó el esfuerzo de preparar un matrimonio para mí, de hecho con el maestro Piper aquí presente. -Hizo un gesto hacía el mercader pero no dirigió la vista hacía él. -Pero no era mi deseo casarme, así que huí de la casa de mi padre, encontrando mi camino hacía Desembarco del Rey.

Robert se mesó la barba pensativo. Había oído de la desaparición de la muchacha, pero ninguna información relativa a su estancia en la ciudad le había llegado hasta entonces. Por lo que le preguntó dónde había estado todo ese tiempo dentro de la ciudad. Iris volvió a agachar la mirada cuando el Rey le dirigió una pregunta tan concreta.

-Yo... en el Manantial de Jade, majestad. - Terminó reconociendo.

Aquella respuesta provocó susurros e incluso toses y risitas ahogadas hasta que la mirada furibunda del Rey silenció la sala una vez más. La mayoría de los presentes, a excepción de algún santurrón meapilas y de quienes llevaban menos tiempo en la ciudad, habían comprendido que Iris Dannett acababa de admitir que había trabajado como prostituta. Ruber Piper se había quedado pálido ante tal revelación, y su siguiente reacción fue ponerse rojo de furia y vergüenza. Muchas miradas se dirigieron también hacía el mercader, y no fueron pocas las risas a su costa.

-Y estas acusaciones que lanzáis contra la casa Crogall, ¿en qué basáis vuestra alegación de envenenamiento y asesinato? - Preguntó el Rey pretendiendo que aquella revelación sobre el paradero de Iris Dannett durante las últimas semanas pasara de largo y el tema se volviera a centrar en lo importante. De lo contrario, el Rey se imaginaba agotando su reinado con aquella misma discusión.

-En las pruebas entregadas por el maestre de mi familia, el maestre Ferris aquí presente, para empezar. - Comenzó a decir Iris Dannett con la ira logrando que volviera a alzar la barbilla. -Cuidó a mi hermano después de su caída en el torneo, y al momento supo cree que los dolores que sufrió Adham fueran resultado de sus heridas. Ha consultado a otros maestres en la ciudad, y ha llegado a la conclusión de que fue envenenado. Además, la noche antes del torneo los hombres de mi casa atraparon a un secuaz de los Crogall con un veneno en su posesión. Tuvieron que torturarlo para que les dijera el nombre de quién le había contratado para envenenar a Adham: Ser Roshar Crogall, secuaz de Lord Evan. Después, varios miembros de mi casa, entre ellos Edan Ward, maestro de armas y de la total confianza de mi padre, confrontaron a Whalen Crogall cuando éste se personó en la tienda de mi familia tras haber asesinado a mi hermano para regodearse de sus actos, y ante ser Edan y sus hijos llegó a reconocer que su familia había asesinado a los Claviger, crimen del cual también se les ha acusado aquí. ¡Y por boca la propia esposa de Whalen Crogall, nada menos! Finalmente Whalen reconoció estar en posesión de una daga con un veneno, las lagrimas de Lys. Veneno que según las indagaciones del maestre Ferris puede concordar con el que mató a mi hermano. Y esa daga, - dijo la dama alzando un dedo acusador hacía los Crogall, - Se de buena tinta que esa daga, con un vial escondido en su empuñadura para esconder el veneno, estuvo efectivamente en posesión de Whalen Crogall, como él mismo confesó frente a los hombres de mi casa, aunque ahora seguramente se niegue a admitirlo. Y también sé de un excelente vino enviado a mi hermano por un admirador anónimo.

Todos los ojos de la sala siguieron a los de Iris Dannett cuando se giraron hacía Whalen Crogall y el resto de su familia allí presente.

-¿Es eso cierto? - Le preguntó el Rey a los Crogall, dirigiéndose tanto a Lord Evan como a su hijo. Su mirada escudriñó a ambos. -¿Tenéis en vuestra posesión la daga de la que se habla? Si es así me gustaría examinarla.

Ma... Majestad... Nos llegó un extraño y anónimo presente a mi atención. Era una daga con un vial oculto en el pomo. Sólo quedaba un residuo de un veneno. Por eso se lo dimos a nuestro Maestre, el maestre Nicholas, para que investigara qué contenía. Él podrá dar fe que pudo analizar el veneno que contenía como Lágrimas de Lys.

Hizo una corta pausa para tomar aire. No era fácil hablar con su monarca.

No sabíamos quien iba a ser la víctima del veneno. En cuanto supimos que había sido Adham Dannett acudí junto a ser Adrik al campamento Dannett, para decirles lo que sabíamos e intentar salvar al ser. Ser Adham Dannett era tan víctima como nosotros de esta conjura. No estábamos seguros de quien era el causante. Pero ahora, con la aparición de la desaparecida hermana Dannett, con la oportuna muerte del lord aparece la hermana. ¿Qué gana la casa Crogall con la muerte de Adham Dannett? Y qué gana la oportuna heredera que ahora aparece?

Aunque sólo eran palabras. todo eran palabras. No había pruebas. Las pocas pruebas físicas que había les inculpaban a ellos, a pesar que fueran prueba tan pueriles como el regalo de una daga con veneno o el escudo de armas Crogall en la matanza de campesinos. La traición de Scarlett y el tema Claviger no ayudaba, pero es lo que había.

Quedaba por explicar toda la implicación de Archay por mano de orten, que ahora quedaba claro que tenía lago que untar en aquel asunto, peor no quería aburrir al rey con más palabras.

Lady Varya no perdía detalle de lo que se decía, a pesar de mantenerse callada en segundo plano pues nadie la había mentado... todavía, pero la petulancia y la sobervia de la supuesta Iris Dannett la colmaron. Esperó a que su hijastro respondiera, quería saber si él había confesado todo aquello que la joven decía, aunque por supuesto dudaba mucho que así fuera, que Whalen hubiese dicho algunas de aquellas cosas era entendible, que confesase lo de los Claviger un suicidio del que no lo creía capaz.

—Majestades, si me permitís un inciso. Según lo que nos dijo el maestre Nicolás, las Lágrimas de Lis son un veneno raro difícil de contrarrestar pues para que surta efecto se han de suministrar durante un tiempo y cuando se dejan ver sus efectos ya es tarde, no es algo que se pueda hacer con una botella de vino el día antes, si no que ha de ir dándose durante unos cuantos días antes de que los síntomas sean visibles y para entonces casi siempre son mortales... Sería bueno saber de quien es la tinta que tiñe las palabras de lady Dannet, ausente de su casa pero sabedora de supuestos secretos inconfesables.

La señora de la casa Crogall remarcó especialmente los días que el veneno tenía que ser ingerido de forma continua para que funcionase, así como lanzó la duda no sólo contra la nueva heredera como había hecho Whalen, si no contra alguien cercano al joven fallecido que hubiese tenido la oportunidad de suministrarle el veneno cada día desde hacía unos cuantos.