Partida Rol por web

El Águla seguía luchando, con puños, y comenzó a hacer aspavientos con las manos, intentando una llave de arte marcial maestra antes de que el tipo le disparase, si podía... Segundos después, el tipo soltó la pistola tras verse sus manos aprisionadas por las del superhéroe, con su correspondiente chasquidos de huesos y quebradura. Luego le golpeó hasta noquearle.

Ambos tipos habían quedado ko, y aquel invento tuyo le pareció realmente ingenioso.

¡Ver para creer, muchacha! -te dijo tu nuevo amigo-. Andando, debemos subir al segundo piso, ¡no hay tiempo que perder!

Subísteis enseguida la siguiente planta, y mirásteis de nuevo quién había allí. Había otros cuatro tipos allí. Desde luego, aquel lugar estaba bien protegido.

Antes de ascender, recuperé mis flechas. Fue realmente asqueroso sacar aquella del craneo del muerto. El ojo se quedó incrustado en el cuerpo de la flecha, hasta que la agité un par de veces, saliendo el globo ocular disparado hacia una pared y dejando una asquerosa mancha en ella. En parte me sentí mal por su muerte, por otro lado... era él o yo. Estaba claro que me hubiese matado de tener ocasión. No me hacía sentir mejor pero era un consuelo.

Ese y la expresión de sorpresa de mi héroe. - Gracias. - Fue lo único que atiné a decir ante sus palabras, para luego asentir a su instrucción sobre subir y seguirle corriendo.

En la segunda planta nos topamos nuevamente con cuatro tipos. No sabía que guardaban allí, pero si debía ser importante. Me llevé el dedo a los labios, indicándole a Águila que guardase silencio y recé para que mi cuerpo no volviese a traicionarme de aquella manera. Preparé la flecha aturdidora que usé un piso más abajo y comencé a caminar en sigilo hacia los hombres, mientras comenzaba a apuntar al más alejado de ellos, dejánodle espacio a Águila para que se moviese con libertad y pudiese lanzarse sobre el primer hombre en cuanto llegase a su lado. En ese momento, dejaría salir la flecha hacia su objetivo...

Y la primera flecha voló hacia su objetivo. Pero esta vez no me quedé mirando si daba a mi blanco o no, sino que preparé una nueva flecha aturdidora, aprovechando que aún no nos habían detectado y la lancé a toda prisa...

Pero algo iba mal.

Su vuelo era irregular.

Mierda! - Pensé mientras la veía colear y cambiar su dirección inicial.

Debí asegurarme de que estaba equilibrada al menos...

Pero ya no podía hacer nada, salvo cruzar los dedos y que no le diese a mi compañero a la par que prepararme para el nuevo combate.

Parecía que el edificio estaba bastante bien asegurado. No habían escatimado en recursos ni hombres. Los narcos de Tierry estaban muy preparados (al menos en número) para cualquier imprevisto (oséase, vosotros). Aquella flecha que voló desde tu posición no hizo ningún efecto, y los tipos aprovecharon para dispara contra tí, y también contra el Águila... Uno de los tipos comenzó a disparar indiscriminadamente, y el otro que te miraba hacía lo propio. Sólo uno* logró acertarte en una pierna, provocándote una tremenda herida en la pierna.

Águila Cabeciblanca corrió cuanto pudo hacia ellos para propinarle a uno de los tipos un severo puñetazo. Notaste que, ahora, su intención era lanzarlos balcón abajo... Y así lo hizo. Aquello que vieron tus ojos fue algo que jamás habías percibido. El Águila pareció desaparecer en su posición y aparecer delante de uno aquellos tipos. Era lo que los informativos llamaban su "superagilidad". Fue como un visto y no visto, como un truco del mejor mago del país... El héroe tomó al tipo por la ropa y lo lanzó piso abajo... y un tremendo grito de terror, que duró unos segundos, se oyó en el aire.

Mientras aquella flecha volaba hacia la nada, preparé otra similar. Lo cierto era que me esperaba que aquellos tipos se achantasen al ver a Águila corriendo hacia ellos, no creí que nos disparasen... hasta que escuché los disparos y sentí aquella quemazón en mi pierna seguida de un intenso dolor.

- ¡Mierda! ¡Me han dado! - Exclamé, curiosamente sin mi voz pija habitual. - ¡Cabrones! - Les grité lanzando la flecha un tanto deformada con el arco y viendo como su vuelo era completamente irregular, decidí preparar otra, esta vez una letal. Pero antes me aseguré de ponerme a cubierto y ver el alcance de la herida de la pierna.

Quería romper a llorar, abrazarme a Piluca, mi osita de peluche de Steiff y esperar a que todo esto fuese una pesadilla. Pero sabía que no lo era y, la verdad es que jamás pensé en la opción de que me hiriesen. Tenía miedo, miedo que se mezcló con mi adrenalina y toda aquella sangre que empapaba mi ropa. Pero lo primero era tumbar a aquellos tipos...

El tipo que te disparaba te alcanzó en una pierna, pero tu seguiste luchando*. Parecía haber sido únicamente un roce, por suerte (un roce que escocía lo suyo...). Águila Cabeciblanca comenzaba a dar puñetazos a diestro y siniestro, y el tipo contra el que estaba enzarzado cayó desplomado hacia atrás...

Asomé la cabeza para ver como mi compañero derribaba a uno de ellos y se enzarzaba con el siguiente. Nuevamente los disparos se cernían sobre mí, pero debía hacerlo: luchar o morir.

Sentía mi pulso acelerado y mi corazón golpeaba con tanta fuerza mi pecho, que parecía que fuese a salir corriendo de mi interior. Pero yo me había serenado lo justo para poder disparar de nuevo. Fijé mi arco en mi objetivo y lo tensé. Solté la cuerda y la flecha salió despedida hacia su objetivo. Me sentía sobre ella en ese momento, sintiendo el aire en mi rostro mientras la punta de la misma lo iba cortando a su paso.

Me puse a cubierto de nuevo y saqué una nueva flecha, aunque con suerte, no tendría que usarla en este piso.

¡Disparaaa a ese "#·*%*·$%! -gritó uno de los tipos a otros mientras ambos descerrajaban tiros sobre vosotros-.

Aquellos dos tipos vaciaron sus cargadores contra vosotros. Sin embargo, ninguna de las balas logró acertaros (tal era el punto de nerviosismo por la situación o cuan mero y limitada su puntería). Tu nuevo mentor heroico se abalanzó contra el tipo al que tenía fijada la atención y se lanzó en plancha contra él, hacíandole caer balcón abajo con terrible final para el malogrado. La flecha letal que lanzaste a tu objetivo hizo que, de la misma manera, el resultado fuera similar al del Águila (el tipo cayó hacia atrás, por el balcón, debido al empuje de tu flecha). Águila volvió a mirarte, pues una vez más habíais acabado con aquellos tipos...

¡Subamos! -añadió en bajo-. ¡Tan sólo queda una planta y en la última está produciendóse el negocio!

No sabía como Águila podía aguantar tanta tensión y tantos balazos... y contener el miedo a perder la vida. La adrenalina me mantenía alerta y despierta, pero temía que se pasase aquella sensación en medio de este caos.

Volví a disparar mi arco con rapidez, lo que restaba eficacia al mismo... pero esperaba que la suerte me acompañase y que aquella flecha se clavase en la carne del tirador. Y entonces vi como Águila saltaba sobre aquel hombre y este caía por el balcón mientras que mi flecha hacía lo propio contra el otro tipejo.

- Espera, mi pierna. Sangro mucho. - Le dije al hombre pájaro mientras sacaba unas telas de mi traje. Las coloqué entre mis manos y la tela se convirtió en venda en unos instantes. Realicé un vendaje compresivo sobre la herida, manteniéndola presionada pero sin llegar a ser un torniquete y miré a mi compañero. - Sobreviviré. - Le dije con una sonrisa, aguantando el dolor y el miedo dentro de mí.

Subí con él a la siguiente planta y, nuevamente me moví en sigilo, pero esta vez miraba los lugares donde podía cubrirme y recibir menos daños.

El Águila esperó ante tu escueta petición. No supo en antes de subir al siguiente piso si quería sólo descansar, pero en cuanto vió cómo manipulabas la materia viste en sus ojos un brillo inaudito. Si su gran poder era aquel movimiento sobrehumano, mucho más interesante le pareció lo que tu hacías. Eso le enorgulleció por dentro. Al decir que podrías continuar, éste subió las escaleras, y luego tú. En el tercer piso vísteis a otros tres tipos, que ya estaban alertados por los ruidos de los pisos inferiores (aunque no habían dado la voz de alarma). En tu caso, te elevaste y corriste rápidamente tras una esquiva, desde la cual disparaste tu arco y... ¡¡FASSSHHH!!, la punta se incrustó en el pecho de uno de los narcos haciéndolo caer en el acto. Entonces los dos tipos restantes os vieron y comenzaron a disparar contra vosotros, una vez más...

Me parecía increíble como había cambiado durante la ascensión de estos tres pisos. De no querer matar y sentirme mal por hacerlo a disparar las flechas con mi arco buscando acabar con la vida de quien pretende arrebatarme la mía. El balazo en la pierna me debió cambiar por completo al hacerme ver que todo aquello no era un juego y donde mi vida dependía de la vida o muerte de otro.

La herida dolía a cada paso que daba y me obligaba a cojear, pero eso no me iba a detener. El gran Águila Cabeciblanca estaba a mi lado, me había pedido ayuda y... necesitaba sentir aquello de nuevo, era como una droga para mí. La admiración y los alagos.

Así pues, tras el primer flechazo que dejó a aquel matón muerto en el suelo alertando a los demás, volví a tensar mi arco  y lanzar la flecha que volaba directa a aquel tipejo que disparaba hacia nosotros.

El tipejo no se acongojó al ver a dos tipos enmascarados dándoles cera; más bien apuntó con más precisión hacia tu cuerpo y , ¡BANG! , logró alcanzarte en la otra pierna... ¡la otra! Por su parte, el Águila decoró el estómago del tipo contra el que luchaba con su propio puño cerrado; el impacto fue tal que un hilo de sangre debió subir por el esófago del malnacido y le salió por la boca...

¡¡Arquera!! -dijo girándose sobre sus pasos el Águila-. Encárgate de este engendro, ¡¡yo voy arriba!!

Entonces desapareció escaleras arriba, sin apenas tener tú tiempo para asimilar lo que te había dicho (pues aún estabas sangrando por tus piernas).

La lluvia de balas se cernió sobre mí, alcanzándome nuevamente en una pierna. Concretamente la sana. Aquello me imposibilitaba correr y no estaba segura si podría andar. La flecha que descansaba en mi arco, salió disparada al tiempo que la bala se incrustaba en mi carne, por lo que dudaba incluso si le alcanzaría.

Pero ese no fue el mayor de mis males... Escuché como Águila me llamaba y me avisaba de que aquel tipo era para mí, mientras corría al piso superior. Traté de cubrirme nuevamente antes de que me alcanzase otra bala, mientras preparaba una nueva flecha en mi arco.

El tipo disparó de nuevo contra tí, pero las balas alcanzaron el suelo inmediato, delante de tus pies...

Sentí las balas bajo mis pies, golpeando el suelo. Hubiese saltado, pero las heridas en mis piernas me hubiesen hecho caer casi seguro.

Con la frialdad que me quedaba, volví a disparar una flecha mas a aquel hombre, a la espera de que al menos esta vez fuese la definitiva.

Tras aquella lucha infructuosa para ambos, lograste cargar otra flecha y dispararla, casi a bocajarro, a aquel tipo. El secuaz cayó hacia atrás con el gran virote en el medio del pecho. Llevó sus manos hacia, él , como intentando desprendrenderse de él, pero era imposible: murió a los pocos segundos...