No recordaba nada de lo que había pasado. Tan solo la sensación de la caída libre y después como las mascarillas de oxígeno salían de su compartimento. Nada más.Ahora lo único que podía sentir era un dolor muy fuerte en su estómago y una sensación de cristales atravesándole los pulmones cada vez que respiraba. Su cuerpo estaba doblado y sujeto en lo alto de la rama de un árbol. No entendía qué hacía ahí, pero además tenía las manos y los brazos llenos de arañazos así como su ropa hecha jirones¹

Podía sentir la áspera rama entre sus manos, aquella sensación era muy similar a cuando jugaba de pequeña a trepar a los árboles y si no fuera porque todo el cuerpo le dolía podría incuso haber resultado divertido. Pero ese olor... ¿a qué olía? Era una mezcla entre el olor a sal del mar, la humedad de la jungla, humo y el olor a goma quemada. Lo peor era esa sensación de mareo, ese pitido en los oídos, no escuchaba nada bien aunque si respiraba hondo y se relajaba un poco podía oír el crepitar de las llamas y algunos gritos de terror y de horror. Algo no andaba bien, algo no andaba NADA bien.

Cuando abrió los ojos pudo ver la inmensidad de la jungla en la que se encontraba. Mirase donde mirase se encontraba más y más árboles y un caudaloso río. Pero tenía la extraña sensación de que algo malo había sucedido y ¡no se lo podía quitar de la cabeza! Era completamente de noche, debía de llevar horas inconsciente y apenas se podía ver nada en aquel lugar. 

Y entonces las piezas del puzzle encajaron. El avión en el que habían viajado se había estrellado, aunque no podía ver sus restos por ninguna parte. Cerca de ella había tres personas más, pero ninguno era miembro de su familia. ¿Dónde se habrían metido sus padres? ¿Habrían sobrevivido? Seguro que sí. ¡Tenía que estar bien! 

Dudek no recordaba nada de lo que había pasado. Tan solo la sensación de la caída libre y después como las mascarillas de oxígeno salían de su compartimento. Nada más.

Ahora lo único que podía sentir era un dolor muy fuerte en su estómago y una sensación de cristales atravesándole los pulmones cada vez que respiraba. Su cuerpo estaba doblado y sujeto en lo alto de la rama de un árbol. No entendía qué hacía ahí, pero además tenía las manos y los brazos llenos de arañazos así como su ropa echa jirones¹

Podía sentir la áspera rama entre sus manos, aquella sensación era muy similar a cuando jugaba de pequeño a trepar a los árboles y si no fuera porque todo el cuerpo le dolía podría incuso haber resultado divertido. Pero ese olor... ¿a qué olía? Era una mezcla entre el olor a sal del mar, la humedad de la jungla, humo y el olor a goma quemada. Lo peor era esa sensación de mareo, ese pitido en los oídos, no escuchaba nada bien aunque si respiraba hondo y se relajaba un poco podía oír el crepitar de las llamas y algunos gritos de terror y de horror. Algo no andaba bien, algo no andaba NADA bien.

Cuando abrió los ojos pudo ver la inmensidad de la jungla en la que se encontraba. Mirase donde mirase se encontraba más y más árboles y un caudaloso río. Pero tenía la extraña sensación de que algo malo había sucedido y ¡no se lo podía quitar de la cabeza! Era completamente de noche, debía de llevar horas inconsciente y apenas se podía ver nada en aquel lugar. 

Y entonces las piezas del puzzle encajaron. El avión en el que habían viajado se había estrellado, aunque no podía ver sus restos por ninguna parte. Y entonces se acordó de "Mary" ¿Dónde se habría metido? ¿Habría sobrevivido?

Gregor no recordaba nada de lo que había pasado. Tan solo la sensación de la caída libre y después como las mascarillas de oxígeno salían de su compartimento. Nada más.

Ahora lo único que podía sentir era un dolor muy fuerte en su estómago y una sensación de cristales atravesándole los pulmones cada vez que respiraba. Su cuerpo estaba doblado y sujeto en lo alto de la rama de un árbol. No entendía qué hacía ahí, pero además tenía las manos y los brazos llenos de arañazos así como su ropa hecha jirones¹

Podía sentir la áspera rama entre sus manos, aquella sensación era muy similar a cuando jugaba de pequeño a trepar a los árboles y si no fuera porque todo el cuerpo le dolía podría incuso haber resultado divertido. Pero ese olor... ¿a qué olía? Era una mezcla entre el olor a sal del mar, la humedad de la jungla, humo y el olor a goma quemada. Lo peor era esa sensación de mareo, ese pitido en los oídos, no escuchaba nada bien aunque si respiraba hondo y se relajaba un poco podía oír el crepitar de las llamas y algunos gritos de terror y de horror. Algo no andaba bien, algo no andaba NADA bien.

Cuando abrió los ojos pudo ver la inmensidad de la jungla en la que se encontraba. Mirase donde mirase se encontraba más y más árboles. Pero tenía la extraña sensación de que algo malo había sucedido y ¡no se lo podía quitar de la cabeza! 

Cuando abrió los ojos pudo ver la inmensidad de la jungla en la que se encontraba. Mirase donde mirase se encontraba más y más árboles y un caudaloso río. Pero tenía la extraña sensación de que algo malo había sucedido y ¡no se lo podía quitar de la cabeza! Era completamente de noche, debía de llevar horas inconsciente y apenas se podía ver nada en aquel lugar. 

Y entonces las piezas del puzzle encajaron. El avión en el que habían viajado se había estrellado, aunque no podía ver sus restos por ninguna parte. 

Finalmente Gregor se dio cuenta de que sus brazos empezaban a fallar y sin poder hacer un último esfuerzo, el casi jubilado se resbaló y terminó por precipitarse contra el suelo. El impacto no mejoró el dolor que ya tenía y para complicar aún más las cosas se dio cuenta de que se le había salido el hueso de la rodilla y que no podría andar con normalidad. ¿Se quedaría cojo para siempre? Vale sí, había sobrevivido a lo del avión, y ahora a la caída, pero... ¿a qué precio?

Lunes, 5 de agosto del 2019.
Noche, temperatura 26ºC
Hora Local: 21.00; 
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Finalmente los últimos rayos de sol se escondieron detrás del mar dejando todo el lugar sumido en una absoluta oscuridad. La luz de las estrellas y de la luna iluminaban ligeramente el lugar, pero la mejor decisión de podrían tomar los supervivientes sería la idea de echarse a dormir. Seguir investigando o moverse por la isla podría suponer un peligro, podrían perderse o caer en las mandíbulas de algún depredador nocturno.

¿Cuánto tiempo hacía que se encontraban allí? No creía haber podido hablar con nadie pero sabía que, entre todos esos restos, había otros supervivientes. Ya casi no había luz, por lo que identificarlos o verlos sería complejo, tampoco podría moverse demasiado con todo el dolor que tenía. Además estaba seguro de que su pierna estaba herida, y mucho.

Con cuidado usó sus brazos para desplazarse un poco, buscando yesca y ramitas. Si iba a pasar allí la noche podría iniciar una fogata. En primer lugar lo protegería del frío, y además con suerte mañana un avión vería el humo y mandarían ayuda para ellos.
Sus ojos se abrieron en la oscuridad de par en par. Su esposa e hijo, no los había visto, no escuchaba sus voces. La adrenalina del miedo lo incitó a apresurarse y comenzó a tantear sus bolsillos buscando un mechero. Él mismo no fumaba pero sus contactos sí, y siempre venía bien estar listo. Hoy, que vendría espectacularmente estar listo, no lo estaba.

-Oigan- se decidió, asustado, a hablar -¿Están bien? Yo estoy herido, cre... Creo que me disloqué la rodilla- se tanteó la pierna como para confirmar que era así pero retiró la mano ante la amenaza del dolor. Al hablar notó la resequedad de su boca, su equipaje de mano no debía de estar demasiado lejos y siempre llevaba algo para beber y deglutir en el mismo.

-¿Tienen algo para encender el fuego?- volvió a repetir la palabra fuego en varios idiomas, quizás tendría suerte.

Se sentía muy dolorida, entumecida y desorientada. Al moverse un poco su cuerpo se balanceó peligrosamente desde la rama en la que estaba. El dolor en el estómago era muy intenso, seguramente se había golpeado ahí al caer, pero podía moverse un poco. Respiró hondo y un millar de agujas atravesaron sus pulmones haciendo que tuviera que aferrarse de nuevo al árbol para evitar su caída al vacío.

Tenía que serenarse. Comprobó que su ropa estaba casi desecha. Instintivamente tendió a cubrirse pero de nuevo ese movimiento casi le hace caer de nuevo. Tranquilidad. Inspiró de nuevo, mas suave que la última vez, y poco a poco buscó una postura más cómoda.

Había gente abajo. Pensó en pedir ayuda, pero le pudo más la vergüenza, intentaría bajar por si misma. El dolor del estómago no cedía y las ramas no solo se habían cebado con su ropa, sentía los arañazos a través de todo el cuerpo. Por suerte su forma física era buena y lentamente fue desentumeciendo sus doloridos músculos y estirándolos con suavidad.

Sin prisas se acercó al tronco del árbol y tomándose su tiempo descendió asegurando cada uno de sus pasos.

Cuando llegó al suelo se ocultó. Alguien había hablado y posiblemente necesitaba su ayuda, pero ella estaba medio desnuda y tenía que buscar algo con que cubrirse antes de acercarse, aún así se atrevió a hablar.

- Yo me llamo Diana, me duele el estómago y estoy con muchos arañazos, pero no creo que tenga nada más. Mi ropa... se ha roto, necesito cubrirme con algo...

Miraba a su alrededor a ver si encontraba algo que le sirviera

Dudek se paró un segundo para evaluar la situación, lo último que recordaba era estar en el avión con "Mary", no sabía como había acabado allí pero no se veía más allá de las copas de los árboles, tomó aliento lo que le hizo retorcerse de dolor, el golpe había sido fuerte, aunque por suerte parecía que no lo suficiente como para matarlo.

Se recompuso de los pinchazos que sentía en todo el cuerpo como pudo, decidió que era mejor esperar a estar en tierra firme para evaluar tanto la situación como las heridas que percibía, aunque no notaba nada roto - eso es buena señal - por suerte para él escalar no era ningún problema y pese a todo bajó del árbol con bastante agilidad

Lo primero que escuchó al bajar fueron voces de otras personas, un hombre que hablaba en varios idiomas y parecía  herido, también había otra chica que bajó de otro árbol aunque ella parecía estar bien dentro de lo que cabe; se detuvo un momento para evaluar su propia situación y pese a que tenía la ropa hecha jirones no parecía tener heridas graves ni nada que requiriese atención inmediata.

- Me llamo Dudek - se presentó al hombre en inglés aunque con un fuerte acento de Europa del este - no soy médico pero se algo de huesos rotos, puedo intentar mirarle la herida, así no llegará muy lejos 

miró al cielo donde ya comenzaban a verse las primeras estrellas tras el crepúsculo - no tengo nada para el fuego  

-¡Por todos los cielos, gracias, gracias!- respondió algo desesperado. Gregor, como buen deportista, se había lesionado antes alguna que otra vez, pero esto era demasiado -es mi pierna, creo que la rodilla-. Jadeaba, se había dado cuenta de que además del dolor era el miedo que lo tenía así de agitado. Intentó tranquilizarse, controlar lo que sentía. Actuar por miedo te hace impulsivo.

También había visto por el rabillo del ojo a alguien más que se quejaba por su ropa, por la voz parecía una mujer joven. Gregor se quitó rápidamente la camisa, la hizo un bollo y la arrojó hacia la muchacha -mi camisa también está destrozada pero algo es algo-.

Por la adrenalina no se sentía con frío exactamente, pero temía que el lugar al que habían llegado no fuese un paraíso tropical. Intentó pensar ¿Había guardado en su bolso de mano algo de abrigo? Solía hacerlo por el cambio climático que sufría al viajar tanto.

-En mi bolso puede que haya algo para taparte muchacha- no podía, intentaba concentrarse en algo más para ignorar su situación pero la angustia le podía, había logrado sentarse apoyando las manos en el suelo y sin poner presión sobre la pierna herida. Pero temía moverse más o hablar.

Diana tomó la camisa, o lo que quedaba de ella, y procuró taparse lo suficiente como para poder salir al descubierto ante los dos desconocidos. Inmediatamente buscó el bolso del herido para encontrar lo que pedía, algo para hacer fuego. Si además encontraba algo con lo que taparse, mejor.

Entonces fue consciente que la persona estaba herida y se había comportado como una niña preocupándose más por su aspecto que por la salud del hombre.

- Disculpe, está herido, soy una tonta... ¿necesita algo? - mientras buscaba algo con lo que encender el fuego, poco a poco la magnitud de lo ocurrido entraba en su cabeza, haciendo que se pusiera cada vez más nerviosa - Mis padres, ¿los han visto? - miraba a su alrededor buscando entre los restos que les rodeaban pero no se atrevía a separarse de los dos hombres. - ¡¡ Papá !!  ¡¡ Mamá !!

La situación empezaba a superar a la muchacha.

Lunes, 5 de agosto del 2019.
Noche, temperatura 24ºC
Hora Local: 22.00; 
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Dudek comenzó a revisar la rodilla del hombre que acababa de conocer, él también notaba algunas heridas pero no parecía nada urgente comparado con lo de aquel hombre, miró hacia los lados, buscando algo que pudiera servirle para hacer algún tipo de torniquete y alguna rama que sirviera como muleta

En ese momento empezó a escuchar como la otra chica empezaba a preguntar y luego a gritar buscando a sus padres - Kurva! - pensó el chico - no creo que sea buena idea hacer eso - dijo en inglés, entendía la desesperación de la chica, pero no era prudente llamar la atención de esa manera - no sabemos donde estamos y puede que sea peligroso

Además era de noche e iba a ser muy difícil moverse por la selva que parecía que les rodeaba - deberíamos buscar algo de refugio e intentar buscarlos por la mañana

Al escuchar las palabras del hombre joven Diana deja de gritar aunque viendo a su alrededor no entiende cómo pretende pasar desapercibido en medio de este desastre.

- Por la mañana podrían estar ya muertos. - protesta. Está consada y dolorida y lo que más desearía en el mundo ahora mismo sería echarse en un sitio cómodo e intentar dormir, pero debe haber más gente herida por los alrededores y necesitar auxilio inmediato.

Por otra parte está oscuro y uno de los hombres no está en situación de moverse. A regañadientes comprende que la postura de Dudek es la más adecuada dada sus circunstancias. Termina asintiendo.

- De acuerdo. Además habría que buscar algo de comida y bebida. No se ustedes, pero yo hace mucho que no he comido nada y necesitaremos todas nuestras fuerzas.

Viendo que el herido tiene atención suficiente, decide buscar un poco por los alrededores.

- No me voy a separar mucho, estaré a la vista. Voy a ver qué encuentro por los alrededores.

Estas personas, para fortuna de Gregor, hablaban en español. Pese a ser norteamericano el español había sido para el empresario una suerte de lengua materna, su apellido podría ser Smith pero su lugar de crianza había sido siempre multiétnico. Gregor tuvo una ínfima cuota de alivio.

-¿Es muy grave? ¿Eres doctor?- preguntó al joven que se le había acercado. Con la poca iluminación no podía estar seguro de su edad pero se lo notaba bastante joven, o al menos eso deducía el herido.

Como pudo y sin arriesgarse mucho el hombre enderezó su espalda apoyado sobre sus fuertes brazos. No pensaba arriesgarse a dañar más aquella pierna, pero quizás podría ayudar desde su lugar con las necesidades más inmediatas que aquel pequeño grupo de supervivientes tenía.
Intentó afinar la vista, adaptarse a las penumbras.