Partida Rol por web

Al llegar al parque los vi, tanto a Oniwa-san como a Akemi-san, y mis manos se van a mi boca, a tapar mis labios para reprimir la sorpresa. Voy directa a ellos dos sin dudarlo, y mis pasos ágiles, movidos por la preocupación, acortan la distancia. - Akemi-san, Oniwa-san, ¿qué te ha pasado? ¿Estás bien? ¿Y el resto? - Aunque saludo a ambos no tardo en dirigirme al segundo, le pregunto sin alzar la voz, manteniendo la calma. Que solamente le vea a él y no a los demás, no sabría decir si es bueno o malo, bueno porque quizás se encuentren bien, y malo, porque aún permanecen en la corte oscura.

De soslayo, dedico una mirada a la gente ajena a los asuntos turbios. - Podría llamar a Syrene, pero no creo que sea conveniente de hacerlo aquí. - Añado con cautela.

¡Hey Ryuzaki-san! Pues lo que ha pasado es que he tenido que salvar a este cabeza-hueca del ataque de un montón de sombras. - acompañó esto último con un capón hacia el peliverde. - Ahora estoy enseñándole en que pensar y en que centrarse a la hora de invocar a su persona, para que no tenga problemas... ¿Te quieres quedar?

Suspiro ligeramente aliviada, y ajusto mis lentes, una vez más. - Eso...eso ha sido muy temerario. - Comento a modo de regañina al herido, aunque suave a juzgar por mi tono. Tampoco quise sermonearle, no estaba en mi derecho, pero tampoco de dejarlo pasar. Pudo haber sido peor. Aunque no estaba dentro de mis opciones, la verdad es que sonaba por lo menos, interesante, muy interesante. - Sí, me gustaría, si no es molestia, claro. Me vendría muy bien tus consejos, Akemi-san. Gracias. - A mis palabras de agradecimiento, les acompaña una leve inclinación para dar mayor peso.

Otra opción es la de buscar trabajo, y el dinero nunca viene mal. No obstante, las enseñanzas y guía, me parecen más importantes, sin contar el hecho del estado de mi compañero de clase. Así que prefiero quedarme más cerca.Le dedico una tímida sonrisa.

Los eventos se desarrollaban demasiado rápido para mí, apareció Ryuzaki-san mientras intentaba dar una respuesta convincente sobre lo que pienso cuando invoco a mi Persona y por suerte no escuchó lo que había dicho, sonaba totalmente 'lame', sin embargo no pude evitar asustarme. Comenzaron a hablar sobre lo que me había pasado en la Corte Oscura después de que mis compañeros me abandonaran sin piedad y sobre cómo me tuvieron que rescatar después de caer incosciente.

-¡Hey, tampoco pasó así, los tenía a esas sombras en el bote, hicieron trampas! Estoy bien, Ryuzaki-san, sólo me siento cansado psíquicamente, ya se han curado mis heridas después de una pequeña siesta que hice después de ser golpeado.

Bueno, por mi no hay problema, voy a hacerte entonces la misma pregunta que le hice a Oniwa-san - al cual miró con una gran sonrisa por su comentario sobre las sombras. - ¿En que piensas cuando invocas a tu Persona?

Al irse las madres, te dejan a cargo de unos seis niños. Uno de ellos se acerca a ti y te pregunta. - ¡Oye tu! ¿Se supone que nos vas a cuidar? - te miraba curioso, a pesar de sus palabras tan soeces, parecía no haber maldad en ellas.

Aún llevaba la mochila porque no había pasado por casa pero eso poco importaba tras encontrarme con una de las madres, me presenta de la forma mas cordial posible y tras indicarme cuales eran los niños abandono el lugar a una velocidad envidiable, aunque no le di demasiada importancia a ese hecho. Tras ubicar a los niños y un lugar donde sentarme en la hierba empecé a mirar al resto de gente en el parque. Estaban por aquí Kuro junto a Miyuki, además de Umi si no recordaba mal ella también había aceptado este trabajo así que la salude para que me viera.

Entonces uno de los niños se me acerco para hablar conmigo.

- Si, así es, por hoy estáis bajo mi cuidado. Me llamo Saito por cierto -le dije con la mejor de mis sonrisas

Si, si, Saito. Eso está muy bien, llamarse así digo... ¿Pero dónde está nuestro helado? - el niño parecía realmente molesto.

Nuestras madres siempre nos compran helados, a todos, para que no hagamos demasiado ruido y nos portemos bien, ya sabes. Lo quiero de chocolate.

El propio Kuro es quien me confirma que se encuentra bien. Suspiro una vez más, de alivio esta vez. Sin embargo, la pregunta que formula, la que es nuestra guía en esta extraña empresa, me deja bastante sorprendida. - ¿Qué qué pienso cuando llamo a Syrene? - Musito repitiendo las palabras de esa inusual pregunta.

El primer segundo lo invierto en reflexionar, y el que le sigue en recordar qué siento cuando viene ella. Porque es una ella, o eso creo. - No te sabría decir, me viene en mente agua, como si estuviese rodeada de agua, y me proporciona, seguridad, me hace sentir protegida, y eso es lo que quiero hacer sentir a los demás. - Respondo lo primero que me viene en mente, más es poco preciso, y difícil de entender. Complicada que es una.

Suspiro y sonrío levemente antes de hacer un resumen más certero. - Dar y recibir protección, también seguridad. - Aclaro sin pestañear, no tengo dudas al respecto.

Musito para que nadie me escuche mientras miro a otro lado.

_{mierda, ¿por qué no se me ocurrió decir nada así de guay?}

-Esto... sí, yo concuerdo con ella, pienso en cuidar y proteger y esas cosas...

Mmm... No está mal chicos, no está mal... _{Aunque unos mejor que otros.} - dijo por lo bajo entre risas mirando a Kuro. - Yo siempre pienso en algún momento muy feliz de mi vida, siento esos sentimientos a través de mi e intento pensar en que si supero la batalla podré volver a recrear ese momento ¡así que en el fondo me digo a mi misma que no puedo perder! - su mirada cambió un poco. - Aunque pocos buenos momentos puedo recrear dada la situación... - rápidamente cambió su actitud, no quería preocuparos. - ¡Pero por eso luchamos! Por conseguir un mundo en el que podamos vivir felices con los nuestros. Así que en resumen, si mientras invocáis a vuestra persona tenéis algún buen recuerdo en mente, sentiréis que os va mucho mejor.

Irremediablemente, tapo mis labios para contener una pequeña risa ante las reacciones de ambos, aunque presto atención a la explicación que nos regala nuestra guía. - Gracias por los consejos, Akemi-san. Lo tendré muy presente. - No me pasa por alto el breve cambio de actitud de ella, por suerte es capaz de dejar de lado el pesimismo. - Sí, por eso luchamos. Es inevitable que todos tengamos malos recuerdos, y que surjan más, pero también buenos, nuestra razón para pelear. - Pese a que lo digo a los demás, son también palabras para mí.

En mi interior hay dudas, de si lo conseguiremos o no, pero es preferible no pensar en ello, y más en el presente. Pero en un futuro, no muy lejano, si tengo que mirar hacia atrás, que lo haré seguramente, me gustaría recordar algo bueno cuando lo haga. Y esta nueva enseñanza me lo confirma. Los buenos momentos deben ser la mayoría, y no a la inversa, y son los que dan poder a alguien. - Son los buenos momentos los que nos da fuerzas para seguir. - Toco mi pecho sin darme cuenta que mis palabras, pese a que las susurro, son audibles para ambos.

Me llevé un dedo a la comisura de los labios para pensar un momento, ahora mismo estaba sin un solo yen así que era imposible comprar seis helados pero la verdad tampoco quería tener que aguantar a los niños haciendo trastadas todo el día así que debía pensar algo.

- Ya se, hoy no tengo dinero así que no puedo comprar helados pero... -levante el dedo indicé- Si hoy os portáis bien el próximo día os puedo comprar dos helados a cada uno. ¿Que me dices? Es eso o simplemente hagáis lo contrario y el próximo día tengáis solo un helado ya que por muy mal que os portéis nada va a cambiar el hecho de que no tengo dinero.

Jejejeje... - reía el pequeño, parece que había conseguido algo que no esperaba en lo absoluto.

Está bien, acepto tu propuesta ¡dos helados el próximo día! - dijo con un brazo levantado en símbolo de victoria. - Y si puedes traer alguna moza de tu edad, también se agradecería. Pero bueno, ahora vamos a lo que importa ¿qué vas a hacer para entretenernos? ¡Queremos jugar a algo! - el resto de niños parecía ir a su bola, pero cuando escucharon ese "jugar" se acercaron corriendo como hienas salvajes a un cacho de carne bien jugoso.

Intento sentir la misma emoción que Ryuzaki; pero simplemente me siento como que no estoy preparado para esto.
-Yo... Lo siento, quizás no merezca el poder que tengo, oír a Ryuzaki-san tan segura de sí misma me hace replantearme si estoy listo para esta batalla...

Agacho la cabeza avergonzado por la deshonra de tener una oportunidad que mucha gente desearía y ser tan mediocre.

No era tonto, ni mucho menos me imaginaba que había intentado colarme alguna trola y esa risita me lo confirmaba otra cosa es que me importara, me iba a facilitar mucho el trabajo por lo que me daba igual. Ahora tocaba buscarles algún juego, algo que pudiera durar tiempo y a la vez que los mantuviera ocupados.

- Supongo que no queréis jugar al escondite ni al pilla-pilla, así que... ¿que tal si hacemos esto? -me levante y me acerque a un arbusto cercano, tras revisar un rato partí una de las ramas  y me asegure de no dejarlo muy feo, entonces blandí la rama- Peleas de espadas, por ahora nos las ingeniaremos con ramas pero si os gusta podemos pensar en algo mejor para la siguiente vez.

No digas tonterías... - contestó ligeramente triste Akemi. - Como dice Ryuzaki-san, todos tenemos buenos momentos por los que luchar ¡y si no los tenemos tenemos que luchar para poder hacer nuevos! Oniwa-san, si se te ha otorgado este poder, es porque eres merecedor de él. - miró el reloj del parque. - Mmm... Se está haciendo tarde, me voy a tener que ir, espero que os haya servido de algo la charla. ¡Siento tener que irme tan repentinamente! - acto seguido y con una sonrisa, se fue corriendo de allí.

¿Pero eso no puede ser peligroso? - miró el niño con desconfianza al chico. - Está bien, está bien, parece que a los demás les gusta la idea, yo os miraré.

Se alejó un par de pasos y los otros cuatro niños restantes agarraron los palos, expectantes a lo que dijeras. No quedaba mucho para que volviera la madre, así que esta era de tus últimas oportunidades de entretener a los niños.

El Sol se puso y llegó la madre que te había contratado. - ¡Pero bueno! ¿Qué hacen los niños con tantos palos? ¿No ves que se pueden hacer daño si se pegan entre ellos?. - Konosuke sonríe y levante dos dedos, como señal de que quiere dos helados el próximo día si quieres que guarde silencio.

La madre revisó a los niños, parecían estar todos en buen estado, así que lo dejó en un pequeño susto, aunque no le gustó nada y te descontó un poco de dinero de tu sueldo. El cual aun así, no estaba nada mal.

Tras terminar de hablar con aquella chica de la tienda, Akemi os acompaña hasta el parque, pero recibe una llamada y os tiene que dejar. Ahora estáis todos reunidos en el parque, debéis decidir como organizaros y no dejar que el tiempo se os eche encima.