Partida Rol por web

Llegáis a la tienda que os había dicho Tetsuya, pero antes de poder entrar, un tipo os mira desde la entrada. No parece ser muy amigable.

Saludo al chico que había visto el día anterior en la Corte Oscura, otro de los usuarios de Persona que actuamos como abogados, él era el único que no iba a nuestra escuela preparatoria por ir a una privada; Edward Yamada.

Ambos cruzamos la esquina de la tienda riendo y bromeando sobre lo que íbamos a comprar cuando una mirada de hielo de parte de alguien esperando en el recibidor nos frena en seco, miro a Yamada con miedo, ¿en serio será este el dependiente? intento reunir mi valor para acercarme al señor, tengo que demostrar que soy el mayor de los dos y dar buen ejemplo.

(Si tengo que hacer un check, avísame y descarta todo lo que pongo después de los corchetes)

-Hola, esto... un amigo del instituto... me dijo que aquí podríamos comprar recreaciones de armas... ¿eres tú el dueño?

La voz de Kuro salía entrecortada por el miedo, toda la confianza que tenía por derrotar a los monstruos de ayer se esfumó tan rápido como el cigarro en los labios de aquel tipo

-Al fin- dije cansado de dar tantas vueltas, el tipo de la tienda no tenía una pinta muy amigable por lo que decidí quedarme quieto, cerca  del otro chico, el parecía mucho mas seguro que yo  de estar ante el dueño de la tienda.

-Oniwa-san, cierto- salude un poco temeroso, aunque al ver las colecciones de armas los ojos me brillaron, al abuelo le gustaban las armas de la eta Samurai, incluso tenía varias Katanas en casa y estaba orgulloso de ellas, igual las armas de fuego aunque claro el nunca las había usado, pero  todo era interesante.

-Esa Katana es real- dije al ver una  espada que tenía una buena pinta, aunque claro al mirar al dependiente una vez más la emoción se convirtió en timidez de nuevo.

El hombre de la puerta señala a un montón de cajas y luego señala dentro de la tienda, parece que quiere que las metáis dentro.

Lo siento pero no tengo tiempo para esto ¡nos vemos luego pimpollos! - quería entrenar y encontrar a mi hermano, eso era lo más importante.

-De acuerdo- no sabría decir si fue por miedo o solo por pura amabilidad pero decidí ayudar aquel sujeto, para mi mala suerte Oniwa decidió retirarse por lo que tuve que realizar doble trabajo, de todas formas era satisfactorio ayudar a alguien más, aunque ese sujeto diera más miedo, que inspirar confianza.

-Así esta bien todo-  pregunté una vez  que había metido las cajas en su lugar - ¿Y esto que se supone que es?- pregunté curioso después de todo le había ayudado con el trabajo.

¿Así que quieres saber que hay en las cajas eh? - una mirada fría acompañada de una sonrisa macabra hizo recorrer una gota de sudor frío por tu espalda. - Pues lo vas a averiguar...

Se acercó a una de las cajas, sacó un cuchillo y te lo puso en el cuello. Pero al intentar rajarte, solo te raspó un poco ¡el cuchillo no tenía filo!

¡JAJAJAJAJA! Tendrías que haber visto la cara que has puesto ¡te has quedado tieso!

-Eso no fue gracioso- contesté con una lagrima en los ojos, por un momento tuve miedo , por un momento pensé en que Tadashi tenía razón pero el tipo solo estaba bromeando, una  broma cruel que termino casi en un accidente en mis pantalones, aunque tenía que admitir que el cuchillo era de muy buena calidad, me había sacado la impresión de que si tenía filo.

-¿Es solo decorativo?- mire la hoja para saber si era una imitación o solo le faltaba verdadero filo para hacer verdadero daño.

Para mi si lo fue. - decía aún llorando. - Efectivamente, no es real ¿pero a que lo parece? Me llamo Pip y esta es mi tienda de recreaciones de armas. La estoy abriendo aún, como has podido ver al cargar cajas aquí adentro ¿qué dices me echas una mano a montar cosas?

-Vale, un gusto señor Pip yo soy Edward, Eddy para los amigos - dije con cortesía - sera un placer ayudarte y el cuchillo es genial, incluso parece real- dije impresionado por  lo muy perecido que se podría considerar el arma.

-¿Tendrás alguna Katana?- dije emocionado, si podría ser una recreación pero no quitaba que era algo que molaba - digo, después de que te ayude me gustaría comprarle alguna- el tipo no era mala persona al menos no me lo parecía, así que siempre he dicho que es bueno ayudar.

Tras una dura jornada de trabajo, finalmente terminas de ayudar a Pip y montáis todo lo necesario en la tienda. - Vaya, muchas gracias chico, aunque es casi de noche... Me gustaría pagarte, pero ahora mismo acabo de abrir el negocio y no puedo darte nada de dinero, pero ¿qué te parece si la próxima vez que vengas te hago un buen descuento? ¡Del 50% ni más ni menos! - te dio una palmadita en la espalda. - Por cierto, si necesitas trabajo, más adelante ya tendré algo de pasta y no me vendría bien una ayudita, pero es un trabajo en el que hace falta tener bastantes agallas... ¡Díselo a alguien de confianza si no te ves capaz! - y con eso dicho, se despidió de ti y cerró la tienda, la cual ya estaba lista para vender al día siguiente.

Al llegar a la tienda, te sorprende que está bastante vacía, hasta que llegas al mostrador que está al fondo, protegido por un cristal, donde ves una situación bastante inusual. ¡Un hombre está apuntando a otro con una pistola!

Al verte llegar te mira sonriente y divertido, parece que tu llegada no le parece nada más que un chiste.

¡Eh chico! - dijo el hombre que sostenía la pistola. - Si quieres que este tipo viva ¡sácame las cajas que hay en el almacén y apilamelas afuera!

Con miedo a la reacción de aquél tipo que tenía la pistola, Tetsuya decide ir a sacar las cajas, tal como le habían pedido. - Está bien, pero no haga ninguna locura por favor... - el joven peliblanco no temía por su vida, si no por la del pobre rehén. Con bastante esfuerzo sacó todas las cajas, que no eran pocas.

Cuando el chico terminó de llevar las cajas, el hombre de la pistola no pudo hacer otra cosa que reírse, bajar el arma y recibir dinero del que era el rehén. De hecho este último abandonó la estancia a regañadientes.

Tetsuya seguramente se encontraría muy confuso ante tan inusual situación, por lo que Pip, el dueño de la tienda y quien había gastado esta pequeña broma, procedió a explicar. - Chico, te veo más perdido que un cura en una discoteca. Te comento, el que se acaba de ir era el dueño de este local, el casero ¡y me había apostado con él algunos Yenes a que si fingíamos un atraco me sacaba cualquier incauto la basura del trastero gratis! - empezó a reír como un loco. - ¡Y me has hecho ganar la apuesta!

Bueno, supongo que eres uno de los amigos del rubio que vino la última vez... ¿Cómo se llamaba? ¿Eduardo? ¿Edward? ¿Eldwin? No me acuerdo, solo sé que era un nombre extranjero... - se rascó la cabeza pensativo un segundo, pero rápidamente cambió de actitud y levantó los hombros. - Tanto da, quieres trabajar ¿no? La verdad es que ya has hecho bastante sacando toda la basura por mi, así que ¿te parece bien si limpias un poco las armas que están en exposición hasta que caiga la noche?

Aliviado tras la liberación de aquél tipo, suspiró con calma. No le importaba que hicieran mofa de él o le hicieran trabajar por nada, siempre y cuando los demás estuvieran bien. - Está bien, limpiaré algunas armas de las estanterías. - dijo el chico con una sonrisa. Agarró una bayeta y un flus-flus, para acto seguido limpiar con dedicación todas las armas que pudo.

Se sorprendió del realismo de estas, estaban muy logradas. Aunque por otra parte recordó la situación que acababa de vivir y llegó a la conclusión de que podrían hacer mucho mal si se fingían usar como si fueran armas de verdad.

Pip observó desde el mostrador como limpiabas, aunque enseguida se aburrió y empezó a leer una revista sobre top models. Un reloj sonó, indicando que empezaba la noche. - Bueno chico, suficiente por hoy, has demostrado que los tienes bien puestos _{y además me he echado unas buenas risas a tu costa.} EJEM, bueno que has trabajado bien, aquí tienes tu paga. - te dio un billetaco. - No te lo gastes todo de una ¿eh? Y ahora fuera de aquí, que tengo que cerrar y no quiero que piensen que he secuestrado a un menor... _{Otra vez...}

Sigues a Tetsuya hasta lo que parece ser la tienda de donde sacáis las armas. Aún así no te sientes con el suficiente valor como para entrar a fisgonear. ¿Mejor dejarlo estar o intentar echar un ojo a través de alguna ventana?

-U-una... ¿¡una tienda de armas reales!?- Ayame ni se fijó en el letrero bien grande que ponía RECREACIONES, y nuestra estudiante se encontraba asustada, confusa, como si hubiera descubierto un terrible gran secreto. Tetsuya... ¿¡era traficante de armas!? No podía ser. Lo entendía, el dinero era una necesidad, pero... pero... ¿traficar... con armas? ¡Eso haría daño a mucha gente! Tenía que asegurarse. Todo esto debia ser un error.

Ayame decidió intentar espiar desde la ventana.

A través de la ventana ves... Nada. Parece que Tetsuya no está ahí. Que extraño... Sin embargo parece que puedes ir a una ventana que hay a través de la trastienda. Tu curiosidad es mucho más grande que tu temor, por lo que decides ir allí y subirte encima de un cubo de basura para ver a través.

La trastienda parece estar muy oscura, pero logras distinguir dos figuras. La de la izquierda es Tetsuya, la de la derecha, parece ser el dueño de la tienda, el cual ilumina su rostro tras encender un cigarrillo.

Sabes que ha dicho algo y que ha sonreído, pero no logras distinguir que dice a través de la cerrada ventana. Sin embargo ves que saca un revólver y apunta a Tetsuya... ¡PUM! Un sonido lo bastante fuerte hace que te caigas del cubo de basura, hacia atrás. Por si fuera poco, del cubo de basura sale un gato bastante descontento que te mira de forma agresiva, parece que no podrás volver a subir a mirar.

La tienda parecía estar cerrada, pero aun así decidisteis entrar. Todo estaba bastante oscuro, hasta que al final una pequeña llama iluminó ligeramente el lugar.

Llegas tarde. Pero al menos has traído un amigo, como te pedí.

El encargo que tengo para vosotros es bastante sencillo, tenéis que coger esta caja y llevarla a esta dirección. - os entregó el papel con la calle y el número, pero ni si quiera Tetsuya, que llevaba viendo en la ciudad toda la vida, sabía que demonios podría haber ahí. - Lleváis la caja allí y volvéis. Pero tened cuidado... Algunos asiáticos la quieren para ellos, por eso no puedo ir yo, me reconocerían.

La caja abultaba lo suficiente como para ocupar las manos de uno de los dos, pero no pesaba demasiado. ¿Quien la llevaría? ¿Qué peligros depararía el camino?