Partida Rol por web

El contorno borroso de los beodos indica que están bajo el efecto de un conjuro que hace que sea difícil golpearles, pero lo que te llama la atención es otra cosa...

La extraña mujer ha aprovechado la distracción para subir con extremo sigilo al porche de una de las chabolas...

No crees que tus compañeros la hayan visto.

Los matones se acercan rápidamente a vosotros y con unas cachiporras tratan de golpear a Arak. Uno de ellos le da en la parte de atrás de la nuca, pero el otro se resbala con el barro y no consigue impactarle.

Al ver cómo se acercan, preparo mi urgrosh para entablar combate. Lo mio no era hablar. Bueno, con las palabras. Pero los sonidos del combate hablaban por mi.

En cuanto se han acercado, doy un paso a un lado a la vez que descargo el hacha en una variante de mi golpe preferido, sajando en un golpe horizontal. Pero gracias al entrenamiento de las últimas semanas, imprimo más fuerza al golpe, abriendo el estómago de mi oponente como quien no quiere la cosa. Por si acaso, al finalizar el movimiento de mi arma, giro las muñecas y elevo el extremo en forma de lanza de mi urgrosh y le atravieso el cuello al mismo, cayendo inconsciente y moribundo al adoquinado.

Lorik no fue de los más lentos ne reaccionar. Los matones, fueran quienes fuesen, les habian atacado sin mediar palabra... error. Con un movimiento rápido se interpuso entre el matón y Ethelnir y descargó un fuerte golpe con su mandoble. El filo de la espada se descargó con fuerza contra su hombro, cerca del cuello, causando una herida sangrante y desequilibrando las piernas del hombre.

El guerrero hacia tiempo que necesitaba algo de accion, y esto le iba a venir bien para desentumecer un poco los músculos. Además, su pupilo parecia haber aprendido algo, después de todo.*

Los golpes de Hothar son duros, pero el hombre resiste lo suficiente como para comerse de pleno el espadón de Lorik cayendo al suelo prácticamente muerto.

El ataque de los dos hombres no era el que William había esperado, aun así lo pilló prevenido. Dio un paso mientras desenfundaba sus espadas y atacó al rufian.

Seguramente no se merecían morir, pero el range estaba bastante molesto por los acontecimientos recientes y necesitaba desahogarse.
Aunque la rabia nunca era buena compañera en un combate, y su estocada falló por mucho.

El paladin avanzo y golpeo al malhechor.

- ¡Rendíos! ¡Os superamos en número! ¡Pense que los Cienfuegos teniais mejor cabeza y temple! 

¡Clarissa! ¡No debemos crear mala sangre con ellos! ¡Estabiliza al otro! 

Ethelnir golpea sin problemas al segundo de los beodos.

Desenvainando el estoque, acometo al hombre que me ha atacado.

- Esto es lo que pasa cuando hablas mas de lo debido.

Clarissa taponó con la propia ropa del asqueroso bandido el chorro de sangre, aunque lo más notable es que siguió con la mirada a la mujer del insecto en el colgante. O al menos miró en dirección al tejado de un edificio.

—¡Disculpe, buena mujer! ¿Por qué se sube al tejado del edificio? ¡No se preocupe por estos matones, a la hora de hacer el bruto le garantizo que mis compañeros son mucho mejores...!

- Amigo Arak, mi acero no tiembla si se trata de acabar con salteadores y maleantes. Más no quiero muertes innecesarias.

—Cierto, su castigo o esperemos ejecución pública será mucho más apropiada si ha tenido un juicio justo acorde con la ley.

La magia protectora parece que ha sido más eficaz de lo que creíais y los dos hombres siguen en pie...

Clarissa vio como la mujer con la que habían estado hablando se había subio sigilosamente al tejado, se apartó un poco del combate, no fuera a mancharse. —¡Disculpe, buena mujer! ¿Por qué se sube al tejado del edificio? ¡No se preocupe por estos matones, a la hora de hacer el bruto le garantizo que mis compañeros son mucho mejores...!

Pero se dio cuenta que no habían caído por los tremendos golpes de sus compañeros, así que se retiró mientras cargaba su ballesta. 

Efectivamente, la vista de lince de Clarissa le ha permitido ver a la mujer que pretendía ser una vendedora de cosas alquímicas y ella lanza algo al medio de donde estáis. Una tremenda explosión hace que algún tímpano reviente y varios de vosotros dejáis de oír nada. Ahora todos la veis y también veis la ballesta de mano que acaba de cargar...

Mientras tanto, los dos matones rodean a Ethelnir y le lanzan sendos porrazos pero el paladín detiene los golpes sin demasiados problemas.