Partida Rol por web

Cinco vagones recorren a tientas el camino en una noche sin estrellas. El conductor alza la mirada al cielo, ansioso por confirmar que está siguiendo el camino adecuado. Para protegerse de la oscuridad acechante, solo cuenta con la tenue luz de un farol.

Pero los cielos no lo reconfortan ni iluminan su camino; no desvelan ni un ápice de sus secretos.

La caravana transporta a viajeros y comerciantes que se dirigen a la aldea fronteriza de Valle Dorado. La mayoría gente común con sueños de una vida mejor gracias a las promesas del señor local que ha ofrecido tierras y riqueza a los extranjeros que decidan asentarse en la aldea en busca de un nuevo comienzo.

Sin embargo entre ellos destacan tres, sentada al lado de uno de los conductores se encuentra una silenciosa divina de la muerte, la cual porta con orgullo símbolos de la divinidad que la bendijo y que su voz susurrante como un último suspiro despierta mayor miedo que el rugido de un oso.

Por fortuna para la mayoría de los viajeros esa voz queda eclipsada por la música de una mandolina tocada con verdadera destreza y una voz aterciopelada que acompaña la noche con ardientes canciones sobre pasión y amoríos que solo quedan igualadas en ardor por el cabello de su cantante, un divino de fuego con mirada de seductor y que sin lugar a dudas ya tenía fichada alguna presa a la que encandilar con sus dulces y fogosas palabras.

Mas todo esto queda distante para el último de nuestros protagonistas, un hombre que poco comparte con los anteriores, pobres mendigos que poco tienen que ver con linaje y altas aspiraciones en esta nueva tierra. Su mirada seductora, aunque no tan ardiente sí que misteriosa, también dejaría a más de una dama sin aliento. No obstante  el hombre iba en solitario en el carruaje más lujoso de la comitiva y solo él sabría si iba a ser el único que disfrutara de los pequeños lujos de éste.

Sin embargo todos los pensamientos de nuestros valientes héroes quedan interrumpidos ante el aviso del conductor del primer carro y el abrupto frenazo que fue dando toda la comitiva. Al parecer un enorme árbol caído cortaba la ruta haciendo imposible que el viaje continuase esa noche. Resignado ante la situación el jefe de la caravana termina por ordenar que se monte campamento en un pequeño claro que se encuentra cerca a la entrada de una viejas ruinas Engwhithanas.

Una vez ya cerca del lugar podéis comprobar con asombro ciertas formaciones naturales de cristal verde, que no tardáis en reconocer como adra. Sin embargo nunca habíais visto tanta cantidad junta en vuestra vida, si pudierais llevaros alguna de ellas y venderla serías lo suficientemente ricos para comprar un castillo. No obstante nadie se atreve siquiera acercarse a ellas y ayudan a formar el campamento. Ya reunida la gente de la caravana alrededor del fuego, el maestro de la caravana termina por dirigirse a todo el mundo. Su poblada barba y carrillos descolgados se agitan cuando intenta darle énfasis a lo que dice.

¡Qué todo el mundo se quede cerca de la caravana! ¿Está claro? Alejaos del bosque y que las bestias se os lleven si pensabais dar un paseo por esas ruinas de allá arriba.- asiente hacia una masa negra y amenazante en al falda de la colina.- Toda la zona está cubierta por unos tipos extraños que estarán encantados de clavaros un hacha en la cabeza por entrar sin permiso. Así que tener cuidado de no dejar pisadas de barro en sus rocas sagradas. Por la mañana despejaremos el camino. Valle Dorado está a menos de un día de distancia. ¿Comprendido?- dicho esto se gira hacia Feniel.- Y tú para de desnudar con la mirada a esas dos jovencitas, al menos por ahora y ponte a tocar que por algo has tenido un maldito descuento.

La mujer resopla con cierto desdén pero sin ninguna intención hiriente ante los avisos de Odema. Consciente de que el hombre ha hablado muy rápido y que seguramente sería la única que no le tiene miedo la mujer se acerca a Morrigan y le vuelve a explicar lo dicho por el jefe de la caravana en un vailiano algo tosco. Una vez acaba sonríe e invita a acercarse al fuego mientras saca una botella a la que le da un fuerte trago.

- Por cierto, llevamos ya tres días de viaje compartiendo el trabajo de guardias -esto no era del todo cierto pues la chica también estaba contratada como guía de la propia.- pero aún no me has dicho porque una servidora de Berath que apenas habla aedyrano ha mostrado interés en Valle del Oro, ¿vas por la misma razón que la mayoría?- le pregunta mientras le tiende la botella ofreciéndole un trago.

Por su parte otro hombre estaba empezando a sacar distintos objetos y herramientas como si se dispusiese a montar un puesto de venta, pero se para cuando se fija en que Ekron había bajado de su carro al cual se acerca con prontitud. Se desplaza de manera que cualquier experto reconoce el porte de un noble pero teniendo en cuenta su ropa y aspecto caído en desgracia.

- Disculpe, señor Winterbite. No quisiera ser pesado pero...- pesado era un eufemismo pues desde que el joven había sabido los origenes de Ekron había insistido en hacer negocios con él e independiente de que recibiera largas o se le siguiera el juego el chico insistía en intentar vender cualquier bagatela o incluso formar alguno tipo de patrocinio para su tienda.- apenas queda un día para llegar a Valle del Oro  y aún no me ha confirmado si al final iba invertir en mi negocio.- vuelve a insistir con su marcado acento aerydano.

Ah, los caminos... Casi podría decir que son mi segundo, o tercero, hogar. Siempre con gente nueva, noticias frescas y da igual de dónde vengas, siempre tienen adónde ir. Inclino la cabeza hacia atrás, sacándola de la tienda, para poder ver el vacío cielo nocturno y sentir un poco más el frescor de la noche. Después de eso, vuelvo a la caravana y me quedo prendado de los ojos de una de las viajeras. Mi sonrisa se ensancha mientras sigo tocando y cantando, dedicándole esta vez a ella la canción.

- Sonríe un poco, mi amada, el tiempo ya vendrá. Y con besos y suspiros, te enseñaré a... - el frenazo del carro me interrumpe y paro en seco, sorprendido y mirando hacia el primer carro. Bueno, sólo es un árbol. Viendo que vamos a acampar, me levanto y le dedico una última mirada divertida a la joven, susurrando algo antes de bajar de un salto - Parece que el tiempo va a venir antes de lo esperado.

Cojo mi fardo de cosas y lo dejo en el suelo a mi espalda, apoyándome sobre él perezosamente mientras los demás terminan de montar el campamento. Rasgo algunas notas sueltas de mi mandolina mientras paseo mi mirada sobre la enorme formación de adra. ¿Y qué hace esto aquí? Las ganas de acercarme a ellas se me quitan cuando veo que todos los demás deciden ignorarlas. Donde fueres haz lo que vieres y problemas no tuvieres.

Sigo mirando mi mandolina mientras el maestro de la caravana da sus explicaciones para tontos de no alejarse y no tocar cosas verdes, brillantes y caras... ¿Por qué no tenía que tocarlo? Si desaparece un trocito no creo que se enteren, ¿no? Cuando el maestro se gira hacia mí, doy un respingo y abrazo mi mandolina. 

- ¡Aún no he hecho nada! - justifico, antes de entender siquiera de qué se está quejando esta vez. Miro entonces a las dos jovencitas que tengo enfrente y se me escapa una sonrisa y un suspiro, al tiempo que empiezo a rasgar de nuevo las cuerdas - Oh... No te preocupes, ya sé que el trabajo va antes que el placer. Y además... - me inclino un poco hacia delante, mirando a ambas chicas, como si les fuera a contar un secreto - No me gusta usar sólo la mirada. - después de una sonrisa traviesa y un rápido guiño, sigo tocando y echo un vistazo al resto de la caravana. Siempre está bien saber con quién viajas y cuánto te podría pagar cada uno si ofreces tus servicios. 

Demasiado tranquilo estaba siendo el viaje. Y aburrido, para que negarlo. No hacia falta entender las palabras de aquel hombre para saber lo que sucedia. Su tranquila mirada recorrió el lugar buscando los puntos "débiles", las zonas de mayor riesgo y pasando totalmente por alto aquellas formaciones de Adra.

Recibió la botella de manos de Calisca sin llegar a pronunciar sonido alguno y dió un trago mientras ocupaba posición en una de las piedras cercanas al fuego. El licor era fuerte, pero ella toleraba bastante bien el alcohol. Colocó su espada sobre sus piernas ligeramente abiertas pues su improvisado asiento no era lo suficientemente alto como para que su arma no fuera un estorbo estando enfundada. Además, así la tenia vigilada y a mano por si algo sucedia.

_{- ¿Acaso hay otra razón? -} le respondió mirandola de medio lado con una sonrisa en sus carnosos labios, agradecida porque alguien la entendiera mientras hablaba. _{- Además, Berath está en todos lados, aunque no se haga notar -} dió otro largo trago antes de devolversela. Su mirada se cruzó por un segundo con aquel divino de fuego pero su rostro no modificó rasgo alguno.

_{- ¿Se sabe quienes son esos "tipos extraños"? -} no es que quisiera desafiarlos entrando en su terreno, pero siempre estaba bien saber a que atenerse si había gente peligrosa cerca. Acomodó sus codos sobre sus rodillas y giró el rostro para mirar de frente a su rubia compañera. Su pie derecho se movia con suavidad contra el terreno al compás de las notas de aquella mandolina.

Y... aquí vamos de nuevo. Aunque admiro la persistencia del hombre los negocios que me ha propuesto no llevaban a ninguna parte. Bueno sí, a la ruina y a que mi padre me pegue gorrazos hasta dejarme calvo. Ni alusiones ni indirectas han servido para nada y yo ya estoy cansado del juego.

Pues la verdad es que sí que lo he pensado - respondo con desenfado - Es más, lo he estudiado y sintiéndolo mucho sus propuestas me suenan a querer venderles madera a los elfos. Vamos, que no les veo futuro. Se centra mucho en lo que quiere vender a la gente y no en lo que ésta demanda, y como comprenderá no puedo invertir el dinero de mi familia en un proyecto que no va a generar beneficios - estoy sonando demasiado duro y no me gusta. Aspiro un poco del aroma del fino vino élfico cuyo escondite es un secreto celosamente guardado y vacío medio vaso de un trago - Lo siento pero mi respuesta es "no". Al menos mientras no cambie los planteamientos de su negocio. Pero su persistencia es admirable. Le deseo suerte.

Intento no perder detalle de la conversación entre la divina de muerte y el capataz - Vaya unas aficiones exóticas que tienen por estos pagos, maese Odema. Exactamente ¿Qué aspecto tiene una roca sagrada? Y sobre lo de despejar nuestro camino ¿de qué exactamente?...

Las dos muchachas tienen una reacción completamente distinta a las palabras del bardo, pero no por ello de rechazo. La más jovencita se pone toda colorada mientras aparta sus verdes ojos hacia la hoguera todo vergüenza mientras que su amiga más mayor se ríe e inclina hacia delante enseñando un escote más que generoso.

- Puede que hayas sido besado por el fuego pero quizás está noche el que te quemes seas tú, pero para eso tendrás que demostrar que sabes más que tocar un par de melodías.- sus ojos brillan con un aire depredador y divertido sin apartarlos de los de Feniel y terminando por ir acompañada de su amiga a ayudar a preparar la cena.

- Oh, hay miles de razones. Por ejemplo en mi caso estoy de visita familiar, mi hermana Aufra. Ya lleva una buena temporada en el valle y hasta se ha casado por lo que me comentaba en su carta. Así que voy a medir de pasta está hecho su marido y luego veré si hay algún trabajo más a ver a donde me lleva el viento y no te lo tomes a mal pero espero que Berath tarde en interesarse por mí.- la chica se esfuerza en seguir hablando en Vailiano y la verdad es que parecía que poco a poco se le daba mejor, como si estuviera recordándolo.-  En cuanto a esos extraños, se refiere a los Glanfathanos, son unos salvajes tribales que viven por todo el Alcance Oriental, son más comunes al Este donde se concentran la mayoría de las antiguas ruinas Engwhithanas. Pero justamente hemos ido a parar cercas de una.- comenta señalando al mismo lugar que antes había hecho el líder de la caravana.- Son muy protectoras con ellas y debido a ello hay una tribu suya en estas montañas. Si tenemos suerte, no debería pasar nada esta noche pero no nos pagan precisamente para esperar lo mejor, ¿verdad?- concluye guiñando un ojo.

Ante las duras palabras del hechicero el joven termina rindiéndose haciendo un gesto que deja claro que se estaba conteniendo unas cuantas palabras y termina por marcharse otra vez a terminar de montar su puesto.

Por su parte Odema se gira hacia el noble y le sonríe.

- Quizás ha sido un poco duro de más con el joven, señor Winterbite. Apenas lleva tiempo en esto y está claro que le pone ganas.- realmente lo dice sin darle demasiada importancia y además al escuchar las preguntas de Ekron hace un  fuerte aspaviento señalando al camino.- Acaso no ve el enorme árbol que corta el camino, apartarlo nos llevara parte de la mañana ya que de noche sería demasiado peligroso. Además la mayoría estamos cansados después de una larga jornada. Espero que no le sea ningún problema.- luego el hombre señala a una zona empedrada que estaba un poco después de los pilares de Adra, es más si no fuera por la luz de la hoguera y que el hombre lo había señalado el lugar habría pasado desapercibido para su interlocutor.- Estamos muy cerca de unas ruinas Engwhithanas, Cilant Lîs. No tengo ni idea de lo que hay dentro pero esos salvajes las protegen con uñas y dientes. Así que mejor no violar sus terrenos o atacaran a la caravana en futuros ataques si se enteran.

Si ganas le pone - admito ante el capataz - Lo que no le ha puesto es cabeza y le he dado mil vueltas a cada una de sus propuestas. Si aceptara solamente una de ellas mi padre me depilaría la entrepierna arrancando cada pelo con una tenacillas, tendría que caminar como si me hubieran robado el caballo y sería bastante ridículo ¿No cree? - hago un gesto con la mano libre para quitarle importancia - No le he dado con la proverbial puerta en las narices. Estoy dispuesto realmente a invertir en sus negocios cuando éstos tengan pinta de ser realmente rentables. Puede que yo le haya parecido duro, pero no llego ni de lejos al nivel de los cobradores de mi padre. Son del tipo grande como un caballo, feo como un excremento y con el mismo sentido del humor que una pedrada en la cabeza. Ya me entiende.

Miro el tronco que nos corta el camino con el ceño fruncido - Ciertamente, es un problema - Me pongo en pie notando cómo mis ojos hormiguean ligeramente mientras me preparo para recurrir a la magia. Por experiencia sé que cuando lo hago adquieren un ligero brillo plateado, si bien demasiado sutil como para darse cuenta a menos que los estés mirando directamente - O puede ser divertido - digo guiñando un ojo. Echo mano a la bolsa y saco dos monedas de plata que lanzo a la mano del bardo.

¡Eh, bardo! ¿Te sabes la versión picante de "La bella y graciosa moza"? Hagamos una apuesta: si terminas de cantarla antes que yo de cortar el tronco compartiremos una botella de la mejor añada que hayas probado en tu vida. Si yo termino antes compondrás gratis una canción para mí ¿Aceptas?...

Después de ver la reacción de las dos muchachas, sinceramente no sé cuál me gusta más. A la joven será divertido provocarla por el simple hecho de que a todas vistas parece una dulce virgencita. En cambio la otra... La otra tiene experiencia de sobra y que sea tan lanzada me gusta aún más. Recorro el cuerpo de la segunda con la mirada sin preocuparme en absoluto si es demasiado evidente y suelto un silbido cuando se marchan. ¡Ay, los caminos, los viajes, las caravanas! ¡Tantas cosas que ofrecen y con tan poco compromiso! 

- ¡Bardo me llaman! - respondo, parando de tocar para coger al vuelo las dos monedas de plata. O por lo menos una de ellas.

No caigo en quién me las ha lanzado hasta que lo veo junto al tronco. ¿Ese no es uno de los ricachones de la caravana? ¿O el único que hay? Mierda, ¿qué me va a pedir? He cogido demasiado rápido las monedas. Sin embargo, al escuchar su petición el ánimo vuelve a inundarme y sonrío ampliamente. ¿Gratis? Pero si ya me ha pagado... Incluso tal vez de más.

- Si no me la supiera, no podría llamarme bardo. Así que... - jugueteo un momento con la segunda moneda en mis dedos, antes de lanzarla arriba y cogerla con mi bolsa. Clavo mis ojos ardientes en los de mi nuevo pagador y sonrío desafiante - ...acepto.

Cojo la púa con fuerza y toco la versión acelerada de La bella y graciosa moza que ya no sólo acaba mal, sino que empieza mal también. La voy cantando con una sonrisa, sin importarme si alguna del campamento me mira con malos ojos o si alguna otra termina por sonrojarse aún más, e incluso me levanto y hago una imitación tonta de los pasos de baile del ricachón. 

- ¡... sin embargo, le gustóooo! - termino con una reverencia y tomando aire, justo antes de que la madera termine por partirse - Y esa es mi nota final. Yo gano la apuesta, señor mío. - concluyo, dejándome caer en el suelo de nuevo, cansado pero sonriente. Ya no sólo por haber ganado, sino por conseguir rico vino caro con el que refrescarme la garganta.

Sonreia con ánimo ante la rubia, también agradecida de que se esforzara en hablar en su idioma y pudiera entender lo que decia. _{- Verdad -} dijo palmeando con suavidad la empuñadura de su pesada arma. De repente, la dirección del noble le hizo seguir sus pasos con la mirada. Parecia que le habia pagado al divino de fuego por algo, y cuando ambos comenzaron a bailar su espalda se enderezó para centrarse mejor en lo que ambos hacian.

Aquello era digno de observar y disfrutar y su apagada y algo ronca risa brotaba de su boca cada vez que alguno de los dos realizaba un paso más cómico de lo normal. No entendia la letra, pero parecia ser divertida debido al modo en que la disfrutaban ambos y no podia evitar que su mano siguiera el compás palmeando su rodilla, evidenciando su musculado y recio muslo.

Miró a Calisca para ver si ella compartia el disfrute de aquella actuación improvisada. Además, parecia que el humano era mago y estaba partiendo el tronco por la mitad, lo cual facilitaria el trabajo al dia siguiente para movilizarlo.

Al momento que esas monedas vuelan por el aire la atención de todos se centran tanto en el noble como el divino de fuego. El baile conjunto sería improvisado pero sin lugar a dudas no lo parecía, ambos se sincronizaban de tal manera que rápidamente la gente se puso a dar palmadas y vitores. Por otro lado los haces de escarcha lanzados por el hechicero iban todos directos hacia la misma zona del tronco caído, consiguiendo no solo congelarlo si no quebrarlo por la mitad dejando un ambiente frío diametralmente opuesto al cercano a la hoguera.

Sin embargo lo dicho por Feniel era cierto, el había acabado la canción justo antes de los dos últimos rayos lanzados por Ekron.

En ese momento las chicas de antes empiezan a repartir cuencos con un simple estofado de conejo entre los miembros de la caravana para cenar.

La más atrevida de las dos se acerca con desparpajo hacia el bardo y le da un buen azote en el trasero mientras le sonríe y termina por ofrecer el cuenco.

- Tengo curiosidad si cuando acabe lo que me queda me harás gritar lo mismo que la chica de la canción.- y sin más se aleja guiñándole un ojo y cogiendo a su compañera del hombro para que terminaran el trabajo, ya que después de ofrecerle el cuento a Ekron intentaba decirle demasiado nerviosa para articular palabras lo preciosa que había sido su exhibición de magia.

Por su parte la mujer niega antes el espectáculo de los dos hombres pero no por ello pierde su sonrisa y en el fondo se la ve disfrutar de la escena. Sin embargo cuando llega la comida la rechaza mientras se levanta.

- Es mi turno y el idiota de Sprinzel aún no ha vuelto de comprobar el perímetro. Seguramente el idiota haya decidido irse a cazar en vez de hacer su trabajo.- la rubia suspira mientras le dedica una sonrisa de complicidad a Morrigan, sin embargo antes de marchar llama la atención del bardo.- Eh tú, te he oído cantar vailiano el otro día, dale un poco de charla a mi amiga mientras no vuelvo. Y no te preocupes eso será antes de que Loretta decida ver si puede apagar a un divino de fuego por cansancio.- sin más la joven parte hacia los bordes del campamento.

No puedo evitarlo. Al principio sólo quería lucirme pero con esa canción es siempre me entra la risa, sobre todo cuando está tan bien interpretada. Los dos últimos rayos los lanzo coreados por los aplausos al bardo, a los que me uno cuando el condenado tronco se parte por fin.

En efecto, bardo, tú ganas - Me acerco a mi asiento y cojo una botella de cristal aún con su sello de cera intacto y la abro sin muchos alardes. Le sirvo un vaso y me pongo otro - Ekron Winterbite brinda por tu arte - digo levantando mi vaso - ¿Cómo te llamas?

Sin embargo no pierdo oído de lo que está diciendo la rubia fortachona. Sí, seguramente sea capaz de romperme el brazo en un pulso, pero el caballero que llevo dentro no puede al menos intentar que no haga una tontería.

Quizá sea porque soy nuevo en esto de las caravanas - digo cambiando con fluidez al vailiano - pero hace un rato me pareció oír al señor Odema diciendo que no debíamos alejarnos de la caravana - murmuro unas palabras en dracónico y toco uno de mis anillos infundiéndole de una fría y brillante luz plateada - Y un poco de luz tampoco vendrá mal ¿Me permites acompañarte?...

Doy un pequeño respingo al ver a mi futura musa nocturna y se me escapa una carcajada mientras tomo el cuenco que me pasa. 

- Eso dalo por supuesto. - le respondo en un susurro, acercándome lo suficiente como para poder llegar a besarla pero sin llegar a hacerlo. 

La sigo con la mirada, divertido y ansioso porque llegue la noche. Y la jovencita, será muy tímida pero está claro que tampoco pierde el tiempo. Claro que la mayor por sí sola, seguramente me dé guerra de sobra... Me giro a tiempo para que el ricachón, ahora Ekron, me pase mi más que merecido vaso de vino, y tomo asiento a su lado. 

- Bardo. Así me llama todo el mundo. Pero yo a mí mismo me llamo Feniel. - me encojo de hombros, brindando con él - Y ella me llama "tú".

Levanto la mirada cuando llega la preciosa y aquella-cuya-furia-he-de-temer Cali, y la observo entre extrañado y sorprendido. Ahhh, así que Loretta se llama. Eso da para muchas rimas y no elegantes precisamente. Dirijo una mirada hacia la otra divina de la caravana y asiento con mi habitual sonrisa. 

- Tranquila, se va a cansar de oírme hablar. Disculpa Ekron, tengo una damisela en apuros lingüísticos que proteger. ¡Pero está muy bueno el vino! - le hago un gesto de disculpa y despedida con la mano y me voy con la comida y la bebida a sentarme junto a la divina. Echo un rápido vistazo al campamento para ver cómo de atenta está Loretta, antes de dirigirme a ella en vailiano. Que un poco de celos no vienen mal, pero una noche sin compañía no es una buena noche. - Hooola. Bien, ahora que Cali te ha dejado en mis manos no puedo dejar que te arrepientas. Mi nombre es Feniel, por cierto. Y ya tienes aquí otro traductor para lo que quieras decir en vailiano. A lo que debo preguntar, ¿cómo es que una jovencita como tú va por tierras aedyrenses sin saber hablar el idioma? ¿Es un viaje de descubrimiento? ¿O tal vez... vienes huyendo de alguien? Puedes contármelo, no se lo diré a nadie. - apoyo el codo sobre la rodilla y la cara sobre la palma de la mano, mirándola como si tuviera absolutamente toda mi atención. Y ya que estoy le doy un sorbo al estofado.

_{- No hace falt...-} su mano extendida murió en el instante en que vió como Calisca ya no le prestaba atención y se marchaba con premura, dejándola con aquel tipo que había visto flirtear tan descaradamente.

Cogió aire por la nariz mientras acomodaba mejor sus pies contra el suelo, volviendo a remarcar los musculos de sus muslos, evidenciando la diferencia de tamaño con el divino de fuego. _{- Morrigan -} le dijo escueta con su enronquecida voz, estrechandole la mano con cierta fuerza _{- Me manda mi padre -} no añadió más. No le parecia que hiciera falta especificar que cuando el que te ha criado te pide algo, es lo normal correr a cumplirlo. 

_{- No quiero ser un obstáculo con tus conquistas -} alzó una ceja con cierta provocación pues para aquello no hacia falta entender de idiomas _{- Yo vigilaré que nada os ataque mientras las atendeis como se merecen -} aquello también parecia una leve advertencia. Como escuchara algún grito por parte de ellas que no fuera el propio del goze del momento, le cortaria lo que tenía entre las piernas.

Cuando su paso es cortado por Ekron, lo mira de arriba abajo mientras le escucha lo que dice con una medio sonrisa evaluadora.

- Exacto, Odema ha dicho a los viajeros que se mantengan lejos del borde. Pero esto es precisamente para facilitar mi trabajo y solo tener que vigilar el perímetro.- contesta la mujer con bastante calma soltando un ligera risa y sin mostrar asombro ante el pequeño truco de luz del hechicero.- Así que si no quiere que el jefe nos grite a ambos, te recomiendo que cenes mientras hago mi trabajo y luego podemos conocernos mejor.- realmente en su tono no quedaba claro si le estaba dando largas sin más o que simplemente estaba siendo profesional pero claramente no había desagrado ni enfado en su voz ni gesto. Sin más la mujer espera que el noble le deje pasar mientras se prepara su propia luz con una antorcha.*

Y la mayoría se empieza separar en grupos ya sea de faena o simplemente de charla. Odema por su parte está ayudando al al cocinero y sus "pinches" en limpiar los útiles con el agua de un arroyo cercano. Mientras tanto Heodan parece haber camelado a dos de los viajeros e intenta venderles una telas y semillas.

Sea como sea la mayoría parece mantener una distancia de las tres figuras de la hoguera, ya fuese por temor a la guerrera de Berath o respeto hacia el noble hechicero hacia que incluso el encanto del bardo no consiguiese que la gente se atreviera del todo a acercarse.