Partida Rol por web

El pequeño diario está destrozado por bastantes sitios y por si fuera poco la sangre ha empapado la gran mayoría de las páginas. Sin embargo una entrada cerca del final sigue siendo legible:

No puedo creer mi suerte. Unas cuantas rondas de dados, y he conseguido un genuino artefacto Engwhithano. El tipo me comento que más bien es poca cosa y que el no se iba a jugar el cuello en explorar unas ruinas. Pero si lo que dice es cierto esta gema es la llave para un tesoro secreto, y eso es algo que unos pocos elfos pintados no van a evitar que consiga. 

Me dirigiré a Cilant Lîs por la mañana. Una vez allí es solo cuestión de encontrar el rostro esculpido del que hablaba.

Acabaron retrocediendo para descansar, pero aunque se sentía más recuperada, su mente no habia reposado más de diez segundos. Afilando su arma, pensó en aquel brazo sin cuerpo... ¿Donde estaba ese cuerpo? ¿Se lo habian llevado? ¿Para que? Porque huesos no habia por allí para deducir que habia servido de alimento. ¿O si?

Ya a la entrada de nuevo, los buscó con la mirada por si acaso no se hubiera percatado antes. Luego, con mucho cuidado de donde pisaba, inspeccionó el contorno de la puerta en busca de aquello que activara el cierre. Después de todo, la última vez habia pillado a aquel incauto atravesandola.

Si no se veia bien pedirira a Ekron que volviera a darles luz.

El descanso me viene bien y ya no siento como si tuviera un gorgojo royéndome los pulmones. Paso el tiempo escuchando las canciones del bardo y tarareándolas cuando toca alguna que conozca.

Cuando volvemos a la puerta de piedra lanzo un nuevo conjuro de luz y esta vez lo pongo sobre mi propia cabeza - Oye, sería interesante ver cómo combina este hechizo con tu cabellera ¿No te animas a probar? - le propongo al bardo...

Me quedo semitumbado sobre mi mochila, admirando el techo de las ruinas con una sonrisa tranquila mientras rasgo mi mandolina con calma. Un poco de música siempre viene bien... Sobre todo después de todo lo ocurrido esta noche. En cuanto veo que los demás están más descansados, rebusco en la mochila y echo un vistazo al diario que tenía el señor brazo sin cuerpo. 

- Bueno, parece que su propietario se dejó aquí un artefacto... una gema Engwithana. Se supone que es la llave para un tesoro secreto y está claro que eso no les hizo mucha gracia a los "elfos pintados"... nuestros amigos de antes. - levanto la cabeza del diario, para comentarlo con los demás - Así que ya sabéis, si encontráis un gema rara... Avisad, que es importante. 

Y con suerte el tesoro seguirá donde debe si el desafortunado no llegó a ponerla en su sitio. Volviendo a guardar el diario, me acerco con los demás de nuevo al umbral de la antesala y me giro sonriente hacia Ekron.

- Nooo, gracias. Ya llevo una diana en la cabeza. De hecho, - señalo mi cabeza, luego la de Morrigan y luego la suya, abriendo las manos con gesto resuelto - ahora todos llevamos algo en la cabeza. No quieras romper la armonía. 

Después de investigar la puerta con Morrigan*, hago un gesto a los otros de mantener silencio y me adentro en la antesala, con los ojos bien abiertos y la ballesta preparada por si acaso. 

No voy a discutirte eso - respondo. Mientras Feniel y Morrigan buscan mecanismos ocultos y trampas barro con mi luz la estancia, por si acaso además de trampas hubiera alguien más aparte de nosotros - Espero que si encontramos un muerto viviente no nos pida que le devolvamos el brazo - digo en voz baja - Porque yo no pienso ir a buscarlo...

Al principio parece que no hay nada ni en la puerta ni en la sala que podáis ver desde ese angulo, aún así con cuidado el bardo se empieza adentrar en la sala con el máximo cuidado intentando ocultarse. Lamentablemente para nuestro achispado divino desde la esquina del techo y la entrada no hay ningún punto ciego y es rápidamente localizado por una de las criaturas que se abalanza sobre el por sorpresa consiguiendo morderle y probablemente inyectar un veneno que Feniel puede notar ardiendo por sus venas.

En un intento de ayudar a su compañero Morrigan se adentra sin ser consciente de que la araña gigante no estaba sola y otra desde una posición elevada realiza un asalto similar sobre ella. Claramente estaban en su nido y las dos disfrutaban cuando no tenían que ir a por la comida.

Mientras avanzo al interior de la sala algo se me pega en la suela - Puaj - maldigo rascando un pegote de teleraña con la daga. Raspo la hoja contra el suelo para quitar la pegajosa sustancia del arma y me levanto - Odio... - veo los dos monstruos que se han abalanzado sobre Morrigan y Fieniel - ... las arañas.

Así que de esto huía nuestro desmembrado amigo. Hora de trabajar otra vez. Convoco la chispa mágica de Frymirth en una mano, concentrándola hasta convertirla en un orbe de energía gélida y después doy una palmada para dividir el orbe en dos y lanzarlos contra ambas arañas...

No le dió tiempo a avisar a su compañero, y sus dedos extendidos solo rozaron la tela de la manga del divino de fuego. Cuando quiso darse cuenta, una araña gigante ya habia atacado a Feniel y blandiendo su espada dió una zancada para acortar distancia.

El punzante dolor de una mordedura le hizo percatarse de que habia descuidado su otro flanco, permitiendo a otro bicho atacar sin piedad. Hinchó su pecho para coger aire mientras elevaba su mandoble con ambas manos sobre su cabeza para así prepararse para intentar ensartar a su enemigo desde arriba

Apenas doy unos pasos en la sala cuando oigo un ligero crujido a mi espalda. Eso es... ¿Peligroso, verdad? En el momento que tardo en preguntármelo, noto un dolor agudo recorriéndome el cuerpo, junto con la mordedura de una estúpida y maldita araña gigante. Suelto un gruñido de dolor y me preparo para darle la lección de su vida... O más bien huir por patas. Ni siquiera soy consciente de que a Morrigan le cae otra como a mí, sólo pienso en cómo cocinar a la brasa a ese bicho.

- ¡Ya somos dos! - gruño al escuchar a Ekron.

El hechicero sería noble y viviría la mayoría de su tiempo en un lugar tranquilo y sin dificultades pero no quitaban que el hombre fuera rápido de reflejos y nada más ve como sus compañeros son atacados por arácnidos proyecta sombre ambas un frío compacto que lamentablemente solo consigue acertar a una de ellas congelando parte de sus patas. Claramente molesta la criatura observa al humano y le lanza una telaraña que lo atrapa contra la pared de la entrada.

Por su parte la divina y seguidora de Berath no duda en aprovechar ese momento para lanzar un fuerte mandoblazo sobre la araña gigante consiguiendo dejar un reguero de sangre azulada por la zona, sin embargo a pesar de la gravedad de la herida la bestia seguía en pie.

Aunque su rostro lucia imperturbable mientras la sangre azulada salpicaba por doquier, la furia callada de su interior le permitió dar otro rapido mandoblazo sobre el arácnido

Es cuando oigo la sangre salpicando el suelo que veo a Morrigan atacando a la otra araña... Y la maldita sigue en pie. Aún con la mano en el lugar del mordisco, tomo aire mientras noto cómo se cierra totalmente la herida y observo a la araña con una sonrisa cargada de odio, rencor y tanto veneno como el que me ha intentado inyectar antes. 

- No sé por qué tu especie se esfuerza en poner tantos huevos... Si todos vais a salir igual de repugnantes. - susurro entrecerrando ligeramente los ojos. 

Lamentablemente para Morrigan la araña estaba atenta esta vez y consigue apartarse de un golpe que claramente hubiera sido mortífero para la criatura, por su lado Feniel actúa con decisión, que no presteza, antes que su depredadora pueda atacarla consiguiendo curarse  por algún milagro que solo los de su profesión comprenden conseguir insultar al arácnido de tal manera que se enfurece lanzándole una telaraña con tan poco tino que ni siquiera roza al divino de fuego.

Rayos. Esto ya se está pasando de castaño oscuro ¿Ahora también tengo que aguantar escupitajos de bicho? - ¡Esto...! - empiezo a forcejear con la seda semilíquida - ¡... no me lo enseñaron...! - noto cómo los hilos se van rompiendo, permitiéndome hacer cada vez más palanca para conseguir liberarme - ¡... los dichosos tutores! - ando un par de pasos y me quito tantos pegotes de seda de la ropa como puedo - ¡Que nos devuelvan el dinero!...

El arácnido más llevado por la desesperación que por el propio hambre se abalanza sobre Morrigan consiguiendo morderla con bastante fuerza en cuello, acompañando unas antiguas cicatrices con nuevas heridas en las que puede notar el mismo ardor que la vez anterior.

Un gruñido sordo y un fruncir de ojos ante el dolor de aquella picadura. Un pequeño calambre recorrió la sinuosa y antigua cicatriz que decoraba su cuello. Quizás a otro, sentirse tan cerca de la muerte le haría tirar la toalla, pero a ella le proporcionaba paz. No era su hora y lo sabia. El divino de fuego y el humano la necesitaban para salir de allí, y aquello no acababa más que empezar.

Dió un paso atrás con suaviad mientras susurraba unas palabras dedicadas a Berath para así poder reunir las fuerzas suficientes para poder afianzar sus manos sobre su arma e intentar asestar un tajo certero en la maldita araña de los huevos.

Sentia la sangre bañanado el interior de sus formados músculos, la adrenalina que paliaba el efecto del mordisco, y su fe. Sobre todo su fe.

Tanto la bestia como la guerrera estaban al límite de sus fuerzas pero ninguna se retiraba, la primera simplemente por no abandonar su hogar (aparte de no ver salida alguna) y la segunda movida por su fe y un sentimiento de responsabilidad hacia aquellos que protegía.

Sin embargo la fe no parecía ser una fuerza suficiente para imponerse en el combate pues la falta de sangre y heridas hicieron los movimientos de Morrigan bastante lentos y predecibles incluso para un animal que solo se dejaba llevar por los instintos...

Apenas necesito un pasito atrás para evitar la telaraña del arácnido, a la que miro con una ligera sonrisa, entre la satisfacción y el odio. Es en cuanto veo que mi fiera y herida guerrera se aleja, cuando finalmente paso a la satisfacción y me preparo para los fuegos artificiales. Chasqueo los dedos haciendo aparecer una pequeña llama entre ellos, y doy una palmada contagiando esa llama a todos los demás, como si fuera un candelabro viviente. Mis ojos se iluminan y noto cómo el pelo parece encenderse a juego con mis manos. 

- ¡Más os vale quedar bien cocinadas! - les grito a las arañas, antes de lanzar un chorro de fuego contra ellas, dejando a Morrigan al borde pero fuera del cono de llamas. 
 

Las llamas de Feniel se extienden por el lugar prendiendo parte de las telerañas del lugar dando una visión más lúgubre del lugar haciendo contraste con el la luz del conjuro de Ekron. Sin embargo las telarañas no es lo único que arde, la más cercana al bardo nota el calor acumularse y consigue apartarse recibiendo solo alguna quemadura menor pero su compañera totalmente centrada en la guerrera no lo ve venir y es arrasada por el fuego que pasa a pocos centímetros de Morrigan dejando tras de sí un cadáver chamuscado.

Por su parte la ahora, única guardiana del cubil no tarda en intentar vengarse mordiendo el brazo izquierdo de Feniel inoculando aún más veneno del que parecen tener dosis ilimitadas...