Partida Rol por web

Intento lanzar mi último conjuro de combate digno de ese nombre contra la última araña, pero unos hilachos de telaraña todavía me inmovilizan el brazo y algo sale terriblemente mal.

El noble canaliza parte de su magia en otra esfera de frío compacto sin embargo aunque su cuerpo estaba ya libre de las telarañas, aun quedaban partes de ella entre las mangas de su camisa haciendo que su último gesto fracase y la magia se proyecte hacia el techo de manera inofensiva.

- Feniel, apartate - susurra forzando su voz lo máximo posible logrando elevar su susurro a uno algo más elevado mientras pasaba veloz por su lado para hacer un amago de ataque a la araña, solo para girar sobre si misma y desplazarse a un lado para finalmente atacar desde ahí.

Esperaba que aquel movimiento despistara a la araña a la par que desviaba su atención del divino de fuego.

La finta de la guerrera consigue engañar a la estúpida criatura de ocho patas, por lo que se aparta hacia el lado contrario por el que viene la hoja del arma de la divina de Berath de la cual apenas se puede ver el filo de lo empapada que está en sangre azulada. La criatura se tambalea y queda muy herida pero aún viva...

El mordisco en el brazo es tan fuerte que el dolor hace que el fulgor de mi pelo se apague ligeramente. Me agarro el brazo, apretando los dientes y notando un intenso dolor agudo recorrer mis venas. Lo único con lo que consigo responder a Morrigan es con un gruñido y un ligero asentimiento. Esto no se va a quedar así...

En un gesto más desesperado que otra cosa, aguanto el dolor y empiezo a sisear algo entre dientes, sin apartar la vista de la maldita araña. Y más te vale morirte ya...

El siseo de Feniel inunda la sala por un segundo y deja de oírse para cualquiera que no sea el arácnido que quedaba en pie. Se tambalea para los lados mientras suelta unos chillidos de dolor hasta que finalmente cae muerta como su compañera.

Y entre respiraciones agitadas y suspiros de alivios comprobáis rápidamente que no hay ningún enemigo más acechando el lugar. El cual desde dentro deja claro lo que ya era obvio, este era el nido de las criaturas que habíais derrotado, en un lado se podían ver varios capullos de telaraña de distintos tamaños, uno de ellos del vuestro, aunque sin embargo lo que más os llama la atención a todos es una corriente fría que se nota en el muro más al norte, que cuando lo comprobáis os deja claro que es una puerta muy parecida a por la que habéis entrado solo que claramente atrancada por las telarañas del lugar.

Para Feniel no es ninguna sorpresa pues ya lo había visto desde la entrada pero ahora Morrigan también lo ve sin ningún problema en el muro este parece haber esculpido en el un rostro que tiene un hueco donde debería estar su ojo derecho, mientras que el izquierdo parece estar hecho de adra.

Suelto un suspiro de cansancio cuando por fin cae la araña y me dejo caer de rodillas, observando el techo. Está claro que la pareja de arañitas había hecho de este su hogar pero por suerte no parece que les haya dado tiempo a criar... O sí. No quiero saberlo. Miro el resto de la estancia y empiezo a levantarme dificultosamente.

- Diría que es posible que la salida esté por allí, pero... ¿Podemos descansar antes? - pido con una sonrisita incómoda, sin soltarme aún el brazo - No me haría ilusión encontrarnos otra sorpresa como esta y ya hemos despejado el camino... Además que quería echarle también un vistazo a nuestro amigo cara de piedra. No creo que volvamos a pasar por aquí y tampoco querría quedarme sin descubrir qué hay aquí. - señalo el muro donde está el rostro esculpido y miro a ambos con gesto cansado - ¿Por favor?

Hubo un momento en el que se quedó su alma en vilo tras el siseo del divino de fuego. La araña parecia que iba a resistir también ese ataque pero finalmente se reunió con Berath*. Se aproximó con premura hasta el arrodillado Feniel y lo ayudó a incorporarse _{- ¿Estas bien? -} cayó al oir sus palabras _{- Descansemos si. A mi también me duele todo -} un extraño sonido brotó de sus labios y no se sabia muy bien si era una risa o un bufido dolorido.

Dejó que fuera él quien revisara aquello mientras ella se sentaba sobre el suelo, sin importarle si estaban los cadaveres allí o no. Recogió arena del suelo y comenzó a esparcirla sobre la sangre azulada para que luego fuera más fácil pasar el hierro por la piedra y quedara impoluta. Era una forma de limpiar su arma sin tener sus útiles para ello a mano.

Se podia apreciar que estaba exhausta y que cada movimiento de sus musculos era demoledor. Cuando acabara, apoyaria la espalda en cualquier superficie viable para reposar sus lumbares.

En cuanto Feniel señala al muro hablando de "nuestro amigo cara de piedra" Ekron consigue ver un rostro esculpido en piedra con un ojo de adra y el otro hueco.

Sin embargo, cansados y heridos como estaban por el último combate, el grupo decide volver a lo que parecía el lugar más seguro de las ruinas. No obstante algo llama la atención de los tres ahora aventureros, apenas se oye a través de la puerta por la que entra una fresca brisa pero está claro que alguien está dando un discurso.

Apenas consigues discernir alguna palabras sueltas del idioma pero está claro que no es vailiano...

Debido a la distancia te falta el contexto e incluso las palabras que crees descifrar no quedan del todo claras pero no te cabe duda, está hablando en aedyrano.

- Me duele absolutamente todo, pero estoy bien... Vivo, al menos. - le respondo a Morrigan con una sonrisa algo forzada. 

Aunque noto que el cuerpo no me da más de sí y agradezco enormemente el descanso, no me puedo ir sin antes comprobar qué suena al otro lado de la puerta. 

- Es aedyrano. - susurro a los otros, girándome y acercándome con cuidado a la puerta, pero sin llegar a abrirla. Ya lo que me faltaba. - Dadme un segundo. - murmuro poniendo la oreja para enterarme de qué están hablando.
 

Se mantuvo sentada, agudizando el oido pero de nada servia. Cuando Feniel se aproximó a escuchar, sus musculos refunfuñaron cuando volvió a incorporarse. No habia podido descansar y si ya habia acabado muy tocada por un par de arañas.... mejor no imaginar que sucederia si habia demasiada gente al otro lado de la puerta. Pero ella no era cobarde y si tenia que morir, la muerte era algo natural, el ciclo de la vida, el paso final al que no habia que temer.

Esperó preparada a que el divino de fuego dijera algo antes de empezar a moverse de nuevo.

A estos dos no hay quien los entienda. Primero que si nos vamos a dormir, y ahora a cotillear. Bueno, tampoco a mí me hace gracia compartir cueva con alguien que habla solo... en el mejor de los casos - Yo también estoy bien. Babeado por una araña, pero bien.

Voy a la puerta norte junto al divino de fuego y hago un hueco en la telaraña con la daga - Estoy empezando a odiar la seda - rezongo mientras corto los pegajosos hilos. Una vez consigo hacer el orificio pego la oreja intentando entender qué se escucha al otro lado...

A pesar de la distancia y el ruido del viento aumentando, el divino de fuego consigue escuchar lo que dice una voz, al parecer humana o quizás de divino.

- Unificadora del Juramento, observa como este hombre ha mantenido su palabra, fiel hasta el último aliento, hasta su última gota de sangre. Guía su alma, La Que Fue Reina, y sitúala entre tus favorecidos. Que su vida junto a la Clave sea su confesión. Que su muerte junto a la Clave sea su absolución. Que camine por el mundo libre del peso aplastante del Libro. Vuestro hermano ha puesto su granito de arena, y habéis visto el poder de su aportación
No toleraré más vacilaciones del resto de vosotros.

Hay un pequeño silencio de reflexión que se interrumpe por una pregunta que te hace sentir un escalofrío en la espalda.

- Ante La Que Fue Reina, ¿cumplirás el juramento?¿Ocuparás el lugar junto a tu hermano en la estima infinita de Su recuerdo impoluto? Avanza y acepta el gran valor del camino de tu vida.

Como si todo el lugar esperase la respuesta un silencio sobrenatural se expande por el lugar, lamentablemente solo es la calma antes de la tormenta. De la misma manera que todo se puso en calma, en un instante oyes una descarga de energía inmensa y hasta notas como el brillo de luz pasa por la rendija de la puerta en la que estás apoyado...

Te apoyas contra la fría piedra intentando mantener alejadas las asquerosas telarañas de tu cuidado cabello pero lamentablemente tus sacrificios dan un resultado infructuoso pues solo consigues escuchar un fuerte viento fuera hasta que pasado unos segundo todo queda en absoluto silencio.

Dudando si es que te has quedado sordo separas por un segundo la oreja de la pared para rascarte el oído cuando un estruendo te deja claro que tus nobles sentidos siguen intactos, o al menos eso esperas cuando cierras los ojos ante la intensidad de la luz que entra por la rendija de la puerta...

Mientras los dos intentos de casanovas intentan escuchar a través de la puerta Morrigan está atenta al lugar a pesar de las heridas, una cosa era recibir la muerte con los brazos abiertos y otro no darle el valor que se merecía acogiéndola antes de tiempo.

Por fortuna no parece que nada vaya a perturbarles desde dentro, sin embargo no se puede decir lo mismo desde fuera pues al rato se escucha un terrible estruendo que alerta a todos los que están dentro de la sala. Además el estruendo es acompañado de una intensa luz que termina por derribar las puertas junto a los tres kyth de dentro de la sala atontados y doloridos por el golpetazo lo último que conseguís ver es al Bîaŵac adentrándose en la sala justo cuando el cansancio y dolor puede con vosotros arrastrándoos hasta un vacío negro de inconsciencia.

Abres los ojos y te encuentras en otro lugar y en otro tiempo. Te encuentras en una sala circular, grande y abovedada, con las paredes llenas de adra y decoradas con cobre. El estilo es antiguo, pero la cámara está impecable.

En el otro extremo, una gran columna de adra de adra perfora el suelo desde debajo como una gran púa dentada; su textura brillante crea la ilusión de una profundidad infinita.

Rodeando la columna hay un aparato muy parecido al que acabas de ver, pero inmenso, complejo y retorcido, quizás obra de una mente prodigiosa pero febril.

Tus pensamientos parecen ser tuyos pero no lo son, y parecen existir antes de que los pienses , y son todo preguntas. Preguntas incesante, preguntas inquietantes. Preguntas que deben encontrar respuesta o... o...

Ahora en la base de la columna ves a un hombre con una espesa barba gris vestido con una túnica ceremonial; lleva el pelo grasiento metido debajo de una capucha negra y un extraño tocado decorativo. Conoces a este hombre. Ahora estás caminando hacia él con prisa, pero intentado que no sea evidente. Puedes comprobar que no eres el único...

Quieres preguntarle algo, hay una pregunta más importante que las demás, y la pregunta gira con locura en tu mente...

Abres los ojos y te encuentras en otro lugar y en otro tiempo. Te encuentras en una sala circular, grande y abovedada, con las paredes llenas de adra y decoradas con cobre. El estilo es antiguo, pero la cámara está impecable.

En el otro extremo, una gran columna de adra de adra perfora el suelo desde debajo como una gran púa dentada; su textura brillante crea la ilusión de una profundidad infinita.

Rodeando la columna hay un aparato muy parecido al que acabas de ver, pero inmenso, complejo y retorcido, quizás obra de una mente prodigiosa pero febril.

Tus pensamientos parecen ser tuyos pero no lo son, y parecen existir antes de que los pienses , y son todo preguntas. Preguntas incesante, preguntas inquietantes. Preguntas que deben encontrar respuesta o... o...

Ahora en la base de la columna ves a un hombre con una espesa barba gris vestido con una túnica ceremonial; lleva el pelo grasiento metido debajo de una capucha negra y un extraño tocado decorativo. Conoces a este hombre. Ahora estás caminando hacia él con prisa, pero intentado que no sea evidente. Puedes comprobar que no eres el único...

Quieres preguntarle algo, hay una pregunta más importante que las demás, y la pregunta gira con locura en tu mente...