Partida Rol por web

Luchando contra el vendaval que amenaza con derrumbaros, metéis las manos entre los pliegues desgastados de las rocas para intentar impulsaros hacia arriba.

Aprovecháis toda la energía que os quedan y a pesar de las heridas de unos o lo poco acostumbrados que estáis al esfuerzo continuado seguís escalando. Con un último impulso conseguís subir y tenéis ante vosotros, a unas escasas decenas de metros, la entrada.

Ahora el viento se escucha con toda su fuerza. Lo sentís entre las rocas que hay bajo vuestros pies y dentro de la cavidad de vuestro pecho, como si estuvieran agitando el tuétano de vuestros huesos.

Cada nueva ráfaga amenaza con derruir las viejas piedras bajo vuestros pies, rompiendo las juntas y poniendo en peligro el equilibrio. Pasáis por el viejo arco y el portal entero empieza a caer por su propio peso sellando la salida y protegiéndoos del letal viento.

Ante vosotros una tenue oscuridad que queda ahuyentada en parte por el fuego de Feniel pero curiosamente no es la única luz del lugar pues al fondo contempláis el foco de ciertas luces de origen desconocido y brillo fuera de lo común. Con eso como guía os halláis con la única compañía del aullido del aire exterior y las respiraciones exhaustas del resto.

Me quedo mirando unos segundos más la caravana arrasada por el viento maligno, preguntándome si darán sepultura a los cuerpos de Callisca y Odema o los desvalijarán y dejarán ahí para que se pudran. O algo peor, como usar sus cuerpos para hacer sucios rituales nigrománticos...

No puedo hacer nada. Esa es la triste realidad. Suspiro y me paso un pañuelo de la cara para limpiármela de polvo.

He visto muchas negociaciones hostiles, pero esto es el colmo de lo ridículo - murmuro unas palabras en dracónico para hacer aparecer un orbe de luz azulada sobre otro de mis anillos - Venga, sigamos adelante. Cuando mi padre descubra que he perdido todo el cargamento este viento asesino va a parecer una brisa en comparación con sus berridos...

En cuanto traspasamos la entrada de las ruinas y la entrada se cierra bajo las rocas, me apoyo contra la pared más cercana, jadeando. Miro a los otros dos, con los ojos brillando anaranjados en la semioscuridad y devuelvo mi pelo flamígero a su sitio. Me tomo unos segundos para recobrar el aliento y sacudo la cabeza poniendo los ojos en blanco, por las preocupaciones del noble.

- No era una negociación. Era un ritual. O eso o algún listo de la caravana tocó las piedras sagradas, - Y no fui yo, por una vez. - y han venido a vengarse y a hablarle al viento. Sea como sea, adelante tendremos que ir, no hay atrás. - voy a echar a andar detrás del noble, cuando caigo en algo - ¡Espera, espera!

Me detengo frente a Morrigan y clavo una rodilla en tierra, tomándola de la mano y sonriéndole con admiración.

- Has sido tan fiera como hermosa, Dama Morrigan. Y sin contar cómo has conseguido llegar aquí con tus heridas... Me siento honrado de poder tenerte a mi lado. - en cuanto termino de recitarle esto, le doy un suave beso en la mano mientras dejo que la magia haga su función. Me levanto aún sin soltarla de la mano y amplío ligeramente mi sonrisa, acercándome a ella para poder susurrarle de forma "cariñosa" - Si necesitas otro de estos, avísame. - termino guiñándole el ojo y me adelanto con Ekron, hablando también en voz baja - Por cierto, no sé qué habrá en las ruinas pero esas luces del fondo no me gustan nada. Así que vayamos con... Cuidado.

Corrió con un rugido bailandole en el pecho. No solo por el dolor atroz que le habia inflingido aquel extraño viento mágico, sino por ver como le arrebataba algo a Odema. Algo importante ¿seria su alma u otra cosa? Ella no entendia de esas cosas que hacian los hechiceros. De hecho tampoco entendia todo lo que hacia su padre.

Su respiración era entrecortada por el esfuerzo de mover su maltratado cuerpo contra corriente. Habia que escalar y aún sabiendo que aquel esfuerzo mermaria su ya precario estado, no se detuvo a pensar. Solo habia que continuar. Se aferró a la roca, sintiendo resbalar entre sus dedos la arenilla que las conformaba y comenzó a escalar.

Cuando por fin llegaron a resguardo, no tuvo fuerzas ni para mirar atrás. Simplemente se dejó caer de rodillas, con las manos sobre sus muslos y su respiración peleando por recobrar la normalidad.

Sus ojos se abrieron por la sorpresa cuando Feniel la cogió de la mano. Por un momento pareció que iba a sonreir mientras sentía recuperado su vigor pero de repente, dió un suave tirón apartando su mano de la de él cuando le guiñó el ojo. Ya se habían incorporado ambos, por lo que volvió a coger con fuerza su arma

_{- Si. Mejor ser sigilosos -}  dijo con voz algo perturbada. Se notaba que algo pasaba por su cabeza. Echó a andar con tiento e intentando agudizar sus sentidos.

"Que dulce por su parte. No recuerdo la última vez que alguien me habló de esta manera... Y parece que es él quien logra cerrar parte de mis heridas... ESPERA. ¿Se está burlando de mi? He fallado estrepitosamente contra ese lobo cabrón.... O peor aún, seguramente quiere sumarme a una de sus miles de conquistas. Ten cuidado Morrigan"

Según el grupo avanza  puede comprobar gracias a la luz del noble como la tierra y polvo da paso a un suelo de piedra más elaborado pero que claramente maltratado por el tiempo. El pasillo era amplio como para permitir el paso a grandes grupos de personas y el techo formaba arcos que en algún momento debieron estar ornamentados.

Sin embargo lo que llama claramente la atención del grupo es el origen de la luz del fondo, hay varios pedestales en las paredes donde termina el pasillo dando paso a otro que les abre dos opciones para avanzar. Los pedestales tienen incrustados en la pared adra tallado en forma de llama y que liberan cierto fulgor que ilumina el lugar de una manera agradable y permite intuir que el camino de la izquierda termina en una sala mientras que el de la derecha queda oculto al hacer curva.

Aun con el repentino rechazo de Morrigan, sigo manteniendo mi sonrisa, incluso sabiendo que el peligro es inminente. Me mantengo en silencio mientras avanzamos por las ruinas y me tranquilizo al ver que la luz sólo viene de unos pedestales en la pared. No es que no sean sospechosos, pero mejor eso a encontrar más cultistas como los de antes. 

- Creo que sería mejor ver qué hay en la sala de la izquierda antes que seguir continuando a lo desconocido... Tal vez haya una salida. - O tesoros o alguna otra cosa interesante... Aún mirando los pedestales, compruebo si hay algo extraño cerca de ellos o del camino de la izquierda - Sea como sea, voy a echar un vistazo. 

No me gusta este sitio - digo en voz baja - Pero nunca desperdicio la oportunidad de un buen negocio - Mantengo la luz en alto y sigo al divino de fuego a la sala de la izquierda...

Desconocia que podia encontrarse más allá de sus pasos, por lo que intentó ser lo más sigilosa posible. Y si no fuera porque aún le daba vueltas a su cabecita, lo habría logrado con mejores resultados, pues un leve sonido de gravilla contra la suela de sus botas resonó. No sabia si lo suficiente como para que pudiera ser escuchado por terceros... si es que los había.

Contuvo el aliento hasta asegurarse de que nada raro sucedia y solo entonces se quedó en medio del camino para proteger la retaguardia de Feniel y Ekron.

Ante vosotros el pasillo se amplia en una sala circular que recuerda a un lugar de meditación y culto, aunque es cierto que hay que usar un poco la imaginación para ello pues el paso del tiempo se nota dejando un pequeño altar ruinoso y los restos de los bancos están apilados a los bordes de la sala.

Esto es debido a lo que realmente os llama la atención, una pequeña tienda de campaña en bastante mejor estado que cualquier resto de la sala ocupa el medio del lugar con un petate extendido y varios útiles de supervivencia. Sea como sea lo que os resulta claro es que no hay nadie ni en la sala ni dentro de la tienda...

El resto parece demasiado centrado en los alrededores como para verlo pero Feniel tiene claro que aunque la tienda es bastante más moderna que los entornos, también lleva más de unas semanas plantadas, así que está claro que su dueño no es al que se referían los glafanthanos que los atacaron.

Vaya, pues ahora no somos los únicos que hemos elegido este lugar como refugio. La verdad es que no está mal: espacios abiertos, buenas vistas, hordas de elfos asesinos para mantener alejados a los intrusos... Quizá demasiado alejado del mundo pero ¿quién soy yo para criticar?

Echo un vistazo rápido a los pertrechos para intentar deducir algo sobre su raza, pero tampoco tengo interés en saquear. Señalo con el dedo hacia la entrada de la cueva, formando las palabras "¿Nos vamos?" con los labios...

Alzó una ceja cuando vió al hechicero, brujo o lo que fuera, señalar hacia la entrada de la cueva, donde todavia serguiria el viento que te destrozaba por dentro. Negó con suavidad y acto seguido se pegó a la pared desde la que podria asomarse por si alguien venia por el pasillo de la derecha.

No sabia si al usuario de aquella tienda le habria cogido el viento fuera, o si por el contrario se habia adentrado por ese camino que intentaba descubrir ahora ella con tiento y mucho cuidado.

Echando un vistazo al lugar, dejo caer suavemente los hombros, bastante más tranquilo. Esbozo una sonrisa divertida al ver a los otros dos tan nerviosos y me acerco a paso tranquilo a la tienda. Tras un breve vistazo para comprobar que de verdad no hay nadie, me agacho junto al petate y empiezo a recoger todo lo que puedo que vea útil. 

- Sea quien sea que estuvo aquí, ha tenido tiempo de sobra para recoger sus cosas. Esto lleva abandonado semanas. - me encojo de hombros, hablando en voz baja para los otros dos - Y no sé vosotros, pero yo no voy a seguir por ahí delante sin al menos algo para... - Encender fuego, no te jode. Contengo la risa para no hacer demasiado ruido, pero termino suspirando igual - ... sobrevivir.

En cuanto termino de rapiñar, le doy un mudo gracias a la tienda vacía y hago un gesto con la cabeza a los otros dos para seguir por el otro túnel.

El joven bardo recoge una mochila en la que encuentra un par de antorchas, una cuerda y un odre medio lleno de agua entre otras cosas típicas de acampada. Por suerte la mayoría ya está dentro y ordenado y salvo para quitarle el polvo no pierde mucho tiempo en prepararla.

Por su parte la divina de la muerte ya estaba avanzando con cuidado hasta el límite conocido del pasillo y se asoma con todas las precauciones posibles. Por suerte no parece que haya ningún peligro adelante así que ya todos juntos os adentráis en una amplia sala rectangular.

A vuestra izquierda hay otro arco que hace de entrada otra sala similar pero que no conseguís distinguir su interior sin adentraros en ella. Por otra parte enfrente de vosotros veis un amplio puente de piedra adornado con pilares con cabezas de reptil y grandes baldosas, todas adornadas con  una brillantes runa engwhithana cada una, que atraviesa un foso hasta el otro lado de la cámara donde parece haber una amplia puerta cerrada.

Bien, si algo no quiero hacer en este pequeño viaje es ser el primero que se coma los flechazos. Pongo un orbe de luz sobre el caparazón que cubre la cabeza de Morrigan de forma que ella pueda ver pero que la luz no la ciegue. Al mismo tiempo dejo que se desvanezca el que llevaba en la mano.

Las damas primero - le susurro...

El pasillo parece estar despejado, y si el divino de fuego tiene razón, es lo lógico. Sus músculos se destensan, pero de momento no envaina su arma. Les hace un gesto para que se aproximen y juntos llegan hasta una nueva sala. Se fija en el puente y las runas y luego mira hacia el lugar cubierto de oscuridad.

Cuando comenzaba a aproximarse hacia ella, siente algo sobre su cabeza. Gira su rostro muy despacio hasta toparse con el humano _{- ¿Tengo pinta de antorcha? -} termina por suspirar, pues ciertamente necesitan esa luz pero ha sido un momento... raro.

Da un paso, luego otro, esperando que las sombras se difuminen y puedan ver que hay más allá.

Después de recoger las cosas y seguir a los demás, me detengo observando el puente y la otra estancia. Debo decir que no me convencen los puentes con cabezas y runas extrañas, así que miro directamente hacia la sala de la izquierda, justo cuando oigo a Ekron. Tengo que hacer un esfuerzo inmenso para no reírme y mantener el sigilo, así que intentando mantener en voz baja, pongo la voz tan aguda como una jovencita.

- Ay señor Ekron, es usted taaan caballeroso. - sonriente a más no poder, le doy un fugaz beso en la mejilla, huyendo de su lado y adelantándome a Morrigan y comentándole aún en susurros - Ya no hay hombres así, ¿a que no? - No, claro que no, tampoco los hay tan idiotas como para ir delante en unas ruinas, pero para eso estoy yo... No quiero tener que dejar aquí otro cadáver, y esta vez uno que sabe luchar.

La penumbra que aportan las antorchas de adra de los alrededores queda complemente disipada ante la luz que porta Morrigan cuando se adentra en la sala adyacente permitiendo comprobar a Feniel, el primero en atravesar el arco, que la sala estaba vacía.

En ella hay 6 columnas bastante altas y gracias a la luz creada por Ekron podéis comprobar que tienen dibujadas algunas de las mismas runas que las baldosas del puente. Pero aparte lo que llama la atención es que todas tienen una cavidad, aparte de eso en el muro más interno hay un fresco desgastado pero que aún se puede interpretar.

En el mismo se puede contemplar a una procesión de varios kyth de distintas especies portando unas túnicas ceremoniales y realizando algún tipo de ritual con el que parecen atrapar la luz de un camino guardado por dragones para acto seguido atravesar las sombras creadas y llegar algún ídolo al cuál se ponen adorar.

_{No, ciertamente no pareces una antorcha. Pero pensé que ya que estás dispuesta a ir delante necesitarías luz para ver el camino y las dos manos por si algo o alguien intenta estropear esa belleza arrebatadora tuya} - le guiño un ojo - _{De nada, por cierto.}

No sé por qué he bajado la voz, pero de alguna manera me siento incómodo hablándole en voz alta (1). Con el vocinglero Feniel no tengo ese problema.

Ya lo sé, no hace falta que me alabes tanto. Si quieres, te pongo otra luz a ti por si tuvieras que usar esa mortífera ballesta tuya. Un buen disparo el de antes, por cierto...