Partida Rol por web

-Pensándolo, bien, "Doble", déjeme eso a mí. Usted salga a confraternizar con los muchachos. No sé metan en demasiados líos, ¿vale?

La gente decente cerraba negocios en bares decentes. La gente de moral más laxa se reunía en tugurios de mala muerte. Y los piratas tendían a reunirse en garitos ilegales pero siempre cercanos a los astropuertos. Nunca sabías cuándo tenías que salir corriendo hacia tu nave. 

Lorna supo que había encontrado uno de esos cuando vio salir a un hombre medio borracho por la puerta lateral de un hangar. Dentro, bajo las entrañas desparramadas de una nave que nunca volvería a despegar, un hombre lleno de cicatrices y tatuajes servía vasos de varios bidones cuyo contenido era muy distinto del original.

Los parroquianos y Lorna intercambiaron miradas evaluadoras. Ni los respiradores ni las capas roñosas permitían un gran escrutinio. Avanzó hasta los bidones e hizo una señal al "barman" para que le sirviera.

Las siguientes horas las pasó invitando a rondas, hablando con desconocidos y aprendiendo sobre el tráfico no regular de Hilfer. 

Respiro profundo mientras observaba el astropuerto y evaluaba sus posibilidades.

-En realidad no es tan distinto de casa-penso.

Se interno en el laberinto de cubiculos y garitos que habia en el lugar, pulsando la vida y observando con cuidado cada transaccion o acto que pudiera parecer sospechoso o furtivo.

Despues se fue acercando a los bares de peor nota que encontro, alli donde la seguridad del lugar parecia reticente a ir, observo si portaban armas ocultas y si eso les preocupaba lo mas minimo mientras pedia alguna bebida, bebida que apenas era probada, por profesionalidad y porque no se fiaba demasiado de la calidad.

Se mostro educadamente curioso con los barman, dejo caer su nombre por alli, el de Werner Puck, importador y exportador libre...

Pregunto por aquellos que querrian comprar o vender mercancias, con condiciones abiertas, quienes son los que controlaban ese comercio y como de accesible eran.

Fue tejiendo la telaraña para intentar llegar a quienes podian facilitar los negocios del submundo.

La cara de Malta cuando le propuso aquello de buscar info lo tuvo que decir todo por lo rápido que cambio de parecer. Acabó asintiendo.

- Claro, jefa, mejor. – dijo ligeramente aliviado y más que contento – Pero si quiere los chicos y yo la acompañaremos a cierta distancia. En sitios como estos la cosa se puede poner fea en un instante y siempre viene bien contar con alguien para cubrir las espaldas…

Le doy una palmada en el hombro a Mark y cruzo mis brazos sobre el pecho para reforzar su argumento mientras me quedo tras él esperando la respuesta de la capitana.

Hum.

Además, si no se pueden llevar armas en el espaciopuerto, nosotros al menos las llevamos "incorporadas", pienso fugazmente.

Asiento a Valdés y a la capitana. Dado que vamos de “incógnito” me limito a llevar conmigo mi daga sombra bien escondida en la bota. No cuento con sacarla en una pelea, pero a veces tener un filo no se puede suplir con los puños o los dientes.

Sin embargo, antes de dejar la Personal Defense y la Pistola Gaus en la caja de seguridad lanzo una mirada a la capitana buscando su confirmación para dejarla en la nave o tratar de colarla conmigo…

Antes de que marcharan a hacer sus pesquisas, Adriana le comentó a la "jefa": - Capitán, quedo yo de guardia. Ofreciéndose voluntariamente. - Así, de paso, reviso el estado de la nave, su desgaste y fatiga, tras este primer viaje.

La verdad, era que le apetecía dormir. Las últimas 6 horas habían sido intensas para ella, y tanto la maniobra de aproximación como de aterrizaje, eran parte de su trabajo. Lo eran, pero cansaba. Tomó una tablilla para las "cheq list" y sobre ella, empezó a anotar los parámetros postvuelo.

-De acuerdo. No te canses mucho. 

Al final me lo pienso mejor y dejo tanto la pistola de plasma como la gauss en mi caja fuerte personal en el camarote. Ir con la daga sombra ya es riesgo suficiente, que tampoco es que sea el tipo más discreto del mundo y todavía tenemos que portarnos como chicos buenos. Tengo que aprender a guardarme bien las armas para que no se vean en cuanto me miren. Ya no soy un marine que pueda ir con las armas a plena vista porque tengo autorización de la armada, ahora soy un pirata y tengo que aprender los trucos del oficio.

Le doy una palmada a Valdés y nos ponemos en marcha dejando una distancia más que prudencial con Lorna, aunque probablemente si alguien se da cuenta de que la estamos siguiendo se piense que lo que estamos es esperando el momento adecuado para asaltarla. Mejor así, aunque tenemos que tener otro ojo abierto, no sea que ese alguien sea la policía y nos quiera hacer preguntas por eso mismo.

Por el camino pienso que el dinero que gasté en los implantes de respirador en los pulmones ha sido del dinero que mejor he gastado en mi vida; asco de desierto. La ropa de armadura y mi máscara de protección fueron otras inversiones buenas. De hecho, tras fijarme en los colores predominantes cambio la coloración de mi ropa a tonos marrones y ocres que encajen mejor con las indumentarias locales. Los planetas tipo desierto son siempre deprimentes y sus ropas más todavía. Lo sabré yo.

Esperamos un par de minutos antes de meternos en el local tras la capitana. Cuando paseo mi mirada por el local evalúo el peligro potencial de cada parroquiano. Probablemente ellos tengan menos remilgos que yo y sí lleven armas ocultas. No me dentengo ni un instante de más en Lorna como haría al calificar a cualquiera de no-amenaza. “¿Por qué habría de pensar otra cosa de una mujer?” Ja.

Me encamino con Valdés a una mesa donde tengamos las espaldas cubiertas y podamos controlar a Lorna y el máximo rango de la sala mientras disfrutamos de nuestra bebida. Para mí, una cerveza doble malta, por supuesto.

Ha sido un tiempo extraño en la nave, pero finalmente había conseguido una cierta rutina. Por suerte, no tuvo mucho tiempo de que se le hiciese aburrida. Habían llegado a su primer destino. Aquél extraño planeta de duras condiciones climatológicas era un ejemplo del estado actual del Imperio de Drinax: al borde absoluto de la destrucción.

-De acuerdo, buscaré algún posible contacto que nos sea de utilidad. -respondió a la capitana.

Se internó por las calles de lo que parecía la capital de aquel mundo. El calor le resultó sofocante, por lo que procuró buscar refugio en los establecimientos, donde buscó la mejor manera de encontrar algún magnate del comercio venido a menos con interés por comprar mercancía novedosa. Le llevó más tiempo del que pensaba, pero tras frecuentar algunos lugares, dio con un alguien que parecía interesado, al menos, en hacer una oferta. Parecía un comerciante educado, aunque las apariencias podían engañar. La gente de aquél planeta lo tenía difícil para sobrevivir. Debía ir con cuidado. Sin embargo, no había conseguido a nadie interesado hasta ese momento. Debía aprovechar la oportunidad. Se excusó un momento para llamar a la capitana.

-Señorita Van Cliff: tengo a alguien con quien podríamos hacer negocios. ¿Puede venir a mi posición?

Yo también dejé mis armas aunque sin tanto pesar como mi compañero, llevo mis puños, y sonreí. Sin embargo no me deshice de mi vieja armadura, aunque parecía tan nueva como el primer día, tan solo me desprendí del casco que llevo sujeto al cinturón.

Mientras "Doble" observaba a la capitana yo evaluaba los posibles peligros que pudieran surgir de entre la gente o del entorno, los años dirigiendo a mi cuadrilla en el tanque no se olvidaban fácilmente.

Cuando por fin nos tomamos la primera cerveza, ¡Sláinte! procuré beberla bien rápido, así como la siguiente, de esta forma podía hacerme el borracho y parecer menos peligroso y pasar desapercibido al tener varias jarras vacías a mi alrededor, aunque sabía perfectamente que al menos hasta la sexta cerveza no empezaría si quiera a ver un poco borroso...

Adriana y Darko se quedaban en la nave vigilándola y realizando tareas de mantenimiento. Los del espaciopuerto se encargaron de realizar la carga del combustible sin refinar y entre los dos pusieron en marcha la propia refinería de la nave. A media mañana del día siguiente el proceso estaría completo y deberían estar listos para partir.

Mientras tanto, Cassana se encargó de indagar por la ciudad en busca de comerciantes en la zona comercial, a la vez que Pavel hacía lo propio en la zona menos recomendable del lugar. Cassana, acostumbrada a usar sistemas de computadoras en mundos más avanzados, se encontró de repente teniendo que ir bar por bar y comercio por comercio. Descubrió que la gente de Hilfer no se tomaba precisamente muchas prisas para llegar a un acuerdo, y que todos implicaban largas charlas frente a algo de bebida y comida. La cosa prometía alargarse.

Curiosamente, fue Pavel el que tuvo más suerte y ya por la noche dio con un tipo con un cierto cargamento "caliente" que tenía muchas ganas de sacar del planeta. El contrabandista se presentó simplemente como Ebur. Su equipo de supervivencia le cubría por completo el cuerpo y la cara, y algo en su andar le indicaba a Pavel que podía no ser humano. Ebur disponía de dos toneladas de Aizah, una droga recreativa altamente adictiva y absolutamente prohibida en toda esta región del espacio. Estaba dispuesto a venderla a 65.000 créditos cada tonelada, cuando era evidente que en el mercado negro de cualquier planeta vecino podían alcanzar fácilmente los 100.000 créditos por tonelada. Pavel quedó en verlo de nuevo al día siguiente en un local discreto, en caso de que la Capitana aprobase realizar el trato.

Cuando Cassana y Pavel volvieron por la noche, les dieron el relevo a Adriana y Darko, que aprovecharon para salir a tomarse algo a la zona del puerto.

La Capitana y su discreta escolta se pasaron el día dando vueltas por Ciudad Hilfer, hasta que en un par de tugurios les soplaron que había un par de peces gordos pavoneándose por la ciudad por las noches. Lorna, Mark y Roberto esperaron a que el sol se ocultara y las luces de los locales nocturnos iluminaran la ciudad, y los corsarios comenzaron a recorrer la noche hilferiana. Al fin, encontraron a un grupo de cuatro nobles imperiales pagando varias rondas en una discoteca cara, mientras posaban en sus relucientes armaduras personales y exhibían holoproyecciones de sus hazañas cinegéticas para todos aquellos que quisieran verlas. Eran cazadores llegados desde el Tercer Imperio en una nave safari, la Exploradora Troyana. Lorna logró averiguar, después de poner bien la oreja (e invitar a un par de copas a un par de lugareños entusiastas), que la nave, propiedad de una tal Lady Carneliana Hifssen, saldría mañana de viaje, probablemente a última hora...

11:00 - 108-1097

Por la mañana todos se reunieron en la sala común de la nave. Los procesadores de combustibles habían terminado de trabajar y estaban listos para despegar si así lo deseaban. Quedaba la cuestión de qué hacer con la información que habían obtenido.

Lorna activó la frecuencia de Cassana:

-Negativo, Beillon. No tenemos tanto tiempo. Si ese pez gordo no tiene prisa por comprar, nosotros no la tenemos por vender.

Giró el dial para contactar con Pavel:

-Afirmativo, De Bligh. Un cargamento de "cristales de artesanía hilferiana" se venderá bien. 

Tuvo buen cuidado de hablar en código como habían convenido. Nunca podías estar seguro de quién estaba a la escucha. 

Se tomó un segundo para asimilar la escala a la que trabajaban ahora. Cuando estaba en el "Sangre de Isholde" los presupuestos eran mucho más ajustados.

Abrió el canal común.

-A toda la tripulación de la Blackmore: he recibido "una llamada de Sactus Treli". Despegamos rumbo a Asim "en cuanto baje la marea".

Más código. Aquellos nobles eran la presa ideal, probablemente cargados de billetes y ahogados en su propia indulgencia. Quizás pudieran sacar un buen rescate por ellos... si lograba resistir la tentación de tirarlos por una escotilla. 

Asintio lentamente  ante las instrucciones de la capitana.

-Para el trato necesitamos saber cuanto vamos a comprar, que se me asignen los fondos, seria conveniente que aparecciera con alguien para apoyarme en las negociaciones, por si se ponen duras y si debemos contar con mas "argumentos" por si quieren elevar el precio, aunque sean argumentos que no esten a la vista en un primer momento.-dije señalando ostensiblemente al la pequeña pistola laser que portaba.- Tambien me gustaria que se pensara en una cosa, para las operaciones de un futuro cercano. Si es conveniente, por llamar la atencion mas o menos, si la futura  carga debe estar en buen estado al termino de la operacion o simplemente desaparecer. Es una carga sensible que puede llamar demasiado la atencion sobre si misma si comienza ha hacerse notar.

Los nobles podian ser una buena presa, si, pero tambien un incordio importante si se tomaban muy a pecho su captura y expolio. Podian movilizar recursos y voluntades que podrian complicarnos mucho la vida en un futuro a medio plazo. Quizas fuera mejor ejecutar a los testigos y destruir la nave para que no quedaran restos o pareciera un accidente.

Mire al resto de la tripulacion para ver que pensaban.

Fuera de línea ya que se hallaba con Lorna.
-Capitana, si nos cazan con una carga especial volaremos por los aires el buen nombre de nuestra nave... - estaba claro que intentaba ser sutil al decir que le preocupaba poner en riesgo su identidad legal por un cargamento de mierda cuando tenian a tiro una presa. Eran piratas, solo deberian caer en el contrabando si les fuera muy mal su ocupacion principal.