11:17 - 180-1097

Roberto terminó primero de mover una de las cajas y dejó a Mark y Darko trabajando en la segunda, mientras corría hacia el puente para ponerse a los mandos del cañón láser. Mark y Darko movieron la última caja por la compuerta de carga y comenzaron a mover el gran contenedor hacia la bodega de carga. Tan pronto como la esclusa se cerró y aseguró, Doble avisó al puente.

- Recibido, Doble. - dijo Lorna al escuchar el aviso de que la carga se había asegurado. - Scharhorst, impuso total, alejémonos de esos misiles. De Bligh, - añadió, mirando al ingeniero. - tiene los cálculos de salto. Impacto en 37 minutos. Sería conveniente que saltáramos mucho antes.

La patrullera seguía acelerando hacia ellos con una velocidad endiablada. Por el momento no había disparado una nueva salva, pero eso podía cambiar si se daban cuenta de la velocidad que podía llegar a alcanzar la Valkyria. Si descubrían que su aceleración, aunque inferior, era significativa, podían plantearse seguir lanzando más misiles antes de que pegaran el salto.

11:27 - 180-1097

La nave comienza a acelerar a toda velocidad, alejándose del punto en el que habían recogido la carga. Mark y Darko se encargaron de asegurar la carga en la bodega mientras se preparaba el salto.

Pavel comenzó a preparar el salto. El motor de salto le tenía preocupado desde hace tiempo. Por el momento habían podido realizar saltos sin problemas gracias a una combinación de tomarse su tiempo para ello y... algo de suerte. Conectó su programa de ayuda de ingeniería y empezó a realizar los cálculos, derivando energía a los motores y comenzando a derivar toneladas de hidrógeno hacia los motores para crear la singularidad que los propulsaría fuera del espacio normal a un pequeño universo de bolsillo que les dejaría, dentro de una semana, en Paal.

En principio, todo fue bien.

En poco más de diez minutos logró hacer funcionar el motor. El único problema casi imperceptible fue un pequeño silbido. Casi imperceptible, pero solo casi. Como el zumbido de oídos con el que te despiertas después de una buena borrachera.

Entonces, mientras los misiles aún se encontraban casi a 30 minutos de ellos y la patrullera seguía tratando de alcanzarlos, se notó la bajada habitual en las luces de la nave mientras toda la energía se derivaba a la creación de la singularidad.

A las 11:27, saltaron.

A las 11:28 comenzaron a escuchar el pitido que les acompañaría, cada vez más alto y con mayor intensidad, durante una semana.

Fin de la Escena