Partida Rol por web

Mi sable ha quedado trabado en la pared de madera de uno de los edificios del callejon.
Y me percato, de como el ultimo de nuestros oponentes se prepara para atacar.
Rápidamente desenfundo mis pistolas y apunto mientras digo.
¡No podemos perder mas tiempo aquí!. Acabemos con este saco de huesos maloliente acribillandolo!

El Doctor apunta de nuevo cuidadosamente, ignorando la sangre que le corre por el brazo. Su abuelo siempre le decía que la muerte, la capacidad de llevar la muerte a otros, es tan sencilla y simple como una bola de plomo.

BUM!!

La nube de pólvora y el fogonazo de la chispa iluminan en callejon un instante, mientras la bala sale disparada con poca puntería.

La bola de plomo sale disparada de la pistola de Spade en dirección a la cabeza del enemigo. Todo esto transcurre en cámara lenta.

El enemigo escucha la detonación a sus espaldas y muy lentamente se gira para ver de donde proviene el disparo y si es él el blanco. (¿Quién sino, esta mas solo que la una?)

La bala se acerca lentamente a su cráneo mientras que el esqueleto gira y gira, hasta quedar enfrentado a la bala.

Con un sonoro "crack" la bala de plomo perfora el cráneo del enemigo y sale despedida por detrás, haciendo que este caíga de rodillas, soltando sus armas a un lado, con los brazos muertos, con la cabeza gacha...

Pero es en ese momento, cuando su cabeza se levanta de repente, dejando ver el fuego extraño que sale de sus ojos, mientras rie como un poseso.

Empujado por un impulso que le viene no se sabe muy bien de donde, e ignorando por un instante el dolor de su brazo, Stan se tira sobre el doctor empujándolo al suelo al más estilo guardaespaldas.

-¡Al suelo!- dice, mientras los dos caen.

Spade se dejó arrastrar, aprovechando para rodar hasta un portal y, arrodillado, proceder a recargar la pistola metódicamente.

- Esto no me gusta nada...

Asombrado contemplo el resultado del disparo del doctor. Retrocedo un par de pasos mientras enfundo mis pistolas y digo.
¡Pero si parece una Granada!. ¡Rodrigo, a cubierto!. Vargo!. ¡Si me oyes,, no se te ocurra asomar la cabeza ahora!
Las demenciales carcajadas retumban por todo el callejón mientras continuo retrocediendo. Las llamaradas que salen de las cuencas vacías del cráneo parecen aumentar de intensidad.
Y yo, me alejo todo lo que puedo del cráneo y trato de ponerme a cubierto de la posible explosión detrás de los barriles que use de escondite.

Al ver la histeria general me contagio y me escondo rápidamente tras los barriles con Peter, pegando mi espalda contra ellos jadeando

Pero de donde caraio os habeís sacado que va explotar?? Le digo nada más llegar con mi sable aún en la mano.

Veo llegar a Rodrigo a mi improvisada barricada y cuando le escucho, responden tras reír brevemente.
Nunca se sabe amigo mio. Ten presente que acabamos de entablar combate con unos esqueletos revividos. A mi, ya no me sorprende nada en este asunto.
Entretanto, siguen resonando las carcajadas del engendro y yo, a media voz, añado.
Desde luego, si logramos acabar vivos tendremos que renegociar la recompensa. Mil monedas de oro, me parecen un pago demasiado escaso.

La cabeza del último enemigo comienza a brillar cada vez más... y más... y más...

Después, todos podéis ver desde vuestra posición como una luz cegadora parte desde la cabeza hacia todas direcciones, iluminando la noche cerrada de Tortuga como si fuera de día, para después, apagarse poco a poco, hasta no quedar nada de ella.

Os levantáis poco a poco de vuestras posiciones, intentando que las heridas que os han producido los enemigos no continúen sangrando presionando con las manos, y miráis el panorama...

De los enemigos sólo han quedado sus ropas y sus armas. Sus huesudos cuerpos han desaparecido a base de bien. No queda nada de sus huesillos, nada...

Tras el estallido de luz. Me levanto y dejo atrás el barril que me había cubierto.
En silencio examino el callejón. Si no fuera por las ropas y las armas desperdigadas, cualquiera diría que no ha pasado nada de nada.
Finalmente, voy mirando a mis compañeros y digo.
Puesto que nuestro Vigia y el buen doctor nada saben, creo conveniente informar.
Ahora miro directamente a ambos y añado.
Tanto Crow, nuestro navegante, como Carmen, una nueva en la tripulación, han desaparecido. Ocurrió delante de nuestras narices así por que si.
Ahora me dirijo hacia la pared en donde que do empotrado mi sable. Tras localizarlo, continuo hablando.
La verdad, que esto sea realmente magia negra o un engaño bien elaborado, me da lo mismo.
Tan solo considero necesario localizar de una vez por todas al responsable y partirlo en dos. Espero, que no desaparezca su cabeza también. Pues algo tendremos que presentar como prueba para poder reclamar la recompensa.
Doy un seco tirón a la empuñadura de mi sable para comprobar si cede.
Por lo que respecta a nosotros, doctor, tanto Rodrigo como yo estamos heridos. Intenta hacer tu trabajo lo mas rápidamente posible pues yo, al menos, no voy a cejar en esta cacería.
Dicho esto, vuelvo a tirar e mi sable mientras pregunto.
¿Tiene alguien alguna idea nueva?

Spade se sacude la tierra de los pantalones y mira a su alrededor, escuchando atentamente al Holandés. Mientras rebusca en su bolsa, preparando aguja e hilo, pregunta:

- ¿Qué recompensa? ¿Y quién es el sospechoso? Me temo que el señor Westen y yo estabamos también ocupados en un asunto, aunque creo que sea más primordial dar cuenta de dónde están nuestros tripulantes...

La carne va volviendo a su sitio y las heridas dejan de sangrar a medida que el Doctor hace honor a su nombre... sin recordar, aparentemente, la disputa mantenida horas antes con De Vries.

El doctor comienza con su tarea de suturar a todos los piratas, cortando la hemorragia que podía haber producido el cortes con las espadas oscuras de los esqueletos y tras unos minutos de rápido trabajo, todos estáis bastante mejor.

Tras la sutura, tenso los músculos de la espalda para comprobar que los puntos no cedan. Lo hago lentamente para no romperlos con mi movimiento. El doctor, ha hecho un buen trabajo. Y asintiendo como muestra de satisfacción por el trabajo, vuelvo a ponerme la camisa y el correaje cruzado en el que llevo una de mis pistolas.
La recompensa.
Digo yo
Son mil monedas de oro por cazar a un asesino de prostitutas que lleva demasiado tiempo moviendose libremente por Tortuga.
Y en cuanto a un sospechoso, no tenemos ninguno. Pero se me ocurren un par de cosas a raiz de nuestro reciente combate.
La primera, que ha de ser alguien adinerado y versado en cierta clase de conocimientos. Pues oponentes como estos a los que nos hemos enfrentado, no han de resultar baratos.
Y sonrio levemente al decir esto.
Y la segunda, es que debe ser alguien muy bien relacionado pues esta situación, habrá despertado ya la curiosidad de mas de uno. Y aun así, el culpable sigue conservando su anonimato

Me siento pensativo en uno de los barriles mientras el tiendo el brazo y el doctor se pone a trabajar en el, de vez en cuando mi cara refleja una mueca de dolor, la herida parece bastante fea.

¿Recompensa?... Recuerda que tienen a Crow, y a Carmen. ¿Pero que coño ha pasado aquí? Digo mirando al suelo brevemente 

por cierto ¿de donde salis vosotros? ¿os habeis enterado? tienen a Crow, y a Carmen, han aparecido de la nada y se los han llevado ¿por donde empezaremos ahora? hay que recabar información cuanto antes, cuanto más tardemos, más posibilidades de que los maten

en cuanto el doctor acaba conmigo me pongo a mirar los restos de los malditos esqueletos, en busca de alguna pista que nos pueda llevar a dar el siguiente paso.

-¿Un asesino de prostitutas? ¡Ese es al hombre que buscamos! ¡Sin duda! Vaya... mil monedaaaaAAAHHH! ¡Cuidado doctor!- el Doctor mira con mala cara a Stan, que no deja de moverse.- Mira, da igual... ya se curará

Se agacha para coger la pistola que había caído al suelo disimulando el dolor, orgulloso.

¿Qué hay de mi nene? =3

Mientras los demás están medio curándose, Vargo sale de entre las bolsas de basura estirando los brazos. Parece ser que la siesta ha sido realmente reparadora, por que se ha levantado bastante desconcertado.

Vargo os mira a unos y a otros sin saber muy bien que ha pasado y después, recuerda lo que habían venido a hacer al callejón, la cara de Crow, sus pintas y se sonríe... sin embargo... ¿donde están Crow y Carmen?

En ese momento, Rodrigo se pone a revisar las túnicas de los atacantes, y encuentra alguna que otra cosa interesante...

Rebuscando entre las ropas, encuentras, además de sus espadas, unos collares extraños.

Son unos collares de los cuales pende una bolsita de tela. Dentro de la bolsita parece haber hierbajos o algún tipo de planta, sin embargo, también hay algo más duro dentro de ella.

Abres una de las bolsas lejos de tu cara, ya que nunca sabes que puede saltar de allí dentro y extraes un hueso de un dedo.