Partida Rol por web

Con una mano, palpo a Carmen y la apoyo en una pared, conmigo delante para protegerla. apunto con el rifle a los ojos, con cuidado de que no se me cruce nadie.
-Carmen, haz una antorcha con algo de tela mi falda y la pata de esta mesa.- digo rompiendo de una patada la susodicha extremidad de la mesa.

Carmen, obedece a Crow sin pensar y estira de su falda hasta rasgarla. Se agacha, y a tientas, busca  la pata de la mesa, y una vez encontrada, hace la antorcha - ¿Y... ahora con qué la encendemos?

Hago un pequeño (kit kat)saco mi pistola, echo un poco de Ron de mi petaca al trapo y disparo hacia la ventana utilizando el fogonazo para encender la antorcha. Luego vuelvo a coger el rifle y cubrir a mis compañeros.

Con el rifle cargado Stan está vigilante, intentando divisar algo que les sea de utilidad durante los breves fogonazos de luz que le brindan sus compañeros

Ante el disparo del doctor, los dos ojos se mueven rápidamente esquivando la bala.

Después, lentamente los dos ojos se van acercando, lentamente, no parecen tener actitudes hostiles...

Muy despacio, los ojos se acercan a donde la luz de las ventanas iluminan la estancia... hasta que por fin podéis ver el rostro de lo que allí se esconde...

Habéis tardado muchos, amiguitos. Dice con voz rasposa.

Spade retrocede mientras recarga.

- ¡Decapitadla! ¡No dejéis que se os acerque!

Elisabeth suspira aliviada al ver a María... incluso sonríe tranquila dándo un paso hacia ella hasta que los gritos del doctor la alertan.

Un momento... ella misma había visto como ese esqueleto le arrancaba el corazón... No podía estar allí ahora... viva... al menos no con el corazón dentro de nuevo.

La mira, recelosa, dando varios pasos hacia atrás y cruzando los brazos sobre su pecho con los cuchillos en las manos, preparada para lanzarlos al menor signo de peligro.

Vargo se desploma de rodillas al suelo con una cara de tristeza que muchos no habían visto en la vida, junto con una lágrima que le regalima por la mejilla hasta caer en su falda - ..Maria.. - pronuncia con un hilo de voz mirándola atónito y dejando caer sus espadas..

Carmen, asombrada por todo lo que está pasando, antorcha en mano, frunce el ceño y se toma su tiempo para apuntar. No quiere cometer un fatídico error, aunque sabe que a una mujer normal en la oscuridad no le brillarían así los ojos... puede que sea otro huesitos.

Al ver a María, frunció el ceño, desenvainando el sable. La reacción de su guardaespaldas le hizo darse cuenta que algo pasaba. Se puso delante de Vargo antes de que se le ocurriera hacer algun disparate,ya que parecía que no iba a acompañarles en esa batalla.
¿Ahora dominas los muertos como marionetas? Su voz sonó con ira. Digamos que le molestó que usaran así el cuerpo de alguien que había sido de los suyos.

Markus comenzaba a enfadarse, no solo habían matado a una tripulante sino que además ahora la utilizaban como marioneta... Sin más, agarró a "María" de los hombros, y la lanzó hacia atrás de un empujón.

¡Necros! Dijo alzando la voz tras haberla alejado por unos instantes. Deja de hacer el imbecil y ven con nosotros a jugar de una maldita vez.

El empujón de Markus es impresionante... tremendo...

El cuerpo de María sale volando por los aires, varios metros más atrás, en dirección a una de las armaduras que se encuentran en la sala...

Su cuerpo se encorva hacia atrás cuando la espada de la armadura la atraviesa de lado a lado, quedándo allí clavada. Su cabeza cae hacia abajo mientra parece exhalar su último suspiro...

Sus ojos se cierran lentamente, poco a poco, para después... dejar de moverse.

Sin embargo, las puertas siguen cerradas.

Contemplo el cadáver de María ensartado en la espada de la armadura como si fuera una aceituna y no puedo evitar lamentarme por lo bajo.
Nada, miro de nuevo el cadáver y digo.
Un autentico desperdicio. Así es. Hubiéramos podido sacar bastante si llega a sobrevivir a este asunto.
Pero ya es demasiado tarde para perder mas tiempo. Por tanto, envaino mi sable y adelantandome unos pasos, examino la sala en la que nos hallamos.
Esta tiene tres accesos.
El primero, por el que hemos entrado, y otros dos mas hacia el fondo.
Y examinando las puertas, cierta sonrisa va apareciendo en mi rostro.
Me giro hacia mis compañeros y digo.
Gente, apartaos todo lo que podais. No e gusta estar encerrado y voy a poner remedio a esto ahora mismo. Id al otro extremo de la sala.
Conforme mis compañeros se van retirando, yo examino la puerta por la que hemos entrado. Madera maciza. Pero claro, todas las puertas tienen un punto debil.
Por tanto, saco una de mis granadas y aprovecho el asa de la jarra que he usado como recipiente para la carga, para insertala en el hueco que queda entre el suelo y la puerta. La explosión, sin duda, destrozara la madera convirtiendola en astillas pero sin llegar a dañar ninguna de la vigas de la estructura del techo.
Observo la mecha de la granada y memorizo su longitud.
Hecho esto, me aproximo a la segunda puerta y repito la operación.
Una vez que he colocado la granada, corto una pulgada de la mecha.
Y cuando llego ante la tercera puerta, repito la operación por tercera vez cortando dos pulgadas de mecha.
Son mechas cortas, un propelente muy rápido y quiero que todo reviente a la vez.
Hecho esto, vuelvo a la zona central y miro a mis compañeros. Y de nuevo, aparece en mi rostro cierta sonrisa.
Por supuesto, podría desmontar una de mis granadas y limitarme a usar la pólvora para destrozar los cerrojos de las puertas. Pero creo yo que así queda mas interesante.
Y mi sonrisa, se acentúa.
Ahora todos al suelo. Esto, va a producir música de la que a mi me gusta.
Agarro mi mechero de yesca y compruebo que no falla.
Y hecho esto, me acerco a la primera de la puertas y enciendo la mecha.
De inmediato corro hasta la segunda puerta. Me agacho y enciendo la segunda mecha.
Y corriendo aún mas, llego hasta la tercera de las puertas y enciendo la tercera mecha.
A Toda velocidad retrocedo hasta donde están mis compañeros, al otro extremo de la sala, y me lanzo al suelo mientras digo.
¡Agachad las cabezas, que nunca se sabe!.
Y con precisión milimetrica, retumban por la sala tres explosiones destrozando las tres puertas simultaneamente.
Destrozan las puertas, lo que haya al otro lado y resquebrajan las paredes de la sala en la que nos hallamos. Pedazos de madera y cascotes vuelan en todas direcciones. Y una nube de polvo cubre todo el lugar.
Y yo, no puedo evitar soltar una carcajada.
¡Eh Necross!. ¿Te gustan mis metodos?.

Todos hacéis caso a las palabras de Peter... claro, si no, os volaría la cabeza a todos...

El pirata pone las granadas con destreza, colocando todas en las tres puertas, en la que habéis entrado y en las dos que están justo al lado del cuerpo de Maria ensartado...

Dos de las granadas explotan con el clásico ¡BOOM! mientras que la tercera, en la puerta del costado de Maria, estalla también por la onda expansiva de la de al lado...

El cuerpo de Maria queda completamente despellejado por las granadas de Peter y cae al suelo junto con la armadura que la ensartaba, pero de repente, todos véis como el cuerpo de la chica comienza a moverse... a moverse y a agrandarse... a agrandarse mientras los huesos le salen del cuerpo y la dulce niña comienza a transformarse en una especie de engendro raro que os mira con los ojos inyectados en sangre... más precisamente mira a Peter... el mago de las granadas...

Tras la satisfactoria explosión, me levanto rápidamente y me acudo el polvo de mis negros ropajes.
Y en eso estoy cuando de pronto, me percato de que algo extraño sucede con el cuerpo de María.
Se agita, se convulsiona y, finalmente cambia a otra cosa distinta.
Algo que no es humano.
Y he aquí que esta bestia sin nombre parece fijarse en mi.
Naturalmente, doy un par de pasos al frente aproximandome a la criatura y desenvaino con cierta parsimonia.
Tras colocarme en posición de guardia, miro de arriba a abajo a mi rival y digo.
No sabia, María, que entre tus aficiones se contara el masoquismo. ¡Sea!. Aquí me tienes. A mi y a mi acero.
Cuando quieras, empezamos el baile.