Partida Rol por web

El monstruo había lanzado una especie de maldición a Zolgren y, al mismo tiempo, había absorbido parte de su vitalidad. Teníamos que acabar con él pronto o acabaría alimentándose de nosotros hasta dejarnos fuera de combate. Volvía a atacarlo, lanzándole tantos golpes como podía.

Aunque era de esperarse que la criatura se ensañara conmigo por haberle cortado la ruta de escape, la ferocidad de su ataque me toma por sorpresa y sus múltiples brazos impactan repetidamente en mi, haciéndome sentir como si estuviera siendo linchado por una iracunda turba de pueblerinos.

A pesar de estar sumamente dolorido y con la armadura abollada, estoy dispuesto a vender caro mi pellejo y por eso invoco en silencio el poder que me otorga mi dios, concentrándolo en el filo de mi mandoble para luego descargar un golpe en diagonal contra la criatura. Con un sádico placer, disfruto al ver como la hoja de mi espadón se abre camino por la carne de la odiada alimaña.

El golpe de Mattheus había llegado mientras los monjes volvían a lanzarse al asalto, el inquisidor, algo baqueteado había tardado un poco en recuperar la guardia tras en mandoble y volvía a alzarla cuando ya Yangol alcanzó su golpe, con Zolgren a punto de hacerlo por el lado contrario.

El gusanoide se tambaleaba y segregaba bastante icor fétido que no tenía pinta de ser ningún lubricante para facilitar excavar sino algo que debería estar por dentro del cuerpo cilíndrico del ser.

El asqueroso monstruo no se daba por vencido fácilmente y seguía peleando con todo su arsenal grimoso.
Zolgren aguantó como pudo el veneno que notaba correr por sus venas, y siguió atacando con la esperanza de reducirlo de una vez.

La aberración cayó al suelo con la andanada de Zolgren, mientras la energía oscura ya empezaba de nuevo a crepitar por su cuerpo, preludio de otro mordisco asesino y ladrón de vida.

Se agitaba como una cola de lagartija cortada, machacado y doblado en una posición extraña tras una tremenda patada que debía haberle partido lo que hiciera de espina dorsal en aquel mejunje de todo lo que daba asco. Aún así pudieron ver cómo las heridas más pequeñas empezaban a cerrarse incluso cuando dejó de agitarse y se quedó muy quieto, como muerto. Lo hacían muy poco a poco, pero de forma definitiva. 

La caída del bicho parecía haber calmado a Svenn lo suficiente para recuperar parte de su presencia de ánimo. Aunque, salvo porque se movía, no había nada que lo demostrara salvo que sus palabras sonaban entrecortadas, como si llegaran traídas por un viento racheado.

-"Avo... Avo... Avolakia... era un... Avolakia" - probablemente varias de ellas deberían ser exclamaciones y había un miedo que podía entenderse por el contexto, pero, a sus oídos, sonaba como si hablase en algún idioma extraño, monótono y lleno de pausas entre palabras.

La criatura, que Svenn identifica como un avolakia luego de recuperar la cordura, finalmente cae ante nuestro contraataque. Sin embargo, no puedo evitar notar que a pesar de que parece estar muerta, sus heridas continúan regenerándose.
Recordando la vez que participé de la cacería de un troll en mi plano natal y lo difícil que fue darle muerte, comienzo a hablar.

-Escuchadme, esto no ha terminado -le digo a mis compañeros- La criatura está curándose y si no hacemos algo ya, volverá a levantarse y tendremos que luchar otra vez contra ella -agrego sin dejar de mirar de reojo al avolakia- Normalmente sugeriría usar fuego pero en un espacio tan cerrado lo único que lograríamos será asfixiarnos antes de poder quemarla por completo. Aún así, tengo una idea mejor: Yo usaré mi magia para derretir su cuerpo con ácido mientras que vosotros os encargáis de infligirle el daño suficiente para obstaculizar su regeneración e impedir que recupere la consciencia. Sin embargo, como no soy un maldito mago, me llevará bastante tiempo, puede que incluso hasta una hora teniendo en cuenta su tamaño -digo explicándole mi plan al gith y al drow- Puede que no os guste golpear a alguien que está inconsciente en el suelo pero es la única forma de lograrlo sin tener que luchar contra esta alimaña una y otra vez... Ahh, y ni se os ocurra desmembrarla, si su regeneración es como la de los trolls, el más mínimo fragmento que sobreviva hará que continúe regresando a la vida.

Acto seguido, me giro hacia nuestro esquelético guía.

-Y tu Svenn, tómate el tiempo que necesites para recuperarte pero una vez que lo hagas, quiero que me digas todo lo que sepas sobre estas criaturas.

Sin intención de seguir perdiendo más tiempo, comienzo a lanzar mi hechizo de ácido contra el cuerpo de la criatura. Quien diría que un conjuro tan básico podría serme tan útil en este momento...

-Si hay que mantener ocupadas sus habilidades de regeneración, tengo unas sais con su nombre grabado.

Mattheus no podía sentir cierta aprensión mientras apuntaba su pequeño truco contra el ser. Ciertamente los trolls podían ser dañados tanto con ácido como con fuego y, hasta dónde llegaban sus conocimientos, todo ser regenerador tenía su némesis. Pero también era consciente de que no todos tenían la misma.

El ácido golpeó el cuerpo vermiforme, como si hubiera vaciado un vaso de chupito de absenta. Por supuesto chisporroteó un segundo quemando mientras los monjes molían a palos al ser que se había hecho pasar por Kayru en cuanto amenazaba con mover un músculo y la quemadura se quedó ahí, pero otras heridas más graves se iban aliviando.

Conforme pasaba un largo minuto, dejando caer salpicón tras salpicón de ácido, su esperanza fue mejorando. Parecía que ninguna de las quemaduras recibía ningún tratamiento de sus capacidades regeneradoras, pero llevaría mucho tiempo.

Su pelea no había pasado desapercibida y podían oír el ruido de hueso contra piedra que hacían los esqueletos al moverse y el arrastrar de pies propio de los zombis resonando por las cuevas. Aunque sobre todo la voz monótona de Svenn, explicando lo que sabía del ser, que tampoco parecía mucho.

-"Es el hombre del saco de los muertos vivientes, algo que nunca pensé que fuera real, de lo que se sólo oí en cuentos de viejas... Una criatura hecha con los retazos de las pesadillas de la carne viva, pero capaz de cambiar de forma, que depreda en los muertos vivientes. Devora no muertos como los seres vivos se devoran entre ellos. Y, cuando le faltan, mata a los vivos para reanimalos con necromancia, sólo para poder devorar su carne tocada por la energía negativa."

-Adelante Yangol, pero intenta no destriparlo demasiado -le digo sonriendo a mi compañero gith, utilizando el siniestro sentido del humor que me caracteriza.

A pesar de que mi conocimiento sobre los avolakias es prácticamente nulo, me alegra saber saber que mi intuición es correcta y que las tácticas contra los trolls también funcionan perfectamente contra estas repulsivas alimañas. Si llego a regresar con vida a mi plano natal, una de las primeras cosas que haré será ir al Norte e invitarle una ronda a ese Jinete de Nesmé retirado que me enseño a luchar contra los trolls.
Mientras conjuro orbes de ácido a diestra y siniestra, escucho con atención las palabras nuestro guía y en una de las pausas entre recitados le hablo.

-Tendrá un lugar entre los cuentos pero no está hecho de pesadillas sino de carne y bilis, y como ves tampoco está exento de la muerte -le digo a Svenn en un intento de disipar sus temores y que recupere su "gestualidad" habitual- Además, puede que devore no-muertos pero hasta que no terminemos con la investigación, no sabremos que es lo que ha hecho en verdad ni cuales han sido sus verdaderas intenciones -agrego al darme cuenta que el esqueleto no tardará en relacionar la presencia de un avolakia con la cada vez más probable "muerte" de su amada Clea- Por cierto Svenn, estoy escuchando como varios de tus compatriotas se están acercando así que si eres tan amable ¿podrías ir a la entrada del pasillo y hacernos el favor de hacer de guardia? Solo tendrías que pasar un tiempo manteniendo a raya a los curiosos, la investigación todavía no ha terminado y lo último que necesitamos es que un par de mirones corran el rumor de que hay un avolakia en la Naciones... Además, aprovecha el momento y haz que algunos hagan de mensajeros, diles que queremos que Mary y Acaste se reúnan con nosotros en el templo de Hargrimm ya que hay asuntos importantes que discutir.

Una vez que Svenn se marche y aprovechando el hueco entre hechizos, le hablo a mis compañeros.

-Como ya habéis escuchado, esta alimaña es casi una criatura de leyenda así que manteneros alerta -les digo con voz seria- No sabemos de lo que es capaz, incluso estando inconsciente.

-Si es una criatura de leyenda -dije mientras continuaba perforando aquel cuerpo blando con mis sais- entonces ha sido un honor luchar con ella. Procuraré que su final sea lo más rápido e indoloro posible, como un último favor a tan formidable enemigo.

A medida que su plan evolucionaba bien, los no muertos se acercaban más, algunos salían huyendo al ver el ser, pero poco a poco se formó una fila de curiosos que les vitoreaban átonamente o con gruñidos que, igualmente, podían ser vítores o gemidos hambrientos.

Habían pasado entre dos y tres minutos sin que el cadáver regenerase ninguna quemadura, pero sí buena parte del resto de heridas iniciales e, incluso, alguna de las nuevas que Yangol y Zolgren seguían infligiendo, sometiéndose a un baño de icores fétidos.

Cuando la pequeña clá de no muertos que les animaba a distancia prudencial se abrió para dejar pasar a Hargrimm y Svenn. El clérigo dirigió la cabeza hacia el avolakia, obviamente inexpresivo, al menos hasta que, por primera vez, su voz sobrenatural, diferente a la de otros esqueletos, formó el amago de la sombra de una sorpresa, al decir:

-"Increíble." - 

Tras la siguiente descarga de ácido, retomó el control y se dirigió a los aventureros.

-"Retiraos, buenas gentes, acabemos cuanto antes con éste ser de pesadilla sin darle opción a un último acto de maldad que pueda lisiar o envenenar a uno de vosotros."

Inmediatamente comenzó a preparar un conjuro que acumulaba fuego oscuro encima del avolakia, en una cantidad que a buen seguro terminaría de inicinerar el cuerpo indefenso a medio derretir.

Eventualmente, logramos acabar con la criatura.

-¿Y ahora qué?¿Cerramos el caso? -pregunté mientras me secaba el sudor de la frente.

Esa última golpiza se hizo sentir como si hubiera luchado en una gran batalla. Esas criaturas sí que eran duras.

Aunque funciona, mi plan progresa con lentitud y mientras lanzo el hechizo de ácido puedo ver desde el rabillo del ojo como la muchedumbre de curiosos que celebra nuestro éxito empieza a aumentar poco a poco. Tras varios minutos repitiendo lo mismo y con la lengua cansada de pronunciar siempre las mismas palabras arcanas, veo que la multitud se abre dándole paso a Hargrimm.
Luego de observar al avolakia con lo que parece ser un atisbo de sorpresa, el líder de los esqueletos nos pide que nos retiremos y comienza a conjurar un extraño fuego para así acabar de una vez por todas con la criatura.

-Si no le importa, prefiero quedarme hasta el final -le digo a Hargrimm- No soy de los que dejan los encargos a medias.

Cuando Yangol pregunta sobre el siguiente paso, no tardo en responderle.

-Todavía no, aún quedan preguntas sin contestar -le digo al gith- Busca entre las pertenencias de Kayru, si el avolakia sabía tanto de las conversaciones privadas que éste mantuvo con los no-muertos que le visitaban, de seguro debe de haber un diario o algún tipo de registro. Si lo encuentras, puede que así podamos determinar quienes fueron las víctimas del monstruo y quienes se marcharon por propia voluntad.

Dejándoles el registro a mis compañeros, yo continuo lanzando proyectiles de ácido contra la criatura. No es que desconfíe de las capacidades mágicas de Hargrimm sino que quiero asegurarme por mi mismo de que esa maldita alimaña no vuelva a levantarse.

Siguiendo las indicaciones de Matheus, comencé a urgar entre las pertenencias del falso Karyu, en busca de algún libro, pergamino o algún otro tipo de documento. Aunque tampoco descartaba la posibilidad de que guardara objetos personales de sus víctimas.

Tras conseguir destruir al avolaika y con ello parecía todo solucionado.
Si les iban a dar su recompensa, para Zolgren era suficiente.
Pero sus compañeros parecían seguir sospechando que algo se les escapaba de las manos y quisieron seguir registrando.
Para el Drow la verdad tenía poco de importancia, siempre y cuánto recibiera su recompensa y pudiera salir de Sigil.
Así que en el caso de recibirla se marcharía sin más.