Partida Rol por web

A pesar de la tensión que se había respirado durante un instante en el ambiente, la "escenita" no debía haber sorprendido excesivamente a los pasajeros, que volvieron a sus propios asuntos mientras alejabais al guardia de allí.

Una vez desarmado y superado en número no os fue difícil abandonarlo en el vagón de carga con los cadáveres de sus compañeros y bloquear la puerta para que no fuera capaz de volver al vagón. En poco tiempo os habíais librado de aquél problema y volvísteis al vagón de pasajeros, donde algunos se giraron de nuevo al escucharos entrar, pero sintiendo que ya os conocían de antes ninguno se concentró en vosotros.

Pierra pretendía avanzar ciegamente a comprobar el contenido del vagón, pero "El Chico" interpuso un brazo, impidéndole avanzar, y formuló una advertencia con el dedo. A continuación obligó al pobre James Carter a caminar por delante de vosotros; maniatado, casi completamente paralizado de miedo, y bruscamente "disfrazado" como un bandido, aunque un simple pañuelo destacaba demasiado con las elegantes ropas del hombre de negocios, tal vez fuera suficiente para engañar a alguien más de unos segundos.

Lentamente, y solo moviéndose bajo la amenaza del revolver, James Carter atravesó el pasillo como un marinero dando el "paseo por la tabla".

En el momento en que Carter llegó a la altura del compartimento central del vagón, de súbito aparecieron 3 agentes doblando la esquina y apuntándole a él y vigilando el extremo del pasillo en que veníais vosotros con sus rifles y revólveres. El pobre hombre de negocios no podía mover los brazos ni hablar, el único modo que tuvo de responder fue retroceder hasta la pared, agitando los hombros y emitiendo sonidos ininteligibles. Fue entonces cuando los agentes se percataron de que algo no iba bien.

Confusos, los agentes dudaron y no llegaron a disparar, tal vez pensando que podría haber más civiles camuflados entre los forajidos.

Una vez que nos hemos librado del guardia, volvemos al vagón. Me desplazo con Jack entre las filas de gente, avanzando hacia delante. Pasamos entre los pasajeros. No puedo evitar una punzada de envidia cuando veo a las señoras, con sus bonitos sombreros. A mí, que llevo una herida en el brazo y la mano, todas me parecen elegantes, incluso las más humildes.

Tanta calma, después de tantos tiros y tanto muerto, me pone nerviosa.

James estaba agazapado tras el umbral de la puerta. Cuando Carter se echó a un lado, el rifle de James asomó ocupando el sitio que había dejado libre y abrió fuego sobre uno de los tipos.
 

El banquero había avanzado por el pasillo como Thomas le había indicado. De pronto aparecieron tres hombres armados - ¡Lo sabía! - la única sorpresa fue que el banquero no acabara tiroteado como había esperado, cuando éste se puso a gimotear y mascullar de forma ininteligible.

Sin mediar palabra el viejo James había abierto fuego contra los guardias, aún antes que el propio J.J. quién, instantes después se unía a la masacre y descagaba el revólver contra los hombres que ocupaban pasillo, mientras un tablón a modo de esquina del vagón le servía de cobertura. Aunque su intención era acabar con los guardias tampoco parecía importarle demasiado alcanzar a Carter con una bala perdida y disparaba más con rapidez que con cuidado - Quizás el gordo nos valga para más adelante - .

"El Chico" había impedido que Pierre se adelantara, y quizás eso le había librado al francés de ser tiroteado por los (sorpresivamente) tres individuos que les esperaban.

Pierre no podía ver demasiado con tanta gente en el pasillo. Más que procurar alcanzar a sus tres rivales, se esforzó en buscar un hueco por el que apuntar entre sus compañeros y el tipo del banco, lo cuál le resultaba un tanto difícil.

Pierre se imaginó a si mismo como títere o un muñeco de feria bailando de un lado a otro, con tanto meneo como estaba haciendo de un lado a otro en esos momentos para poder asegurarse, al fín, un disparo.

Cuando finalmente apretó el gatillo, Grimauld chasqueó la lengua, decepcionado. No es que hubiera sido un gran tiro, la verdad.

Tras encargarse del guardia y despacharlo con la mayor prontitud posible, ambos forajidos tenían claro que debían seguir avanzando en dirección a los vagones de primera clase, si es que las palabras de aquel moribundo eran ciertas y no se trataba de su ultima broma antes de abandonar este mundo.

Al entrar en el vagón de pasajeros, Jack procuró ir en la medida de lo posible a la altura de Juanita por el lado del brazo que tenía herido, para intentar que pasara lo más desapercibido posible al resto de los pasajeros. Con la mayor tranquilidad posible, atravesaron andando el vagón en busca del siguiente.

Solo espero que no tengamos que atravesar todo el maldito tren de punta a punta para encontrar esa plata.

Una vez perdida la ventaja de la sorpresa, e incapaces de adelantarse a vuestros movimientos, dos de los guardias cayeron abatidos casi de inmediato por vuestros disparos. Era difícil decir quien había dado a quien, ya que todos os encontrabais en movimiento para intentar refugiaros tras algo que ofreciera un poco de protección contra los disparos.

Mientras tanto, el hombre del banco había aprovechado para echar a correr en dirección opuesta, alejándose de inmediato del campo de batalla. Podríais haber tenido la oportunidad de prestarle más atención, pero no fue posible en tanto que el agente restante del banco comenzó a abrir fuego contra vosotros, aunque de forma errática e incapaz de atinar a un blanco.

Tras varios disparos, el agente tuvo que dejar de disparar para recargar munición. Pensásteis que ese momento sería que inclinaría por completo la balanza a vuestro favor, pero entonces salió tras la esquina un último hombre que había permanecido oculto, vestido con una larga chaqueta blanquecina, la placa de marshall brillando ostentosamente en el pecho, y un rifle de manufactura similar al de McReady en sus manos. Con la tranquilidad que solo tenía alguien experimentado, levantó el rifle delante de sus ojos, apuntó solo por un instante, y disparó... acertando de lleno sobre el vientre de McReady.

En contra de los deseos de Lonegan, parecía que realmente os veríais obligados a avanzar hasta los primeros vagones del tren para encontrar lo que habíais venido a buscar. Los siguientes vagones fueron fáciles de atravesar sin tan siquiera llamar la atención, al menos los primeros...

El último vagón de segunda clase era poco menos que un caos, con los pasajeros en pánico; uno de los revisores del tren calmaba a una camarera con el uniforme cubierto de sangre y al borde de un ataque de nervios mientras esta explicaba cómo unos viajeros se habían identificado como atracadores y habían disparado a varios de los pasajeros del vagón-cafetería que se encontraba a continuación de en el que os encontrábais. A su alrededor, algunos hombres y mujeres en un estado similar corroboraban su historia.

Avanzamos intentando parecer calmados, por los vagones. Pero al llegar al quinto aquello es un hervidero. Lo bueno es que con tanto lío e incluso sangre, nos es más sencillo pasar desapercibidos. Una chica con uniforme está relatando un asalto al vagón cafeteria. "Los nuestros" intento transmitir con la mirada a Jack, pero sin decirlo en voz alta.

Aprovechando la atencion dedicada a la camarera y al resto de testigos que se arremolinan alrededor, avanzamos hasta la puerta para llegar al vagón cafetería.

-¡Sacre blue! ¡Han derribado a Mc Ready!- A Pierre se le pusieron los pelos de punta. Mc Ready no sólo era el mejor tirador de los tres si no, además, el más veterano. Si alguien había conseguido herir de gravedad a un tipo tan duro (y por lo que decían los rumores sobre Mc Reafy, curtido en el ejército), entonces estaban ante una situación jodida 

Sin pensárselo dos veces, El Francés cogió al veterano caído del cuello de la chaqueta, e intento arrastrarlo fuera de la linea de fuego, por una de las puertas laterales hacia algún compartimento, mientras le decía al chico: -¡Es solo un momento! ¡Ahora vuelvo!-

Mientras arrastraba a Mc Ready disparo con su arma, pero para hacer que el enemigo se asuatara , no para alcanzar a nadie.

El trayecto en dirección hacia la zona de primera clase parece tranquilo, hasta que entraron en el último vagón de segunda clase. Aquello estaba revolucionado, lo que ambos forajidos aprovecharon para pasar desapercibidos entre la confusión. De camino hacia la cafetería, Jack escuchó las temblorosas palabras de una camarera relatando que unos autodenominados asaltantes habían montado una escabechina disparando a varios hombres allí presentes.

¿Unos asaltantes en la cafetería? Los chicos no deben andar muy lejos.

Encaminándose hacia la entrada al vagón-cafetería, se acercó para comentarle discretamente a su compañera:

-El resto de los chicos no deben estar muy lejos, tenemos que dar con ellos y con la plata lo antes posible. Acabemos con esto antes de que se complique más la situación.

McReady recibe un disparo en el vientre que le provoca una fea herida. El exmilitar se echa la mano al vientre, trastablilleando hasta dar con la pared del vagón mientras sus ojos buscan al autor del disparo; un tipo al que no habían visto hasta ahora y que debía haber permanecido escondido en algún lugar. Sus ojos se cruzaron. El rostro de McReady expresaba dolor, impotencia y desprecio hacia el autor del disparo. Apenas teniéndose en pie, levantó su rifle con una mano temblorosa mientras con la otra seguía sujetándose inútilmente el vientre. Luego intentó buscar cobertura tras una fila de asientos.

Deseaba gritar de dolor y rabia, pero no le iba a dar esa satisfacción a su enemigo. Todo lo que pudo hacer, es apretar los dientes para contenerse.

James cayó al suelo hecho un ovillo y la sangre le empapó los pantalones al chico, que desvió la vista un instante y con un levísimo encogimiento de hombros abrió el tambor del revólver y dejó caer la munición gastada en el suelo. Mientras Pierre arrastraba a James fuera de la línea de tiro, el muchacho, ajeno a todo lo que no fuera aquella estrella reluciente, brillando en el pecho del marshall.

Apuntó el arma, llena de munición de nuevo, enfilándola hacia aquella estrella y apretó el gatillo una y otra vez. Los destellos le cegaban pero siguió apretando el gatillo hasta que el revólver giró por completo una segunda vez, golpeando los casquillos ya vacíos.

Las detonaciones de la pistola de J.J se repitieron de forma constante varios segundos, hasta que fueron sustituidas por los chasquidos del percutor al quedar vacía. Había conseguido acertar al sheriff cerca del hombro, el cual parecía dolorido y molesto, pero no cerca de la muerte. Con un movimiento rápido expulsó el casquillo vacío y lo sustituyó por un nuevo proyectil; entonces levantó de nuevo su arma y se escuchó una potente detonación que os recorrió todo el cuerpo...

Había sido McReady quien había disparado. Sujeto por Pierre para no caer al suelo y agarrándose el estómago agujereado había sido capaz de disparar un tiro certero con un rifle en su única mano libre. La estrella de marshall cayó al suelo cubierta de sangre, al igual que su dueño instantes después, como un muñeco de trapo al que se le escapaban silenciosamente espumarajos de sangre por la boca.

Únicamente quedaba un guardia, pero temblaba totalmente atemorizado como una rama vieja. En cuanto recuperó el control de sus piernas salió corriendo en la misma dirección de James Carter con la intención de abandonar ese vagón y poner toda la distancia posible entre él y vosotros. En apenas un segundo se perdió de la vista al doblar la esquina del pasillo huyendo con el rabo entre las piernas.

Vuestro avance por el vagón pasó desapercibido hasta que atravesásteis las puertas hacia el vagón-cafetería. Tras vosotros escuchásteis un - Eh, vosotros... - justo antes de cerrar la puerta. La cafetería estaba hecha un desastre, pero por lo que podíais ver "El Chico", McReady y "El Francés", si de verdad habían sido ellos, tampoco habían desbordado crueldad. Tan solo había dos cadáveres en el vagón, ambos armados, aunque un par de mesas volcadas, tazas y vasos rotos, y hojas de periódicos cubiertas de sangre por doquier hacían pensar que habían dado una buena lucha.

Sin perder demasiado tiempo continuásteis avanzando vagones; para cuando salísteis del vagón-cafetería para entrar al siguiente, todavía nadie os seguía los pasos.

El siguiente era el vagón restaurante, que parecía completamente vacío y sin signos de violencia; sin embargo en el siguiente, el vagón de primera clase, volvía a repetirse la escena de la cafetería. En esta ocasión había varios agujeros de bala por todas partes; tras una fila de asientos especialmente maltratada se encontraba un gigantón desangrado tras múltiples disparos, y en un asiento pocos metros más adelante había un agente del tren atado con su propio cinturón, y ejecutado con un tiro en la cabeza, rodeado de multitud de pequeños papeles, la mayoría de los cuales estaban cubiertos por su sangre, e ilegibles.

Los papeles habían dejado un rastro fácil de seguir hacia la puerta del siguiente vagón; al inclinaros a coger uno de los más limpios y alejados de la sangre fuisteis capaces de distinguir estampada la firma del First Bank, y en todos rezaba lo siguiente - BONO ESTATAL AL PORTADOR, VALOR: 200 $ -

Pasado el peligro inminente, McReady se desplomó sobre el suelo soltando el rifle y ahora sí, se quejó abiertamente. Su rostro palidecía por momentos y parecía a punto de perder la consciencia debido a la pérdida de sangre.

-¡Oh, Dios!-dijo apretando los dientes para contener el dolor-¡Ese...maldito hijo de puta...! Dadme un puto trapo...para taponar la herida.

Una vez consiguió algo lo puso sobre la herida de su vientre y apretó intentando dentro de lo posible contener la hemorragia, aunque sabía que si no conseguían un médico rápiradamente, no conseguiría ver un nuevo día. Un tiro como aquel aseguraba una muerte lenta y dolorosa.
 

Seguimos avanzando, ignorando si alguien nos llama la atención.
En la cafetería vemos también el resultado del avance de nuestros compañeros. Su actuación hace más sencillo nuestro avance. Cruzamos la cafetería y el restaurante sin nada fuera de lo esperado.
Pero entonces veo el agente atado, con el tiro en la cabeza. No me gusta. Se puede matar a quién sea cuando hay que salir adelante, pero un hombre atado no es una amenaza "¡Bah! Seguro que había un motivo"

Veo los papeles y cojo uno -¿Qué es esto?- le pregunto a Jack