Partida Rol por web

Nívea era una anciana de cabellos blancos como la nieve y ojos grises como el granizo. Llevaba siendo la líder del gimnasio Ventisca durante más de 40 años. Incluso en alguna época se había encargado de formar parte del alto mando de la liga Pokémon. Ahora prefería cuidar de su gimnasio que se hallaba en su pueblo natal. 

La mujer, sin ayuda de nadie, había decidido construir aquel pequeño edificio en el interior de una de las cuevas más famosas del pueblo. El hogar de Nívea era una pequeña aldea, con un par de bares, una veintena de casas y un único centro pokémon, pero ella había decidido poner su propio negocio, un gimnasio y también un bar de hielo.

El local tenía en la salida unos abrigos muy gordos que servirían para que se lo pusieran los recién llegados, dentro podrían tomar cualquier bebida, desde vodka muy frío para los más valientes o té helado para los más sencillos. Al fondo del lobby se podía ver lo que era el gimnasio y donde Nívea acudiría en caso de ser llamada.

En cuanto el aspirante entró por la puerta, Nívea sabía que venía a retarle a un combate, el local solían frecuentarlos personas de mayor edad y lugareños por lo que la líder ya se los conocía a todos, así que cuando lo vio aparecer, asintió ante su presencia y lo acompañó hasta el campo de batalla que se trataba de una pista de hielo con múltiples estalactitas y estalagmitas heladas que dificultaban la movilidad.

Bienvenida, le dijo educadamente, veo que aún no has conseguido tu primera medalla y que vienes retarme a mi para conseguirla. Entendido, el primero que logre vencer a un pokémon del rival, ganará el combate. ¿Entendido?

Tras aquella breve presentación, Nívea tomó su malla ball y sacó un gigantesco Walrein que al tocar el suelo provocó un temblor haciendo que un montón de chuzos de punta cayeran del techo estampándose contra el suelo. Segundos después una fuerte ventisca se desató en el campo de batalla para dar así razón al nombre del gimnasio.

había llegado al segundo gimnasio, no estaba del todo convencida pues la verdad era que fuera una de las mejores opciones, ya se había enterado que muchos de los demás entrenadores habían obtenido sus primeras medallas, mientras que ella aún no podía, pero al ver a su compañero que estaba seguro de seguir, le dio valor, y le sonrió justo antes de entrar en aquel helado gimnasio. Una ventisca se coló por sus ropas, y el dio mucho frío, haciendo castañear los dientes pero cuando vio a la anciana, guardó la compostura e hizo una reverencia. La líder de aquel gimnasio era toda una leyenda y era realmente un honor poder verla, aunque esperaba no hacerlo tan desastrosamente como en su primer combate. No por nada las mejillas de Elle se sonrojaron cuando mencionó que no había podido vencer en el primero de los combates,

Ahora, en el campo de batalla, Delphox tomó su posición y comenzó el primer asalto, pero cuando apareció Walrein, Elle arrugó el ceño, ese Pokemon tenía la ventaja del agua y de seguro intentaría atacar usando ese elemento, así que buscaría darle el primer ataque, el fuego haría mella en su constitución pero era un pokemón fuerte. 

— ¡Phox! ¡onda ignea ahora! — le ordenó a su compañero, buscando dar el primero de los golpes. 

Nívea estaba acostumbrada a que la retaran entrenadores con pokémon de tipo fuego. Al fin y al cabo, siempre uno de los pokémon iniciales eran de ese tipo y muchos la elegían a ella para retarla cuanto antes. Por eso siempre elegía a Walrein como su primer pokémon a luchar. Poseía una vigorosa salud y además siempre recurría a la misma estrategia, sanarse sus heridas recubriendo su cuerpo de un manto de agua. Además, el daño que solía provocar el granizo en otros pokémon, a Walrein le sentaba muy bien y ayudaba a sanar sus heridas. Por eso, a pesar de que Delphox había lanzado una potente onda ígnea, Walrein había aguantado el envite sin mucho problema. Y ahora que tenía una buena defensa forjada, Nívea no tardaría en pasar al ataque.

No se esperaba ese pokemón, y debió sacar su pokedex para saber qué era, sin embargo cuando ejecutó sus defensas supo inmediatamente que estaba en problemas, pues, si bien lograba darle, el pokemón recuperaría rápidamente su fuerza y el granizo afectaba a Phox.

— Phox mantente alejado, ¡atacado con Llama embrujada, ahora! — le indica a su pokemón, esperaba que ese ataque lograra darle cierta ventaja, pero lo que aquí debía intentar hacer, era disminuir su fuerza lo máximo posible y esquivar todos sus ataques, en especial si usaba algún tipo agua.

Nívea sonrió al ver que su pokémon se iba sobreponiendo al daño causado por el fuego de su rival, a pesar de que la potente llama que le habían lanzado había logrado disminuir su fuerza. La aspirante lo único que había conseguido era retrasar lo inevitable. ¡Surf! Gritó Nívea sin decir mucho más sobre esa orden. 

En ese instante una gigantesca ola se materializó y Walrein se montó en ella para golpear a Delphox que aunque lo intentó, no logró esquivarla. El pokémon de Elle estaba gravemente herido y el granizo que golpeaba contra su cuerpo no ayudaba en nada. 

Será mejor que te rindas. Le dijo Nívea. No retrases más lo inevitable. La medalla Frío está claro que no está hecha para ti. Dijo con una sonrisa para hacerle ver que sería mejor dejarlo como estaba y no seguir desgastando a su pokémon.

Fue con su Pokemon, más bien corrió hacia él, ya no seguiría, Phox intentó sobreponerse pero estaba lastimado y Elle no lo iba a exponer más, así que movió su brazo haciendo un gesto de que no seguiría, que no iba a atacarlo de nuevo, así que abrazó a su amigo y se disculpó por ser tan mala entrenadora, que lo había estropeado todo y que quizás era mejor volver a casa, que las peleas Pokemon no eran lo suyo. Sollozó un poco pero Phox la consoló, sonriéndole. 

Agradecieron a la entrenadora, y salieron del lugar, Elle había perdido toda la confianza que pudo haber tenido, ya resignada casi a volver a casa...

Nívea era una anciana de cabellos blancos como la nieve y ojos grises como el granizo. Llevaba siendo la líder del gimnasio Ventisca durante más de 40 años. Incluso en alguna época se había encargado de formar parte del alto mando de la liga Pokémon. Ahora prefería cuidar de su gimnasio que se hallaba en su pueblo natal. 

La mujer, sin ayuda de nadie, había decidido construir aquel pequeño edificio en el interior de una de las cuevas más famosas del pueblo. El hogar de Nívea era una pequeña aldea, con un par de bares, una veintena de casas y un único centro pokémon, pero ella había decidido poner su propio negocio, un gimnasio y también un bar de hielo.

El local tenía en la salida unos abrigos muy gordos que servirían para que se lo pusieran los recién llegados, dentro podrían tomar cualquier bebida, desde vodka muy frío para los más valientes o té helado para los más sencillos. Al fondo del lobby se podía ver lo que era el gimnasio y donde Nívea acudiría en caso de ser llamada.

En cuanto el aspirante entró por la puerta, Nívea sabía que venía a retarle a un combate, el local solían frecuentarlos personas de mayor edad y lugareños por lo que la líder ya se los conocía a todos, así que cuando lo vio aparecer, asintió ante su presencia y lo acompañó hasta el campo de batalla que se trataba de una pista de hielo con múltiples estalactitas y estalagmitas heladas que dificultaban la movilidad.

Bienvenido, le dijo educadamente, veo que ya tienes dos medallas y que vienes a retarme a mi para conseguir la siguiente. Entendido, haremos un combate triple, el primero que logre vencer a los pokémon del rival, ganará el combate. ¿Entendido?

Tras aquella breve presentación, Nívea tomó su malla ball y sacó un gigantesco Walrein que al tocar el suelo provocó un temblor haciendo que un montón de chuzos de punta cayeran del techo estampándose contra el suelo. Segundos después una fuerte ventisca se desató en el campo de batalla para dar así razón al nombre del gimnasio.

Tras él, Nívea sacó a dos pokémon más:

Froslass:

Y Vanilluxe:

Conoce el concepto de los bares de hielo, y al ser el único en el pueblo seguro que tiene mucho éxito... No es que realmente tenga mérito ni le importe. Taro viene a por la medalla, aunque tenga que ponerse un abrigo que a saber quién ha llevado puesto...

— Veo que no se anda con rodeos, señora — sonríe de manera ladina mientras rebusca dentro del abrigo para sacar sus tres Pokémon —. ¡Adelante, Gouvernante, Soleil y Duchesse! — a la izquierda de su campo de batalla se encuentra Gouvernante,en el centro, pudiendo alcanzar a cualquiera de los tres Pokémon de Nívea, se encuentra Soleil, y a la derecha, lejos del alcance del Froslass, se encuentra Duchesse —. ¡Gouvernante, usa Voltiocambio al centro! ¡Soleil, usa Lanzallamas a la derecha! ¡Duchesse, usa Lluevehojas también al centro! — incluso si hay cambio de posiciones en el campo, calcula que debería haber daños masivos en al menos dos de los tres Pokémon.

El combate entre Nívea y Taro dio comienzo de inmediato. Ninguno de los dos entrenadores se entretuvieron con conversaciones banales y a pesar de que las condiciones climáticas no estaban del lado del aspirante consiguió sobreponerse a ellas.

La mayoría de los pokemon de Taro fueron más rápidos que sus rivales, el primero en atacar fue Serperior que gracias a su habilidad respondón lanzó una poderosa tormenta de hojas que lejos de debilitar sus características le hizo más fuerte y golpeó seriamente a Walrein. Estaba claro que Taro sabía como entrenar a sus pokémon, pero Nívea también y el pokemon de agua y hielo consiguió sobreponerse a ese golpe tan duro y todo gracias a la buena salud que poseía.

Volcarona no tardó mucho más en intervenir y decidió hacer objetivo a Vanilluxe con un poderoso lanzallamas que lo debilitó al instante. Nívea sabía la debilidad que tenían sus pokémon contra el fuego, y por eso solía recurrir a Walrein para esos combates, pero al ser un combate triple y haber tantas posibilidades la entrenadora de tipo hielo empezaba a verse en un grave aprieto.

Fue entonces cuando ella dio la orden a su pokémon fantasma que cargara una esfera de oscuridad contra el otro fantasma que había frente a él, pero una vez más, Taro los había entrenado bien y Rotom fue capaz de sobrevivir al golpe para contraatacar con un ataque de tipo eléctrico pero contra Walrein y así debilitarle por completo.

Nívea devolvió a sus dos pokémon a sus pokéball y miró el terreno de batalla. La situación era desoladora, frente a su Frosslas había tres pokémon muy rápidos y casi sin heridas, era absurdo continuar con ese combate, pues aunque Froslass fuera fuerte no podría aguantar mucho más.

¡Buah! Está claro que sabes como entrenarlos. ¡Enhorabuena! Te mereces la medalla Frío. Has sabido cómo atacar y a quién y hacerlo todo en su justa medida y en el momento oportuno. ¡De nuevo, enhorabuena! Dijo mientras se acercaba a él y le tendía lo que sería su tercera medalla:

Nívea era una anciana de cabellos blancos como la nieve y ojos grises como el granizo. Llevaba siendo la líder del gimnasio Ventisca durante más de 40 años. Incluso en alguna época se había encargado de formar parte del alto mando de la liga Pokémon. Ahora prefería cuidar de su gimnasio que se hallaba en su pueblo natal. 

La mujer, sin ayuda de nadie, había decidido construir aquel pequeño edificio en el interior de una de las cuevas más famosas del pueblo. El hogar de Nívea era una pequeña aldea, con un par de bares, una veintena de casas y un único centro pokémon, pero ella había decidido poner su propio negocio, un gimnasio y también un bar de hielo.

El local tenía en la salida unos abrigos muy gordos que servirían para que se lo pusieran los recién llegados, dentro podrían tomar cualquier bebida, desde vodka muy frío para los más valientes o té helado para los más sencillos. Al fondo del lobby se podía ver lo que era el gimnasio y donde Nívea acudiría en caso de ser llamada.

En cuanto el aspirante entró por la puerta, Nívea sabía que venía a retarle a un combate, el local solían frecuentarlos personas de mayor edad y lugareños por lo que la líder ya se los conocía a todos, así que cuando lo vio aparecer, asintió ante su presencia y lo acompañó hasta el campo de batalla que se trataba de una pista de hielo con múltiples estalactitas y estalagmitas heladas que dificultaban la movilidad.

Bienvenida, le dijo educadamente, veo que aún no has conseguido tu primera medalla y que vienes retarme a mi para conseguirla. Entendido, el primero que logre vencer a un pokémon del rival, ganará el combate. ¿Entendido?

Tras aquella breve presentación, Nívea tomó su malla ball y sacó un gigantesco Walrein que al tocar el suelo provocó un temblor haciendo que un montón de chuzos de punta cayeran del techo estampándose contra el suelo. Segundos después una fuerte ventisca se desató en el campo de batalla para dar así razón al nombre del gimnasio.

Azura estaba maravillada por el gimnasio, era hermoso, estaba apunto de animarse a realizar un performance a los presentes del bar, cuando la líder la interrumpe - Un gusto soy Azura - dice y hace una reverencia al presentarse - Vamos allá - Azura sin lograr incorporarse, Walrein dio una presentación bastante agresiva que tomo de sorpresa a la bella joven

Azura evito unos chuzos que cayeron muy cerca de ella, así que no perdió mas tiempo y lanzo su pokeball - Vamos Emperador!!

Foco Resplandor!!

Será mejor que empecemos por protegernos. Gritó Nívea a su pokémon. ¡Adelante, usa Acua Aro! El pokémon generó una gran cantidad de agua que cubrió su cuerpo por unos momentos generando una especie de armadura de tonalidad azul.

Después Azura ordenó a su pokémon atacar con un rayo gris que golpeó de pleno en el cuerpo de su enorme rival, pero aunque el rayo fue muy poderoso, Walrein no sintió gran daño por el ataque. Segundos después, el acua que lo había cubierto sanó parte de sus heridas, y a continuación el hielo del granizo recubrió el agua sanándole aún más su heridas mientras que Empoleon sentía el impacto de la granizada en su férreo cuerpo.

La chica bailarina estaba sudando la gota gorda contra ese oponente, no se esperaba que su rival usase un tipo agua - Empoleon esta en desventaja - pensó la señorita

Vamos, vuelve a intentarlo con un Foco resplandor, camarada - Con determinación decide no rendirse todavía

Walrein y Empoleon eran dos pokémon de tipo agua y ninguno de los dos tenía una gran fortaleza contra el otro. Ambos pokémon estaban en igualdad de condiciones y eso lo que implicaba es que el combate se iba a alargar más de la cuenta. Además, aunque Empoleon tuviera un poco más de ventaja, Walrein era un pokémon muy resistente y su habilidad gélido sumada al acua aro que había ejecutado momentos antes iba a dificultar también que Empoleon lo derrotase.

Por eso, Walrein creó una ola para surfear contra Empoleon, pero su férreo cuerpo lo protegió sin sufrir mucho daño. Lo mismo le pasó a Walrein, que logró sobreponerse al segundo ataque de su rival.

La paciencia es algo que un entrenador debe tener para lograr grandes cosas -  Azura tenía oportunidad solo era no desistir - Walrein de nuevo!!  - Nadie podía decir que Azura no tenía determinación

Aquel combate iba a ser uno de desgaste. Ambos pokémon no tenían una gran potencia contra el otro, así que el pokémon que lograse asestar un golpe crítico antes que el otro, o el que lograse aguantar más sería el ganador. Para eso no quedaba más remedio que continuar repitiendo los mismos movimientos y eso Nívea lo sabía. ¡Vamos, Walrein! ¡Insiste!

Vamos... Un poco de suerte, si Emperador llega a acertar en una zona crítica como en la cabeza esto podría terminar - Un poco más, Emperador!! Foco resplandor