Partida Rol por web

La Baronesa hace lo que dice, a fin de cuentas no tiene ningún otro motivo para no hacerlo.

Al poner el reloj en la posición indicada, se retira el cristal hacia arriba permitiendos reuniros. Pero antes de avanzar a la siguiente habitación oís un "clack". Uno de los armarios que había en el lado de la cocina se abrió violentamente y dentro pudisteis encontrar... ¡A Drake!

Lo he visto, he visto lo que causa esto... - hablaba lentamente, tenía una gran herida en el abdomen. - Nos tratará como si de unas piezas más de su macabro puzzle se tratara ¡y nos dejará morir aquí por pura diversión! - cada vez la herida sangraba más y más... No le quedaba mucho tiempo, quizá el tiempo justo para que os despidierais de él.

-¿Este fue el que dejamos atrás?. ¿O es otro? -Pregúnto la Baronesa viendo a su herido compañero- ¡Todos los Pokemon me parecen iguales!. ¡Igualmente deliciosos!. -Se relamió los labios para terminar.

La Baronesa estaba totalmente alienada, no veía a aquellos Pokemon como humanos -o quizás sí, quien sabe-, sino como meros platos andantes, a fin de cuentas, toda su vida comió Pokemons, tener algo de variedad en la vida -y en la mesa- nunca está nada mal.

- Qué puzzle ni puzzle, quiero mi pizza; ¿eres el repartidor? Menuda mierda de atención al cliente, a la chica que tenéis cogiendo pedidos cambiarla por una gangosa que se le entendería mejor y encima tardaste mucho en traerla, olvídate de la propina.
Decía Jacobo cabreado porque el repartidor además había roto la salsa de tomate y se había manchado.

La puerta se cierra y parece que no hay forma humana ni pokemona de conseguir abrir el armario de nuevo. Parece que esa será la última vez que veréis a Drake. Decidís pasar a la siguiente habitación, parece un despacho en una buhardilla, donde hay un montón de archivos sobre una mesa, además de un teléfono y un proyector que parecía emitir de forma muy rápida y continuada algunas imágenes de lo que parecían una morgue y donde se podía ver perfectamente las puertas de los depósitos de cadáveres.

Habían un montón de sábanas en aquella habitación, sábanas que estaban colgadas y no dejaban pasar la corriente. Por suerte un ventilador muy majo en el techo os refrescaba ligeramente. Por último en el escritorio pudistéis encontrar un cajón cerrado con una llave...

Escucho a ver si el teléfono tiene tono, después miro el escritorio buscando papeles importantes.

Al ponerte el teléfono en la oreja oyes una voz bastante familiar.

Hola, quería pedir una pizza cuatro quesos por favor.

La Baronesa de Maxwell ya había trabajado lo suficiente jugando a mecanografiar, no estaba dispuesta a seguir trabajando por mucho más tiempo, por lo que decidió descolgar aquellas telas que tapaban la entrada de luz de la habitación; si podían ver el exterior quizás pudieran saber dónde se encontraban... Aunque en verdad sus motivos ocultos era hacerse una capa, túnica y turbante... Uno no sabe dónde pueden aparecer los Paparazzis.

Tras descolgar las sábanas... No pasa nada, solo que ahora las sábanas están en el suelo y hace un poco más de fresco gracias a que el ventilador ventila mejor. Tampoco hay ventanicas, por lo que la única luz es la del propio proyector.

-¿Con anchoas o piña? -Decía Jacobo al teléfono. -Bueno, en diez minutos estamos allí, serán 29,93€. No tengo cambio así que dámelos justos.

Por alguna extraña razón, parece que aquella voz tan familiar no podía escucharte.

¿Hola? Madre mía, que telepizza más malo, no me toman nota.

La Baronesa no dijo nada... tan solo se quedo mirando la no-existencia de las ventanas tras las sabanas algo molesta; pese a ello dejó en el suelo dichas sabanas recien descolgadas; si había un loco por ahí suelto -o encerrado-, al menos le iban a desordenar su cuarto.

Tras un buen rato sin hacer nada, en las imágenes que muestra el proyector, sale Maxwell de una de las cámaras mortuorias, con una llave en la mano. Apresurado, llega a una puerta donde utiliza dicha llave y desaparece de la estancia.

Los dos pokémons se miraban incrédulos. ¿Por qué salía Maxwell allí? Y lo más importante ¿por qué no salía Jacobo?

-Mi experiencia como alfarero me dice que esto es un problema de manguitos o de física cuántica de luces que van muy rápido y paran objetos.

Jacobo pone el proyector mirando hacia el ventilador

La Baronesa de Maxwell hace caso omiso a su compañero, le quita el proyector de la mano de Jacobo y lo trata de mover para hacerlo apuntar al ventilador que había en la habitación; si había Física cuántica de por medio, probablemente apuntar con una luz intermitente muy rápida a algo que se mueve en círculos iba a resultar... O imanes...

-Maldita sea... -Exclamó la Baronesa arrugando lo que podría considerarse como la nariz del Pokemon- ¡Siempre me toca trabajar!.

Al pararse el ventilador gracias a la luz del proyector, parece que podéis ver unos números "674" pero por mucho que lo ponéis en el candado del cajón, no podéis abrirlo.

Nuevamente os llama la atención el teléfono, donde podéis oír un "QUE QUIERO MI CUATRO QUESOS MALDITOS".

La Baronesa de Maxwell después de hacer todo el trabajo impidiendo que su compañero hiciera nada pese a que su solución también fuera correcta pues era la misma que realizó ella segundos más tarde, se acercó al teléfono y habló:

-674.

-Ay, pide para mí dos números 9, un número 9 gigante, un número 6 con extra de salsa, un número 7, dos números 45, uno de ellos con queso, y una soda grande.

Un pitido se oye a través del teléfono, la linea se corta y se oye un "Clack" debajo de donde estaba el teléfono. Ahora el cajón de la mesa parece que se puede mover con total libertad, de donde sacáis una llave, llave que parece encajar con la puerta que lleva a la siguiente habitación.