Partida Rol por web

-¿Y qué esperabas de un combate pokémon? -restalla Morti, airado. Ya no sonríe. -¿Que los pokémon se lanzaran besitos? -Sigue hablando con tono duro, levantando la voz, sin importarle que el muchacho se dé la vuelta y se aleje. -Cuando tu pokémon lanzase cuchilladas de aire al mío ¿qué crees que le iba a hacer? ¿Cosquillas? Puede que a los pokémon les divierta combatir, incluso que les guste, pero el peligro que corren es real. Si no estás dispuesto a aceptar esto, lo niegas o lo ignoras, no estás preparado para ser entrenador.

Resopla. Luego añade, en voz tono más bajo y sombrío, sin importarle si Fiódor lo oye o no:

-No iba a dejar que tu farfetch'd muriera. Soy un líder de gimnasio, no un vulgar asesino.

Tras esto, Morti concentra su atención en Zero. En respuesta a su comentario, se encoge de hombros y contesta:

-Será porque paso más tiempo entre los muertos que entre los vivos. En fin. Ya no tengo nada más que hacer en la torre... Si quieres hablar, hablemos.

Mi semblante es bastante más serio, la verdad es que me siento bastante perdido, no es una sensación normal en mi la de no saber si estoy a la altura de la misión, pero verdaderamente no lo se, y hay demasiado en juego. Estoy demasiado perdido, y eso no me gusta.

-¿Has oído hablar de la Orden de Lugia?- Le digo sin ningún atisbo de sonrisa, mirando a los lados por si hubiera algún oyente ajeno.

Morti parece súbitamente desconcertado.

-No. No lo he oído en mi vida. -Mira a Zero con suspicacia, frunciendo ligeramente el entrecejo, pero ahora tan serio como él. 

Analizo el rostro de Morti, ¿no sabe nada de la Orden? Siendo un líder de gimnasio esperaba que estuviese al tanto. No se me da mal leer los rostros, aunque el joven parece ser un experto poniendo cara de poker.
De todas formas motivos tenía de sobra para no desvelarme nada al respecto, si se había tragado que era un profesor, no sería algo que fuera a compartir conmigo.

Los dos debemos ir con pies de plomo, ya que en caso de estar al tanto nin guno queremos desvelar nada antes de saber lo que sabe el otro.
Por otro lado tampoco es que sea el tío más amistoso del mundo, así que podría estar diciendo la verdad, pero algo me escama...

Zero intenta leer en los claros ojos del líder, pero no logra estar seguro de lo que sabe. Su sorpresa parece genuina, pero lo que esté pasando realmente por su cabeza es un misterio.

El joven rubio le sostiene la mirada.

-¿Qué es esa Orden?

Aquel Morti era realmente bueno, y eso me tenía en un dilema, podía seguir dando palos de ciego o abrirme a él, pero eso ni si quiera me aseguraba ninguna buena información, aunque conociera la Orden era posible que todo lo que me hubiera contado sobre Celebi fuera cierto. ¿Me iba a arriesgar por tan poca cosa?

-¿Sabes que?, olvídalo, no importa.- Dije finalmente.- Que tenga un buen día señor líder.

Dicho esto me encaminé al centro pokémon. No podía ir desvelando el nombre de la Orden por tan poca cosa o conseguiría yo solito que dejara de ser secreta, no sabía en que estaba pensando, pero supongo que fue mera desesperación.

Morti se queda a cuadros. Primero me viene con lo de Celebi, luego quiere hablar en privado, luego me menciona esa Orden y ahora de repente cambia de idea y me deja aquí plantado. El líder intercambia una mirada con su gengar, que a todo esto seguía ahí flotando.

-Qué raro eres, tío -Le dice a Zero. Luego se encoge de hombros, hace un gesto de despedida y echa a andar también en dirección a la Ciudad, pero por otro camino diferente.

-Vamos, Clefairy.

El centro pokémon no está lleno de entrenadores: está atestado.

En la sala de espera de las urgencias, que es muy amplia, han puesto un generador improvisado, al que hay conectados mediante electrodos una cantidad ingente de pokémon eléctricos. El suelo está lleno de cables unidos con cinta aislante que se bifurcan en dirección a las distintas salas del centro. También hay alargaderas ("ladrones") por todas partes, y alargaderas conectadas a alargaderas.

Alrededor de los pokémon eléctricos (magnetons, pikachus, pichus, raichus, minun, plusle, voltorbs y otro sinfín de pokémon similares) están sus respectivos entrenadores, cada cual dando ánimos a sus pokémon, de forma que en las proximidades del generador hay una especie de corrillo alborotador de una veintena o treintena de personas.

El resto de espacio del centro está lleno de entrenadores que esperan ser atendidos, con sus quejumbrosos pokémon, y en las zonas tanto exteriores como interiores donde da la luz del sol (por ejemplo, junto a las cristaleras), hay enfermeras Joy, enfermeras no Joy, enfermeros y especialistas, en general, llevando a cabo consultas improvisadas, ya que muchas de las consultas han quedado inutilizables por ser interiores.

Una enfermera Joy (posiblemente, la que Zero vio antes en la comisaría), grita órdenes por encima del barullo general, y cada dos por tres pasa personal del centro corriendo y abriéndose paso a empujones entre la multitud congregada (los hay quienes se han sentado en el suelo cuando se han acabado las sillas de la sala de espera).

El efecto general es caótico y estresante.

El lugar me estresa nada más poner un pié en él, y en seguida tengo una visión de lo que podría suceder en todo el planeta si no detenemos a Celebi. Esto ya es una locura por si solo, pero imaginarlo en cada centro pokémon y hospital del mundo es desgarrador.
Aun así pensar en ello no me va a servir para nada, así que me limito a dar una vuelta manteniendo los oídos atentos a cualquier conversación que me pueda servir de utilidad.

Son alrededor de las 4 o las 5 de la tarde. Hace calor y el ambiente está cargado. 

Un entrenador reparte agua entre la gente, se ve que le ha pasado lo típico de "Voy a comprar unas botellas, ¿alguien más quiere?" y ha vuelto con recado para veinte.

El centro pokémon es un barullo de conversaciones continuo.

-...y entonces va y aparece con ese traje de flores con brillantina, y el pobre snubbull tenía una carita que parecía que se iba a echar a llorar...

(...)

-¡Tío! ¡Que el Magnetotrén ha sufrido un accidente!

-¡Qué dices! Pero, ¿no era que era el tren más seguro del mundo? Oye, ¿no venía Triz en ese tren?

-Sí, me acaba de mandar un mensaje contándomelo y diciendo que está bien. Supongo que como es tan seguro no ha habido heridos. Triz dice que el tren ha hecho una frenada de emergencia y se ha detenido justo antes de que se acabaran las vías.

-¿Que se acabaran las vías?

-Sí, mira... -El que habla le enseña al otro una foto en su pokégear.

-¡Hostia! ¿Eso son plantas? -dice pegando la cabeza a la del otro para mirar la pequeña pantalla. De repente, cae en la cuenta de algo. -¡Pero no gastes batería, hombre! ¿Qué vas a hacer cuando se te acabe, enchufar tu puta pokégear a mi minun?

-¡Tío, que mi novia casi la palma en ese maldito tren! Bueno, en realidad no, pero...

(...)

-...el problema está en que los centros pokémon tienen demasiada independencia, y claro, luego pasa lo que pasa. Con un gobierno más centralizado...

-¿Pero qué más centralizado quieres? Además, más poder para el gobierno significa más poder para los grupos de presión. A ver si te enteras, que a nosotros quien nos gobierna son las empresas, y quien hay detrás de ellas no es ni más ni menos que el Team Rocket.

-El Team Rocket está acabado...

(...)

-¡Un leafeon! <3 Nene, vamos a la granja Forrester a verlo.

-En cuanto atiendan a Zigza.

-En cuanto atiendan a Zigza, claro. Hombre hay cola, pero es solo una quemadura y ya le hemos puesto Antiquemar, estará bien enseguida...

-¡Guuu! -contesta el zigzagoon al oír su nombre.

-Y dime, ¿de dónde lo han sacado? ¿No se necesitaba una... piedra Musgo, Roca Musgo o como sea que se llame, de esas? Creía que no había ninguna en Johto... ¿Lo han importado?

-No, no, lo han evolucionado ellos. Creo que sí que hay una en el Encinar.

-¿Ah sí? O sea, que ¿hemos tenido una todo este tiempo y estábamos ahí, sin saberlo, como idiotas?

-O eso, o ha aparecido ahora.

Los dos novios se miran, con cara de ¿Eso puede ser? ¿Puede salir una piedra de esas características de repente, como si fuera un champiñón?

(...)

-¡Oh, Arceus! ¡No dejes que Shampi se muera!

-No seas exagerado, hombre, solo ha sido uno de sus ataques de asma. Que también hay que tener mala suerte para tener un pokémon asmático. La enfermera ha dicho que le han dado la medicina y está descansando.

-¡Mentiras, todo mentiras para hacerme sentirme mejor! ¡Oh, Shampi...!

(...)

-... qué morro tienen los trigaleños, ellos sí tienen luz... Y en Ciudad Olivo también.

-¿Quieres dejar ya la pokégear, Sarah?

-Claro, como aquí somos el culo del mundo... Todo Johto está conectado, y nosotros... Nosotros no: árboles en vez de postes eléctricos, ¡genial! ...Pero mira, es que hay luz hasta en el Parque Nacional. Allí, que no la necesitan para nada. Uy, que bonito está todo, mira cuántas flores... -Su compañera le quita la pokégear a la tal Sarah y se la apaga. Sigue un manoteo y una ristra de insultos.

-¡... te digo que esto tiene que ser un complot o alguien nos odia o algo, porque estamos rodeados y es solo a nosotros!

-¡Bueno, los trigaleños a los que tanta manía tienes han tenido lo del accidente del tren, ¿no?!

(...)

-Papi, ¿se va a poner bien Plumitas?

-Claro, cariño, verás como sale enseguida y está como nueva. -Y a continuación, girándose hacia el otro lado: -¡¡Moved el culo, joder!! ¡¡Que mi hijo está sufriendo por su pobre bicho!!

A pesar de que Fiódor pudo escuchar cada una de las palabras pronunciadas por Morti ni si quiera se volvió ni mucho menos respondió a ellas. Aún estaba furioso con él, pero aún así, era plenamente consciente que ceder y hacer caso a las irónicas palabras del joven no era lo más recomendable. Así pues, con su Pokémon aún adormecido en sus brazos, marchó hacia el pueblo en busca de un centro Pokémon cercano.

Como había supuesto se podía uno enterar de muchas cosas en un lugar como aquel, y al estar tan lleno no llamabas la atención si te acercabas a la gente para escuchar sus conversaciones. La idea de ver que había ocurrido con el magnetotren me atrajo, pero probablemente estaría lleno de gente y no me dejarían pasar, además dudaba que fuera a encontrar nada que no hubiera encontrado aquí, los destrozos de Celebi, pero no a Celebi...

Sin embargo el encinar si llamó más mi atención, ya lo había nombrado Morti, y ahora también había aparecido una Roca Musgo, fuera como fuese en aquel lugar puede que tuvieran más información del pokémon, tal vez una forma de seguirlo, invocarlo o encontrarlo. Así que ese sería mi destino.

El centro pokémon no está lleno de entrenadores: está atestado.

En la sala de espera de las urgencias, que es muy amplia, han puesto un generador improvisado, al que hay conectados mediante electrodos una cantidad ingente de pokémon eléctricos. El suelo está lleno de cables unidos con cinta aislante que se bifurcan en dirección a las distintas salas del centro. También hay alargaderas ("ladrones") por todas partes, y alargaderas conectadas a alargaderas.

Alrededor de los pokémon eléctricos (magnetons, pikachus, pichus, raichus, minun, plusle, voltorbs y otro sinfín de pokémon similares) están sus respectivos entrenadores, cada cual dando ánimos a sus pokémon, de forma que en las proximidades del generador hay una especie de corrillo alborotador de una veintena o treintena de personas.

El resto de espacio del centro está lleno de entrenadores que esperan ser atendidos, con sus quejumbrosos pokémon, y en las zonas tanto exteriores como interiores donde da la luz del sol (por ejemplo, junto a las cristaleras), hay enfermeras Joy, enfermeras no Joy, enfermeros y especialistas, en general, llevando a cabo consultas improvisadas, ya que muchas de las consultas han quedado inutilizables por ser interiores.

Una enfermera Joy, grita órdenes por encima del barullo general, y cada dos por tres pasa personal del centro corriendo y abriéndose paso a empujones entre la multitud congregada (los hay quienes se han sentado en el suelo cuando se han acabado las sillas de la sala de espera).

El efecto general es caótico y estresante.

Al poco rato de estar Fiódor en el Centro Pokémon, aparece también el profesor Jones.

Deben ser alrededor de las cinco de la tarde o así. El ambiente en el centro pokémon es asfixiante.

Zero puede coger un autobús hasta el Encinar, que tardará algo más de un par de horas en llegar, aunque probablemente para cuando termine (?) allí ya se haya hecho de noche.

Mientras está planteándose esto, su pokégear empieza a sonar.