Partida Rol por web

Astrid le dió una ultima sonrisa al pokemon antes de chequear las demas ventanas del lugar, pero ahora atenta a cualquier sonido y sigilosa. Solo tenía que comprobar al inquilino ocasional de la casa, pero hasta que no estuviese segura, prefería ir con cuidado. No quería tragarse mas somniferos, había quedado algo paranoica con eso.

Definitivamente, en la casa no hay ningún ser vivo, ni en la sala principal ni en el almacén, al menos hasta donde puede verse. Hay una ventana que tiene el postigo cerrado por dentro, que presumiblemente da a una habitación a la que se accede desde la sala principal; como no sea que haya alguien ahí, durmiendo, por ejemplo, o en el baño (?)... En cualquier caso, la llave de la puerta y la de la persiana del almacén están echadas, pero claramente se han abierto hace poco, y las bolsas que hay dentro también llevan ahí poco tiempo.

Tampoco se ve a nadie por los alrededores.

Astrid estuvo mirando alrededor buscando alguna opción de entrada alternativa y chequeando si las ventanas estaban del todo cerradas, quizá alguna estuviese sin seguro. De ultima instancia, buscaría algun lugar para ocultarse cerca de la entrada del sitio con las bolsas, esperando a ver quien entraba o salía al rato.

Las ventanas están todas cerradas por dentro.

En cuanto a esconderse, prácticamente cualquier lugar puede ser válido: el jardín es una selva llena de matojos de metro y medio. Ahora bien, aunque es fácil esconderse entre los matojos, también tiene una alta probabilidad de ser descubierta, sobre todo si llega alguien desde el aire. Quizá el mejor escondite sea detrás de la casa, o bien donde empiezan los árboles, ya más lejos de ella. Lo malo es que desde detrás de la casa no se puede ver nada, y malamente oír algo, y desde el perímetro de árboles, se puede ver algo de lejos, pero malamente se puede oír nada si el, los, la o los inquilinos vuelven (a no ser que se pongan a gritar).

Es pasada media tarde.

Astrid optó por esconderse entre los árboles, donde tenía mejor visión...y esperó, agazapada, y tensandose conforme pasaba el tiempo.

Al rato empieza a oscurecer.

Astrid estaba comenzando a aburrirse y comenzaba a tener algo de hambre y estar algo cansada, ya se había sentado de forma cómoda en su sitio y miraba ocasionalmente el camino aún así, negandose a perder atención.

Cuando la chica ya está casi a punto de irse, alguien se acerca por el sendero. Es una figura vestida de negro. Astrid entorna los ojos, forzando la vista. Sí, parece que... ¡es él!

Parece que el chico no la ha visto. Saca a su pidgeotto, le da unos objetos, que el pokémon pájaro coge con las patas, y le da unas indicaciones y la criatura sale volando.

Tras esto, el chico se mete en la casa.

Astrid apretó los dientes en silencio.

Te encontré, rata.

Astrid sacó a sus 3 pokemon y habló.

-Esta aqui. Vamos en silencio...

Indicó acercarse sigilosamente hacia una ventana. Llevaba a Shuichi cargando y dejaba que elekid le siguiera indicándole especialmente que no hiciera ruidos. Se acercó a una ventana relativamente alejada de la entrada, e hizo una señaa elekid romper el cristal con una descarga eléctrica mientras se colocaba el cubrebocas.

El pidgeotto no esta. No tiene a donde huir.

El elekid suelta una descarga, feliz de poder hacer algo divertido, y uno de los cristales de la casa estalla, derramando mil esquirlas dentro y fuera de la vivienda.

-¡Bien! Adentro, recuerden, si ven a un chico de pelo negro dentro, lo atacan sin cesar hasta que caiga, no importa si caigo dormida por alguna de sus cobardes tretas con somníferos.

Habló muy bajo, y ayudó a elekid a pasar del otro lado, luego a Shuichi, y finalmente paso ella misma, atenta y con precaución a la puerta de la estancia.