Partida Rol por web

Tras haber abierto la entrada mira a la chica y le pregunta -como te llamas?, quieres unas bayas para tu maltrecho pokemon?-  mientras habla suelta su abultada mochila junto a Bruce

-Oh no te preocupes, Fearow hace mucho se rompió el pico, no es algo que vaya a sanar, pero ha aprendido a vivir con ello.  Pero seguro le encantará alguna baya. Me llamo Astrid.

Luego miró con atención a Bill.

-¿No lo viste? Es de cabello negro, ropas oscuras, aspecto desalineado...¿de casualidad el pokemon en el que salió volando era un Pidgeotto?

-Ah, pues... -Se detiene un momento para hacer memoria. -Ahora que lo dices, creo que sí que había un chico así sentado cerca de mí en el tren, pero no lo he vuelto a ver... -Mientas dice esto mira alrededor, buscando la persona de la que habla entre los pasajeros. -No pude ver bien al pokémon en el que salió volando, ya que volaba a contraluz, pero yo diría que se trataba de un pájaro con plumas, sí, seguro, no un skarmory ni un golbat ni nada parecido. Ah, por cierto, yo soy Bill. Igual has oído hablar de mí, inventé el sistema de almacenamiento de los pokémon en los pokémon. Me parece terrible que la gente robe pokémon. ¡No es como robar una cartera! ¡Los pokémon tienen sentimientos! Mira, se me ocurre una cosa: alguna vez habrás usado mi sistema de almacenamiento, ¿no? Si el ladrón vuelve a introducir a tu vulpix en un ordenador, lo lleva a un centro pokémon o utiliza alguna otra aplicación informática en la que intervenga su pokéball, podré rastrearlo. -Baja la voz. -No hagáis correr la voz porque, eh, no es del todo legal que yo tenga acceso a esta información, pero es algo que está implícito en mi acceso al sistema, si no no podría llevar a cabo las tareas de mantenimiento. Además, no es como si fuera por ahí rastreando a los pokémon de la gente porque sí...

Tharion saca un par de bayas cidra y se las tiende a Astrid mientras observa a los pasajeros del magneto tren

Me llama la atenciónm el asunto del robo del Vulpix y escucho atentamente.

- Em... Astrid, verdad? Si no tienes lugar donde alojarte, puedes quedarte en mi granja, nosotros veníamos a por Bill, pero ya que estamos...- sonrío, amablemente

-De veras me ayudarías? Pero no me conoces...

Aparentemente solo a ella le había tocado encontrarse a un malviviente aprovechado.

-Puedo darte los datos sobre mi vulpix entonces. Claro que he oído hablar del sistema de almacenamiento, es grandioso. Una cosa mas...

Bajó la voz.

-¿Sabes donde opera el team Aqua? Se que es extranjero de Kanto, quizá el tipo que me robo estaba volviendo a su base, pero no puedo recorrer todo Jotho buscando.

Se giró al chico que le ofrecía hospedaje.

-Te lo agradezco mucho pero no me siento con ganas de parar ahora mismo. No creo que vaya a dormir hoy siquiera, tengo que seguir moviendome mientras el rastro esta fresco.

Entre los pasajeros no hay heridos. Algunos parecen enfadados, otros, simplemente resignados y la mayor parte, bastante aburridos.

Hay dos que están echando un combate pokémon: rattata contra snubbul. Fascinante.

-Claro. Solo necesito tu número de entrenadora. Eso es todo. -Conforme Astrid se lo dé, lo apunta en su pokégear. -¡Cómo no iba a ayudarte en un caso de injusticia tan claro! Es cierto que no te conozco de nada, pero no tienes forma de mentirme: en cuanto introduzca tu número en el sistema comprobaré que efectivamente tienes un vulpix y dónde se ha registrado su pokéball por última vez. Dame tu teléfono y te llamaré en cuanto sepa algo. -Si se lo das, lo apunta igualmente. -Además, una cara de preocupación así es difícil de fingir. De hecho, pareces cansada. Imagino que será lo último que te importe ahora, pero ¿has comido?

Respecto al Team Aqua... lo siento, en eso sí que no puedo ayudarte. No tengo ni idea. Eso es una banda criminal, ¿no? -Se dirige a Tharion, Bruce y Alex, aunque manteniendo un tono de voz discreto, al igual que la chica. -¿Alguna idea?

El otro chico que acompaña a Tharion y Bruce, que no ha abierto la boca más que para mascullar escuetamente su nombre al principio, interviene.

-¿El ladrón pertenece al Team Aqua? Desde luego, esos "Teams" son terribles: robando pokémon como si fueran objetos... Creo que todos lo hacen, ¿no? Darán los motivos que quieran, pero todos forman parte de la misma calaña de desalmados de la peor ralea. Es abominable. -Tiene una voz muy bien modulada, una forma de hablar tranquila y clara, y la mirada de sus ojos azules es fría y desapasionada, casi melancólica.

visto que el panorama no es serio y solo es una avería leve (si, leve, aunque halla crecido un bosque en la vías si no hay muertos ni Jan de por medio no sera tan grave) cunado escucha la palabra rastrear presta más atención a la conversación -si te apetece seguir la persecución a pie yo me ofrezco a acompañarte, solo necesito saber en que dirección se fue- se le nota que la idea de perseguir a una presa campo a traves le entusiasma

Astrid asintió dandole los datos a Bill con gusto, y registró el telefono del hombre también.

-Se llam Iri...la buscaba porque tiene un color de pelaje particular, es dorado en lugar de rojizo. Quiere...obligarla a hacer algo malo, quemar un edificio y robar algo. Me preocupa el hecho de que no va a obedecerle por las buenas...Iri es muy reacia con extraños, se intentara atacarle a la menor y el le hará daño en respuesta. Y peor aún, es capaz de dejarse morir de hambre, nunca acepta comida de nadie que no sea yo.ha tomado comida de nadie que no sea yo...

Asintió ante las palabras de Alex, y miró a Tharion.

-No se donde se fue...no se si quien salio volando es quien busco, muchas personas pueden tener pokemons voladores. Probaré preguntar a los demas pasajeros, alguien tuvo que haber visto salir volando al pokemon y ser capaz de decirme si era un pidgeotto o no. Si no...no se que haré, realmente.

Asiento y le hace gestos a Bill, a Tharion y a Alex de que estaría junto a los arboles, para cuando estén listos para volver. Debía contarle a sus padres lo del magnetotren. Tide lo miraba, inquieto.

Bill asiente.

-Mucha suerte. Si necesitas cualquier cosa, tienes mi número, y en cuanto sepa algo te llamaré yo. -Observa a Bruce- Creo que nosotros deberíamos irnos yendo. Puedes venir con nosotros si quieres. Ah, aunque antes... Espera un momento, Bruce.

Antes de salir por el agujero en la valla, se dirige a la parte frontal del tren y se agacha para examinar la extraña maleza que ha crecido. Arranca una ramita. Le cuesta hacerlo, porque es tremendamente flexible, viva. Al partirla, una brillante gota de savia mancha sus dedos. La guarda en su maletín.

Viendo esto, Alex se acerca también.

-Qué extraño, ¿qué ha podido causar un despliegue así, tan rápido?

Bill lo mira, pensativo.

-No tengo ni idea...

Alex se agacha, coge una ramita también y se la guarda cuidadosamente en el bolsillo.

Por su parte, Astrid pregunta a la gente*, más o menos con la misma desrcipción. Un par de personas afirman haber visto a un chico con esa descripción... que curiosamente es el único que falta, ya que los servicios de emergencia aún no han llegado. Un hombre asegura que el pokémon que salió volando era un pidgeotto y una chica, que al final reconoce que lo estuvo observando casi todo el viaje porque "era muy mono, jijiji" (antes de que Astrid le haya podido explicar que es un ladrón de pokémon), le indica que voló primero en dirección al sol y no se veía nada, pero que ella lo vio trazar una curva en el cielo y que se fue volando por el horizonte "hacia allá", mientras señala al oeste, es decir, la dirección por la que debería seguir el tren si no estuviera atascado.

al no tener nada que hacer, Tharion vuelve a cargar su mochila y en lo que Bill y Alex juegan con la hierva se acerca a la locomotora del magneto tren, le hecha un vistazo y se pasea un poco por la zona sin rumbo, pero sin perder de vista a su grupo

Era él, pensó con resolución.

-Fearow, ¿listo? Parece que tenemos un rastro aún -dijo con cierta esperanza. Se sujetó un poco la cabeza, la pregunta del hambre le había recordado que no había probado mas que un par de bayas hoy.

-Comeré algo al vuelo, literalmente -sonrió- Gracias por todo. Parece que el que salió volando era él, tengo que seguirlo. Se detuvo un instante a ver el desastre.

El guardián del bosque...gracias.

Sonrió, con nueva esperanza, convencida de que era una señal de que sus esfuerzos no eran en vano. Quizá pudiera alcanzarlo realmente antes de que le hiciera daño de verdad intentando obligarle a nada. Le estaba pisando los talones, y la naturaleza aparentemente estaba de su lado.

-¡Pues a volar! sigamos las vías hasta Jotho*- Sacó una ración de viaje de la mochila para comer algo durante el camino, quisiera o no, si no comía nada no estaría en plena condición para continuar la persecución.

Tharion se acerca a la locomotora, pero no hay nada especial, excepto las ramas se introducen por debajo del morro del tren. El maquinista está afuera, con la espalda apoyada en la puerta de la locomotora, comiéndose un bocadillo mientras espera que lleguen los servicios de rescate. Saluda con la cabeza a Tharion al verlo acercarse, pensando que debe de tratarse de alguno de los pasajeros. La azafata, con su faldita y todo, está sentada en la hierba junto al maquinista, con expresión de estrés y derrota.

Enseguida, Bill y Alex salen por el agujero en la valla y se reúnen con Bruce y Tide, preparados para marcharse.

Por su parte, Astrid monta en el fearow del pico roto -que lanza unos picotazos al aire en su dirección reclamando su parte de comida- y sale volando en dirección a Ciudad Trigal*.

Astrid se sobrecogió un poco aterrizando en el centro mismo de la ciudad mientras masticaba los restos de una ración de viaje, era enorme realmente. La comida no le sabía precisamente a algo que se le antojaba (que de hecho era pan tierno y recién hecho con jamón y queso de relleno, y jugo de uva), pero al menos le sació.

-Regresa, toma un descanso Fearow. Shuckle...¿te importa si te llamo Shuichi? Te queda bonito -comentó animada.- Ahora, a buscar a ese patán...

Observó el gran edificio de Devon, visible notoriamente en la ciudad, antes de mirar donde podía ir o si vepia algo extraño.

-Me pregunto si será la gran companía de esta región...quizá sea la que aquel maldito quiera robar.

-¡Ku, ku, kú! ^o^ -exclama el shuckle, encantado con su nuevo nombre. O quizá, simplemente, encantado de tener un nombre propio. Restriega su cabecita contra Astrid en señal de cariño. 

Astrid sacudió la cabeza desorientada, comprobando que el edificio era de otra cosa. Quizá se había confundido con algo que había leído en una revista. Miró hacia todos lados y no sabía donde ir realmente, así que de forma estandar se dirigió al centro pokemón para echar un vistazo dentro solo por las dudas, y luego al albergue a preguntar si alguien se había hospedado allí.

Procuró ubicar gente que pareciera que llevaba un buen rato en su posición, como guardias, vendedores ambulantes y cosas así, para preguntarles si no vieron a nadie aterrizar con un pidgeotto o bien si no habían visto un chico así y azá con la descripción de siempre.

En el Centro Pokémon no hay nadie que Astrid conozca, al igual que en el albergue, donde el recepcionista le informa de que se han registrado nueve entrenadores esa mañana, de distintos sexos y edades.

La mayor parte de personas a las que la chica pregunta, por su parte, aseguran a ver visto no a uno, sino al menos a media docena de personas con esa descripción a lo largo del día. Eso sí, nadie ha visto aterrizar ningún pidgeotto.

Ciudad Trigal es una ciudad muy grande. Es fácil perderse en ella. Sobre todo, si uno no quiere ser encontrado. Claro que, nunca se puede desaparecer del todo... *