Partida Rol por web

El gigantesco ser parecía ajeno a la presencia de Alina, y mientras seguía con la conversación que parecía que estaban manteniendo. Entonces parece que este lugar os provee de todo aquello que necesitais. Interesante...  El gigante se quedó pensativo mientras llegaba hasta la cueva donde se encontró con aquella chica.

La apuntó con el dedo y miró a Hoku, ¿maxhumano?

- ¡¡¡Aaah!!! -gritó Alina al salir de la cueva- ¡¡¡Mira Miki es Pietro, está bien, Pieeeetrooooo!!!

Comenzó a hacer aspavientos en la distancia, hasta que se percató bien de que tenía compañía y se puso colorada al extremo. ¡¿Y qué clase de ser monstruoso les acompañaba?! Al principio se asustó, pero el temor se convirtió en sorpresa al escucharle hablar, para posteriormente pasar a ser absoluta curiosidad.

- Miki, ¿tú también lo oyes hablar verdad? -murmuró hacia su compañera, no era la primera vez que la imaginación de Alina le jugaba malas pasadas.

Se quedó en el sitio parada con Daisy pegada a sus faldas, mirando con interés y tal vez demasiado fijamente a aquel pokémon, o lo que fuese. Tanto que no se paró demasiado a observar al señor musculoso y al niño. Ese pokémon parecía inteligente, pero a la chica le pareció un poco maleducado, señalándola de aquella manera y confundiéndola con un tal Max que ella no conocía de nada.

  - Oh no, -dijo de forma cándida- yo me llamo Alina, Alina Joy, encantada señor... Mono.

Se agarró los bordes de la faldilla e hizo una pequeña reverencia educada ante tan distinguido ser. Porque llevaba bastón y eso solo lo llevaban los viejos y los señores de alto copete. Le faltaba un sombrero para completar el atuendo, eso sí.  

Iba caminando tranquilamente junto a sus compañeros, de pronto el gran mono señalo a una chicha y pregunto si ella era Max, lo cual le causo mucha gracia, el pobre ser claramente no podía identificar las diferencias entre humanos, ni aun cuando estos fueran de otro género, ella sería la primera humana que él hubiera visto.

Por el saludo que ella envió a Prieto, le pareció obvio que ella era parte del grupo del cual él se había alejado, el chico algo oculto tras su Gengar hablo hacia la chica -Ho… Hola Alina, soy Rintaro y ella es mi compañera Sombra, el gran pokemon de apariencia de mono, es el rey/dios de esta isla, juntos estamos buscando la razón por la cual fuimos traídos desde nuestro mundo-

En cuanto escuchó el grito de Alina Pietro tuvo ganas de correr a abrazarla. También a Miki en cuanto la vio.

- ¡Si! - exclamó degustando la sensación de preocupar a alguien. Hacía mucho que Pietro no se sentía parte de un grupo y uno de los motivos por los que tenía tanto empeño en volver era por eso. 

Pietro carraspeó. 

- El Delibird dejó tres cajas, yo cogí y agité una... y volví a Pueblo Azalea. Estaba allí de repente, no sabía si había sido un sueño o qué demonios pero recordaba todo lo que había pasado. Tenía el meteorito delante de mi y.. en vez de irme a casa lo volví a tocar para volver aquí y volví inmediatamente al mismo sitio en el que nos encontramos por primera vez - dijo mirando a Alabaster y a Miki. Pietro se tomó una pausa en su relato y acarició a Scizor - En cuanto aparecí monté en la bicicleta y recorrí el camino de nuevo hacia la cueva. Pero entonces bajando por la ladera del volcán les vi a ellos - comentó señalando a sus nuevos compañeros - Y todos juntos hemos venido aquí. No sé si habrá más en este lugar... pero aquí ya estamos bastantes. 

Pietro terminó su relato y miró a sus compañeros. Examinó la cueva para ver si ahí todavía estaban las cajas.

- ¿Pittien? ¿No está? - preguntó notando que faltaba.

Hoku no pudo evitar reírse sonoramente cuando Monorme confundió a una chica con Max. Jajajajajaja. El luchador no pudo ni contestar, sin embargo, la propia joven se encargó de aclarar que no era Max.

Cuando se recuperó de su ataque de risa, el luchador se presentó a la gente que estaba en la cueva. Yo soy Hoku. Saludó con la mano. Y este es Hulk. Dijo señalando a Machamp.

Cuando terminó de hablar Rintaro, Hoku señaló al mono gigante y añadió. Monorme quiere examinar todos los trozos de meteorito para ver si comprende algo de lo que está pasando. ¿Os importa dejárselos? 

Ashley seguía durmiendo, o al menos medio dormida, por lo que no se enteró demasiado de la conversación que habían mantenido Miki y Alina en la cueva. Su intención era mantenerse despierta, o al menos en duermevela, pero al final había caído presa de un profundo sueño, producto del cansancio y las horas sin dormir.

Finalmente salió de la cueva arrastrando los pies tras los pasos de las chicas, acercándose al numeroso grupo mientras se restregaba un ojo. Comenzó a enfocar la conocida cara de Pietro y las desconocidas de los otros dos y sus pokémons. No tardó en notar la presencia de una "montaña" que no estaba allí cuando entraron en la cueva. Grande fue su sorpresa cuando comprendió que se trataba de otra especie de... ¿pokémon? Además, parlante.

Parpadeó un par de veces, con los ojos como platos, sin terminar de comprender lo que estaba sucediendo. Necesitó un lametón en toda la cara de Stoutland para recomponerse y ver que, efectivamente, todo aquello estaba pasando realmente. -Gracias- acarició el hocico de su pokémon con afecto y una pequeña sonrisa nerviosa. Al menos se había espabilado.

-Eh... Ashley- saludó, todavía con cierto reparo. -¿El dios/rey de la isla?- preguntó. -Y, ¿qué eres? ¿Un pokémon?- era la duda que llevaba asaltándole desde que llegaron a aquel extraño lugar. ¿Todas las criaturas que habían visto eran pokémons o... eran otra cosa? 

Alina: ¡¡¡Mira Miki es Pietro, está bien, Pieeeetrooooo!!!

 -¿En serio?, ¡genial! -exclamó.

Se dirigió rápidamente a la salida, seguida de Sada. Era todo un alivio, ya que todavía no sabían qué había sido de él. Las peores teorías apuntaban a que se había desintegrado en el vacío de la nada. 

Salió al exterior, pero allí no estaba solo Pietro; había un señor musculoso y un adolescente, todos con sus respectivos pokémon, aunque a duras penas pudo fijarse en ellos. El mono de cinco metros absorbió toda su atención, especialmente cuando comenzó a hablar.

Alina: Miki, ¿tú también lo oyes hablar verdad?

-AAaahhh -gritó en voz baja, como si estuviese pronunciando una A muy larga y de forma temerosa-. Sí que lo oigo sí...

Inspiró aire y la soltó lentamente. Si aquel gigantesco primate caminaba junto a ellos y les hablaba significaba que no era una amenaza, o al menos estaba segura de ello en un 80%.

-Y-yo soy la agente Miki Azuma, del departamento de policía de Johto -dijo nerviosa presentándose ante los demás. Seguidamente se hizo a un lado, presentando a su croconaw-. Y esta es Sada, mi compañera de trabajo, por así decirlo. 

Pietro comenzó a contarles como había regresado. La verdad era que si esos meteoritos podían devolverles a casa, era la mejor de las noticias que podían recibir. 

-Genial, al menos ya sabemos cómo regresar -dijo algo más entusiasta. 

Pietro: ¿Pittien? ¿No está?

-Fue a explorar hacia el norte, no creo que tarde mucho.

Hoku: Monorme quiere examinar todos los trozos de meteorito para ver si comprende algo de lo que está pasando. ¿Os importa dejárselos? 

-En absoluto, pero creo que no funcionan -se encogió de hombros-. De hecho, no parecían meteoritos, eran más bien como carbón. 

En realidad a Alina le daban un poco de miedo los pokémon tipo fantasma, pero sobre todo cuando se encontraban en sitios catalogados como "de mal rollo", cementerios, castillos, edificios abandonados, el pasillo oscuro de su casa... Pero desde que ayudaba en serio a mamá en el centro Pokémon, se había medio acostumbrado a su presencia y cuando había otras personas alrededor le gustaban bastante.

- Oh, hola Sombra, hola Rintaro, encantada -dijo alegremente acercándose un poco más al grupo y exclamando sorprendida con aquella nueva información-. ¡Un Rey Dios!

Se apresuró a dirigirle al regente de la isla una reverencia más pronunciada que la anterior, ante todo había que mostrar respeto ante una figura de autoridad como aquella. Especialmente si se quería conservar la cabeza en su sitio.  

- ¿¡Volviste!? -exclamó sorprendida a Pietro, pero a ella que no lo conocía tanto le supo muy mal haber truncado la vuelta del entrenador a su pueblo- Jo… ¿y viniste para avisarnos? Muchas gracias, Pietro. 

La agente de Johto respondió a la pregunta del entrenador y ella, completó el informe con detalles innecesarios.

- ¡Sí! Se fue con Alabaster a explorar los alrededores, ahí donde dice Miki mientras nosotras dormíamos, ahora íbamos nosotras a pasear y les habíamos dejado una nota en la pared de la cueva por si acaso, por si volvían, con un palo quemado, pero claro, no han vuelto y estáis vosotros. Así que supongo que ya no salimos a pasear y la nota no sirve, jeje.

Alina se embalaba hablando en muchas ocasiones y aquella era una de ellas. El hombre gigantesco que se presentó como Hoku explicó la presencia del dios Mono, aquello tenía su lógica, pero había un pequeño problema que se apresuró a explicar de carrerilla inmediatamente después de la agente Azuma.

- Oh pero… Es como dice ella, ya no quedan meteoritos. Solo había un pedrusco en la caja de Pietro y en las otras carbón, como el que te deja Santa Claus si eres malo, aunque no hemos sido malos, creo, y no las tocamos por si acaso, también apareció una tarta. No nos hemos comido la tarta todavía por si estaba envenenada o pasaba como en Alin… ay, Alicia en el país de las pokemaravillas y nos hacíamos innecesariamente grandes o muy pequeñitos. ¡Qué problema sería! -soltó una risilla- Aunque la verdad es que me dieron muchas ganas de probarla, tiene muy buena pinta.

El único motivo por el que había conseguido vencer a la tentación se llamaba miedo, el que Miki Azuma le había transmitido con su gran sentido de la responsabilidad.

Cuando escucho lo de los meteoritos se vio claramente decepcionado, le parecía interesante la idea que los meteoritos formaren una especie de rompecabezas, pero parece que solo eran especulaciones.

-Que mal, los meteoritos eran una buena pista, ahora solo queda lo investigar la columna de humo, pero creo que hay que esperar a vuestro compañero y también a Fran, él fue en búsqueda de Max, ambos eran parte de un grupo, junto a Hoku y yo-

Miro en dirección de donde vinieron, se notaba preocupación por aquellos que faltaban.

- Oh no, -dijo de forma cándida- yo me llamo Alina, Alina Joy, encantada señor... Mono.

Monorme se quedó confuso al ver a la chica. Muy pocos eran los pokémon que tenían diferencias considerables por su sexo, pero al ver a Alina comprendió que entre los maxhumanos sí que eran apreciables y aquella chica tenía que ser del sexo opuesto a sus compañeros. Se agachó para olisquearla y verla mejor y después sonrió: esta maxhumana huele mucho mejor que vosotros. Comentó. Me han bautizado como "Monorme", así que más que "señor mono" puedes llamarme asi. Parece que entre los maxhumanos necesitáis ponerle nombre a todo. 

Cuando terminó de hablar Rintaro, Hoku señaló al mono gigante y añadió. Monorme quiere examinar todos los trozos de meteorito para ver si comprende algo de lo que está pasando. ¿Os importa dejárselos? 

Sí, por favor. Dijo el gigantesco pokémon tras la petición de Hoku. Me gustaría verlos todos y analizarlos. Creo que estoy empezando a encontrar un patrón entre ellos. Luego asintió ante las palabras de Ashley, efectivamente se trataba de un pokémon nunca antes visto. Cuando vio los trozos de carbón los rechazó. Eso no es nada relevante, solo necesito los meteoritos que os hicieron llegar a este lugar.

Finalmente Ríntaro dijo que tenían que investigar la columna de humo, y fue entonces cuando se percató de que a las afueras de la cueva, donde les habían recibido, había una hoguera que habían creado ellos. Ese era el origen de la columna de humo que les había llamado la atención.

Ashley se balanceaba de un pie a otro con cierto nerviosismo. La presencia de ese gran pokémon no le tranquilizaba demasiado, a pesar de que pudiese darles las respuestas que buscaban. -Los meteoritos desaparecieron cuando nos transportaron- informó con cara de circunstancias. ¿Acaso alguno le habría dicho lo contrario? -Apareció un Delibird que nos trajo unas cajas, en una de ella había otro meteorito que hizo desaparecer a Pietro- señaló al hombre con la mano. -En otra había una tarta con una pinta deliciosa, pero dadas las circunstancias no nos podíamos fiar de tocarla.

Lo cierto es que a Alina le hizo gracia la curiosidad del gran Señor Mono, aunque se puso un poco nerviosa con la cercanía del mismo. Se sujetó la falda hacia abajo con fuerza mirando a Daisy con una sonrisilla incómoda, no fuese que con tanta investigación, al Gran Dios de la región le diese por fisgonear otras regiones que no debiera. 

Cuando soltó aquel comentario simpático, sonrió complacida, soltando una risita.

- ¡Oh, muchas gracias señor Mooo...norme! -a punto estuvo de llamarlo de nuevo como antes pero se corrigió a tiempo.  Ella no se notaba ningún olor, pero algunos pokémon o seres tenían el olfato mas desarrollado que los humanos, así que comprendió que le llegasen otros matices que a ellos se les escapan, eso, o tal vez... - ¡Ah, claro! Debe ser el champú de coco que he usado esta mañana -dijo de forma reflexiva, al fin y al cabo a los monos les gustaban las frutas, sin duda debía resultarle agradable-. Sí, usamos nombres distintos para identificarnos y diferenciarnos, imagínese que todo el mundo se llamase Teobaldo o Eustaquia, jeje, no habría forma de aclararnos.

Asintió a las palabras de Ashley con fastidio y los carrillos inflados, después miró al señor mono para añadir:

- Es verdad, nuestras piedras desaparecieron... ¡Ojalá apareciesen de nuevo!

Cuando Ashley dijo lo que paso con sus meteoritos los ojos del joven se abrieron de par en par -Que extraño, nuestros fragmentos estaban con nosotros cuando fuimos trasportados, ¿Cierto Hoku?- se dirigió a su gran compañero.

-Tal vez no viene a cuento, pero le pedí a Sobra buscar a uno de nuestros compañeros, pero ella no pudo hacerlo, al intentar alejarse de mi algo se lo impedía, ¿les ha pasado algo así a alguno de ustedes?- Rintaro pasa inquisitivamente su mirada por los rostros de todos los entrenadores esperando una respuesta.

El muchacho llamado Rintaro les preguntó algo que le resultó llamativo a Ashley, quien intercambió una mirada con su Stoutland. -A decir verdad, no hemos probado a separarnos- estaban demasiado desorientados, no conocían el lugar en el que se encontraban, lo último que quería era separarse de su compañera.

-¿Puedes intentarlo, Pititikli? Prueba a ir hasta la cueva y traer los paquetes que quedaban de los que nos trajo el Delibird- se lo pidió con cariño y compañerismo, acompañando sus palabras de unas caricias en el hocico de su pokémon.

Que el apodo que Hoku había puesto al gran pokémon hubiera sido aceptado hasta por él mismo le hizo sentirse orgulloso, una sonrisa se dibujó en sus labios cuando el mono se llamó a si mismo de aquella forma. 

Así es. Contestó el gigantón al pequeño Rintaro revolviéndole el pelo de la cabeza cariñosamente con la mano.

A Hoku se le abrieron los ojos como platos cuando la chica rubia mandó a su pokémon a por la tarta que el Delibird les había traido. Sus tripas agradecerían algo de comida. Si un delibird os trajo la tarta no puede ser mala, son pokémon que ayudan a los desfavorecidos. Hoku se encogió de hombros. Si se lo permitían, él la probaría.

Definitivamente aquel enorme primate no parecía una amenaza. De hecho, parecía hasta simpático... de momento.

Rintaro: Que extraño, nuestros fragmentos estaban con nosotros cuando fuimos trasportados, ¿Cierto Hoku?Tal vez no viene a cuento, pero le pedí a Sobra buscar a uno de nuestros compañeros, pero ella no pudo hacerlo, al intentar alejarse de mi algo se lo impedía, ¿les ha pasado algo así a alguno de ustedes?

Miki entrecerró los ojos, tratando de recordar.

-Juraría que el mío no, aunque... puede que estuviera tan en shock por lo que acababa de pasar que no le prestase atención y me olvidase de él.

No obstante, lo siguiente que comentó Rintaro le dio una idea. Si no recordaba mal, al teletransportarse, Miki había aparecido sola, o al menos no muy lejos de Pietro, pero quien no estaba con ella era Sada, que apareció después.

-Un momento, cuando aparecí, mi croconaw no estaba conmigo. Aparecimos en una playa, y al poco rato aparecieron nuestros pokémon -hizo una breve pausa, pensativa-. Quizás mi trozo de meteorito lo tenía Sada, pero lo abandonó al no servirle de nada.

Miki se giró hacia la croconaw y se agachó para comunicarse con ella, de un modo u otro.

-Sada, ¿apareciste con una cosa parecida a esta? -dijo enseñándole un trozo de carbón.

Stoutland hizo lo que Ashley se pidió y se dirigió a por los paquetes que había fuera de la cueva y se fue hasta allí sin problema. Si Ríntaro tenía razón, quizá tendrían que alejarse más para averiguar cuál era el límite de distanciamiento entre ellos, pero al menos unos metros sí que parecían ser suficientes. 

Sada asintió a la pregunta de Miki dando muestras de que había aparecido con ello. De pronto y sacándolo de quizá un pliego de su piel o de un bolsillo imaginario, sacó el trozo de meteorito que los había traído hasta ahí.* Después, el resto de pokémon hicieron un gesto similar y sacaron los fragmentos de meteorito que faltaban.

Monorme abrió los ojos y la boca emocionado por ver todas aquellas piezas y esperó a que sus dueños se los tendiesen para poder investigarlo.

No sintió nada extraño cuando su pokémon se alejó hacia la cueva. Tampoco era una gran distancia, pero le tranquilizó ver que no tuvo problema.

A la agente Miki se le ocurrió que quizás fueran sus pokémons quienes habían aparecido en aquel lugar con el fragmento de meteorito extraviado. Tras el gesto de Sada, los demás también sacaron los suyos. Ashley los miraba con asombro. No se le había ocurrido que Pititikli fuera quien guardaba el meteorito.

-Monorme, ¿verdad?- se dirigió al gran pokémon-dios de la isla utilizando el nombre que le había asignado la dulce Alina. -¿Es seguro tocarlos?- no podía evitar sentir desconfianza hacia esas piedras, pensando en que si las tocaban volverían a desaparecer.

 Si un delibird os trajo la tarta no puede ser mala, son pokémon que ayudan a los desfavorecidos.

- ¡Eso pensé yo! -dijo emocionada convenciéndose de que Hoku tenía razón, o tal vez porque alguien animaba sus ansias glotonas- pero luego me dio miedo... si tú la pruebas yo también comeré un trocito, o dos. 

Escuchó a Miki muy interesada, ella había buscado en su bolsito y estaba segura que no estaba. Entonces sus pokémon empezaron a sacar las piedras de lugares insospechados, Daisy metió su patita en el saco del huevo y sacó el pedazo de meteorito. Alina la miró casi tan sorprendida como Monorme.

- ¡Pero Daisy, pillina, podrías haber dicho algo! -dijo riéndose- Bueno, pues aquí están señor Monorme, todas para usted, jijiji.