Partida Rol por web

Alina y Daisy miraron hacia el exterior de la cueva sin preocuparse mucho, pero cuando quisieron darse cuenta, a lo lejos pudieron ver una figura humanoide que se acercaba hacia la cueva. No era del tamaño de una persona, era algo más pequeño y regordete. Teniendo en cuenta la locura que era aquel lugar, quizá se tratase efectivamente de Santa Claus, aunque era más pequeño para tratarse de él.

- Eeeeeh, chicos... ¿Santa Claus es bajito? -preguntó en voz bastante alta a sus compañeros desde la entrada, sonaba algo apurada y entró de pronto a la cueva, de nuevo, con la cara pálida señalando hacia afuera- ¡Hay un señor gordinflis y pequeñajo que viene hacia aquí! ¡¡¡¿Qué hacemos?!!!

Estaba claro que Alina no tenía la más remota idea de qué hacer ante una visita inesperada.

- Pittien, vamos, arriba - le dijo Pietro despertando a su compañero con unas palmadas en la espalda que intentaron ser cariñosas - Parece que tenemos visita... - añadió intentando que así se levantara algo antes. 

- Iré yo a echar un vistazo  - dijo al resto y se dirigió a Scizor al que hizo gestos para que le acompañara. - Amigo... primero no perdamos la paciencia, no sabemos si viene con buenas intenciones o con malas, de momento este lugar ha sido amable con nosotros, no debemos ser nosotros quienes cambiemos eso... otra cosa es defendernos, que lo haremos si es preciso, pero de momento cautela... y una sonrisa - dijo forzando él mismo una. La disertación de Pietro había sido en voz alta para que todos la escucharan aunque más bien era una reflexión para él mismo y para Scizor, no debían precipitarse.

Con dos zancadas se plantó en la entrada de la cueva y avanzó un poco hasta salir de ella con Scizor a su  lado. Pietro alzó los brazos y los agitó. 

- ¡Estamos aquí! - dijo intentando que aquella figura le viera - Sólo estamos descansado, nada más, hemos comido un poco lo que este lugar nos ha ofrecido... pero no hemos hecho nada más - enfatizó sin bajar los brazos. 

Scizor se mantenía al lado de él y tal vez el pokemon le imitara y alzara también sus pinzas... aquello si que tendría que ser una escena un poco graciosa. 

- Mi nombre es Pietro. - dijo presentándose y fijó sus ojos en aquella figura... tal vez fuera Santa Claus, tal vez fuera alguien hostil o un amigo... o tal vez fuera un pokemon.

Pittien se despertó, bastante sobresaltado. Más descansado, eso sí, aunque en el fondo su cabeza le decía que había dormido más bien poco, una cabezada, pero lo suficiente para recuperar frescor mental para saber qué pasaba algo. Se desperezó rápidamente, mirando a Pietro con asombro. ¿Visita? ¿Tenían visita?

-Ditto, vamos, ¿Qué pasará?- le parecía haber oído algo en sueños de Santa Claus, pero eso era del todo imposible... ¿o no? Aquel lugar era verdaderamente absurdo, así que Pittien corrió hacia la entrada, pero dejo actuar a Pietro. Este comenzó a hablar con la figura, y le decía que no habían hecho nada. Pittien asintió, y lo corroboró. 

-Cierto es, solo hemos hecho eso, porque estamos perdidos, ¿Sabe dónde estamos? ¿Qué pasa aquí?

​​​​​

Aquel era de los pocos pokémon que habían reconocido en ese extraño lugar al que habían llegado. Era un Delibird que dando pequeños pasos patizambos se acercó hasta la puerta de la cueva donde Scizor y Pietro se encontraban. No dijo absolutamente, simplemente dejó tres paquetes que sacó de un saco que llevaba y se marchó de allí a la misma velocidad a la que había llegado.

Poco tiempo después llegó Alabaster junto a su Eon cargado de un montón de leña que les serviría para hacer fuego y calentar la cueva. Extrañado miró los tres regalos que había a la entrada junto a Scizor y Pietro.

Durante ese momento en que el Delibird se acercó a toda velocidad y dejó los regalos, Pittien no pudo hacer nada. Se había levantado y había intentado preguntarle al Delibird cuando no sabía qué o quien era, y estaba lento, recién despertado. Y entonces, todos los de dentro de la cueva se dieron cuenta de que era un pokémon, y de hecho, un pokémon conocido, algo nuevo y tranquilizador en aquel mundo extraño y diferente. Pero él se fue, y casi sin poder hacer nada, Pittien miró al resto, absolutamente asombrado. 

Tres regalos, y ni un sólo comentario. 

Llegó Alabaster con la madera, quien  miró extrañado los regalos, y entonces Pittien recuperó la voz, y dijo:  

- Yo ya no se que pensar, ahora aparece un pokémon "normal", nos trae regalos, se va. ¿Qué habrá dentro? Yo ya me espero cualquier cosa. Otro trozo de meteorito, o a saber qué. - Habló como confuso, algo desubicado. El breve sueño le había sentado bien, pero de todos modos se encontró de nuevo con algo extraño en aquel lugar.  - Yo voy a ver qué tiene el de la izquierda. ¿O pensáis que será peligroso? 

Aquel Delibrid le desconcertó. Pietro no esperaba algo así... aunque era cierto que era mucho más creíble y esperable aquello que el hecho de ver a Santa Claus acercarse. Dejó que Scizor olisqueara los regalos y se agachó para examinarlos de cerca. Cogió uno, el del centro y acercó el de la izquierda a Pittien. Agitó ligeramente aquel regalo intentando adivinar qué podría haber en su interior y comenzó a abrirlo con mucha curiosidad.

- No creo que sean peligrosos, este lugar no parece peligroso.. es como si nos estuviera ayudando constantemente... aunque debemos estar alerta nunca se sabe cuando cambiarán las cosas, no creo que todo esto sea gratis, posiblemente nos pidan algo a cambio.. - comentó el ex-líder de gimnasio. Todo aquel lugar lo tenía totalmente atrapado, no entendía nada y confiaba en que a medida que pasara el tiempo las incógnitas se fueran clarificando.

Pietro estaba tan centrado en lo que acababa de pasar con Delibrid y los regalos que hasta que no estuvieron bien cerca no se percató de que Alabaster y Eon habían llegado de vuelta con la madera. Pietro se incorporó y les saludó con el regalo en sus manos.

- Veo que habéis tenido un rato muy fructífero - miro a Scizor y le hizo un gesto con la cabeza para que ayudara a cargar la madera - Haremos una hoguera fuera... seguro que no queremos ahumar toda la cueva - comento intentando hacer un medio chiste aunque su tono de voz era serio y siempre le costaba hacer chistes.

A Alina casi se le desencajó la mandíbula al ver aquello. Al menos reconocía qué pokemon era, pero era tan absurdo todo que de la sorpresa inicial paso a la risa y cuando el Delibird se marchó con la misma prisa con la que había llegado, se acercó ella y tomó emocionada el paquete de la derecha.

- ¡Mira Daisy, al final sí que era Santa Claus, jajaja!

Estaba ya tirando de la cinta con entusiasmo para abrir el regalo cuando Pittien la hizo dudar.

Pittien: [...] ¿O pensáis que será peligroso?

- ¡¿Peligroso?! -no, no lo había pensado, casi lanzó el paquete al suelo, pero al ver a Pietro casi tan confiado y curioso como ella, se lo pensó mejor y siguió con sus intenciones- ¿Y qué creéis que nos pedirán a cambio? No se me ocurre nada que yo pueda dar a cambio, sólo soy una estudiante y no tengo dinero, llevo en el monedero unas moneditas de las pequeñas. No me tendría que haber gastado la paga en lazos, zapatos y helado de chocolate...

Se sentó en el suelo al lado de Daisy y, esta vez con más cuidado, apoyando el paquete en el suelo se dispuso a abrirlo. En ese momento llegó Alabaster.

- ¡Eh Alabaster mira, nos han traido regalitos! Uy, cuanta leña.   

Pietro: Haremos una hoguera fuera... seguro que no queremos ahumar toda la cueva

- Sí, -contestó riendo- mejor fuera, porque nos podemos ahogar con tanta leña ardiendo y tampoco quiero oler como los aperitivos del abuelo.  

Cuando la misteriosa figura se acercó, Miki se levantó poniéndose de inmediato en alerta. Por mucho entrenamiento que hubiese recibido siempre se ponía nerviosa en aquellas situaciones, temiendo sobreactuarse, aunque en aquella ocasión le preocupaban más otras cosas. 

El resto también se levantó y se acercó a recibir al misterioso ser. 

Pittien: ¿O pensáis que será peligroso? 

Pietro: Amigo... primero no perdamos la paciencia, no sabemos si viene con buenas intenciones o con malas, de momento este lugar ha sido amable con nosotros, no debemos ser nosotros quienes cambiemos eso... otra cosa es defendernos, que lo haremos si es preciso, pero de momento cautela... y una sonrisa

-Tienes razón, deberíamos concederle el beneficio de la duda -dijo relajándose.  

A medida que se acercaba quedaba más claro que era un pokémon, y cuando se descubrió como un delibird, Miki torció el gesto. 

-Ai... de pequeña me daban algo de miedo. Siempre pensaba que eran personas disfrazadas -comentó. 

Desde luego no era lo peor que podían encontrarse, pero aún así sentía cierta inquietud. ¿Qué serían aquellos paquetes? por lo que tenía entendido los delibird solían llevar regalos, pero estando en aquel lugar tan extraño podría ser cualquier cosa. hasta el momento todo habían sido ventajas y comodidades, pero sentía que en cualquier momento algo se torcería. Como fuese, Alina ya se disponía a abrir uno de ellos. 

-Yo no me fío. Creo que habría que asegurarse antes de abrirlos.

En ese momento llegó también Alabaster con la madera para el fuego. 

-Gracias por la leña -le dijo, aunque enseguida volvió a centrarse en los regalos.

Con cautela, ella y la croconaw se acercaron los regalos para comprobar si había algo sospechoso.

Pietro agitó la caja y tuvo la sensación de que estuviera vacía...

No parecen emitir ningún sonido peligroso.

Daisy se colocó muy cerca de Alina para hacerle compañía mientras abría el regalo. Cuando quitaron la cinta al regalo y abrieron la caja vieron en su interior una piedra.

Por alguna razón, esa extraña piedra le parecía extrañamente familiar, aunque por lo que fuera no le daban ganas ni de cogerla.

En dirección Este a la cueva se abría paso Alabaster. Se le veía de buen ánimo, ya que pese a cargar con mucha madera en sus brazos, una efusiva sonrisa inundaba su rostro de alegría mientras Eon le seguía unos pasos más atrás. 

La parte inferior de su, ya no tan impecable kimono azul, estaba cubierta por una cobriza arenilla que relucía a la tenue luz del entorno. En ese momento el monje notó bastante movimiento en el campamento así que apresuró su paso. 

Al llegar frente a la cueva notó 3 singulares presentes en la entrada, junto a ellos estaban sus compañeros al parecer decidiendo que hacer con estos. Un tanto extrañado de la situación, Alabaster se incorporo al grupo con una clara expresión de desconcierto.

Ni siquiera tuvo que preguntar, ya que antes de decir palabra alguna, los demás se encargaron de detallarle la situación, cada uno en su propio estilo. En ese momento el Scizor de Pietro se le acercó para ayudarle con la madera, así que sin pensarlo dos veces este le entregó la pesada carga que traía. 

Intentó retirar lo que más pudo la suciedad de sus manos y de su traje antes de comentar algo. Todavía no podía creer lo que ocurría, a pesar de no esperar respuesta alguna por parte de sus compañeros, formuló en voz alta su interrogante: -¿Es cierto que un Delibird ha traído estos presentes para nosotros?- Parecía algo extraño, esa clase de Pokémon se caracterizaba por ayudar a expedicionarios en sus travesías en altas cumbres. 

Ladeó la cabeza sin comprender bien la situación, muy en el fondo el monje esperaba algo para comer, tal vez un dulce para acompañar el fuego que les daría algo de calor más tarde.

Al ver a sus compañeros tomar los regalos no pudo evitar decirles: -Espero que hayan sido unos chicos buenos, o sino Santa les traerá carbón.- Terminando su frase con una risa que intentó contener. 

Pietro enarcó una ceja cuando se dio cuenta de que la caja estaba vacía y se extrañó todavía más cuando vio que en el interior había una piedra. 

Cogió la caja en sus manos y cogió después la piedra apretándola fuerte en su mano. Quería asegurarse del tacto, de si la piedra se deshacía o aguantaba. Luego se la pasó a Scizor, una vez este dejó la madera en el suelo, para que hiciera lo mismo pero con más fuerza. Aguardó los resultados de aquellos improvisados experimentos. 

El ex-líder de gimnasio miró alrededor y buscó con su mirada a Pittien y a Miki. Tal vez ellos veían algo que a él se le escapaba, le parecían dos personas muy despiertas e imaginativas.

- ¿Entendéis algo? - preguntó extrañado. 

Miró la piedra de nuevo y entonces algo encajó en su cabeza. Chasqueó los dedos y sonrió.

- ¿Y si son para hacer fuego? - preguntó en voz alta y con su mano cogió otra de las piedras de los regalos y las chocó entre si intentando sacar una chispa. Con su mirada indicó a Scizor que fuera colocando la madera fuera de la cueva, si aquellas piedras eran para hacer fuego, dentro de poco estarían calientes - Si funciona.. sólo necesitaremos buena comida - sonrió.

Cuando Pittien vio la piedra del interior, se quedó algo asombrado. Eso parecía absurdo, y había que tener en cuenta que los delibird, cuando daban regalos lo hacían a alguien en Apuros... Y ahora resultaba que el regalo era una piedra. A priori, era algo absurdo. Mucho, de hecho. Pittien los miró a todos extrañados, y vio como Pietro hacia las pruebas, y comprobaba si era una roca de verdad. Tras eso, pidió verla. 

-No sé si será una piedra tal cual. Quiero decir, en las excavaciones que he visto de mi padre, civilizaciones antiguas hacían herramientas de piedra, otras inscribían cosas en ellas, o eran algún tipo de señal, de marca, de signo de poder ... Y no podemos olvidar que un meteorito nos trajo aquí, una roca del espacio. -Luego miró a Pietro y la ocurrencia del fuego- podría ser, algo de comer tenemos con la fruta, y con fuego para la madera... Pero eso solo reforzaría nuestra idea o intuición de que este lugar nos provee de lo que necesitamos, de algún modo. 

Y eso no le gustaba. No señor. Quería decir que de algún modo sabían lo que decían. Y eso no le gustaba, aunque no lo comentó. Podía ser un Pokémon psíquico, un gran sistema de vigilancia electrónica... O Arceus sabe qué...

Pititikli se acomodó junto a Ashley, que se había tumbado en una de las camas para catarla y evaluar su comodidad. Sí, sin duda descansarían apropiadamente. Al menos mejor que en el suelo, a la intemperie.

La atención de los demás se centró en la boca de la cueva, por lo que, curiosa, Ashley también se acercó. ¿Tendría razón con lo de Santa Claus? No exactamente, se trataba de un Delibird, pero no había estado muy lejos de acertar. Sonrió para sí.

Todos evaluaron los regalos, unos abrieron algunos mientras llegaba Alabaster con la leña.

-¿Y el tercero?- preguntó. El Delibird había dejado tres paquetes. Se acercó para coger el que quedaba para comprobar si también contenía una piedra en su interior.

Alina se quedó mirando el fondo de la caja frunciendo el ceño.

Alabaster: Espero que hayan sido unos chicos buenos, o sino Santa les traerá carbón.

- Jooo... pues creo que no hemos sido buenos porque aquí solo hay un pedrolo feo -dijo con desilusión agitando la caja que había abierto.

Pietro: ¿Entendéis algo?

- Nada de nada -admitió. 

Cuando vio a Pietro tan lanzado agarrando alegremente las piedras apartó de su alcance la caja que había abierto.

- ¡Pero no las toques, que dan mal rollito! Bueno, al menos esta es... -volvió a mirar dentro de la caja- no sé, es rara me recuerda a algo. 

Volvió a agitarla y sonó de nuevo la piedra rodando por la caja. Levantó la vista de golpe cuando habló Pittien.

- ¿Quieres decir que pueden ser más trozos de meteorito? -le acercó la caja para no coger la piedra con sus manos- Igual por eso me suena.

En cuanto Pietro agarró la piedra el hombre y su Scizor desaparecieron ante sus propios ojos llevándose consigo la extraña roca de apariencia familiar. El joven ex-líder había desaparecido y los demás se habían quedado sin poder investigarla.

Después Ashley se acercó al tercer paquete, el primero había contenido esa extraña piedra, el segundo lo habían sacudido y parecía que estaba vacío, aunque no lo habían comprobado y el tercero parecía tener algo en su interior.