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Pongamos que hablo de Madrid

Prólogo III: Rodrigo Lope de Carrasco y Pérez

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09/01/2012, 17:06
Director

Madrid, 10 de Diciembre del año de nuestro señor de 1624.

Llegaste hace un par de días a la real villa de Felipe IV. Te levantas descansado y con ánimos de emprender el día, que parece se levanta de buen humor. Aunque haga el frío típico de estas fechas, el sol da buen recibimiento a los que se atreven a salir.

Te vistes y bajas a matar el hambre con algo caliente, mientras, piensas, tendrás que buscar otro sitio más barato, o un trabajo, o las dos cosas.

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10/01/2012, 14:38
Rodrigo Lope de Carrasco y Pérez

Bajo lentamente los escalones, con la parsimonia de los que creen que la vida ya les ha dado todos los reveses que imaginarse cabe. Al llegar a la sala de la fonda en la que me hospedo, dirijo un rápido vistazo a todo cuanto allí se encuentre. Pocas son las veces que la fortuna acude a buscar a uno, pero siempre hay que andar espabilado, pues en cualquier barra puede hallarse acodado un demandante de aceros que pueda añadir algún escudo a la hueca faltriquera.

Mientras la luz que consigue entrar a la habitación baña mi rostro infundiéndole algo de calor, me acerco a la barra para pedir algo con lo que matar el pinchazo que sacude las tripas, así como algún vaso de vino que termine de despabilar (o que comience a dormir de nuevo) la sesera, al tiempo que calienta el cuerpo y calma la sed.

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10/01/2012, 16:48
Director

Ves que el mesonero, bajo, moreno, bigotazo de soldado viejo, delgado y cicatrizado, habla con un cliente que está sentado en la mesa. Un hombre mayor, de cuarentaitantos, ropa negra pero sin cruz ni insignia. Debe tener algún problema de piernas ya que lleba bastón.

-¿Quiere usted un bizcocho con garbanzos con carne de ayer?.-Le dice al otro hombre.

Seguido, os mira y pregunta:-¿Quiere usted comer algo?.-

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10/01/2012, 17:55
Rodrigo Lope de Carrasco y Pérez

Examino al mesonero con tiento, fijándome particularmente en su mostacho soldadesco, mientras, sin llegar a mirarle a los ojos, le digo:

-Vuestra merced dirá lo que guarda para yantar; no le haco mala mueca al bizcocho que le ha mentado al enlutado comensal -le digo mientras señalo con la vista al otro hombre. Y hablando del enlutado, tiene pinta de santurrón aunque no lleva tonsura ni crucifijo... ¿Conócelo vueced?

Soldado, o viejo soldado mejor dicho; esto es lo que nuestra católica majestad reserva para los que han dejado sus mejores años a su servicio... Pienso mientras dirigo una larga mirada al lugar, mientras los recuerdos, y con ellos la irritación, vuelven a mí.

...Esto o algo peor... Los desagradecidos hideputas...

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10/01/2012, 18:20
Director

Notas como los ojos de soldado, analíticos te observan.-Conozcolé de lo mismo que su merced,-concluye el mesonero.-Acaba de despertar y pide comida que llevarse al buche, excepto que llegó ayer de noche y es licenciado en arte de sutura.-
El mesonero entorna una puerta que hay detrás de la barra.-Isabel, dos esportillas de garbanzos y bizcocho de ayer.- Acto seguido te sirve una jarra de vino templado para calmar el frío.

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10/01/2012, 19:27
Director

Bebes el vino caliente que entra despejando tripas y alma, del frío. eEl mesonero está en la mesa del enlutado ya que este le preguntó por las nuevas de madrid y que quiere instalarse y ejercer oficio, a lo que contestó el hombre. -Poca cosa, aparte de lo de siempre.- El mesonero se secó las manos con un trapo.-Dicen que el jefe de alguaciles está buscando a un hombre y los corchetes están a la que salta para ver quién se lleva el gato al agua.-Una mujer asoma con los platos de comida, poniéndoos uno a cada comensal y el bizcocho lo parte el hombre con un cuchillo.-Pero de su oficio, nada.

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11/01/2012, 12:52
Rodrigo Lope de Carrasco y Pérez

Doy buena cuenta del guiso, empapando bein el bizcocho para ablandarlo y rebañar la grasa que quede en el plato. La verdad es que un estómago lleno sienta de maravilla.

Vaya, parece que hay cacería en casa de los alguaciles...  Tal vez sería una buena ocasión para apuntarme un tanto y ganar algún escudo...

Apurando el vino, le hago un leve gesto con la mirada al mesonero. Cuando vuelva a mi lado, le digo:

-¿Tendría vueced inconveniento en contarme algo sobre lo que se cuece entre los corchetes? No he podido evitar escuchar lo que comentaba con el enlutado comensal.

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11/01/2012, 20:17
Director

-Lástima-. Comenta el otro contertulio prosiguiendo con los garbanzos y el vino caliente.
El mesonero, que fijose en la indirecta de vuestra mirada y como halcón viejo que acecha, recogiendo el vino y escuchando vuestra pregunta, contesta mientras repone el vino.-Al parecer,-comenta torciendo el mostacho,-unos lindos encontraron a dos bravucones en sus salidas nocturnas de mancebías y flirteos cuando estos, al paso por la calle de los peligros, que se acogian a casa, resolvieron que dos mas dos son cuatro y de cuatro reales, dos pa cada uno. Asi que se encomendaron a santa Eufemia con mucho alboroto. Cuando llegó la partida de alguaciles y corchetes, uno de los lindos estaba herido grave con uno de los barateros, con la gola atravesada, mientras el otro se acogía a las de villadiego.-Dejando la jarra de vino en la mesa se encoje de hombros.-Ignoro sus nombres y su religión, pero deben ser hijosdalguien para mover tanta gura.-  
 

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12/01/2012, 18:53
Director

El médico se levanta, hace una seña al mesonero y paga 21 reales religiosamente antes de irse y oirle preguntar al mesonero si le guardaba cama para la noche, que, aunque lejos, no viene mal ser precavidos.

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12/01/2012, 23:53
Director

Le oyes decir que sí y al salir el, aparece en el umbral otro. Tan alto como tú pero más delgado, ropa ligera y bien planchada, sombrero ancho con pluma y toledana al cinto, que mira al mesonero.

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13/01/2012, 14:02
Rodrigo Lope de Carrasco y Pérez

Me atuso la cara meintras pienso que no sería mal negocio averiguar algo más sobre el revuelo ocasionado por esos lindos, más si llevan a la corchetería tras de ellos... Aunque no sé si pagarían mejor los alguaciles por llevarles bien mansos a los lindos, o los lindos por limpiarles el rastro a los alguaciles... Será cuestión de ver a cual dellos es más fácil encontrar por las calles de la villa.

Mientras llamo al mesonero para aflojar lo debido, observo atentamente al recién llegado, sin cuidado alguno de evitar que note mi vista puesta en él.