Partida Rol por web

Precariedad

Jueves 25 Abril 1996

Cargando editor
27/05/2010, 17:06
Director
Sólo para el director

Dacijaj. Hotel Dacijaj. Jueves25 - Abril - 1996, 15:15. Recepción.

 

Convergencia entre:

 

Senka Njego -> Viene de la escena ...Jueves 25 Abril

Jurgen Barac -> Viene de la escena ....Jueves 25 Abril

 

 

Cargando editor
31/05/2010, 09:11
Director

Dacijaj. Hotel Dacijaj. Jueves25 - Abril - 1996, 18:19. Recepción.

Cargando editor
31/05/2010, 09:44
Jürgen Banjac

El ambiente del interior y el mobiliario sugerían un lugar acogedor. El tiempo inclemente del exterior poco tenía que ver con el agradable aspecto del hotel, por lo menos en contraste con su fachada más sobria y gris. Me acerqué a la mesa de recepción, en la que reposaba el libro de huéspedes, pero tras la que no había recepcionista alguno.

Miré a mi alrededor, buscando a algún empleado, pero únicamente crucé a mirada con dos personas, huéspedes supuse, que reposaban en unos sofás cercanos al hogar, que emitía un tembloroso destello anaranjado con ese peculiar chisporroteo del fuego sobre la madera. Hice un gesto, asintiendo con la cabeza a modo de saludo dirigido al hombre y a la mujer.

Nuevamente me giré hacia el mostrador, fijándome ahora en mis botas salpicadas y húmedas por la nieve. Me sacudí los hombros del anorak negro y la parte alta de los pantalones tejanos, temiendo que me hubiese manchado al transportar mi equipaje sacándolo del maletero. La nevada del exterior era considerable y era de agradecer la ropa de abrigo.

Parecía que nadie me había escuchado.... salvo el hombre y la mujer. Así que tras aguardar unos instantes sin que nadie del hotel apareciera, me giré y me acerqué a los sofás lentamente.

"-Disculpen...

- dije tratando de recuperar el acento de mi oxidado idioma paterno -

¿Saben dónde puedo encontrar al recepcionista?

Cargando editor
31/05/2010, 14:19
Senka Njego

Para cuando se abrió la puerta, la muchacha ya tenía un rostro mucho menos tenso, el alivio era evidente en sus bonitos rasgos. Asintió con una tenue sonrisa en los labios, mientras escuchaba unos pasos de alguien que acaba de entrar al hostal.

Muchísimas gracias, se lo agradezco de verdad.- Tenía la espinita de que iba a estar sola en el delicado asunto, pero bueno, eso tampoco era tan anormal para ella.
 
Con la papeleta algo más resuelta, se giró para observar con curiosidad al recién llegado, recostándose un poco en el asiento del sillón, el gorrito verde que tenía entre sus manos lo colocó en su regazo. -Buenos días- Fue todo lo que contestó al ver el lejano saludo del hombre, frotó un poco las manos aunque en realidad no necesitaban entrar en calor, pues ya llevaba un rato en la recepción.
 
Cuando comprobó visualmente que sus pertenencias, depositadas en un rincón de la recepción, no molestaban, y que su gran carpeta porta lienzos que descansaba en el mostrador tampoco, se disponía a volver a hablarle a Lazovic, pero al acercarse el desconocido, se quedó callada, para prestarle atención, sin parecer por ello nada contrariada.
 
La señora Durdica acaba de salir, ha dicho que subía un momento a las habitaciones, no creo que tarde.- Lo miró un instante con la cabeza inclinada, sopesando si indagar un poco, pues una idea había cruzado su cabeza -¿Es usted, por casualidad, el señor Novisa Koncij?- el mismo tono educado acompañó a todas las palabras de un fluido serbio.
Cargando editor
31/05/2010, 18:54
Jürgen Banjac

Las dos personas que aparentemente estaban conversando comodamente sentados en el sofá, ajenos al tiempo inclemente del exterior, parecieron verse interumpidos por mi llegada. La mujer, una joven de pelo castaño, ojos verdes y francamente bella, me correspondió educadamente al saludo de cortesía y con una exlicación sobre el paradero de la, imagino, recepcionista del hotel.

Asentí con una discreta sonrisa a su explicación y miré nuevamente hacia el mostrador, como si con ello la mencionada señora Durdica ya hubiese podido regresar de sus obligaciones en las habitaciones. Nuevamente me volví hacia los que suponía inquilinos del hotel para escuchar la pregunta de la joven.

"-Ah, gracias.... - respondí tras la explicación de la muchacha sobre la recepcionista - En tal caso aguardaré a su regreso - añadí - Y en cuanto a su  pregunta, pues me temo que no soy el señor Novisa Koncij, creo que me confunde usted. - afirmé con gesto apesadumbrado tratando de excusar no ser quien ella esperaba - Permítame que me presente: me llamo Jürgen Banjac. Y disculpe mi acento y si cometo algún error.... tengo el idioma un poco oxidado... -finalicé nuevamente con una sonrisa formal."

Cargando editor
02/06/2010, 11:01
Ivan Lazovic

Lazovic miró a la joven con curiosidad, ¿había quedado con alguien más? ¿o tenía la esperanza de que fuera su abogado? Le sorprendió la desenvolturá con la que habló, no era esa la impresión que le había dado. Se fijó después en el recién llegado, no le conocía de nada, demasiados forasteros había traído la muerte de Zvjezdan, pero no le sorprendía, por algo era la única persona digna de destacar en este apartado lugar.

Se levantó de su asiento en cuanto se presentó, dispuesto a hacer lo mismo,no le parecía correcto tener una conversación a diferente altura Ivan Lazovic tendio la mano al hombre, con una sonrisa cortés Bienvenido a Dacijaj

En eso mismo momento, los contrafuertes de la ventana volvieron a abrirse de golpe, el sonido de los cristales al romperse, y un grito ahogado.por parte del anciano abogado. Senka, desde su posición, vio con claridad el redondo agujero que había aparecido en su abrigo, en la parte media de su espalda, del cual comenzó a manar un pequeño hilillo de sangre.

Se mantuvo de pie unos instantes más, pero enseguida comenzó a desplomarse hacia adelante.

El viento y la nieve penetraron impunes en la acogedora recepción, las llamas flaquearon ante su empuje, y la ventana continuaba golpeando violentamente la pared.

 

- Tiradas (2)
Cargando editor
02/06/2010, 17:01
Jürgen Banjac

A la cortesía de la conversación entre desconocidos iniciada entre la joven y yo, se añadió un hombre entrado en años, de pelo canoso y porte elegante. Pero la obligada deferencia en la bienvenida se vió truncada por un golpe seco procedente de la ventana, seguido del peculiar sonido de los cristales rotos.

Una ráfaga de viento helado resopló a través de la misma, haciendo temblar las llamas del fuego que, rebelde, chisporroteaba trantado de seguir consumienro madera sin compasión alguna.

El rostro impertérrito del hombre se tornó pálido, con la mirada fija, y su silencio, solamente roto por las contraventanas golpeando movidas por el viento, se adueñó del salón. No tardó más que unos pocos segundos en desafallecer y caer hacia adelante. Era evidente que no era casual. La rotura de la ventana, la caída del hombre al suelo como una marioneta desmadejada, todo indicaba que había recibido un disparo...

Sin mediar palabra, me avalancé hacia la joven, mientras me echaba al suelo, temiendo que una lluvia de disparos pudiera seguir al primero.

"-¡Al suelo, al suelo! - le grité a la chica mientras con la mirada escrutaba la ventana por si era capaz de ver algo o a alguien..."

Cargando editor
03/06/2010, 12:57
Senka Njego

El rostro siguió relajado mientras Senka Njego escuchó al recién llegado, una leve contrariedad en la mirada, pero poco más, al fin y al cabo, Lazovic, que se estaba presentando, se había prestado a ayudarla.

Un pequeño sobresalto, debido al nuevo ruido, acompaña una contracción del esbelto cuerpo de la serbia.
 
La cara muda a evidente sorpresa y profundo desconcierto, no sólo por ver al buen hombre, el internamente denominado "señor del bigotito", desplomándose sin motivo aparente, sino por las palabras de Jürgen, que hace que los ojos se abran exponencialmente.
 
Todo ocurre demasiado rápido para una chica tranquila como ella, de repente tirada, sillón tumbado sobre ella, y el hombre cubriéndola de… ¡¿De verdad es eso posible, por el amor de dios?!  Sólo una idea, provocada por el hombre que la está protegiendo, descabellada y totalmente inverosímil, sigue cobrando fuerza. No lo entiende, no tienen ningún sentido, pero su instinto de supervivencia, hasta ahora prácticamente en desuso, la insta a seguir alerta y a aceptarla, con extremada prudencia.
 
Totalmente encogida sobre sí, quieta como si fuese ella la que hubiese recibido un daño mortal, empieza a respirar profundamente, hiperventilando para asimilar su alrededor y, si pudiera ser, tranquilizarse.
 
Las llamas de la chimenea, a su misma altura ahora, caldean todavía más su rostro, contrastando con la dureza que nota en su lateral, por su propio peso contra suelo. Ironías del destino, el mismo lado que recibió anteriormente un buen golpe por una de las pocas situaciones de peligro que ha vivido, pero aquella vez era una opción, aquella vez sabía a lo que iba, los represores incluso dirían que se lo buscó. Y el sonido de alrededor no hacia sino reafirmar la posibilidad.
 
Nada que ver con la aparente calma en la que sólo se escucha un agradable repiqueteo.
 
¿Qué... qué ha pasado?- No entiende por qué, pero está susurrando. A lo mejor simplemente es que no tiene fuerzas para más. O a lo mejor es que, aunque no se lo crea, lo sabe.
Cargando editor
07/06/2010, 01:03
Director

El sonido del viento, constante, invadiendo la habitación, terminando de arrancar los pequeños trozos de cristal que aún resistían, estoicos e imperturbables, conocedores de su destino. Los copos de nieve se derretían casi al instante cuando se posaban en la tibia piedra que el fuego había calentado durante todo el día. El contrafuerte que se afanó en golpear la pared una vez más...

¡WOZCIAJ!

Retumbó en los oídos de los presentes, un grave y poderoso grito que se acompasó a la tormenta hasta que la silenció. Una falsa calma se apoderó del ambiente, el aire de la estancia vibró, y una sensación de vacio los envolvió, como si una gigantesca campana les separara del resto del mundo.

El cuerpo de Lazovic se retorció, sus dedos arañaron el suelo.

Y un osado trueno devolvió el trono ambiental al temporal, haciendo desaparecer la opresiva impresión que unos instantes antes habían percibido.

Cargando editor
07/06/2010, 01:03
Ivan Lazovic

El dolor fue ardiente, punzante, un aguijón de fuego que se instaló en su pulmón izquierdo, que lo tumbó impotente, cada intento de respiración era un suplicio acompañado de agudos silbidos que de su nariz y de su boca.

No sabía lo que había sucedido, aquel hombre desconocido, la mano tendida hacia él, los ojos verdes de aquella chica, del mismo color que los de Mirsad, pero sin su brillo, apagados, ajenos a lo que la rodeaba.

Otra respiración, más dolor, no sabía que podía pensar en tantas cosas a la vez, se moría, ¿aquel tipo le había hecho esto? ¿por qué? No tenía miedo, estaba preparado para morir, se había preparado para lo peor, era mayor, había vívido muchos años, cerró los ojos, intentando afrontarla con dignidad, sin más lucha que la estrictamente decorosa, pero aquella palabra lo cambió todo.

Todo se removió en su interior, sus manos se aferraron con desesperación a la piedra, sus labios intentaron formar sílabas que su cabeza no era capaz de ordenar, sus ojos volvieron a abrirse, y el terror se impuso de largo al suplicio causado por le herida.

…ayuda…

No quería morir, ahora ya no, ahora buscaba fuerzas que le permitieran seguir peleando, como una rata acorralada, no había mayor coraje que el que daba el miedo, y de eso estaba seguro, lo había visto demasiadas veces.

Durdica

Pensó en ella.

…ayuda…Durdica…ayudame…

Cargando editor
09/06/2010, 20:54
Jürgen Banjac

Tras los instantes iniciales de desconcierto y confusión, tumbado en el suelo y sintiendo el frío del exterior punzando en mi rostro mientras los cristales de la ventana yacían desperdigados, pude escuchar al hombre mascullar pidiendo ayuda. Con cautela me arrastré hasta él, tratando de identificar si estaba herido.

"-No se mueva - le susurré con mi oxidado serbio mientras me acercaba - Tenemos que ponernos a cubierto - añadí - Cójame de las manos y le arrastraré - le dije mientras extendía mis brazos para poder tirar del hombre."

Mirando a la joven que estaba tan desconcertada como los demás, le hice un gesto con la cabeza.

"-Ocúltese tras el sofá - le recomendé."

Cargando editor
12/06/2010, 20:08
Senka Njego

Era verdad. Los habían atacado. 

Aquella voz que le sonó reivindicativa y furiosa no dejaba lugar a dudas. El corazón se le había parado, la cabeza se movió lenta y torpemente, alcanzando únicamente a observar la agonía de Lazovic, un hombre que apenas un instante antes conversaba cordialmente con ella. Que cosa tan triste…
 
La liberación del peso del recién llegado la hizo sentirse más vulnerable, tentada estuvo de agarrarlo para retenerlo, como si fuese alguien de su total confianza, como si lo conociese de toda la vida….
 
Observó el proceder de Jürgen con los ojos todavía horrorizados, miró hacia el sofá que se suponía la pondría a salvo… pero en su visual se cruzó el mostrador, sabía lo que había detrás de él de ver a Durdica, su enorme utilidad, la posible tranquilidad que…
 
Apenas estaban pasando segundos, pero eran como desfiladeros en los que cualquier paso en falso la podía envolver en el más oscuro de los tonos del color negro. Cada idea podía ser una locura o un paso para la salvación. Y en su caso concreto sólo contaba con su instinto.
 
Allí… allí hay un teléfono.- Con una fuerza de la que es imposible saber el origen pero que surgía de su interior en momentos tan desconcertantes como peligrosos, comenzó a andar a cuatro patas todo lo rápido que podía, dirección al mostrador, temblando pero también resuelta, percibiendo intensamente su piel, rezando para que nada la alcanzara como al abogado que estaba dejando cada vez más atrás, preocupada por cada célula que estaba poniendo en riesgo…
 
Fue un gran alivio cuando se sintió protegida de nuevo, por ladrillo nada menos, cogió el teléfono y lo agachó hasta su regazo, apoyando su espalda en la mampara y marcando inmediatamente el teléfono de la policía, un evidente brillo acuoso en sus sienes, delator del mal rato que estaba viviendo.
Cargando editor
14/06/2010, 16:30
Ivan Lazovic

Fue otra voz la que se prestaba a ayudarle, una desconocida, que le pedía un imposible que aún así intentó, pero se quedó en un burdo amago, unos dedos que no encontraban la suficiente fuerza para cumplir su deseo.

Se había imaginado su muerte de muchas formas diferentes, últimamente incluso soñaba con ella, pero debía ser algo normal, el cuerpo es mucho más sabio que nosotros, y sabe cuando su fin se acerca, pero esta manera no había aparecido.

Necesito hablar con ella

Durdica…

Un gorgoteo acompañado de saliva y sangre, la búsqueda desesperada de una nueva bocanada de aire, eran las únicas cosas que empezaron a ocupar la mente del abogado, y sus ojos se cerraron, su cuerpo yacía inmóvil sobre el suelo, únicamente ligeros silbidos acompasados a la respiración eran el único resto de vida que ahora mismo denotaba.

Cargando editor
14/06/2010, 16:30
Director

Los dedos nerviosos de Senka consiguieron a duras penas su objetivo tras un par de fallidos intentos, la línea se escuchaba bastante mal, pero el tono llegó finalmente del otro lado, lejano y débil, tras tres pitidos, se produjo un cambio en el sonido, siendo el mismo tono de llamada, pero más alto y claro.

Jürgen agarró las manos, ahora inertes, de Lazovic, estaban frías y algo rígidas, con la piel ligeramente cuarteada, un reloj de oro asomó en su muñeca, y no respondió al tirón que dio de él. Vio entonces el agujero en su abrigo, de tamaño considerable, una bala de gran calibre, sin ninguna duda, su ojo profesional no solía errar con esas cosas. Un hilillo de sangre brotaba del mismo, casi el mismo que de su boca. Las gafas se le habían caído, y estaban a un lado, aparentemente intactas.

La contraventana golpeó una vez más contra la piedra primero, y luego contra el marco de cristal.

Cargando editor
14/06/2010, 16:31
Ðurdica Tracejov

Aquel gritó le heló la sangre, una implacable ansiedad se instaló sin preguntar en su estómago, la certeza de que algo horrible había sucedido. Dejó caer las cuatro mantas que pulcramente dobladas trasladaba desde el cuarto que hacía de armario hasta la habitación que había decidido dar a la joven que acababa de llegar.

¿Wozciaj? ¿Dónde he oído eso antes?

Aceleró sus pasos hacia las escaleras, que bajó deprisa, estando a punto de tropezarse, cada vez más nerviosa hasta llegar abajo.

Dios mío

¡Iván! Ahogó su grito tapándose la boca con ambas manos mientras echaba a correr hacia el yaciente anciano, pero deteniéndose en seco al percatarse de la presencia de Jürgen junto a él ¡¿Qué le has hecho?! Gritó a aquel hombre con rabia sin dejar de mirar el cuerpo de Lazovic.

Hijo de puta, maldito hijo de puta

Los ojos de Durdica se incendiaron de golpe, las llamas se reflejaron en ellos. Aquel hombre se lo había dado todo, y ahora estaba inmóvil allí, en su propia casa, las lágrimas afloraron a su sofocado rostro y, en un temerario acto, se abalanzó contra Jürgen.

- Tiradas (2)
Cargando editor
15/06/2010, 17:07
Director

Pasaron unos cuantos tonos antes hasta que se produjo algún cambio en el otro lado de la línea, el teléfono había sido descolgado, pero ninguna voz contestó al otro lado.

Cargando editor
16/06/2010, 09:35
Jürgen Banjac

La reacción de la mujer al ver tendido en el suelo a aquel hombre me sorprendió. Obviamente creyó que el causante de todo aquello era yo; y en cuanto se lanzó sobre mi, dudé por un instante.

"-Al suelo, al suelo - le susurré a la mujer." Pero era evidente que su actitud, los insultos y su movieminto avalanzándose sobre mi no buscaban cobertura alguna...

Estupefacto por su conducta, reaccioné y me lancé a un lado, mientras la mujer caía de rodillas cerca del cuerpo del sr. Lazovic.

"-¡¡Señora!!! - le grité - ¡¡¡Han disparado a eso hombre a través de la ventana!!! - añadí mientras mostraba mis manos vacías - ¡¡Pero no he sido yo!! - me exculpé - ¡¡Agáchese y no se  mueva!!! - dije tratando de volver a ocultar mi cuerpo de un potencial nuevo disparo."

Nuevamente traté de ver si algo se movía fuera a través de la ventana, pero solamente volví a sentir el aire frío y cortante en mi rostro. Me volví hacia la joven que había tratado de llegar al teléfono. Escruté su rostro, esperando ver una expresión que me confirmara que había podido pedir ayuda...

- Tiradas (2)
Cargando editor
21/06/2010, 10:43
Ðurdica Tracejov

Miró el cuerpo de su amigo, arrodillada a su lado, incapaz de asimilar que es lo que había pasado, no se revolvió contra el desconocido, asumía sus palabras, y la inmensa tristeza que sintió ahogó la rabia que había brotado hace unos instantes. Vio aquel agujero en su espalda, el hilillo de sangre que se deslizaba hasta manchar el suelo, confirmando la teoría del hombre que acababa de esquivarla con suma facilidad e incluso delicadeza.

Un ligero movimiento de la mano de Lazovic captó su atención, y sus ojos se abrieron, infantilmente esperanzados, su mente comenzó a pensar con rapidez, recordando tiempos no tan lejanos.

Ayúdelo

Susurró sin saber muy bien, y aún de rodillas, se deslizó hasta justo debajo de la ventana, desde donde sujetó los pesados contrafuertes, hasta que consiguió cerrarlos, quitando así una posible línea de visión del supuesto tirador del otro lado de la ventana.

 

Cargando editor
22/06/2010, 17:00
Senka Njego

Senka observó la entrada de la dueña del hostal prácticamente sin percatarse de ella. La muchacha estaba completamente pendiente de cada tono que escuchaba, deseosa de que alguien por fin los ayudase se obligó a ordenar los pensamientos, para conseguir coherencia y ganar de esa manera valiosos segundos.

¿Oiga? ¿Policía?- El tono angustiado se convirtió en apremiante, pues no encontró consuelo en la silenciosa respuesta -Por favor... ¡Nos han disparado! ¡Le han dado a un hombre!

Absolutamente nada al otro lado -Dammit!

Una mueca incrédula cruzó su rostro mientras elevaba el tono -¡¿Oiga?!....¡¿OIGA?!- ¿Qué clase de policía era aquella? Seguramente una muy tranquila, lo mismo eran dos o tres y se estaban encargando, sin ninguna prisa innecesaria, de cortar las carreteras del pueblo. Colgó bruscamente cuando se convenció de que no le prestaban la mínima atención al otro lado. Sabía que a unos metros de distancia se estaba produciendo un conato de trifurca, pero ella no disponía de tiempo para conciliarlos, bueno, realmente el que no lo tenía era Lazovic.

Volvió a marcar y a probar suerte, el teléfono de urgencias esta vez, resoplando, intentando serenarse. La ilusión le duró exactamente lo mismo, ya que... sí que le contestaron, pero a cambio nombraron en el saludo el nombre del pueblo de al lado, ese por el qeu había pasado para llegar y al que actualmente no se podía acceder porque estaban sitiados.

¡Oiga,... Escúcheme! Hay un herido por un disparo, estamos en el hostal de Dacijaj, ¡Necesitamos su ayuda!- Tras unos instantes en los que la persona contactada intenta quitarse el problema de encima, dándole otro número de teléfono -por suerte no es el de la policía de nuevo- procede a marcar con mayor dificultad, pues la luz ha disminuido drásticamente, quedando únicamente la de la chimenea y poco más. Mordió el labio inferior durante la tensa e imprescindible espera, no había duda de que aquel sitio era un desastre: no se dignaron a descolgarle.

¡Ni el médico ni la policía contestan!- Se incorporó para asomarse por el borde lateral del mostrador, encogida de hombros mientras miraba a Jürgen unos momentos, no le quedaba mucho más que intentar, pero algo así... habló con gran velocidad a la señora  -¿Durdica, hay algún médico alojado en tu hostal?

Cargando editor
29/06/2010, 16:41
Jürgen Banjac

Futil intento el de Senka por conseguir ayuda. Tal como ella preguntó a la mujer del hostal, no cabía más que esperar que quizá hubiese algún huésped que pudiera dispensar ayuda al desdichado que yacía a mi lado, tiñiendo el suelo de escarlata a medida que un tímido reguero de sangre brotaba de su herida.

Levanté la cabeza, buscando el interruptor en la pared que por lógica hiciese funcionar la luz de aquel salón, y sin dudarlo, en cuanto lo vi, me incorporé y con rapidez me dirigí hacia ese punto de la estancia y apagué las luces. Así, por lo menos, no nos verían con facilidad desde el exterior.

"-Escuchen - dije - este lugar no es seguro. Tenemos que sacar a este hombre y conseguir ayuda. Señorita - dije dirigiéndome a Senka - siga intentando encontrar a alguien que repsonda al teléfono. Bomberos, servicios de ambulancias, lo que sea.... Y usted, señora - añadí dirigiéndome a Durdica, quien parecía estar enmudecida por la situación - si algún huésped del hostal es médico o policía, debería usted avisarlo..."

Sin esperar respuesta, regresé junto al hombre herido y coloqué mis dedos en su cuello, tratando de comprobar cómo latía su pulso...

"-Escuche.... ¿me oye usted? - le susurré al herido - Déjeme ver dónde le han herido...."