Partida Rol por web

Precariedad

Jueves 25 Abril 1996

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27/10/2010, 11:15
Director

El estado de Tasic no era el más adecuado para percibir con claridad lo que había a su alrededor. Su muela le recordaba constantemente que estaba allí, su nariz y orejas le indicaban el frío que hacía, y su mente no paraba de darle vueltas a lo sucedido en el hotel por mucho que el intentara apartarlo momentáneamente.

Aún así su instinto no había desaparecido, y se fijó en las manos de la joven, dedos largos, armoniosos, libres de cualquier adorno, pero con las uñas recortadas y no excesivamente bien cuidadas. El pelo de la chica estaba pegado a su piel en las sienes, y su ropa parecía en buen estado. Al bajar la mirada pudo distinguir una mancha oscura bajo las nada femeninas botas que lucía la mujer que acababa de presentarse como Senka Njego.

No podía mirarla sin que ella sospechara con más tranquilidad.

Lo único que vio en el coche que no pertenecía a él era una mochila y una bolsa de viaje apiladas en el asiento de atrás, junto a Valeria.

- Tiradas (1)
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27/10/2010, 11:35
Director

Apenas tres minutos fueron los que tardaron en llegar al lugar de trabajo de Valeria a pesar de la lentitud y precaución con los que Senka conducía. La calzada aguantaba mejor la nieve que el improvisado parking del hotel. Aunque para un trayecto más largo las cadenas se hacían imprescindibles.

La puerta del bar estaba cerrada, pero se veía luz en el exterior, y nada más pararse el vehículo Valeria miró a Tasic Si me necesita para algo estaré por aquí, vivo en la planta de arriba después desvió la mirada hacia la conductora Gracias dijo antes de agarrar la palanca que abría la puerta y salir disparada hacia el confortable interior de su hogar arrebujándose en su abrigo.

Desde esta posición era imposible saber si había alguien en el interior, ya que la cortinilla de vivos colores impedía ver la parte de dentro. El gesto de la joven local santiguándose fue lo último que vieron antes de que desapareciera tras un inadecuado arcoíris que se movió de manera oscilante.

La tormenta seguía rugiendo alrededor del coche.

 

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03/11/2010, 16:13
Aleksandar Tasic

Que me parta un rayo si distingo en la despedida de Valeria un deje afectivo. Uno pequeñito, aunque sea. En fin, creo que me vé como un forastero metiendo las narices sin permiso en puchero ajeno. Supongo que es lo que tiene echar raíces en un estercolero como éste: uno se termina acostumbrando y el olor a basura acaba por tolerarse..., de forma que hasta un ramito de jazmines -como yo- es considerado elemento a rechazar.

¿Ramito de jazmines?. Esto habrá que exponerlo en un consejo de dentistas, Alek: el dolor de muelas aumenta la autoestima...

En fin, no es que vaya por la vida con el cartel de tipo que viene de vuelta de todo..., pero se me ha pasado pronto la..., ¿como decirlo?,...indisposición que me causó ver aquello en el hotel. A estas alturas - y después de practicar autopsias a tipos hechos puré por un blindado M84 o a señores que murieron con el ano dado la vuelta como un calcetín, cagando palmo y medio de su propio cólon-...pues como que ese pequeño lapsus de aprensión irracional se ha convertido en curiosidad y, he de reconocerlo, desafío: no tengo la menor idea de lo que pasó allí, y eso me intriga. Como en mi affair con la tabernera, la ópera no acaba hasta que canta la gorda: a poco que me deje la muela y consiga descansar, Alek Tasic no ha dicho su última palabra.

- Como prefiera.- claudiqué ante Valeria poco antes de dejarla marchar. Lo de su madre tenía sentido. Lo de presignarse,...no sé..., costumbres de supersticiosos. Ante eso, mi voluntad sufre un ligero retroceso: ver a una mujer en mitad de una noche de tormenta encomendándose a Dios me...me turba.

Yo sigo en la parte de atrás del coche. Ni por San Pedro bajo para ocupar el asiento del copiloto: aún estoy helado, pero sigo en proceso de recuperar mis constantes vitales. Y para el calorcito, también ayuda la malísima ostia que se me estaba levantado mientras esta muchacha, Senka, conducía por el pueblo: apuraba marcha demasiado, estirando la segunda como si el embrague fuese a producir descargas eléctricas. Eso me enferma. No sé por qué, pero me enferma. Además, diablos, se supone que son ELLAS las que pueden hacer dos cosas a la vez, ¿no?. Hablar y conducir son acciones, creo yo, perfectamente compatibles: tampoco le pedí que llevase el coche mientras se liaba un cigarro.

- Discúlpeme.- dije. Se vé que ni la muela puede con mis hipócritas buenos modales.- Dejaremos esto para más tarde.

Y sonrío con el gesto agrio por el desplante y la impaciencia: pienso en mi cepillo de dientes, la pasta sabor a menta, el enjuague bucal y en mi dupla antibiótico & calmante. Ni hambre tengo. Después, a la guapita ésta le vá a parecer que el juicio de Nuremberg fué una despedida de soltero. Se acaba de ganar la chiquilla un tercer grado. Por lista.

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09/11/2010, 12:15
Director

Dacijaj. Pueblo. Jueves25 - Abril - 1996, 19:38. Comisaría.

El lugar estaba cerca, por lo menos espacialmente, ya que el clima ralentizó el viaje hasta un punto realmente insoportable. Pero no había más opción si querían llegar sin mayores percances.

No se veía más allá de un par de metros, y las potentes luces equipadas en el vehículo apenas si parecían irrisorias linternas de esas que funcionan con una pila de voltio y medio. Senka conducía con precaución, pero cada vez con mayor confianza, lo que contribuyó a que la comisaria se mostrara antes tras la nieve que caía sin mayores incidencias. El viaje transcurrió en un tenso silencio, como único acompañamiento el sonido de la calefacción que fluía desde el motor hasta los conductos que calentaban el interior del coche.

El edificio parecía estar en las mismas condiciones que la última vez que lo dejó Aleksander, no se vía ningún vehículo aparcado en los alrededores, y las luces estaban apagadas. Senka accionó la llave para detener el Sirocco y este obedeció. Ambos bajaron del coche, pues sin calefacción hacía bastante frío en su interior.

Avanzaron hacia la puerta de la comisaria, que únicamente se distinguía del resto de las casas del pueblo por el cartel que anunciaba la función del viejo edificio, y fue entonces cuando ambos forasteros vieron el cuerpo semienterrado por la nieve justo al lado derecho de la entrada.

Apenas si se veía un poco de la espalda y las piernas, siendo obvio que se encontraba bocabajo, y también parecía evidente que la nieve que lo cubría era fruto de la tormenta, pues no se notaba ningún resto removido a su alrededor.

- Tiradas (2)
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12/11/2010, 20:05
Aleksandar Tasic

Recuerdo el día en que Jordan Crabb (¿Crabb?...¿o era Christ?...), compañera de clase en el Stanmore College, me susurró al oído que había visto un fiambre. No como los de las clases de anatomía, no. Uno de verdad, con su charquito de sangre y todo. Un paso de peatones, unas marcas de neumáticos y docena y media de curiosos babeando por su ración diaria de morbo.
Jordan - peinado de tazón negro, gafas gigantes, cuerpo menudo y carita de ángel - estaba por aquel entonces en su cuarto año de carrera y, como yo, había visto a esas alturas más mondongo que un enfermero de traumatología. Sin embargo, cuando me hablaba del tipo atropellado lo hacía con los ojos noveles, horrorizada. No pude ocultar cierta sorpresa.

- Hace dos días ví como le desenfundabas el escroto a un sujeto en clase en patología forense. Fuiste la primera en diagnosticar el tumor testicular, Jordan.
- Si. ¿Y qué?.
- Bueno, ya sabes...Un muerto es un muerto, ¿no?.
- Ya..., pero es que..., ese todavía estaba caliente, Alek.

Jordan se mordió el labio y me retiró la mirada para devolvérsela a la pizarra. Tragó saliva y no volvió a hablar de ello.

...

- Va a tener que explicarme muchas cosas.

Ni dos metros me separan del cadáver. Y digo cadáver porque no hace falta tener siete años de medicina para declarar que el tipo está tieso,...como tampoco hace falta ser Colombo para imaginar -sin mucho margen de error- que el desgraciado no la diñó por un ictus o un infarto. A éste, como al otro, se lo han cargado. Seguro. Y quizá la misma persona.
El caso es que ahora mismo me siento como Jordan Crabb: desconcertado, temeroso, confuso. Aquí no hay revueltas estudiantiles, ni asedios, ni patrullas de zapadores limpiándole el terreno a la artillería: en esos casos, un ser humano muerto es tan notorio como una cagada de perro. Aquí, en Dacijaj, hay un enclave aislado. No entra ni sale nadie. Y aparecen muertos mientras desaparecen comisarios y las mujeres se hacen cruces.

Por eso ya no me duele la muela, ni siquiera tengo frío. El fardo no me pesa. Sólo quiero que alguien me explique qué demonios está pasando..., y lo va a pagar la persona viva que tengo más cerca. No sé si es del todo justo, pero -¡máscara fuera!- me importa una soberana mierda.

- ¿Me oye?.- digo sin mirar a Senka. La nieve que cubre al finado parece imán para mis ojos.- Muchas cosas.

Que le den por el culo al Vectra y a lo que guarda en su guantera. Habrá más de eso dentro de la comisaría. Será tiempo para soltar el maletín y la mochila, ordenar un poco las ideas y salir. Ahora no puedo reconocer el cadáver. No, ni loco. Al menos un tipo armado anda cerca y yo voy a pecho descubierto...y sin ver un carajo a más de cinco metros con la que está cayendo. Luego lo hago. Luego.

- Entre.

Ahora mi voz no suena a pito. Tampoco es que refleje contundencia y seguridad en uno mismo, pero al menos no es el chillido de una rata. Con una mano señalo la puerta y, ahora sí, miro a la muchacha: seguramente esté tan perdida como yo, pero me dá igual.

Vas a hacerlo, Alek. Le mirarás la cara. Retirarás la nieve ahora y girarás el cuerpo.

Niego con la cabeza.

Es irresistible, ¿a que si?. Me refiero a...ya sabes...comprobar si es cierto lo que presientes. ¿Es él?. ¿Es Jerbko?...

Encaro la puerta. Mi paso duda. Vuelvo los ojos al tipo semienterrado.

Hazlo. ¡Ahora!

Y contravieniendo el punto número 5 barra 11 del protocolo de seguridad y prevención de riesgos laborales para las fuerzas de seguridad de Pristina, giro y me arrodillo frente al cadáver. La nieve me congela las manos. Como sea quien yo creo...

...me convertiría posiblemente en la máxima autoridad policial de este frío agujero. Petrovic, eres un bastardo hijo de puta.

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15/11/2010, 09:30
Senka Njego

 

Llevaba mucho tiempo en silencio. Era bastante lo que debía procesar y canalizar. Y, para no volverse loca, lo mejor que podía hacer era ignorar deliberadamente una cosa muy concreta. Sus movimientos y gestos fueron mecánicos y resueltos hasta que dio el coche por estacionado. Quizá algo ausentes, al final, también. Eso era bueno en cierta manera, denotaba tranquilidad hacia lo que se le venía: un interrogatorio policial en toda regla.

Se bajó sin ninguna parafernalia, un ligero brillo acuoso en las sienes, y no se paró prácticamente nada a contemplar el edificio que le habían indicado, sino que se limitó a seguir a Tasic por aquel camino espumoso…. Que tenía una funesta anomalía.

Sus ojos se abrieron desorbitados, como los de un niño que ve por primera vez un payaso, aunque el motivo no podía ser más opuesto. Abrió la boca pero ningún ruido salió de su garganta, los pies fundidos con el suelo por la impresión. Por suerte tampoco ningún otro tipo de sustancia vio el exterior.

El tiempo pasaba lentamente mientras su mente danzaba a toda velocidad, aquella voz masculina la anclaba a la realidad, pero el cuerpo y su vestimenta seguían allí, consecuentemente el estrés también… había llegado a una conclusión horrible y deseaba con todas sus fuerzas que Aleksandar la sacase de su error. Por eso no se alejó ni un milímetro del cuerpo mientras el médico que no iba a poder hacer nada por el pobre hombre lo giraba.

¿Quería respuestas? ¿Muchas? Pues ahí tenía la primera…

Es él. –Apretó los puños, con pánico en los ojos, que no en la voz. Los desplazaba de su acompañante al muerto, demasiado consciente de que no se equivocaba y de que estaban comenzando a temblarle las piernas… eso para empezar.

Jürgen Banjac… el policía que estaba conmigo cuando dispararon a Lazovic.- Si cabe, sus pupilas se empequeñecieron todavía más mientras veía la cara del cadáver, pues otro click se había producido en su cabeza. Dio un paso atrás. Es probable que en alguna época de su vida hubiese creído en las coincidencias… pero desde luego que no desde que había llegado al maldito pueblo… cercado por las inclemencias.

La única testigo que queda en pie.

A lo mejor la decisión que tomó fue la peor, puede que estuviese faltando gravemente a su deber profesional, quizá sus camaradas se sintiesen profundamente decepcionados de su actuación, sobre todo uno…. Pero no estaba para nimiedades. Se giró y comenzó a correr, se sentía totalmente expuesta, vulnerable y saturada. No paró hasta que estuvo dentro de la comisaría.

Al fin y al cabo no temía sólo por ella.

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15/11/2010, 11:32
Director

Ojos claros coincidentes, si, pero eso, y que ambos llevaban barba eran la única coincidencia entre Jerbko y el cadáver, bueno, tras las palabras de Senka se habían producido una coincidencia más, ya que al parecer ambos compartían profesión.

El recién encontrado Jurgen presentaba un agujero de bala bastante limpio sobre su corazón, sin orificio de salida, pues lo habría visto antes de girarlo, apenas si había sangre a su alrededor. Tasic vio enseguida la enfundada pistola que portaba en la sobaquera, no era el arma oficial de la policía yugoslava, de eso estaba seguro. Una poderosa Desert Eagle habría estado mal vista por sus superiores.

Mientras él observaba el cuerpo, la mujer de ojos verdes echó a correr hacia la comisaria, pequeños copos de nieve mancharon su abrigo, salpicados por las botas de la serbia, cuyas huellas se marcaron profundamente en la nieve que todo lo cubría.

La puerta no opuso resistencia cuando el pomo fue empujado.

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15/11/2010, 12:09
Director

La comisaría no era gran cosa, se entraba directamente a lo que era el despacho, en el cual había dos mesas, situadas en forma de ele, aunque separadas entre sí. La más pequeña, que quedaba a la izquierda, mostraba unas desalentadoras muestras de abandono. Montañas de papeles desordenados, polvo. La otra no es que estuvieran especialmente pulcra, pero por lo menos mostraba señales de uso diario.

Un par de ventanas cerradas, y dos puertas detrás de la mesa, ambas con un cartelito de privado en ellas, ambas cerradas, y con su correspondiente cerradura.

Las luces estaban apagadas, excepto una pequeña que ponía emergencia justo encima de la puerta por la que acababa de entrar. Un desagradable olor inundó las fosas nasales de Njego, un olor a descomposición, a muerte.

Algo osciló delante de ella y tras fijarse durante unos instantes, los justos para serenarse por la carrera, reconoció el balanceo inconfundible de un cuerpo ahorcado, y comprendió que era de él de donde procedía el nauseabundo aroma.

 

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17/11/2010, 11:19
Aleksandar Tasic

Había mucho más glamour en todo aquello de lo que cabría esperar. Y es que en un lugar tan rancio, enervante y ...rural no cuadraban los asesinatos limpios por herida de bala: yo hubiese imaginado más bien alguna suerte de impacto craneal con una hacha oxidada sin filo...., o escopetazos a bocajarro que funden pecho y espalda.
Cosas así - y lo sé por las historias que mi padre contaba de su padre - responden mejor al momento en el que la inquina y la rabia contenida durante años explota por fin en los pueblos perdidos. El modus operandi estándar del unicejo desatado.

Sin embargo, aquí todo parecía más...¿cómo decirlo?...aseado. Premeditado, tal vez. Y ejecutado en el momento justo.
¿Han jugado al parchís?. Yo si, hace años, en Londres con unos estudiantes de intercambio. Curioso juego. Por el color de mis manos, yo debería ser la ficha azul...a un par de casillas de entrar en "casa", con la ficha roja ahí fuera contándose viente por cada uno que se ha comido. El último, el tal Banjac.

Allí, arrodillado frente al cuerpo, mi cabeza se mueve como la de un jilgero con Parkinson. Va de un lado a otro y atiende, entre frío y recelo, a todos los estímulos sin centrarse en ninguno: Senka y la puerta de la comisaría, la pistola, mis manos que tiemblan, la boca llena de nieve del finado, sus ojos abiertos y perdidos, la cinta de la mochila que se desliza, la calle invisible, una sombra que parece me encañona desde todas partes, mi respiración agitada, las huellas borradas por la ventisca, el casquillo que no encuentro...

...y la Desert Eagle -repito, glamour- directa al bolsillo de mi chaqueta. Eso es todo lo más que puedo hacer de momento, en serio, porque aquí me siento tan vulnerable como aquel ratoncillo que maté de un susto en mi cocina. Al incorporarme, los huesos secos de las rodillas rozan y se raspan entre ellos. Yo aprieto los dientes.

- ¡Espere!. ¡No cierre!.

Y le ofrezco la espalda a quien quiera que se esté cepillando la deprimente tranquilidad de este pueblo de mierda.

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17/11/2010, 12:51
Senka Njego

 ¡¡SEÑOR TA…!! – Fue en aquel momento cuando se hizo la luz en la comisaria, vía interruptor. Cuando ahogaba un grito de puro horror pidiendo ayuda, bruscamente: por esfumarse el motivo de su comienzo, y toda lógica de paso. Cuando había pasado apenas medio minuto desde que había empezado a correr como alma que lleva el diablo.

Allí estaba Senka Njego, la mujer que ya tenía suficiente con los vivos y muertos reales. Incrédula, temblando, sobreestimulada… y para varios días. Se adentró porque no tenía más opción, sus fosas nasales todavía asqueadas, sus pasos inseguros y temerosos.

Separó la mano del pulsador, de la pared, reticente, para algo tangible y perecedero que tenía cerca… Miraba aprensiva hacia arriba, el aire que rellenaba inofensivamente aquella habitación, buscando algo que no sabía que era más raro, que estuviese o que hubiese desaparecido… bueno, quizá sí que lo tenía claro según los últimos acontecimientos, por eso brillaban lágrimas de desesperación en sus ojos.

La sensación volvió, vertiginosa y doliéndole. Por segunda vez en su vida –Suplicó fervientemente que fuese la última- su cuerpo reaccionó a lo desconocido e irracional expulsando bilis y materia orgánica, dándole así a su mente un buen incentivo para dejar de martirizarse y tener algo que elucubrar y llevar a cabo…taparse la boca con la mano mientras buscaba una papelera en la que desfogar a gusto.

No había demasiado que añadir a los papeles situados dentro del pequeño contenedor, la primera –y recientísima- vez que había vomitado evacuó prácticamente la totalidad de la comida. Eran más que nada ruidos estertores y tensión acumulada. Y para terminar, su poquito de tos.

Suspiró profundamente, papelera abrazada con el brazo, la otra mano apretando su frente. El minúsculo alivio corporal no iba a ayudarla mucho rato. Volvió a suspirar, intentando olvidar la imagen que repetía su cabeza.

Sólo ha sido… una sombra. Eso. Sólo eso. –Tragó saliva, amarga, densa. Insatisfactoria.

Volvió la vista hacia la puerta, obligándose a recuperar la preocupación por su propia vida. A comprobar que Tasic estaba dentro, también a salvo, aunque fuese policía…. Con ella.

Por el momento no quería, bajo ningún concepto, quedarse sola de nuevo.

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19/11/2010, 11:22
Aleksandar Tasic

Había escuchado desde fuera, aún con mis pies más cerca del cadáver que de la puerta, a Senka decir algo. O más bien ahogar un grito, no sé,...el viento en jornadas como ésta hace bastante ruido y -por otra parte- mis atenciones no habían firmado exclusiva con nadie en ese momento. El caso es que no entendí las palabras, pero me quedo con el tono: parece que la muchacha se alarmó al entrar, lo cual me hizo apretar el culo y el paso hasta llegar -por fin- a la dichosa comisaria.

- ¿Qué pasa?. ¿Ha...ha dicho usted algo?.

He cerrado y mi espalda reposa sobre la parte interior de la puerta. El maletín y la mochila descansan ahora en el suelo, a mis pies, toda vez que me deshice de su incómoda carga nada más entrar. Mis labios tiritan de puro frío, mis hombros no van paralelos al firme - se inclinan hacia el lado más dolorido, el izquierdo, el que soportó fardo más pesado - y el rabillo del ojo percibe a Senka: en realidad, el primer vistazo de mi segunda visita al lugar es general en intenciones, caótico en movimiento y tranquilizador en su contenido. Todo tal como lo dejé.

- Voy a necesitar de su ayuda, señorita. Sé que quizá no es buen momento, per...- y hasta el "per..." me encontraba todavía con el cuello agarrotado y los ojos en la febril actividad de examinar el nuevo entorno. En ese momento giro un poco la cabeza y veo que Senka está para pocos alardes. Pobrecilla. De verdad, ¿eh?. Pobrecilla. Poco sé de ella más allá que su aspecto, su acento y su nombre, pero esa mano tan blanquita en la frente y esa papelera en su regazo...Resulta enternecedor, visto lo visto que no es poco.

- Oh,...disculpe mis modales.- digo azorado tras chasquear la lengua. Se conoce que su estómago poco tenía que expulsar, porque casi ni se percibe el agrio aroma del alimento parcialmente digerido mezclado con los jugos gástrico. Babas, más que otra cosa. Me acerco y le arrebato sutilmente la papelera para quitarla un poco de su vista. Mi mano derecha, en su espalda. ¿Estaré siendo demasiado atrevido?. ¿Demasiado cortés?. Aflojo el contacto hasta casi rozarla.- ¿Ya?.

Hace cinco minutos habría machacado a esa mujer. La habría cosido a preguntas, haciendo presa en sus debilidades. Luces fuera y un cañón de luz a la cara, como en las películas. Ahora sé que debo comportarme con ella como el poli bueno..., y casi me parece...¿como decirlo?...lo correcto. Por eso busco una silla y se la acerco, dejando la papelera en un rincón.

- Siéntese, por favor. Traeré un poco de agua.- y alguna cosilla que tengo en el maletín también. Creo que eché esos sobrecillos de suero electrolítico. A falta de un limón que chupar es buena cosa.- No se vaya muy lejos, ¿eh?.

Y sonrío con esa asquerosa mueca mía, más infame y detestable que de costumbre porque aún me tiemblan los labios de frío. Me vuelvo a la seguridad de mi maletín como quien cuenta un chiste malo.

- Tengo una muela que me está matando.- digo sin mirarla mientras agarro mis alforjas y las pongo sobre una de las mesas. Empiezo a buscar, negando con la cabeza.- Me dá avisos de vez en cuando, pero esta vez se ha puesto seria. Y sé que debo ir al dentista pero..., el caso es que siempre me digo "mañana". "Mañana, mañana..." hasta que me vuelve la infección y tengo que esperar a que baje.- escribe un diario, Alek. Tus mierdas no interesan a nadie.- Aquí está.

Vuelvo a mirarla, a sonreir y aparecer incómodo. En una mano, dos sobres pequeñitos. En la otra, uno un poco más grande. Se los enseño y me percato de que empiezo a parecer ridículo. Corten.- Lo malo va a ser el recipiente. Tengo un vasito pequeño de precipitado, espero que no le importe...- Si, Alek. ¿Por qué no, ya que estás, le ofreces una probeta o un tubo de decantación?. ¿Café?. ¿Máquina?. ¿VASOS DE PLÁSTICO?. ¡¡¿QUIERES MÁS PISTAS, JODIDO INÚTIL?!!- Aunque...,espere. Debería haber vasos de plástico en...

Correcto. Cojo de la máquina un par de vasos y me dirijo al aseo. Esto es como la sensación de estar cagándose: cuanto más cerca del water, más se caga uno. Ahora, cuanto más cerca estoy de mi chute de amoxicilina...más me duele la muela.

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19/11/2010, 17:52
Director

Abrió la puerta del baño, y efectivamente seguía igual de “coqueto”
que cuando lo visitó por última vez, nadie se había preocupado de reponer el
papel higiénico. Y además hacía un frío de mil demonios, mucho más que en la
contigua habitación. En un breve vistazo el serbio descubrió que no tenía
ninguna salida de calefacción, bueno, tampoco la tenía de ventilación.

Deposito los vasos sobre la pequeña y encimera, y abrió el
grifo para llenarlos de agua.

Sólo que no fue agua lo que salió por el casi oxidado metal.

Unos pequeños cubos gelatinosos de color negro, familiares
para Tasic, rodaron por la dura superficie del lavabo, impulsados por el chorro
de agua que salió a continuación.

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19/11/2010, 18:04
Director

El policía hablaba y hablaba, moviéndose por la habitación
con la confianza de quien ya había estado allí antes, pues iba con precisión de
un lugar a otro. Senka aceptó la silla, pues notó una creciente debilidad en
sus piernas, las emociones fuertes no eran nada aconsejables en su estado, y el
día le estaba empezando a resultar excesivamente largo a un cuerpo que aún
estaba adaptándose a su nueva situación.

Algo más calmada pudo observar con más tranquilidad el resto
de la oficina, La máquina de café era, de largo, lo más moderno de todo el
vetusto mobiliario, el cual andaba pidiendo a gritos una honrosa jubilación por
los años de servicio prestado. Una hermosa fotografía aérea del pueblo era lo
más destacado de las grises paredes, que salvo por unos cuantos carteles de
campañas sociales, y unas cuantas órdenes oficiales colgadas en un pequeño
corcho, se encontraban completamente vacías.

Las blancas luces provenientes de dos tubos fluorescentes parpadearon
durante unos instantes, probablemente debido a una subida de tono de la tormenta.

De la puerta de la izquierda por la que había desparecido
Tasic, que permanecía abierta, pudo escuchar como Tasic abría un grifo en el
baño cercano.

 

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23/11/2010, 10:55
Aleksandar Tasic

- SO...¡¡SOKACÂRA!!...

Senka pudo escuchar cómo el agua corría desde el grifo en el cercano lavabo y a Tasic maldecir en serbio. Acto seguido se oyó un golpe seco y, un segundo más tarde, el agua dejó de correr.

...

- Me temo que...que el consumo de agua corriente EN ESTE PUTO PUEBLO DE MIERDA no es muy recomendable, señorita.

No necesito un espejo para saber que mi cara debe ser un poema. Acabo de salir del servicio, con las bolsitas de suero, analgésico y la más pequeñita - la que contiene mi idolatrado pastillón de antibiótico - aún en la mano. En la otra, dos vasitos de plástico apilados en modo "muñeca rusa". Vacíos. SOKACÂRA...y mil veces me cago en las madres Sokacâra que parieron - por orden ascendente en la secreción de bilis - a Petrovic, al jodido Misimovic, al padre fundador de este vertedero y a todos los Dioses de la tradición balcánica que gobiernen sobre la nieve, el viento y el frío.

Se me nota cojear ligeramente cuando camino de nuevo hacia la máquina de café. Con todas mis ganas le he metido una patada a la base del lavabo, lo que ofrece el siguiente resultado: las partes más calientes de mi cuerpo ahora mismos son mi cabeza, mi encía y los dedos de mi pié derecho. Suelto los medicamentos y los vasitos en la mesa más cercana a la máquina y examino ese infernal cacharro.

- Ni se le ocurra beber del grifo, señorita Njerko. Esta gente tiene un problema serio en las tuberías.- digo sin quitarle la vista al "menú" que ofrece la cafetera. En la oficina tenemos una que - cuando funciona- te pone mariconadas tales como té, leche sola o chocolate: si Jerbko no había escatimado con la cámara mortuoria gama alta CAM-CD2 que tenía en el depósito, es posible que la cafetera no funcionase con molinillo de mano. En todo caso...¿a cual de las dos máquina le vendrían dando más uso?.

- Lo que le voy a dar sabe a rayos,...pero le vendrá bien.

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25/11/2010, 09:55
Senka Njego

 

La joven de ojos verdes se había calmado un poco, o simplemente estaba cansada por no tener nada en el estómago, sólo algún que otro calambre en el vientre todavía. Se dejo caer, reconfortada por las atenciones, pese a que proviniesen de una persona algo siniestra para su gusto. La conversación no era para nada lo que había esperado: ella en pleno ataque alucinógeno y el buen hombre con pulsaciones en las encías.

Hubiese dado un brazo para que estuviesen al revés.

Se quedó pinchada en el incómodo asiento, paralizada, con temor, cuando escuchó el grito de Tasic, mirando hacia allí, sus ojos gritaban mudas palabras… -Qué…. ¿QUÉÉÉÉÉ?...-. Por un lado estaba deseando saberlo –incluso que fuese lo mismo que ella acusaba, y poder así dejar de considerarse a sí misma una desquiciada en potencia- pero por otro había tenido sustos de sobra para bastante tiempo…

Casi decepcionada volvió a su propia intimidad, a frotarse el rostro, tantas horas de viaje, tantos nervios y sentimientos contradictorios desde el día anterior, tantas cosas en las que pensar… fiambres y visiones aparte. Suspiró mientras levantaba la cabeza, negando con la cabeza a la idea que había tenido el médico sobre lo que quería darle.

No, gracias.- Incluso levantó la mano, para parar el avance,  el conjunto de la expresión corporal rechazaba meterse entre pecho y espalda medicinas ni nada parecido mientras lo miraba decidida a los ojos –Me encuentro mejor, muy amable.

A lo mejor era verdad. Quizá las educadas atenciones y la cotidianidad de la conversación del hombre la hacían mejorar –menos el patadón al cacharro-, saberse acompañada por un buen rato. Pero nada de eso quitaba que prefería estar en cualquier otro sitio que en el –estupendamente denominado- puto pueblo de mierda. Se guardaba la definición para futuros momentos. Y la información sobre el agua.

Fuera tonterías: Una comisaria. Dos muertos. Un poli y rueda de preguntas justo al revés de a lo que estaba acostumbrada…. Eso era en lo que debía pensar, por la cuenta que le traía.

Podemos comenzar cuando usted quiera…. Y es Njego.- Tirando la casa por la ventana se permitió a sí misma una sonrisa amable.

 

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29/11/2010, 13:37
Aleksandar Tasic

- Como quiera.- digo encogiéndome de hombros y echando las comisuras de los labios hacia abajo.

Desde luego no iba a insistir...,aunque en realidad estas cosas me afectan. Si, lo sé. Es una tontería, pero en el decálogo de - siempre lo he reconocido - un "bienqueda" como yo está escrito con letras de oro el no despertar desconfianzas. Quién sabe si se trata de mi aspecto o, lo más probable, de que la muchacha las está pasando canutas y no se fía ni de su sombra. El caso es que...

No te engañes, pequeño Alek. Si tuvieses planta de actor de Hollywood, la muy perra se bebería la jodida leche con electrolitos y hasta se habría comido el vaso. Malditas putas...

...., el caso es que no quiero hacerle daño. Eso lo tengo claro, a pesar de que la gente suela encontrarme...inquietante.

- Se lo dejo aquí, por si cambia de opinión.

Coloco el potingue sobre una de las mesas y de espaldas a Senka me toco - no puedo evitarlo - la encía con la yema del índice. La noto hipersensible al roce y tan roja y palpitante como la verga de Satanás. Aspiro aire por la boca. Entrecierro los ojos. El ibuprofeno hará efecto en quince minutos y espero aguantarlo al menos un par de horas. No voy a jugar con el antibiótico: ocho horas clavadas.

- Bien.- digo volviéndome a la chica. Me froto las manos.- Ruego me disculpe otra vez. Ya son varias, ¿verdad?. No me lo tome en cuenta: como ya le he dicho, soy un completo desastre para los nombres. También para las fechas. No me pregunte por el día de cumpleaños de mi madre. Sólo recuerdo el de mi hermano, ese sí. El 31 de Diciembre.

Espera, espera...¿Eso era un...un chiste?. ¡¡¡Jojojojojo!!!. De aquí a nada, una cassette tuya en las gasolineras, Alek: "Maestros del humor Vol. XVIII: Aleksandar Tasic".

- Espero que también sepa perdonar lo de...- señalo el lavabo con el pulgar.-...lo de antes. No soy hombre de palabras malsonantes. Entienda que para mí tampoco está siendo un buen día.

...y mientras hablo, por aquello de que me cuesta mantener la mirada, me pongo a otras cosas. Compuebo la calefacción de la comisaría, la línea de teléfono...

- Sé que no es el mejor momento, pero necesito que me ayude. El tipo al que dispararon ahí fuera, el policía..., bien, tiene heridas de bala. Hay orificio de entrada pero no de salida....y teniendo en cuenta que esta tormenta nos va a tener varios días inmovilizados, podría ser interesante saber, ¿cómo decirlo?...¿Usted me entiende?.- como un libro abierto te expresas, querido.- En fin, que necesito traer el cuerpo aquí dentro para sacar el proyectil y no puedo sólo. Pesa demasiado.

Ahora sí miro directamente a Senka. Me acerco a ella y no puedo evitar pensar en la impunidad y el anonimato que ofrece la situación: una chica guapa y yo, solos en un lugar cerrado, perdido, aislado. Nadie vería nada. Nadie echaría de menos a nadie. Kosovo es duro en invierno...

- ¿Qué me dice?. ¿Podrá hacerlo?.

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01/12/2010, 19:39
Senka Njego

¿Cree que es seguro?- No había apartado la mirada de Tasic desde que había empezado a exponer su plan, lo último que esperaba escuchar, lo que había hecho que la aprensión volviese a aquella mujer evidentemente inquieta. Parpadeó confusa, seriamente concentrada en el rostro de Aleksandar.

¿Y si siguen ahí?- A él le pagaban por esas cosas, era su “deber”, podía hasta comprenderlo… Pero a ella era por difundir las barbaridades que cometía un gobierno que obligaba a emprender actos desesperados a una minoría de la población civil. Como podía ser aquél.

Senka Njego entendía bastante de la defensa activa de los ideales. Y de daños colaterales. Una cosa era declarar lo que obligatoriamente tenía que decir y otra muy diferente ayudar con una actuación que ponía en riesgo su propia vida. Que además ya lo estaba de por sí, visto lo que le iba pasando a los que la conocían en las inmediaciones del día.

Negó seriamente con la cabeza, prefería arriesgarse a cabrear al educado caballero a que le incrustaran una bala del mismo calibre que a Jürgen. Además, era bastante dudoso que fuese hasta “ético y profesional” lo que le había pedido.

No quiero salir, primero Lazovic y después Banjac… Estoy muerta de miedo… - No pudo evitar intentar mostrarse conciliadora e incluso solícita, de cierta manera, con el hombre que estaba siéndolo la mayor parte del tiempo -Le diré todo lo que quiera de lo que ha pasado en el hotel, pero prefiero no salir, por mi propia seguridad.

No se había levantado para hablar con el compañero de desdichas, sentada seguía, mirándolo  a los ojos mientras suspiraba, mientras se abrazaba cogiéndose los costados. Sencillamente era incapaz de exponerse….

La mayor muestra de valentía que iba a practicar era la de negarse a lo que el agente del orden de Pec le había pedido.

Podría usted llamar a los otros policías para que vengan a recogerlo mientras le digo lo que sé.

Por supuesto aquello era solamente una forma de hablar.

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07/12/2010, 18:20
Aleksandar Tasic

Estaba enfilando la puerta, dando por hecho que Senka accedería a mi petición. Y me paro. En seco. Hasta tenía la mano derecha a pocos centímetros del pomo. ¿Pero qué...coño se cree la gente?. Este país se va a la mierda.

- A voces.- digo volviéndome a la muchacha. Mi cara es la de un tipo que lleva trío de Js y le sacan full de Ases y nueves. No me lo esperaba.- Tendré que llamar a, como usted dice, otros policías a voces. No hay línea de teléfono y tampoco veo walkies.

Inmediatamente supe que la chica ésta había vivido en una cueva. Su nombre y su acento me indican que estoy ante una paisana,...pero su actitud sugiere que viene del extranjero y/o que procede de familia bien: seguramente Papá Njego le habrá comprado un bunker a la chiquilla, con su bonita burbuja - palmo de grosor - que la mantenga ajena a la realidad. Es eso, casi seguro. Porque de otra forma no se entiende que una CIVIL se niegue a actar las ÓRDENES de un AGENTE DE LA LEY.

- Tendré que hacerlo solo.

Cuando un poli no consigue de alguien lo que quiere, se le pega un par de ostias. Y no lo llevamos a comisaría, no. En mitad de la calle si hace falta. Demonios..., es algo asumido. Aquí no hay opinión pública que se te eche encima, ni jefes que desaprueban tus métodos. No sabe esta chiquilla la suerte que tiene de haber dado conmigo y no con Primos Sjoban: ese la habría cogido del brazo y con un "¡venga, coooño!" la habría sacado de la comisaría por las bravas. Yo me limito a mirarla contrariado, aunque ganas no me faltan de empaquetarla por obstrucción a la autoridad.

- A ver. No soy ningún insensible y comprendo que tenga miedo. Yo también, visto lo visto, le he tomado respeto al pueblo..., no sé si me entiende. Pero es que creo..., creo que no acaba usted de entender la gravedad de la situación.

Del bolsillo del abrigo saco mi nueva y flamante Desert Eagle. Compruebo el cargador y quito el seguro.

Tiene pinta de universitaria. ¿Lo entiendes ahora?...

- Esa puerta de ahí- digo señalando con el mentón.- conduce al depósito de la comisaría. Sería de gran ayuda encontrarme en paso libre cuando llegue cargando con el cuerpo...

La mano libre va de nuevo al bolsillo del abrigo. Allí unas llaves tintinean: las saco y se las entrego a mi abnegada asistente.-,...si no es mucha molestia.

Y dicho esto y hecho aquello, voy de nuevo a la salida pistola en mano. Abro y el frío entra. Que se joda.

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14/12/2010, 10:16
Doctor Florin Jakova

Tasic tenía razón en una cosa, el frío entra, lo malo para
él es que fuera hace todavía más, sobre todo para gente como él, de la ciudad,
donde prácticamente nunca sufren estas temperaturas.

Le costó un momento más de lo esperado encontrar el cadáver del
hombre que la chica decía que era policía, ya que la nieve se empeñaba
afanosamente en ocultarlo, pero finalmente dio con él, y se dispuso a moverlo,
pero instantes antes de que lo tocara, una voz se alzó por encima del constante
ruido del viento.

Yo que usted no lo
haría

Venía de enfrente, por lo que Tasic, arma aún en mano, no
tuvo problemas para encañonar al recién llegado, quien alzó las manos con gesto
tranquilo.

Quien lo mato sabría
sin duda que anda usted por aquí.

Un pesado abrigo de color gris oscuro envolvía a la figura que
hablaba, Tasic le calculó poco más de uno setenta, tal vez porque se encontraba
ligeramente encorvado. Un rostro cercano a los sesenta, escaso pelo gris bajo
un sombrero del mismo color ajustado a su cabeza. Se encontraba a un par de
metros de su posición y el serbio no lo había oído llegar.

Soy el doctor Jakova,
Valeria me ha dicho que usted y su amiga se dirigían a la comisaria.

Estar siendo apuntado por una Desert Eagle no era nada
agradable, y el hombre que se había identificado como el doctor Jakova, no
podía evitar mirar de cuando en cuando el cañón de la potente arma.

Una luz se encendió en uno de los porches cercanos,
iluminando la silueta de una persona embutida en un llamativo anorak de color
rojo. Era difícil saber si desde esa distancia, unos veinte metros,  podría distinguirlos.

 

- Tiradas (1)
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16/12/2010, 16:11
Aleksandar Tasic

El Doctor Jakova...¿o la voz de mi conciencia cobarde?.

Aquel "Yo que usted no lo haría" se había venido repitiendo dentro de la cabeza -segunda persona del imperativo- mientras buscaba a aquel fiambre. Y es que, a pesar de todo, soy Yugoslavo. Sí, con la primera en mayúscula. Obstinado y testarudo como un salmón río arriba cuando se nos manipula convenientemente - por, a saber, el miedo, la inquietud o la propaganda -, y violento a poco que se nos palpe las pelotas. A Londres le debo mi careta,...

...y a Kosovo, mi mala sangre.

- Ponga las manos donde pueda verlas y acérquese.

Había dudado por un momento, y ese momento fué más largo de lo que la situación requería: me dividía entre el cadáver - no menos de 85 kilos, así a bote pronto, y sin contar con las ropas empapapadas...,lo que ofrecía el imposible resultante de veinte mil toneladas a peso muerto -, la figura encorvada de Jakova y, sobre todo, el fulano del anorak rojo. A todo esto, el calorcito que viene tras la sorpresa se ha desvanecido....y vuelvo a estar como un mimo en Siberia. ¿Donde demonios se habrá metido Jerbko?.

- Vamos.

Con este hierro y a esta distancia no hace falta ser John Wayne para abrirle tres o cuatro agujeros al impertérrito doctor. Debe intimidar que te encañonen con una semiautomática de este calibre y, de hecho, al tipo se le nota en la mirada. Y es que, la madre que lo parió, me ha dado un susto de muerte. Hay que tener huevos para presentarse así..., con lo que tiemblan los dedos cuando hace fresco.
El caso es que, ahora que tengo decidido recular hasta comisaría, apunto a mi colega doctor pero, por el rabillo del ojo, trato de controlar al del anorak rojo. A ver,...quizá esté un poco paranoico. Igual tengo enfrente a un venerable vejete con ganas de echarme un cable, y en el porche de allá el primo Bruzulavevic ha salido un poco a tomar el aire porque la casa está ya muy cargada. Si,...y a lo mejor al individuo semienterrado de aquí al lado le dió una embolia y lo que ví desparramado en el hotel era ketchup. A lo mejor.

De todas maneras, de momento voy a pensar que cada cosa que respira en estos lares está intentando joderme. Que el caballero colorado que se entrevé lleva un 45 en el bolsillo del anorak y un Zastava M91 con mira telescópica al hombro. Que el tal Jakova me conoce y ha preguntado por mí..., o que en realidad es el psicópata que se ha cargado al desgraciado que me dejó la Desert Eagle en herencia. No sé que pensar, la verdad...

..., y por eso necesito información. Voy a ver que me dicen los vivos, ahora que de momento no voy a poder intorrogar al muerto. Una lástima. Al menos ellos no mienten.