Partida Rol por web

Precariedad

Jueves 25 Abril 1996

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06/07/2010, 11:15
Director

La acción de Jürgen sumió la habitación en la penumbra, una débil luz de emergencia encima del mostrador, otra sobre la puerta principal, eran, junto al fuego, la única iluminación.

La respiración de Lazovic era débil, fue lo primero de lo que se percató el alemán, un pequeño reguero de sangre, mezclado con saliva, se escurría por la comisura de sus labios, que estaban empezando a adquirir un tono ligeramente azulado.

No contestó a la pregunta que se le formuló, pero la herida era bastante visible en su espalda, un orificio de tamaño considerable, un calibre grande, seguramente un 7’62 mm estándar, disparado con bastante precisión, no pudiendo comprobar sin mover al herido si tiene orificio de salida, pero otorgándole muy pocas posibilidades de vida si ha alcanzado algún órgano vital, como parecía por la posición.

Si esa munición había sido usada por un rifle de francotirador, el alcance podía llegar incluso a los trescientos metros, aunque con el tiempo atmosférico reinante, seguramente tenía que estar más cerca.

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06/07/2010, 11:16
Ðurdica Tracejov

La semioscuridad la alivió, ocultaron unas lágrimas que no creía poseer, agotadas con el paso de los años, y casi olvidadas gracias a él, el breve intervalo de calma que se había permitido terminó bruscamente, acuciada por la joven y el desconocido, que buscaban ayuda mientras la prestaban.

Se pasó la mano suavemente por el rostro, borrando el rastro de dolor, por lo menos el visible, y su mirada castaña se alternó entre ambas personas, primero en aquel hombre que trataba de evitar que sucediera aquello que temía, y luego en aquella aparente tranquilidad que se escondía en el gesto de Senka.

La casa del doctor está muy cerca, siguiendo la carretera, la tercera casa, la que tiene la puerta de color azul

Daba explicaciones de cómo llegar, pero era consciente de que si alguien se iba a arriesgar por Iván, no tenía más remedio que ser ella, a pesar de que le dolería abandonarlo en un momento así, si moría, no estaría con él, pero nunca se perdonaría no haber hecho nada para salvarlo.

Iré a buscarlo

Lo dijo con determinación, la mirada prendida de la puerta, sus ojos brillando ligeramente al reflejar las vivas llamas que proporcionaban luz y calor a la trágica situación.

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08/07/2010, 13:53
Senka Njego

Cuando Senka supo la que iba a ser su tarea, no pudo más que alegrarse de su cometido: seguir haciendo lo mismo, resguardada en el cubierto lugar. -No es seguro… no es seguro… -¿Cómo podían conseguir que lo fuese? La chica serbia de rasgos dulces no tenía ni idea, huelga decir que era la primera vez que se encontraba en semejante situación, lo único que se le ocurría era concentrar la máxima afluencia de dispositivos gubernamentales lo antes posible. Quién lo hubiese dicho si la conociese de antes, sólo un poco…

Se volvió a dejar caer en la pared, registrando el cajón escondido en el mostrador con manos violentas. No se podía decir que era su día de suerte según lo que pasaba, pero por lo menos seguían existiendo opciones, ya que encontró una guía de teléfonos… llamaría a todas las casas del pueblo si era necesario.

En algún lugar recóndito de su mente se había despedido de salvar al pobre abogado, su preocupación fundamental era otra. Por eso levantó la mirada cuando escuchó a Durdica, analizó sus breves palabras apenas unos segundos, y contestó:

No… ¡No! ¡Allí no hay nadie!, no te pongas en peligro que pueden seguir fuera. Durdica, por favor, ¡quédate!

Pueden seguir fuera… - Abrió los ojos espantada y se puso a pelearse con el teléfono de nuevo. Los nervios acumulados en su vientre, producto de la incomensurable tensión acumulada, le parecieron el peor de los presagios.

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12/07/2010, 13:28
Jürgen Banjac

Se había asustado como un vulgar principiante, ¿cómo iba a esperar algo así en este lugar? Le habían hablado de terrorismo, de radicales políticos, pero para nada de asesinos con rifles de francotirador, pero ahora aquella mujer pretendía arriesgarse a salir por una posibilidad muy remota, debía comportarse como lo que era.

¡NO! Gritó a la que parecía conocer el pueblo, mientras se incorporaba, quedando ligeramente encorvado, avanzó unos pasos hasta sujetar a Durdica. Echó un vistazo a su alrededor, las ventanas parecían seguras, y el peligro de un disparo externo era escaso, el problema podía venir si los tiradores eran varios y quería entrar. Tú quédate con él, me aseguraré de que no hay nadie fuera e iré a buscar al doctor era una orden, no una petición la que pronunciaba con feo acento.

Desenfundó una pistola de su sobaquera izquierda soy policía aclaró a la dueña del hotel si tienes algún arma no estaría de más que la fueras a buscar por si las moscas y tras decir esto, se encaminó a una de las ventanas delanteras, con cuidado de no ponerse a tiro, y echó un breve vistazo al exterior.

Pareció satisfecho con lo que vio, ya que, aún con precaución, abrió la puerta de salida del hotel, pistola al frente. No podía esperar a ver como ese hombre se moría allí mismo, pero sobre todo, no podía quedarse encerrado en aquel lugar a merced de los designios de uno o varios asesinos.

No veo a nadie, todo parece tranquilo se dirigió a ambas mujeres, y a continuación traspasó el umbral, cerrando la puerta tras él.

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14/07/2010, 16:58
Ðurdica Tracejov

Se revolvió furiosa, ¿quién se creía que era aquel tipo? ¿Acaso no iba a permitirle ir a buscar ayuda para su amigo? Apartó el brazo con brusquedad, y las palabras de Senka, asustada, contuvieron su ira, que se aplacó aún más cuando el desconocido se presentó como un policía. No se preocupó de momento por saber que hacía en el pueblo, aunque bien pudo imaginárselo, la muerte de Misimovic traería consecuencias imprevisibles, eso es lo que había dicho Iván.

¡Iván! fue hacía él, liberando de su mirada a Jürgen, otorgándole su “beneplácito” para que fuera a buscar la anhelada ayuda no me dejes se arrodilló junto él, agarrando su mano, inclinando su cuerpo hasta que su cabezas estuvieron juntas, así no

Un suave susurro brotó de los labios de la dueña del hotel, ininteligible para Senka, pero propició una ligera reacción en Lazovic, que se movió un poco, e intento decirle algo a Durdica, que se acercó aún más, la oreja en sus labios, las manos entrelazadas.

Mientras, Senka seguía con la infructuosa pelea contra el sistema, ese al que tanto se aferraban las personas, ese que solía fallarles cuando realmente lo necesitaban, y fue entonces cuando la voz de Durdica la interrumpió.

No tengo armas en el hotel le dijo, la serbia notó como había cambiado el tono de voz, no era angustiado, ni rabioso, como habían oscilado las últimas veces que habló, sino que era más frío pero ahora que se quién eres, más me hubiera valido tener alguna.

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19/07/2010, 17:33
Senka Njego

Era difícil concentrarse. Por un lado las manos le temblaban un poco y por otro, pues quería saber los movimientos de sus “compañeros”, las páginas se escurrían entre sus dedos, haciendo algo complicada la búsqueda y Jurgën resultaba ser un policía. Quien lo hubiera dicho.

Levantó la mirada para ver como se hacía cargo del control de la situación, sorpresa y alivio a partes iguales, sus labios casi se tornaron a una sonrisa suave, pero era imposible materializarla del todo con lo mal que se encontraba su abogado. Prefirió dar intimidad a los habitantes del pueblo que tan bien parecían conocerse y se propuso emplearse a fondo con la tarea que se había autoimpuesto.
 
Cuando su mente escuchó a la recepcionista, levantó la mirada inmediatamente, algo dispersa de primeras y totalmente fuera de juego, y antes de que acabase aquel largo segundo… se enfadó. El motivo no era otro que el dolor por unas injurias tan gratuitas contra su padre y su madre. A ella, que llevaba intentando ser amable desde que había entrado en ese salón, ayudar mientras el abogado estaba agonizante, a Durdica y al otro. Ella, que tan buena educación había recibido de ambos progenitores, que tan cariñosos y perfectos abuelos podían ser ¿Cómo se atrevía a insultarlos? ¿Y a santo de qué? Para ella eran igual de importantes ambas preguntas.
 
¿Có… cómo?- El tono vaciló de pura incredulidad mientras la miraba estaba clavada fijamente en la mujer: los había atacado, la había medio insultado medio amenazado. Le estaban entrando ganas de gritar contra aquella injusticia, decirle que no tenía ni idea de cómo era su….
 
Oh…. OH.
 
La luz se hizo en su cabeza, eso creía, mientras los ojos se abrían de par en par. Del dolor por sus padres pasó al miedo, a ese familiar precipicio en el que estaba desde que había recibido la carta de Lazovic, a la absoluta indefensión. Finalmente no estaba hablando de ellos, pero aquello no la consoló del todo.
 
¿De que estás hablando? ¿Qué sabes tú de mí?
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26/07/2010, 12:17
Ðurdica Tracejov

Durdica se había sentado junto al cuerpo de Lazovic, con una mano aferraba la del caído, y sus ojos no se cruzaron con los de Senka, pues permanecían bajos, ocultos tras las rodillas flexionadas, la frente descansando sobre ellas, era consciente de que Ivan no le habría hablado así de no ver cerca el final. Las lágrimas no lograban imponerse aún.

¿Por qué? ¿Quién ha disparado a Iván? Justo cuando ella había llegado al hotel, había quedado aquí con él.

Alzó la cabeza bruscamente, si era mínimamente responsable de la muerte del abogado, Durdica la mataría, de eso no le cabía ninguna duda. La mirada se tiñó de odio, de desconfianza, dándole a sus rasgos un carácter mucho más fiero. Se levantó prácticamente de un salto, daba la impresión de ser más alta, y señaló a la joven serbia con el dedo.

¿Qué haces aquí? ¿A qué has venido?

Gruñó las palabras.

Conseguimos librarnos de la perra de tu madre, no te queremos aquí

¿Por qué Iván la ha traído? ¿Acaso esperaba que fuera diferente? ¿O el maldito Misimovic finalmente le convenció? Llevan la semilla del odio bien incrustada en sus entrañas, ¡putas asquerosas!

Al precio de su vida, o eso pareció cuando el yaciente tosió con fuerza, escupiendo sangre, retorciéndose una vez más hasta quedar inmóvil.

Durdica se giró hacia él, la angustia hizo mudar de nuevo su rostro ¡ván! Volvió a arrodillarse ¡SAL DE MI CASA! Gritó a Senka mientras comenzó a rezar junto al cuerpo de su amigo.

 

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04/08/2010, 09:20
Director

-¡¿HOLA?!-

Un grito detrás de la puerta y varios golpes con los nudillos.

- ABRAN, POR FAVOR.

Una ligera pausa.

- SOY MÉDICO. OÍ QUE NECESITABAN UNO...

 

Aquellos golpes interrumpieron la respuesta de Senka, y Durdica reaccionó a los mismos alzando la cabeza y mirando a la joven que tenía plantada no demasiado lejos.

Abre la puerta

Había perdido el empuje de antes, y sus palabras fueron una mezcla de petición y cansancio.

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04/08/2010, 15:32
Senka Njego

La mirada no era ni mucho menos dulce. Tampoco cálida. En cuanto se sintió mínimamente amenazada se levantó de un salto. Aquella mujer no iba a atacarla gratuitamente sin que ella ofreciera resistencia. Llevaba parte de su existencia luchando contra las injusticias y aplicaba ese código a cada uno de los ámbitos de su vida. 

No apartó los ojos cuando comenzó a escuchar los golpes en la puerta, era como si su cuerpo se hubiera congelado en un determinado instante, grabando sus sensaciones, cada una de las palabras y expresiones de aquella mujer que se había atrevido a insultarla tan impunemente.
 
Usted no sabe nada de mí. Le aconsejo que no vuelva a insultarme tan a la ligera.
 
Con unos pasos serenos y largos llegó hasta la puerta cerrada. Claro que iba a abrir, aquel hombre la había tratado bien, la estaba ayudando antes del desastre, la respetaba. Era lo mínimo, era lo que intentaba hacer hasta que la posadera había comenzado a portarse como una desquiciada. No sabía que guerra era aquella, ya tendría tiempo de enterarse y de actuar en consecuencia.
 
Abrió con precaución, todos los sentidos alerta, pendientes de la persona que tenía frente a la puerta entornada, mirándolo inquisitivamente de arriba abajo con sus ojos prudentes de color verde claro. Fijándose en si portaba algo que acreditase su profesión, o por lo menos que no estuviese armada.

Dese prisa, está muy mal. Le han disparado por la espalda, desde la ventana.- Estaba relativamente tranquila, culpa de la ducha de agua fría que le había provocado Durdica, entreabrió un poco -Ahí junto a la chimenea… hace unos minutos.

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05/08/2010, 09:24
Director
Sólo para el director

Dacijaj. Hotel Dacijaj. Jueves25 - Abril - 1996, 18:28. Entrada.

 

Convergencia entre:

 

Senka Njego -> Permanece en la escena Jueves 25 Abril

Alexsandar Tasic -> Viene de la escena .Jueves 25 Abril

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05/08/2010, 09:25
Director

Dacijaj. Hotel Dacijaj. Jueves25 - Abril - 1996, 18:28. Entrada.

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05/08/2010, 09:25
Director

La puerta se abrió despacio, no completamente, sino una pequeña rendija que fue ampliándose hasta tener unos veinte centímetros más o menos. Unos ojos verdes enmarcados en un rostro atractivo de rasgos dulces repasaron de arriba abajo a Tasic y su improvisada compañera

Dese prisa, está muy mal. Le han disparado por la espalda, desde la ventana le indico al recién presentado médico con una voz bastante calmada, entreabrió un poco más la puerta-Ahí junto a la chimenea… hace unos minutos.

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05/08/2010, 09:35
Director

Al asomarse al exterior, Senka vio a dos personas, la primera, indudablemente la que había hablado, pues era el único varón de la pareja, presentaba a un hombre algo más alto que ella, de ojos saltones y vivaces, poco agraciado, y con cara de estar helándose hasta los higadillos, seguramente sobrepasaba la treintena. Iba envuelto en una pesada chaqueta de color oscuro, situado ligeramente a la derecha de la puerta.

La otra persona era una mujer, de unos treinta, aunque resultaba difícil acertar con las edades en personas como ella. Grandes ojos claros, pelo negro recogido en un moño bajo con una felpa de tira sosteniendo su flequillo. Vestía con una anorak de color rojo chillón, que se apretaba con fuerza sobre su busto. Se frotaba las manos sin guantes buscando algo de calor tras la figura del hombre.

Ninguno parecía ir armado, por lo menos a simple vista.

 

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14/08/2010, 11:36
Aleksandar Tasic

Hay pocos gestos faciales más odiosos que cuando se sonríe con los labios sin que los ojos acompañen. Es como el tipo que en un concurso de la tele acaba de ver cómo se le esfuma un bote de 300.000 dinares en la ronda final de preguntas...

¡Oooohh!- aplauso de despedida para el simpático perdedor.

Su expresión es un quiero y no puedo que se afana por ocultar que, por dentro, se está ciscando en el Barón de Coubertin. Esa infecta mueca es la que dedico a la muchacha que acaba de abrir la puerta: en mi máscara hipócrita, las comisuras de los labios se arquean hacia arriba, aunque me tiemble hasta el tuétano de los huesos y un latigazo tiritero me sacuda de punta a punta. Los ojos, sin embargo, dicen verdades que se podrían resumir en una frase corta: "Me estoy helando, puta".

- ¿Puedo?.- digo con el índice ( ¿mi mano se está volviendo azul?) señalando al, adivino, confortable interior. La pregunta es retórica, claro, pero así son los buenos modales.- Gracias..

Es entonces cuando giro la cabeza hacia atrás, hasta encontrarme con Valeria. Le pido que me siga con un gesto y ,cuando debería haber encarado de nuevo la entrada, me quedo ese medio segundo delator que toda mujer sabe interpretar: es impresionante cómo se le marcan, incluso con el grueso abrigo encima, esos dos péndulos de psicoterapeuta que te convierten en bebé por hipnosis regresiva...y te inducen a succionar crema de leche sin compasión, como si no hubiese un mañana.

Vuelve, Alek...

...y lo hago turbado, tragando saliva y sintiendo frío de nuevo. Para evitar una sexta renovación consecutiva de mi abono a "la cofradía de Onán" debería mostrarme más profesional. Ya sé. Emplearé tecnicismos.

- Suerte que estábamos cerca.- digo según entro con aire pretendidamente sereno y competente.- Quizá podamos evitar que entre en parada por neumotórax y reprimir la sepsis.

A ver, a ver...¿"parada por neumotórax"?. Dios, Alek...Ésta no la conocía. Si te quedase algo de dignidad deberías quemar tu foto en la orla con un jodido soplete, salido de mierda...

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17/08/2010, 16:50
Director

La chica de ojos verdes cedió el paso al hombre, que cruzó la puerta seguido de cerca por la camarera del bar, la cual, tras lanzar una breve y desconfiada mirada a quien había abierto la puerta, alzó la mano ligeramente a modo de saludo, sin demasiado entusiasmo.

El hotel estaba envuelto en la penumbra, iluminado básicamente por las luces de emergencia, ya que las ventanas estaban todas cerradas. Un olor a madera antigua inundó las fosas nasales del inspector, rancio y agradable. Analizó la estancia lo mejor que pudo, dadas las circunstancias, amplia, sin ninguna separación en forma de pared o puerta.

A su derecha, unas escaleras que perfectamente podían pasar desapercibidas, subían seis o siete escalones y giraban, perdiéndose de vista. Al otro lado, un perchero semioculto tras la puerta, sostenía un sombrero negro. Un fuego crepitaba al fondo de la amplia estancia, varios sillones, de vetusto aspecto se encontraban en el centro, y al fondo, también el lado derecho, una puerta cerrada impedía el acceso al comedor.  Un pequeño mostrador en la parte delantera, hacia las veces de recepción, pero en estos momentos, no había nadie detrás de él. Un libro, grande, parecido a los que habitualmente se usaban para registrar a los clientes, se encontraba descansando sobre la parte superior del mismo, cerrado. A los pies del mueble, había una bolsa de plástico y una mochila.

Pero por supuesto, lo que se centró la atención de Aleksandar fue la mujer arrodillada junto a un hombre tumbado boca abajo, con un pequeño rastro de sangre que parecía partir de su boca justo en el centro de los mencionados sillones. Sostenía las manos de este mientras murmuraba algo, aunque sus labios cesaron de moverse en cuanto los recién llegados hicieron acto de aparición. Unos ojos de color castaño, grandes y expresivos, adornados por rastros de recientes lágrimas, lo miraron con renovaba esperanza, apartándose inconscientemente para dejar espacio al doctor.

¡Durdica! La voz de Valeria pronunció el nombre de la dueña del hotel, y luego, tapándose la mano con la boca para ahogar un grito, nombró también al caído ¡Señor Lazovic! Se quedó allí de pie, sin atreverse a dar un paso más.

Usted no es el doctor Salvejic serena y clara, sin rastro de la rabia con la que unos momentos antes se había dirigido a Senka.

 

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19/08/2010, 16:44
Aleksandar Tasic

Aunque en principio pudiese considerarse como una contrariedad, el cuadro melodramático que veo en la estancia se me revela pronto como una oportunidad enorme para escalar a los altares de los semidioses: el negocio incluía necesariamente una herida cuya gravedad no se correspondiese con lo aparatoso del panorama.
De esa manera, una vez estabilizado el pobre desgraciado, cualquier cateta pueblerina podría confundir un medicucho aplicando el protocolo rutinario de primeros auxilios con el con el "Levántate y anda" de Jesuscristo a Lázaro.

- No, señora.- digo sin dejar de caminar. Lo hago con la gravedad que exige la circunstancia. Debería poner cara de "está muy mal" cuando eche el primer vistazo. De hecho la voy ensayando mientras me acerco.- Pero soy médico y creo que podría ayudar mientras llega el doctor. ¿Me permite?.

Debí haberlo imaginado. Ni un maldito golpe de suerte desde que llegué. Es colocarme junto al herido, soltar los bártulos y comprobar que el infeliz está un paso de conocer a su tatarabuelo. Soy buen actor (años de práctica), pero no tengo que fingir una cara como al que llaman en Domingo para una mudanza.

- Necesitaré algo de luz.- le digo a la muchacha que nos abrió la puerta. Mientras, voy abriendo la mochila médica y preparando una forma suave de decir "¿entierro o crematorio?". Adiós a mi velada erótico-festiva.- Si es tan amable...

Y ahora queda Valeria. No seamos tan pesimistas. Quizá todavía tenga alguna oportunidad: por supuesto, me refiero a mi cabeza incrustada en esos dos cántaros. En otra circunstancia que no me involucrase, le podían dar bastante por el culo al donut sangrante que tengo enfrente.

- Acérquese. Voy a necesitar de su ayuda.- trago saliva, intentado no enseñar demasiado lo amarillo de mis dientes.

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20/08/2010, 10:16
Senka Njego

Lazovic era la viva imagen de su querida Serbia: Desmadejada, sangrante, combativa… el único apelativo que no compartían era, según lo poco que Senka conocía a Iván, el de corrupta. Impunemente corrupta.

En algún lugar de su mente se hacía este simil, aunque ciertamente la chica de rasgos armoniosos estaba más atenta a la llegada de auxilio, bastante profesional, y, tras cerrar la puerta rápidamente, a seguir prestando ayuda para el hombre que tan amablemente la había tratado…
 
No tenía esperanzas para él: Tan mayor, herida de bala, un buen rato perdiendo sangre… no. Ya lo había enterrado. Aquello era más darle un velatorio en vida digno. El denominado en su momento “señor del bigotito” seguía luchando y eso era de corresponder y admirar. Por lo menos con los datos que tenía, luego ya se vería, detenidamente y en profundidad.
 
Así que asintió al doctor –Enseguida – y con pasos firmes y elásticos se encaminó al mostrador, su reciente refugio, cruzándolo para llegar a los interruptores del lateral de la pared de la puerta interior. Inmenso alivio al comprobar que funcionaban y que no les habían cortado la luz. Los activó todos.
 
Cogió entonces una lamparita de la barra y la llevó hacia la, todavía, zona de conflicto, acercando también la silla que estaba detrás de Durdica, sin dedicarle a ella ni una misera mirada. Encendió el aparato y se sentó a acercarlo, a alumbrar y a esperar.
 
No era el primer atentado que vivía de cerca, era ilusorio pensar que sería el último, pero sí el único en el que había temido directamente por su vida. Esa vulnerabilidad iba poco a poco transformándose en adrenalina pura intravenosa. Ahora que se encontraba más a salvo un molesto zumbido se adueñaba de sus oídos, las piernas flojeaban como si hubiese corrido durante horas. Incomodísimos nervios la recorrían…
 
Descubrió sorprendida que, encima, un nudo se había adueñado de su garganta. Todo su cuerpo amenazaba con delatar lo que podía llegar a convertirse, si no se empleaba a fondo, en un mareo. Desde luego la escena con tantísima sangre no ayudaba a controlarlo.
 
Suspiró profundamente, o como pudo, apretando las mandíbulas, tenía que mantenerse alerta y bajo control. La dueña del local estaba cerca –imposible saber a que estado de ánimo había cambiado ahora- y era una extraña en aquél inhóspito lugar. El único apunte alentador era que por lo menos de uno no parecían amigas de toda la vida.
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23/08/2010, 17:00
Director

Dacijaj. Hotel Dacijaj. Jueves25 - Abril - 1996, 18:36. Recepción.

Tasic comenzó a inspeccionar el cuerpo del herido en cuanto la mujer de ojos verdes le proporcionó la luz deseada. Durdica permaneció en silencio, con la mirada fija en las manos del médico, mientras que Valeria esperaba solicita alguna instrucción de Aleksandar que le permitiría colaborar en la milagrosa salvación de Lazovic.

Pero ninguno de los cuatro creía en los milagros, y este no iba a ser el momento en que cambiaran de parecer, puesto que el corazón del anciano dejó de latir casi al instante, buscando con su último esfuerzo el rostro de la dueña del hotel, quien no pudo sostenerle la mirada, y cerró los ojos, respirando profundamente.

Valeria se apartó un poco, tragó saliva sin saber bien que decir, no es que fuera amiga ni mucho menos del abogado, pero la situación tenía un tinte absurdo que la acongojaba. Se puso de pie y se quitó el abrigo, que de repente, le resultó tremendamente incómodo.

Unos silenciosos segundos precedieron al movimiento de Durdica, que se incorporó, los ojos clavados en Senka, y una peligrosa expresión de rabia contenida, la señaló con el dedo, acusador.

¿Ya estáis contentos? Todo lo que tocáis se corrompe sus labios se crisparon, apretada la mandíbula ¡sal de mi casa, vuelve con tu hermano, dile que ya ha conseguido lo que quería!

 

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24/08/2010, 12:10
Senka Njego

Circunspecta estaba mientras esperaba el desenlace más lógico, sin mirar a Durdica pero completamente consciente de su presencia.

Levantó la mirada cuando se incorporó, aquello era vivir lo mismo otra vez, le volvía a gritar, estupendo, la volvía a echar…. Y entonces fue cuando llegó su disparo particular, su herida lacerante. El corazón se le paró cuando aquella loca la increpó con que se habían salido con la suya… ¡En plural!... se le descompuso la cara, exactamente igual que el día anterior cuando recibió la invitación. O más.
 
Un hermano.
 
Algo comenzó a agitarse en su interior, como si la furia de la mujer fuese contagiosa, se mezclaba con las pulsaciones de la cabeza, el cuerpo se quedaba sin fuerzas mientras bullía violentamente en sus venas… alimentándose y creciendo, era poderoso.
 
¿¡De qué narices está hablando ahora!?- Se levantó, si se caía, ya se preocuparía después. Las lágrimas acudieron a sus ojos y recorrieron sus mejillas en apenas un segundo, eran producto del miedo a que aquella bala la hubiese alcanzado a ella y se expulsaban irremediablemente por el proyectil que le había lanzado Durdica… Odiaba lo que aquella mujer decía, la trastornaba todavía más de lo que ya estaba, la hacía sentirse irracionalmente vulnerable… y encima con público.
 
Maldita vieja.
 
¡¿Qué hermano ni qué..?!- Dio un firme paso hacia ella. Aquella señora no tenía ni idea de con quién se la estaba jugando, la persona a la que estaba insultando, y si encima lo que decía era verdad… eso no iba a perdonarlo.
 
La cogió por los brazos con fuerza, sus largos dedos eran garras en esos miembros entraditos en años, volvió a increparla inmediatamente después, sin una sola gota de paciencia en el ánimo -Por última vez… ¡¡De quiénes me está hablando!!- Aquello dolía profundamente, sus ojos lo reflejaban, el aguamarina seguía reproduciéndose en ellos. Se lo estaba creyendo todo ¿Cómo se podía ser tan idiota? Tan infantil. La sacudió una única vez.
 
¡Usted no sabe nada de mí…! ¡¡NADA!!
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24/08/2010, 15:49
Aleksandar Tasic

De un tiempo a esta parte, una idea me viene rondando la cabeza. Es algo extraño de lo que voy dándome cuenta...y encuentro referentes a poco que escarbe en la memoria. A saber:

El año pasado la selección juega la final del eurobasket. Los chicos del departamento se apañan un televisor en la sala de descanso y dicen que incluso el mismo comisario Petrovic - ultraforofo irreductible - va a hacer la vista gorda y se va a colocar una bufanda azul, blanca y roja a modo de felpa para el pelo. Observo los corrillos en la víspera del partido, que si tú traes la cerveza, que si fulano de tal ya tiene un cartón de tabaco,...

A mí me dan el día libre.

- Quédate en casa, Tasic. No quiero ver mañana tu fea cara por comisaría. - me dijo Petrovic. No cabe duda de que no le caigo mal: si me quería lejos de su vista, bien podría haberme encajado patrulla y santas pascuas.

Esa es una. Otra sería, qué sé yo,...que de cada tres cervezas que pido en el "Yrao", me tocan dos en el cambio de barril. O la sensación perturbadora de farolas que se apagan a mi paso. O la maldita máquina de café que se me traga el cambio. ¿Más?. Dacijaj, mi primera visita: el peor temporal en años.

Y ahora esto. Parece que el caballero me estaba esperando para dejar definitivamente el tabaco. De acuerdo, al tipo le han calzado un pepinazo por la espalda y en el subsiguiente boquete le cabe una pelota de golf, pero...ahora más que el Doctor Milagro parezco el mismo ángel de la muerte. Intolerable.
Además, entre la vieja y la -por otra parte- bella muchacha que tan amablemente me acerca la lámpara comienzan unas hostilidades que a) no quiero entender y b) me roban protagonismo, vital para mis lúdicas intenciones. La pregunta es:

¿Soy un jodido gafe?.

Las evidencias así lo afirman. Todo está perdido con Valeria, a menos que...

- No voy a perderlo.- digo quitándome el abrigo con vehemencia. El tipo está más muerto que una barra de chopped pork, pero yo le doy la vuelta y cuento costillas con los nudillos para proceder a un masaje cardíaco. Mi rostro refleja determinación, seriedad y compromiso férreo con el código deontológico. Hago una pequeña pausa en la que trato de recordar el nombre del pedazo de carne inerte que tengo delante.- Vamos, señor...señor Lazovic.- aprieto los dientes.-Vaaaamos...

Le abro la camisa al cadáver y contemplo el orificio de salida. Da ahí vá a salir hemoglobina como para subirle los colores al mismo Nosferatu. Habrá que asear el asunto:

- Valeria.- digo con voz pretendidamente firme y rotunda. El resultado es un tono ridículamente agudo.- En la mochila. Un pequeño bote blanco. Está etiquetado como "Diazepam". Extraiga un par de cápsulas y entrégueselas a las señoras.- una mirada de medio lado a las dos mujeres en disputa.- Y saque unas gasas. Están ahí, en el bolsillo accesorio.

Mientras, inicio el inútil masaje cardíaco,...uno...mil...dos...mil...tres...mil...cuatro...mil...cinco...mil..., y llegados a este punto, todo el mundo sabe - cateta de pueblo incluída - que debo tragarme babas de anciano muerto. He de insuflar para completar la mascarada. Todo sea por esas dos prominencias pectorales.

- Y ustedes dos, por lo que más quieran. Tranquilícense. Estoy intentando salvarle la vida a un hombre.

¡Insufla!