Partida Rol por web

Una jungla. Estabais en una maldita jungla. El calor era sofocante y la humedad, simplemente insoportable. No llevabais ni cinco minutos allí y sudabais por todos los poros de vuestro cuerpo, y por si eso no fuese suficiente, después de haber sobrevivido a duras penas a aquella maldita criatura, prácticamente indestructible, ahora alguien os había rescatado... pero no para salvar vuestras vidas, sino para conduciros a un destino como mínimo, igual de cruel: continuar peleando.

La mujer, Ripley, terminó deteniéndose antes de desaparecer en la espesura porque no todos parecíais haber asumido vuestra nueva situación.  Si hubiese tenido con quien apostar, lo habría hecho y habría ganado, porque se lo habría jugado todo a que ninguno de vosotros salíais con vida de allí.

Sin embargo, al miraros, se dio cuenta de que no solo erais nuevas "presas", sino que parecíais haber pasado ya lo vuestro. Eso lo simplificaría, porque allí, todo era huir para morir, ya fuese antes o después, y ella sabía que su momento estaba llegando. Había sobrevivido a demasiados nuevos equipos como para no pensar que la vez siguiente, sería algún otro quien recibiría a los recién llegados.

Miró al grupo, mientras se acercaban a los equipos que los "Cazadores", como los llamaban, habían dejado, pero sabía que no habría demasiada diferencia.

-Es mejor viajar ligeros y deprisa y tener una gran potencia de fuego, creedme. Estoy cansada de ver como muchos de los nuevos cogen las armas más pesadas esperando que sean su salvación, y lo único que consiguen es marchar más lentos y morir antes. Pero lo que vayáis a hacer, hacedlo deprisa porque no suelen esperar demasiado antes de atacar.

El aspecto de algunas las dos mujeres dejaba además bastante que desear en cuanto a preparación. Demasiado bien peinadas y caras asustadas. Lo mejor para un día en el campo pero no para un día en la guerra. La que se había presentado... bueno, esa parecía diferente. Quizás lograse aguantar, al menos un par de días. También había otra con pinta de zorra; seguramente, no tardaría en pedir auxilio.

Ya vería.

Lo más importante en aquellos momentos era salir deprisa de la zona cero, a no ser que quisieran morir antes de poder pensar siquiera en sobrevivir.

-¿Nos vamos ya o estáis esperando a que venga mamá a tirar de vosotros?

Después de todo lo que habíamos pasado nos encontramos allí plantados delante de un arsenal que mucha falta nos hacia en la nave y una fémina mas; la mire de arriba a abajo con lujuria y cogi lo que crei necesario
Esta bien preciosa!! dije siguiendo su estela Supongo que ya lo habrás intentado pero... como salimos de aqui??

Se suponía que aquellos nuevos seres nos habían llevado a aquel planeta para ser sus nuevas presas
Y... podrías explicarnos cuanto tiempo llevas aqui?? Y que?? Se supone que debemos dejarnos matar?? Mire al resto de féminas y el lugar, no habia mucho donde elegir pero seguro encontraría algún nidito de amor donde poder hacerlas muy... pero que muy felices.

No les habían dado demasiadas explicaciones de lo que estaban haciendo allí, ni de lo que pretendían de ellos sus salvadores o de lo que eran capaces, pero era evidente que no querían nada bueno para ellos. Sólo una cosa era evidente, estaban allí para huir, esconderse y sobrevivir o ser cazados.

No tenían demasiado tiempo por lo que decía aquella desconocida. Los que pretendían cazarles podían aparecer en cualquier momento y entonces se acabaría el juego para aquellos que no estuvieran preparados. Por ello, era el mejor momento de aprovisionarse y salir echando leches de ahí.

Barret se acercó al lugar donde habían dejado el equipo. No era una neófita con las armas. De pequeña aprendió a disparar, aunque hacia algunos años que no cogía un arma. Su padre era miembro del club del rifle. El señor Barret siempre le decía: " Gabby, algún día puedes necesitar una de éstas, por lo que debes saber usarla". Y ese día había llegado.

Lo primero que hizo Gabriella fue ajustarse un cinturón y un chaleco táctico. En el cinturón colocó estuches para cargadores de 9mm y dos facturas fundas de pistola a los lados introduciendo dos de ellas cargadas y listas para disparar. Además colocó también en el cinturón un cuchillo y cargadores de M16 en el chaleco. Se hizo con un rifle, una cuerda, una cantimplora y una cuerda. Estaba lista.

Echaba a faltar provisiones, algo que llevarse a la boca, pero era lo de menos. Si aquella mujer, Ripley, había sobrevivido un tiempo en aquella selva, era porque había algo que cazar, eso estaba claro. Ya les enseñaría que comer y de dónde obtenerlo.

- ¡Rápido, hay que irse de aquí! - Dijo al fin situándose junto a su nueva guía.

Aquello estaba resultando como un mal "viaje". De hecho, la última vez que estuvo en la estación Júpiter, estuvo tres días en su cabina sin darse cuenta, gracias a un pequeño recuerdo que había comprado para pasar la noche. Fue brutal. Pero en aquellos momentos se sentía más o menos igual.

Durante el viaje, ni siquiera se había planteado dónde coño estaban ni para qué, dado que les habían salvado la vida y él era un tío práctico, pero en cuanto aparecieron en la jungla, porque eso es lo que era, una maldita jungla, rodeados de plantas más altas que el primo ese que tenía y que se dedicaba al baloncesto, Guy Harden, supo que allí había mucho que saber.

-Espere un momento, señora. El guaperas tiene razón. No sé los demás, pero yo no estoy acostumbrado a que me saquen del espacio exterior, lleven en una nave a miles de kilómetros, o por lo que yo sé, unos metros nada más, y me suelten como si fuese basura en mitad de la tierra de Jumanji, así que será mejor que empiece a explicarse si no quiere que le suelte algo más que palabrotas.

Por si su malhumor no hubiera ido en aumento por lo que les había pasado, seguía sin cigarrillos y eso era una mala señal.

Todo estaba siendo una locura. Cuando aceptó aquel trabajo en la Estación Sevastopol, no pensó en otra cosa que no fuese poder conseguir lo que siempre había querido.

Sarah no siempre había sido una puta. Durante mucho tiempo, sus aspiraciones se desviaron hacia cosas muy diferentes. Era una joven atleta con futuro, una de las mejores corredoras de corta distancia de su generación. Había conseguido ganar en todas las categorías inferiores y ahora aspiraba a ser una de las seleccionadas para disputar los Campeonatos Mundiales... cuando su padre enfermó.

Su madre los había abandonado siendo ella muy joven, con tres años, y su padre había hecho todo cuanto había estado en su mano para sacarla adelante, darle unos estudios y rodearle de una vida difícil pero fructífera. El cuerpo de su padre mostraba las cicatrices de toda una vida de sufrimiento, tanto en su cuerpo como en su mente, así que era su turno para tirar de él, y dado que el deporte no proporcionaba dinero... hizo lo que tenía que hacer.

Cuando cinco años más tarde su padre pasó a mejor vida, Sarah ya no era la misma persona. Sus ilusiones se habían disipado en la niebla creada por lo que había visto. Había dejado atrás su juventud y sus ilusiones, y había aprendido a aferrarse a una esperanza diferente. Lo que ahora quería era olvidarse de todo y alejarse de la humanidad y todos sus deseos y perversiones. Era una puta, sí, pero sabía lo que hacía y por qué lo hacía.

Pero no contaba con aquello.

Ahora estaban allí tirados, en mitad de una selva, y todo aquello seguía pareciéndole una pesadilla porque no entendía cómo había llegado a esa situación. Un momento estaba bailando semidesnuda en la cantina de una estación espacial, seleccionando clientes y pensando en cuánto podría ganar en una noche, y al minuto siguiente, estaba luchando por su vida... algo que por lo visto, aún debía seguir haciendo.

-Está bien. Tranquilicémonos todos un poco. Oye, guapa -le dijo a Ripley, acercándose a ella -. Puede que tú sepas bien de qué va esto pero nosotros no. No te costará nada darnos un resumen rápido de lo que sucede.

Sarah no estaba con muchos humos. Tenía a una tía que hablaba peor que un contrabandista y a un tío que se creía más guapo que un modelo. Pero eso sí, si habían sobrevivido hasta ese momento, ¿por qué no iban a conseguir seguir haciéndolo?

Claro que para eso, tenía que entender qué estaba sucediendo allí.

Ripley no se esperaba que aquel grupito disfuncional resultase tan preguntón. Al oír las primeras dudas, se volvió cansinamente hacia vosotros, en especial, hacia Jack.

-De aquí no se puede salir, guapito -le dijo, mirando después al resto, Snow y Sarah, que también estaban poniendo en tela de juicio su actitud -. Está bien. Os lo voy a dejar muy claro. A mí me da igual si os matan o no. Yo solo sigo viva porque soy rápida y lista, y también porque no me juego el cuello para nada. He venido porque siempre está bien contar con "nuevos", dado que es más fácil sobrevivir siendo numerosos, aunque sea únicamente porque pueden matar a otros antes que a ti.

Ripley miró a Sarah de arriba a abajo y después volvió a concentrarse en todos.

-En cuanto a lo que son... pues yo los llamo "cazadores". Vienen aquí, nos persiguen y matan como si fuésemos presas, y se marchan. Cuando no queda ninguno de nosotros o muy pocos, traen a unos pocos más, como vosotros, y vuelven a venir de caza. Así que dudo que tarden en aparecer, y os aseguro que no disparan más que a matar. ¿Alguna estúpida pregunta más?

- Creo que no... - Intervino Gabriella. - Aunque podría bajar ese tono, Ripley. - Le dijo la piloto. - Usted también debió de tener muchas preguntas cuando llegó aquí. No se si tuvo a alguien que se las respondiera, pero sin duda le hubiera gustado. - Añadió. - Y ahora, vámonos... - Zanjó la conversación superando la posición de la guerrillera en dirección hacia el interior de la selva y cruzando su mirada con la de Ripley.

Amber, un poco analizando por la experiencia, se encontraba sin escuchar a aquella que había cogido su papel. En sus manos, manchadas y sucias, se encontraba unas plastas de barro mojado que había encontrado. Aunque, a decir verdad, aquello no olía precisamente a barro. 

Ahuyentar, ahuyentar... -se repetía así misma mentalmente. 

Las plastas de aquel extraño barro, las restregó por su cabello, manchándolo por completo de la sustancia y oscureciéndolo.

Muy bien, muy bien, muy bien.... 

 

-¿Nos vamos ya o estáis esperando a que venga mamá a tirar de vosotros?

Amber la miró desafiante. ¿Quién se creía aquella mujer que era? Ella era quien daba las órdenes a sus criaturas miserables. E L L A .

-Coged armas. -carraspeó a su grupo, que parecía más atento a la otra que a ella-, no tan pesadas, por favor.  

Amanda era la primera sorprendida ante la visión que se terciaba. Estaban en una jodida jungla, y todo parecía indicar que en breves recibirían compañía, aunque no una que fuesen a recibir con alegría. La joven médico no dudó en que debía armarse lo mejor posible para enfrentar las posibles amenazas, mientras escuchaba atentamente a la mujer que según decía, llevaba ya allí bastante tiempo y sabía de qué iba el tema.

Si no mentía descaradamente, unos "cazadores" iban a llegar en breves armados hasta los dientes, y buscarían eliminarles sin preguntar previamente, tratándose de alguna especie de deporte macabro en la que ellos eran las "presas". Fuese como fuese, debían intentar sobrevivir, por lo que a pesar de las discusiones que se suscitaban, Amanda prácticamente no abrió su boca y se limitó a obedecer, tratando de no ir demasiado cargada de equipaje, pero tampoco yendo sin que defenderse. Al igual que Gabby, se hizo con un chaleco táctico y un cinturón, que tras ajustárselosal cuerpo, lleno con cargadores M16, el arma que había elegido llevar como principal. Se hizo con dos granadas, una pistola de 9mm y dos cargadores de ésta, y finalmente un botiquín, una cuerda y una cantimplora. No era necesario cargar con armas más pesadas, que enlentecerían mucho el ritmo que deberían soportar.

- Como sea, las explicaciones pueden ser más extensas más tarde, por ahora ya nos hacemos una idea de la situación. Si van a venir y no para saludarnos afectuosamente precisamente, mejor lárgarnos de aquí de inmediato. - sentenció Amanda con severidad, viendo que estaban perdiendo un tiempo valioso para abandonar aquel lugar antes de que les diesen caza. No es que confiarse en Ripley, de hecho solo conocía de oídas su nombre, pero ¿a caso tenían mejores alternativas? Quien no quisiera salir de allí, podía simplemente echarse una siestecita y ya se vería como terminaba, Amanda no dudaría en mover su atractivo culo delante de Jericó y Jack para largarse de allí. Puede que aquello fuese un buen aliciente para que se motivasen... No hay más preguntas. Por mi parte estoy lista. Vámonos.

Al ver a Amanda armada con dos granadas recordó que había olvidado coger también explosivos. Les podían resultar útiles más adelante, por lo que sin más regresó a la carrera donde se hallaban los suministros y agarró cuatro granadas de mano. Si no lo hacía igual luego se arrepentía. Ahora sí que estaba lista y regresó a la carrera junto a Elle Ripley.

Jo no estaba acostumbrada a ese tipo de cosas. En realidad, apenas hablaba con la gente. Lo suyo era investigar y descubrir, y muy pocas veces, transmitir. Eso se lo dejaba a otros, a aquellos que les gustaba socializar y hablar, y que cada vez que sonreían, disfrutaban en verdad de lo que estaban haciendo o sabían como disimularlo.

Pero ella no. Aquello de hablar por hablar no le gustaba, ni tampoco se sentía cómoda simulando que era quien no era.

Lo suyo era trabajar en solitario.

Pero de repente, ni estaba sola ni trabajando, y ni siquiera es que fuese algo puntual, sino que parecía estar convirtiéndose en una especie de estado permanente. Había que luchar por sobrevivir, por no ser absorbida al espacio, no ser devorada por una criatura, no morir estrellándose en una estrella....

Y ahora.... no morir en mitad de una selva.

En cuanto abrió los ojos, sintió como sus tripas se revolvían, quizás por el viaje, el transporte a aquel lugar o simplemente, los nervios, y sin poder evitarlo, ni tampoco querer hacerlo, se inclinó y vomitó lo poco que aún le quedaba en su estómago.

Después, se limpió un poco la boca con la mano, buscó sus gafas, que se le habían caído cerca de donde estaba, se las puso y se levantó.

-¿Dónde estamos? -murmuró.

Las preguntas no tardaron en agolparse y las respuestas se resumieron, otra vez, en correr para sobrevivir. Rápidamente, se acercó a las armas y cogió una pistola, varias granadas, un cuchillo y un botiquín. Era todo lo que se atrevía a llevar. Lo suyo no era el combate.

Tímidamente, se aproximó a Jerico. 

-¿Qué vamos a hacer? ¿Podemos confiar... en esa mujer? -le preguntó en voz baja, aunque todos lo oyeron, seguramente incluso Ripley.

Las respuestas que encontre no eran las que esperaba y en verdad no confiaba en aquella mujer, realmente llevaba tanto tiempo allí y habia conseguido sobrevivir?? Y aquel cargamentoo de armas?? De donde habia salido??

Has explorado toda la zona?? le pregunte a la mujer mientras me aprovisionaba Esos seres deben de venir de algún lado... un puesto de mando... no me creo que no haya salida

Los planetas eran muy grandes y seguro que habría algún lugar para escapar o emboscar de mejor manera a aquellas criaturas, yo era un hombre de acción... de una acción que no era aquella aunque me gustara mantenerme en forma para atraer a las féminas; y ahora que me fijaba habia muy bien material allí y el primero era yo.

En ese momento, todos oísteis un ruido sobre vuestras cabezas, como si varias ramas se agitaran al mismo tiempo, y al elevar la vista, os dio tiempo a distinguir una figura que desaparecía como por arte de magia. Corrió por una de las ramas y se desvaneció sin daros tiempo a que pudieseis apuntar y disparar, entre otras cosas porque ya ni siquiera sabíais a dónde hacerlo.

Ripley miró también, pero con cierta indiferencia, y después, se dirigió hacia vosotros.

-¿Conocéis el cuento de Alicia en el País de las Maravillas? ¡Llego tarde! ¡Llego muy tarde! -os dijo, justo antes de salir corriendo en dirección contraria para adentrarse en la espesura.

Y nada más hacerlo... empezaron a lloveros disparos de plasma, que alcanzaban el suelo y provocaban pequeñas explosiones a vuestro alrededor.

- ¡Mierda! - Exclamó Gabriella en un susurro casi sordo.

Inmediatamente se puso a correr tras los pasos de Ripley. Lo suyo no era el atletismo. No le gustaba correr y tenía un dicho, "correr es de cobardes". Sin embargo, desde que llegaran la órbita de la estación espacial Sevastopol, todo había sido ir con la lengua fuera de un lado para otro. Tocaba correr, si y lo haría siguiendo, en la medida de lo posible, la guía de aquella mujer que acababan de conocer. Ellen Ripley era su pasaporte hacia lo más parecido a seguir con vida, por lo que trataría de no separase de ella.

Y aunque a ella lo de correr, no era algo que le gustase demasiado, ni que hubiera practicado con anterioridad por propia iniciativa, si era cierto que las pruebas físicas de acceso a su puesto de trabajo habían sido duras y todavía conservaba algo de ello. Por eso, en cuanto puso los pies en funcionamiento, desapareció de la vista de todos a gran velocidad. Cuanto antes estuviera a salvo... antes estaría a salvo.

La situación parecía de película nuevamente aunque ni de broma, no había tenido bastante ya como para estar metido en otro puto fregado, posiblemente peor, ahora las ayudas tecnológicas eran mínimas al parecer y mis mayores habilidades parecian que se iban a reducir al mínimo, cogí el armamento adecuado para mí, sin mucho peso, para que me permitiera moverme con agilidad y aunque mi forma física era envidiable, tampoco habíamos comido ni bebido mucho últimamente por lo que toda energía que pudiera ahorrar sería bienvenida. Con nosotros habían aparecido nuevos miembros, dos mujeres bastante guapas, todo había que decirlo, pero que estaban tan confundidas como el resto.

-Me temo que no tenemos más opción pelirroja, ella parece ser que es la que lleva aquí más tiempo viva-dije terminando de ceñirme el cinturón táctico y comprobando la munición de la pistola. No era ningún militar pero alguna experiencia con armas si tenía-será mejor que cojas algún arma y la sigamos, vamos a necesitar potencia de fuego..- entonces miré a la piloto-Vamod Gabby espero que tu puntería sea mejor que tus dotes de pilotaje-dije con un gesto divertido intentando quitar tensión, pero fue inútil ya que al momento siguientes Ripley nos alertó de lo que se nos echaba encima y ni era cariñoso ni dulce-¡corred joder CORREEED!-grité echando a correr tras la enigmática mujer. Hasta que me tropecé.

Amber cogió su equipo: pistola, un cinturón con balas, un botiquín junto a una mochila y, finalmente, las granadas. Cargó las pistolas y miró a su equipo...

-¿Qué ha sido...?

De repente, una ráfaga de disparos empezaron a acribillarlos. Jackman empezó a correr detrás de Riley, aunque, con suerte, se puso a su lado. No había nada más excitante que competir con alguien y, en su caso, ella era un ser muy competitivo.

-¡Vamos, moved el culo! -gritó sin mirar atrás a su equipo.

Hacía tiempo que no se permitía correr como aquella vez. Por un sendero que no fuera plano, por lo que se encontraba realmente... extasiada. 

Las palabras no se pudieron extender mas pues todos miramos arriba al oír crujir la rama encima de nosotros y después...

Que cojones!!?? dije sorprendido al ver a una de esas criaturas correr por una rama encima de nuestras cabezas y después desaparecer, lo que sucedió después fue y no fue una sorpresa, de repente una ráfaga de rayos callo sobre nosotros mientras aquella mujer se habia largado sin decir mas, Zorra!! Nadie me deja atras masculle enfadado al ver que me habia dejado allí

Poco después mi adorada Gaby y la Capitana la siguieron, Mujeres!! dije sonriendo mientras yo también comenzaba a correr asegurándome de que nadie quedara atrás Cuando una va al baño las demás por fuerza han de seguirla dije sonriente pero mi sonrisa pronto se borro de mis labios al ver que una ráfaga habia dado a nuestro ingeniero Tan inútil como siempre dije escondiéndome detras de una árbol preparado para disparar a cualquier cosa que no se moviera y a la espera de que todo aquello acabase para ayudar a aquel bueno para nada.

Si es que no se les puede sacar de casa!!

Snow agarró el arma más grande que había, un buen cuchillo, granadas y una pistola, y apenas tuvo tiempo de hacer mucho más, porque Ripley miró hacia arriba y desapareció con una sonrisa de maldad que a Snow le jodió más de lo que le gustaba reconocer.

Claro que al seguir su mirada y ver aquella figura... todo dejó de importarle, salvo salir de allí.

-¡Mierda! ¡Corre, cara de niño si no quieres parecer un cromo! -le dijo a Jack, mientras salía a toda velocidad, saltando ramas, arbustos y piedras, mientras "aquello" disparaba una y otra vez.

Sin apenas tiempo para respirar, vio como el ingeniero volaba por los aires debido a uno de esos disparos y como él mismo se libraba por poco de uno de ellos.

Hacía mucho tiempo que no había tenido que correr tanto, pero cuando los primeros disparos aparecieron por todos lados, Sarah no se lo pensó y arrancó a correr, adelantando a Snow y a Jack, y viendo como Jerico desaparecía en una nube de tierra al impactar uno de aquellos disparos justo sobre él o cerca de él.

Sin tiempo para más, Sarah continuó corriendo para dirigirse hacia la vegetación y ocultarse de aquella locura. No contaba con tener que empezar a luchar por su vida tan pronto, pero lo que era evidente es que si lo había hecho hasta ahora, no iba a cambiar y desde luego, haría lo que tuviese que hacer para continuar con vida.

-¡Corred! ¡Corre, Jo! -le dijo a ésta, mirando hacia atrás para ver si le estaba haciendo caso.

Tras abastecerse de lo estrictamente necesario, Amanda se dispuso a movilizarse y largarse de allí con el resto del grupo antes de que las cosas se complicasen. Antes si quiera de que se internasen en la espesura, los sonidos inequívocos de que ya estaban llegando allí sus adversarios la hizo ponerse en tensión, iniciando la carrera detrás de Riley y los que la seguían. No obstante, justo delante suya Jericó trastabilló frenando bruscamente su marcha y cayendo al suelo, lo que propició que Amanda se golpease contra el ingeniero al estar más pendiente de su alrededor, donde el cazador que momentáneamente había visto desapareciese por arte de magia. ¿Cómo había hecho eso? ¿Que tipo de tecnología poseía que le permitía mimetizarse con el entorno de tal forma, hasta el punto de volverse literalmente invisible?

- ¡Ouch, Jericó! - fue todo lo que masculló Amanda antes de trastabillar también y rodar por el suelo. No podían detenerse, por lo que la médico continuó gateando como buenamente pudo, cubriéndose con el entorno de la última posición en la que había visto al supuesto depredador, e instando al ingeniero a continuar. ¡Sigue, sigue! ¡No podemos detenernos!