Partida Rol por web

Delante de vosotros apareció una base militar en toda regla, rodeada por jungla densa e inabarcable, pero también, con algunos edificios, una pista aérea y varias naves que no eran terrestres.

Ripley y vosotros os alejasteis de la puerta sin dudarlo, y os retirasteis siguiendo la zona boscosa, quedando ocultos detrás de un sinfín de hojas y montículos, desde los cuales pudisteis ver a varios de aquellos gigantes, caminando y hablando entre ellos, armados hasta los dientes, pero relajados.

La nave que teníais más cerca, no estaba custodiada, pero había dos cazadores lo suficientemente cerca como para veros, salvo que fueseis lo suficientemente sigilosos, si es que queríais entrar en ella. El resto de la base tenía más naves, pero había cazadores subiendo y bajando de ellas, con cargamento, y también dirigiéndose hacia los edificios.

Cuando abriste los ojos, no sabías cuánto tiempo había transcurrido, pero sí que habías podido dormir tranquila por vez primera en mucho tiempo, segura, y sobre todo, libre de pesadillas.

Estaba semioscuro, pero era únicamente porque te encontrabas dentro de una cabaña. Al levantar la cabeza, viste la luz atravesando los resquicios que había en la entrada, levemente tapada por una tela que a duras penas lograba ocultar que el día ya había llegado.

Te pusiste en pie, descansada y curada; aquel extraño ser que había acudido en tu ayuda, no solo te había alimentado y curado, sino que también te había proporcionado un lugar en el que reencontrarte a ti misma, y cuando saliste, viste que estabas en su poblado, recordando lo extraña que te habías sentido al volver a ver risas de niños y rostros relajados.

Tu acompañante se parecía demasiado a los demás, pero de alguna manera, lograste identificarlo cuando se acercó a ti.

-Ah, en pie al fin, Sarah Adams. Me alegra ver que estás bien, aunque siento decirte que no has logrado regenerar los brazos que te faltan. Supongo que hay cosas que no pueden arreglarse.

El tono de Ood, porque así era como se había presentado, sonaba cuasi cómico, aunque lo decía completamente en serio. La idea de ver seres con tan pocos  brazos era algo a lo que no estaban acostumbrados.

-Precisamente iba a ir a buscarte. Algunos de los nuestros se han acercado a la base de los cazadores y han visto bastante movimiento. Creen que están cazando y que podrían ir detrás de tus compañeros. Debe haber sobrevivido alguno, lo cual es una proeza. Hemos estado hablando entre nosotros, y quizás pudiéramos ayudarte a salir de aquí. Los cazadores son peligrosos, pero a lo mejor podríamos crear alguna clase de distracción. Si estás dispuesta, podemos ir a mirar.

Sarah despertó como hacía tiempo que no lo hacía. Estaba bien, repuesta, descansada y sus heridas, aquellas que casi le habían costado la vida, estaban sanadas. Aquella extraña gente de cuatro extremidades superiores, le había ayudado. Se habían portado bien con ella como nadie lo había hecho antes. No la menos que Sarah recordara. 

Ood vino con noticias. Sus compañeros estaban vivos, al menos alguno de ellos. Ood le proponía regresar con ellos, era lo correcto. Sin embargo, no estaba segura de que fuera lo que quería. Podía quedarse el resto de sus vidas rodeada de aquella extraña gente y parecía que cuidarían de ella. Sin duda, era una opción mucho más segura. Pero, ¿quería eso?

No lo tenía claro. Lo normal sería querer regresar a casa, con su gente. ¿Pero dónde estaba su gente? Tampoco sabía si volviendo a la Tierra tendría una vida más larga o más feliz que entre los seres que la habían acogido. Si se iba de allí, no podría volver. Sin embargo, de quedarse con sus nuevos protectores, no tendría una vida plena. 

Aquella gente podía cuidarle y proporcionale alimento, le faltarían muchas cosas. No podría conocer a alguien de quién enamorarse, no podría tener hijos, no podría hacer nada de lo que tenía planeado en su futuro y eso posiblemente decantaba la balanza. Estaba claro, tenía que reencontrarse con sus compañeros y tratar de volver a casa.

- Gracias por todo Ood. - Le dijo a aquel ser nativo de aquel extraño y mortal planeta. - No te preocupes por los brazos. Supongo que con dos tendré que apañarme. - Comentó. - Pero si, tienes razón. Tengo que volver con los míos. ​​​​

Suspiró. Parecía imposible que una cobardica como ella hubiera elegido seguir luchando contra aquellos seres, que mantenerse en un lugar a salvo. Igual algo empezaba a cambiar en su interior.

- ¿Cómo lo podemos hacer? - Le preguntó a Ood. - ¿Cómo escapamos de aquellos seres? Necesitamos una nave para volver a nuestro planeta... - Miró su extraño salvador. - ¿Puedes ayudarme Ood?

Ood te miró con cara de curiosidad y finalmente, colocó uno de sus brazos sobre tu hombro.

-Sarah Adams, vamos a la base de los cazadores y allí hay naves de sobra. Solo debemos distraerlos, salvar a tus amigos y daros la oportunidad para que os montéis en una. 

Tu amigo se volvió entonces hacia sus compañeros y empezó a dar órdenes para que se organizaran, lo que os permitió estar en marcha en muy poco tiempo. El grupo estaba formado por unos diez de aquellos seres, y marchaban con despreocupación y naturalidad, como si aquello fuese algo normal para ellos.

No sabías por qué te ayudaban, pero en aquel planeta, no todos eran cazadores despiadados, sino que gracias a ellos estaba claro que también existía esperanza y salvación.

Finalmente, tras una hora o algo más de marcha, llegasteis a una especie de colina. Ood mandó a todos agacharse y guardar silencio y te indicó que le acompañaras a lo alto de la misma, arrastrándoos. Cuando llegasteis arriba, visteis la base de los cazadores, una base militar en toda regla, rodeada por jungla densa e inabarcable, pero también, con algunos edificios, una pista aérea y varias naves que no eran terrestres.

La nave que teníais más cerca, no estaba custodiada, pero había dos cazadores lo suficientemente cerca como para veros, salvo que fueseis lo suficientemente sigilosos, si es que queríais entrar en ella. El resto de la base tenía más naves, pero había cazadores subiendo y bajando de ellas, con cargamento, y también dirigiéndose hacia los edificios.

Ood señaló hacia una zona del borde boscoso y allí viste a tres figuras que salían de una zona rocosa; tres figuras que reconociste al instante: Ripley, Jerico y Amber.

No muy lejos de ellos había varios guardias, que se volvieron al oír un ruido que parecía provenir... de Amber, que había caído al suelo.

- ¡Son ellos! - Exclamó Sarah. - ¡Mis amigos están allí!

Al menos dos de ellos lo eran. La capitana y Jerico habían sido junto a ella, supervivientes de la nave que les condujo a aquella locura. Ripley era simplemente otra supervivente, de había hecho a si misma y había logrado sobrevivir ante las peores circunstancias. Sin embargo no podía considerarla su amiga. Había sido muy cruel con ellos bajo su punto de vista. No había tenido reparos en dejar atrás a compañeros y aunque lo entendía, no le parecía bien, pues ella podía haber hecho mucho más por los caídos de lo que hizo. 

- Tenemos que encontranos con ellos. - Le suplicó a Ood. - ¿Cómo hacemos para que podamos cruzar hasta donde están? - Le preguntó. - Y la nave... ¿Como hacemos que despegue? No creo que ninguno de nosotros sepa pilotarla.

Las dudas empezaban a asaltar a Sarah. El plan parecía sencillo. Cruzar de alguna forma una base aeronáutica extraterrestre plagada de centinelas mortíferos, reunierse con sus compañeros y luego robar una de sus naves. Todo ello evitando que a una le volarán la tapa de los sesos. Pero problema seguía siendo el mismo. ¿Quién pilotaba aquella nave? 

La situación era jodida, pero había un hilo de esperanza, había de esos cazadores por todas partes pero una de las naves parecía menos custodiada lo que nos daba una pequeña posibilidad de poder colarnos en ella e intentar escapar. No nos podíamos engañar, seguramente moriríamos en el intento, pero quién no arriesga no gana, por lo que comenzamos a movernos con el mayor sigilo posible para acercarnos a esa nave sin que se percatasen de nuestra presencia.

Nos acercábamos poco a poco y no parecían darse cuenta de nuestra presencia pero entonces la capi hizo un ruido y me quedé mirándola un instante rezando porque esas bestias no se enterasen, pero era tan difícil....

Amber había tropezado, atrayendo la atención de algunos de aquellos cazadores, que miraron hacia vosotros. Jerico, en cambio, se había camuflado con habilidad entre la vegetación y nadie lo había visto. Pero por un momento, os habíais olvidado de lo más importante.

La reina.

La enorme criatura salió detrás de vosotros, gritando y agitando los brazos como si tuviese a un enjambre de abejas a su alrededor. Casi aplastó a Amber por el camino, y esta sí que fue vista por los cazadores, que rápidamente se pusieron en marcha y empezaron a llamarse unos a otros.

La escena no tardó en cambiar, rompiéndote todas las ideas que pudieras tener. Una criatura que te resultaba vagamente conocida, aunque más grande que la que recordabas, salió detrás de Amber y Jerico. Mientras el ingeniero se ocultaba entre los arbustos, Amber quedaba en el suelo y la criatura pasaba por su lado, a punto de aplastarla.

Quizás Amber no llamase la atención de los cazadores, pero la criatura sí y rápidamente, todos se llamaron y prepararon para atacarla.

A tu lado, Ood, abrió mucho los ojos, sorprendido.

-Oh. Creo... que ahora lo importante quizás no sea la nave, pero si quieres entrar, puede que sea tu oportunidad, Sarah Adams. De lo que no estoy tan seguro es de que tus amigos consigan llegar a ella.

-¡Oh vamos no me jodas!- mascullé, Amber había caído al suelo y justo un segundo después aparecía la mamá Alien con muy mala hostia, de hecho casi machaca a Amber pero tuvo la gran suerte de no terminar como papel de fumar, aunque eso no quitó que llamó la atención de los cazadores, aunque la madre Alien los iba a tener entretenidos yo ayudaría con ello, cogí un par de granadas y las lancé lo más fuerte y lejos que pude en dos direcciones opuestas, de esa manera desconcertaría a todos los allí presentes.

Una vez lanzadas corrí hacia Amber para comprobar su estado y ayudarla si era necesario-Amber vamos levanta ¿Puedes andar? No tenemos tiempo que perder, ¡arriba!-

Sarah tragó saliva. Ella no era una soldado y tampoco era una atleta. Llegar hasta la nave sin ser vista e introducirse en ella, no era algo que pudiera lograr fácilmente. Sin embargo, ¿qué otra opción tenía llegados a ese punto? Si quería volver a la Tierra, tenía que arriesgarse y tratar de alguna forma, de ayudar a que Ripley, Jerico y la capitana llegaran sanos y salvos a la nave. Ella no sabría pilotarla, pero quizás Ripley si y tenían un ingeniero que podía tratar de comprender el funcionamiento de la nave.

- Voy a intentarlo. - Dijo. - Por suerte la atención está ahora sobre mis compañeros y si vosotros creaís una distracción... - Tomó aire. - Puede que tenga una posibilidad. - Se dijo a si misma tratando de autoconvencerse de lo que estaba diciendo, cosa que no acababa de conseguir.

Sin pensárselo demasiado, Sarah salió corriendo como si no hubiera un mañana.- Si algo se le daba bien a aquella mujer era correr. Normalmente para huir del peligro y en esa ocasión era todo lo contrario, pero fuera como fuera, correr era correr y ella era buena en eso. Salió a toda pirsa tratando de no ser vista, pero sobre todo de ser rápida. Y rápida fue, lo de no ser vista podía ser otro cantar.

Jerico lanzó un par de granadas en sendas direcciones, mientras recogía a Amber y tiraba de ella, y fue entonces cuando vio a Sarah, a quien ya la consideraban como una baja más, bajando a toda velocidad por la colina, seguida de unos extraños seres con más brazos que ropa, corriendo hacia la nave.

Ripley se había ocultado detrás de unos arbustos y no se atrevía a salir... ni tampoco estaba segura de querer hacerlo, porque después de todo, para qué arriesgarse a morir cuando aquel era todo el mundo que conocía, por horrible que fuera. Así que simplemente, permaneció fuera de la vista de los demás, observando como todos os jugabais la vida por marcharos a ninguna parte.

Las dos granadas de Jerico distrajeron lo suficiente como que la media docena de cazadores que se habían reunido para interceptar a la criatura, se detuviesen a mitad de camino, confundidos, mientras aquella se acercaba, dejando la nave completamente libre para que Sarah entrase en ella.

El problema era que entre Sarah y la nave, y Jerico y Amber, estaba aquella pequeña pelea improvisada entre la criatura y seis cazadores, que no tardó en activarse. La criatura se lanzó sobre los cazadores, que empezaron a disparar sus armas de energía, las cuales impactaron ligeramente en el cuerpo, pero no detuvieron su avance.

Mientras Sarah terminaba de llegar a la nave y Jerico y Amber se alejaban de la lucha, la criatura alcanzaba a uno de los cazadores y lo desgarraba con una mano, mientras rompía el pequeño cerco que se había formado.

Claro que eso era solo el comienzo.

Del túnel por donde habíais llegado, empezaron a oirse más chillidos, que solo podían significar una sola cosa: la reina no estaba sola.

-¡NOS VAMOS A MORIR!  -casi al borde de la locura, siendo arrastrada por Jerico, mientras contemplaba como aquellos bichos iban a por ellos o se masacraban. 

Entonces, como si de una reencarnación de tratase, Sarah apareció. 

Antes de entrar en la nave miró a Amber y a Jerico. Esperaba que lo consiguieran y se reunieran con ella en el interior de la nave. Entre los tres, quizás y sólo quizás, pudieran elevarla y descubrieran como llegar con ella a casa. 

Pero quién no podía esperar era ella. Se introdujo en el interior de la nave y empezó a examinar lo que en ella había. Esperaba poder hallar algo familiar que se asemejara a unos controles. Podía ser que para conducir aquel trasto no tuviera una que ser una lumbrera y bastara con un poco de suerte e intuición.

- ¿Quién me mandaba a mi meteme en este asunto? - Dijo mientras trataba de hallar la manera de poner en marcha la nave. - ¡Con lo bien que estaba con Ood!

-¡Amber aguanta joder necesitamos una capitana en esa nave de mierda!-dije viendo como comenzaba a reinar el caos en aquel lugar, los cazadores no sabían de donde provenían los ataques y la madre Alien no iba a dejar pasar lo que esos monstruos bípedos la habían hecho ya que se lanzó a por ellos ignorando los disparos que impactaban en su cuerpo quitinoso, a la vez oí esos gritos espeluznantes de los monstruos que provenían del túnel, era el momento exacto para escabullirse pero entonces vi como aparecía a unos metros de nosotros a Sarah corriendo como una posesa y entrando en la misma nave a la que nosotros íbamos-Sarah está viva, no me lo puedo creer, venga Amber, céntrate, ¡la nave el objetivo es la nave!- exclamé echando a correr junto a ella.

Era ahora o nunca quizás moriríamos allí o quizás nos sonreiría la suerte una última vez...

Mientras a vuestro alrededor, todo parecía desmoronare, y aquella criatura se enfrentaba abiertamente con los cazadores, Amber y Jerico lograron rodearlos y alcanzar el interior de la nave, en donde ya estaba tomando asiento Sarah.

Ambos llegaron casi sin resuello, pero la nave todavía debía despegar. Sarah estaba mirando los controles, que resultaban complicados de entender pero que si se parecían a las que conocíais, no debía ser tan complicada de manejar. 

Pero... ¿habría tiempo? Porque afuera, la batalla se estaba decantando rápidamente por los cazadores. En aquellos momentos solo quedaban tres, pero estaban disparando y agujereando a la criatura, que se retorcía a causa del dolor, desprendiendo un líquido viscoso que impregnaba y deshacía el suelo.

Sarah comenzó a mirar rápidamente los controles de aquella nave. No parecía difícil. De hecho, parecía sorprendentemente fácil. Aquello era como jugar a un videojuego. ¡Iban a conseguirlo! Estaba segura de ello.

- Esto es pan comido. - Dijo.

Entonces comenzó a tocar botones sin ton ni son. Quizás en su cabeza, aquello tuviera alguna tipo de lógica, pero para el que lo viera desde fuera, sin duda parecía un bebé aporreando un juguete nuevo.