Partida Rol por web

Comenzáis a avanzar cuidadosamente por el cañón. No parece haber rastro de más sondas imperiales, al menos a lo largo del cañón. Al fondo, podéis ver un pequeño grupo de animales, dos o tres. Grandes como banthas, pero de pelo corto, con la frente planta y dos grandes cuernos a los laterales de la cabeza. Aunque os ignoran, al menos de momento.

A medida que os acercáis a las cuevas, podéis ver un poco más adelante lo que parece una hilera de huesos masticados y rocas partidas que cruza el cañón de lado a lado. Aunque la primera entrada a la cueva está antes del montón de huesos más cercano. Podéis ver al menos otras dos entradas más, todas en la pared sur del cañón.

Rolen saca su bláster, nervioso ante los huesos.- Deecan, tú puedes sentir signos de vida, ¿verdad? ¿Hay algo más en los alrededores aparte de esas criaturas cornudas por los alrededores?

Cierro los ojos y trato de conectarme con la Fuerza. Parece que el Lado Oscuro es poderoso en esta región y me tienta con su poder, y no dudo en utilizarlo para tratar ayudar a mi grupo en nuestra tarea.

Miro expectante a mi compañero a la espera de sus comentarios. Me estremezco ligeramente al sentir una ligera incomodidad, pero no le doy importancia.

Sientes una forma de vida en el interior de la cueva, no demasiado grande, como del tamaño de un perro mediano. Parece aletargado.

-Detecto algún tipo de animal de tamaño inferior a un humano dentro de la cueva. Parece dormido. Yo diría que podemos entrar.

Asiento a mi compañero y me acerco sigilosamente a la entrada a la cueva. Antes de entrar trato de llegar a la antena de comunicación para tratar de estudiarla y ver si puedo sabotearla.

Rolen espera a que Deecan y Erf'ea hayan avanzado unos pasos antes de ponerse en marcha. No está muy acostumbrado a moverse sigilosamente y no quiere poner en riesgo al grupo por un mal paso.

Tras varios intentos no consigo desactivar la antena de manera segura, así que prefiero dejarla como está, y me asomo al interior de la cueva con cautela, con la pistola blaster de vuelta a mi mano.

Ighar se mantiene a cierta distancia junto con Rolen, aunque con sus armas preparadas. - Esperemos que no haya nada peligroso en la cueva, compañeros.

Erf'ea intenta desactivar la antena sin demasiado éxito. Pero al menos, todos llegáis hasta le entrada de la cueva sin levantar la alarma.

Antes de entrar en la caverna miro las armas de mis compañeros. Señalo mi arma para que todos la vean y activo el modo aturdir, indicándoles por gestos que estaría bien si todos lo hiciéramos.

A continuación miro desde la entrada al interior de la caverna, esperando que mis ojos se acostumbren al cambio de luz, y avanzando lentamente, especialmente pendiente de donde piso, pero ojeando el interior en busca de amenazas.

Asiento y saco mi sable de entrenamiento, sin encenderlo, y me dispongo a seguir al nautolano tan sigilosamente como puedo. 

Ignoro las indicaciones y mantengo el blaster en letal, no me fio de lo que haya dentro de la cueva.

Ighar sí hace caso a las indicaciones y saca su sable de entrenamiento. -Me reservo el arma letal para los droides si es que aparecen... - Susurra antes de entrar en la cueva.

Comenzáis a caminar por la gruta de la caverna. A los pocos metros, la oscuridad se vuelve casi absoluta, dejando atrás el caluroso clima de Phemis. Aunque necesitaréis alguna fuente de luz para poder manejaros con comodidad en las cuevas. Rolen'oedd saca una linterna de fusión y Deecan una vara luminosa.

A medida que recorréis por el pasadizo, escucháis un crujido ominoso en la bóveda de la cueva. Sin más aviso, parte del techo se derrumba, lanzando trozos dentados de roca y asfixiantes nubes de polvo en el pasaje.

Salto para esquivar los cascotes pero...

Rolen advierte el derrumbamiento un segundo antes de que suceda, y consigue hacerse a un lado, pero su grito de alerta llega tarde para advertir a sus compañeros.

Ighar tose sin mientras que la nube de polvo le rodea tras el derrumbamiento.