Partida Rol por web

Proyecto "Auget": Génesis.

Preludio: Nota discordante (15-10-2015 07:00h)

Cargando editor
20/03/2017, 21:09
Narrador

7:00, jueves 15 de octubre de 2015

El despertador te despertó aquella mañana, empezando un nuevo día de tu pseudorutina. La universidad empezaba en una hora y media. La carrera estaba organizada de tal forma que cada día tenías cuatro horas de una asignatura. Los jueves te tocaba representación pictórica y retrato. El profesor os había dicho que llevaseis el material necesario para empezar a dibujar, así que suponías que os iba a tocar dibujar.

Por la ventana asomaba una luz débil. Aún no había amanecido, pero no tardaría en hacerlo. El cielo estaba despejado, no se veía ni una nube, aunque te diste cuenta de que una ligera niebla cubría las aceras de Nueva York. Probablemente habría un día soleado, pero no caluroso. Era octubre.

Por la puerta pudiste escuchar voces lejanas. No podías entender lo que decían, pero pudiste identificar claramente a tu hermana y a tu madre. Unos pasos se acercaron a la puerta de tu habitación y unos nudillos tocaron con suavidad la puerta de tu cuarto.

Cargando editor
20/03/2017, 21:45
Rachel Meyers

Una voz femenina acompañó a los golpecillos de la puerta. Cariño, papá está preparando tortitas, pero también hay cereales. La puerta se abrió y la cabeza de tu madre asomó por ella. ¿Le digo que te haga alguna o no te apetece? Te habló con suavidad, consciente de que estarías recién levantado.

Tus padres, a diferencia de tu hermana, se preocupaban mucho por daros el espacio privado que necesitabais. Nunca entraban en vuestra habitación sin llamar antes y no se metían en asuntos que ellos consideraban personales salvo que vosotros sacaseis el tema. En esos casos no se mostraban incómodos, todo lo contrario, se mostraban comprensivos. Sobre todo Rachel.

Cargando editor
21/03/2017, 22:26
Rhys Meyers

El cálido naranja adornaba el paisaje, señal inequívoca de un nuevo día y el escandaloso ruido estropea el agradable paisaje. Una mano de tez oscura hace su aparición golpeando sin mucho éxito el molesto aparato. El primer intentó falló, el segundo también, aunque al tercero tiene mejor éxito y cumple con su cometido callando el dichoso cacharro. De fondo, unas voces femeninas hablan de algo que no pudo escuchar, o mejor, dicho, le dio igual, él quería seguir remoloneando un poco  más entre las confortables sábanas, y el calor de la cama.

Pero no le sirve de mucho, ya que una mujer de unos cuarenta años entra en la habitación tras golpear con delicadeza y de forma repetida la puerta. El bulto de la cama se gira a un lado, parece que le cuesta un poco despertarse, más de la cuenta. Se quedó hasta tarde revisando las redes sociales, y al consultar unos estilos de pintura, unas mezclas, en el teléfono, se le hizo un poco tarde. Aunque nunca fue un problema levantarse.

Tira de la manta y se incorpora casi de golpe, agita su cabeza de un lado a otro, observa a su madre, Rachel. – Buenos días…. – Dice el chico con un ojo medio abierto y sentado, con la fresa a medio terminar, sin saber muy bien como continuarla, si al final añadir un mamá, o Rachel. Dudoso, prefirió que se quedase así.

Se levanta un poco y se estira acompañado de un bostezo. Le preguntan por tortitas. – Eh…no gracias, con los cereales me basta…. – Acompaña sus palabras con una medio sonrisa matutina. Y le ocurre lo mismo, otra vez, aún se siente extraño. Una sensación incómoda de no saber por qué decantarse. Si dice mamá, podría sonar falso, pero por su nombre quedaría fatal.

Por un instante revisa de un vistazo la hora marcada por aquel reloj digital, comprueba que tiene margen, como de costumbre. Hora y media, para desayunar, asearse, vestirse y largarse a la universidad cargado de los materiales. A Rhys le encanta dibujar, y tiene talento, pero llevar los materiales de un lado a otro siempre es una molestia. – Me cambio, y bajo enseguida, ¿vale? – Le dice a la mujer.

Cargando editor
22/03/2017, 16:00
Narrador

Si tu negativa a las tortitas de tu padre le causó alguna sensación, desde luego ésta no se muestró en el rostro de Rachel. Asintió con una sonrisa. Perfecto, pero no te duermas en los laureles, ¿eh? Te dijo, antes de cerrar la puerta. Por los pasos pudiste comprobar que se dirigía a la cocina y decía algo. Una voz masculina no tardó en responder. Lo cierto era que podías levantarte media hora más tarde si quisieras, pero habías comprobado que a la familia le gustaba desayunar juntos por la mañana, como si fuese una especie de ritual.

Te quedaste de nuevo solo en la habitación. La hora y media te daba margen para preparar todo e ir a clase. Tu universidad era the University of Fine Arts of New York, en Manhattan. Era una universidad bastante prestigiosa, aunque también dura. Tenías muchos trabajos que entregar y exigían mucho nivel en ellos. Aún no entendías de donde sacaba Marc el tiempo para poder entregarlos todos sin estresarse lo más mínimo.

También recordaste los extraños sucesos que se contaban en la prensa. Había habido múltiples casos de ataques inexplicables y sucesos extraños. Nadie sabía lo que creer y cada medio de comunicación se inventaba sus propias teorías sin mucho fundamento. Sin embargo, la que más peso empezaba a cobrar era la que decía que había gente con superpoderes sembrando el caos. Algún medio local había entrevistado a gente que decía tener poderes, pero muchos lo acusaban de fraude. En youtube también habían aparecido muchos vídeos de supuestos ataques o demostraciones de gente con poderes, pero la inmensa mayoría de ellos eran montajes con mejores o peores resultados.

Sea como fuese, los datos estaban allí. Las denuncias de sucesos inexplicables en Nueva York y en otras grandes ciudades se habían multiplicado. También habían aumentado la delincuencia, las agresiones y las denuncias de desapariciones de forma inexplicable. El ayuntamiento de Nueva York e incluso el gobierno de Estados Unidos habían informado de que estaban investigando lo sucedido. El último incluso había dado algunas libertades extra a la policía para esclarecer lo sucedido.

Cargando editor
22/03/2017, 16:29
Narrador

Cuando te dignaste a levantarte, prepararte y llegar a la cocina, comprobaste que tu padre había hecho tortitas para cinco como poco. Al parecer o no le había hecho mucho caso a tu madre, o había decidido que tú te habías negado para no darle trabajo, perro que en realidad te apetecían. Te decantabas por la segunda.

Tu padre estaba terminando de desayunar, completamente preparado para ir a trabajar. La universidad en la que daba clase estaba un poco más lejos que la tuya y siempre iba un poco antes para preparar sus clases. Era un hombre muy organizado y previsor. Tu madre, por otro lado, parecía como si se acabase de sentar a la mesa. Se estaba echando un poco de zumo de naranja en un baso y charlaba con tu hermana sobre posibles universidades en las que poder especializarse con buenos contactos para poder colocarse después. Tu hermana aún no se había sentado. estaba mirando algo en el calendario que tenías colgado en la cocina.

Notas de juego

Se me ha olvidado comentarte que esto es solo si decides ir a la cocina. Si no vas allí, simplemente olvídalo XD

Cargando editor
25/03/2017, 23:56
Rhys Meyers

En la recién adquirida soledad, pero temporal. Rhys, conocedor de las costumbres de aquella familia, o suya, según le diese, sin recrearse demasiado se vistió para estar presentable en el desayuno entre los cuatro, o entre los tres y él mismo.  Le parecía extraño pese a que llevaba con ellos tiempo, varios años para ser mayor precisión, aunque más necesaria si se trata de elaborar una pieza de arte, o interpretar una canción, no de tiempo. Que a su parecer, siempre fue subjetivo. La adaptación dependía de cada uno. Y el joven nunca se lo planteó.

Aparca aquel molesto debate interiorizado sobre su persona, y se pone la ropa escogida, que por supuesto preparó la noche anterior. Unos pantalones vaqueros azul oscuro, una camiseta con un vivo naranja con algunas partes de color negro como contraste. Y una botas marrones como calzado. Con prisa se mete en el aseo compartido, que por fortuna, está libre. Tenerlo que compartirlo con Sarah nunca le hizo demasiada gracia, especialmente por lo que ella tarde en arreglarse. Pero lo peor es que Rhys no se queda corto, le hace la competencia en ese sentido.

Sin saber bien el motivo, le vinieron a la cabeza las noticias más recientes, alguien tan pendiente del día a día como Rhys, y tan pendiente de las redes sociales. Se enteraba de lo más destacable. Y el tema que llamó la atención durante días, fue el de la gente con superpoderes. Como si los héroes de algunas series, películas, videojuegos, o cómics, existiesen de verdad. Sin embargo, digno de profundizar en el tema, cuando tuviese un rato, claro está. Tenía otras cosas que hacer.

El agua fría por su rostro le ayuda a terminar de despejarle, también su mente, que falta le hacía. Siempre divagaba en tonterías, necedades. Arregla su pelo, que aunque corto, también requiere de atención por mínima que fuese. Rápidamente y con pasos ágiles el joven acaba en la cocina con una sonrisa en el rostro, aparentemente de buen humor. – Eh…buenos días. – Les dice a los presentes.

Allí ve la montaña de tortitas hechas por Paul, como sigue siendo habitual. Y Rachel y Sarah tenían una conversación propia del futuro. Algo que Rhys no tenía claro, en realidad, ¿acaso tenía algo seguro ese chico? Ni él mismo conocía la respuesta. Se acercó a las tortitas y cogió una con una sonrisa y una leve negación con la cabeza. Coge el cacharro de miel y derrama un poco en la aún caliente y fina masa.

Se sirve los cereales humedecidos con la fresca leche y se sienta en la mesa a desayunar junto al resto, aunque trastea su teléfono de forma distraída, que parece una extensión más de sí mismo. – Sarah... ¿ya…tienes pensado qué hacer?  Yo…todavía no, sigo valorando mis opciones una vez que termine. – Tal vez por tener un poco de conversación le dice, dubitativo, a la rubia, pese a no mirarla a los ojos, nunca lo hacía. Manías.

Cargando editor
26/03/2017, 21:42
Narrador

Buenos días! Te responden los tres, cada uno a su ritmo. Tu madre es la primera en hablar, parece que es la única en percatarse de tu buen humor, ya que te dedica una sonrisa agradable después de aquellas palabras. Tu padre es el segundo, apenas aparta la mirada de su desayuno unos instantes para dedicarte el saludo y después continúa a lo suyo, aunque tú sabes que está atento a lo que sucede alrededor. Por último, te responde Sarah. Su respuesta es la menos efusiva de todas, y lo hace casi de forma inconsciente. Parece que se encuentra absorta en sus pensamientos.

Tu padre, al ver que cogías una de las tortitas, aparta brevemente la mirada de su desayuno para mirarte y después vuelve a abstraerse aparentemente, aunque hubieses jurado que habías visto un amago de sonrisa durante un brevísimo periodo de tiempo. Tu madre, por su parte centra su atención en Sarah después de tu pregunta, interesada.

Cargando editor
26/03/2017, 22:45
Sarah Meyers

Tu hermana no te respondió directamente. Simplemente lanzó un bufido como respuesta mientras terminaba de mirar al calendario y después se dejó caer sobre la silla que quedaba libre en la cocina. Sí que sé lo que quiero hacer. Quiero especializarme en derecho económico y laboral. Te responde tras dedicarte una mirada de buenos días y una sonrisa. Nunca ha echo falta demasiado para hacer hablar a Sarah. El problema es la universidad. Se cogió una tortita y le echó una cantidad ínfima de miel.

Hay muchísimas que ofertan la especialidad, pero no sé cual es la mejor. He pedido plaza en unas quince que creo que están bastante bien. Responde. Después le da un trago y lo acompaña de un baso de leche. Solo una me ha rechazado, pero era algo que me esperaba, ahí solo va la gente con enchufe o gente con el expediente académico impecable. Ese no es el problema, me da igual no ir a esa. Pero ahora tengo catorce universidades esperando a que vaya a su entrevista y no sé todavía por cual decantarme y el plazo se acaba. 

Tu madre escuchaba con atención vuestra conversación, pero no llegó a intervenir. Parecía que ella ya había dado su opinión al respecto y lo había hablado largo y tendido con ella. La universidad de Fordham está cerca y las opiniones son bastante buenas, pero las salidas laborales que tiene son bastante escasas. La Pace está genial, pero demasiado lejos y tiene un horario bastante malo. Si me decanto por esa tendría que alquilarme un piso allí. Sabías que tus padres le pagarían la estancia si se decidía por ahí, pero ella tampoco quería irse tan pronto de casa. Era cómodo para ella. El City College of Nuew Yorktiene las mejores salidas laborales con las mejores empresas del sector, pero son unos anticuados y estirados de derechas... No sé, es jodido.

Negó con la cabeza. Pese a sus palabras, su actitud era positiva, simplemente estaba indecisa, algo normal. Aquella decisión podía marcar su futuro. Pero no hablemos de ello.  Dijo, quitándole importancia con la mano. ¿Qué posibilidades te planteas tú? Con todo ese arte que derrochas, seguro que no te será difícil encontrar un hueco en Nueva York. Quien sabe, tal vez puedas convertirte en el nuevo Dalí. Los conocimientos de arte de tu hermana eran bastante escasos, pero ella intentaba mostrarse interesada para charlar contigo. Sin embargo, ella apreciaba mucho tus trabajos y se maravillaba por tu capacidad a la hora de realizar lo que ella llamaba "tu magia".

Cargando editor
28/03/2017, 22:58
Rhys Meyers

Ocupado en su tortita untada en deliciosa miel, una dosis más generosa que la de su hermanastra, le presta sus oídos, aunque no la mira directamente. Cosa habitual, aunque eso sí, tiene que dejar el móvil en la mesa tras un rápido vistazo. Lo tiene abierto con la pantalla de la harta conocida twitter. Corta un trozo de su desayuno aún recién hecho, y se lo lleva a la boca. Todo mientras la joven rubia cuenta su vida sin demasiada dificultad. Y eso es lo que tanto admira Rhys de ella, además de su facilidad de palabra, tener las ideas claras, y ese carácter tan….arrollador en ocasiones. Todo lo opuesto al postizo de la familia.

De vez en cuando Rhys se le queda mirando con cara de tonto, y de su boca pronuncia algún ajá, casi imperceptible ante la gran cantidad de palabras y frases dichas por la chica. Él se limita a escucharla, o hacer que la escucha. En algún punto su mente le hizo desconcentrarse y perder el hilo de la conversación. Además que no entendía casi nada, o quizás no se preocupó demasiado por esas cosas de la Universidad, y especialmente del futuro. Bastante tenía el chico con vivir el día a día. Le agobiaba su porvenir. Tan incierto como imposible de creer. – Ya veo…- Dice el artista, o en vías de serlo más bien. Un día de estos. Quizás.

Y la pregunta no se lo esperó, casi se atragantó con el zumo al darle un sorbo pero pudo controlarse. Se limpia con una servilleta de papel los labios humedecidos. Eso sí, se le quedó mirando con una ceja enarcada. - ¿Dalí? ¿Tú…crees? No soy tan bueno en realidad. – Dice sin estar muy convencido, por no decir nada.

Se queda pensativo un poco mientras la mano libre la lleva a la mejilla derecha con el fin de rascarse aquella zona del rostro. – Pues….tengo algunas opciones…en mente. Trabajar en un museo, de restaurador, o también profesor de arte en el instituto, o en alguna universidad por ejemplo. – Luego cae en la cuenta, que estar delante de tantos pares de ojos, pendientes de él, de sus explicaciones, gestos, y también equivocaciones….ya se imagina tartamudeando o algo por el estilo. Pero prefiere callarse sus propias preocupaciones y sonreír tímidamente.

Pero de pintura como tal, no quisiera dejarlo, pero es…jo…digo, es difícil, hoy en día vivir de eso. – Añade con alguna pausa para corregir su…vocabulario y omitir alguna palabrota, más delante de ellos. De Sarah no importa, pero no de Rachel y Paul. -  En cualquier caso, lo que cuenta es que estemos a gusto donde estemos, ¿no? – Sus labios dibujan otra sonrisa menos tímida, pero sigue siendo pequeña. – Ve donde estés bien Sarah, así todo te será más sencillo. – Dice sin percatarse de lo poético, o filosófico que aquello pareciese. La vena soñadora y llena de ilusión que de vez en cuando aparece en público.

Cargando editor
29/03/2017, 16:31
Sarah Meyers

Sarah te escuchó sin apartar la mirada de ti mientras hablabas. Desayunaba lento debido a ello, pero tampoco es que tuviese demasiada prisa. Rachel, por su parte, directamente parecía que hubiese decidido que aquella conversación era más importante que su desayuno y no comía, salvo por algún pequeño bocado puntual. Paúl, por su parte, siguió comiendo sin prestaros aparente atención a ninguno.

Fue tu hermana la que te respondió, asintiendo. Tienes razón. No voy a ir a una universidad en cuya filosofía no creo únicamente porque tenga las mejores salidas en empresa. Sobre todo porque las empresas serán del palo. Parecía agradecía por el consejo, como si ella misma hubiese estado pensando en aquello, pero le acabases de confirmar algo. El que no arriesga no gana, ¿verdad? Te guiñó un ojo.

Y sobre lo del arte... Se encogió de hombros. Es difícil, pero no imposible, y tú eres bueno. Aún así, deberías considerar el arte gráfico también. Te recordó. Hoy en día hay muchísimas posibilidades en ese campo. Además, es la mejor forma para darse a conocer tus obras y hacerte conocido en la comunidad.

Cargando editor
29/03/2017, 17:04
Rachel Meyers

Rachel, que había permanecido callada mirándoos, intervino. Os tomáis esto como si fuese una decisión sin vuelta atrás. Os recordó, con cariño. La mujer disfrutaba al ver que os llevabais tan bien. Aunque sea una decisión importante, recordad que no tiene que ser la definitiva. Si después de tomarla decidís que os habéis equivocado, siempre podéis tomar otro camino.

Tras aquellas vagas palabras comió otro poco de desayuno y se dirigió a Sarah únicamente. Entiendo por lo que has dicho que El City College of Nuew York queda descartado, ¿verdad? La joven asintió, con la boca llena. Bien. Nunca me gustó esa universidad. Añadió, sonriendo. No se lo había dicho a su hija porque no quería influir en su decisión. Le gustaba que tomaseis vosotros vuestras propias decisiones y solo intervenía si se lo pedíais.

Cargando editor
29/03/2017, 17:12
Paul Meyers

Paúl, que había sido un mero observador en la conversación, se levantó de pronto. Rhys, si de verdad tienes idea de seguir pintando, puedo ponerte en contacto con un profesor de universidad. Dijo mientras metía el plato y la taza en el lavavajillas. Conoce muy bien el mundillo y estará encantado de ayudarte con las dudas que puedas tener. Te miró, esperando una respuesta antes de dirigirse a toda la familia.

Siento no poder quedarme más, pero ya voy con retraso. El retraso para él era relativo. A clase llegaba más que de sobra. Recordad que esta tarde comemos fuera para celebrar nuestro aniversario. Besó a Rachel antes de salir por la puerta.

Cargando editor
01/04/2017, 23:46
Rhys Meyers

Sarah da su opinión, Rachel también Y el joven Rhys, sin ser consciente, influyó en la toma de decisión de la primera, su hermanastra, a la vez que ataca la deliciosa tortita endulzada con miel y toma un bocado. Y el chico se queda mirando a la rubia pensativo, lo que hace que abandone el desayune temporalmente. - ¿Arriesgarse? Supongo que tienes razón en eso. – Dice para sí, sin duda lo estaba meditando seriamente, aunque con las evidentes dudas, y miedos típicos de esas decisiones.

Otra posibilidad, una que Rhys ni consideró en su momento, ni en la actualidad, el arte gráfico. – Lo miraré. Gracias Sarah. – Añade de forma casi tímida, y la razón no era más que el cumplido. Que ella le consideraba bueno, pese a no ser explícito, tiene su importancia. Su opinión era de las que más valoraba, también la de sus padrastros. Los más allegados. Quizás porque en el fondo necesitaba hacerles sentir orgullosos, de alguna forma. Aunque seguramente, la carrera de medicina, arquitectura, o una de la misma reputación sería la más adecuada para ello.

Le llega el turno de Rachel dar su opinión, compartirla con los chicos. Da entender que la decisión, pese a su magnitud, e impacto en la vida de los estudiantes tanto laboral como persona, aún existía la posibilidad de recular. De tomar otro camino si ese demostraba no ser el más conveniente. – Bueno, me gustaría no llegar a ese punto. Quisiera aprovechar el tiempo lo que mejor pueda. Pero es bueno que se pueda si se tiene que hacer. – Comenta el chico. En cualquier caso aquella conversación matutina estaba siendo de lo más provechosa, tratando temas de vital importancia.

Tras unos segundos donde se perdió en sus pensamientos brevemente tras las palabras de Sarah, y después de las de la mujer, regresa a la realidad cuando Paul le hace una interesante propuesta. La atención del joven se centra en el hombre y se le dibuja otra sonrisa, más amplia. - ¿De…verdad? Estaría, bien, por lo menos para saber qué es lo que me espera, y que opciones tengo. Gracias. – Asiente primero agradecido. Una suerte que los tres le apoyasen en su camino. Y una suerte acabar en esa familia.

Vale. Nos veremos luego. Hasta la noche. – Se despide con una sonrisa del previsor hombre que prefiere ir con tiempo de margen como bien previsor que es. Y de nuevo continua con el desayuno, con la cabeza en otro lugar, pero sonriente. Y una nueva pregunta, o más bien una que no paraba de repetirse desde que entró en esa casa y les conoció: ¿Realmente se lo merecía?

Cargando editor
03/04/2017, 11:42
Rachel Meyers

Llegar a ese punto. Repitió tu madre, sonriendo. Lo dices como si fuese un punto negativo. Negó con la cabeza. Papá ha hecho dos máster diferentes y yo hice otros dos después de tener a Sarah. Ninguno de los dos nos arrepentimos, simplemente encontramos nuestro camino a medida que avanzábamos. Lo hicimos según vimos que necesitábamos o queríamos hacerlos. No tengáis demasiada prisa, disfrutad del camino.

Tras esas palabras siguió desayunando y no tardó en terminar. Yo también tengo que irme, que paséis buen día, chicos. Se despidió de vosotros antes de salir de la cocina.

Cargando editor
03/04/2017, 13:11
Sarah Meyers

Tu hermana puso los ojos en blanco a medida que tu madre hablaba. Era evidente que le parecía un rollo lo que os estaba contando y, probablemente, ella ya lo había escuchado más de una vez. ¡Hasta luego mamá, feliz aniversario!

Esperó a que tu madre se hubiese ido y después se inclinó sobre la mesa, acercando la cabeza a ti. Oye, ¿qué les vas a regalar por su aniversario? Te preguntó, con curiosidad reflejada en su rostro. Yo les he pillado unos vales a un spa de la ciudad para que se relajen. Y para que nos dejen en paz un rato. Añadió, bromeando.

Cargando editor
05/04/2017, 21:57
Rhys Meyers

Se lleva una cucharada cargada de cereales y leche a la boca, ya que la tortita endulzada con la miel pasó a mejor vida en el estómago del joven. A la siguiente, el cubierto lleno, no llega a su destino, se queda a mitad de camino. Los ojos de Rhys se fijan en los de la mujer por un instante, aunque rápidamente desvía la mirada hacia su tazón aún a la mitad. Desiste, deja la cuchara de nuevo en el tazón, prefiere pensar en las palabras de ella, en silencio, ya que sus labios se mantienen estáticos, inmóviles. No en cambio su mano derecha, que rasca con suavidad el lado izquierdo de su oscuro rostro.

Entonces ella termina el desayuno y abandona la comida tras una despedida a los dos chicos. – Vale, nos vemos luego. – Le dijo el menor. Y regresa a la carga, ¿su objetivo? Vaciar por completo el tazón con la sospecha que necesitaría la energía, ya que seguramente el día sería más largo de lo habitual. Eso sí, no puede evitar una sonrisa ante la reacción de fastidio de Sarah. Inevitablemente, en ocasiones él se sentía ajeno a ellos, como si no terminase de encajar al no comprender del todo la visión de ellos del día a día. Como no, son sus suposiciones, lejos de la realidad, pero Rhys le cuesta salir de su cómoda burbuja a la que está bastante acostumbrado.

Solos, su hermana, y también amiga, le hace una pregunta que causa que el chico tenga la boca abierta con la cuchara en medio camino. Le observa pero nuevamente baja la mirada a la cuchara, termina de metérsela en la boca. Mastica una vez tras otra con la atención fija en el techo, tal vez pensando en la manera de dar una respuesta acorde. Ella le confiesa su regalo, y él tendría que hacer lo mismo, ¿no? Sin embargo, le da vergüenza con el simple hecho de mencionárselo. Suerte que su tez impide ver el rojo, el color universal de la vergüenza, además de la ira, pero lo segundo no tiene cabida en ese momento y lugar.

Termina de tragar el bocado de cereales bañados en la clara leche y baja la mirada a un punto indeterminado de la mesa. – Me…da vergüenza. – Y claro, no puede evitar sonreír primero para después reírse un poco lo que le delató de inmediato. Su hermana...stra, le conocía demasiado bien. Suspira, y empieza de nuevo a hablar pero despacio. – Me ha costado ocultarlo, les he hecho algo……una canción con el saxofón. Ya sabes, tenía que espera a estar solo para que..no se enterasen. – Siempre les había regalado cosas de ese estilo, un cuadro, alguna manualidad. Incluso una canción como ahora. Los cumpleaños siempre fueron fáciles, los aniversarios no eran la excepción. O Navidad. Tenía detalles con los tres. En cambio para el día del padre o la madre….historia completamente distinta.

Tras pensarlo mucho, finalmente se animó. Y ya que el aniversario de su boda lo celebraban los dos, podría hacer un regalo conjunto, y no esperar al día del padre, de la madre, o algún cumpleaños. Decir que por fin se animó tras titubear durante tanto tiempo. Podría haber esperado a fechas señaladas en familia. Tampoco es que tenga demasiado sentido. Tras suspirar un par de veces, y un sufrido silencio continúa. – No sé si….para su aniversario es el momento oportuno. Quería esperar a Navidad, pero quería soltarlo cuanto antes. – Nervioso frota las palmas de sus manos debajo de la mesa mientras divaga sin descanso.

Tiene una dedicatoria….creo que ya vaya siendo hora. – Termina por añadir esta vez mirando a Sarah, aunque no a los ojos por culpa de la innecesaria vergüenza. Había trabajado mucho en esa obra, especialmente por el significado que quería darle. Carente de sentido, pero las emociones son así, ilógicas, inexplicables. Sonríe de forma tímida al recordar las palabras que hay plasmadas en una esquina de su creación. Las mismas que tuvo que escribir primero en papeles, ya que una vez en el lienzo, no hay marcha atrás, salvo que pasase pintura, no obstante, no sería lo mismo por el regusto amargo que dejaría en la boca del autor.

¿Tú....que opinas? ¿te molestaría....si...los empezase a llamar....bueno, ya sabes.....? - No consigue terminar la frase, nervioso se muerde el labio inferior. Mira a Sarah de nuevo, baja la mirada, repite. Frota sus manos con intensidad. Y temiendo que desesperase a su hermana termina por soltarlo con los ojos cerrados. - Que les llamase papá y mamá. - La causa es el temor a la reacción de ella, no quiere dar la sensación de que se apropiase de algo que por derecho le pertenece. Tiene sangre en sus venas, él no. Pero de alguna forma, quiere, y necesita forma parte de ello.

- Tiradas (7)
Cargando editor
10/04/2017, 23:39
Sarah Meyers

Tras realizar su pregunta la chica espera, pacientemente al principio. Sin embargo, cuando miras al techo, frunce un poco el ceño, pensativa. No tiene claro si se trata de que no les has regalado nada o de si no estás seguro de que sea un buen regalo o cualquier otra razón. Sin embargo, decide no insistir y esperar tu respuesta, si es que llega. Sin embargo, su mirada no tarda en volverse tierna, llena de cariño, cuando bajas de nuevo la mirada. Sarah te aprecia mucho y, aunque no entiende por todo lo que has tenido y estás teniendo que pasar, lo intenta.

Cuando dices que te da vergüenza sonríe contigo, como animándote a decírselo. Cuando le hablas de la canción de saxofón, abre los ojos, sorprendida. ¿Les has hecho otra canción? Te dice, casi felicitándote con el tono. En serio, no sé de donde sacas tanta imaginación, es impresionante. Te anima, al verte nervioso. Lo cierto era que tus creaciones siempre habían tenido una buena acogida en la familia, tal vez porque hasta que tu llegaste no habían tenido el toque artístico en la familia

Al ver que querías decir algo más, algo aparente importante, y que no te atrevías a mirarla a los ojos, la chica te dedicó una de sus cercanas sonrisas, como animándote a dejar atrás la vergüenza y confiar en ella, y se tomó la libertad de posar su mano en tu hombro derecho. Tus palabras salieron, llenas de dudas y de temores. Tu mirada se clavó en los profundos ojos de tu hermana, que parecen estar dándote su comprensión y apoyo. Cuando por fin terminas, Sarah ensancha un poco la sonrisa, pero no demasiado, respetando la importancia de aquel momento.

Rhys, en el momento en el que llegaste aquí pasaste a formar parte de mi familia. Te dijo, hablando desde su perfectiva, con un tono muy cercano y con la mano aún en tu hombro. No es que te considere mi hermano, es que lo eres. A diferencia de a ti, a ella no le costaba decir aquellas palabras, más bien todo lo contrario. Sin embargo, era evidente que sentía de verdad lo que decía, no lo hacía por cumplir. Por supuesto que no me molesta que les llames papá y mamá, al contrario. Me encantaría que lo hicieras, eso... Bueno, nos acercaría más el uno al otro, ¿no? Y no necesitas mi permiso o mi bendición ni nada de eso. Son tus padres también, desde el momento en el que entraste por la puerta. Tanto como míos.

Quitó la mano de tu hombro para apoyarla en la mesa con suavidad. Me alegro de que estés preparado para que des ese paso. Sé que papá y mamá lo están esperando. Creo que les gustará más que la canción incluso. Se detuvo unos segundos. ¿Puedo escucharla, por cierto? Añadió, aunque después rectificó. Oh... Bueno, si es buen momento, claro. Sino ya la escucharé cuando se la dediques. Ella no estaba segura de si podrías tocar música después de sacar fuerzas para hablar aquello con ella.

Cargando editor
13/04/2017, 21:23
Rhys Meyers

Recibe palabras llenas de felicitación por parte de su hermana cuando Rhys hizo la declaración de su regalo, una creación suya, una canción cargada de sentimientos, para él, siempre y es sumamente sencillo exponerse de esa manera, las palabras nunca fueron su punto fuerte. Siempre se andaba por las ramas, titubeaba, no terminaba las frases, especialmente cuando los nervios le dominaban, controlaban su cuerpo, o más bien le impedían dejarse llevar de forma natural. Sin olvidar el hecho de que para el joven, le era de vital importancia, y al no encontrar las palabras adecuadas, prefirió que el saxofón se encargase de transmitir lo que quería.

Bueno….intenté un cuadro, pero no quedó bien. Tuve que desistir.  – Admite con una sonrisa tan tímida como inquieta. No siempre le salían las cosas, la vena artística es caprichosa, demasiado, va y viene, se muestra a su antojo, y es tarea ardua hacerla doblegarla. Hacerle entender que la necesitabas en un momento determinada y en una tarea concreta. Debajo de la mesa, sus palmas se frotan con insistencia. Rhys siempre se sintió diferente a su familia adoptiva, el color de la piel y ser artístico cuando tanto su hermanastra como sus padrastros tenían vocaciones tan distintas, e igualmente admirables.

El hombre como profesor enseña a los más jóvenes, la mujer doctora, así que trata a los enfermeros y heridos, y la hija una futura abogada, para defender los derechos laborales de los necesitados empleados. Y él, pinta, retrata, dibuja, proporciona el toque de color, también se deja llevar por su lado más musical, inundando la sala con relajantes blues y armonioso jazz. Muy lejos de ser una profesión, o vocación generosa, o útil. Quizás proporcione entretenimiento, no obstante, aún tendría que meditar con profundidad el motivo de continuar por ese camino,

El momento llega, Rhys decidió hacer una confesión, y la primera persona con quien lo hace es con quien más confianza tiene, Sarah. La sonrisa pintada en el lienzo que es su rostro, se amplía con satisfactoria lentitud. Cierra los ojos unos segundo temiendo que se empañasen de imparables lágrimas. Guarda silencio mientras escucha las aliviadoras palabras, las cicatrices invisibles pero existentes de su corazón se hacen cada vez más pequeñas. No tiene dudas de la gran suerte que ha tenido y tiene por haber acabado con esas tres personas.

Al exhalar el aire de sus pulmones emite un suspiro. Se siente mejor. Al abrir los ojos tiene la necesidad de frotarlos con el dorso de ambas manos. Tiene que retirar el exceso de humedad. – Gracias Sarah…de verdad. Llevaba tiempo detrás de esto…y siendo sincero, tenía que haberlo hecho antes, mucho antes. – Añade el chico con una azucarada sonrisa en el rostro. No sabe que más decir, pero es Sarah la que cambia ligeramente el rumbo a la conversación con la idea de mostrarle su reciente creación, una tan importante como esa, cargada de sentimiento.

Rhys observa el reloj, tiene algo de margen, y aunque no sea así, poco le importa. Quiere hacerlo. – Sí, claro, por supuesto. Me ha tocado ensayar a solas. Espero que haya quedado bien. – Obviamente se lo concede. ¿Cómo decirle que no tras ser correspondido de ese modo? – Necesitaré tu opinión. – Añade con un pequeño guiño sin perder la sonrisa. Apura su tazón, quiere terminarlo cuanto antes para dar a su hermana una gran exhibición, deseoso que a sus padres, Paul y Rachel, les gustase tanto como el mensaje que ansía darles.

Cargando editor
17/04/2017, 04:12
Sarah Meyers

Cuando le contaste lo de que habías tratado de hacer un cuadro al principio, tu hermana asintió comprensiva. La verdad era que no entendía tan bien como tu aquello, pero no se le hacía difícil de imaginar lo complicado que era. Tiene que ser muy difícil plasmar todo eso sobe un lienzo. Bueno, un lienzo o una obra de arte de cualquier clase en realidad. No sé, es como si... Como si estuvieras mostrando una parte de ti mismo. Una parte profunda. Es algo muy valiente. Valiente. Tu hermana había usado la palabra valiente para describirte a ti, a lo que hacías. Nunca te había dicho aquello. No de esa forma al menos. Lo decía como si te respetase por poder hacer aquello. 

Sarah, que había estado respetando tu momento, tu decisión y tu confesión, no pudo evitar soltar una risita de emoción cuando aceptaste a tocar la canción para ella. Se frotó las manos, impaciente, y acabó su desayuno, desechando el último culo de la taza de leche. Era una manía que tenía de pequeña y que no cambiaba pese a que vuestros padres le insistían cada vez que lo hacía. ¿Igual mejor en tu habitación, no? O en la mía. Es que aquí, en la cocina, rodeados de trastos... Te dijo, ya más jovial.

Tras terminar de meter los platos en el lavavajillas, se sentó de nuevo a esperarte. ¿Y cuando se lo vas a dar? No estaba segura de la palabra que tenía que utilizar. Es que yo había pensado dárselo después de la comida, pero igual es mejor que les demos los regalos juntos, ¿no? Evidentemente quería decir que igual no estabas cómodo tocando el saxo en el restaurante. O que tal vez no fuese el lugar más indicado de hacerlo.

Notas de juego

Cuando vayas a tocar tira destreza + interpretación, dificultad 6 :)

Cargando editor
23/04/2017, 23:38
Rhys Meyers

Remata su tazón, dejándolo seco, él al contrario que la hermana mayor, nunca desechó la comida, quizás de debiese a su subconsciente, o tal vez a los pobres orígenes donde un plato de lo que fuese tenía muchísimo más valor, no obstante, por alguna razón, esa parte de su historia la tiene bloqueada, quizás debido a la escasa edad cuando le tocó sufrir aquello, o prefiere no hablar del tema, menos abiertamente. En cualquier caso, siempre existen resquicios, como una pared pintada, si se rasca, por muchas capas de pintura encima, siempre permanece una parte si se ahonda en exceso.

Rhys mete también los trastos utilizados, cubiertos, vaso, todo. Después de todo, si existía la posibilidad de emplear el cómodo electrodoméstico, ¿para qué hacerlo a mano? Una vez terminado de desayunar y recoger, las palabras de Sarah, le hacen sentir un deje de vergüenza, ya que parte de razón tiene, como siempre. Y no poca precisamente.  – Para mí es más sencillo pintar o tocar antes que…bueno, hablar, especialmente como lo haces tú. Cada uno tenemos nuestros dones supongo. – Comenta como respuesta, en parte para compartir su postura, y en parte para darle la razón. Dio en el clavo. Lo habitual.

Ella pregunta el momento adecuado de compartir el regalo. – Pues supongo que los dos juntos, espero no ponerme nervioso y atascarme. Creo que al regresar a casa, o antes del restaurante. – Comenta con una sonrisa temblorosa, simplemente por el mero hecho de mencionarlo, ni hablar de imaginarlo. Los nervios podrían jugarle una mala pasada….y podría ser grave rodeado de extraños, ya que para el joven es un momento íntimo, y personal. Difícil incluso. – Vamos mi habitación, que es donde tengo el saxofón. – Le dice a su hermana sin dudarlo, así no tendría que mover el trasto. Siempre quiso el piano, pero al ser mucho más ortopédico, y de movilidad reducida, se decantó por el instrumento de viento.

En la habitación de él, su santuario, se siente más cómodo, respira profundamente con los ojos cerrados. Lentamente, y de forma delicada agarra el instrumento llevándose la boquilla a sus labios que presiona con firmeza. Tras unos segundos interminables de preparación, empieza a expulsar el aire, y se suman la danza de los dedos consigue que la música inunde las cuatro paredes nada más que su obra, es interpretada. Decide entregar su corazón, también su alma a aquella obra. Sin abrir los ojos, no quiere conocer la opinión de la única espectadora hasta haber terminado por completo. Gracias a la extrema confianza con Sarah, puede hablar de cualquier tema, confiarle cualquier cosa. Incluso eso.

- Tiradas (1)