Partida Rol por web

01 de abril de 2006. Las Vegas (Nevada). Madrugada.

Sola. Siempre sola. Ese siempre ha sido tu sino, tanto cuando estabas en las distintas Casas de Acogida como ahora que vives en la calle, junto con la enorme familia de homeless, prostitutas y yonkies, caminando y respirando entre el cemento, la suciedad, los coches y los policías corruptos que desvían la mirada por unos cuantos pavos en su bolsillo. Son malos tiempos. Pero no todo es malo, tu última familia de acogida sí era realmente mala, malvada dirías tú. Sólo les interesaba el dinero del gobierno que iban a cobrar por tí y les daba igual ocuparse o no de tí y de tus necesidades. Por eso hiciste lo que hacías siempre, tomar La Decisión y huir con los pocos pavos que pudiste coger y ocultarte donde mejor sabes hacerlo, en las calles de Las Vegas.

Eres una chica lista y lo sabes, siempre estás bien, de un modo u otro, y no te faltan colegas y amigos, como los primos Williamson. Ellos siempre te han acogido con los brazos abiertos, incluso cuando no tenías dinero para pagar la cuota para usar sus instalaciones. Cuantas noches no habrás pasado durmiendo en el sofá del pequeño despacho de Tom o en el del apartamento de James. Son buena gente, a su manera, de hecho aún no te entiendes como dos personas tan distintas son parientes, dado que Tom es en esencia una buena persona, preocupado por los más necesitados ya que había sido asistente social y en cambio James es un macarra callejero ido a más cuando ascendió a púgil profesional, hasta que le tiraron abajo y acabó lesionado y amenazado de muerte. Pero no era algo que realmente te preocupase, sólo que eran del tipo de tíos que no se aprovechaban de las niñas de la calle y que eran de confianza y se preocupaban por ti, asegurándose de que comieras de tanto en cuanto, cuando la mala suerte te golpeaba y no la conseguías por ti misma.

Normalmente, si no hacía mucho frío en la calle sueles dormir en una casa abandonada, un antiguo pequeño casino medio derribado, que ni los antiguos ni los nuevos propietarios se han tomado la molestia de derribarlo del todo porque era más caro que no hacer nada, así que mientras éstos "esperan", tu y otros callejeros vivís ahí. En algún sitio leíste que a eso se le llama especulación del suelo y estás casi segura que algún día te encontrarás un solar sin nada más y entonces te tocará buscar otro sitio, por eso no te aferras en demasía al lugar, y tus pocas pertenencias procuras dejarlas en una taquilla de la estación de trenes, bien guardadas bajo una llave que llevas siempre colgada del cuello con una cadena plateada. Es lo más inteligente dada tu situación. O eso te pareció la última vez que te asaltaron unos pandilleros con navajas, hace un año atrás. Desde entonces, sólo llevas contigo un par de prendas de ropa, el libro que te estás leyendo en ese momento, una navaja para protección, un paquete de chicles medio vacío y los pocos pavos que hayas podido conseguir haciendo algún trabajillo absurdo como limpiar botas, hacer encargos para algún tipejo salido de una puerta trasera de restaurantes caros y por supuesto, tu llave.

Cualquier otra persona se deprimiría con tu situación pero tú no, estás decidida a salir de esto, a sobrevivir y llegar muy alto, porque sabes que puedes hacer cosas, que al igual que siempre pareces estar sola, también sabes que estás destinada a hacer Grandes Cosas, y eso es lo que siempre te reconforta cuando alguna noche, acurrucada cerca de un bidón con fuego para calentarte, te coge el bajón y te dan ganas de llorar por esta vida tan miserable y odias un poco en el fondo a esa mujer que te abandonó nada más nacer. Te gustaría poder comprender porqué lo hizo, pero lo cierto es que jamás podrás hacerlo, has pasado por demasiado, por demasiadas casas y familias, no todas eran malas pero tu querías tu libertad y la única que te gustaba, bueno, los Méndez, en fin, se asustaron por Aquello y si te he visto no me acuerdo.

En realidad, por más vueltas que le das muchas veces en la cabeza no acabas de comprender exactamente qué pasó, aquellos niños estúpidos querían robarle la comida a Jake, tu "nuevo hermano" y tu simplemente intentaste defenderle porque se había portado muy bien contigo. Lo siguiente que recuerdas es al líder de la pandilla en el suelo revolcándose de dolor, con la nariz partida y la cara llena de sangre, y sus amigos poniendo cara de susto, dando media vuelta y saliendo corriendo, chillando como niñas, calle abajo. Lo peor fue cuando miraste a Jake, su cara de susto era idéntica a los de los pandilleros cobardicas. Al día siguiente estabas de vuelta en el Centro de Acogida, siendo sermoneada por la directora, que se lamentaba porque no sabía qué hacer contigo, mientras buscaba algún número de teléfono en la guía. Esa misma noche te fugaste del Centro, pero la policía te detuvo a la semana y la asistenta social te mandó con esta última familia, los Morrison. Y volviste a huir. Es la constante de tu vida.

Pero no hoy. Hoy es un Buen Día, crees que vas a tener suerte porque leíste algo en un libro de tipos chinos que filosofaban, que a una racha de mala suerte le sigue una buena y tu habías tenido una semana de tirarse al tren. La policía había hecho una redada en el edificio donde duermes, con lo que al menos en unos cuantos días no podrías volver, al menos hasta que no se calmen las cosas, hiciste un par de trabajitos para Vinny, uno de los seguratas del Luxor pero una banda te asaltó y te dejó sin nada. La mujer-policía que te encontró tirada en el suelo de aquel callejón te dijo que habías tenido mucha suerte al seguir viva y sin un rasguño, la mayoría de sus víctimas acababan rajadas y muriendo agónicamente en cualquier contenedor de la basura. Ella lo llamó "suerte", tú "talento especial", había vuelto a suceder, como con aquel crío, algo se había interpuesto entre la navaja del delincuente y tu cuerpo y el resultado era ese (aunque está claro que no fue efectivo del todo porque uno de ellos consiguió noquearte golpeándote en la cabeza con un tubo o algo). Lo malo es que cuando caiste inconsciente, aprovecharon para limpiarte entera: te quitaron la carga, los pocos pavos que llevabas encima y tu llave. No te dejaron nada más que tu vida.

No tienes marcas ni cortes que demuestren el altercado recién sufrido, aunque sí permanece un chichón en la zona donde te golpearon, nada grave, y aún te duele la cabeza de vez en cuando. Duele mucho, sobretodo haberlo perdido todo de nuevo, pero eres una superviviente.

Llevas un par de días sin comer bien, lo máximo que conseguiste fue medio bocadillo que un tipo trajeado tiró a la papelera de forma descuidada y que tú pudiste atraparlo antes de que se guarreara demasiado. Eso sí, tuviste que pelearte con Simon el hombre-pato, un vagabundo chiflado y tuerto que siempre ronda aquella zona. Nunca se baña, la última vez que lo hizo fue hace más de un año. No fue un combate bonito, aunque salieras triunfante.

Pero eso fue ayer, no es hoy, porque Hoy es tu Día de Suerte.

Entras en el local de los primos Williamson. Las paredes están llenas de grafittis, algunos realmente muy buenos y del techo cuelgan distintos aparatos para el boxeo (sacos y peras para practicar el golpe), un ring en el centro y distintos aparatos de pesas y musculación, como un gimnasio normal, salvo la excepción de que tú sabes que es una tapadera, que en realidad realizan combates ilegales por la noche, en el sótano que hay debajo. Y por eso va a ser tu Día de Suerte. Tienes hambre, de comida y de gloria y vas a ir a por todas. Miras a tu alrededor, ves algunas caras conocidas ya que tu misma has practicado peleas en el ring con ellos, como sparring (te suelen incluso pagar unos pavos por ello), todos saben quien eres, la protegida de Tom y James, y por eso nadie en su sano juicio se metería contigo si no es un ring y pagándote por ello. Pero hoy va a ser distinto, no sólo se celebrarán de madrugada, cosa poco habitual, si no que habrá gente apostando fuerte y eso significa mucho dinero de por medio, seguro que James te recompensará bien por los trabajillos que le hagas hoy, comerás como una grande, en el MacDonald's y sin que te echen a patadas!

Hoy me siento bien. Ni siquiera recuerdo ya la paliza que me dieron aquellos tipos, ni el hecho de haber perdido las pocas cosas que había podido conseguir, ni el llevar dos días sin llevarme a la boca prácticamente nada, ni… Bueno, ni nada de lo que ha pasado en esta semana.

Porque hoy es “Mi Día”. Hoy empieza la buena racha, la buena suerte. Porque ya me toca, me lo merezco. Si aquellos tipos que a saber qué se tomaban para que su mente hiciera cábalas sobre la vida, lo decían, ¡es que era verdad! Todo el mundo sabe que los verdaderos genios tienen una parte ilógica, loca… Tal vez de tanto pensar, o de intentar darle razón a cosas que no la tienen…

Bueno, el caso es que hoy me siento bien. Mi cerebro ha decidido pasar página, volver a empezar. ¿Cuántas veces habré hecho eso? Mas que páginas, yo diría que lo que hago es cambiar hasta las tapas del libro. Porque esto es así, es lo que hay. Y si tengo que pelearme con ello, me pelearé.
Dentro y fuera del ring. Simbólica y físicamente.

Saludo a alguna gente de la que paso por el gimnasio, buscando a James con la mirada. Muchos de los conocidos y no conocidos que me rodean, me miran un poco. Eso es porque no llevo las gafas de sol, otra cosa que también me robaron mis asaltantes. ¿Qué mas les daba dejármelas? Estaban hechas un asco…¿acaso se creían que podrían venderlas? Yo creo, sinceramente, que ya lo hicieron por joder.
Con ellas me evitaría esto; que se queden pillados un momento por culpa de mis ojos. Odio que me miren fíjamente, me pone algo nerviosa.

Por suerte, aquí muchos de ellos ya están acostumbrados así que pienso eso e intento relajarme porque hoy.es.mi.día.

Y aunque no suelo depender de nadie, ni me gusta hacerlo; necesito a James. Él forma parte de mi día de gloria y positivismo. Él va a hacer que yo esta noche me pegue una buena cena, y ¿quién sabe? Igual hasta puedo engañar a algún recepcionista demasiado desesperado por alquilar habitaciones en su hostal de mierda para que me alquile una sin documentación ni nada. Aún siendo una niña. Porque ya lo he hecho.
Y me he largado sin pagar bien tempranito. Pero esa no es mi culpa, ¿por qué no cobran en el momento? ¿Por qué lo hacen cuando vas a devolver la llave?
Hay que ser imbécil. Yo no me aprovecho; es que ellos me lo dejan a huevo.

En fin, ¡James! Me rasco la nuca y me acerco al primer grupo de tíos que encuentro.
- ¿Habeis visto a James? – pregunto – Bueno, Tom también me vale – encojo un hombro.

Varios boxeadores y gente diversa que suele rondar el gimnasio te saludan, algunos parecen ansiosos por lo que va a pasar, otros están riendo y haciendo bromas entre sí, como si aquello fuera una reunión social para jugar al bridge o algo similar. Por las cadenas de oro y anillos gruesos que llevan en sus dedos estos últimos, dirías que esos son los que han venido a apostar mucho dinero y a disfrutar del espectáculo mientras unos cuantos hombres buenos se destrozan la cara, el bazo y a saber cuantas cosas más. A primeras no pareces encontrar a ninguno de los primos Williamson, probablemente están ultimando cosas para el evento, así que al acercarte a una cara conocida a preguntar, un chico delgaducho con el pelo color paja y ojos muy claro se gira hacia tí y con una sonrisa se te queda mirando, intentando pensar donde los había visto por última vez.

Ray es un tipo raro, pega muy fuerte para tener tan poco cuerpo, algunos de los chicos dicen que tiene demasiada rabia interior y eso le hace atizar tan fuerte, otros simplemente hablan de "genes". Tú sólo sabes que no es de los pesados acosadores ni tampoco un psicópata, al menos nunca te lo pareció.

-Uhm... espera que piense- tiene la mirada algo turbia, a veces está así, probablemente se haya metido algo, lo has visto en algunos de los chicos de la calle, especialmente en los que esnifan pegamento -Tom fue a buscar hielo y James está...- se queda pensativo de nuevo -Abajo. Revisando los altavoces o algo así. Quieres que te acompañe? Hay mucha gente rara hoy...- te susurra al oído y pone una mirada de paranoia al mirar a vuestro alrededor.

Alzo las cejas. Siempre tienen esta cara de idos cuando se meten eso que aspiran por la nariz, y les cuesta pensar. Parecen zombis. ¿Qué tendrá de bueno? Porque desde fuera no lo parece. Una parte de mi no lo probaría ni de coña pero otra se muere de curiosidad.

Me obligo a salir de los pensamientos y volver a la conversación aunque me cuesta bien poco seguirle, tal y como se expresa.

Cuando me ofrece acompañarme, le miro antes de echar una mirada alrededor, al igual que él. ¿Gente rara? Sí, claro, como siempre. Como en la calle. Como por las noches.

- A mi me parece que mas o menos hay la gente de siempre... - murmuro y vuelvo a mirarle a él.

Ray sonríe algo torcídamente, se pasa la mano por debajo de la nariz, como sonándose y vuelve a mirar alrededor vuestro, como imitando tu mismo gesto.

-Anda vamos, las escaleras están ahí- se anima un poco el chico -Tom no tardará en volver y necesitará ayuda, seguro que nos da unos pavos por ello...- camina con calma hacia la pared del fondo, donde hay una puerta con un cartel que pone "Sólo personal" y la abre. Se gira para mirar hacia atrás y asegurarse de que le sigues hasta el sótano donde está James. Luego vuelve a mirar a la puerta pero se queda a medio camino, mirando el tablón de anuncios que hay al lado de la puerta.

-Has visto?- te señala con el dedo un cartel donde pone "Participa en un estudio médico. 200 dólares por sólo dos horas de tu tiempo!"

-Mola, creo que iré...- arranca uno de los trocitos con la dirección escrita, que ocupan la parte inferior del cartel y se lo guarda en el bolsillo de la sudadera -Te apuntas?

Termino siguiendo a Ray y me freno cuando me muestra el papel publicitario de al lado de la puerta. Alzo una ceja y le miro algo suspicázmente.

- Creo que paso... - respondo, y estoy a punto de decirle por qué pero... Oye, si él quiere ir a que experimenten dos horas con él por doscientos pavos, pues vale.

Le esquivo para pasar por la puerta, a ver si se deja de quedar pillado y vamos directamente a buscar a los hermanos.

Ray se encoge de hombros ante tu respuesta y murmura un "tú te lo pierdes", aunque al menos tu gesto sirve para que deje de despistarse y te siga hacia las escaleras que hay al cruzar la puerta de "Sólo personal". Una vez cerrada la puerta, está todo muy oscuro hasta que Ray acciona el botón que enciende la luz. Las escaleras de madera vieja, han vivido tiempos mejores y encima están pobremente iluminadas por esa lámpara de neón que cuelga del techo, alumbrando mortecinamente el área.

-Está ahí abajo, en la puerta azul- te señala la puerta de la izquierda. A la derecha hay otra puerta, de color rojo, que no tiene ningún cartel ni indicación de a donde da, y en el centro, otra enorme, frente a tí, de color negro con un cártel que pone "salida de Emergencia" y un pomo de barra de punta a punta de la puerta. Una vez bajadas las escaleras, el rellano al que dan las tres puertas no es muy grande que digamos, de hecho, te dá la sensación de que si algún día pasa algo grave y hay que usar la Salida de Emergencia no quieres estar presente porque tiene pinta de taponamiento humano inmediato.

Ray baja las escaleras como si nada, a pesar de los crujidos y la inseguridad de algunos escalones, como si aquello fuera su casa y se dirige a la puerta azul, la abre y cruza el umbra, perdiéndose de vista por unos segundos. Le vuelves a ver cuando tú misma cruzas la puerta azul, que da a una sala sin ventanas, con un ring en medio, sillas a medio colocar y bancos por todo el perimetro alrededor del ring, y una barra al fondo, con un buen surtido de cajas con bebidas, vasos y barriles de cerveza.

-Todo para una velada memorable...- oyes que Ray dice por lo bajo, hasta que ves asomar a James por la barra, estaba agachado detrás de esta, organizandolo todo. Te vé en seguida y sonríe pícaramente, como sólo él sabe.
 

-Ah! Si ha venido mi peleona favorita! No te ofendas Ray, los dos sois mis niñas bonitas pero tú me das más miedo que ella!- bromea y se ríe. Va vestido como siempre, con sus camisetas de tirantes, que muestran sus enormes bíceps de piel oscura, y un pañuelo atado a la cabeza, está claro que aún no se ha cambiado para el evento.

Realmente me siento mas tranquila ahora que hemos encontrado a James, porque a Ray se le va lo suficientemente la pinza como para que su presencia durante mas de quince minutos seguidos sea inquietante.

Le devuelvo la sonrisa a mi colega y me acerco al tiempo que él empieza a hablar.

- Sí, entiendo eso de que te de mas miedo que yo - murmuro alzando una ceja - ¿Necesitas ayuda? ¿Cómo se pinta la noche de hoy? - me intereso.

Ray ríe cínicamente pero no dice nada al respecto, sólo mira de esa manera tan "especial" suya a ambos. James suelta una caja cargada de botellas encima de la barra y salta con agilidad por encima de esta para salir.

-Bueno, veis esas sillas de ahí?- os señala a Ray y a tí unas sillas plegables apiladas contra la pared, en varios montones -Ayudadme a desplegarlas, chicos- responde ante tu ofrecimiento a ayudar.

-Va a ser una gran noche, así que intentad estar alertas los dos, vale? Va a ver gente muy... "especial"- se acerca a tí, te pasa un brazo enorme por los hombros -Mantente alejada de los "cadenas-de-oro", ok?- te dice en voz muy baja -Tengo un par de tareas para tí, necesito que me ayudes con el tema recogida de apuestas y asistencia a los que van a pelear, te pagaré 100 pavos, 200 si todo va rodado. Te parece?- finaliza su propuesta en voz ya normal.

Escucho a James con atención, frunciendo el cejo al tiempo que me pregunto a qué "gente especial" se está refiriendo. Intento memorizar lo de los "cadenas-de-oro", sabiendo que si me lo dice, es por algo; no me la voy a jugar.

- Claro, amigo, cuenta conmigo - le digo mientras empiezo a desplegar las sillas, como nos ha pedido - Y...¿a qué te refieres con "gente especial"? - le pregunto mirándole solo un momento, curiosa.

James enarca una ceja al oír tu pregunta, luego sonrie algo socarronamente. Acaba de desplegar otra silla y luego se para a buscar las palabras precisas para ello, su primo Tom siempre le está diciendo que debe pensar más antes de hablar y es lo que está intentando el pobre.

-Grandes apostadores, algunos mejores personas que otros, pero sobretodo no es bueno meterse o cruzarse en el camino de ninguno de ellos, ni siquiera del más mosquita muerta, no sé si me explico. Por eso no correré riesgos, si alguno se pone pesado o se acerca demasiado, avisa a Ray, él te cubrirá las espaldas todo el tiempo, para eso está aquí, para evitar "mal entendidos"- se calla un momento antes de retomar la conversación, como pensando si debe soltar una de sus perlas "de sabiduria" como él las llama, Tom diría que son una sarta de burradas sin filtro alguno de por medio (demasiada sinceridad a veces mata).

-Ya sabes, Tom dice siempre que el dinero cambia a la gente y les hace hacer cosas impensables. Yo creo que simplemente saca afuera la naturaleza perversa que hay en todos y cada uno de nosotros, el dinero es sólo dinero- se encoge de hombros y se va a por otra silla, para continuar desplegándolas. Al otro lado de la sala, Ray va poniendo sillas sin decir ni mú, por la manera de moverse no parece estar realmente colocado porque ya se habría hecho un lío con la silla plegable, muy probablemente.

Hago una mueca, quedándome parada mientras desplegaba otra silla, y me quedo mirando a Ray antes de mirar a James de nuevo.

- No necesito niñeras - murmuro gruñendo un poco. Y sí, ya sé que suele hacerlo por mi bien pero ¡no me gusta eso de que alguien me defienda! - Sé defenderme solita - miro a Ray de nuevo, que parece estar entretenido por su cuenta y me acerco para susurrarle a James - Además, este tio está de la olla.

James se descojona por lo bajo al oír tu comentario acerca de la cordura de Ray.

-No más que la mayoría de los que rondan por aquí, y es de fiar, créeme- te responde, divertido. Acabais de desplegar el resto de sillas cuando llega Tom con el hielo, intenta sonreir de ese modo tan agradable que siempre tiene, pero le cuesta, parece preocupado por lo que va a pasar, aunque parece querer guardárselo para él. Se acerca a tí y te revuelve algo el pelo.

-Toma te he traído esto, no podemos tenerte aquí muerta de hambre- y te entrega un perrito caliente del puesto del otro lado de la calle. Sabes que están ricos porque más de una vez Tom te ha invitado y el que te ha traído huele especialmente muy bien, al estilo mexicano, que son los mejores del mundo mundial, con su salsa de tomate, con pimientos rojos y verdes y la cebolla caramelizada, perfecta, con un toque de guindilla, el panecillo tierno y la salchicha de frankfurt en su punto, bien cocinada, al grill. A veces crees que Tom te mima demasiado, pero parece no poder evitarlo (aunque también te preguntas, como demonios un asistente social ha acabado aquí, claro), gajes del ex-oficio presupones siempre.

Ray sigue a su rollo, poniendo sillas y ayudando a James con la barra. No es muy hablador, eso ya lo sabías, así que no te incordia más en lo que queda de arreglos.

Y finalmente, al poco rato, empieza la velada importante. Los luchadores y los "visitantes" invaden el sótano, ocupando sus puestos respectivos, empezando la primera ronda de espectáculos que abren la jornada, para dar tiempo a los espectadores a realizar sus apuestas. James te indica a quienes debes ir a recoger su dinero y donde debes apuntar las apuestas iniciales que realizan, en una libretita que tú luego entregas a James, antes de que empiece el combate. Algún cadena de oro te intenta llamar y se te acerca para darte un fajo de billetes de 100 dólares o bien se acerca uno de sus amigos (que ves claramente que son más sus recaderos que otra cosa) y te dicen a qué boxeador.

La primera ronda es Salvaje Kid contra Bloody Valentino. Las apuestas se cierran 10 a 1 a favor de Salvaje Kid. Conoces a ambos púgiles y sabes que BV es mucho mejor luchador, le has visto en los entrenamientos y a pesar de tener un nombre algo ridículo, su técnica es tremendamente depurada y así va el combate. Bloody Valentino, un hispano-italiano, de origen Siciliano, da un espectáculo increible, impecable y lleno de buenos movimientos ágiles y rápidos. Salvaje Kid cae en el segundo tiempo, sin poder evitarlo. Las maldiciones de unos y los gritos de alegría de otros, se entremezclan durante todo el primer combate, de los tres previstos para aquel acontecimiento. Todos parecen estar animados, de un modo u otro. Y el dinero no para de rodar, de unas manos a otras, las tuyas, y luego a James, que cuenta absolutamente todo lo entregado y lo apunta en una libreta, que guarda debajo de la barra.

Aún sigo saboreando el perrito que me había traído Tom, y eso que lo terminé hace ya un buen rato y me he bebido una lata de Coca-Cola. Pero como pocas veces puedo disfrutar de algo así (y mas de las que puedo incluso costearme gracias a Tom), procuro aprovecharlo lo máximo que puedo.

Cuando el dinero empieza a correr junto a las apuestas, me pregunto si a mas de la mitad de esta gente le gusta perder su dinero; si lo tienen como hobbie o algo. Aunque también tengo que admitir que yo les tengo muy vistos a casi todos y me es mas fácil intuir quién ganará el comabte.
Y ahora es cuándo me pregunto qué clase de vida injusta es esta en la que yo, que podría ganar dinero apostando, no tengo dinero para apostar mientras que todos estos capullos "bañados en oro" sí.

Suspiro mientras empiezo a pasearme recogiendo las nuevas apuestas para el próximo combate.

Empieza la segunda ronda de apuestas, Torch versus Ian Markus. Te empiezas a mezclar entre los jugadores, recogiendo las apuestas, hasta que te topas con un tipo de casi dos metros de alto y piel de ébano, vestido de forma estrafalaria, con un chaleco de pelo largo blanco y la cabeza totalmente rapada y un collar de oro enorme colgando sobre su pecho desnudo, se acerca a tí.

-Tú que opinas niña? A quien debería apostar ahora?- te pregunta, mirándote con cierta melosidad, como una serpiente mira a su próxima presa, analizando qué clase de bicho eres. Su mirada es muy escrutadora, ni que tuviera rayos-x y los brillos que lanza el colgante que cuelga de su cuello ancho te molesta en los ojos. Es como si no hubiera donde ocultarse entre aquellos ojos y el colgante dorado... hasta que alguien te sacude sin querer al golpearte por la espalda, sacándote de tu estupor y permitiéndote desviar tu mirada de aquel hombre tan extraño.