Partida Rol por web

Y Él acerca su cara al cristal, un rostro pálido, recio, con el pelo oscuro y una especie de diamante rojo en la frente, te mira con deleite, sonriendo.

-COMO ME ALEGRA DE QUE ESTÉS YA AQUÍ, ERES EL PRIMERO DE TUS HERMANOS EN LLEGAR...

El susto que me pegué al escuchar la voz fue sobrenatural. Retrocedo hasta dar con mi espalda en la fría puerta y después miro hacia arriba. No puede ser cierto, este escenario es más típico de una película que de la vida real. Mi vista consigue centrarse en el hombre que nos acecha desde detrás de una cristalera y sus pintas me perturban aún más. No se que pensar, no se que hacer, lo único que veo claramente es la mesa de operaciones y no me gusta un pelo las ideas que se forman en mi cabeza. Sin pensarlo cojo a Claire de la mano y tiro de ella para que se ponga a mi lado. No se por qué lo hago, simplemente tengo la necesidad de hacerlo. No puedo pasar por esto yo solo.

-¿Qué? L-lo siento, señor, pero creo que se confunde -me atrevo a decir. Solo quiero salir de ahí-. Yo no tengo hermanos.

El extraño tipo, que ahora que lo ves algo mejor al acercarse más a la ventana calculas que es como un jugador de basket de alto pero ancho como un boxeador de los pesos pesados, ríe macabramente ante tu comentario inocente.

-NO ME... CONFUNDO PEQUEÑO, YO NO ME EQUIVOCO NUNCA. BUENO, CASI NUNCA- hace una pequeña mueca como si recordase algo de su pasado que no le gusta mucho precisamente -NO SE LO HAS DICHO PEQUEÑA CLAIRE?- dice finalmente con lo que intenta ser un tono de voz melifluo, pero que aún hace que se te pongan más los pelos de punta.

-YO TE CREÉ PEQUEÑO, AL IGUAL QUE A TUS HERMANOS, QUE ANDAN EN ESTOS MOMENTOS, ALGO... PERDIDOS Y CONFUSOS. PERO TÚ HAS CONSEGUIDO VOLVER A CASA Y PRONTO LO HARÁN EL RESTO. SEREMOS DE NUEVO UNA GRAN FAMILIA FELIZ. NO TE GUSTARÍA ESO, TRAVIS?- añade el hombre de aspecto siniestro, continuando con ese tono de voz que intenta emular la miel pero que se queda en algo extraño y empalagoso al mismo tiempo.

-POR CIERTO, MI NOMBRE ES MISTER SINIESTRO. PUEDES LLAMARME PADRE AUNQUE YO PREFIERO SEÑOR- vuelve a sonreír, pero esta vez notas ese hormigueo de crispación en tu piel, a causa de tu cuerpo reaccionando al terror nervioso que te está invadiendo.

La muchacha primero deja que tires de ella hacia tí pero cuando Mr. Siniestro la nombra, pega un tirón y se suelta de tu mano. En un momento, parece tomar distancia y alejarse físicamente de tí. Sus facciones han cambiado, no es que no sea la misma chica, es su cara, su pelo, sus ojos, pero su mirada y sus gestos se han endurecido. Ya no parece la niña inocente y sabionda de hace un momento.

Miro a Claire con los ojos desorbitados sin creerme que la mosquita muerta haya florecido, ¿cómo he podido caer en una trampa como aquella? Maldigo por dentro y llevo la mano a mi espalda para intentar abrir la puerta con disimulo, pero sigue cerrada. Aquel hombre me dice que es mi padre, pero... No me parezco nada a él. ¿Y Claire? ¿Qué pasa con Claire?

-¿Quién eres? -pregunto a la chica y después miro al hombre que nos observa desde lo alto-. ¡¿Qué es todo esto?! Mire, er... Señor. Yo solo quiero irme a casa. Creo que se ha confundido. Yo ya tengo padres.

La situación me parece tan absurda que no se como abordarla, y el miedo se ve sobrepasado por el dolor de la traición de Claire... ¡Y yo intentando protegerla! Sigo sin poder creérmelo. "Oh dios, por favor, que no estén locos. Por favor, que no me descuarticen", pienso angustiado mirando la mesa de operaciones. Si lo llego a saber me entrego a la policía.

La chica se mantiene muy callada y seria.

-Oh cállate por favor! Eres un maldito llorica, no sabes hacer otra cosa que eso?! Gimotear?!- estalla la chica con rabia. Su cara es de puro odio. Ahora mismo no parece que sea tu amiga precisamente. Intenta serenarse un poco y levanta la mirada hacia la ventana.

-Padre puedo irme ya, por favor?- le pide al hombre de tez pálida -No le soporto más!- suplica, a la vez que lanza una mirada de desprecio hacia ti. No parece estar muy dispuesta a darte información ni responder a tus preguntas acerca de nada o de nadie.

-ESTA ES TU CASA- responde éste -TU VERDADERA CASA, TÚ NACISTE AQUÍ, AL IGUAL QUE TUS OTROS HERMANOS, INCLUIDA LA DULCE CLAIRE- añade como respuesta a tu pregunta de "aquí".

-OH CLARO QUE TIENES PADRES, PERO NO SON QUIENES CREES QUE SON. ACASO TE AMAN? SABEN LO ESPECIAL QUE ERES? LO QUE PUEDES HACER? LO QUE LLEGARÁS A HACER?- sonríe de esa forma que da miedo. Tras verle varias sonrisas así llegas a la conclusión de que sonreír no está en su naturaleza y por eso le sale tan... mal.

Claire, mientras escucha la conversación se apoya contra la pared, con resignación, dado que no le están dando permiso para marcharse. Se cruza de brazos y simplemente espera con paciencia. Ya no vuelve a mirarte máS de ningún modo. Está aceptando que está ahí encerrada contigo y no podrá irse hasta que hayáis acabado de hablar.

Dulce Claire, si ya. La cabeza me empieza a dar vueltas y noto un sabor raro en la boca y la bilis pugnando por subir por mi esófago. Me alejo de la puerta temiendo que alguien más pueda entrar por ella e intento no mirar a la chica; ya no me siento nada seguro cerca de ella. Por un momento me creo lo que dice aquel hombre, pero... No, es un psicópata, uno de esos mutantes que si deberían estar en la carcel, como Claire. ¿Cómo he podido acabar así?.

-¿Qué queréis de mi? -pregunto sin saber muy bien si quiero conocer la respuesta.

El albino de aspecto siniestro te mira de forma penetrante, como si tuviera rayos-x en los ojos. Se toma su tiempo para volver a responderte.

-SÓLO QUE NOS AYUDES A ENCONTRAR A TUS OTROS HERMANOS. ESTÁN TAN PERDIDOS COMO LO ESTABAS TÚ HASTA HACE UN MOMENTO- responde éste con una voz que parece metal chirriante. Más allá de eso no denota emoción alguna, ni siquiera ira o esa maldad que destilan siempre los asesinos en serie de las pelis.

-PERO DEBES ESTAR AGOTADO CON TANTA EMOCIÓN, CLAIRE ACOMPAÑALO A UNA ESTANCIA MÁS CÓMODA DONDE PUEDA DESCANSAR Y COMER- esta vez no intenta poner una de esas sonrisas suyas y simplemente se queda con su cara de siempre, marmórea e impenetrable.

-NO HACE FALTA QUE DIGA QUE NO ES NECESARIO QUE INTENTES HUIR- finaliza éste. Tras esto, ves como si figura se aparta de la ventana para internarse en la oscuridad de la estancia que hay tras sus anchísimas espaldas.

Suspira con resignación, de nuevo le han endosado más trabajo, al hermano borderline de todo el grupo, está claro.

-Vamos, los morlocks ya habrán preparado un cuarto para tí- dice ésta, no sin dejar de poner un tono de "no me queda otra que continuar cargando contigo". Se acerca a la puerta, la misma que antes intentaste abrir tú y que no pudiste. La muchacha acciona algo que no llegas a ver y de repente se abre como la puerta automática de un ascensor de lujo.

-No intentes ninguna tontería como en el instituto o los centinelas serán el menor de tus problemas- te dice en voz muy baja, casi en un susurro, girándose hacia tí para mirarte directamente a los ojos.

-Padre no es estúpido y no da segundas oportunidades. A nadie. Obedece y tendrás todo lo que quieras, niégate y la muerte será lo mejor que te pueda pasar- sentencia, con el mismo volumen de voz, sólo para tus oídos.

No me atrevo a decirle nada más al hombre de la cristalera; ni siquiera puedo mirarlo. No me atrevo, su cara me da pavor, al igual que su voz. Me vuelvo a pegar a la pared y espero a que Claire abra la puerta, pero no me atrevo a salir antes que ella.

-¿Morlocks? -pregunto, pero me arrepiento prácticamente al instante. No quería darle más razones a aquella chica para decir crueldades; solo llegar a la habitación y llorar hasta que se acabe el mundo. Puedo notar los ojos irritados y la todavía incipiente nuez subir y bajar por mi garganta cuando intento contener las lágrimas de nuevo. Trago saliva y por fin me atrevo a salir. Sigo sin entender nada, pero no quiero preguntar nada más.

La chica de cabellos rubios suspira de nuevo con resignación al oír tu pregunta. Aunque esta vez se abstiene de soltar ninguna coletilla acerca de tu desconocimiento evidente de este mundo.

-Son mutantes, como tú y como yo pero viven en el subsuelo, en las alcantarillas, para alejarse de los que no son como nosotros. Nuestro Padre, en su infinita bondad, acogió aquí a los supervivientes de la matanza que provocó un grupo llamado los X-Men, ya sabes, ese grupo que sale a veces por la tele- y antes de que puedas volver a preguntar se adelanta para aclararte ese último punto -Esos también son como nosotros pero odian a sus semejantes. Se odian a sí mismos y a los que somos como ellos. Son mala gente, no son como Padre.

Tras cruzar ambos el lindar de la puerta automática te guía a través de un laberinto de pasillos sin ventanas al exterior. Todo está silencioso e iluminado por la luz mortecina de los fluorescentes del techo y los focos de los laterales. Ni siquiera hay ese hilo musical tonto y absurdo de los supermercados y los ascensores que tanto se echa ahora mismo de menos y que lo haría menos frío y espeluznante el sitio.

Al final llegáis delante de una puerta que se abre al interior de un dormitorio perfectamente decorado. Es una estancia con una cama ancha y de aspecto cómodo, un escritorio y una silla en un lado, un armario empotrado en el otro lado y ninguna ventana, de nuevo. Las paredes están completamente desnudas, preparadas para ser asaltadas por un adolescente creativo.

-Sí bueno, ya te acostumbrarás a esto, si te portas bien te dejará ir a los pisos superiores donde hay luz natural y jardines y todo eso. Pero aquí eso te lo tienes que ganar. Tienes hambre?- extrañamente ahora está volviendo a ser amable -Los baños están tirando recto este pasillo, la última puerta a la izquierda- te señala -El comedor está en otra planta.

Conocía a los X-Men. Son los únicos que conseguían que dejase de odiarme a mi mismo por un instante. Verles hacer cosas buenas en la televisión, y de paso ver como algunas personas los aclamaban, me inducían a soñar con la fantasía de que quizás yo no eran tan malo como el resto me hacía creer. Pero la burbuja siempre duraba poco. Vivir en las alcantarillas parecía el destino más realista para un mutante, y no el salir en la televisión con trajes a juego. Tenía que haber gato encerrado.

-No tengo hambre -contesto automáticamente, aún sorprendido por el aspecto de la habitación. Es cierto que no tiene ventanas, pero me esperaba algo mucho más oscuro, más... Carcelario-. ¿Claire es tu nombre de verdad o eso también te lo has inventado? -pregunto volviéndome hacia ella, más envalentonado ahora que no está presente el hombre que habla alto. ¿Qué nombre es Señor Siniestro, por cierto? Bah, es igual. No se ni siquiera por qué he vuelto a hablar, solo quiero que se vaya para poder tirarme en la cama y llorar hasta caerme del sueño.

La chica rubia te mira con el semblante serio, directo a los ojos.

-Es mi nombre de verdad, yo no me he inventado nada. No te he mentido en ningún momento- responde algo seca y agresivamente, pero al ver tu cara parece cambiar algo en su actitud. SE relaja de hombros, como si se rindiera.

-Mira, oye, no tenía previsto que aparecieran esos Centinelas en el instituto y te atacaran, acortaron el tiempo que Padre me dio para explicarte todo y tuve que improvisar- se encoge de hombros -No fue culpa mía, si no hubieras llamado tanto la atención usando tus poderes en el pasillo de la escuela no habrían aparecido y yo te habría podido explicar todo y no de este modo tan chapucero- sentencia, como única manera de finalizar su intento de dar una explicación a tu pregunta nunca cuestionada.

-Porque no descansas un poco y te paso a buscar en un par de horas para llevarte a conocer a los demás? Te parece bien?- se aviene la chica, repentinamente -Cuando te explique todo, lo entenderás mucho mejor y verás cual es tu verdadero sitio. Te prometo que nadie te mentirá y que no habrá más secretos. Te diré todo lo que quieras sin más.

Recuerdo al centinela y me dan escalofríos, ¿a qué venía ese robot gigante?. Alzo las cejas viendo el repentino cambio en la actitud de Claire; casi era como la primera que había conocido. "Casi".

-No te entiendo, de verdad -digo frunciendo los labios y el ceño-. Vete.

Me doy la vuelta para no verla más y me limpio las lágrimas de los ojos, aunque se que cuando cierre la puerta empezarán a generarse de nuevo.

Claire no se hace de rogar y se marcha en silencio, cumpliendo con tu petición. La puerta se cierra detrás de ti, dejándote solo en tu nuevo dormitorio. No hay mucho a donde mirar, pero la cama parece cómoda. Una rápida inspección te indica que no hay teléfono, ni ordenador ni ningún tipo de sistema de comunicación hacia el exterior, pero acaso lo necesitas? Te echarán de menos tus padres? Y tus amigos? Probablemente no, o eso piensas últimamente. Querías desaparecer del mundo y ta-chán! alguien muy retorcido y macabro te ha concedido tu más oscuro deseo.

Al cabo de un rato te quedas dormido en la blanda cama, inmerso en un mar de lágrimas, a cada cual más cruel contigo mismo y tu situación, hasta que alguien abre la puerta de tu cuarto, recortándose su figura contra la luz del pasillo, despertándote levemente. Tu cuarto está a oscuras y la única luz procede de fuera. Todo está en silencio y únicamente oyes tu respiración, el fru-fru de la colcha y las sábanas debajo de tu cuerpo y las pisadas tremendamente suaves del recién llegado...

Intento abrir los ojos para ver quien ha abierto la puerta, pero no consigo separarlos; la luz me hace demasiado daño, así que levanto una mano para protegerme de ella.

-¿Quién es? -pregunto- ¿Claire?

¿Cuanto tiempo he estado dormido? ¿Qué hora es?

La sombra se recorta cada vez más contra la luz y tu estás algo más despierto y con los ojos más abiertos, así que atinas a ver una silueta curvilínea y bajita, probablemente una chica. Pero cuando estás casi convencido de que es Claire, oyes una voz que no es la suya.

-Siento decepcionarte pero no soy Claire- responde una voz femenina algo rasposa y grave, aunque juvenil, un poco como la de la actriz esa de la peli de los vampiros ridículos que brillan al Sol.

-Voy a encender la luz- te avisa, demostrando algo de deferencia hacia tí. Acto seguido, tu dormitorio se ilumina por completo, dañando tus ojos, dejándote ciego por un período corto de tiempo.

-Me llamo Desliza. Soy una Morlock. He venido a buscarte para llevarte con los demás, para que les conozcas y todo eso- se explica la chica, que ahora, a la luz eléctrica, puedes ver que es una chica rubia, joven, aunque más mayor que tú, al menos un par de años mayor. Tiene unas facciones dulces, pero parece haber vivido mejores tiempos. Sus ojos reflejan una vejez mayor que la de su cuerpo.

-Tienes hambre? Te he traído algo... Te gustan los doughnuts? A mi me encantan, sobretodo esos con la capa rosa- sonríe levemente, con cierto deje de melancolía -Rusty dice que son insanos, pura grasa, pero cuando has vivido en la calle como yo, sueñas con algo así de delicioso y pegajoso entre las manos...- se acerca hacia tu cama, bueno en realidad, si no fuera porque es imposible, jurarías que "flota" por el suelo. Es raro. Tu vista te la está jugando, debe ser eso. Desliza se queda de pie, al lado de tu cama, y tu ahí, echado, como un perrillo. Y ella ahí, rubia, preciosa y madura. Y con una caja rosa llena de doughnuts en las manos, sonriendo dulcemente...

Morlock. Escuchar esa palabra me dió escalofrios. Me siento de golpe en la cama y me aparto sobre el colchón hasta que mi espalda toca la fría pared. Esperaba encontrarme un monstruo deforme, como la cosa del pantano, y sin embargo lo que veía no tenía ni una pizca de horrible.

-¿Tu eres un Morlock? -pregunto desconcertado. ¿Dónde estaban las verrugas y los brazos de más?

Me levanto de la cama. Anoche estaba tan cansado que me había tirado encima con toda la ropa puesta, incluso con las zapatillas. No hay ni un centímetro de tela que no esté arrugado, pero nunca me a importado mucho el tema de la ropa, así que no me molesta. Eso si, intento peinarme como puedo.

-Hum... ¿Tienes de chocolate? -la perspectiva te ponerme cerdo a comer hace que deje a un lado mis miedos y temores durante un rato.