Partida Rol por web

Georgia es una gran ciudad llena de rascacielos de metal y cristal, con calles anchas con montones de carriles de coches a cada lado, con vehículos de todo tipo circulando por ellas, con gente yendo y viniendo con prisa, la mayoría en dirección a sus trabajos. Es parecida a la conocida NY, llena de parques enormes donde ser violada o atracado, o conseguir todo tipo de farlopa, o simplemente ir a pasear con tu familia y hacer un picnic un domingo soleado, por la mañana. Es cuestión de gustos. Aunque también están los barrios guetto, como en el que vive Valary, con paredes llenas de tags y pintarrajos, bandas armadas como si estuvieran en guerra con el mundo, prostitutas en las esquinas en vez de MacDonald's, camellos ofreciendo viajes a Venus y abuelas con bolsas en la cabeza, para proteger su pelo de la lluvia, tirando de carritos de la compra. El ying y el yang de Georgia: el lujo de las casas coloniales de los barrios ricos y las calles llenas de yonkies, gangstas y yonkies, correteando como cucarachas por los bajos fondos de la ciudad.

La ciudad de Georgia es de dimensiones enormes, bueno eso es decir poco, especialmente para alguien como Marshall, que procede de un sitio no tan grande y no tan lleno de rascacielos brillantes, como es Nueva Orleans. Para Marshall es ENOOOORME. Y no conocía nada de la ciudad, ni de sus calles, ni por donde está su hotel, no tiene mapa, ni brújula, ni guía. Pero lo peor, es que él iba delante de todo en la enorme carrera que habían iniciado él y Valary, acompañados de aquel négre, a lo largo de las calles, en un intento de huir de aquellos psicópatas raros del callejón.

Valary pertenecía aquella ciudad cosmopolita, pero nunca había salido de su barrio, desde que se trasladó a vivir con su tío sólo había cruzado los límites de este para asaltar algún cuartel de una banda rival y poco más. Nunca le dio por hacer turismo más allá de las calles por las que circulaba a diario. Mal. Se dio cuenta de su tremendo error cuando en su larga carrera empezó a ver tiendas y calles a los lados que no le sonaban de nada. Se había salido del mapa de su pequeño mundo. Doblemente mal.

Así que para cuando os disteis cuenta los dos, ya no sabíais donde estabais, porque todos os acababa pareciendo igual, edificios muy altos, parques muy grandes y MacDonald's en cada esquina.

Pero eso fue hace casi cuatro días, ahora mismo os parece que hayan pasado semanas, vuestra vida ha cambiado completamente desde lo que pasó en el callejón. Si antes creíais que estábais perdidos, ahora lo creéis aún más y no sólo porque estéis en territorio desconocido y probablemente hostil. Downtown es la pequeña ciudad de los artistas dentro de la Big City y tal vez sea tan buen sitio como otro para morir, pero es que sois tan jodidamente jóvenes y monos para morir tan pronto... pero el hambre y la necesidad apretan. Ya.

Cuatro días antes:

Os pasasteis un buen rato corriendo como locos, tras intentar huir del tipo encapuchado y de los otros supertipos, hasta que casi caísteis al suelo, de bruces, fruto del cansancio y de la falta de oxigeno suficiente en vuestros pulmones. Al principio ibais como pollos descabezados por las calles del barrio, sobretodo porque Valary y Jamal seguían a Marshall y éste no se sabía a quien seguía, a su vez. Por suerte, cuando conseguisteis parar, agotados, Valary fue capaz de recuperar la calma, junto con sus pulmones, y se re-situó rápidamente, encontrando el camino hacia algún refugio seguro, o mejor dicho, al cuartel de su gente.

El cuartel de su banda estaba vacío. Probablemente la mayoría estaban pasando la noche en la cárcel, esperando a ser soltados o bien pendientes de su destino penal, gracias a la mala noche pasada. Mejor para ellos que no hubiera nadie, teniendo en cuenta con quien iba acompañada Valary, era preferible, no lo hubieran entendido. Pasasteis el día allí escondidos, peleándoos por el paquete y su posesión, cambiando de manos en distintas veces durante tooodo el día. Fueron las 24 horas más largas de vuestras vidas. Finalmente Valary decidió ir a casa de su tío para entregarle el paquete, con Marshall y Jamal a su lado, ya que no estaban dispuestos a renunciar a la carga, ninguno de los dos (probablemente con la falsa esperanza de conseguir robar el paquete a Valary salir corriendo en dirección opuesta, o eso se decían a si mismo los dos chicos).

Tres días antes:

Eran un trío de críos raro, presentándose a las puertas de Fingers, un tipo conocido por gustarle muy poco las visitas inesperadas.

Nada más acercarse a la puerta, la joven latina vio como la puerta de la entrada estaba entreabierta y Marshall "remarcó" que alguien había forzado la cerradura de forma muy poco sutil con una patada (y a juzgar por las astillas del marco, alguien con mucha fuerza). Jamal simplemente sacó su pistola y se preparó para disparar a todo lo que se moviera pero al entrar, os quedó muy claro que allí ya no quedaba nadie, ni siquiera el propio Fingers. El apartamento estaba vacío, al igual que el cuartel. Y no había ni rastro de Fingers, sólo un charco grande de sangre manchando el suelo y parte del sofá.

Fingers había sido cogido desprevenido, la tele aún estaba encendida. Cuando entrasteis estaban dando las noticias de una manifestación anti-mutante en Rhode Island delante de un instituto por parte de unos estudiantes y sus padres: habían encontrado alumnos mutantes estudiando en dicho centro. Por lo visto debió acabar muy mal porque el centro escolar, que se veía de fondo en las imágenes de la manifestación, estaba medio destrozado, como si un gigante lo hubiera aplastado con su enorme pie y los manifestantes gritaban contra la presencia mutante que había provocado la destrucción del centro público. Últimamente la gente cada vez parecía más descontenta con la presencia en público de los mutantes o de cualquiera con una naturaleza distinta...

Entonces oísteis un ruido procedente del dormitorio principal. Al entrar los tres, acojonados, visteis como una mujer de cabello leonino, con la mitad de la cara pintada de blanco y los labios de un color rojo cereza, hablaba (o mejor dicho, "picaba") a otro tipo que estaba de espaldas a vosotros, un hombre disfrazado de oscuro ceñido y con una diana estampada en la espalda. Más supertipos, sólo ellos llevan esas pintas, desde luego. De nuevo, una alarma saltó en vuestras cabezas.

El tipo parecía de los de genio fuerte y algo malhumorado. Y a la mujer parecía gustarle tomarle el pelo y cabrearle, si hubierais tenido un buen día habríais dicho que son el uno para el otro. Pero no fue el caso.

No había ni rastro de Fingers, simplemente no estaba ahí, pero el hombre con la diana estaba limpiando una shuriken manchada de sangre con una de las camisas del tío de Valary. Luego se deshizo de la ropa manchada tirándola al suelo, como si fuera un trapo para el polvo.

Fingers estaba vivo y se lo habían llevado ellos? O estaba muerto, tras su visita? Entonces porque no hay cadáver? O simplemente habían llegado antes que ellos tres pero más tarde que el auténtico asesino de Fingers?

El hombre de la diana se giró hacia la puerta del dormitorio para salir, en un principio sin percatarse de vuestra presencia al otro lado, mirando, pero la mujer os miró y os guiñó un ojo, para luego apoyar el dedo índice en sus labios en un gesto de "Silencio", mientras mantenía esa sonrisa pérfida.

Dos días antes:

Sí, huisteis del apartamento de Fingers y del único hogar que Valary había conocido (al menos en mucho tiempo). Y sí volvisteis a hacerlo corriendo, incluso rompiendo alguna que otra marca de velocidad. En un tiempo record, salisteis del apartamento y bajasteis las escaleras de dos en dos, como si os estuvieran disparando. Parece que últimamente es lo único que sois capaces de hacer y que todo es una enorme carrera sin freno ni medida. Pero es que el tipo de la diana en la frente (y en el pecho y la espalda) y la mujer de media cara pintada de blanco aún daban más mal rollo y miedo que el gigantón y la bola de sebo enorme del callejón. Si hicieran un concurso de quien da más miedo, tendríais serias dudas de quien ganaría de entre esos cuatro.

Tras mucho correr, resoplar y llevar el corazón a mil, vuestros cuerpos cedieron y finalmente tuvisteis que parar. No os quedó otra, en algún momento teníais que deteneros y descansar, recuperar el aliento y aquel sitio era tan bueno como cualquier otro. Cuando mirasteis a vuestro alrededor, os quedó claro que ya no estabais ni remotamente cerca del apartamento de Fingers y de aquellos dos locos. Bien. Cuando intentasteis situaros en un "mapa", fuisteis conscientes de que no teníais ni remota idea de donde estabais. Os sentisteis absolutamente desorientados. Mal.

Aunque esta vez, parasteis en un sitio algo mejor, teníais una cafetería cerca en la que reponer fuerzas e incluso preguntar, ya que ninguno tenía ni zorra de donde estáis. Bienvenido a Downtown, está pintado a modo de graffiti en una persiana de un negocio cerrado, al lado de la cafetería Carroll Street.

Valary sabía que existía ese barrio, como tantos otros que componen la estructura de Georgia pero ni idea de si estaba al sur, al este, o donde, por ella podría estar en el mismísimo puto infierno. Su tío había desaparecido, estaba sola (bueno con dos perdedores desconocidos) y sin saber hacia donde ir. Marshall se sentía incomodo con todo esto, debía cumplir su misión, había perdido a su guardaespaldas y guía personal al abandonarlo en el callejón, no tenía ni idea de donde estaba su hotel y por tanto sus cosas. No tenía ropa ni dinero, más allá de lo que pudiera llevar encima hacía dos noches y sin poder ducharse ni cambiarse! (todo un drama, desde luego) y lo peor de todo, es que ninguno había comido gran cosa, sólo snacks algo rancios y refrescos de cola que había en el cuartel. Eso sí que era un autentico drama! Extrañamente el négre era el que mejor lo llevaba...

Os pasasteis casi todo el día en la cafetería y rondando por las calles de alrededor, intentando informaros y Valary llamando a todos los que tenía en su agenda de contactos, hasta que se quedó sin saldo. Y luego sin batería.

Un día antes:

Lleváis dos días dando vueltas por Downtown, sin rumbo ni recursos. Las últimas monedas que llevabais encima las gastasteis la noche pasada en comida de las máquinas de guarradas: vuestra última cena fueron unos snickers y una lata de Cherry-Cola, a compartir entre tres. Valary había intentado localizar a algún conocido, algún contacto que le pudiera decir donde está su tío Fingers, aunque con poco éxito. Os sentisteis sucios, pegajosos y greñosos. Os habíais pasado los últimos días esquivando calles principales, policías, y cualquier cosa que se moviera de forma sospechosa. La paranoia y el hambre se apoderaron de vosotros de mala manera y ya veíais polis y supertipos a la vuelta de cada esquina, o apostados detrás de los contenedores de la basura de cualquier callejón por el cual pasarais, como si no tuvieran nada mejor que esconderse detrás de un cubo de basura para saltar y asustaros. Pasasteis las horas merodeando y hurtando algo por aquí y algo por allá, Marshall demostró una gran capacidad para ello. De hecho, si no fuera por su habilidad para limpiar bolsillos ajenos probablemente ya habrías caído desmayados los tres en cualquier punto de la acera, para disgusto de los ciudadanos de a pie. Consiguió la única comida que hicisteis: 30 pavos con los que pagar algo en la cafetería del día anterior. Dormisteis felices en un portal, tras haber comido algo caliente.

Ahora:

Cada vez os peleáis menos por el paquete. Ahora está en manos de Jamal, que parece ser al que menos le importa y se ha declarado el custodio para que dejéis de pelear entre vosotros y os pongáis las pilas para intentar sobrevivir y salir de aquella. Lo malo es que ninguno parece tener muy claro qué hacer, aunque salierais de Downton, y luego qué? Habrían más supertipos esperándoos? Os vais cada uno a su casa (a quien tengan una) y ya? Y luego está el asunto de los dos supertipos con pinta de psico-killers del apartamento de Fingers, la única pista acerca de la desaparición del tío de Valary. Por donde empezar a buscar y a preguntar? Hay alguna guía o unas páginas amarillas para Super-psicópatas por ahí rondando a la que poder consultar?

Había tenido el tiempo muerto suficiente para ver las películas necesarias para saber que aquí empezaba un largo viaje en mi vida camino a la venganza. O al menos así lo llevo viendo tres días, desde que salimos corriendo como balas de mi antiguo apartamento.
La sangre del suelo, la camisa, los super-tíos...Puede que ya hubiera tenido la ración más que sobrada de mutis para el resto de mi vida con lo que pasó de golpe tras lo que tenía que ser "una misión sencilla". No tenía una sola pista sobre tío Fingers, ni sobre el resto de mi familia. Tampoco se me ocurría por qué un par de frikis metidos en spandex querrían nada de mi banda, a no ser que los de la Trece les hubieran contratado para deshacerse de nosotros.

Mi cabeza no dejaba de darle vueltas a esas cosas, sumiéndome en un puto pozo negro de depresión. No había estado deprimida muchas veces en mi vida, y no recordaba haber estado tan hundida como estaba ahora. Me limitaba a ayudar al chico, Mash (no podía llamarle de otro modo; tenía serios problemas de pronunciación con su nombre), pero al fin y al cabo todo se reducía a que él estaba más entrenado en el sigilo que yo. Lo mío era el atraco a mano armada, y no estaba en condiciones de llamar la atención de los jakes si no quería acabar en manos del sistema tras una condena eterna de meses de servicios sociales.

Nos íbamos turnando el paquete para evitar las ya cansinas discusiones entre los tres, y cuando lo cogía Jamal era cuando intentaba estar menos hundida y con la mano más cerca de la pipa. No es que me fiase más de Mash, pero Jamal había intentado matarme para luego salvarme el culo y seguía sin entender una mierda. También, por su culpa, llevaba días dándole vueltas a un tema preocupante. Pues ahora el tío se ha autodeclarado guardián absoluto del paquete de las narices y eso me tiene mosca que te cagas. Lo único que me sigue uniendo a ese paquete es lo último que me dijo mi tío, pero es una unión más que suficiente para que no se lo deje a este par.

Estoy sentada con las piernas recogidas, jugando con la dogtag que lleva la fecha de mi primera caza* y con la otra mano al lado de la pipa, tamborileando los dedos contra el suelo. La tripa me ruje con ganas, pero la depresión apenas me deja notarlo más que por lo que me vibran las tripas por dentro, como mi ya muerto móvil.

-Deberíamos movernos...O eso o empezamos a hacernos una choza de cartones.-murmuro.

Mi vida se había convertido en un infierno desde que había llegado a Georgia, y las cosas no parecía que fueran a mejorar. Echaba de menos hacer tres comidas, lavarme el pelo y el desodorante. Sobre todo el desodorante. Me sentía una Scarlett O’Hara sucia y desvalida fusionada con una especie de Alexander Supertramp, pero sin barba que me diera ese aspecto de vagabundo molón. O un Dean Moriarty, pero sin Marylou a la que poder meterle mano. A veces miraba de reojo a Valary y me daban ganas de soltarle algo, pero la pistola y la navaja no es que le dieran un aspecto muy acogedor, así que acababa por callarme y seguir imaginándome bajo una ducha caliente.

Quizás lo más sensato hubiera sido confiar en ellos, pero había optado por no fiarme ni un pelo desde que habíamos pisado la casa de la latina, que por cierto estaba más hostil de lo normal. Vale, su tío probablemente había muerto horriblemente y en un dolor inimaginable, ¿pero por qué aquella panda de payasos disfrazados habían pasado de nosotros sabiendo que estábamos ahí, e incluso aquella mujer nos había mandado callar? Esa complicidad no me daba buena espina. Si había hecho aquello era porque conocía a alguno de los tres, y yo no la había visto en la vida, así que los únicos que me quedaban eran Valary y Jamal. Ende, estaban compinchados. Ende, yo estaba jodido, porque si alguien ponía en contra mía a esos asesinos en serie, estaba acabado. Había tenido suerte en el callejón con el perro sarnoso y el gordo, pero no creía que fuera a repetirse.

Mi estómago rugió. Podría volver a robar, pero si lo hacía otra vez me lo quedaría yo todo. Esos dos eran unos desagradecidos y unos pandilleros. Y, además, Jamal tenía el paquete; eso se traducía en poder. Los tres nos habíamos metido en todo aquel embrollo por ese dichoso paquete que ni siquiera sabíamos que tenía dentro, pero el que tenía derecho a quedárselo era yo por varias razones. Una de ellas era que, por supuesto, era el más listo. La segunda, que era el que mejor podía custodiarlo; si nos acorralaban de nuevo era el que podía escapar con más facilidad. Además, ¡tenía que entregarle ese paquete a LeBeau! ¿Es que nadie entendía que mi futuro profesional dependía de eso? Bueno, mi futuro profesional y mi vida, porque como volviera a casa con las manos vacías mi madre era capaz de encerrarme en el sótano para siempre. Y el sótano no tenía ducha.

Echaba tanto de menos una ducha.

Lloré internamente y me apoyé en una pared. No sabía dónde estaba Slamdog, pero esperaba que estuviera vivo. Eso o que lo estuvieran torturando lentamente, por capullo. Si era mi niñera lo normal hubiera sido que me sacara de aquel percal a la mínima de peligro, pero en vez de eso seguro que se había ido a tomar unas cervezas con sus amigos llenos de tatuajes y me hubiera dejado a mi suerte. Si mis padres se enteraran… que, por cierto, tampoco entendía por qué ellos no me habían salvado. Era su hijo y aquella era su obligación. ¿Y si se habían olvidado de mí y habían adoptado a un muerto de hambre de Nueva Orleáns? ¿Ya no me querían? ¿¡Por qué todas las desgracias me pasaban a mí!?

Mi espalda bajó contra la pared y acabé sentado en el suelo, cerca de Valary. Si el négre tenía el paquete, ella tenía las armas. A mí sólo me quedaba mi cara bonita y mi sex appeal arrollador, así que tenía que afianzar lazos y crear alianzas que me sirvieran para salir vivo de aquella ciudad. No me quedaba otra. O eso, o acabar desangrándome en un callejón sucio y oscuro, seguramente violado y con desgarros anales. Dios, tengo que dejar de ver programas de crímenes por la televisión.

Me puse a su lado a base de arrastrar el culo y la observé durante unos segundos. Murmuró que lo mejor sería movernos, pero yo creí que lo mejor sería hacerlo sin Jamal… pero con el paquete. Y más cuando había intentado matar primero a Valary y después a mí. No era de fiar. Quizás la latina tampoco lo fuera, pero era lo único que me quedaba.

- Tú y yo tenemos que hablar, Selena –cuchicheé, para que Jamal no nos escuchara-. Ese tío no es de fiar, pero yo soy legal y no voy a… coserte a balazos –le dije, utilizando su jerga de pandillera para que me entendiera. Seguro que sólo así lo hacía. ¿Sabría leer y escribir? No tenía ni idea, así que por si acaso, lo mejor sería hablar con ella de esa forma-. Pillamos el encargo y nos piramos.

Alcé y bajé las cejas un par de veces. Si aquello no funcionaba, le diría que mis padres tenían dinero y podían sacarla de la miseria y convertirla en una asesina mortal para vengar la muerte de su tío. O, mejor, que mis viejos tenían mucha pasta y la entrenarían a lo karate kid para que les hiciera morder el polvo a todos. Todo mentira, claro, pero por lo menos tendría a alguien que me guardara las espaldas; ella podía creerse todo lo Valary Montoya que le diera la gana.

Jamal mira a un lado y a otro de la calle, viendo como la gente la cruza de cabo a rabo. Parece estar pensando algo, aunque no parece querer compartir sus pensamientos con sus otros dos nuevos compañeros forzosos. Sostiene el paquete entre sus manos, tapado con un viejo trapo que encontró ayer en un contenedor para disimularlo mejor.

Mira de reojo como Marshall se acerca a Valary y le cuchichea algo. No alcanza a oír nada, por desgracia el super-oído no se encuentra entre sus habilidades especiales. Palpa su arma y se relaja un poco cuando la yema de sus dedos toca el metal, escondido entre sus ropas.

Se acerca a vosotros y le da un pequeño puntapié a la suela del calzado que lleva Marshall.
-Hay que moverse. YA- es tremendamente seco y frío, a veces dudais de que realmente tenga vuestra edad, es como un yayo encerrado en el cuerpo de un adolescente. Os mira con calma y dureza, como si para él, todo esto no fuera más que otro pasatiempo más.

Jamal se puso en modo "soy un negrata y aquí mando yo" y, para asegurarse de que nos había quedado claro, me pegó un puntapié. Di un gritito que cualquiera hubiera asegurado que era de nenaza, pero que yo califiqué como una alarma anti-violencia. 

- ¡Chst! ¡Chico malo! -lo señalé, como si fuera un perro- ¿De qué han servido todos esos años de esclavización, Jamal? ¿¡Es que tu gente no te ha enseñado modales!? -me levanté y me crucé de brazos- Le estaba diciendo a Valary que podíamos ser como Bonnie y Clyde, atravesando praderas y huyendo de los polis -moví la mano en el aire, mirando al infinito. Después volví a centrarme en él-. Pero no te tienes que poner celoso; tú puedes ser nuestro fiel esclavo. ¡El Tío Sam te necesita! -volví a señalarlo, esta vez tocando su pecho con mi dedo. 

A medida que las palabras van saliendo por la boca de Marshall, la cara de Jamal se va transfigurando progresivamente. Hasta el más cegato se daría cuenta de que no le está gustando nada lo que le está diciendo.

-Leggo mi, dɔti bɔks!- estalla de repente cuando Marshall le señala y le toca con el dedo en el pecho. Está claro que eso no es inglés. El brazo de Jamal se va directo hacia la pistola que aún lleva encima y la alza delante de Marshall -Esclavo tu puta madre, descolorido.

Su mirada es de odio puro contenido, mucho más fuerte que el de cualquiera negro afroamericano que hayais visto jamás en vuestras cortas vidas -Tú no saber nada, nada! El Tío Sam, yo me cago en tu tío!- parece realmente cabreado y nervioso, como si realmente se estuviera planteando pegarle un tiro a Marshall. Quita el seguro y está a punto de apretar el gatillo.

-Tek tɛm bɔy, tengo una bala con tu nombre.- sisea, con mucho desprecio y dejando a entender, que estará encantado de mandarsela a Marshall como le vuelva a tocar los huevos de ese modo.

La idea de Mash...Más bien su cuchicheo en privado para nada sospechoso, así que no es de extrañar que Jamal se queme y le patee el pie. Que Mash fuera legal, o al menos más legal que Jamal, no quedó patente hasta que los dos gallitos hinchan los pechos y se lanzan algún picotazo.
Ahí es que veo que sí, que lo primero tendrá que ser quitarnos a Jamal de encima. Y quizá luego pelear con uñas y dientes por el dichoso paquete. No entiendo al negrata la mayor parte de las palabras, pero me da mucho mal rollo y encima saca el arma. Estaba preparada para eso; como el resorte de la navaja automática estiro el brazo hacia él con la pistola al final del mismo apuntada a él.
-¡HE DICHO QUE DEBERÍAMOS IRNOS! ¡La Virgen!-resoplo tras dar la voz.-¿Nos peleamos otra vez? ¿Queréis eso? Porque yo estoy más que lista después de estos días de descanso.

Todo fue demasiado rápido. Un momento Jamal decía que nos fuéramos y, al otro, hablaba un idioma extraño y me apuntaba con el arma. Well, that escalated quickly. Alcé las manos en señal de paz mientras gritaba cosas como “pero qué haces” o “voy a llamar a inmigración” que se juntaron con las palabras de Jamal. Pero qué mal hablaba. Sabía que este chico no tenía muchas luces, pero el no saber formar una oración simple tenía tela. Sin embargo, mis quejas internas sobre su utilización del léxico se disiparon cuando el négre le quitó el seguro a la pistola.

- ¿Por qué no bajas ese arma? –chillé, con voz más aguda de lo normal.

No quería morir. No había sobrevivido a seis psicópatas y una ciudad hostil a base de cacahuetes para que ahora me viniera Kunta Kinte y me pegara un balazo en medio de la calle por soltar un par de comentarios sin malicia alguna. Por suerte, Valary Montoya pareció reaccionar y lo apuntó con sus dos armas. Si es que tenía razón en el momento en el que pensé que aliarme con la chica sería lo mejor; tenía una guardaespaldas. Y, sin duda, la necesitaba con Jamal diciendo que tenía una bala con mi nombre. Aquello olía a western barato.

No sabía si cerrar el círculo apuntando a Valary, volverme invisible y huir o decirle a Jamal que para ser Clint Eastwood tendría que pedirle consejo a Michael Jackson sobre la decoloración de piel. Con lo bien que estaría yo ahora en mi casa… En los entrenamientos con el tío Jackie todo parecía mucho más fácil. Al final me decanté por quedarme en mi posición; que se arreglaran ellos. Además, si se mataban entre ellos, el paquete sería todo mío.

- Claro que no queremos pelearnos. Si estamos de broma, ¿eh, Jamal? –dibujé una sonrisilla atemorizada. Si el chaval creía que mandaba estaría más seguro, y eso haría que bajara el arma. O eso esperaba.

Tenía la esperanza de que Jamal me entienda, pero visto lo visto lo encontraba difícil. Suponía que si hablaba tan mal el inglés era porque su lengua materna era la otra, esa que había utilizado para seguramente ponerme de hijo de puta para arriba. Además, ¿por qué se había puesto tan nervioso? ¿Acaso me había escuchado? No era muy probable; si había saltado en un primer momento había sido por, supuestamente, haberme metido con él. Que no lo había hecho, por cierto, pero había interpretaciones para todo. Yo no tenía la culpa de que al négre le fuera el drama.

- Venga, ¿por qué no somos todos amigos? Si quieres cantamos el cumbayá. O un blues. ¿No es esa la música de tu pueblo? –dije, de total buen rollo, aunque con la voz todavía temblorosa. Nuestra pequeña comunidad sucia y maloliente necesitaba paz y armonía para continuar, y haría lo posible para que eso sucediera… hasta que consiguiera pillarlo con la guardia baja, robarle el paquete y salir echando leches. Si me había amenazado de muerte por aquello, ¿qué podía ser lo siguiente?- Además, hay nombres más bonitos para ponerle a una bala -Slamdog, por ejemplo. Cuando llegara a casa iba a hablarles a los LeBeau tan mal de él que le iban a explotar los tímpanos-. Marshall no es un nombre que mate. Jeje. ¿Lo pillas? 

Jamal os mira a ambos de forma rápida, primero a uno y luego al otro, con ira. Es un tío irascible y de carácter susceptible, está claro. No parece mmuy dispuesto a calmarse. El arma de Val apuntándole hace que vuelva a mirar a Valary, con más frialdad.

-Estás segura de que podrás, titi? Hay que tener unos cojones muy grandes para poder matar a alguien a sangre fría. No lo sabes. Eres blanda como todos los yankies- le espeta a la chica latina con un tono ligeramente despectivo. No parece que le convenza ese primer discurso. Luego escucha a Marshall. Le mira como si un gato mira a un ratoncillo y luego sonríe torcidamente. Se acerca a éste, le pasa un brazo por los hombros, estrechándoselos.

-Estamos de broma, claro. No lo ves, titi?- sonríe cínicamente -Todo bien. Baja tu arma, todo es broma, sí.

Tras eso, le susurra a Marshall al oído.

-Vuelve a decir eso del blues y me dará igual que no te guste el nombre de la bala. No te confundas white botobata. Si tú no te equivocas, aún te dejaré salir de esta vivo- le guiña un ojo cómplice a Marshall y le sonríe, enseñando todos los dientes blancos en el proceso.
-Amigos.

La verdad es que me importa más bien poco lo que diga Jamal a Mash, pero me aseguro de tenerle a tiro en todo momento hasta que el negro le sonríe. Al menos no parece que quiera bronca, o ya estaríamos pegándonos y cosas peores. Bajo con cautela el arma, resoplándome pelo que se me había caído sobre la jeta.

-Mariconeos los justos, anda; pero al siguiente que líe la marrana le dejo cojo.-les aviso, ya guardando la pistola de nuevo. Después, específicamente para Jamal, le enseño mi dogtag.-No me dieron esto por ayudar a una ancianita a cruzar la calle precisamente. Y segundo, no soy yanki; yo me pensaría mejor excusa para decirme que no puedo matarte.-les miro una y otra vez a ambos.-Vámonos de aquí antes de que echemos raíces.

Finalmente las cosas parecen calmarse entre los tres adolescentes, a pesar de los momentos de tensión. La triada calavera empiezan a moverse de nuevo, aunque sin un rumbo claro hacia donde dirigirse, la cuestión es intentar encontrar un sitio alejado del dormir en las calles y comer cosas sacadas de los contenedores de algún bar ó cafeteria de los alrededores. Valary parece no tener ninguna pista sobre si tío Fingers, Marshall sigue deseando una ducha caliente y ropa de marca bien limpita y Jamal, bueno, nadie sabe muy bien qué quiere realmente. La desorientación es máxima para todos.

-Vaya, por fín os encuentro mes amis. Sois tremendamente difíciles de encontrar!- oís una voz masculina y seductora, con un ligero tono francés. Una sonrisa burlona y sensual se dibuja en el rostro del hombre joven que os mira. Aunque eso no es lo más chocante de él, sus ojos de color negro y rojo son... algo perturbadores y para nada normales. Y encima el tipo largirucho va con una gabardina de color marrón, no si lo que pretende es llamar la atención lo hace, desde luego. Pero es perturbadoramente sexy, no sabeis muy bien el motivo de ello. Es atractivo, a pesar de sus ojos raros, y es Cool, aunque ninguno sabriais definir el por qué o el cuando.

Valary siente un calorcillo ante su presencia, como si el rey de los modelos de ropa interior estuviera intentando ligar con ella. Jamal se queda entrecortado sin saber qué decir, ni siquiera consigue protestar, como mucho balbucea algo sin sentido. Pero Marshall, oh nuestro pequeño carterista siente como si su mayor Héroe, su Dios, hubiera caído del Cielo y le estuviera ofreciendo la entrada al Paraíso. Sí, Marshall le reconoce, es... ay por favor que me da una ataque! es Remy LeBeau!!! Más conocido como Gambito en la profesión.

-¡Ay, mamita!-se me escapa una exclamación. Por un momento hasta se me ha olvidado que ni sé dónde estoy y que realmente no conozco de nada a los dos tíos que me acompañan (que además pierden hasta el pene en mi mente; se quedan demasiado cortos al lado del tipo con acento gabacho). De hecho tardo hasta en fijarme en sus ojos, que es cuando siento otro escalofrío más bestia -no voy a mencionar dónde empezó y acabó el otro- alertándome. Estoy muy paranoica; las cosas fuera de lugar me hacen pensar enseguida que los súper-raros que había en el apartamento de mi tío nos habían encontrado.

La actitud de Jamal no me ayuda en nada, porque se nos ha quedado medio catatónico el muy imbécil...Y Mash, bueno...aunque no está igual que el negro, también está atontado. Yo es que...Ay...No me atrevo a decir siquiera nada...