Partida Rol por web

La pequeña muchachita asiática os mira a todos y a ninguno, no se entera de mucho, aunque empieza a estar de acuerdo con Jason y lo de vapulear gente, eso lo comprende a la perfección, es lo que Tío Jesse le ha enseñado desde que era muy pequeña. Lo demás como que le entra por una oreja y le sale por la otra. Aún así, espera pacientemente a que tomeis una decisión clara y si no, pues irá donde Niobe le diga, porque es su nueva hermana mayor y con la familia hay que ir a muerte.

-Entonces... a donde vamos?- pregunta sonriente, como si fuera lo más normal del mundo lo que vais a hacer o estuvierais intentando decidir entre ir al parque de atracciones o al cine, como unos chicos normales y corrientes.

Cada vez que Marshall abre la boca me entra una mala hostia algo exagerada. Mira que he tratado con mucha gente...pesada y difícilmente soportable a lo largo de mi vida pero lo de este chico empieza a despertarme una antipatía que no quiero para el grupo que estamos formando. Viendo lo visto, creo que no nos van a quedar mas cojones que tolerarnos los unos a los otros y va a ser jódidamente complicado intentar que ninguno de ellos (y el que mas miedo me da es Jason) intente cortarle la lengua a este imbécil solo para que se calle.

Tengo que soltar una risotada al escuchar su "plan" y levantarme un poco en mi asiento para llegar a ponerle una mano en el hombro a Jason.

- Nos vamos a las oficinas, Jason - le digo, con tranquilidad, y miro la dirección en el portátil de Doug para introducirla en el navegador de a bordo - E intenta no tirar cosas útiles por la ventana, ¿vale? Esas gafas tenían pinta de ser buenas y caras - hago una mueca - Y tú, Val... No le piques. No os piquéis; tenemos que ser un grupo. Todos - miro a los chicos, uno a uno - Si no lo somos, entonces todo esto que intentamos hacer, resultará un fracaso - bufo y, esperando que se calmen los ánimos durante unos segundos, vuelvo a hablar - Vamos a necesitar todos de todos, y cada uno deberá explotar sus ventajas y su poder a favor del  grupo; solo así las cosas saldrán como deseamos - ¿por qué tengo que estar dando esta charlita cuando ni siquiera tengo ni idea de cómo vamos a hacer lo que quiera que vayamos a hacer? Respiro muy hondo - Y lo siento, Marshall pero, hagamos lo que hagamos, Haruka no se separa de mi lado - pongo cara de "lo siento, tio", pero eso no voy a permitirlo porque siento que estoy en deuda tanto con ella como con su familia, y su bienestar es una de mis prioridades - Jamal, estás muy callado... - llamo su atención - ¿Tú qué piensas? Todos...deberíamos dar nuestra opinión - le guiño un ojo, de buenas.

El afroamericano levanta la mirada al oír mencionar su nombre, la verdad es que no sabía ni porque se había dejado arrastrar hasta aquí, como si le importara en algo todo aquel asunto con los laboratorios y la droga azul. Por ello había estado tan en silencio todo el rato, dejando que se pelearan todos entre ellos.

-Vayamos a donde vayamos no será fácil entrar, esa gente tiene hombres y muchas armas para proteger sus cosas- responde y lo acompaña con un encogimiento de hombros. Si algo conoce es el lenguaje del poder y la violencia de los negocios ilegales, no les van a recibir con flores, eso desde luego.

-Así que da igual a donde vayamos.

Abrí mucho los ojos, pálido y quieto como una piedra. No podía ser más sospechoso. Cualquiera que me mirase sabría que había hecho algo malo, quizá no el que, pero si que algo tramaba.

-Eh, pssss, bueno... -murmuré hasta que Shizuro empezó a hablar. Suspiré agradecido por quitarme ese peso de encima y miré a desliza como si tuviera la respuesta a todas las preguntas del universo.

Instintivamente apoyé una mano en la espalda de ambos y cerré los ojos para concentrarme mientras la mujer estaba distraido con la cháchara del japonés. No sabía si funcionaba con más gente, de hecho ni siquiera sabía cómo funcionaba a secas, pero no estaba de más intentarlo.

Tras pegaros gritos todos, acabáis acordando ir a las oficinas de Fisk. Doug, el rubio nerd, crackea la tablet que le ha dado Valary, abandonando su portátil para siempre, que desaparece en la oscuridad de los recovecos del vehículo y encuentra la dirección exacta oficial donde residen sus oficinas. También consigue un plano de NY City para ayudar en la conducción a Jason y se pone de copiloto de éste, dándole las indicaciones apropiadas ya que ninguno de vosotros jamás ha estado en la Gran Manzana anteriormente. Valary pasa a la parte de atrás para facilitar la conducción.

Tras dar algunas vueltas tontas, perderos un poco (Jason es duro de testa y le cuesta "entender" las indicaciones clarísimas y sencillas dadas por el guapo informático, por lo visto), al final llegáis a vuestro destino. Es de noche. habeis perdido buena parte del día en el proceso, por desgracia. Pero nadie ha dicho que sea fácil conducir por la ciudad de NY y además habeis parado para comer, como no, varias veces, y otras tantas para mear, continuar gritándoos, etc. Pero finalmente lo lograsteis y encontrasteis el sitio.

El edificio es un rascacielos todo acristalado en el frontal y con una entrada enorme y lujosa de mármol negro veteado. Hay luz en varias plantas distintas, aunque no en todas, y en la entrada hay dos guardias en una garita en el hall, vigilando varios monitores. Ambos van uniformados y están bastante cuadrados, no son físicamente fáciles de abatir, o al menos no parecen los típicos seguratas carrinclones de siempre.

La cara de la Reina Blanca es de "siriusly?" cuando empieza a oír la retahíla de absurdidades que empieza a abrirse paso por la boca de Shizuro hasta que reacciona a las imágenes mentales de éste. Primero sonríe torcidamente, luego degenera en disgusto hasta que la toma por sorpresa la acción de Travis. Y desaparecéis de su vista, quedando atrás un lobo negro solitario a su entera merced.

Notas como el poder se forma en tu interior, con una oleada de calor intenso y abrumador. Sientes que esa pequeña bola de energía eclosiona como una nuez abierta con un cascanueces y que lo que contiene se derrama por todo tu cuerpo. En el mundo exterior apenas dura un segundo, pero en tu mente son unos preciosos minutos que usas para desplazaros a los tres hacia otro lugar. Lo único malo es que no has pensado en ningún sitio en concreto, deberías haber pensado algo pero estabas tan empanado intentando no pensar que efectivamente, no lo hiciste. Y no tienes ni idea de a donde vais a ir a parar o cuán lejos de aquella mujer sexy vestida de blanco...

Notas como si un gancho clavado en tus entrañas tironeara de tí hacia dentro y te intentara dar la vuelta como a un calcetín. Dura pocos segundos pero es intenso. Sientes que te falta el aire, como si estuvieras en el espacio exterior, o como te imaginas que sería si te hubieran lanzado por la escotilla de una nave espacial.

Aparecéis en medio del aire y caéis los tres a peso, pero hay suerte vais a caer en blando o eso creeis porque lo primero que veis al desaparecer de vuestra vista el baño del ático en el que estabais es vuestro dormitorio del hotel, unas plantas más abajo. Y lo que tenéis justo debajo es vuestra cama. Estáis a punto de tocar la mullida superficie de la cama cuando volvéis a saltar y lo que os encontráis es el mar a pocos metros de vuestros pies y vais a caeros en él de inmediato. Y volvéis a saltar de nuevo antes de tocar el agua. Dais varios saltos más igual de absurdos y casi mortales hasta que parece que la noria del teletaxi de Travis parece apagarse y aterrizáis de morros en el duro suelo de cerámica de una trastienda. Está todo apagado, no en vano es de noche. Lo primero que os percatáis es que es la cocina y almacén de una pastelería porque hay botes con decoraciones diversas de colores, instrumental y una tarta enorme de boda en la mesa del centro, a medio decorar. En la parte de delante está la tienda propiamente, con un mostrador de por medio con algunas cupcakes y porciones de tarta diversas, sobrantes del día anterior. Está todo en silencio y vacío de gente. Al fondo están los ventanales con cortinas de color claro de la entrada de la pastelería. En una pared hay una pizarra con las especialidades del día y el nombre de la pastelería: Magnolia Bakery.

Con cada salto que das de forma descontrolada, tu mente se acelera más pensando y tu cuerpo cada vez está más caliente por dentro, como si te estuvieras quemando de dentro hacia fuera, hasta que al final todo para y consigues anclarte de algún modo al último sitio donde aparecéis y todo deja de girar dentro de tu cabeza y fuera. Te sientes agotado, febril y tremendamente sudado, como si te hubieran bañado en alguna sustancia pegajosa, como miel, pero que huele peor. Y sabe salado. De esta te va a costar recuperarte, te sientes muy confuso y cansado mental y físicamente. Aunque el chute de poder ha sido increíble (nunca habías sentido nada parecido), ha durado poco. Probablemente por eso has conseguido detener la noria de saltos, tu cuerpo no tenía más energía para mantenerlo en marcha…

Shizuro trató de agarrarse, trató de sujetarse a algo... y desafortunadamente lo que tenía cerca era el cuerpo de Desliza con poca ropa y mucha carne... pero saltaban y saltaban y no paraban... hasta que todo terminó. No quiso ni pensar de donde se había agarrado en el camino.

Pero al final había aterrizado en blando... y poco después se dio cuenta que había aterrizado con la cara sobre el vientre de Desliza. Y con las piernas alrededor de Travis, habiendo girado tanto, habiendo pasado por tantos sitios. 

Menos mal que acababa de ir al servicio o ahora estaría perdido de todo. Pensó mientras las nauseas le invadían.

—¿Que... qué ha pasado? ¿Estáis bien?

¿Que tire hacia la derecha? ¿Cómo quieres que tire a la derecha, pedazo empollón? ¿No ves que NO HAY DERECHA? ¡NO HAY! Además, ¿desde cuando necesito yo indicaciones? No necesito haber estado en esta ciudad para saber hacia dónde tirar. Mira, ¿ves? Sé que si tiro por aquí enfrente, y giro por aquí, y luego espero pacientemente a que el semáforo se ponga en verde, llegaremos igual.

Bueno, tal vez no, pero acabo de ver la "M" de McDonald's y me sé de alguien que necesita una doble cheeseburguer después de que cierta sudaca me tirase el bocadillo por la ventana.

- ¿¡Veis!? ¿¡Veis como se llega igual!? -Exclamo triunfal, después de que me hayan pedido parar la furgoneta para comprobar con exactitud donde estamos. Me he negado a pararme y he seguido recto y a la derecha y, ¡voilá!, hemos llegado. ¿Soy, o no soy un crack? ¿Quién necesita GPS ni rubios informáticos medio maricas? Ya lo dicen: todos los caminos conducen a Roma. Claro que yo no quiero ir a Roma, pero he llegado al destino. ¿Qué tenéis que decir ahora, eh? ¿Eh?

Apago el motor e indico a la chiquillada que baje, haciendo lo propio. Tal vez sería mejor pensar un plan, esperar a que alguien tenga una idea magistral, pero yo ya empiezo a dirigirme hacia los dos guardias. No porque crea que puedo con ellos, sino porque simplemente después de todo un puto día en la furgoneta, necesito desquitarme. Por eso, inconscientemente me acerco a los guardias y cuando estoy cerca de uno, le lanzo un puñetazo a la cara con todas mis fuerzas.

Me había tenido que ir atrás porque si eso no acababa en hostias (y yo recibiendo, siempre recibe el co-pi) acababa conmigo vomitando todo lo que había comido. Que si los tumbos, los gritos, mi obsesión por el paisaje de Nueva York que hasta ahora sólo había visto en la tele... atrás iba a estar más segura sí o sí. Nada, un bollo de crema de chocolate en la primera parada y ya me sentí muchísimo mejor, como para quedarme asomada al asiento que había ocupado de primeras, cotilleando por encima del hombro el mapa que el rubito intentaba meterle entre las cejas a Jason. Con el asiento en medio todo era mucho más seguro, joder.

El caso es que, no sé cómo, llegamos vivos. Menuda paliza de viaje; estoy molida. Pero noooo, Jason no, ¿por qué? ¡No hace falta estar descansado para ir con los cuernos por delante, que va! Vamos a morir, di que al menos nuestra tumba será lujosa. -Joder, este tío en mi barrio ya sería caldo de frijoles... Ese tendrías que haber sido tú, negro; te falta iniciativa.-pero bueno, ya que ha creado una distracción a costa de su cara, ¿por qué no aprovecharla? ¿No soy escurridiza de cojones? Pues a ver. Me preparo y arranco para entrar corriendo, algo que agradecerán mis piernas un mogollón, y ver si a los grandullones les apetece jugar un poco. -¡Hasta luego!

Abrí los ojos de golpe y rodé hacia un lado apartando las piernas de Shizuro. Me levanté, me tambaleé un poco y volví a caer vomitando el contenido de mi estómago.

-Joder... -murmuré a punto del llanto.

Nunca me gustó estar ni sentirme enfermo. Me arrastro a un lado, hasta que puedo apoyar la espalda contra una pared y me abrazo a mi mismo.

-¿Dónde estamos? ¿Y el otro... "chico"? -pregunté mirando mi reflejo en el cristal del mostrador.

Tenía el pelo pegado a la frente y una pinta asquerosa. La verdad es que mi aspecto mostraba perfectamente como me sentía por dentro.

Iba a pararles a todos para intentar pensar un plan que mas o menos fuera coherente, y que nos diera posibilidades de cumplir nuestro objetivo. Pero, al parecer, no estoy con la gente adecuada para eso, ¿por qué? ¡PUES PORQUE SE LANZAN SIN PENSÁRSELO COMO IDIOTAS! 

El primer idiota es Jason, pero ese ya es un idiota conocido y por lo tanto... Me lo esperaba. Confiaba en que se detuviera un segundo y pensara, vale, soy así de ingenua. Pero me lo esperaba.
Tengo que observar estupefacta como le arrea un puñetazo a uno de los vigilantes. Jo-der.

Cuando estoy a punto de decirles que eso es lo que NO se debe hacer, llega la segunda idiota: la latin queen, o lo que sea. De ella me sorprende mas, tal vez cuando la conozca me pase como con Jason: qué estrés de equipo, en serio.

- ¿Qué coño pasa? ¿Nadie aquí se piensa las cosas antes de hacerlas o qué? ¡Joder! - exclamo, cabreada, porque no puedo evitarlo - Marshal - le señalo - Invisible, ¿no? Pues mientras nuestros dos "inteligentes" amigos la lían...¿qué tal si te cuelas? Te seguiré en cuanto pueda - le asiento en un gesto de confianza para ver si está de acuerdo y luego me acerco a Haruka para hablarle mas confidencialmente - Tú y yo no podemos separarnos, ¿de acuerdo? - me pesa la responsabilidad sobre ella, sobre su familia y sobre cómo mandé su hogar a la mierda con mi falta de control de los poderes.

No debería pensar en esa falta de control cuando estoy a punto de meterme en problemas y tener que usarlos... Así que mejor saco eso de mi mente.

- Los demás... - miro a Jamal y al rubio - No lo sé, improvisad... ¡Yo ya estoy teniendo que hacerlo! - pongo los ojos en blanco y me obligo a acercarme al lío intentando sentir en la punta de los dedos de mis manos ese poder que se supone tengo.

A veces me pregunto si los padres de Valary y Jason son hermanos, o primos, o resumiendo tienen algún cromosoma más pero no se les nota el síndrome de down porque tienen un superpoder para ser guapos. De verdad que me lo pregunto, y no duermo por las noches pensando en ello, aunque tampoco sé por qué le doy tantas vueltas a la cabeza cuando la respuesta es clara: son gilipollas. Son retrasados profundos, subnormales supinos, inútiles de cuidado y una sarta de insultos larga y enorme que no puedo seguir enumerando porque no me dará tiempo a ocuparme del mafioso de turno. 

Niobe se niega a que Haruka vaya conmigo; supongo que ha decidido que se quiere librar de mí y por eso me deja yendo solo. Estupendo. De puta madre, Niobe: por qué no me cortas el cuello y acabamos antes. ¿Quién la ha coronado? ¿Por qué tiene que dar ella las órdenes? Haruka es una mujer fuerte e independiente que puede tomar sus propias decisiones. TÚ NO MANDAS EN ELLA, NIOBE. Me dan ganas de mandarlos a todos al peo y a ver cómo se arreglan con el dúo descerebrado, la lesbiana mandona y el negro cabreado porque nadie le ha dado pollo frito. Se lo merecen. 

Salgo de la furgoneta y me llevo la mano a la cara en un facepalm legendario en cuanto Jason y Valary deciden ir directos a repartir hostias. Niego con la cabeza y suspiro, desesperado. Esto no es normal. Yo así no puedo trabajar. Y no es broma: a pesar de intentar hacerme invisible para hacer algo útil con todo esto y salvarles el culo, no lo consigo. 

- Jamal, qué te parece si volvemos a ser amigos -definitivamente lo prefiero a tener que aguantar a Niobe con su voz de niña marisabidilla-. Tú me cubres, yo te cubro... me gustan los compañeros como el té: negros y fuertes -venga, lo tengo que convencer, es el comentario menos racista que le he dicho en todo este tiempo. 

Miro hacia el edificio. Los de seguridad no tardarán en empezar a danos con la porra. Miro a Haruka y nos señalo.

- This could be us but u playin', Haruka! -le suelto, despechadísimo, mientras me agazapo detrás de la furgoneta arrastrando a Jamal conmigo para que no nos vean los de seguridad.