Partida Rol por web

¿Quién anda ahí?

La esperanza se quiebra (Día 2)

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15/10/2020, 21:58
_[+]_ R.I.P. - Jack
Sólo para el director

Notas de juego

Voto en blanco

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15/10/2020, 22:17
_[+]_ R.I.P. - Jeffrey Jones Jr. Clark
Sólo para el director

Notas de juego

Jesús Yrión

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16/10/2020, 00:20
Narrador

El grupo había terminado por organizarse y había sometido a votación popular sus desconfianzas.

Con aquel civilizado gesto que, en cierto modo, representaba el máximo exponente de la humanidad en sus aspiraciones de formar una sociedad desarrollada, el pequeño grupo de personas aisladas del mundo en una remota base antártica había dado comienzo a una cacería difícil de justificar. 

Mientras votaban, todos y cada uno de los participantes se sentían como los protagonistas de la película Viven. Obligados por las circunstancias a coger una de las herramientas más poderosas y avanzadas de la sociedad humana y utilizarla para algo éticamente cuestionable. Se sentían como si pervirtiesen la misma esencia de la civilización, aun cuando su cerebro racional les indicaba que era por un bien mayor. Por una situación forzosa. Solo cuando el último de los votos de aquellos que decidieron participar estuvo depositado en la improvisada urna, vaciaron su contenido y comenzaron el escrutinio.

El resultado de la votación fue claro. Sara había sido elegida por mayoría como el primer sospechoso que debía ser aislado del resto.

En cuanto el resultado se hizo público, un pesado silencio cayó sobre el grupo. Todos miraron a la elegida. Algunos con incomprensión, otros con resignación, otros con severidad, pero todos con alivio. Egoístamente, nadie quería ser el primero en pasar por aquello.

Fue Susan Weaver, cuyo doble voto como líder había sido decisivo, quien al fin rompió el silencio.

Preparemos un lugar donde mantenerle aislada. Uno en el que podamos retenerle mientras encontramos un modo de diferenciar quienes aún somos humanos.

Aquello abría otro problema. Uno que hasta ahora no era tal y no lo sería por un par de días: No había tantas casas en el campamento como para aislar a todos los presentes. Ya habían usado dos con McReady y Blair. Ahora tenían que usar otra con Sara y no parecía apropiado encerrarle en la Granja después de lo ocurrido.

Pospuso la solución a este problema y se centró en el ahora. Quizás para cuando aquel problema fuese real, hubieran encontrado ya una forma de localizar al bicho.

Antes de retirarse cada uno a su litera, ayudaron a aislar a aquella pobre muchacha que, o bien tuvo el valor de afrontar aquello con elegancia, o bien estaba demasiado aterrada como para oponerse.

Después, la calma cayó sobre el campamento. Aunque era una calma expectante, histérica incluso. En la quietud de los barracones, cualquier ruido se entremezclaba con la imaginación en duermevela. Sonidos de pasos que no parecían pertenecer a nadie, susurros velados, sollozos quedos, respiraciones y el sonido de millares de patitas repiqueteando contra el recubrimiento metálico de lo que pudiera ser un tubo de ventilación poblaron esos fragmentos de fantasía y realidad que se entremezclaban en la oscuridad de la noche.

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16/10/2020, 00:25
Narrador

En algún momento, la noche se partió.

A diferencia de lo ocurrido en la anterior ocasión, esta vez la ruptura fue suave y tan gradual que costó captar que algo estaba sucediendo. Finalmente, cuando alguien cobró consciencia de qué pasaba, también lo hizo de que fuera lo que fuese, hacía varios minutos que llevaba ocurriendo.

Un sonido sordo y repleto de chasquidos lejanos hacía crepitar el aire de los barracones. Aquel sonido estaba acompañado de una agradable brisa cálida y del danzar de las sombras proyectadas por un resplandor amarillento que se colaba por el umbral del pasillo.

Su boca pronunció la fatídica palabra antes de que hubiese comprendido por completo su significado.

Fuego.

Pronto aquella temblorosa idea se volvió un aterrado grito de auxilio que sacó a todos de sus literas.

¡¡FUEGO!! ¡¡FUEGO!!

Todos los habitantes del campamento corrieron vestidos tan solo con sus esquijamas siguiendo el calor y el tembloros resplandor. De camino, varios se hicieron con extintores de bombona.

¡Viene de donde encerramos a Sara!

El aire hedía a gasolina quemada.

Al llegar allí, la puerta estaba abierta de par en par y a través del Umbral se distinguía un infierno de llamas que consumían todos los objetos en el interior de la sala. En su centro, tendida en el suelo y con un hachuela de hielo hendida en el cráneo se encontraba Sara.

En cierta forma, aquella imagen os evocó la que había iniciado aquella pesadilla: una criatura encerrada en hielo, tendida sobre la mesa de la Casa de la Administración y con un hachuela similar clavada en el cráneo. Pero a diferencia de aquella vez, en esta ocasión, la prisión que envolvía el cuerpo eran altas llamaradas y no hielo.

Otra diferencia fundamental entre ambas imágenes, el cuerpo de Sara mantenía claramente su forma humana.

Mientras las descargas de los extintores despejaban el lugar, una idea se formó claramente en vuestras cabezas haciendo una composición de los hechos: Alguien había querido asegurarse de que si Sara era la criatura, no sobreviviese. Seguramente se había introducido en la habitación en la quietud de la noche y había descargado un letal hachazo en la cabeza a la bióloga. Después, desconfiando de si aquella mujer era un cadáver humano o un alienígena impostor fingiendo ser un humano muerto que espera al momento oportuno para levantarse como hiciera la noche de los perros, habìa rociado el cadáver y la habitación con gasolina. Una cerilla al salir hizo el resto.

Pero Sara había demostrado ser simple y llanamente humana.(*)

Y aquello significaba que alguien había cometido un asesinato. Alguien que parecía capaz de cualquier cosa para acabar con la criatura.

Otra preocupación mucho más terrenal se sumaba a la agobiante lista de peligros que acechaban en aquel infierno inhóspito.

Notas de juego

(*) Sara era una humana sin roles especiales.