Partida Rol por web

Sarah, Didymus, Hoggle y Luthien llegaron, luego de orientarse un poco, a la entrada del Bosque de los Espectros. A simple vista era un camino bordeado por árboles con formas extrañas, torcidas. El sol iluminaba ese sector, cosa extraña pues como la chica ya antes había comprobado, en la Tierra del Rey Oscuro nunca salía el astro luminoso.

-Esta tierra es diferente- explicó Luthien mientras todos se adentraban más en el lugar- fíjense el sol, es de un tono suave, no brilla tanto como el de tu mundo, lady Sarah. Es debido ésto a que esta Tierra está en un estado de conjunción con la tuya, como si el límite entre ambos sitios aquí no sea del todo claro. No es oscura como la tierra del rey...

-Pero tampoco clara como la tierra de Sarah- concluyó Hoggle, quién observaba un poco el cielo.

-Así es- dijo la elfa.

Al ver el sol iluminando aquel bosque, Sarah levantó el rostro y dejó que fuera bañado por aquellos rayos, que aunque débiles, un poco de calor le trajeron. 

Abrió nuevamente los ojos y miró a sus amigos. Su pálido rostro parecía haber recuperado algo de color ante el suave tacto de aquella débil luz.

- Hasta ahora no había sido consciente de lo que echaba de menos la luz del sol. Venga chicos, pongámonos en marcha - . Comentó mostrando la emoción que la embargaba. Ahora, bajo la luz del sol, sus esperanzas parecían haber recobrado fuerzas. Y empezó a adentrarse en aquel extraño bosque sin mostrar temor alguno.

Sarah se encuentra emocionada de poder lograr algo, ahora no simplemente es una chica que tiene que ser rescatada sino alguien que puede cambiar el destino de ambos mundos. Toda la presión pero también mucha gloria en ello.

La chica va avanzando junto a Sir Didymus que va montando a su perro Ambrosius.

De pronto llegan a un cruce de caminos.

El este tiene un sendero y el oeste otro, pero en esa dirección se ve una casita con una chimenea de la que sale humo.

-Ni idea de por dónde seguir, mi señora- Dice Hoggle. -Supongo que debes escoger el camino... a menos que alguien aquí pueda saber cuál es el que debemos tomar.

Todos los presentes hacen un gesto de "no" con la cabeza.

Se habían detenido en aquel cruce. Sarah miraba a uno y otro lado sin saber qué camino tenían que coger. Se quedó un momento pensativa, una suave línea se había marcado en su frente mientras pensaba las diferentes opciones.

- Supongo que el corazón estará escondido en algún lugar lejos de cualquier civilización - . Dijo bajando la voz y dirigiendo esta vez su mirada hacia el sendero del este. Suspiró encogiéndose de hombros y pasó sus ojos grisáceos por cada uno de sus amigos.

- Podríamos preguntar a los habitantes de esa casa, pero temo que sean sirvientes del rey y terminemos teniendo problemas. ¿Qué os parece dirigirnos por este sendero y cruzar muy fuerte los dedos para no habernos equivocado? - Les dijo señalando el sendero que se extendía sin mostrar casa alguna.

Sarah comenzó a caminar primero por el sendero despejado. Temía que aquella casa, en la que una chimenea solitaria humeaba el cielo azul, estuviera habitada por esbirros del malvado Rey. Entonces mientras seguía por el sendero, una luz hermosa se apareció. Era de un tono dorado y se movía con velocidad.

Entonces se detuvo y, en medio del camino, se produjo un pequeño estallido de luz.

Cuando finalizó el grupo vió delante de ellos a una joven. Sólo Sarah la reconoció y aún sus ojos tenían un problema en entender que la joven Juliette estaba ahora aquí, en el Bosque.

Juliette, por su parte se frotó los ojos y pestañeó. Delante de ella estaba Sarah, vestida en ropas medievales y una elfa, también una especie de gnomo, al menos por su estatura y un perrito, vestido como caballero, y teniendo como montura a un labrador inglés (esos perros con tanto pelo que no se le ven los ojos)

Era increíble.

Sarah se detuvo temerosa al ver aparecer aquella hermosa luz delante de ellos. Aunque cuando vio que se trataba de su amiga Juliette casi no pudo reprimir un grito de alegría.

- ¿Juliette? - Preguntó todavía con la duda de que se tratara de ella. Pero sí, no podía tratarse de otra persona... - ¡Oh Juliette!! ¿co... como has llegado hasta aquí? - Le preguntó, aunque ya se había lanzado sobre ella y abrazándola le dio un beso en la mejilla. 

Sarah llevaba puesto un vestido de corte medieval. Sobre la cabeza llevaba un velo que se había echado hacia atrás para permitir que los rayos de sol rozaran su pálido rostro. Sus grisáceos ojos se abrían emocionados mientras contemplaban a su amiga. No sabía por qué peligros habría pasado hasta conseguir llegar allí, pero sentía como su corazón se estremecía de alegría al tenerla junto a ella...

El perruno cabellero asistió al encuentro entre las dos jóvenes con una sonrisa en su rostro canino.

Se sentía feliz por haber salido del húmedo y lóbrego paraje del poblado sumergido, y esperaba que en adelante, si es que las las cosas tenían que empeorar, al menos lo fuera sobre un suelo seco y un aire respirable. Se planteaba qué nueva aliada les habría traído el destino, y esperó a que las damas terminaran su saludo para ser presentado.

Juliette se quedó mirando a su amiga, no lo podía creer o mejor dicho, no podía creer que estuviera vestida de esa manera, parpadeó un par de veces también y agitó la cabeza, tenía a un perro de acompañante y a una elfa.

-Pues... Si te dijera que no lo creerías, estaría loca-dijo abrazándola, finalmente la apreciaba de verdad.-Hemos pasado muchas cosas pero te encontramos y eso es lo que importa...

Se apartó un poco de ella para mirar hacia atrás y ver si es que los otros dos se habían quedado discutiendo algo o dónde diablos se habían metido.

-Vengo con un rey y un príncipe, o algo así...

Se rascó la cabeza confundida.

-¿Ya podemos regresar a nuestro mundo?

Juliette mira hacia todos lados pero ni rastros de los dos hombres que estaban con ella.

- ¿Jareth también viene? - Preguntó Sarah mirando detrás de su amiga, pero no, allí no había nadie más. Sus ojos se ensombrecieron ligeramente al volver a mirar a Juliette. Negó con la cabeza y se mordió el labio inferior.

- No, todavía no puedo regresar... - Dijo con pesar. - Ya te explicaré el por qué... Pero antes déjame que te presente a mis amigos - . Le dijo volviéndose y sonriendo al resto que se habían quedado detrás, esperando...

- Chicos, ella es Juliette, una amiga del mundo del que vengo - . Empezó a presentar dando un paso hacia atrás para que se pudieran saludar. - Y Juliette, ellos son, sir Didymus, Lady Luthien y Hoggle - . Terminó la presentación señalando según iba nombrando... Con las presentaciones ya hechas esperó a que se saludaran para poder retomar nuevamente la conversación con la joven.

Juliette se quedó impávida, no entendía cómo era que no estuvieran allí los dos hombres pero se volvió porque su amiga comenzó a presentarla.  ¿Cómo iba a explicarle que quizás ella también era de ese mundo? La verdad es que todavía no terminaba de entenderlo muy bien.

-Hola...-saludó a todos.-Un placer. Sarah, ellos estaban detrás de mí y ahora no hay nadie...

La rubia estaba muy consternada.

- Puede que el conjuro que habéis utilizado haya fallado - . Propuso Sarah al ver la preocupación de Juliette tras darse cuenta que los dos hombres que la tenían que acompañar no habían aparecido junto a ella. Su mirada continuaba ensombrecida, no quería mostrar el temor que sentía, e intentó dibujar una sonrisa trémula en sus labios para tranquilizar a su amiga.

Por un lado sentía un gran temor, viajando entre mundos podía ocurrir cualquier cosa. Pero... Por otro lado, su parte más débil, agradecía que Jareth no estuviera allí. Todavía sentía pavor ante los sentimientos que se cruzaban en su interior las veces que había hablado con él. Deseaba verle y poder abrazarle, pero a la vez ese mismo deseo se convertía en un gran torbellino de temores que la asolaban. Durante muchos años había vivido una vida "normal" alejándose de aquel mundo que había llegado a amar. Suspiró profundamente y sus ojos se aclararon al volver a clavarlos en Juliette.

- Podemos intentar ponernos en contacto con él - . Dijo sintiendo el corazón en un puño. - Lady Luthien, ¿me dejáis nuevamente la pequeña bola para poder comunicarme con Jareth? - Le pidió a la pequeña elfa volviéndose hacia ella y alargando la mano.

Mientras Sarah presenta a sus amigos a Juliette y Sir Didymus observa todo muy atentamente, se escucha que hay voces saliendo de la casa de la que sale humo por la chimenea.

-¡¡QUe nooo!!

-¡Qué sí!!

-¡Qué no está ahí, eres un testarudo cabeza hueca, no es ese el sitio!

-¡Pero sí, tú eres el testarudo!!

Y de pronto la puertita se abre. Si quieren no ser vistos es momento de seguir caminando.

Al escuchar las voces salir de la casita, el rostro de Sarah palideció. Quizás se alarmaba demasiado, pero el temor de que fueran esbirros del rey continuaba allí.

- Chicos, alejémonos para que no nos vean  - . Propuso la joven mientras se adentraba un poco más en el camino que habían escogido. - ¿Podríais acercaros sin ser vista y después avisarnos de quienes se tratan? - Preguntó dirigiéndose a lady Luthien. Quizás fueran buena gente y se estaba comportando como una cobarde temerosa...

Juliette apenas podía creer lo que estaba sucediendo, cuando creyó que el fin era encontrar a Sarah, se dio cuenta que no había sido así en el fondo y que aún tenían muchas cosas por hacer. Respiró profundo y cuando iba a volver a preguntar por los hombres, tuvo que correr a esconderse aunque tampoco sabía muy bien el por qué. Guardó silencio y esperó a ver si veía salir a alguien de aquella casa.

Luthien asiente y se va hacia la casa. Como es muy pequeña es fácil pasar desapercibida. Pasan unos momentos antes de que se la vea retornar. No parece asustada.

-Son dos hombres regordetes discutiendo por un pedazo de queso, mi señora.

Luthien parece tan asombrada como todos.

-No saben dónde ponerlo, dicen que lo tienen que esconder de los roedores azules porque les gusta el queso amarillo. Y están dale que te dale discutiendo sobre ésto. Uno de los hombres le ha dicho al otro que si encuentra el sitio en dónde esconder ese queso le dará de regalo el mapa que habla.

La fata aclaró.

-No tengo idea de qué es eso, pero es que esta tierra no es tampoco tan conocida para mí.