Partida Rol por web

Sarah miró a Christian y se llevó un dedo a los labios. El príncipe había hablado en susurros pero igualmente temió que pudiera ser escuchado. Se acercó a él y le susurró al oído. 

- No conozco este lugar, es la primera vez que estoy aquí... - Se apartó en seguida y se giró para ver como Jareth se asomaba a una de las ventanas. Su corazón dio un vuelco. ¿Y si era descubierto? Se quedó en silencio, mordiéndose el labio inferior y esperando que el rey de los goblins se apartara y les informara de qué era lo que había visto.

 Todo el mundo parecía saber qué hacer o al menos que querían hacer, Juliette se dedicó a guardar silencio y observar, después de todo, tenía la seguridad de que en caso de ser necesario, sabría que le tocaba actuar. Escuchó los murmullos de Christian pero no creyó que fueran a llegar a aquellos de quienes se estaban ocultando y luego escuchó la voz de su amiga, de alguna manera, el saberse rodeada de esas personas, le confortaba un poco.

 Jareth, de casualidad, mira hacia el techo del cuarto en donde los gemelos andan discutiendo. Justamente allí, pegado, hay una horma de queso, redonda y amarilla que parece estampada en el cemento.

Los chicos que discuten, siguen discutiendo, sin enterarse de que aquello que anhelan con deseo ferviente está a un metro de distancia mirándolos.

Sí, los mira, ya que este queso tiene dos lindos ojos.

Me encontré aquel queso en un ligar bastante inverosímil, pero si, ahí estaba.

Me di media vuelta y le indiqué a Christian que se acercara, ahora agachándome de forma que se veía el queso pero que aquellos gemelos no nos podían ver.

Con señas le indique donde estaba así si fallaba el podía usar su magia para hacer algo, me concentre para usar una burbuja para traer el queso conmigo.

Christian se ruborizó cuando Sarah se acercó a él y le susurró.

Vio como Jareth le hacía gestos con las manos para que se acercara a donde él estaba, debajo de la ventana. Le indicó con un dedo que mirara con cuidado a través de ella, y vio a aquel queso con ojos, mirando fijamente a los gordos gemelos. Tuvo que contener un grito de sorpresa al ver a ser ese... ese queso.

Cuando lo estaba mirando fijamente Jareth lo atrajo con su magia, pero no pudo evitar hacer ruido.

- ¡Maldición!--susurró.

Sarah se mantuvo un poco apartada, su corazón latía con fuerza al ver a Jareth y a Christian asomados a la ventana. Ella no se había acercado, ya que tampoco podía hacer nada y más bien los estorbaría. 

Pero... Por la expresión del príncipe dedujo que algo había salido mal. Mierda... Casi sin pensar, con la impetuosidad que la había caracterizado años atrás, se acercó corriendo a la puerta de aquella casita. Bajó el velo para cubrir su rostro y dejándolo en penumbras llamó a la puerta, esperando llamar la atención de los dos ocupantes de aquel lugar.

Juliette se quedó mirando toda la escena, desde los avances de Jareth hasta el nerviosismo del pobre Christian y es que era fácil darse cuenta de que ambos...

-Es algo que no me interesa... O no debería.

Parecía que todo marchaba hasta que del el rostro de ambos hombres, la rubia pudo ver un dejo de frustración y Sarah también, pues por eso cubrió su rostro y fue hacia la puerta. Se quedó impávida en el lugar donde estaba, mirando a unos y otros, era una locura pero no quería interrumpir a su amiga pues no conocía todo el plan.

 La burbuja que formaba la bola de cristal de Jareth se acercó lentamente al queso. Se agrandó y con un leve PLOP encerró al amarillo alimento con dos ojos, perfectamente conservado. Sin embargo, algo que nadie había pensado, ocurrió.

El queso comenzó a decir:

-Socorro, socorro.

Y los gemelos vieron como la burbuja transparente fue flotando hasta retornar a las manos del rey goblin.

-¡Heyyy! ¡Devolvenos nuestro queso!!!

Dijo uno de los gemelos, mirando sorprendido lo que estaba aconteciendo.

Maldición, no conseguí hacerme con el queso de forma silenciosa y lo peor de todo Sarah fue hacia la puerta – Sarah, no, iros todos – no me importaba enfrentarme sólo con lo que hiciese falta.

Pero no había tiempo que mucho, en cuanto el queso estuvo en mi poder le susurré con cara amenazante – Escupe el mapa, escupe ese mapa o te meto el puño por la boca y lo busco yo mismo…

Si me lo daba rápido aún tendría tiempo de tratar de engañar a esos gemelos.

- No, mejor, llamo a unos cuantos ratones y que le roan un poco los agujeros- comentó Christian.

Se giró y gritó a Sarah:

- ¡Vete!

 Y allí estaba la rubia, nuevamente perdida entre una y otra cosa, entre el queso glotón, los gemelos extraños, el rey que torturaba al queso o planeaba hacerlo, el príncipe que gritaba a Sarah y su amiga que hacía algo peligroso o al menos eso entendía. No se sentía bien, los miraba a todos como si no estuviera allí, todo se estaba complicando y a veces no podía respirar.

Parecía que no había conseguido lo que se había propuesto. Había reaccionado demasiado tarde y a sus oídos le llegó como los dos gemelos gritaban por el queso. Sarah se giró al escuchar a Jareth instándola a que se fuera, lo miró mientras se apartaba el velo que cubría su rostro. Parecía que tenía el queso en su poder. Por un momento se quedó allí, sin saber qué hacer, cuando Christian le gritó. Sus ojos se abrieron  considerablemente, nunca había soportado que nadie le gritara, y aunque fuera el hijo del rey oscuro, no tenía derecho. Está preocupado por mi... Pero tan sólo quería ayudarles... Se dijo bajando la mirada. Un profundo suspiro salió de su pecho mientras daba media vuelta. Parecía que los de dentro no habían oído como llamaba a la puerta, así que tranquilamente se alejó mientras observaba como se desenvolvían Jareth y Christian. 

- Deberíamos salir corriendo... - Les dijo mientras se alejaba de la casita.

El queso con ojos maldijo a todos los presentes mientras los dos gemelos se aproximaban peligrosamente a la ventana. Aunque Christian dijo lo de convocar a unos ratones para que royeran el queso, cosa que a Juliette le pareció una tortura, al menos de momento lo mejor era hacerle caso a Sarah y salir corriendo. Ambrosius, así lo había entendido y salió pitando con el caballero perruno a su lomo, sin esperar dos minutos.

-Ambrosius!! Ambrosius!! Debemos volver a pelear contra estos dos villanos. ¿Qué haces? Vuelve, te ordeno que vuelvas!! ¡¡Ambrosius!!!

Pero el perro se iba corriendo hacia los árboles llevando encima al pobre caballero perruno.

Lady Luthien por su parte, esperaba a que los demás dijesen que hacer pero lo que sí hizo por su cuenta es crear un encantamiento que haga que el queso se quedara dormido, y eso fue agradecido por todo el grupo.

La de Christian de atemorizar al queso con lo de los ratones no estaba nada mal, esperaba que entre los dos lo consiguiéramos amedrentar.

Pero de pronto todo sucedió rápido, Sarah dijo de salir corriendo, el perro se lo tomó al pie de la letra y la elfa o que fuera esa mujer rara se ve que consiguió dormir el queso.

Ahora ya estaba decidido que hacer – Salgamos corriendo – Sin soltar el queso esperé a Sarah, no la iba a dejar atrás

El primero en salir corriendo fue Ambrosius, llevando sobre él a Sir Didymus que no paraba de exhortarle a que volviera hacia la casa y dejara de huir. Sarah cruzó un momento su mirada con la de Jareth y asintió con la cabeza. 

La joven empezó a correr en dirección a donde había desaparecido el caballero perruno. Se iba girando de vez en cuando para comprobar que todos hacían lo mismo. - Venga, daos prisa... - Les animó sin llegar a detenerse.

Corrió con todas sus fuerzas tras los demás, aunque bastante retrasada del resto, no estaba convencida de que los gemelos esos fueran la cosa más malvada sobre la tierra con todas las demás cosas que ya había visto pero siguió a los demás, porque tampoco quería quedarse averiguarlo.

Iba a coger el queso de las manos de Jareth para estamparle un golpe o algo aprecido cuando oyó a Sarah.

- Parece ser que los gemelos son más peligrosos de lo que parecen.

Siguiendo el consejo de Jareth salió corriendo, viendo como ese pelo lleno de lanas se llevaba a ese extraño personaje encima.

Todos corrieron hasta perder de vista a los dos hermanos gordinflones y estar nuevamente en la encrucijada de tres caminos. El primero ya había quedado descartado por lady Luthien pero aún quedaban los otros dos: el de la izquierda o el del centro. Pero lo bueno era que ahora poseían el queso que tenía en su interior al mapa.

Y que seguía durmiendo.

-Puedo despertarle.

Dijo la fata.