Partida Rol por web

Finalmente la tierra había secado tras la tormenta acontecida hace solo dos días. La gente estaba muy entusiasmada y corría por todos los lados de la gran capital de Kennemer.

Se pasaba la voz de que estaría a punto de comenzar, y era cierto. Faltaba realmente muy poco tiempo y todos enloquecían de la impaciencia que fue hecha tras la tormenta, donde varios creyeron que ya no se iba a celebrar, y menos tras el accidente del rey Harlock.

Algunos creen que es un signo de debilidad que el rey no participe, y otros parecieran no importarle demasiado.

Tú tienes tu propio juicio en tu mente, pero ya no es momento de dialogo y menos de pensamientos. La espada ahora es tu corazón, y el escudo es el alma que protege tu cuerpo.

Te han enseñado a luchar desde que podías caminar, y eres un guerrero en el sentido más grande de la palabra. Tendrás tus trucos, podrás ser fuerte y lento, podrás ser rápido y astuto y con golpes ligeros de poco impacto.

Nadie puede decirte como luchar, a nadie le importa mientras mantengas los códigos de honor siempre en alto. Cuando sales a combatir contra tu oponente en medio de la arena, eres tú solo con una espada y nadie más puede ayudarte.

Te acercas regodeado de tus más allegados, y pronto anuncian quienes serán los que combatirán entre sí.

Estas nervioso, no quieres demostrarlo porque sería una señal de las cosas van mal, pero en el fondo sabes que es importante tener una demostración digna de tu nombre, para no caer en desgracia.

Hoy es un gran día, y te lo repites tantas veces que ya pierde el significado, pero podría ser un momento que haga un genuino antes y un después.

Como sea, hoy el reino cambiaría profundamente…

Estás preparado, la armadura te pesa y sin dudas ya tienes ganas de simplemente ir y demostrar tus habilidades...

Finalmente anuncian los duelos a continuación.

Las trompetas finalmente suenan, y se dan comienzo a los duelos...

Se encuentra un poco tenso mientras se terminaba de poner el casco, en su tienda de campaña. Los sirvientes le deseaban buena suerte y lo tranquilizaban recordándole que era el mejor espadachín del reino.

Katarn sabía que era excelente para el combate, pero no le interesa tanto. Nunca dejo de temer al momento del duelo, y él sabe que a medida que su fama aumenta, más ha de demostrar cada vez que sale a pelear. Ya no deja de ser un simple guerrero, sino todo el peso de un renombre que cae en sus hombros y le exige cada vez mucho más.

Observa los anuncios, y como era de esperarse sería el primer combatiente. A nadie le sorprende, y la realidad es que no hay mejor forma de comenzar el gran torneo no celebrado hace más de cuatro décadas, que con aquel con la mejor reputación de mejor luchador de todos los lares.

Lord William, espero que ya haya rezado sus últimas plegarías. No será Dios quien lo ayude aquí.

Viendo a William, prepara su espada y escudo y finalmente sale despedido a pelear contra este.

Se arremete de forma precisa, no parece ser ágil sino contundente. Busca momentos de debilidad o guardias bajas, y mete espadazos fuertes buscando esos puntos.

Se sacudía fuertemente tu caballera, mientras su madre le daba las últimas palabras de aliento que se le puede dar a una persona a punto de demostrar su valía.

William sabía que no lo tenía sencillo, conoce de sobra la reputación del mariscal y este duelo iba a ser extremadamente duro.

Al entrar finalmente a la arena, recibe el desafío de Katarn que buscaba enojarlo, pero permanece tranquilizado y sobrio al respecto.

Sin decir nada, solo se arremete hacia él, buscando dar muchos golpes seguidos para encontrarlo desprevenido.

La gente se vuelve loca, todos están muy contentos y se sienten energizados al ver esta contienda.

Han de saber que en una vida tan rutinaria llena de injusticias, hambre, pobreza, trabajo duro y poco merecimiento, enfermedades y muertes prematuras, no existe mucho entretenimiento ni cosas que se pueden hacer para poder pasar el rato y la realidad es que la vida puede ser muy aburrida.

Un torneo realza el espiritú de todos, y les da un motivo por el cual seguir vivos. La gente ama eso, y los campeones que luchan en la arena son sus héroes...

Finalmente se celebra el primer duelo del torneo, la apertura entre el mariscal Katarn de la casa Urtakal y el Lord William de la casa Bryce.

William ataca de forma rápida y sin piedad a un Katarn que se protege de forma astuta con su escudo, y busca puntos débiles y estratégicos para sorprender a William.

En un ataque duro contra el escudo de Katarn, William pierde el equilibrio momentáneamente y Katarn acierta un único y poderoso golpe contra el casco de este que simplemente derriba a William. Antes de que se pueda leventar, el mariscal le acerca la espada al cuello como dando a entender que la justa ha finalizado.

EL MARISCAL KATARN DE LA CASA URKATAL, LORD DE OLFADRAN, HA SALIDO VICTORIOSO

La gente aplaude y vitorea el nombre del gran héroe del reino, y se preparan los siguientes contendientes para su lucha.

El rey se encontraba en el asiento de realeza, que da justo al medio de la arena, y todos los luchadores antes de comenzar la pelea, saludan a este y dan su reverencia.

Felicitamos al ganador el mariscal Katarn, por tan excelente actuación.

La ovación de todos los presentes no se hace esperar.

Continuemos, por favor.

Después de airear las ideas por la ciudadela el día anterior y ver como terminaban de dar los últimos retoques para engalanar la ciudadela, me paro en varios sitios de interés de la ciudad para ayudar a los ciudadanos a los adornos mas complicados de poner...
Hoy me digo para mi mismo... hoy es el torneo, veremos hasta donde llegamos, me levanto de la cama con decisión de demostrar lo que valía...
Mirando al Rey subido a una platea me dirijo decidido a la arena saludo al rey, seguidamente a mi contrincante Eugian Legrados y sin decir nada entablo el combate... 

Se preparaba para el combate en su tienda, cuando los sirvientes terminaban de aplicar su armadura en este. Uno le había anunciado que su pelea sería contra el herrero, y este estaba muy deseoso de hacerle trizas tras enterarse de las amenazas del otro día.

Salió a la arena y todos empezaron a vitorear el nombre del príncipe heredero del trono. El rey observaba a su hijo, y estos se miraron lentamente, finalmente Harlock inclinaba levemente su cabeza como dando aprobación a su hijo.

Eugian miraba a Umberto, y en el público muchos fueron los que se sintieron muy confundidos por ver que un hombre que era ni siquiera caballero, se le permitiera participar en la justa.

Acontecimientos como estos generan cierta dote de controversia cuando los rumores se disipan por los demás reinos, y varios dudarán del nombre de rey y su legitimidad de gobierno cuando haga cosas como estas.

¡Umberto! ¡Estoy deseoso de luchar contra vos, tras los agravios hechos a mi padre el otro día!

Aun así, invoco a nuestro señor Jesucristo para que sea el juez de nuestra pelea el día de hoy, Umberto. Que en su infinita sabiduría y compasión, sepa ayudar en este día, y de fuerzas únicas a su espada, a aquel que tenga la razón sobre lo acontecido.

Que Dios este contigo.

Se lanzó al combate de manera fuerte. Daba golpes contundentes mientras trataba de formar una defensa eficaz.

Parecía muy distraído peleando, no se lo veía enfocado. Bajaba el escudo en momentos de ataque como para esquivarlos, y daba estocadas cuando el otro se protegía.

La manera de combatir de Eugian parecía estúpida, y mediocre. Probablemente habrá sido algún truco o alguna forma de provocación para Umberto, como para que este se confiase y creyera que el príncipe no sabía combatir.

Lo cierto es que cuando Umberto intentó asestar un buen golpe en el pecho de Eugian, este lo esquivo por su lado izquierdo, y teniendo todo el cuerpo del herrero disponible para golpearlo, lanzó una gran patada sobre el pecho del mismo y lo derribó de forma fugaz.

Finalmente en el suelo, alcanzó a solo acercar su espada sobre el cuello del mismo para así dar finalizado el combate y la victoria del príncipe sobre este.

Todo el mundo estaba entusiasmado, y aplaudían sin parar. El mismo rey se levantó, con su dolencia en la pierna aún presente, y aplaudió la gran pelea de su hijo.

Un heraldo gritaba:

EL PRÍNCIPE EUGIAN DE LA CASA LAGRADOS, HEREDERO AL TRONO DE ILLIANDOR, HA SALIDO VICTORIOSO

Estaba un poco sorprendido tras la victoria conseguida, y con la estrategia lograda para distraer y hacer confiar en Umberto para que subestimase su capacidad.

Se acercó al mismo y lanzó su brazo para este, para brindarle ayuda así pudiera reincorporarse y ponerse de pie.

Hoy he salido victorioso, Umberto, mas me temo que esto no significa nada en comparación de que Dios ha intercedido en mi ayuda, y ha dejado - por lo tanto - a vuestra persona como el culpable de lo sucedido.

Espero que en el juicio aparezcan pruebas que demuestren lo contrario, y dejen obsoleto lo acontecido hoy aquí.

Doy comienzo al tercer combate: ¡Lord Connor de Torreblanca y Ageslao de la casa Eudaimon!

¡Empiecen!

La multitud gritaba exhaltada con los sorprendentes resultados de los combates anteriores. Empezado el tercero, vitorearon con aún más fuerza

Connor se acercaba a la arena a medida que el Rey hacía las presentaciones y la gente empezaba a gritar con furor para el comienzo del duelo.

Estaba equipado con una cota de mallas y un casco de hierro, guanteletes y botas de cuero, acompañado de una espada y escudo.

Hizo una respetuosa reverencia a Ageslao, más sin mediar una palabra. Más pronto que de inmediato entraría en combate con el hermano de Nikómedes.

Ageslao recibía las últimas palabras de aliento de sus sirvientes y su hermano. Tomó el casco y se lanzó a la arena, recibiendo la ovación de la gente.

Hizo una reverencia delicada al rey, y acto seguido a Connor. Desenvainó la espada, y luego se acercó de forma prudente y lenta hacia Connor, entablando combate.

Miro de forma respetuosa al Principe Eugian, lo saludo bajando la cabeza en señal de derrota, saludo de la misma forma al Rey y me marcho a la primera taberna que hubiera cerca... 

El combate había sido realmente largo. Ambos eran una clase de oponentes de pelea lenta y tranquila, midiendo constantemente los ataques y defensas del otro para aprovechar momentos cruciales. Varios fueron los que se sintieron un poco tensos en demasía con lo que demoraba el duelo.

Se habrá escuchado algún grito de un plebeyo que incitaba a que se apresurarán y se golpearan de forma más rápida. En algún momento, Ageslao se habrá sentido presionado y se acercó, entonces, dando golpes más veloces a Connor, quien pillándole desprevenido, pudo romper su defensa y dejo caer el escudo al piso.

Ya sin una defensa sólida otorgada por el escudo, fue una cuestión de minutos hasta que Ageslao pudiera derribar su última línea de protección otorgada solo por la espada. Rival caído, y Ageslao triunfante. El heraldo anunciaba

AGESLAO DE LA CASA EUDAIMON, SOBERANO DE ILLIANDOR Y DE ELISEA Y CONSANTIA, HA SALIDO VICTORIOSO

La gente no paraba de gritar enloquecida, sin dudas el espectáculo estaba siento del agrado de todos. Entre el alcohol y la excitación por la pelea, la multitud comenzaba a enloquecer, queriendo más.

¡Silencio, silencio! ¡El cuarto combate dará comienzo, con dos grandes casas enfrentándose!

La multitud dejó de vitorear, todos dirigían una mirada confundida, emocionada y expectativa al Rey de Illiandor

¡Ambas casas han hecho grandes labores para el Reino de Illiandor, desde los días de mi abuelo, el Glorioso Rey Daegon II, pasando por mi padre el Rey Ismasias y llegando hasta los días de hoy!

¡Os presento a vuestra derecha a Lord Lacratos, de la Casa Mylenas, gobernante de Lyssex, cuyo padre realizó incursiones a las Tierras del Norte, acumulando varias victorias para el Reino. Así como el mismo ayudó en la expulsión de los paganos cuando intentaron invadir por el Sur!

El Rey miraba a los presentes, que gritaban exhaltados mientras Lord Lacratos entraba en escena. Luego giró su mano a la izquierda, y decía

¡Y aquí, a vuestra izquierda, os presento a Ecbert Haraldsson de la casa Ynglingeætten. Su padre, Harald Björnsson es uno de los más grandes héroes que ha tenido nuestro Reino. A pesar de su pasado paganista, Lord Harald encontró el camino hacia nuestro Señor Jesucristo en nuestras tierras, y luchó en la guerra contra Pulkria, siendo uno de los hombres más cercanos a mi abuelo y uno de los más indispensables en la batalla!

¡Ambas casas lo han dado todo por el Reino, y ahora ambas casas se enfrentan en combate, aquí y ahora!

¡Empiecen!

Desde que fue informado que su combate sería con el hijo menor de Harald, Lacratos pudo sentir una insaciable sed en su garganta que le estaba pidiendo a gritos dar una carnicería de aquel hombre. Estaba muy ansioso por tener la chance de combatir contra alguien que representase todo lo que odia, y lo que ha dañado tanto su vida.

Los vikingos del norte asesinaron a su padre de forma humillante y sin honor, y siendo solo un niño de pocos años, sintió rápidamente la pérdida de su querido padre a manos de esos hombres.

Lacratos enfiló hacia la arena cuando escuchó la presentación del rey, y alzaba sus manos fuerza para hacer eco de cómo la gente lo vitoreaba. Este se regodeo con mucho placer de como todos le aplaudían, y se sintió muy a gusto.

Para hacer parte de su propia fanfarronería el escudo que llevaba lo arrojaba al costado y, así miro y a Ecbert y gritó a este.

Nuestro Señor, el Dios cristiano que rige sobre todo el mundo, me hado la oportunidad de luchar hoy contigo Ecbert. Podré lastimar tu cuerpo, pero será tu corazón el que quede destruido.

Se golpea con fuerza el pecho con la mano descubierta, y con la otra solo blande su espada con gran fuerza. Se acerca a este para combatir.

Tras unas palabras dadas por su padre (quien luego se dirigiría al encuentro con el Rey y algunos otros nobles en la tribuna), entraba a la arena con los gritos de la multitud, extasiado y con una sonrisa un tanto macabra. Ecbert no era conocido como el más fuerte de su casa, pero sin duda era un luchador bastante peligroso.

La multitud al ver entrar al hijo del "Vikingo" empezarían a cuchichear entre ellos y a comentar algunos aspectos del hombre los cuales parecían bastante extraños. Ecbert era medianamente calvo, más poseía una barba muy prominente. Su armadura estaba hecha completamente de cuero, no poseía escudo. En cambio, utilizaba un hacha y una espada en cada mano. Sus ojos estaban pintados con algún tinte negro, lo que le daba un toque extraño y sombrío a su presencia. En su cuello, llevaba un colgante con un dije de un Mjölnir invertido, el cual era un símbolo de su casa.

Al escuchar las palabras de Lacratos, este le dijo con un rostro entre una sonrisa burlezca y una ira descontrolada

Tu odio sin sentido a quienes no os han hecho nada le vuelven un necio, Lord Lacratos. Dios Todopoderoso será testigo de tu arrogancia cuando te derrote.

La pelea muy sumamente intrigante y llena de suspenso, eran varios dentro del público que desconocían por completo a Ecbert, y se sintieron abrumados por ver la presencia de un vikingo en la arena, hasta que el rey hizo la apropiada presentación del mismo y muchos se sintieron más relajados y ansiosos de verle luchar, dado lo que era la reputación de Harald.

En cambio Lacratos, ya era un rostro reconocido entre la gente y varios conocían del padre de este, las grandes campañas que se hicieron para extirpar a los vikingos de las tierras ocupadas injustamente al norte de Varkoglia. Habrá sido, además, la última campaña militar que se hizo en el reino y de esto ya ha pasado algunos cuantos años. El actual mariscal se destacó profundamente en las tácticas de esas guerras, y el padre de Lacratos resultó capturado por una hueste enemiga y ejecutado por estos.

El duelo entre estas dos figuras fue apasionante. Lacratos con su espada e increíble físico, daban golpes muy fuertes contra el hacha de un Ecbert que perdía de vez en cuando el equilibrio, por semejante fuerza en contra.

Sin embargo Ecbert también era muy fuerte, no tiene un físico tan cultivado como el de su oponente, pero sin dudas lo podrás ver realizar grandes proezas por ser muy atlético y tener las excelentes maniobras de combate heredaras del entrenamiento de su padre, que era una mezcla entre las artes de los Lumenos y la brutalidad de los vikingos.

Fue un momento clave cuando Lacratos logró derribar de un puñetazo en la cara a Ecbert, sin dudas dañando de forma contundente la nariz de este, y por instantes Lacratos alzó ambos brazos como vitoreando una cuasi victoria, hasta que Ecbert arrojó una patada a su rival soberbio, y cayó al suelo por esto. Sin dudarlo Ecbert pudo dejar el filo de su hacha en el cuello de Lacratos, y todo había terminado. Fue un resultado inesperado y amargo, pero sin dudas lección de que no habría que confiarse ni menos cantar victorias antes de tiempo.

Con gran ahínco, el heraldo pronunció:

ECBERT HARALDSSON, SOBERANO DE ILLIANDOR Y BRUNTRACK Y PRAMIA, HA SALIDO VICTORIOSO

Estaba sumamente avergonzado y se sentía muy furioso.

De rodillas sobre el suelo golpeaba el piso de la arena, mientras veía a Ecbert.

He sido derrotado, por un pagano... - decía en voz baja -

¡Ecbert! ¡Tu ganas hoy! Pero si la vida es justa conmigo, y me permite otra chance en el futuro que nos depara, podremos volver a encontrarnos en otra ocasión.