Partida Rol por web

El Caballero de Pulkria había logrado escapar de la ciudad. No a caballo, puesto que los guardias de Kennemer se lo impidieron. Al perderlos, este se escondió entre la gente junto a sus hombres para escapar de la ciudad, más sin embargo tuvo que escalar las murallas en un punto ciego donde nadie estaba buscando para poder salir. Fuera de la ciudad le esperaban algunos otros hombres con más caballos, y con estos escaparon de Illiandor.

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En Kennemer las cosas iban mal. Una hueste de al menos 35 hombres de Kyle el Caballero seguían dentro. Los hombres del Rey iban a intervenir, atacando a los mismos para evitar que el objetivo de estos soldados se cumpliera: Matar al Rey de Illiandor.

Algo beodo después de unas jarras de cerveza, Umbreto ve a un aldeano entrar atropelladamente al bar... ¡Umberto nos atacan...!, me tomo el último trago a la poca cerveza que quedaba en la jarra y doy aviso a mis hombres por medio del aldeano que había entrado a informarme... en pocos segundos estábamos en la entrada de la arena viendo como rodaba la cabeza del noble, una flecha clavada al lado del Rey y como los demás se ponían en posición de combate... dirigiéndome a mis hombres... señores al Rey, respalden a los guardias de el... ¡ya!... sin decir nada mas los hombres suben al púlpito donde se encontraba el Rey... dirigiéndome a los Lores... Señores... no lo matemos... seamos listos es seguro que es un testaferro de alguien intentemos atraparlo para sacarle información...

Los hombres de Harald entraron en combate apoyando a la guardia del Rey y los hombres de Umberto. Estos se encontraban en las tribunas de la arena, por lo que apenas empezó el combate, estos entraron a la arena repeler a los invasores.

Harald seguía sin decir nada en medio del combate. Algunos de sus hombres se acercaron a este para protegerle de posibles ataques. El solo se encontraba en el suelo mirando a su hijo sin prestarle atención al combate.

Observaba al guardia a su costado herido, así como la huída de Kyle. No tenía momento para cóleras o discursos, simplemente dirigió a sus hombres

¡GUARDIAS! ¡Repelan a los invasores!

Así los hombres del Rey, incluyendo a Katarn quién no poseía hueste en Kennemer en estos momentos, siguieron las órdenes del Rey para repeler a los invasores.

Jamel no podía creer todo lo que había pasado, en tan solo unos minutos el caos se había apoderado de toda la ciudad, y el foco de ese caos se concentraba justo delante de sus narices. Flechas, lanzas... muertos, sangre... Aquel día iba a despertar muchos sentimientos. Todo pasaba en lentas secuencias carentes de sonido. Hombres caían heridos al suelo, envueltos en gritos, mientras que otros se alzaban victoriosos envueltos en la sangre de su víctima. Terrel desenvainó su espada y se unió a Olympia. -Olympia vamos a neutralizar a los rezagados, éstos podrían colarse por detrás nuestra. Dejemos que ellos se encarguen de el grupo grande. 

Nikómedes estaba aseándose en su tienda tras su extenuante combate, quitándose la arena y el sudor de la lucha. Cuando de pronto empezó a escuchar gritos de exclamación de la plebe y el característico sonido de la lucha, los gritos seguían y había muchas voces enfadadas y molestas, "¿Pero qué cojones está pasando?", pensaba mientras se colocaba rápido la armadura y cogía sus armas por si la situación era complicada; y al salir vio la trágica escena ...

Lo primero que vio y que marcaría su memoria durante mucho tiempo fue la cabeza de su hermano de lado y aún con los ojos abiertos y separada de su cuerpo. Se quedó unos segundos allí parado, con la cara profundamente blanca mientras sentía cómo se le caía el alma a los pies, "Esto no puede estar pasando, esto no puede estar pasando, debe ser sólo una desagradable premonición que me envían los dioses, no puede ser, no puede ser ..." se repetía internamente mientras parecía que su rostro perdía parte de su cordura característica, y con una expresión de sufrimiento que ablandaría hasta el más duro de los corazones.

Desorientado, caminó como si no tuviera equilibrio, y una vez cerca del cuerpo de su hermano se desplomó cayendo de rodillas, y entonces se dio cuenta de que aquello era muy real, y sin poder contener las lágrimas que ya empezaban a empañarle la vista lloró amargamente durante un buen rato sobre el pecho de Ageslao. Luego levantó su rostro, rojo de ira, buscando al desgraciado que había hecho aquello. Y entonces lo vio, aquel hombre se acababa de convertir en su peor enemigo, y no descansaría hasta que lo tuviera en su poder y pudiera inflingirle la mayor tortura de la humanidad. En eso pensaba ahora mismo y le daba las fuerzas que necesitaba para superar momentáneamente su pérdida y decirle a aquel asesino como si de un poseso se tratara:

- ¡¡ TUUUUU, ENGENDRO MALNACIDO !! LAMENTARÁS ESTE DÍA, HASTA EL FINAL DE TU VIDA, Y AL OLIMPO ENTERO PONGO POR TESTIGO DE QUE NO SERÁ MUY LARGA.

Decía mientras aquel tipo extraño se alejaba de ellos con el príncipe Lameliok como rehén. Y al ver como intentaba huir le dijo a todos los presentes, tanto a plebeyos como nobles:

- OFREZCO SU PESO EN ORO AL QUE ME TRAIGA SU CABEZA, Y EL DOBLE DEL MISMO AL QUE ME LO TRAIGA VIVO.

Luego se volvió a su campamento, reunió a todos los hombres armados que tenía y se dispuso a arrasar a aquellos hijos de puta que aún quedaban. Necesitaba derramar sangre, estaba fuera de sí ahora mismo, pese a que era la primera vez que perdía el control de sí mismo, no intentó controlarse, es más se dejó llevar por aquella sensación de venganza e ira que envolvía a todo su ser ahora mismo.

Se colocó con el resto de hombres que se agrupaba alrededor del rey. No le dijo nada, estaba demasiado enfadado, y en parte culpaba al rey por no ser capaz de asegurar el bienestar de todos dentro de su propia ciudad y ante el lamentable espectáculo que habían demostrado en la defensa de la misma. Y en gran parte también se culpaba a sí mismo por no haber podido estar al lado de su hermano en el momento en el que más lo necesitaba.

Dejó de lado aquellos pensamientos, y se centró en el combate que le esperaba. Iba a lanzarse ciegamente contra el enemigo, iba a cargar con todas sus fuerzas y pensaba imprimir a cada uno de sus golpes toda la fuerza de la que disponía. Si las moiras consideraban que debía reunirse con su hermano así sería, ahora mismo no le importaba nada más su cuerpo sólo le pedía sangre y venganza ...

Cuando William había sido derrotado en primera ronda por el mariscal, se sentía muy decepcionado por su pésima y pobre actuación durante el torneo, aunque tampoco el avergonzaba del todo ya que había perdido con aquel con la fama de ser el mejor de todos los contrincantes.

Se preparó como para abandonar la arena, y merodeaba por el palacio tranquilamente buscando entretenerse o bien descansar. Planeaba igualmente regresar horas más tarde, como para ya ver los últimos duelos antes de coronarse campeón al ganador.

Cuando se dispuso para regresar a la arena, fue emboscado por un grupo de guerreros de Pulkria, y luchó con los mismos a capa y espada para poder salvar su propia vida.

Eran tres guerreros que buscaron asesinarle, pero no tuvieron suerte ya que William había logrado defenderse correctamente. Alertado ya por esta invasión, salió corriendo a la arena para alertar a los demás – creyendo que aún no había pasado lo peor.

No obstante, esto era precisamente así, encontró el cuerpo de dos hombres de Illiandor en el suelo, uno ni siquiera con la cabeza sujeta a sus hombros. Y un hombre que intentaba escapar a caballo, por lo que William se entrepuso entre estos haciendo que el caballo se asustará y yéndose para atrás poniéndose en dos patas, Kyle se había caído de este. William fue aturdido, igualmente, por el golpe que el equino terminó proporcionándole, y quedose inconsciente así sobre la arena.

Lacratos estaba tomando una jarra de vino y observaba la justa con mucho aprecio y bastante placer. Había sido derrotado por un vikingo, y detestaba pensar en esa idea, pero no podía privarse así mismo de disfrutar una gran contienda llena de nobles y grandes habilidades con la espada

Se emocionó con los combates del mariscal y Ageslao, y también reconoció lo fuerte que era Ecbert y su determinación de combate. La pelea entre el príncipe heredero y Nikomedes le provocó cierta bronca.

Pero todo cambió cuando el reino de Pulkria atacó.

Todo paso bastante rápido, ni siquiera pudo procesar lo que estaba ocurriendo, y ya Ageslao se hallaba decapitado, y Ecbert desangrándose hasta morir.

Harald que había ido a ver al cuerpo de su difunto hijo menor, y un Kyle con un aire de grandeza y arrogancia que simplemente desbordaba y que nadie lograría parar. Cuando Lacratos recogió su hacha de dos manos con la intención de acabar con la vida de este, Kyle ya estaba escapando y luego quedaron los hombres de este con quienes habría que dar pelea.

Connor se mantuvo tenso durante todo el torneo entero. Había sido derrotado en primera ronda y consideró esto una vergüenza aún mayor de la que fuese capaz de soportar.

Su esposa, Lady Liset, intentó en vano darle un poco de ánimo, pero como la relación de estos nunca fue la mejor, en pequeña parte hacia que Connor solo se enfureciera un poco más.

Finalmente ante la llegada de los hombres pulkrianos que atacaron al torneo sin ninguna impunidad, se sintió aliviado en parte porque esto se había arruinado y no tendría que soportar tanta vergüenza después de todo. Solo fue un momento efímero que se le ocurrió pensar en eso, y tras ver las muertes de los demás, comenzó a recobrar el sentido y así tomo su espada para unirse para la pelea.

¡Protéjanme! ¡Apenas puedo caminar, así que necesito que los detengan! ¡Algedrian ayúdame!

El rey intentaba huir de la escena, ayudado así por Algedrian que daba soporte a este para darle mayor empuje a su acción de caminar, a pesar de la dolencia de la pierna que aún causaba pequeños estragos sobre él.

Los atacantes buscaban constantemente pasar por sobre los hombres de Illiandor que se unieron en armas para defender a su majestad y acabar con esta amenaza.

Katarn había soltado el escudo que tenía en su momento, y cuando asesinó a un hombre pulkriano logró arrebatarle la espada a este, y allí se encontraba el mariscal repartiendo a diestra y siniestra con ambas espadas, creando un torbellino de sangre a todos los que – con afable locura, y seguro desdén – cometían el grave error de ponerse en frente de este.

Así varios fueron los que le persiguieron para acabar con la vida de tan loable guerrero, y se vio en apuros cuando fue puesto contra la máxima altura de una grada – que debiese tener no más de 5 metros – y luchando contra 6 pulkrianos al mismo tiempo, acabó con la vida de 4 de los mismos cuando uno de ellos logró acertar una patada al pecho del mariscal, y este cayó hacía atrás llegando al suelo.

Veo que la situación se complicaba en la arena y ordeno a tres de mis hombres vayan a la arena a ayudar a los demás combatientes en la refriega...
Me dirijo hacia donde estaba el Rey con mis dos hombres y Algedrian... mi Señor vayamos a protegerle dentro, aquí esta muy expuesto, Algedrian déjeme que le ayude... mi Rey apóyese en mi y en Algedrian, llegaremos mas rápido al castillo... Ermes y Jhonas, uno por delante y otro por detrás, en formación circular, si ven algo díganlo sin demora... rápido... rápido...

Varion se encontraba cerca en la tribuna en el momento en que sucedió todo, tenía disponibles cinco hombres de su guardia en las gradas, pero también estaba su esposa en las mismas. No podía entender cómo esos hombres habían podido entrar tan fácilmente a la ciudad, todos los nobles del reino estaban allí, la seguridad debería de haber sido mucho mejor, pero ya habría tiempo para esos asuntos, ahora mismo el tiempo era muy poco.

Cuando se desató el combate Varion ordenó a tres de sus hombres que escoltasen a Lady Mary hasta sus aposentos y la protejan allí hasta que él llegue. Inmediatamente notó al Rey intentando moverse con su pierna lesionada, apoyado en Algedrian, y se dirigió allí con los dos hombres que le quedaban, era menester proteger al Rey de los invasores.

Con el mariscal caído, y los hombres pulkrianos buscando dar con la vida del rey, todo se había vuelto una terrible tragedia. Un día realmente para el olvido, excepto del odio.

Nadie jamás podrá borrar de la memoria el odio a Pulkria tras los hechos ocurridos en este torneo. Los asesinatos no quedarían impunes, y en tu cabeza no podrías dejar de lado eso.

Abandonando lo que era el complejo de la arena, por una puerta, podrías dirigirte a los barrios bajos, y de allí tendrías que recorrer un extenso camino como para llegar a las defensas de lo que es el palacio que está rodeado por los muros. La guardia real había sido alertada por un aldeano, pero también estaban ocupando luchando contra otros guerreros que también estaban allí; por lo tanto, los pulkrianos no habían simplemente atacado la arena, sino también el palacio, y Dios sabrá que otro parte de la capital.

Jamel y Olympia, Connor y Lacratos se hallaban dando pelea a estos asesinos dentro de la arena, como si se tratase de otra de las competencias de la justa.

Harald estaba aún de rodillas sosteniéndole la cabeza a su ya fallecido hijo Ecbert. Se quedó así unos instantes totalmente enceguecido. Algunos hombres de este bajaron para prestarle auxilio, y los demás se quedaron prestando ayuda al rey que era quien estaba en mayor aprieto. Luego Harald decidió llevar el cuerpo de su hijo hacia fuera de la arena, por la puerta sur de esta.

Umberto y Nikomedes, y los hombres de este junto a los demás de Harald, trataban de detener el avance de los pulkrianos que buscaban dar con el Rey, mientras que este se apoyaba en brazos de Umberto y Algedrian que buscan huir por las gradas, bajar por estas, y meterse por la dichosa puerta que llevaría recién a los barrios bajos.

Cuando el rey intenta bajar, Varion se une con la intención de parar a los guerreros.

William permanece inconsciente en su intento de frenar el escape de Kyle.

Lameliok fue secuestrado.

¿Eugian? Nadie lo ha visto. Por supuesto apenas te podrías dar cuenta de ello con tanta acción, pero tal vez después de un tiempo te lo preguntes.

Ustedes son más que los invasores, y cuando las cosas te dieran esa sensación de que saldría bien al final, llegan refuerzos pulkrianos que cubren la huida por la puerta que el rey pretendía tomar.

Eran apenas ustedes 6, Lacratos, Connor, Olympia y Jamel, y dos hombres más de parte de Connor, intentando repeler el ataque de unos 11 hombres pulkrianos.

Las cosas era extremadamente complicada para ustedes, arriba donde permanecía el Rey estaba la mayor parte de los guardias de Illiandor que sumaban casi unos 50 hombres peleando apenas contra 20. La desventaja es enorme para ustedes.

Luchan con gran valor, no se dejan plantar cara. Aparecen refuerzos pulkrianos por vuestra espalda, aunque lejos de la intención de atacarlos a ustedes, simplemente buscan impedir que el rey consiga escapar. Ahí te das cuenta que de repente, son pocos hombres contra estos refuerzos que son de 15 hombres más de parte de Pulkria, y los 50 que les acompañaban se quedaron todavía por las gradas evitando que esos 20 avanzaran sobre ellos.

¿Qué harás? ¿Decides ir a ayudar al rey y evitar un asesinato sencillo e inminente?

Cuando quieres darte cuenta, Connor está luchando junto a sus dos hombres y se les complica ya que fueron rodeados por 4 guerreros.

Olympia tropieza en batalla, y queda a la merced de uno que se le acerca.

Jamel, y Lacratos, continúan luchando normalmente.

En ti queda la decisión, lo que hagas afectará a aquello que no hayas elegido.

La huida pareciera sencilla, vuestras fuerzas suman unos 52 hombres de Illiandor que están evitando el avance de solo 20 pulkrianos, ya que los otros 11 se encuentran en la arena luchando contra Jamel, Lacratos y Connor. Además de que 4 ya fueron asesinados antes de que el mariscal cayera.

Cuando quieres darte cuenta, Umberto y Algedrian que escoltaban al rey, ya estaban bajando a la arena, y pasar por la puerta para escapar, y llegaron los refuerzos pulkrianos que se tratan de 15 hombres, que protegen esa huida y además se acercan para ya dar final a la vida de Harlock.

A lo lejos, la esposa de Varion que estaba presente busca escapar junto a sus escoltas, pero fueron frenados por los pulkrianos, y están a punto de acabar con sus vidas en solo unos segundos más.

Nikomedes está hecho una maquina asesina sin pensamientos, y está dando final a varios de los que se acercan al mismo, ya no piensa con claridad y solo busca derramar sangre para satisfacer a Ares, y llevarse almas al erebo para acontentar a Hades, y este quizás pudiera perdonar el alma de su fallecido hermano.

¿Qué harás? Claramente el rey está a punto de ser asesinado ya que Algedrian no puede pelear, y Umberto solo no podrá detener a 15 pulkrianos que están intencionados a matar al rey.

Lady Mary también no podrá sobrevivir sin ayuda.

Tomen sus elecciones, manejen los números de forma inteligente. Quizás todos puedan salvarse… o alguno deberá morir.

En ti queda la decisión, lo que hagas afectará a aquello que no hayas elegido.

¡Ayuda, Varion! ¡Ayuda!

Los escoltas de Lady Mary han caído por los pulkrianos, estos son solo 3, uno ha tomado del brazo de ella y le ha dado un fuerte golpe en la cabeza para lograr zafarse. Está corriendo y estos le persiguen, pronto la alcanzarán.

Se hallaba peleando con mucha destreza y habilidad, hasta que fue sorprendida por un golpe por la espada y cayó al suelo. La espada lejos, y un pulkriano con lanza se acerca para ya dar el golpe de gracia.

¡Jamel!

¡Umberto, protege al rey, les daré un poco de tiempo!

Algedrian abandona el soporte que le estaba dando al rey, y se interpone entre los pulkrianos. Estos le proporcionan un fuerte golpe al rostro y queda fuera de combate, inconsciente.

El combate se recrudeció, pero además de los problemas que surgieron, a Jamel le asaltó otra duda. Umberto, el sospechoso herrero acusado de conspirar contra el rey, había partido a ayudar a su excelencia con poco más que Algedrian. Pero en aquel lugar faltaban tantos... todo había sucedido tan rápido y tan bien orquestado... que daba la impresión de que alguien ayudó a los pulkrianos desde dentro. Fue entonces cuando la voz de Olympia atravesó sus pensamientos mientras Jamel despachaba a uno de los enemigos. Jamel corrió contra el pulkriano que tenía a Olympia atrapada con su lanza, y se tiró sobre él.