Partida Rol por web

Hudson observa aquello con curiosidad, de manera casi hipnótica, aunque no tarda en salir de aquel trance que le supone el mirar oculto tras aquella rendija. Tenían la oportunidad de atrapar a aquel desgraciado de una buena vez y no está en los planos de Hudson el perderla. Ya tuvo suficientes vueltas y personajes extravagantes para una sola noche.

Mira a su compañero y le hace un gesto, señalandole su salida mas cercana, hacia la derecha, y sin perder tiempo, se pone a reptar por aquel túnel. No es algo que le haga demasiada gracia, pero tampoco pone cara de asco, lo único que le reconforta es la idea de poner sus manos sobre Beaumont.

Trevor vio como su compañero Hudson le hacia gestos para abandonar el cubiculo en el que se encontraban asi que con una imperceptible elevación de hombros comenzo a arrastrarse por el tunel - Lo que hay que hacer para entregar un simple paquete, pero bueno si fuese tan facil seguramente no habrian contratado a nuestra agencia -

TRAMMMMMMMMMMM

Era la pared que se retorcía de dolor al sentirse quebrada por algún tipo de súper fuerza. Una brecha redonda del tamaño de una enorme calabaza se abrió en la piel de yeso y ladrillo. La herida del tabique sangró de inmediato una nube de polvo que se agarraba al aire para no caer al suelo. A través de aquella pequeña nebulosa de pequeñas particulas en suspensión apareció una figura tortuosa que se contorsionaba irracionalmente para atravesar aquel paso circular demasiado estrecho.

crack-crack-crack las articulaciones de la sombra curvosa crujían sometidas a flexiones antinaturales.

Finalmente la silueta recuperó la verticalidad. A través de la nube blancuzca se podía ver como su cabeza estaba girada del revés y su pie derecha parecía que iba a echar a correr hacia atrás de un momento a otro. Parecía sacado de uno de esos cuadros de Picasso. 

¿Quién coño eres tú? esputó Beaumont dejando a Kate tendida en el suelo. El pervertido gangster se elevó del suelo para poner a tiro de su mirada a aquel intruso. Acostumbrado a mequetrefes de bar, matarifes sin cerebro y putas a sueldo, aquel gesto solía bastarle para que las bravatas echaran a correr despavoridas.

Procuarando no hacer ruido Trevor le dio un pequeño golpe de aviso a Hudson y volvio hacia atras para observar la escena buscando cualquier debilidad en la pared o puerta oculta por la que puedira salir si fuera necesario.

- ¿Y ahora que? - se preguntó al sentir el llamado de su compañero y ver lo que sucedía dentro de la habitación. Permaneció congelado, como un felino a punto de saltar contra su presa, observando a través de la rejilla, tratando de descubrir que es lo que sucedía, apenas moviéndose para respirar. Aquella calma  se desvaneció al ver que quien entraba en escena era el negro que habían visto esa misma tarde, aquel sujeto que supuestamente tendría que estar muerto. Tomándose aquella idea como una ofensa personal, el insulto de permanecer vivo cuando el propio Hudson le había dado muerte, decide acabar con su espera y tomar cartas en el asunto. Beaumont ya no le importa, quiere saldar cuentas con el moreno, por lo cual continua su camino por el túnel, esperando salir de aquel lugar y buscar la forma de llegar a la habitación lo antes posible.

Pero el Señor X no estaba entre los de esa lista. Se quedó totalmente quieto. La chispa de haber reconocido a aquel que le hablaba prendió las llamas de la satisfacción en aquellos ojos. Enseguida de cubrieron del fulgor rojizo de un incendio forestal

Desde más allá de la gran ciudad de piedra comenzó a hablar el negro con una voz de granito y basalto

Por increíbles caminos e innumerables fatigas me he abierto camino hasta aquí. Acudo al oír las trompetas de su voz que me llaman una y otra vez clamando venganza. Levantó el armatoste. Apuntó con uno de aquellos ojos ahora del color de las entrañas del Infierno. Sin dar tiempo a las presentaciones un silbido familiar decribió la trayectoria de un proyectil. Los que ya conocian el juego del Señor X intuyeron que una de sus balas redondas andaba por los aires.

Beaumont no tuvo tiempo a responder. Un agujero del tamaño de una pelota de baseball se abrió en su estomago. Se podía ver a través de aquel espacio abierto en el organismo del gangster. Sus ojos echaron las persianas y su cuerpo cayó al suelo abandonado por su vida.

Como dos atracadores que huyeran en coche de la pasma por la interestatal camino a México, la bola metálica avanzaba sin mirar atrás. Tras "atravesar" el peaje del cuerpo de Beaumont la bola metálica continuó su viaje por las carreteras aereas de aquella habitación. Pisó el acelerador y sus motores silbaron de nuevo. Con un nuevo estruendo el proyectil atravesó la frontera del tabique que separaban los dos paises. La pared quedó abierta por el impacto metálico.

James escuchó el disparo y sintió el un fuerte golpe que hizo retumbar el muro. Por el rabillo del ojo pudo ver la abertura que se hizo, y por una fracción de segundo pensó en dar media vuelta, entrar por aquella abertura improvisada y enfrentar a aquel sujeto de una vez. Poco tiempo le duró aquella idea, al menos hasta darse cuenta de que en aquella posición eran tan vulnerables como un par de sardinas enlatadas, por lo que siguió por aquel túnel buscando una salida.

- Quien sera ese negro y que motivos tendra para hacer esto. Sera simplemente por dinero o algo personal lo ha llevado a matar a Beaumont. - penso Trevor mientras dudaba en el curso de acción a seguir. Pero sus pensamientos quedaron interrumpidoss al ver como su compañero seguia reptando por el tunel - Que demonios no me pagan lo suficiente por esta mierda y me parece que el paquete ya no va a serle de utildad al fiambre - y comenzo a seguir a James por el tunel.

Algo les hizo detenerse en su huida a gatas por los túneles abiertos en aquellos muros. Era una pequeña y palpitante luz rojiza que se había quedado rezagada. Se encendía y luego apagaba detrás de los detectives. Como un faro intermitente que se despide de los barcos que parten en mitad de la noche para sumergirse en las oscuras aguas del océano.

En la pared estaba la bola metálica nacida en el cañón del arma de aquel negro. Permanecía allí incrustada. En la oscuridad brillaba una inscripción grabada con unas letras barrocas en el proyectil. Unas letras de lenguas pasadas escritas a fuego que luego desaparecian para volver a aparecer en un bucle que parecía eterno.

- No es que trabaje todavia para la policia pero desde luego el proyectil de este arma es inconfundible y altamente incriminatorio - penso para si Trevor mientras observaba como aparecian y desaparecian esas letras - y esa palabra "dilapidatore" parece italiano aunque ahora no recuerdo su significado. Era algo parecido a desechos o similar - y al pasar al lado del proyectil lo envolvio en uno de sus pañuelos y siguio reptando - salgamos de este tunel de una vez - le susurro a Hudson.

Hudson no se detuvo mucho tiempo a ver aquel artefacto. Realmente nos e detuvo mucho a ver nada, pues lo único que le interesaba en ese instante era salir de aquel matadero antes de que otro de aquellos proyectiles atravesara la pared y le diera de lleno, por lo que apenas devolvió una fugaz mirada a su compañero, en donde dejo de sobra en claro que estaba de acuerdo con su consejo, y continuó avanzando por aquel claustrofobico pasillo.

La carretera del tunel curveó noventa grados a la derecha. Sus huesos chirriaron tras el giro cerrado. La recompensa en forma de salida luminosa a aquel reptante ejercicio apareció unos pocos metros después. La luz era frágil y tenue, apenas un lamento.  Como una marca de fábrica, el tono rojizo delataba que había sido construida en algún pasillo del Burbank.

Eran pocos los centímetros que le separaban del final de la estrechez cuando un par de piernas cruzaron el pasillo. La prisa calzaba aquellos zapatos negros. Seguramente le aguardaba la cita con un asunto importante.

Ver el final de aquel túnel no hace mas que darle mas fuerza. Desenfunda su arma y avanzó con mayor presteza hacia aquella luz roja, ya paradisíaca, cuando los zapatos aparecieron en cuadro. Fue entonces que se detuvo en seco antes de salir, se clavó en el suelo y observó aquel paso fugaz, para luego, sin dudas, continuar su camino, ya arma en mano, y abandonar aquel túnel de una maldita vez.

Los dos detectives aparecieron en el pasillo con la tarjeta de visita de sus armas. La inercia empujó a sus pupilas a mirar en la dirección en la que habían visto aquellos zapatos. No tuvieron que esforzarse mucho. A unos escasos metros vieron la silueta de un hombre difuminada por una nube de polvo blanca. Era una figura que les resultaba familiar. Sí. Sin duda. Era aquel sacerdote con el que habían tropezado en la puerta del Burbank.

Ei chicos¡¡ dijo guiñando un ojo. Un gesto totalmente fuera de contexto. Y es que, a esas alturas, el musculoso reverendo tenía medio cuerpo introducido en una agujero que había en la pared. No hacía falta tener un Premio Nobel para adivinar que era la misma improvisada entrada abierta en el tabique por el negro.

Con el arma en la mano Trevor inspeciono al sacerdote, el cual desde luego tenia pinta de no ser solo un hombre de fe. O quizas es que se tomaba su trabajo con mas dedicación de la necesaria - Padre tenga cuidado - dice el ex-policia mientras se aproxima al boquete - el negro que ha hecho ese agujero no se anda con chiquitas -