Partida Rol por web

Pon miró con las enormes bestias que tenían delante de ellos.

- ¡Serían unos adversarios tremendos! - espetó, aunque sin esperar el mismo entusiasmo en sus compañeros. - Aunque el hecho que cuenten con el Lado Oscuro a su favor hace que me lo piense un poco. - concluyó.

Cita:

- Cierto, tal vez podamos abatir un par de ellas antes que nos descubran, así estaríamos más equilibrados.

La adversidad parecía ser nuestra compañera en nuestra misión de rescate. Antes de abandonar Taanab mi tía me había dicho que la Fuerza me pondría a prueba a cada paso que diera, para probar si era digna. ¿Qué había de digno en arrebatar la vida a una criatura tan bella como aquella si no era para alimentarse? Simplemente se encontraba en el lugar erróneo e influenciada por el lado oscuro de la fuerza.

-¿no hay manera de evitarlos que no implique matarlos? - pregunte en un hilo de voz oculta tras unas rocas, apartando la vista inmediatamente tras el ataque sobre su compañero de manada.

Tarast así lo creía, haciendo que dudara, en cambio el entusiasmo del neutolan me produjo un desagrado que se reflejo en mi rostro sin disimulo.

-son criaturas vivientes, como nosotros, que sienten igual que nosotros. Sin duda serían dignos adversarios pero no actúan libremente...la influencia negativa presente en el planeta les hace actuar en contra de su naturaleza – de eso estaba segura, sin provocación no tenían porque atacar pero en el estado que se encontraban un movimiento en falso podría bastar para que se abalanzaran sobre todos – no podríamos, no se ¿aturdirlos? ¿ideas?

Dao parece estar de acuerdo con Sarenda, el arma de Kaveri puede ponerse en modo aturdir, quizá de esa manera los animales, cegados por el odio no lleguen a morir y, cuando hayáis limpiado el Valle del Lado Oscuro, podrán seguir su vida con normalidad.

- Hazlo - dice Dao convencido -. Luego ya nos aproximaremos.

Kaveri miró a sus coleguillas y asintió muy seria. Bueno, no tan seria…

—¡Vale! ¡Y en posición aturdir! —le guiñó un ojo a Sarenda—¡Tampoco a mí me gusta matar gatitos!

Sonrió ante su estúpido chiste. ¿Le estaría afectando el ambiente, el lado oscuro?

—¡Qué va! — dijo sin referirse a nadie.

Ya rodilla en tierra, se tomó su tiempo para apuntar con su amado rifle. Esperaba que ningún moscardón se le posase en la nariz esta vez.

—¡Vale! ¡Y en posición aturdir! —le guiñó un ojo a Sarenda—¡Tampoco a mí me gusta matar gatitos!

Aquel  estúpido chiste saco una pequeña risa en Tarast, que en un principio disimulo tosiendo
-Apunta bien, yo mientras investigare mi sable laser a ver si tiene un modo de esos- contesto para seguirle el juego, bromas como esas en una situación como aquella donde arriesgaban sus vidas contrarreloj para salvar a un amigo nunca estaban de más para relajar el ambiente, si hoy tenían que morir por lo menos llevarse buenos  momentos.
-Intentare pillarlos desprevenido si llegan hasta nosotros, así que mantén la línea de disparo y no te preocupes te cubrimos las espaldas- dijo ya más seriamente preparándose para el siguiente combate

Sonreí complacida ante la acogida de mis palabras e incluso no pude evitar sonrojarme ante el guiño de la totruga, no se bien si por halago o por vergüenza, la verdad es que aquel lugar nublaba la mente a cualquiera. Viendo como se apostaba, rodilla al suelo, me centre el mimetizarme con el entorno para no llamar la atención de aquellos magníficos seres y esperar que la puntería de Kaveri fuera certera y pudiera tumbarlos con rapidez para sortear aquel obstáculo y seguir el camino. Aún así no pude evitar aferrar mi mano sobre la empuñadura de mi sable, algo nerviosa.

El guerrero también empuñó su sable de luz, aunque sabía que no podían ponerlo en aturdir. Al cabo de unos segundos entendió que lo que hacía Tarast era algo de humor, para distender la situación.

Pon prefirió no mostrarse demasiado, esas criaturas le infundían respeto y aunque entendía que los demás no quisieran causarles daño, no podían olvidar que eran criaturas feroces y que los devorarían sin dudarlo. Actuó con cautela, cosa bastante inusual en él, por lo que buscó un sitio cubierto desde el que observar a esos monstruos.

Dao apreta con su mano el bastón con el que suele pelear esperando su momento.

La oportunidad del ataque sorpresa permite que Kaveri haga dos disparos, el primero da de lleno en uno de los lobos que cae al suelo entre espasmos provocados por el potente haz del modo aturdir de su rifle, el segundo disparo alcanza a un segundo lobo en uno de sus patas, haciendo que este se mantenga de pie.

Ambos lobos situados en la plaza delante del templo comienzan a rugir y aullar al cielo, y mirando en derredor buscando a sus presas, pero todo estáis bastante bien ocultos lo que hace que no os vean.

Pero no todo es tan sencillo. Dao se ha percatado de que ese no es el único grupo de lobos que hay cerca. Un grupo de tres lobos extra os ha estado acechando desde una distancia prudencial, y les ha dado tiempo a prepararse para atacar, aunque todavía se encuentran algo separados de vosotros.

Estos tres lobos comienzan a ladrar en cuanto se dan cuenta que les habéis detectado y los dos lobos de la plaza se ponen en guardia preparados para correr en vuestra dirección.

Tarast ante la Advertencia de Dao puede vislumbrar el grupo de tres bestias  que acechaba en las sombra, sin dudarlo  se lanza hacia ellos sable en mano- Yo me encargo de esos- alcanza a decir mientras se enzarza con el grupo de lobos, intercala  su manejo del sable laser  con algun otro patada o puñetazo intentando no causar ninguna herida mortal, aquello se vuelve dificil  y por un momento  es pillado por la espalda por una de aquellas grandes bestias, viendo ya las fauces  de aquella bestia sobre el  lanza un codazo que impacta en la mandibula de la bestia  que cae al suelo, por desgracia Tarast no tiene tiempo de comprobar si es necesario rematarlo dado que las otras bestias siguen moviendose alrededor de el.

La contienda animal había empezado, y si no se daban prisa pronto llegarían más animales y más difícil sería luchar contra ellos.

No quería matar animales, pero debían salvar su pellejo y el de todo el equipo. Encendió su sable y se abalanzó sobre el lobo que tenia más cerca. Debía hacer un golpe certero, rápido y preciso. Si dejaba reaccionar al animal, este podría acabar con su vida.

Dao se lanza a por los lobos que os estaban acechando, al ser la amenaza más inmediata.

El bastón se balancea con gracia intentando golpear a los lobos, pero los animales parecen estar más que preparados para evitar los golpes de Dao. Sin embargo, parece que dao está, a cada golpe que asesta, más cerca de acertar a su objetivo.

No quiero atacar a aquellas criaturas, la influencia de lo que hubiera provocado Malefax con su presencia en el planeta había potenciado la negatividad sobre los seres vivientes del planeta y se hacía notar más a cada momento. El movimiento de Dao, junto con rugidos inesperados captan mi atención de inmediato fijando la vista en un grupo de lobos que nos habían logrado flanquear sin que nos diéramos cuenta. Dude un instante, luego seguía a Dao activando mi arma y rogando perdón por la atrocidad que estaba a punto de cometer.

Aproveche a atacar a la misma bestia que Dao aprovechando que lo esquivaba con gracilidad felina para asestarle mi golpe con la brillante oja de mi arma, cortando pelo y carne a su paso.

Los cuatro luchadores cuerpo a cuerpo os habéis lanzado sobre el grupo de lobos más cercano.

A pesar de que ni Dao ni Pon han sido capaces de acertar sobre ninguno de los animales, Tarast y Sarenda se deshacen en florituras para conseguir acertar a los lobos intentando dañar pero dando siempre el golpe de gracia con alguna extremidad para evitar acabar con la vida de los cánidos.

Sin poder dar respuesta a vuestras ráfagas de ataque, los tres lobos han ido cayendo inconscientes esparcidos por la zona en la que estabais peleando.

Kaveri, la exploradora, sigue teniendo a tiro al otro grupo, que no tardará mucho en ir en vuestra búsqueda.

Consciente de que su tarea era eliminar la amenaza a distancia, Kaveri ignoró el combate cercano en el que estaban enfrascados sus colegas. Permaneció con el rifle en posición, atenta a las evoluciones de las criaturas que avanzaban sobre ellos.

Otro disparo difícil, pero nada imposible para ella. Una vez más apuntó con cuidado y...

—Lo siento —susurró cuando vio que acertaba.

Pero no lo sentía, estaba disfrutando con el tiro al blanco, aunque fuesen blancos peludos y con garras y colmillos.

Dos disparos del rifle de Kaveri son suficientes como para hacer que los lobos restantes caigan al suelo inconscientes. El combate ha sido rápido y volvéis a reuniros todos.

Con la plaza despejada, os dirigís a la entrada del Templo. Mientras os acercáis a esta podéis escuchar un grito ahogado de dentro del templo, parece que Hethan Romund se encuentra aún con vida. Echando un vistazo al interior, veis una pequeña antecámara que da paso a un par de cámaras laterales a izquierda y derecha, y se ensancha en un gran salón de actos más adelante, iluminado por brillantes rayos de sol que entran desde el techo. Romund reposa contra un pilar dentro del salón de actos, un mercenario advozse está de pie sobre ella apuntándola con un bláster. Podéis escuchar a alguien gritando y chillando desde la cámara a la derecha.

- ¡NADA! - dice uno de los gritos - ¡EL ARCHIVO ESTÁ VACÍO! ¡SOLO UN MONTÓN DE PERGAMINOS Y TABLETAS INÚTILES! ¿DÓNDE ESTÁ EL HOLOCRÓN?

Una figura de piel roja con dos cuernos afilados en la frente, un devaroniano, sale a vuestra vista y apunta con una espada dentada en dirección a Romund. Debe ser Malefax.

- ¡DIME, O TE DESPELLEJARÉ VIVA!

El devaroniano se da la vuelta y vuelve al archivo, desde donde podéis escuchar más gritos, golpes y objetos rompiéndose. Parece desquiciado, y oleadas de ira, miedo y odio brotan de él, impregnando el templo.

Nadie parece haberse percatado de vuestra presencia. Ni Malefax, que parece estar demasiado ocupado buscando el holocrón y que de vez en cuando se asoma para gritar a Romund, ni el advozse que retiene a Romund, ni un segundo mercenario advozse que está patrullando por el resto de las cámaras.

Hethan no parece estar en un peligro inmediato.

Tarast observo desde lejos con cuidado la situación de los enemigos en el templo, se había alegrado de ver a Romund con vida pero el tiempo se le echaba en cima y no sabían  cuanto tardaría  Malefax en perder la paciencia y matarla.

-Si entramos de frente nos verán y mataran a Romund antes de que podamos llegar hasta donde esta , debemos buscar algun camino alternativo que nos de la ventaja  y permita acabar con los mercenarios sin que den la alarma, de esa manera seremos nosotros solos contra Malefax, quizás nuestro bien querido espíritu de la fuerza nos pueda orientar por donde avanzar- expreso en voz tenue a sus compañeros esperando sus opiniones