Partida Rol por web

Krath-Tk apostó a intentar matar al lagarto que ya estaba herido y así quedar en superioridad numérica, pero las cosas no salieron como esperaba.

Después del brutal ataque que acabó con la vida del jefe lagarto, la moral de estos no mermo, en cambio unieron fuerzas para acabar con el insecto que lo abatió. la sangre verdosa del Krath-Tk se mezclo junto con la del reptil muerto, fueron tres hachazos que impactaron su cuerpo dejándolo casi al borde de desmayarse, sin embargo eso no lo amedrentó ya que pese a lo herido que estaba solo necesitaba matar a otro de esos para tener el espacio suficiente y así lograr la victoria, pero no siempre las cosas suceden como se planean.

Sus ojos se enfocaron en el lagarto que ya se encontraba herido pero antes de ir contra este cambio su postura de ataque, protegiendo un poco más su defensa y a su vez sus garras empezaron a emanaban un aura verde traslucida, pero en esta ocasión ya sea por las heridas en su cuerpo, la prevención de su enemigo o por la tención del combate, sus ataques no fueron muy efectivos, dos de sus garras fueron bloqueadas con facilidad, otra de estas ni siquiera logro alcanzarle y su mordisco no logro alcanzar a penetrar la gruesa piel del reptil, logrando impactar con solo con una de sus garras; la sangre que quedó en su garra luego del ataque fue absorbida por esta aura curando levemente la herida de su bajo vientre. 

Encuentro fascinante el combate entre los hombres-lagarto y sus adversarios, que tienen apariencia de mantis religiosas de tamaño descomunal. Estos últimos, a pesar de su desventaja numérica, demuestran una inusitada ferocidad; en concreto, uno de ellos particularmente belicoso.

Quizá sea la clase de aliado que necesito para acercarme al templo y sería una pena que terminara sus días en este cruce de caminos solo por haber tenido la mala suerte de toparse con un puñado de lagartijas sobrealimentadas.

Así pues, me encaramo sobre la roca y apunto con mis pequeñas manitas de garras afiladas al hombre-lagargo que parezca más mortífero o ileso, lanzándole una maldición destinada a quitarle el apetito. Nunca he visto a vomitar a una criatura semejante y tiene que ser algo divertido de contemplar.

Khajikktj comenzó a lanzar golpetazos con sus garras. Lo hacía con fuerza, pero también sin demasiado éxito, incluso trató de morder al hombre lagarto. No obstante, estaba nervioso y asustado. Posiblemente fuera la primera vez que se enfrentaba a alguien y temía por su vida. De nuevo logró causarle un arañazo al reptiliano, pero poco más.

El thri-kreen de casta superior, lanzó un poderoso ataque con su gykte que se clavó en el cuello del reptiliano contra el que peleaba. La sangre manó a borbotones de su garganta y acto seguido cayó al suelo inconsciente. Dio entonces un paso para tratar de asestar un nuevo golpe a otro de los escamosos seres lagarto, pero en esta ocasión el resultado fue diametralmente opuesto y casi acaba de bruces en el suelo.

Uno de los hombres lagarto alzó su hacha y lanzó un golpe descendente que se clavó con brutal violencia en el pecho de Karth-Tk. El filo del hacha casi alcanzó el corazón, la muerte hubiera sido instantánea, pero no fue así. No obstante, la destroza en el cuerpo de aquel ser fue brutal y moriría de todas formas en pocos segundos si no sucedía un milagro o alguien intercedía por él.

El otro de los reptilianos lanzó otro ataque, en esta ocasión contra Thkyth alcanzándole en una de sus garras y causando un profundo corte. Por suerte, no le imposibilitaría seguir peleando, pues en ese momento, Thkyth y su gykta eran la única oportunidad de supervivencia de los thri-kreen.

todo ocurrió tan rápido que poco tiempo le dio para reaccionar, en un momento estaba enfrentándose a tres lagartos pero unos segundos después ya todo había acabado, un silencio, una tranquilidad lo abrumo de golpe. No sentía miedo ni dolor alguno, tampoco arrepentimientos o culpas, lo único que cruzaba por su mente era que se encontraba muy cansado y necesitaba dormir solo un poco...

Sangre de color verde oscuro brota a borbotones de la herida en el pecho del heroico insecto, poniendo fin a sus denodados esfuerzos por defendarse contra tres oponentes de forma simultánea.

Tampoco es que yo haya tenido mucho éxito tampoco a la hora de evitarlo, dado que no he consiguido indisponer a ninguno de sus atacantes pese a haberlo intentado. Así pues, opto por buscar otras formas de ayudar a mi coleóptero amigo. Suponiendo, claro está, que todavía pueda ser salvado con los rudimentarios medios de que dispongo.

Me acerco a él y activo mi cinturón curativo antes de imponerle mis pequeñas manos. Con estos cacharros mágicos nunca se sabe e igual la descarga el eléctrica le fríe, que le reanima el corazón. Lo mejor que puede ocurrir es que siga plácidamente dormido y que los hombres-lagarto se marchen de aquí creyéndole muerto; pero igual le da por levantarse y dejarse matar más allá de cualquier posibilidad de salvación por mi parte.

Aquella magia curativa devolvió la consciencia a Krath-Tk. Seguía encontrándose en muy mal estado, pero al menos estaba vivo y lo más importante, los reptilianos, dándole por muerto, le habían dado la espalda y estaban concentrados ahora en los otros do thri-kreen. 

Khakikktj lo intentó. No se podía decir que no lo hiciera, pero todos sus esfuerzos por golpear al enemigo fueron del todo inútiles. Golpetazo tras golpetazo, se encontró con la dura piel escamosa de los reptilianos y eso si lograba dirigir el ataque de forma correcta, cosa que desde luego no sucedió todas las veces y su mordisco... su mordisco al aire fue realmente patético.

Thkyth no tuvo mucha más suerte con su gykta. Sus ataques fueron bien dirigidos y con fuerza, pero no obstante, los hombres lagarto los detuvieron con cierta facilidad. Y es que eran guerreros avezados y lo cierto era que gracias a su adiestramiento marcial, estaban empezando a decantar el combate a su favor, algo que ya habrían hecho sin duda, de no ser por la intervención temprana de Krath-Tk, cuando acabó con su poderoso líder.

- ¡Kiajjajdj! - Gritó el thri-kreen.

- ¡Huyamos! - Gritó el thri-kreen.

Los dos hombres lagartos, creyendo a Krath-Tk abatido, rodearon a Thkyth y no dudaron en acabar con él. Un primer hachazo cercenó uno de los brazos del thri-kreen a la altura del codo. Thkyth terriblemente asustado y conmocionado por la amputación que acababa de recibir, se quedó petrificado mirando su sangrante muñón. Ese fue su último fallo, pues un segundo hachazo voló hacia su cabeza y el afilado filo del arma, acabó por separar la cabeza del cuello. Thkyth había muerto de manera inevitable.

Antes de poder recobrar el conocimiento, la cabeza de Thykth cayó rodando hasta quedar a su lado mientras que una de sus patas yacía junto a su cuerpo mutilado. La batalla había acabado y poco podía hacer él para voltear las tornas de aquella derrota abrumadora.

No sabía muy bien cómo es que aún se encontraba con vida, pero de algo si estaba completamente te seguro, si llegase a moverse tan siquiera un poco como para llamar la atención de aquellas dos lagartijas, no le alcanzaría las fuerzas ni siquiera para poder escapar ni mucho menos ganarles con las pocas fuerzas que se encontraba. Su mejor opción era fingir que se encontraba muerto, a fin de cuentas ellos ya parecían que lo daban por hecho, así que sin mover una sola pestaña se quedó tendido en el suelo esperando que con suerte se fuesen después de eliminar a su otro inepto compañero.

Bueno, pues parece que a nuestros amigos los insectos gigantes no les quedan muchas esperanzas de sobrevivir a este encuentro si no hago algo por evitarlo.

Con un resignado suspiro, vuelo hasta situarme fuera del alcance de los hombres-lagarto y me hago visible.

—¡Eh, vosotros! ¡Sí, os hablo a vosotros, caras de lagartija! —intento provocar a las criaturas antes de que exterminen al último bicho que todavía queda en pie— ¿Por qué no os metéis con alguien de vuestro nivel? ¿O es que tenéis miedo de un pequeño pixi?

La idea es conseguir que me persigan un trecho y darles ocasión a los derrotados de escapar de aquí. Estoy convencido de que soy mucho más rápido que mis perseguidores pero aunque no fuera así, siempre puedo elevarme fuera de su alcance o volverme invisible si la situación se vuelve apurada. Por el momento, prefiero no alardear demasiado y darles esperanzas de que pueden atraparme.

Khakikktj seguía peleando con la esperanza de al menos acabar con alguno de sus oponentes. Podía haber tratado de huir y posiblemente esa fuera la mejor decisión que hubiera tomado en vida, pero quizás, al no habe probdo todavía el acero de las hachas de los reptilanos, siguió tratando de golpearles con sus garras y su mordisco. Una decisión del todo desacertada, pues no llegó ni a rozar a ninguno de los dos. Lo cierto era que lo tenía muy crudo a no ser que aquel extraño ser que acababa de aparecer y captase la atención de los hombres lagarto como pretendía.

Los hombres lagarto vieron a aquel insecto retarles a pelear con él. Los dos le miraron por un momento y luego cruzaron sus miradas. No obstante, se trataba de dos seres bastante ordenados, que no dejaban las cosas a medias. 

Uno de los lagartos golpeó con su hacha contra una de las patas del thri-kreen haciéndole trastabillar. Momento que aprovechó el otro para clavar su hacha en el pecho de la criatura, que cayó al suelo entre espasmos y al borde de la muerte. 

Fue entonces si, cuando los dos reptilianos se fijaron definitivamente en Glynmaer y comenzaron a avanzarbhacka éste. Algo que sin duda agradeció Krath-Tk, quien encontrándose derrotado y en el suelo, tenía ahora una oportunidad de sobrevivir.

La muerte de Khajikktj fue algo inevitable, aquellos hombres lagartos podría ser tan diestros como él mismo y la diferencia entre su compañero y él era abismal. De dos hachazos cae tendido al suelo, justo donde había caído segundos antes el otro insecto, la muerte se cernía sobre ellos y en la espera de que le llegue su turno o si la suerte lo acompañase para que se fueran vayan creyéndolo muerto, aparece un diminuto ser que les reta a pelear. Media poco menos de un metro, era de tés oscura y batía sus alas como un insecto, ¿quien era este ser? Se preguntaba extrañado Krath-Tk, tal vez fuese él quien lo haya salvado de las garras de la muerte y ahora intentaba alejarlos para tener una oportunidad de sobrevivir.