Partida Rol por web

Dieron un rodeo desde su posición en algún punto de aquella carretera dirección Hommlet, para evitar la villa. Un insecto gigante y un pixi oscuro no eran la clase de seres que eran bienvenidos en un lugar como aquel. Glÿnmaer lo había comprobado en sus propias carnes y prácticamente casi ni lo contó, pero por suerte, sus habilidades para el sigilo y la ocultación le habían salvado la vida...

Encontrar el camino en desuso no fue demasiado fácil. De hecho se perdieron una cuantas horas hasta reencontrar la senda. Pronto anocheció y aunque no tenían sueño y se movían bastante bien en la oscuridad, si estaban cansados, por lo que decidieron detenerse a descansar unas cuantas horas. Cenaron y finalmente montaron campamento y se quedaron dormidos. Por suerte nadie apareció durante la noche para darles un susto y al alba, decidieron seguir su camino.

A mediodía alcanzaron el bosque. Se trataba de un bosque viejo y oscuro de árboles retorcidos. Poca era la luz que pasaba a través del techo de hojas y el suelo que pisaban estaba húmero y resbaladizo. Seguir el antiguo camino tampoco era fácil, pues las hierbas y algunos arbustos lo habían invadido parcialmente. De hecho, en algunos puntos del bosque desaparecía para volver a aparecer algunos metros más allá. Por suerte, se supieron orientar bien y a diferencia del día anterior nunca perdieron realmente la senda.

Ya al atardecer abandonaron la zona boscosa. Habían tenido suerte de no encontrarse con más peligros, pues aquel bosque por alguna razón parecía hostil y tuvieron la sensación durante toda su estancia en el mismo, de que alguien les estaba observando desde la espesura. Una vez cruzado el lindero del bosque cerrado, pasaron a una zona boscosa más despejada. Entonces la carretera se hizo más clara y la siguieron durante una hora y media hasta que por fin se vislumbró en el horizonte, el perfil de una serie de edificios, que con toda probabilidad se trataba de la villa de Nulb.

A medida que se acercaban a aquel lugar, una intensa niebla y una fina lluvia les dificultó la vista de la misma, pero aún así. pudieron comprobar que la villa había sido levantada cercana a arroyo y que parecía ser el perfecto contrapunto a la villa de Hommlet, aunque sólo Glÿnmaer podía comparar. Si bien Hommlet era un lugar encantador de gente normalmente amable, aquel oscuro y desagradable lugar que olía a putrefacción, era todo lo contrario. La mayoría de las estructuras estaban hechas de tepe, ladrillos de barro, toscos maderos o madera reutilizada que con toda seguridad se había sacado de botes o de otras construcciones. Muchas de las edificaciones estaban derrumbadas o en ruinas y la mayoría de ellas si no todas, invadidas por la vegetación del bosque colindante que empezaba a adueñarse del lugar.

Nada más llegar a las puertas de la villa, tuvieron que cruzar un desvencijado puente que crujía a cada paso del thri-kreen, pero por suerte no cedió. Una vez ya dentro de los límites de Nulb, se percataron de que aquello parecía ser un pueblo fantasma en toda regla. Ni un alma recorría la calles, no había ninguna luz en los edificios y no se escuchaba prácticamente nada salvo el croar de algunas ranas. A su izquierda, se hallaba un edificio aparentemente sólido, con cimientos de piedra. ¿Una antigua taberna? A juzgar por su aspecto podía serlo, pero desde luego hacía años que no tenía clientes... ni propietarios de hecho...

Mi callado amigo resulta ser un agradable conversador, él sabe escuchar mientras que a mí me encanta parlotear para llenar los incómodos silencios y acallar los sonidos inquietantes del bosque con mi voz chillona.

Si a eso añadimos que el viaje transcurre sin sobresaltos y lo que encontramos a nuestra llegada al pueblo abandonado, no es de extrañar mi buen humor:

—¡Menuda suerte! Un pueblo vacío enterito para nosotros dos —comento con mi amigo insectoide cuyo nombre he sido incapaz de aprenderme ni de pronunciar hasta la fecha—. Creo que alguien me dijo que la gente venía aquí a rapiñar entre los restos pero seguro que si buscamos bien encontraremos más de un tesoro abandonado. ¿Qué te parece si echamos un vistazo a todo el pueblo antes de entrar en ningún sitio? La última vez que entré en una posada salí con el culo quemado.

Aquel pequeño ser parecía no querer llegar a Hommlet por razones que desconocía y a pesar de qué aún tenía en mente buscar a esos thri-kreen, decidió seguirle para pagar su deuda. Glynmaer pese a tener el mapa le costaba seguir o más bien encontrar la senda que marcaba el pergamino, así que Krath-Tk toma la delantera y usando sus habilidades para rastrear, encuentra viejas huellas que lo guiaron al sendero que buscaban, no le fue fácil llegar a el y mucho menos seguirlo porque el inclemente clima junto con el desuso de aquella trocha, hacía que se desdibujara el camino, y a eso sumarle que el sol empezaba a menguar, hacia que la labor fuese muy complicada.

Los sonidos característicos de la noche poro yo los alcanzaron y pese a que tanto como el pixi, así como el thri-kreen parecían estar habituados a la intemperie que a la comodidad de las ciudades, decidieron acampar ya que las heridas del insectoide no eran para nada superficiales. Las horas pasaron hasta que el alba empezó a despuntar en el horizonte, afortunadamente nada ocurrió en ese lapso de tiempo y ya con la barriga llena, junto con las energías renovadas continuaron su recorrido.

El camino les había conducido hasta Nulb que a todas leguas parecía un pueblo abandonado, el cual poco a poco se iba convirtiendo en parte del mismo bosque. Durante todo el trayecto Glynmaer no paro de hablar de su vida, del sol, de la lluvia, de la noche, de las estrellas, del tuerto de sus sueños, incluso hablaba dormido y solo sabrán los dioses con que soñaba porque pataleaba y tiraba puños, en fin ¡hablaba hasta por los codos!, en contra posición Krath-Tk solo musitó unas cuantas palabras cuando era estrictamente necesario, pese a ser un dúo muy dispar no tuvieron problemas entre ellos y por alguna razón no veía al pequeño pixi como la cena si no como un loro acompañante, aquella imagen del pixi con el pico de loro le hizo mucha gracia haciéndole “sonreír”, aunque sus facciones de insecto poco o nada revelaban aquella sonrisa.

- La si parece estar completamente solo - aseveró las palabras a de su reciente compañero, - ¿que habrá ocurrido aquí? - se preguntó algo extrañado ya que un pueblo con una fuente de agua tan cerca, junto con un busque en sus linderos, hacía que aquel lugar fuera idóneo para ser habitado. Alza la vista para preguntarle al pixi - Glynmaer, ¿sabes porque no hay una sola alma en este lugar? - según el mapa estaba cerca del templo al que se dirigían y lo que antes parecían solo disparates de un pixi, ahora iba cobrando algo de sentido, o por lo menos ya no se lo tomaba tan a la ligera, algo muy peligroso había ocurrido en ese pueblo para que aún a la fecha no volvieran a habitarlo.

Inspeccionar casa por casa era una pérdida de tiempo así que decidió hacerle caso a su compañero pero de todas formas caminaba con los sentidos bien atentos - aváncenos y busquemos la plaza principal - ante un pueblo desconocido y sin nada de información, cualquier camino podría servir, así que empezó a andar.

Aquel camino giraba hacia el noreste y llevaba a lo que parecía ser un embarcadero, aunque no fue eso lo primero que les llamó la atención al ser insectoide y al fata, sino un edificio situado al principio de la calle a su izquierda.

Aunque como casi todos, se trataba de un edificio algo desvencijado, aún conservaba su estructura y es más, parecía ser más sólido que la mayoría de los edificios de la villa. Aquel en concreto aún conservaba un cartel que colgaba encima de la puerta y el cual recitaba: "Hierbas".

Krath-Tk, detectó entonces un fuerte olor. Era como olor a un animal y se estaba acercando.

Sus fosas nasales pronto percibieron el aroma de un animal acercándose, desconocía qué tipo de animal podría ser pero era mejor ser precavido, haciéndole señas al pixi entra en el edificio de hiervas, quedándose agazapado tras la puerta a medió abrir para ver de qué animal se trataba.

Me encojo de hombros, tal vez encuentre algún bálsamo que alivie el dolor de sus heridas porque mis limitados recursos no están para ir poniéndolos a tontas y a locas al servicio de terceros. Si los desperdicio, no los tendremos cuando hacen verdadera falta.

Siempre situado a una distancia prudencial y bajo una forma no visible para la mayoría de las criaturas, sigo a mi curioso compañero con la esperanza de que no se meta en más problemas. Hay una cantidad muy reducida de los que voy a poder sacarle.

Gracias al olfato del trhi-Kreen pudieron detectar de donde procedía la amenaza y no era precisamente del interior del edificio como en un principio había creído Krath-Tk, sino de una zona arbolada situada a su izquierda. Se trataba de un enorme jabalí, el cual, al igual que Krath-Tk se encontraba olisqueando la zona.

La presencia del jabalí hozando por los alrededores me trae sin cuidado, puesto que el animalillo no tiene nada que ofrecerme. No le necesito para buscar trufas, ni me hace falta como comida, ni encuentro ningún placer en darle caza como los humanos acostumbran a hacer por mero entretenimiento. No voy a matarlo solo porque puedo hacerlo, ¿qué clase de loco sería?

—¿Vamos a echar un vistazo a esa herboristería o qué? —le pregunto a mi compañero. Quizá el tenga otros planes para el jabalí que no sean de mi incumbencia.

Glÿnmaer fue sin duda el más rápido. Despareció enseguida que vio a aquella enorme bestia cornuda, introduciéndose en el interior del edificio que tenían delante, con el cartel que rezaba "Hierbas". Así pues, Krath-Tk se quedó a solas con aquella bestia.

Ese ser se movió rápido hacia su posición y sin más, le embistió con el morro clavando sus colmillos en su duro caparazón y afectando sin duda a algún que otro órgano. De nuevo su sangre se derramó sobre el suelo y todo empezó a nublarse hasta que perdió la consciencia con la última imagen de aquel animal rabioso y sus porcinas mandíbulas encima de él.

Glÿnmaer fue sin duda el más rápido. Despareció enseguida que vio a aquella enorme bestia cornuda, introduciéndose en el interior del edificio que tenían delante, con el cartel que rezaba "Hierbas". Así pues, Krath-Tk se quedó a solas con aquella bestia.

El pixi osucro se hallaba en esos momentos en lo que parecía ser una antigua tienda. Frente a él se encontraba una barra llena de polvo y tras ella y en todas las paredes de la estancia, estanterías repletas de frascos rotos, bolsas de cuero con su contenido desparramado por todo, en su mayoría hierbas y polvos. El suelo estaba repleto de cristales y otros desperdicios como maderos, envoltorios y hasta insectos y pequeños mamíferos casi momificados, sin duda debido a la ingestión tiempo atrás de alguno de los remedios que habían sido lanzados por doquier. Estaba claro que aquel desastre había sido obra de unos vándalos tiempo atrás.

Un pasillo que discurría paralelo a la pared de la derecha del edificio, conducía a una habitación situada a la izquierda del mismo y una segunda puerta se encontraba justo después de la barra, posiblemente se tratara de un viejo almacén.

Entro en la herboristería y curioseo sin tocar nada, frunciendo el ceño y arrugando la nariz cada vez que descubro un nuevo hallazgo repugnante. Claro que tampoco esperaba encontrar un montón de frasquitos cuidadosamente alineados y etiquetados a la espera de que yo llegase para llevármelos.

Aguzo el oído tratando de detectar cualquier sonido que llame mi atención y me fijo en los detalles de cuanto veo, sin tocar nada. El lugar parece tranquilo a simple vista pero es mejor desconfiar.

Agarro algunas de mis varitas mágicas y comienzo a desencadenar un sortilegio tras otro. Con suerte, durarán lo suficiente como para poder explorar unos pocos edificios más. Tal vez aquí no haya nada más que insectos muertos y ratas gordas, pero a lo peor el jabalí no es el único habitante de este pueblo aparentemente abandonado.

Mientras Glÿnmaer empezaba a utilizar sus varitas mágicas de manera previsora, escuchó un fuerte golpe en el exterior y un lamento justo antes de escuchar como algo se desplomaba en el suelo, acto seguido escuchó un gruñido y como algo se alejaba del lugar al trote.

De momento, en aquel lugar no escuchaba nada más, como aparentemente todo estaba tranquilo. Si había algún tipo de sorpresa que le esperaba detrás de alguna de las puertas que había en aquel edificio destartalado, era una sorpresa realmente silenciosa.

Pongo los ojos en blanco al escuchar el golpetado en el exterior, imaginándome a mi insectoide amigo otra vez tirado en el suelo tras ser embestido por el jabalí. ¡Menudo aliado me he ido a buscar!

Doy media vuelta y me asomo discretamente al exterior, con la esperanza de que el berraco se haya marchado y las tripas de mi compañero no estén dispersas por toda la zona.

El jabalí se había marchado, pero las tripas del insectoide amigo de Glÿnmaer estaban desparramadas por el suelo. Krath-Tk seguía respirando, eso sí, pero de forma muy débil. Volvía a estar al borde de la muerte.

Me inclino sobre los restos despripados de mi compañero y no puedo evitar sentir cierta sorpresa al descubrir que todavía sigue con vida. De lo que no cabe duda es de que es difícil de matar, aunque también tiene una tendencia preocupante a perder el conocimiento.

Le impongo las manos mientras musito las palabras de mando que activan mi cinturón encantado.

—Sana, sana, culito de rana...