Partida Rol por web

Te consigues desatar cuando es bastante tarde, ya tienes a la enana muy próxima a la trampa, no puedes huir ni evitar que ella esté en peligro.

A duras penas consigo ir aflojando los nudos, pero al final consigo desacerme de ellos. Tan pronto acabo de desatarme, me quito la mordaza y le grito a la enana mientras corro hacia ella:

-Cuidado, es una trampa, no te acerques.

De pronto el Hobbit parece soltarse de unas ataduras y corre hacia ti pidiendo ayuda.

Cuidado, es una trampa, no te acerques.

Pero es tarde, de pronto os veis rodeados por 6 grandes trasgos que os miran riendo con espadones y jabalinas.

Están a unos 3 pasos de vosotros en todas direcciones y están preparados para acribillaros.

Suelta tus armas enana y no te haremos daño! Enfrentarte a nosotros es tu muerte, pregúntale al mediano si quieres jajajajaja.

-¡Recojones! ¡Se escucha batalla!-Gritó en cuanto fue capaz de reconocer aquellos sonidos.

Descabalgó de inmediato y agarró su ballesta pesada, préviamente cargada.

-¡Oh, Bendito castigador, guía mis saetas así como guías mi maza, que el castigo emane de mis golpes y te honre! ¡Mont Jouar! ¡Saint Dennise! ¡Por Dios, que me muera si flaqueo!

Sin pensárselo dos veces, el Conde de Miramonte salió a la carrera dispuesto a batallar contra aquellos malhechores.

Tras fallar su disparo, dejó caer la ballesta y desenvainó sus armas.

Otra vez se topaba en su camino con bandidos. Esos eran algo más agradables que los últimos contra los que se había enfrentado, pero seguían siendo una bestias horribles y desde luego eran superiores en número a la banda del alcalde Jom. Aquel asunto pintaba bastante mal. Más teniendo en cuenta que el único aliado con el que podía contar era todavía más pequeño que ella y si no había visto mal, estaba desarmado. 

Dwana tardó un poco en reaccionar. Más de la cuenta. Aquello le había pillado desprevenida. Desde luego lo que no haría sería quedarse de manos cruzadas y esperar a que le robasen, violaran, mataran o todo a la vez. Si había sobrevivido a la anterior emboscada, trataría de hacer lo mismo con ésta. Agarró la empuñadura de su fiel urgrosh, herencia de su famoso abuelo, y se preparó para lo peor. 

- Mantente cerca, pequeño. - Le dijo. En cuanto caiga el primero apresúrate a hacerte con su arma y me ayudas con el siguiente. Si queremos sobrevivir tendremos que luchar codo con codo.

Los Grandes Trasgos os vuelven a instar a deponer las armas, hacen amagos de tiraros las jabalinas si no lo hacéis. Están preocupados principalmente por el arma de la enana, aunque al ser mujer no creen que sepas usarla. Del mediano no temen nada, lleva demasiado siendo abusado por ellos como para que crean que sea capaz de hacer nada en su contra.

-Suelta esa arma niña antes de que te hagas daño! o que te lo hagamos. JAJAJAJA ríen todos.

El Conde, consciente de lo que ocurre, descabalga del caballo y junto a su fiel ballesta se dirige a la carrera a defender a los desvalidos.

Mientras tanto su oriental amiga queda patidifusa sin saber que hacer.

Aunque pensaba en evitar meterse en problemas ajenos, lo cierto es que ahora ya hay poco que decidir.

Sigo a mi compañero de viaje, ballesta en mano también.

Cuánto ímpetu y ganas de morir, sin duda es usted un temerario!

¿Niña? ¿Todos esos desalmados se dirigían a ella con ese mismo apelativo? ¡Ella no tenía nada de niña! ¡Era un fornida y curtida enana adulta! Iban a ver esos seres miserables de que estaba hecha Dwama Pillim y iban a probar el sabor de su urgrosh enano. No dijo nada, pues no iba a malgastar saliva con aquellos malnacidos. 

Dwama miró al hobbit. Era bastante pequeño, no sabía si iba a poder con ella, pero por si acaso se la dejaría. Al menos de esa forma estaría armado. Dejó caer si ballesta al suelo junto al estucho con los virotes. Igual aquel mequetrefe sabía como utilizarla.

Agarró con firmeza su arma, analizó la situación y entonces determinó cual iba a ser su primer objetivo. Todos esos seres le parecían igual de patéticos, así que no dudó en cargar contra el que estaba más cerca de su posición. Uno especialmente feo que estaba cerca de un extraño y retorcido árbol en forma de seis.

Me acerco a la Enana y hago caso a sus palabras, preparandome para hacerme con cualquier arma a la que tenga acceso para poder salir de aquella situacion; tenemos que cooperar para salir de esa situacion con vida.

Bajo mi asombro de ver como un enano, de los cuales creia ser habiles en combate cuerpo a cuerpo, cae de bruces contra el suelo y sus armas, una gran hacha algo llamativa y una ballesta pesada, ruedan cerca mio, opto por recoger la ballesta y disparar al trasgo cercano a nosotros.

Al ver a la enana cargar con furia contra uno de ellos, todos los Grandes trasgos atacan al unísono lanzandole sus jabalinas.

solo dos de ellas impactan sobre la enana, pero son suficientes para frustrar su carga, perdiendo el apoyo en el momento último y soltándose el Ugrosh de su abuelo que acaba a pocos pasos del mediano.

Por su parte el Hobbit opta por recoger la ballesta pesada, que al ser un arma mas grande de lo que acostumbra, no calcula bien el ataque y falla por bastante.

-Maldito Hobbit! como te atreves a atacarnos! con lo que hemos hecho por ti! te vas a enterar! Te grita el gran trasgo que mas palizas te ha dado 

Por desgracias, la ballesta es un arma demasiado pesada para mi, lo que me desequilibra y hace errar el disparo, tras esto, decido que si con el arma de la enana me ocurrira lo mismo, mi mejor opcion es asistirla en el combate, recojo su llamativa arma y se la acerco.

El hobbit opta por cargar con la ballesta y el Ugrosh hacia la enana, entregándoselo para que te salve la vida, tu no tienes  muchas mas opciones, os ponéis espalda contra espalda y rezáis por poder acabar con ellos antes que ellos con vosotros.

La contraofensiva no se hace esperar, todos los orcos cargan contra vosotros, debéis pagar por intentar herirles.

Recibís tajos por todos lados que os hacen estar sumamente heridos, veis vuestro final acercarse.

Por primera vez que mucho tiempo, tanto como el que hacía que mató al alcalde y sus dos esbirros, tenía miedo. En un momento había sido rodeada por un montón de malolientes grandes trasgos. Además, en un momento recibió una fuerte manta de golpes y cortes por todo el cuerpo. Otro ataque así sería inviable con su vida.

No obstante, superaría sus miedos como hubiera hecho su abuelo. Rocknath estaba de su lado y la protegería. No podía fallar. Por ello atacó con todas sus fuerzas, las pocas que le quedaban. Su primer intento fue una burla a su capacidad, pero con el segundo, clavó el pico entre ceja y ceja del gran trago con el que se había fijado desde el primer momento. Ese ya no podría dañarla más.