Partida Rol por web

Tu pregunta congeló la escena que se estaba desarrollando en el comedor. Tus padres intercambiaron miradas y tu abuela te miró con interés. Andelin no mostró ninguna variación. Tampoco habló. Se limitó a echar a andar hacia donde tu te encontrabas para seguir caminando sin esperarte. Te llamó la atención que hubiera elegido el comedor para vuestra reunión. Parecía que todos los acercamientos familiares iban a darse en esa habitación.

Te miró en silencio, con la misma dureza e indiferencia que siempre había mostrado.

- Tu dirás.

No le sorprendió para nada la reacción de Andelin, no era como si esperara un abrazo por su parte al encontrarse en aquella reunión privada. Mucho era que cuando había tenido su "ataque" la hubiera retenido por medios físicos y que luego le hubiera preguntado si estaba mejor. Por lo demás, sentía la misma indiferencia que mostraba él. Siempre había aquella parte de ella que anhelaba escuchar una disculpa pero ni que algún día llegara, dudaba que aquello fuera a cambiar nada pues sería demasiado tarde.

- No me voy a andar con rodeos - ni siquiera creo que vayas a acceder, añadió para sí -. Quería aprovechar para preguntarte si has descubierto algo más sobre el asesinato de Faye - había una nota de tensión obvia en su voz que no se molestó en disimular -. Pero ese era mi motivo secundario para querer hablar contigo - pero no menos importante -. ¿Me puedes enseñar legeremancia?

- No conozco todavía los motivos - Todavía. Casi te sorprendía que Andelin se estuviera tomando tantas molestias por un asunto familiar. Aunque claro, estábamos hablando de Faye, no de ti. - Creen que hay un patrón dentro de los asesinatos. - continuó. - Todos son los herederos de las familias nobles más antiguas e influyentes del mundo mágico.

Hablaba despacio, como si no tuviese claro si la ibas a ser capaz de apreciar todos los matices.

- No me trago que la muerte de Faye case bien en ese patrón. - pudiste apreciar que no dudaba de que la relación existiera entre los demás. - Es como si hubiesen matado a la pequeña Malfoy - entrecerró los ojos, pensativo. En momentos como ese deseabas poder hacer ya legeremancia. - Para respetar el patrón no debería haber muerto Faye. Deberías haber sido tú.

Entonces llegó la pregunta clave. No hubo sorpresa en su rostro. Tampoco sarcasmo u orgullo. Nada.

- Lo pensaré.

Esa había sido su respuesta. No era lo que querías, pero tampoco lo que esperabas que dijera. Había dejado una pequeña rendija en la pesada puerta que te separaba hacia esa maravillosa habilidad. Te observó durante un par de segundos más, evaluando si podía sacar algo de la conversación.

- Dame tu versión.

No te sorprendió la pregunta. Andelin no daba a cambio de nada. Lo único que te sorprendía es que la moneda de cambio fuera simple información sin contrastar.

Cuando empezó a hablar fue toda una sorpresa pues esperaba alguna puya por su parte y nada de información. No pudo decir que le agradara nada de lo que escuchaba. Ya había sospechado que las muertes estaban relacionadas con forzar el posicionamiento de las familias más importantes pero no fue aquello lo que le arrancó la sonrisa amarga. Fue la absoluta indiferencia con la que anunció que la muerta debería haber sido ella. Aquello pasó sus barreras y la llenó de cierta inquietud pero no sólo eso, era el dolor al pensar que su hermana podría haberse salvado, el dolor de saber que si ella fuera la muerta su familia no estaría tan hundida.

Parpadeó un par de veces, espantando el fantasma de las lágrimas.

- Sabes que no tengo nada - anunció con pesadez. Había estado tan hundida que estaba claro que no había investigado nada -. Pero tengo ideas, supongo. Sospechaba que había un patrón y que pretenden que las familias importantes nos posicionemos en contra del acercamiento muggle y que ese es el motivo por el que están muriendo sus hijos, aunque debo admitir que no esperaba que tuviera que morir yo. Lo de Faye puede ser por muchos motivos, aunque ninguno me encaja. De espaldas nos parec-cíamos - tuvo que cambiar el tiempo verbal de forma brusca. Era increíble estar manteniendo aquella conversación con aquella calma académica que en el fondo no sentía -, por no hablar del lugar en el que apareció. Yo acostumbraba a ir ahí con Ryan - todo en su conversación estaba marcado por los tiempos verbales pasados, lo que le hacía darse cuenta de que con cada palabra dejaba patente todo lo que había dejado atrás -. Otro motivo puede ser el hecho de que una sangre limpia como ella saliera con un sangre sucia como Jason. O que descubriera algo sin querer. No sé nada, Andelin - acabó por decir, dejando que el fastidio se trasluciera en su voz -. Y ya llevo demasiado tiempo así -  terminó por reconocer con voz baja. Se había encerrado en su mundo sin mover un dedo, a pesar de que deseaba saber más sobre la muerte de su hermana se había sentido incapaz. Por eso quería cambiarlo -. Por eso quiero aprender legeremancia. Todo el mundo miente demasiado, toda la gente que supuestamente eran mis amigos han desaparecido del mapa porque nadie es quien fingía ser - ni siquiera sabía por qué le reconocía aquello a su hermano pero era una evidencia del lamentable estado en el que se encontraba su vida-. Necesito empezar a investigar por qué Faye está muerta y es complicado si tengo que perder el tiempo averiguando qué es verdad y qué es mentira - ahogó un suspiro y dirigió la mirada, que hasta el momento había permanecido vagando por la estancia, hacia Andelin -. Puede que sea un buen punto de partida preguntarle a Jason qué hacía Faye en la torre del reloj, aunque si tienes alguna otra idea estoy dispuesta a colaborar.

Escuchar la voz de Lucas la emocionó gratamente. Una sonrisa divertida se expandió en su rostro mientras subía a su habitación y se tiraba en la cama, dispuesta a hablar con él:

- Sí que te oigo. ¡No lo toques más!- y rió, divertida. Estaba claro que no entendía nada de tecnología, aunque si se paraba a pensarlo, ella tampoco a aquellas alturas.- ¡No sabes lo que me alegro de escucharte, Lucas!- ¿Estaba por ahí Sarah también?- Y saluda a Sarah de mi parte, ¿de acuerdo?- No supo muy bien qué sentir. Por un lado estaba contenta por que Lucas no estuviera solo y Sarah era una buena compañía. Pero por otro... Sarah podía llegar a ser demasiado buena compañía.

Siempre queriendo abarcar todo y a todos... es normal que quiera rehacer su vida. Y mejor con Sarah que con Isabella. O incluso conmigo. Empiezo a pensar que no soy demasiado buena compañera.

- ¿Cómo estás? Ahora ya puedes contarme directamente qué está pasando, porque Jason me ha hablado de manifestaciones y de posicionamientos de familias nobles, pero poco más sé. Lo cierto es que estaba contenta aquí pero... creo que me he confundido con las prioridades.- quería servir de ayuda. ¡Si hasta había dejado de importarle encontrar a Rebeca o no!- Por cierto, ¿conseguiste encontrar alguna pista sobre Rebeca?

Aquella afirmación cayó sobre mí como un cubo de agua fría*, obligándome a permanecer callado, manteniendo aquella mascara insensible, estoica e indiferente que hacía parecer que lo escuchado no me había afectado lo más mínimo. Aunque tal respuesta física no se correspondiera con aquello que pasaba por mi cabeza.

No. Siempre ha sido así. ¿Por qué debería ser ahora diferente? ¿Qué ha cambiado? Aquella última pregunta me arrancó un lento pero largo suspiro que escapó por mi nariz de forma apenas perceptible. Tenía demasiadas preguntas, demasiados interrogantes como para plantarme y mirar a otro lado. Estaba demasiado convencido del error en sus palabras como para plantearme siquiera el mínimo atisbo de duda. Al menos, por ahora. Por que escuchar a mi tío dejando escapar aquellas palabras fue un golpe muy duro a uno de los pilares de mis creencias.

- Nos cazarán como animales. - Estaba seguro que, si se destapaba todo aquello, los muggles que eran infinitamente superiores en número, querrían aplastarnos. Como siempre deseaban hacer cuando no comprendían algo. Esto había sido así siempre, y siempre lo será. Nosotros éramos mejores, éramos más poderosos, pero muchos menos. Y divididos.

Quizás, aquella última idea era la que me había hecho plantear que las afirmaciones de James tenían un pequeño punto de razón: Habíamos fracasado como sociedad. Pero el fracaso no constituía una derrota.

La idea de una guerra a varios frentes no solo era la más lógica, también la más peligrosa. Las lealtades cambiaban muy rápido, y el enemigo de mi enemigo rara vez era mi amigo. Aquello solo alimentaba mi desconfianza hacia cualquiera de las partes implicadas, y reducía aun más el margen de personas en las que confiar. No dije nada, me limité a guardar aquellas conclusiones y temores para mi mismo.

Orden de ideas que se vieron interrumpidos con la risa de mi propio tío, que consiguió descentrarme y dudar de lo que estaba pasando hasta que me dijo que no me explicaría todo lo que sabía. Sabes que esto habría sido más cómodo, rápido y sencillo.

Pero tenía algo para mi. Agarré el pequeño paquete, sin abrirlo, solo mirando la tapa para después mirar a mi tío, en silencio, escuchando que era. Mi mirada bajó una vez más al paquete según me explicaba todo aquello. No eran tres pociones normales. No eran pociones de uso genérico, parecían más bien que cada una tendría un propósito en un momento determinado. Una razón por el cual me eran entregadas.

Me preguntaba como James podía saber todo aquello.

No me moví, no dije nada, mirándolo en el más rotundo de los silencios. Sentí su apretón en el hombro, mientras se alejaba, y finalmente desaparecía. Y yo me quedé allí, quieto, en silencio observando el mismo cielo estrellado que él, durante unos segundos de silencio sin contestar, sin decir nada durante un largo silencio.

- Gracias. - Fue mi última palabra hacia él, demasiado tarde para que la pudiera escuchar. Demasiado lejos, seguramente. Dejé escapar el aire de mis pulmones lentamente, bajando la mirada hacia el horizonte una vez más, y me di la vuelta para volver a entrar en mi propia casa.

Debía serenarme antes de entrar. Ordenar mis ideas. Poner las cosas claras. Encontrar respuesta a muchas preguntas. Y sabía que muchas de aquellas respuestas las tendría alguien en particular.

Ayrton Black.

El regalo de Kate me encantó. Parecía qe todos me animaban a llevar a cabo mi sueño, ser jugador de quidditch profesional. No pensaba defraudarlos. Sonreí al ver la camisa. Muy Kate. Y grageas, como no. Tomé una mientras subía siguiendo a mi primo.

Tomé el anillo que me ofrecía y lo miré unos segundos. Si hacía lo que decía era un arma muy poderosa... y peligrosa. No siempre era positivo saber lo que los demás sentían por uno mismo. Podía resultar peligroso, pero aún así entendía porque me había dado el anillo.

Gracias, primo. Asentí a sus palabras, agradecido. Se preocupaba por mí, no tenía ni que usar el anillo para saberlo. Intentaré usarlo con cabeza. Si me entero de algo te lo contaré, pero... Haz lo mismo, ¿vale?

Ian... Dije antes de que se fuese. ¿Conseguisteis descubrir algo? Lo que sea. Cualquier pista podría ser de ayuda.

Escuché a mi padre en silencio, con cierta frustración. Como de costumbre, nadie sabia nada, nadie habia descubierto nada, y sus afirmaciones fueron más que obvias. Seguia empeñado en que era necesario abrirnos a los muggles, en que eso haria que todo fuera mejor. Y lo cierto era que, durante mucho tiempo, yo mismo habia creido que así era, que desde luego las cosas cambiarian a mejor si eso sucediera. Sin embargo, de un tiempo a esta parte, aquel convencimiento se habia ido desmoronando, como la adoracion que hasta entonces habia sentido por mi padre.

Si, todo aquello era maravilloso, idilico, sobre todo para gente como mi madre, que se habia visto condenada a apartarse de su mundo, para poder vivir en el nuestro sin que ninguno de nosotros corrieramos peligro. Pero, ¿realmente seria asi? En aquellos ultimos meses habia muerto gente. Demasiada. Y, en contra de lo que pudiera parecer, habian sido los sangre limpia, los magos mas puros, quienes habian sufrido. Y eso que aun no habia sucedido nada. ¿Que pasaria cuando los muggles se enteraran de que estabamos ahi? ¿Y si comenzaba algun tipo de persecucion? Habian muerto cinco niños, cinco magos con una enorme tradicion magica... ¿Y si no eran los unicos?

Negué, dejando escapar un largo suspiro. Iba a contestar, iba a rebatirle, pero entonces se levantó, pidiendome que le acompañara- Con permiso. - dije, pidiendo disculpas al resto, mientras lo seguia al exterior. Seria alli donde continuaria mi conversacion con el. Alli donde intentaria ser sincero con el.

Le acompañé al balcon. Y antes de que pudiera decir nada más, comenzó a hablar, a disculparse por estos ultimos años- Papá, ya no soy ningun niño. Y este año, despues de todo lo que ha pasado, menos aun. Algunos de mis amigos han muerto. Alguna gente a la que queria ha muerto. He tenido que ver como atacaban a los que me importaban, como June. Y he tenido que aprender a defenderlos, y a defender, aun a costa de mi salud. Entre unas cosas y otras, en estos cuatro meses he pasado mas tiempo en la enfermeria y persiguiendo al culpable que en toda mi vida. Yo confio en ti, creeme. Pero necesito que tú tambien confies en mi. Saber, esa es la unica forma en la que puedes protegerme, la unica manera de saber a qué me enfrento, a qué atenerme. Si no confias en mi, si no empiezas a tratarme como a un adulto, lo unico que conseguiras es que haga alguna gilipollez y acabe en esa lista.

Hice una pausa. Necesitaba un cigarrillo. Nunca habia fumado delante de mi padre. Y quizas, precisamente, habia llegado el momento de hacerlo. Saqué mi paquete de cigarrillos y, a pesar de saber que no fumaba, le ofreci uno, como si fuera lo mas natural del mundo. Despues encendi el mio, sin dar explicaciones, sin justificarme. No veia necesario hacerlo- Yo sé qué tengo que hacer. Pero si voy a ciegas, será mas peligroso. Hay alguien atacando a los sangre pura, eso está claro.  La cuestión es, ¿quien? ¿los partidarios del acercamiento? Eso no es ninguna buena campaña a favor. Piensalo papá. ¿Y si los muggles no se toman a bien nuestra existencia? Hasta ahora siempre habia pensado que era lo mejor, que las cosas irian bien asi, pero... -- me detuve, dandole una calada a aquel cigarro, mirandolo fijamente- ¿Y si no es asi? ¿Y si son ellos los que deciden atacarnos? Todo esto es delicado y peligroso, papá. Mucho. No estoy diciendo que haya dejado de apoyarte, o de estar a favor, pero si que antes de seguir dando pasos, hay que solucionar esto. Saber quien está detrás de estas muertes.

Y, de repente, sin previo aviso, hice una pregunta que quizás podria carecer de sentido, pero que para mi lo tenia completamente- Papa... ¿Que se sabe sobre la desaparición de la hija de los MacLaggen? ¿Ha vuelto a saberse algo mas? - pregunte, dando a entender que no iba a dar explicaciones, pero que era importante.

Acabe aquel cigarrillo, tirandolo por el balcon, para despues mirar a mi padre, dandole a entender que quizás no era tan inocente como podria parecer. Y entonces vi aquel paquete en sus manos. Un paquete que no tardó en abrir, mostrandome un extraño amuleto- ¿Que es? -pregunte entonces, mirandolo, con curiosidad. Mi regalo estaba en la chimenea, junto al resto y no esperaba que mi padre se adelantara de esa forma. Acabe por esbozar una media sonrisa, contemplando el amuleto en mi mano, intrigado- Gracias, papá. Lo haré-dije, con un agradecimiento sincero, ensanchando ligeramente mi sonrisa, a la espera de su respuesta.

June sonrió ampliamente cuando observó la reacción de Janeth, le hubiera gustado regalarle algo mejor pero con el poco tiempo del que dispuso aquello fue todo lo que pudo conseguir, por ello se alegró cuando su amiga lo aceptó de tan buen grado. June por su lado no tardó nada en colocarse el colgante regalado por su amiga en forma de J, le sentaba muy bien y lo cierto es que había tenido muy buen gusto, sin embargo cuando volvieron a hablar los padres de Janeth, June volvió a caer en la cruda realidad, el mundo mágico estaba convulsionado ya no sólo los hijos de muggles eran los que tenían problemas sino también el resto de familias mágicas, la señorita Flatter supuso que aquello vendría por cuestiones políticas, por lo del acercamiento a los muggles en verdad que a veces no comprendía como las cosas podían a llegar a complicarse tanto por unos ideales tan utópicos como el de la convivencia en paz con las personas no mágicas. Puesto que June a pesar de su ascendencia tenía claro que el acercamiento a los muggles no debía darse, si había estado funcionando durante tanto tiempo ¿por qué cambiarlo ahora?

- Entonces... ¿Qué tenéis decidido?- intervino de manera tímida en la conversación

- No me refería solo a Nathiel. Seguramente hay más gente interesada en que salga adelante. Quizás alguna de esa gente tengan los suficientemente pocos escrúpulos como para hacer algo así.- comenta ante la respuesta de su padre. Pero por lo visto la conversación ha finalizado, pues tanto su padre como su tío se levantan y comienzan a recoger la mesa. 

Se vuelve hacia su prima, cuando ya estaba levantándose para ayudar, ligeramente sorprendida de oír su voz. 

- Estaba pensando eso mismo- confiesa.- La mayoría de los atacados tienen sangre muggle. Creía que eran los del otro bando pero todos los muertos son puros. Eso cambia las cosas. Sí que es muy probable que sea intento de despiste. 

En cuanto su padre reclama su atención, Arianna finaliza de momento la conversación con Clarissa y les sigue a él y a su madre a la cocina. Cuando vio el anillo las manos de Arianna se fueron a su boca, tapando su asombro. Conforme la explicación avanzaba, las lágrimas empezaron a correr por sus mejillas sin que pudiera hacer nada para evitarlo. Tan pronto terminan de hablar, Arianna se abalanza sobre ellos fusionándose en un profundo abrazo y sin dejar de llorar. Arianna no era dada a mostrar sus emociones, pero sencillamente aquello había llegado en un momento de tensión. Había sido la gota que colmaba el vaso. 

Para sus padres sus lágrimas podían parecer de emoción pero aquello va más allá, pues contienen cierta desesperación y, a la vez, cierto alivio. La protección no podía haber llegado en mejor momento. Poco más de un mes de firmar su sentencia de muerte. Al menos, así sabría cuando debía tener cuidado y podría intentar evitarlo. Los sollozos le impedían hablar, así que permaneció callada. Además, no podía hablar. Si lo hacía...

- Gra-gracias- consiguió decir y al final, se apartó de sus padres recobrando la compostura.- Significa mucho para mi. ¿Era de la abuela?- pregunta con timidez, aferrándolo como si le fuera la vida en ella. Y en cierto modo, la realidad era esa. Con los ojos busca un hilo o cadena que pueda usar para colgárselo al cuello. 

- Demasiado vagos - concluyó negando con la cabeza. No le había convencido ninguno de tus argumentos. - La legerenmancia no es algo que cualquiera pueda aprender - él no era cualquiera, por supuesto. Pero tú sí, al menos desde su perspectiva - ni es inmediato. - Apretó los labios y frunció ligeramente el ceño de forma pensativa. - Si quieres que te enseñe tendrás que ganártelo.

Echó a andar hacia el salón de nuevo. Estando ya en el pasillo se volvió hacia ti.

- La familia se posicionará en contra del movimiento.

No sabías si ya lo habían hablado o era una suposición suya, pero sabías que era cierta. Le seguiste hasta el salón preguntándote como reaccionar. ¿valdría de algo sacar el tema? ¿O era lo que Andelín quería que hicieras? ¿Era por eso por lo que te había dado la información? ¿Para provocarte?

Te sorprendió ver a Andelin sosteniendo ese pergamino. ¿Cómo le había dado tiempo a abrirlo? Toda tu familia lo miraba expectante. Sabías por qué: esa lechuza y ese sello solo podían provenir de un sitio. El Ministerio de Magia. Por fin Andelin levantó la vista y os miró a todos en silencio.

- Regina Oswald ha muerto.

La reacción, cuanto menos, había sorprendido a tus padres. Estabais acostumbrados a ser sinceros y abiertos entre vosotros, pero normalmente eran las palabras las que corrían libremente; no las lágrimas.

- Sí, era de la abuela - confirmó tu padre ampliando su sonrisa. La habías conocido muy de pequeña, pero siempre habías guardado un recuerdo increíblemente nítido de ella.

- ¡¡¡¡ANTHONY!!!! - el grito de Thomas os sorprendió. La carga de urgencia, sorpresa y cierta desesperación que contenían sus palabas hicieron que salierais corriendo a su encuentro. Antes de que tu padre pudiese preguntar qué pasaba, tu tio os miraba con los ojos abiertos. En su mano, estirada hacia vosotros, había quedado preso un pergamino arugado.

- Regina Oswald ha muerto.

- Por supuesto - contestó asintiendo con la cabeza. Sabías que era un por supuesto condicionado al secreto profesional de auror, pero menos daba una piedra.

- Lo único que puedo contarte por el momento es que el Ministerio cree la teoría del patrón entre las muertes por su pureza de sangre. - comenzó - Ahora están intentando encontrar otro en el modus operandi. Aunque está difícil. Según he podido saber, los hijos de Grey y Malfoy murieron a causa del ataque de un hombre lobo.

La incomodidad y el desagrado se instalaron en sus ojos.

- Vamos, estará preguntándose qué estamos haciendo. - Hablaba en singular, por supuesto. Solo una persona podía ser tan obsesiva y controladora. 

Cuando llegasteis lo primero que pensasteis es que estábais a punto de presenciar una de las mayores broncas de los últimos meses. Toda la casa estaba en silencio, observándoos como entrábais en el salón. Vuestro tío estaba de pie junto a la chimenea, sujetando un pergamino arrugado.

- Regina Oswald ha muerto.

No podría decirse quien se sorprendió más, si él de que sacaras el paquete o tú de que aceptara el cigarro. Las cosas hubiesen sido muy diferentes hacía apenas un año. Pero en ese momento, nadie erais o actuabais como solais hacer.

- Habrá muchos muggles que no se tomarán a bien nuestra existencia, hijo. Pero no podemos seguir ocultos para siempre. La sociedad necesita cambios, y para la nuestra ha llegado el momento del más grande de la historia - sus palabras sonaban tan seguras que ya no sabías distinguir si era su opinión o su discurso político. 

Su aparente tranquilidad se vio truncada por tu inesperada pregunta.

- ¿Los MacLaggen? - te miró con el ceño fruncido entre sorprendido y confuso. - Se marcharon hace unos años hacia el este de Europa, si recuerdo bien - llevó la mano del cigarro hacia su sien. Era un gesto que siempre hacía cuando intentaba recordar algo. - Fue algo extraño - continuó. - Su padre estaba muy bien posicionado en el gobierno. Era la mano derecha de Macnair por aquel entonces. - era un puesto importante. De alguna manera, tu padre lo ostentaba en ese momento. - Pero de un día para otro decidieron marcharse. Quizá las cosas hubiesen cambiado si hubiera sabido que Macnnair iba a ser elegido Ministerio de Magia - concluyó, con una ligera sonrisa.

No habías terminado de agradecer el regalo a tu padre cuando unas voces en el interior llamaron vuestra atención.

- ¡¡¡John!!! ¡¡¡Chicos!!! ¡¡¡Venid!!! - era Robert. Entrasteis por la puerta al mismo tiempo que Lucas y Sarah bajaban del piso de arriba. En la sala estaba Robert con un pergamino arrugado en la mano y los ojos abiertos como platos. Durante unos segundos pareció que solo podía concentrarse en respirar. Entonces, recuperó el habla. - Regina Oswald ha muerto.

Pareció hacerte caso al instante porque, de repente, dejaste de escuchar el ruido entrecortado que provocaba su terminal. Por fin calma.

- Saludos de Kate - escuchaste por fin. La única respuesta fue un extraño gruñido que no conseguiste descifrar. Interferencias. O esos aparatos no funcionaban o Lucas no se sabía estar quieto.

- Las cosas en el mundo mágico se han inestabilizado un poco desde que te fuiste, Kate. - si era cierto lo que Jason te había dejado caer, 'un poco' era quedarse muy corto. - Mucha gente relaciona las muertes de Hogwarts con la política del acercamiento, y toda la gente empieza a posicionarse. - tragó saliva - Los primeros han sido los Grey y Carrow, que ahora lideran la oposición al movimiento.

Así que las cosas se estaban poniendo feas. Y tú, mientras, habías estado ausente de todo aquello.

- Creen que existe un patrón entre las muertes y.... - oíste una voz de fondo que no fuiste capaz de descifrar. - Espera Kate, nos están llamando y parece urgente.

Las fuertes pisadas de los gryffindors bajando las escaleras hicieron que tu corazón se pusiera a mil por hora. Por alguna razón estabas segura de que algo no estaba yendo como debería. Cuando los golpes cesaron solo hubo silencio. Durante demasiados segundos. Podías escuchar como tu respiración se intercalaba con los latidos. Hasta que esa voz habló.

- Regina Oswald ha muerto.

Seguías pensando en las palabras de tu tío, la manera en la que conseguía su información y el contenido de la caja. Por eso no te diste cuenta del extraño ambiente que había inundado la planta baja de tu casa hasta que estuviste en medio del salón.

Visto desde fuera todo parecía igual. Los invitados divididos en grupos con las conversaciones ocultas gracias a la música de fondo. Lo primero que notaste fue la falta de elfos domésticos a vuestro alrededor. Era curioso como podían pasar desapercibidos cuando estaban y cómo podía llegarse a sentir su ausencia. Y entonces, llegó la segunda llamada de atención. El completo silencio enmascarado por la melodía. Nadie hablaba. Todos estaban en silencio mirando hacia un punto común: Amycus Macnair.

Sentiste como una mano te rodeaba el brazo a la altura del codo. Un simple movimiento del ojo te confirmó que era tu madre la te había abordado por la espalda.

- Cariño, vamonos de aquí. - Nunca te llamaba así - No tienes por qué estar presente. 

Sus palabras fueron como la gota que colmó el vaso. De repente, numerosas voces comenzaron a solaparse. Pero una destacó por encima de las demás.

- ¿Una muerte más a la lista de sangre limpia? - era Warlow Malfoy - ¿Tendremos el placer de ser testigos de una investigación en condiciones ahora que es la heredera de los Oswald la que ha muerto?

No llegaron a responderte. Antes de que lo hicieran, una lechuza entró en la habitación directa hacia el señor Smith. La leyó despacio. Entoces, volvió a hacerlo unas cuantas veces más. Parecía que era incapaz de asimilar su contenido.

- Nos marcharemos de aquí - concluyó finalmente. En su voz algo había cambiado y las tres lo habíais notado.

Fue su mujer la que le quitó la nota de las manos. Tras leerla, su expresión sufrió el mismo cambio. Pero en este caso, ella sí que os desveló el secreto.

- Regina Oswald ha muerto.

Su hermano empezaba a acabar con su indiferencia, logrando que la mirada de Vinny se volviera fría como un témpano de hielo mientras esperaba a que dejara caer una nueva crítica encubierta. Pero en su lugar le dijo que tendría que ganárselo. Tuvo tentaciones de enviarlo a la mierda y acabar con aquella especie de tregua ficticia que tenían pero tras un corto silencio terminó por asentir. Así sea. No sabía cómo pero lo haría.

Tampoco le sorprendió el posterior anuncio al cual también asintió, aunque fuera a espaldas de su hermano que ya avanzaba derecho hacia el salón. ¿Qué más daba? Le parecía una apuesta segura la de posicionarse en aquellos instantes, una de supervivencia, de eso estaba segura, más teniendo en cuenta la importancia de su apellido en la comunidad. Tenía que reconocer que sus ideales por la causa estaban bastante deprimidos. No le parecía que valiera la pena ese acercamiento si con él habían tantas muertes aunque a la vez le indignaba sobremanera que les forzaran a tomar partido por un bando de forma tan clara. Pero, ¿para qué protestar? Tal vez con aquello le estuvieran salvando la vida. Tal vez si lo hubieran hecho antes Faye estaría viva.

Y entonces le vio ahí, sosteniendo el pergamino con el sello del Ministerio mientras todos le observaban y supo sin necesidad de decirlo que había sucedido otro asesinato. La angustia le corrió por dentro, llevándose consigo su entereza y su aparente indiferencia mientras observaba a Andelin con las cejas hundidas y casi unidas, esperando que anunciara a quién tenía que llorar aquella vez.

Regina. Aquello le dejó una extraña sensación, una mezcla de frío y hielo en su interior. Sentía un indudable alivio por dentro al escuchar aquel nombre que salvaba la vida de tantos otros amigos, o supuestos amigos que tenía. Nunca le había caído bien aquella chica y ahora estaba muerta. Tenía remordimientos por no sentir dolor por su muerte pero sólo le preocupaba que siguieran con los asesinatos y el significado de la misma, máximo la tristeza que provoca que alguien muera tan joven pero con todo lo que estaba sucediendo ni esa tristeza era demasiado preocupante.

- Ya quedan menos familias a quienes matar un hijo para que se declaren en contra del acercamiento - terminó por decir con acidez, rompiendo el silencio en el que se habían sumido todos.

No dijo nada más, había llegado a su límite. Si seguía ahí le parecía que en algún momento u otro volvería a tener uno de sus ataques de ira. Se había puesto en marcha de nuevo y aunque intentaba evitarlo tenía sembrada la duda en su interior de que con su propia muerte quizás hubieran evitado la de Faye. La idea le aterrorizaba pero ¿y si era verdad? No habría nada peor que descubrir que Faye murió en su lugar.

Se marchó de la estancia en silencio, dirigiéndose a su habitación para encontrar en ella un refugio. Permaneció un buen rato con la cara oculta tras las manos y los pies golpeando a gran velocidad el parqué, sin llorar pero presa de los nervios. Por fin se calmó lo suficiente como para tomar pergamino y pluma y ponerse a contestar ciertas cartas.

Kate,

Gracias por el regalo, espero que estés pasando unas buenas navidades y que todos en tu casa estéis bien. Quería pedirte un favor. ¿Le podrías preguntar a Jason acerca de todo lo que recuerda de la noche en que murió Faye? ¿por qué se separaron? ¿cómo acabó Faye en la torre del reloj? ¿estaba diferente últimamente? ¿vieron algo extraño? Sé que esto será duro para él pero es necesario.

Gracias de antemano,

BB

Era consciente de que aquella carta era totalmente interesada pero no le importaba. Necesitaba saber aquello, ver si Jason era una vía muerta que no llegaba a nada o si, por el contrario, podía darle alguna pista de por dónde empezar.

Isaac,

Tan gracioso como siempre pero gracias, la guardaré para tu próxima visita y nos "emborracharemos" los dos con medio trago de whisky de fuego. Tengo algo que decirte. Me he enterado de que posiblemente tantas muertes de compañeros nuestros (acabo de enterarme de la muerte de Regina Oswald, aunque supongo que ya lo sabrás) se debe a que intentan que las familias de poder se posicionen en contra del acercamiento. Ten cuidado y si podéis haced algún anuncio público tomando bando también en contra, lo estéis o no, parece la opción más segura por el momento. Puede que yo Faye

Nos vemos pronto, espero que hayas pasado un buen día y lamento no haberte hecho ningún regalo, espero que no te hayas molestado.

Besos,

Vinny

La de Isaac había logrado arrancarle una media sonrisa nerviosa y, si no fuera por su propósito de dejarle pasar aquel día de fiestas tranquilo, era consciente de que por primera vez hubiera usado el anillo que le regaló para hacerle acudir.

Ryan,

Gracias por el regalo, lo leeré con atención a ver si es cierto lo que dijo la vendedora. Escucha, posiblemente ya lo sabrás pero tienes que ocultarte o forzar a que tu familia se posicione oficialmente en contra del acercamiento muggle, me parece que ahora es el modo más seguro de que sobrevivas porque parece ser que eso es lo que se oculta tras la muerte de tanto adolescente.

Por cierto, ¿sabes algo que yo no sepa sobre el asesinato de Faye? ¿tienes algún indicio del culpable o del motivo o de por qué Faye estaba en la torre del reloj? No parece encajar en el patrón de muertes que están siguiendo o quien estaría muerta sería yo. Siento ser insistente con todo esto pero es importante para mí.

Besos,

Vinny

El último mensaje, escrito con su letra pulcra de siempre, había sido el más complicado, forzándose a no sonar distante, a no sonar cercana. No quiso darle más vueltas al asunto, simplemente envió las tres notas con tres de las lechuzas de la casa y se tiró en la cama, esperando a que la noche cayera sobre ella para darle un poco de descanso.

Todos los presentes permanecían en silencio cuando una lechuza dejó un paquete de tabaco en tus manos. Contenía dos notas. La primera estaba escrita por la misma mano que había escrito la nota de la sala de los menesteres. La segunda era de Ryan.

Nunca debemos olvidarnos de quienes somos.

Ella ha estado aquí. Tened cuidado.

Una mueca de sorpresa se dibujo en mi rostro cuando vi a mi padre aceptar aquel cigarrillo. Creí que me echaria la bronca, que empezaria con esa monserga de "eso no se hace" y "pero qué te has creido". Y, en cambio, no dijo nada. Se limito a aceptar mi cigarro, como si aquello fuera lo mas normal del mundo- ¿Desde cuando...? - no pude evitar comenzar a preguntar, totalmente descolocado.

Sin embargo, mi padre pronto comenzo a hablarme del acercamiento. Asenti, en silencio, sopesando sus palabras- No dudo que no es cuestion de estar siempre ocultos, papa... Pero... ¿Estamos preparados? Esto se está yendo de las manos... No sé como habran estado las cosas fuera, pero puedo decirte como han estado en el colegio. Y la sensacion ha sido de descontrol y caos general. De desinformacion. Y la falta de informacion provoca miedo. Y el miedo nos lleva a hacer estupideces... No se, papá. Antes o despues sucederá algo. Alguien cometerá un error y la cagará. Y entonces será demasiado tarde y se desatará la locura. - dijo, dando por primera vez mi opinion abiertamente.

Entonces continuo hablando de los MacLaggen y asenti. No, parecia que lo de Rebecca no habia transcendido y quizás fuera mejor asi. O no. Y estaba a punto de contestar algo cuando, de repente, aquel grito de alarma me interrumpio. Corri al salon, junto con mi padre, con tata rapidez que incluso olvidé que tenia aquel cigarrillo en la mano. Y con el, entré en la estancia, mirando a mi alrededor.

¿Que ha pasado?

No me dio tiempo a formular siquiera la pregunta. La respuesta cayo sobre mi, como un jarro de agua fria*, dejandome completamente helado, incapaz de moverme o reaccionar. Regina habia muerto. Regina Oswald. De nuevo una sangre limpia. De nuevo alguien cercano a Ryan.

No pude evitar pensar inconscientemente en Rebecca. No era posible que una sola persona estuviera detras de todo aquello... ¿o si? En realidad, no veia sentido alguno a lo que estaba sucediendo. Se supone que Rebecca queria vengarse de Ari, pero las personas que habian muerto, todas, sin excepcion, pertenecian al circulo de Ryan. Josh era su amigo. Sam también. Faye era su cuñada. Victor su mejor amigo. Y Regina, su ex. El unico que me descuadraba en todo esto era Jay, con quien Ryan no tenia aparentemente mucha relacion. Sin embargo, parecia por su naturaleza estar llamado a acabar dentro de su circulo.  Era como si alguien quisiera arruinar la vida de Ryan, aislarlo, dejarlo solo. O como si el azar o la providencia se hubieran cebado con el.

Apenas me habia dado tiempo a reaccionar, cuando, de repente, y para colmo, una lechuza dejo caer un paquete de tabaco en mis manos, con dos notas. Las lei, atonito, teniendo claro quien era el remitente.

Ella ha estado aqui.

¿Rebecca habia ido a casa de Ryan? Eso me llevo al siguiente dilema: ¿habria ido Regina a celebrar la Navidad a casa de Ryan? Su padre era el viceministro de magia, seria hasta razonable. ¿La habrian matado alli, delante de el?

Aquello, sin duda, se estaba yendo de las manos. Ni siquiera me paré a escuchar. Ni siquiera me esperé a que nadie reaccionara, ni pregunté, ni quise saber más.

Corri en direccion a la habitacion de Sarah, en busca ni mas ni menos que de un trozo de pergamino donde escribir. E hice lo que debia hacer. Lo que sabia que tenia que hacer. Escribir a Ari y a Ryan. Mi impulso inicial habia sido el de correr hasta la chimenea mas cercana y usar la red flu para ir hasta casa de Ryan. Sin embargo, era consciente de que aquello solo estropearia aun mas las cosas, que podia ser peligroso.

Asi pues, me apresuré a escribir, con el pulso ligeramente tembloroso. Teniamos que vernos cuanto antes. No podia esperar.

El dia 6, donde dijimos, cuando dijimos. Hay que hacer algo. Ya.

Por cierto, gracias. Me ha encantado.

L.

Copie la nota dos veces, y silbe, haciendo que Erin volara hasta mi. Y le hice entrega de las dos notas, dándole instrucciones precisas sobre a dónde ir.

Di las ultimas caladas a aquel cigarro, sin que me importara el rastro, ni que Sarah supiera que habia estado alli. Y, en cuanto terminé, volvi a bajar al salon, cogiendo aire, preparado para afrontar lo que acababa de suceder: preparado para enterrar a las sexta persona en los cuatro ultimos meses.

Necesitaba informacion sobre lo sucedido. Y aquel, desde luego, era el mejor momento para obtenerla.