Partida Rol por web

No era veneno

No estabas muerto.

Quien te ataco te queria vivo por alguna razón.

Tus ojos se abrieron adaptandose a la escasa luz.

  Sentiste frío, también hambre. Te dolia la cabeza terriblemente y las arcadas te decían que tu cuerpo intentaba expulsar los restos del narcotico que te había dejado fuera de juego sobre la alfombra de Simon.

 Notaste grilletes que te unían a los barrotes del camastro sobre el cual te habían tendido, en tus manos y tus pies. Tu ropa había sido sustituida por una bata de hospital.

Viste que estabas en un lugar pequeño, sobre un mugriento colchón. A los pies de tu cama una silla con un libro. Reconociste el libro con solo ver su raida portada.

 Era la misma portada y edición que el libro que Maxwell solia leer.

Un día maravilloso, iban detrás de ellos, eso estaba claro. Les perseguían y sabían mucho sobre sus identidades, demasiado siendo sinceros. Él se había esforzado por mantenerse oculto, pero al parecer sus esfuerzos no habían sido suficientes y ahora le habían apresado por bajar la guardia. No sabía el motivo para que le mantuvieran preso y tampoco sabían para que le querían allí, pero estaba claro que no iba a ser algo agradable.

Sin embargo había recibido un duro entrenamiento para superar esa clase de situaciones. Un duro entrenamiento que no había olvidado. Trató de concentrarse, mantener su mente en blanco durante unos segundos y luego ponerla en funcionamiento. Cuando consiguió aislarse de la incomodidad y del dolor todo lo que pudo, comenzó a trabajar en evaluar la situación. Movió su cuerpo para comprobar la longitud de la cadena y los grilletes que le mantenían encarcelado, midiendo su rango de acción y las posibilidades que eso le ofrecía. Después estudió la puerta con detenimiento, además de buscar cualquier otra posible salida alternativa, tras eso se dispuso a ver el libro ¿qué quería decir eso?

Las cadenas eran antiguas, tenían algo de oxido pero no el suficiente para romperse de un tirón. Cuando te movías notabas que toda la estructura de la cama temblaba como una hoja al viento mientras cada muelle del jergón rechinaba escandalosamente.

La puerta se abrió permitiendo que algo de luz entrara en la sombría habitación. Pensaste que aun estabas bajo los efectos de alguna poderosa droga cuando viste al hombre que atravesó la puerta, caminando intacto acia ti.

- Te dije que te traeria al infierno.- comento con una sonrisa torcida y despues se rio.- ¿Estas comodo en tus aposentos, gran héroe?

- Debes estar preguntandote muchas cosas ahora mismo, pero la mas importante que debes hacerte ahora es ¿De que bando estas?.- Te pregunto afianzándose en su sonrisa de buitre y su postura chulesca.- Eres bueno, los jefes te quieren jugando en nuestro equipo solo por eso no tienes dos metros de tierra sobre tu cabeza en este momento, pero claro... todo depende de ti y de como te portes.

Se limitó a devolver la mirada del hombre cuando entró, había sido demasiado fácil, claro que sí. Lo había supuesto desde el primer momento, no podía ser tan sencillo el acabar con todo aquello. Iban a por ellos o al menos a por él, e iban muy en serio. - No se puede mandar a perros a las negociaciones de los hombres. - Dijo de forma clara y audible, sin parpadear ni una vez.

- Porque un perro no hace más que ladrar y ladrando, no se entiende la gente. No tengo nada que hablar contigo, si tus jefes quieren algo de mi que vengan y hablen conmigo, yo no doy de comer a perros. No te voy a enseñar a dar la patita, ni nada de eso. - El tono era tan frío y carente de emoción como las estepas siberianas.

- Y deja de amenazar con la muerte, no impresionas a nadie. -

- Cuidado gusano, los perros también sabemos morder.- dijo cerrando las mandíbulas mientras sacaba la porra del cinturón de su uniforme.

- Ni se te ocurra dañarlo, Alfred. Los jefes le quieren entero.- afirmo una voz femenina a su espalda. La mujer que afirmaba ser la novia de Simon asomo detrás de la puerta, evitando que el policía descargara su ira contra ti.

El policía gruñió unas cuantas maldiciones entre dientes mientras guardaba la porra de nuevo.

- Te he traído ropa, James. Es la misma que vestias cuando te trajimos aquí, solo que nos hemos asegurado que no escondías ninguna sorpresa en ellas.

La mujer dejo la ropa en la silla, retirando el libro.- Siento las molestias, hubiera sido mas simple si hubieras aceptado el café pero tienes un gusto especial por hacer las cosas del modo difícil. Bien, ahora voy a liberarte para que puedas vestirte y despues seras bueno, seguirás a Alfred hasta la habitación en la que te reuniras con el Jefe. Y... ya que vemos que la muerte no te asusta, si causas problemas lo pagara otro de tus compañeros, no eres el único al que hemos logrado dar caza ¿Sabes?.- dijo sonriendo. Esperaba una respuesta mientras sacaba de su escote la llave. Te la enseño e hizo que penduleara en su dedo.

- Te han tirado de la correa perro, ve a miccionar en alguna farola. - Dijo de la misma forma carente de emoción que había empleado durante toda la conversación con el agente de la ley. Tras eso, sus gélidos ojos se tornaron para observar a la mujer que le había drogado. No le gustaban las drogas y no le gustaba esa mujer. La cabeza del soldado ya había comenzado a maquinar.

- Estás empezando a decepcionarme. - Murmuró a la mujer cuando escuchó su amenaza - no me asusta la muerte, ni la mía, ni la de mis compañeros. - Sentenció finalmente mientras esperaba a que le liberaran. Tras eso procedió a vestirse con calma. Tras lo cuál y con una actitud sorprendentemente dócil comenzó a caminar junto a Alfred a la espera de que le llevaran ante esos supuestos jefes.

- Puede que no le asuste la muerte de sus compañeros, pero la evitara en lo posible.- sentenció Nina, si es que ese era su nombre.

- Si le importaran tan poco como quiere hacer creer no habría mordido el anzuelo, en aquel desesperado intento por ayudar a Simon, cuando sus propios problemas ya le sobrepasaban.- dijo creyéndose más inteligente que nadie.

Soltó tus ataduras y antes de salir de la habitación se detuvo un momento.- Le deseo suerte, señor Newman y espero que no se enfade conmigo. Solo hacia mi trabajo, pero le aseguro que nada me gustaría mas que tenerle por compañero.

La mujer salio mientras te vestías y despues Alfred, mucho mas tenso se quedo a solas contigo.

Alfred espero paciente y en silencio. Cuando estuviste listo abrió la puerta, dejando ver un pasillo que mas parecia el escenario de una dantesca película de terror.

  Había sangre en el suelo y las paredes, el aire olía viciado, como gastado por el deficiente sistema de ventilación.

 Alfred te soltó una patada detrás de la rodilla, tan fuerte que a punto estuviste de caer al suelo, pero lograste chocar contra la pared y mantenerte en pie.

- Cuidado con la sangre fresca, resbala.- comento con una sonrisa de hiena.

 No te habías hecho daño pero el traje que tan amablemente te habían cedido se mancho de sangre y otras manchas pegajosas de la pared, cuya procedencia no querías conocer realmente.

- A su edad una caida podría ser...... trágica.- dijo deseando que te dejaran a solas con el.

Alfred no llevaba armas de fuego encima, era una medida de seguridad para evitar que se la robaras. Esas personas tenían muchos datos tuyos y de tus compañeros.

Observó con calma a la mujer que le hablaba, realizó un estudio del físico de ella, proporciones, estado de forma. Buscó con mayor detenimiento para ver si conseguía intuir alguna cicatriz o gesto que pudiera avalar una experiencia en combate previa tras eso dijo. - No sabes nada. - Y con una suave sonrisa de medio lado comenzó a ir andando junto a Alfred Owen.

Se mantuvo en silencio hasta que notó la patada en la corva de sus piernas, encajó el golpe en silencio y cuando se puso en pie, pasó su mano por los rastros de sangre que impregnaban su ropa. Mezcló los restos pegajosos de esta con sus dedos y tras eso sin dirigir la mirada al hombre que le había golpeado habló. - Entiendo que estés dolido conmigo, pero no era algo personal. Lo de humillarte, escaparme, robarte el arma y siniestrar tu coche. De verdad, no lo era. Pero entiendo que me tengas ganas por ello, tus jefes lo saben y se han visto obligados a usar a la chica, además a ti no te dejan usar armas en mi presencia, tienen miedo de que te las quite. Has perdido valor para ellos, ahora eres un perro lisiado y ellos me quieren a mi, para hacer algo que tú no eres capaz de hacer. Teniendo en cuenta eso y sabiendo que no eres muy inteligente te explicaré que si sus condiciones me interesan, aceptaré y lo primero que haré será matarte por esto que acabas de hacer. A ellos les dará igual, porque me tendrán a mi que soy mejor que tú. - recitó aquello con su habitual tono monocorde, mientras observaba las manchas en la ropa. - Tendré que llevarlo al tinte. -

- Entiendo que debe ser duro que alguien te humille de forma repetida. Miento, no lo entiendo, a mi no me ocurren esas cosas. Por eso tus jefes me quieren a mi. Ahora se buen perro y llévame de camino a tu matadero. -

- Te arrepentirás de esto.- prometió lleno de rabia mientras hacía lo que le pedías, llevandote a alguna parte.- Un día me suplicaras de rodillas y te arrastraras ante mi como el gusano que eres. Puedo esperar ese día, a diferencia de ti, viejo, yo soy inmortal.

  El pasillo terminaba en una escalera descendente. Alfred no perdió la oportunidad darte un empujón con todas sus fuerzas, haciendo que esta vez cayeras rodando.

Esperabas algún truco por el estilo pero aquel lugar estaba tan oscuro que tus pies no encontraron apoyo en el resbaladizo suelo. Aun de ese modo solo te llevaste unos raspones sin importancía. Sabías caer, habías caído desde sitios peores y más altos.

Alfred rio desde lo alto de la escalera.

- Entra en la habitación número 6.- te dijo descender ni un solo paso.

En algo tenía razón el policía, eras demasiado viejo para no darte cuenta de que Alfred te había tirado por las escaleras como excusa para no bajar allí. ¿Tenía miedo a su jefe?¿Era algo que habías dicho?

  La habitación 6 estaba frente a ti, con la puerta entre abierta. De su interior salia una gran cantidad de luz. Cualquier hombre con menos valor o templanza que tú habría salido corriendo.

 - Adelante señor Rondador.- dijo una voz desde el interior, invitandote a pasar.

- Gracias por el dato, chico. La no muerte no es una virtud, ya te lo demostraré. - Los labios del antiguo vigilante se movieron dejando entrever una mueca que podría llegar a interpretarse como una sonrisa. Seguramente Alfred Owen no la vio, porque estaba detrás de él.

Tras eso continuó avanzando tal y como lo indicaban. Había jugado con fuego y Alfred era un producto inflamable tal y como había podido comprobar, por eso no le extrañó que le empujara hacia abajo. Estaba preparado para algo como aquello, por lo que supo como reaccionar. Se dejó golpear. Por el momento era lo mejor, no iba a ganar mucho peleando, no en aquella situación y sin conseguir más información. Siempre había tiempo para pelear, eso era algo que había aprendido con el paso de los años.

Ignoró las palabras del falso agente de la ley, pero sin embargo recogió la información y se dispuso a entrar en la puerta 6. Con la punta de sus dedos y tratando de tocarla lo mínimo empujó la puerta dispuesto a entrar. Estaba siendo una noche demasiado larga y quería explicaciones. - Puestos a usar nombres ridículos de guerra, use al menos el mío. Merodeador, puede llamarme merodeador. -

  La habitación estaba repleta de libros, bastante más limpia que lo que habías visto hasta el momento.

Un enorme tragaluz te decía fuera era pleno día y que debías haber dormido gran parte del día, aunque seguías sintiéndote agotado, tal vez por un efecto secundario de la droga que te habían inoculado.

En las paredes viste cuadros con recortes de periódico, noticias antiguas que hablaban del grupo de héroes de Shepard, cuando se os tenía por salvadores de la humanidad.

De detrás de la estantería apareció un hombre alto y delgado, con un libro entre las manos. El mismo volumen que habías visto en la silla de tu cuarto. El hombre mostraba un aspecto singular, el pelo corto pintado de verde, el rostro muy pálido y pintarrajeado.

  Su atuendo tampoco era para pasar desapercibido. Camisa morada y un traje de un verde musgo con corbata a juego.

- Disculpe, un pequeño lapsus señor Merodeador. Puede llamarme Payaso, soy el jefe del perro que le ha acompañado hasta aquí. Tiene malas pulgas y ladra demasiado pero me es fiel....¡Es tan difícil encontrar buenos empleados hoy en día que tengo que conformarme con eso!.- exclamo levantando el tono como si estuviera representando un guion en un gran teatro.

Si ese hombre no estaba loco, lo fingia soberanamente bien. Te fijaste en sus rasgos, te recordaba a un tipo que encerrasteis años atrás, uno que había despedazado a su novia el día de san Valentin.

 Cerro el libro con un gesto dramatico y tomo asiento, invitandote a hacer lo mismo.- Bien, no le aburriré con mis problemas. Hablemos de negocios.

 - Quiero matar al presidente de los estados unidos y me gustaría contar con su cooperación para hacerlo. ¿Que quiere usted?.- Te pregunto esperando que pusieras algún precio a cambio.

Caminó a paso firme, todo lo firme que podía dadas las circunstancias. Observó la sala con detenimiento, pero sin detenerse. Buscaba posibles salidas, puertas alternativas y toda la información que pudieran reunir sus ojos expertos. - Payaso, veo que no estuviste demasiado tiempo dándole vueltas a tu nombre. - Respondió con aspereza James. Tras eso observó los asientos que le brindaban y se dispuso a ello.

Volteó la silla que le ofrecía y puso el respaldo de esta entre la zona en la que estaba el Payaso y él. Aquella pose podía parecer una simple chulería, pero iba algo más allá. De esa forma tenía el torso protegido y las piernas en cierta tensión, en caso de tener que moverse reaccionaría con mayor velocidad debido a la disposición de su cuerpo. Aquel era un pequeño truco de soldado veterano, no esperaba que aquel tipo le atacara, pero uno nunca sabe por donde te pueden salir.

Escuchó atento la propuesta, pero no hizo señal alguna sobre ella. Se mantuvo en silencio escuchando todo lo que aquel hombre que no paraba de hablar decía y finalmente, cuando le preguntó que quería el señor Newman se dispuso a hablar. - Has quemado uno de mis negocios, me has forzado a abandonar mi casa, a matar a un agente de la ley, has mandado a gente para que me drogue y me secuestre y ahora me preguntas que quiero, muy bien payaso... - dijo aquello como el más despreciativo de los insultos, pero en ningún momento elevó la voz. - Lo único que quiero, es un motivo para no levantarme y romperte el cuello ahora, se convincente, no intentes bravuconadas. No te saldrían bien. -

El hombre negó tus acusaciones con la cabeza.- Incorrecto...incorrecto...- murmuro mientras hablabas. Cuando terminaste te miro sonriendo de nuevo.- Yo no pensé mi nombre, me lo puso otra persona.- dijo respondiéndote en orden. No parecía molesto por ello, solo quería pacificar la situación en cierto modo.- Sigamos hablando de negocios. Esta equivocado, yo no queme nada, ni ataque su casa. De eso se encargaron otros, le hablare de ellos mas adelante.- te prometió.

- Mande a Alfred para recogerle, para traerle hasta aquí. Fue una mala elección, ¡CULPA MIA!.- grito como si ofreciera disculpas a algún Dios invisible y sordo.- Pero Alfred es un policía, era el único que no iba a levantar sospechas en esa situación... y, no lo mato.-El payaso acerco su cara a ti y te susurro.- Es inmortal, fue lo que me pidió a cambio de su lealtad, así que no hay problema por matarlo un rato de vez en cuando.

Recupero su posición poniendo la espalda en el respaldo de su silla.- ¿Un motivo?¡Puedo darle montones de motivos!. De hecho, si aun no ha intentado golpearme es porque tiene uno muy poderoso. Curiosidad.- argumento.

Respiro hondo y añadió.- Pero puedo darle muchos más, todos los que quiera y despues, si no le gustan sera libre de irse. Le vendaremos los ojos naturalmente, pero le dejaremos en su vehículo sano y salvo... con un vale de descuento para una buena tintorería.

- Bien sigue sentado.- dijo de inmediato, sin darte tiempo para pensártelo.- Existe un grupo de hombres muy importantes que intentan hacerse con el control del país. Esos hombres causaron una revuelta en la carcel donde yo me encontraba, para ocultar que en realidad aquello fue un secuestro de prisioneros y no un motín con fuga, como dijeron las noticias. Estos hombres se ocuparon de... fomentar nuestros defectillos para hacernos mas peligrosos, a fin de convertirnos en su ejercito del caos personal. El plan era simple, dejarnos sueltos en el momento adecuado y la ciudad volvería a necesitar héroes. En ese momento ¡¡¡PAMMMM!.- dijo dando una sonora palmada frente a tu cara. Se puso en pie y se subió a su silla.- ¡Un nuevo grupo de héroes caerían del cielo para proteger la ciudad, como angeles custodios de alas doradas!

Salto al suelo de nuevo para volverse a sentar civilizadamente delate de ti.- Este grupo de personas estaría detrás de los nuevos héroes, manejandolos, ganando el afecto del publico y manipulando las masas con su cegador brillo...pero no nos gustaba ese plan, llamenos maniaticos si quiere perooooo......- dijo y chasqueo la lengua.- Terminaba con todos nosotros muertos asi que, decidimos aliarnos y escaparnos.

El payaso te señalo.- En ese punto entran ustedes, el plan B. Necesitan "malos" y si los malos se les escapan...Bueno... fabricarlos de cara a la opinión publica tampoco es muy difícil.

- Pues esa persona no era muy original, debía importarte mucho para seguir manteniendo un nombre tan estúpido. Los nombres dicen mucho de las personas. - Continuó mirando la estancia con detenimiento, sin parecer prestar demasiado interés en las palabras que aquel hombre le estaba dedicando. - Que casualidad que su perro llegara justo cuando quemaron mis negocios. - En aquel momento negó despacio desacreditando las palabras de su contertulio.

- Tu perro es torpe y los perros torpes, tienen amos torpes. Yo con torpes no trabajo y con torpes pintados como una meretriz de bajo presupuesto menos. - En ese momento el tono era una mezcla entre cansado y decepcionado, más que enfadado. No tenía ganas de seguir en aquel lugar por más tiempo, aunque no estaba seguro de hasta que punto podría abandonar aquel lugar por las buenas. Los ojos de James se mantuvieron clavados en el hombre que le hablaba, quieto y frío como de costumbre en él. - Lo tendré en cuenta, para zanjar unos asuntos con él. -

- No me resulta tan inquietante, un delincuente común, vestido de forma poco común que cree ser genuino.Lo que quiero es que desaparezcas de mi vida, porque si tú o alguno de tus chapuzas vuelve a cruzarse en mi camino no les va a gustar. Quiero el coche, todo lo que iba en él y mis armas. Tengo cosas que hacer. - Mientras pronunciaba aquello desvió su atención a las mangas de la americana que llevaba y comenzó a estirarlas un poco para evitar arrugas. - Tampoco estaría de más que dada tu torpeza, te encargaras de que la policía no vuelva a molestarme en mi hogar, ni mis propiedades. Seguro que tu cachorro cojo podrá hacerlo, si no es así lo tomaré como una afrenta personal. -

Tras eso y con una total parsimonia se puso en pie, dejando la silla bajo él - no me interesan sus historias, ni sus trabajadores inútiles, ni sus deseos de asesinato. Como recomendación le diré que busque en cualquier bar a algún tipo pasado de copas, se ajustará más a su profesionalidad de patio de colegio. Ahora sin más me marcho soy un empresario y debo cumplir con mis obligaciones. -

- Yo no soy su enemigo, señor Merodeador.- dijo el Payaso con tono divertido.- Tampoco voy a enfadarme por su descortesía pero me temo que no puedo ayudarle con sus problemas policiales. Tengo mis contactos, señor mio, así supe que la caceria contra ustedes comenzaba la pasada noche, por ello Alfred llego cuando debía pero no pienso darle protección ni ayuda.- te explico.

- Yo tampoco creo en las casualidades.- aseguro y se levanto cogiendo algo de la estantería.- Tenga, un regalo para usted, es el periódico de hoy, tal vez esto le de una idea más exacta de la situación.- dijo y paso ha hacerte un resumen.- Su amigo, el arquero encapuchado desapareció hace un mes, su hijo esta mañana. La policía sospecha que el chico tiene algo que ver con la desaparición y sus padres, lo buscan para interrogarlo. Si lo cogen, no saldrá vivo de comisaria.- dijo y continuo con la lista.- Aquel al que llamaban el Español, le acusan por trafico de droga. Simon asesino a su jefe, presuntamente, con el que mantenía una relación homosexual. El tipo enorme del martillo mato ayer a su mujer y se dio a la fuga secuestrando tres niños como rehenes...

- Usted ya no tiene hogar, señor Merodeador. Ya no hay ni un solo lugar seguro para usted o sus compañeros, como ya le dije, la cacería a comenzado. Yo le ofrecí una oportunidad única perooooooo...- Se encogió de hombros y puso cara de fingida pena. No termino la frase.

- Puede marcharse si es lo quiere, siga el pasillo hasta la puerta metálica del fondo. Su coche esta aparcado justo en el descampado de detrás de este edificio. Le desearia suerte, pero sonaria a broma pesada.- dijo y se rió aparatosamente.

- Has mandado a alguien para que me acuse de tráfico de drogas delante de uno de mis trabajadores, eso es faltarme al respeto y perjudicarme. No eres mi amigo, no vamos a ser socios y mucho menos voy a trabajar con alguien tan torpe y poco profesional. Tu chica a amenazado con hacer daño a mis antiguos compañeros si no aceptaba tu proposición, eso es bastante similar a lo que hacen los enemigos ¿seguía ella tus órdenes o también se excedió? En el primer caso demuestras que me interesas poco como aliado o compañero, en el segundo significa que eres bastante torpe y poco profesional. Además, tengo poca inercia a cooperar con gente que me droga para intentar secuestrarme y convencerme de algo. - En ese momento una fría sonrisa como el acero apareció en el rostro de James, pero era una sonrisa que evidenciaba poco o ningún sentido del humor.

- Según tu chica, tú tienes a mis antiguos compañeros, no ayudan sus palabras a pensar que tú has montado, no me interesan tus cuentos para asustar niños, ni tus historias. Has ayudado a estropear mi vida y me llevó cierto trabajo construirla, pero descuida que todos pagarán en su justa medida. - Tras eso se puso en pie con calma, estiró sus ropas con cuidado, al fin y al cabo el traje no era suyo y debía entregarlo, había que cerciorarse de que todo estuviera en su orden correcto.

- El mundo puede ser una mierda, pero prefiero esa mierda a vivir en un mundo en el que un payaso esquizofrénico y poco profesional se las quiere dar de salvador por cometer un magnicidio. Eso si que es una broma pesada. - Con calma encaró la puerta y la salida que le habían indicado.

-¡Que desilusión!.- dijo el payaso poniendo cara de pena fingida.- Pensé que era usted mucho más listo, esa fue la sensación que me dio cuando usted y sus compañeros me atraparon hace años. Es usted como todos los demás, no tiene la visión de mirar por encima de lo evidente.- aseguro.

- Tampoco entiendo cuando critica mi falta de profesionalidad. ¡MI PROFESIÓN ES EL CAOS!.- dijo subiendo el tono de voz hasta gritar con orgullo, elvando los brazos al cielo con una amplia sonrisa.

Su tono volvio a un volumen normal de nuevo.- Tengo que aceptar, no obstante, su critica hacía mis empleados. Les faltan modales, le aseguro que mis ordenes fueron que le trajera a mi presencia, nada de drogas o amenazas... De hecho no tengo la menor idea de donde estas sus compañeros, salvo por lo que dicen las noticias del día, no se nada de ellos.

- Veo que tiene prisa por irse, muy bien, cuídese mucho... Esperare ansioso el día en el que quiera que hablemos de cuentas pendientes... Despues de todo ustedes me privaron de libertad durante mucho tiempo y sus jueces anularon mis informes medicos. Para su sociedad estoy cuerdo, señor Merodeador, me juzgaron como tal. ¿Como era eso? ummm... Si, ya recuerdo. La sociedad es responsable de los monstruos que crea. Solo recuérdelo.- Dijo el payaso y saco un pañuelo de su bolsillo para despedirse de ti teatralmente.

La puerta estaba abierta, no hubo truco. Te dejaban ir. Tu coche estaba justo donde dijeron que lo encontrarias, con todas tus pertenencias en su interior.

- Nosotros no te privamos de nada Payaso, tus actos te privaron de la libertad, nosotros simplemente actuamos en consecuencia. No haber hecho lo que fuera que hicieras, que sinceramente no recuerdo. Tú te privaste de tu libertad, eres tu propio enemigo, no obstante si quieres que te ajuste cuentas, no tienes más que decirlo y pasarás a estar en mi lista. - Dijo todo aquello sin darse la vuelta y pararse a mirar al hombre de la cara pintada, tras ello se puso en marcha. Salió hasta encontrarse con su vehículo, montó en él y salió de la zona, no sin antes observar los edificios de alrededor y la zona en la que se encontraba, memorizando aquello.

Cuando se hubo alejado unos cuantos kilómetros, detuvo el coche y se bajó a inspeccionarlo en busca de cualquier posible rastreador que le hubieran dejado para localizarle. Una vez que hubo acabado con esa tarea se encaminó hacia el hogar de sus antiguos compañeros de mafia rusa. Lo detestaba, pero tal y como estaban las cosas iba a necesitar de su ayuda, al menos en aquel momento.