Partida Rol por web

Poco después de la llegada de los reyes de Skagos y del Pantano comenzaron a hacer los últimos retoques de cara a la fiesta en honor a los invitados.
 En ese ínterin también los señores feudales que respondían al Rey Ethan fueron haciendo sus apariciones. Pronto el castillo estaba lleno de gente y en los alrededores se levantaban carpas con los colores de cada uno de los señores rojos. Los primeros en llegar habían sido los Bolton de puerto ultimo y casi un día después una gran comitiva llego del sur trayendo a los Overton, los Light foot y los orgullosos Locke de los que de decía que tenían el ejercito más grande del reino.
 Los Hornwood llegaron solos, no querían la compañía de nadie al igual que el orgullosos clan de los Burnley. Por último los Wells, los Ahen y los Mollen llegaron juntos.
 El día de la fiesta ningún gran señor salió de su lugar designado, en el castillo la servidumbre corría de un lado a otro preparando el salón, poniendo las decoraciones, limpiando y armando las mesas en el salón del trono. Se colgaron estandartes del hombre desollado y se pusieron los tapices que representaban las grandes hazañas de la casa.

El salón era amplio y eso daba la posibilidad de poder albergar a tanta gente y aun así darles un espacio cómodo por si estos querían en algún momento bailar. Una de las mejores sorpresas la había traído Lord Hornwood, el soberano viajo con un Bardo y un pequeño grupo de artista itinerantes que se componían de actores, un marionetista que presentaría un espectáculo para los más pequeños, una hermosa arpista y un "Skalda". Este último era un hombre que decía ser un guerrero y a su vez un músico y que conocía todas las poesías épicas y canciones de guerra. Se esperaba que no tuviera conflictos con el bardo que decía saber mucho más que el.
 Para el festín se había preparado: uro asado con Puerro, empanadas de venado con zanahorias, panceta y setas, carne de cordero en salsa de clavo y miel, pato especiado, Jabalí a la pimienta, Ganso, espetones de pichones y capones. Guiso de buey con avena y una sopa fría de frutas.

Los Primeros en ingresar a la sala fue la familia real con el Rey a la cabeza escoltado por Héctor a su derecha que llevaba el estandarte de la casa Bolton y Hankkel a su izquierda.
Detrás de el fueron su esposa la reina Myr que avanzaba del brazo de su hijo Till. Dos pasos más atrás entraron Gorek y Vanya a un paso más tranquilo debido al problema motriz de la chica.
Inmediatamente después Corum entraba también del brazo de su hermana Mia. Los que cerraban el grupo fueron Draken que avanzaba junto con la pequeña Vilda que a su vez tenían de escolta a Devan y Kilvin.

Los siguientes en ingresar fueron también de la familia Bolton, Quien encabezaba el grupo era el hombre más valiente de la familia Syd Bolton capitán de la puerta de hielo, escoltado por dos hombres de la guardia de la noche que llevaban el estandarte de esta respetable agrupación de hermanos sin miedo.
 Detrás de el Lyra ingresaba del brazo de su hijo Ludwing.

El tercer grupo lo formo los provenientes de Skagon con Einar a la cabeza y sus hijos Eskol, Marrku, Njörðr y Angrborda.

El cuarto fue del rey del pantano que prefirió llevar el mismo su estandarte y fue escoltado por sus hijos Armand y Edena que avanzaban hombro a hombro con su padre.

Una vez que la sangre real se acomodo en los mejores lugares de la sala ingresaron los vasallos de la casa Bolton, los Burnely primero luego los Hornwood, los Well, los Wullifield y los Ahen en un primer grupo

No muy por detrás ingresaron los Mollen, los Light foot, los Bolton de puerto Ultimo, los Locke y los Overton.

Una vez que este numeroso grupo de gente se sentó en su lugar ingresaron los vasallos de Skagos y de los pantanos casi juntos.

Recién en ese momento se les permitió ingresar al maestre Krila y al Edecán Arthur que se sentaron en los extremos de la mesa principal.
Millicent no tuvo la suerte de poder asistir a la gran ceremonia como miembro de la casa pero si se le permitió oficiar de copera del rey un cargo que le daba la posibilidad de no perderse la fiesta y que molestaba de sobremanera la reina Myr.

Gorek se había vestido mas elegantemente de lo normal en el, pero aun así mucho mas sobrio que la media, y desarmado.
Tras entrar con su hermana ocupo su asiento, el cual se encontraba juste delante de una columna de la cual colgaban cruzados dos manguales y un escudo* y permaneció atento a todos los invitados y a la espera de que se abriera el banquete, atento a posibles enemistades y alianzas.

Vanya iba caminando a su paso que no podía ser muy rápido. Estaba atenta a todo cuanto acontecía a su alrededor porque no quería perderse detalle alguno. Lo que allí sucediera tendría mucho que ver con el futuro de ellos, los hermanos y muy cerca iba su inseparable Demon. Estaba bien, estaba tranquila y echó una mirada a Till antes de ocupar su sitio.

Hice todo el tiempo que pude en mi habitacion , pero a su vez no seria conveniente llegar tarde, asi que me puse las ropas mas elegantes que tenia y me dirigi como pude poniendo la mejor cara que me salia , era hora de "disfrutar" de esta cena.

El Maestre sabía lo que el protocolo demandaba y no le molestaba en lo más mínimo entrar al último. Es más, prefería hacerlo de esa manera que con toda la atención puesta en su persona. Con el paso enclenque de un anciano que ha visto y vivido mucho, comenzó a acercarse al lugar asignado al Maestre de la Casa Real. Cuando se ponía a pensar en lo que era ese título, su corazón se llenaba de orgullo. Era el Maestre de la Casa Real, el Primer Consejero.

Los ojos vetustos de Krilan parecían estar más atentos en no tropezarse o no chocarse con nada, pero en realidad estaban atentos a cada persona, cada reacción y mirada que pudiera significarle algo a ese viejo astuto. En ese tipo de reuniones siempre había cosas que se pasaban por alto por estar con la guardia baja: miradas indiscretas, gestos de disgusto y lascivia, de odio y amor. Y él estaba allí para cazarlas como un pescador con su red.

Esa noche era el comienzo o el final de una gran hazaña para la Casa Bolton y él daría todo de sí para que fuera lo primero.

Una vez que todos los lugares estuvieron ocupados las mozas comenzaron a llegar con la comida y la bebida para los invitados. Grandes jarras de cerveza iban directo a la mesa de los hombres de Skagos mientras que el vino blanco era el predilecto de los hombres del pantano. Para los reyes rojos y sus señores feudales la cerveza y el vino corría por igual. Todos respetaron sus lugares hasta el tercer plato, de ahí en mas los señores comenzaron a hablar entre ellos y conocer a los posibles aliados. Lord Plegias Burnely pareció congeniar bastante bien con el rey Einar, compartieron cerveza y se lo vio reír y charla muy efusivamente sobre diversos temas. Por su parte Lord alverich woolfield y el Rey Adam warlock también compartieron una copa de vino e intercambiaron algunas palabras referente a rutas comerciales. La musica sonó, el bardo y el Skalda combatían en una batalla musical que encanto a todos los presentes, entre ambos cantaron cada canción que le pidieron cada uno a su manera y a su vez cada uno de manera brillante. Angrborda sorprendió a los presentes entreteniendo a los niños con la representación de una historia épica en la que el dios Gorr asesinaba a un antiquísimo dios que regia en la zona de Skagos, -No puedo evitar preguntarme pequeño dios de los pobres tontos abajo nuestro que te adoran.- Decía la gutural voz de la mujer a los niños mientras representaba el tono de su dios Gorr. ¿de que eres el dios? ¿De las hachas? ¿De la borrachera?¿De la vanidad?¿O de la guerra tal vez? Aniquile tantos dioses de la guerra. Y dioses del miedo. Y dioses del caos. Dioses de la sangre y la ira y los celos y las mentiras. De plagas y terremotos. Genocidio y venganza. De degradación. De muerte. Muy pocos dioses de la poesía y las flores aunque si mate de esos también...- Contaba mientras los niños escuchaban expectantes el resto de la historia. Armand Warlock y Edena conversaron con sus vasallos y también con los hijos de algunos de los señores del rey rojo. Marrku y Eskol comenzaron una competencia de bebidas que termino a los golpes. Volcaron una mesa con todo su contenido mientras los hombres de skagos aplaudían y vitoreaban a su hijo favorito. Todo termino con una orden del rey Einar sin tener un claro vencedor. La fiesta avanzaba y tanto sentimientos de simpatía y antipatía llenaban el salón dando los primeros matices de una unión que podría ayudar o destruir al reino.

Con una jarra de vino blanco, y dos cuernos a modo de vasos me acerque al hijo del Rey del Pantano.

--¿Qué tal la cena, todo de vuestro gusto? Permitidme que ofrezca un poco de vino y charlemos un rato, en el viaje estuve entretenido con vuestro padre, pero dejemos a los reyes sus asuntos entre ellos ¿No os parece? -- le tendí el cuerno y lo llene hasta arriba haciendo lo propio con el mío, me senté a su lado y dije alzando la copa -- Por una prospera alianza

Lyra llego a la fiesta del brazo de su hijo y con un vestido que le cubría desde el cuello. Por la culpa de su hermano tuvo que optar por un vestido así para ocultar las cicatrices de su castigo. Opto también por el color negro para la fiesta, no tenía intenciones de mostrarse llamativa para el resto de los invitados, tenía unos asuntos que tratar e iría primero a resolver eso y luego vería que podía hacer el resto de la noche.

 Durante los primeros platos comió y charlo con su hermano Syd y con su hijo Ludwing. Luego cuando comenzaron a cambiarse de mesas para charlar fui directamente a la mesa de mi cuñado. Lord Locke, el tal vez pudiera ayudarme a permanecer en el castillo y no ser una de las monedas que cerrara el trato con los caníbales.

Colocada tras su señor, Millicent observaba la sala con ojos vacíos. Aguantaba la pesada jarra de vino sobre una bandeja de plata entre sus manos. Había vuelto a probar el vino, al fin y al cabo era parte de su trabajo. Si estaba envenenado ya habría caído o tendría algún síntoma. Sin embargo, estaba perfectamente. Tenía un cuerpo fuerte, que se le pegaba a la garganta, y el inconfundible sabor de barrica de pino. 

El Maestre había comido opíparamente. Sabia que si no lo hacía, todo el alcohol que ingeriría esa noche le haría peor de lo que generalmente le hacía cuando asistía a una de estas "fiestas". Se sabía comportar, o al menos ocultar cuando ya el mareo comenzaba a aparecer, por lo que sabía muy bien cuándo parar de tomar. Era algo que le había costado mucho al principio, pero que luego pudo controlar cada vez más, probablemente con la experiencia de la edad.

Su función era la de consejero... sí, pero también tenía otras funciones. Tenía sirvientes que cada tanto le traían noticias, encubiertas con el servicio de vino o de más comida, sobre las conversaciones que se estaban llevando en el salón. Esa era su principal función: estar atento a todo y escuchar todo.

Pero esa noche era distinta. Había una tarea más que debería cumplir. Tenía que averiguar más sobre los hombres del pantano y esa sería su prioridad. Había designado a dos sirvientes de su confianza (siempre los "ayudaba" con hierbas y ungüentos para la hija de ellos que tenía una enfermedad difícil de tratar y que con sus conocimientos podía mantener a raya... pero eso tenía un precio) para que le trajeran algunos datos sobre los vasallos del pantano: actitudes, comportamientos, cuestiones que pudieran sólo observar. Así sabría a quién acudir primero con sus intenciones de investigación...

De todas formas, sabía que tenía que conversar con el Skalda primero que nada. Algo había leído sobre él, si era el mismo, por lo que seguramente podría ayudarlo. Krilan se fue acercando lentamente, tomando un poco de allí, un poco de allá, probando un plato, probando otro, así hasta estar a un corta distancia del cuenta-cuentos. Desde allí podía escuchar las historias que contara... pero lo más importante: se haría notar y podría observarlo de cerca para saber cómo "enfrentarlo".

Esperó a que en algún momento descansara de su labor de entretenimiento para acercarse hasta él.

-Bravísimo... bravísimo- dijo el Maestre en tono neutro -He escuchado historias de usted... que ha viajado mucho y conocido aún más. Me gustaría que compartiera dicho conocimiento con un viejo que ha viajado poco, pero ha aprendido mucho en su vida y en su estudio. Ambos podríamos salir beneficiados...- dijo el Maestre ofreciendo una jarra de cerveza para él mientras que una copa de vino esperaba en la mesa junto a él. 

El viejo se apoyaba en el bastón y la larga cadena lo hacía encorvarse un poco, pero no demasiado. Era un hombre viejo pero orgulloso.

Draken entró en el salón vestido con ropas adecuadas para la ocasión elegidas por su escudero Nathaniel, mas ducho que el en las lindes sociales y con un gusto mas noble que su señor a la hora de vestir prendas, odiaba ese extraño sobrecargo en adornos y joyas pero no podía hacer nada salvo resignarse a llevarlas para agradar a su padre aunque pese a las indicaciones de su servicial escudero acudió armado a la cena con su hacha al cinto, por si acaso la cosa requería algún que otro golpe de atención y por las suplicas de su escudero decidió no acudir con alguna pieza de armadura, se vio además en la obligación de separarse de sus lanzas y escudo pero si Nathaniel decía que debía de acudir desarmado era por que el joven sabía de eventos sociales.

Tomó asiento en la mesa e invitó a su escudero a tomar asiento junto a él y servirle de copero tal y como su padre hacía con la bastarda de su hermana Millicent, no es que la odiase pero era cierto que era una bastarda y que tendía a pasearse frente a su madre, gracias a los dioses antiguos Millicent nunca había estado cerca de Draken y tampoco lo había tratado nunca mal...aunque mas de una vez le había puesto la mirada encima con oscuras intenciones, un juego que tendría que tratar con Corum.-La comida está buena, la bebida sabe bien y la compañía es agradable Nathaniel...hoy es un buen día.-Draken sonrió aunque como casi nunca lo hacía el gesto pareció un poco forzado y casi intimidatorio.

También se paró a escuchar a Angrborda en cuanto la situación se lo permitió en el mismo instante en que tras la comida la situación pareció relajarse un poco, Draken caminó con paso decidido a la mesa de los skagosíes, en concreto en dirección a Marrku el príncipe de Skagos y segundo hijo al igual que el mismo.-Buenas, príncipe Marrku os importa que os acompañe?.-Con un gesto despidió a Nathaniel para que pudiera moverse en libertad por la fiesta, caminar con otros de su edad, codearse con escuderos y follarse alguna sirvienta...era libre de hacer lo que le viniese en gana.-Vuestra hermana tiene buenas dotes para contar historias.-Miró su jarra de cerveza y le dio un trago.-Bien, que os parece el lugar por ahora?.-Le preguntó al príncipe.

La mano de su hermana se apoyaba en su antebrazo. La princesa del invierno. Favorita de su padre. Detrás de ellos Draken y Vilda cerraban la proseción junto a los escoltas. La bastarda ni siquiera tenía ese honor, sino servir el vino y asegurarse de que este no asesinara al padre de ambos.

Captó la mirada de su hermano Draken y eso le hizo gracia. Extrañaba la competencia y el sentido de la apuesta. Elevó su copa semi-vacía, desafiándolo.

Una vez fueron servidos dedicó un largo y contenido sorbo al vino. El blanco se servía en abundancia para el Rey del Pantano y su corte. No habló mientras les escoltaron de vuelta, en parte porque había que saber cuando callar, en parte por la diversión de ver a su hermano mayor hundirse cada vez más. Lo único bueno, es que fue él y no el rey quien quedó como un imbécil paranoico. Al menos no era tan idiota como su gemelo, que era incapaz de mantener un protocolo tan básico como el de llamar "majestad" a su rey.

Había que confesarlo, con todo Gorek al menos se esforzó. Till en cambio no le parecía de gran utilidad.

Esta clase de personas gustan de sentirse iguales o considerados por los verdaderos reyes. Había dejado pasar un tiempo prudencial, pero quizá podría aprovechar la cena para volver a atraer a los Warlock de su lado.

Mientras se acercaba a la mesa del reyezuelo, pudo escuchar hablar de tratos comerciales. Le interesó el tema. Podría ser un buen punto a explotar, aunque él mismo tenía ya una estrategia en mente.

Gorek se levanta de su asiento con una jarra de vino en mano y se acomoda junto a Armand

Armand miro a Gorek y le dedico una sonrisa mientras corría una silla para que este se sentara a su lado. En el momento en que el Bolton se acerco Edena estaba hablando con su hermano en voz muy baja y cuando Gorek tomo asiento la mujer sonrió y se excuso alegando que quería bailar con uno de los hijos de sus señores vasallos.

-Tu nombre es Gorek ¿verdad? dijo mientras acercaba su copa para que el príncipe rojo le sirviera vino.

-El viaje fue un tanto agotador pero por lo menos pudimos conocer lugares que en el pasado solo conociamos de oido.-

El Skalda hizo una reverencia ante los aplauso del anciano y miro a su rival con aire de superioridad. -El maestre de la casa me aplaude, creo que eso es punto para mí. Ahora voy ganando dijo y volvió a mirar a Krilan.

 Veo que mi fama me precede, si he viajado de una punta a lo otra, he comido en todas las ciudades y combatido en cada pueblo. Aprendí canciones olvidadas y los dragones me enseñaron su lenguaje.- Se notaba el tono orgulloso en su voz cuando hablaba sobre él. -Si comparte una jarra de vino con migo entonces estaré contento de contarle aquello que quiera oír

Marrku tenía su mejilla derecha hinchada por el golpe que le había dado su hermano y en su ropa quedaban restos de comida y bebida que habían caído cuando estos volcaron la mesa.

-Siéntate si eres lo suficientemente hombre como para beber a la par nuestra.- Dijo con alegría acercándole un cuerno de cerveza sin darle tiempo a replicar y sin importarle que Draken ya tuviera una jarra con el mismo contenido. -Una bebida en cada mano hará que tomes mas.- Dijo mientras le quitaba el cuerno a su hermano menor que lo miro sin decir una palabra. -Angrborda sabe las historias de Gorr y le gusta que el resto de la gente conozca a nuestro dios.- Comento Marrku mirando a su hermana. -Además le agradan los niños. No sé porque.- a simple vista la mujer no parecía del tipo de personas que sintieran afinidad por algo.

-El castillo es grande, las mujeres hermosas y la cerveza es casi tan fuerte como la nuestra, creo que este lugar me agrada Draken casi tanto como a ti te agrada mi hermana.- Tras decir eso soltó una risa grave pero en un tono bajo, casi denotando complicidad.

Adam Warlock miro a Corum e interrumpió su conversación para de dedicarle una saludo al hijo del rey Ethan. –En el camino no tuvimos oportunidad de hablar, se nota que eres un hombre prudente o tal vez me equivoque y en cambio seas un joven que no tiene dominio de la palabra.- Dijo el Rey y con un gesto hizo que su vasallo se retirara para dejarle el lugar a “mano de plata”.

-Por favor siéntese y comparta un rato con migo. – Pidió a Corum.  – No hablaremos de tratos ni de política para eso tendremos una reunión con los otros reyes mañana hoy quiero disfrutar de la bebida y la música.-

Bien, bebamos pues.-Draken sostuvo con la otra mano el cuerno de cerveza que le habían entregado y con la mano diestra vació la jarra en un largo trago, la dejó a un lado y se quitó de la barba los restos de cerveza.-Bueno, veo que tu y tu hermano mayor no os lleváis bien.-Lo miró de lejos y tras sopesarlo dedujo lo mismo que cuando veía a Till.-Parece demasiado salvaje para ser un hombre, como mi hermano mayor Till.-Le comentó al herido Marrku.

Bueno.-Se encogió de hombros, pues era cierto que le había entrado por los ojos la hermana del skagosí.-Tiene carácter, buen ver, la imagen de una guerrera y buena mano para los niños ¿Que mas se puede pedir en una mujer?...sería un insulto no fijarme en ella.-Confesó el gigantesto Draken con el mismo tono grave que siempre poseía, aunque el alcohol y la presencia salvaje lo estaban obligando a sonreír de forma involuntaria con una de sus comisuras.-Espero que mis hermanas también te sean agradables a la vista, Mia es hermosa en su delicadeza y aunque Vanya parezca extraña es una gran chica...y aquella de allí es la bastarda de mi padre.-Comenta señalando a Millicent sin reparo alguno desde la mesa de los skagosíes.