Partida Rol por web

Rick y Sarah

Rusia - Guerra Civil - Año 1922

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02/11/2021, 03:04
Cabo Kirk Lazarus

Lazarus sonrió a Sarah y le devolvió el abrazo. - Me enseñó lo justo para asistirle como enfermero, así que si es lo que necesita, lo tendrá, teniente... - Sarah le tuteó pero Lazarus no olvidó el rango. - Mejoré mucho cuando encerraron al malnacido de Smith. Gracias a ustedes por ello. - Dijo a ambos y saludo a Rick con un apretón de manos.

- No se preocupen por ellos y ahora que más o menos sé cual es la misión, me encargaré de mi petate. Pueden irse tranquilos. Y si oyen un disparo, es que he tenido que pegarle un balazo a alguno en una pierna. Ya saben que conmigo no se juega. - Bromeó ante Sarah y Rick, pero a los demás los dejó en dudas.

Y se dio la vuelta y se dirigió a los hombres. - ¡Vamos muchachos! ¡Esos petates no se harán solos! ¡Ya habéis oído! ¡Siete y diez días de caminata! ¡Coger lo que os haga falta de aquí antes de ir a por lo demás! - Exclamó y se puso a hacer el suyo también y sonrió al ver a la pareja alejarse.

- No podía caer en mejores manos.

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02/11/2021, 03:51
Soldado Bill "Tocapelotas" Murray

Antes de que saliéseis del barracón, oísteis a Tocapelotas Murray llamar a su sargento. -  ¡Sargento! ¡Sargento! ¡Espere! - Exclamó hasta que dio alcance a la pareja. - Han dicho que ahora ellas es como nosotros, teniente sí, pero en la misión, cuenta como un soldado más... y que elijamos parejas... pues bien... yo me quedo con ella, señor.

Risitas esta vez no le encontró la gracia a las palabras de su compañero y menos aún que le dejase tirado por una mujer.

- No sabe las ganas que tengo de ayudarla a... - Usaba sus manos como si la estuviese apretando el culo. - ... subir y trepar o alzarla... - esta vez sus manos parecía tocar sus pechos. - ... a lugares imposibles. Creo que haríamos una fantástica pareja juntos... además, las tiendas son dobles... si no ronca y no le molestan los ronquidos, seremos la pareja ideal. - Y elevó las cejas a la teniente en una clara insinuación.

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06/11/2021, 12:19
Sgto. Rick "Jester" Heatherly (1922)

Tuve que esforzarme para no correr a abrazar a Sarah en el momento en que titubeó y la vi tan insegura. Le había dado voz porque debía hacerlo, porque ella debía dejar clara su posición y yo la mía; para que todos viesen que ella era nuestra superior, les gustase o no. Sabía que la considerarían una novata, pero como afortunadamente era solo el médico y no iba a dirigir el grupo, no la criticarían tan ferozmente como harían como un teniente o un capitán que tomase decisiones.

Después de que todos hubiesen hablado, le hice una señal a los hombres para que se retiraran, aprovechasen los minutos que tenían y, sobre todo, le diesen a Sarah un poco de espacio. Vi como se abrazaba a Lazarus, y también me di cuenta de lo importante que iba a ser tenerlo con nosotros, por Sarah. Eso sí; sentí celos al ver ese abrazo; celos de no ser él y de no poder recibir de Sarah lo que necesitaba. 

Cuando se separaron, me acerqué a ellos.

-Dispondrán de tiempo, eso seguro, pero no sé si tendrán fuerzas para ello. Esta será una misión dura, físicamente al menos. Será mejor que se hagan a la idea.

Sarah se volvió entonces hacia mí.

-Claro -le respondí a Sarah -. Creo que además un médico cuanto más movilidad tenga, mejor. En este caso, el rifle no está recomendado. Vaya a por su equipo y también a por su pistola. Cantimplora, raciones de comida para diez días, calcetines secos, saco de dormir, cargadores para su arma, cuchillo de supervivencia, ropa de sustitución, y por supuesto, el equipo médico. Iré con usted, Teniente.

Ahora estábamos en una misión y todo era importante. La disciplina, pero también el liderazgo, constituían la base para que un equipo funcionase adecuadamente. Debía intentar que Sarah no solo comprendiese eso, sino que aprendiera a colocarlo en lo alto de sus prioridades.

Nuestras miradas coincidieron y yo me lamenté en ese momento por no poder hacer más. Pero así era el ejército y esas eran las cosas que tenía el mando.

Íbamos a irnos cuando entonces, oí la voz de Murray a mi espalda. Miré a Sarah y le dije que siguiese caminando.

-Ahora le alcanzo, Teniente. Deme un momento.

Me volví entonces hacia Murray, a punto de explotar.

-¿Qué quiere, soldado?

Sus palabras me encendieron de tal manera, que hubiera deseado volverle la cara del revés. Pero había mejores manera de hacer aquello.

-Desde luego, soldado. Además, tal y como le indiqué, usted tiene que ayudarla para que ella pueda adaptarse bien al equipo. Así que la mitad de todo su equipo lo llevará usted. Y cada vez que oiga alguna queja sobre usted, le incrementaré el peso con parte de lo que llevan sus compañeros. Así que usted verá si le conviene seguir hablando así de un superior y quiere terminar aplastado por todo el equipo que va a llevar... o empieza a pensar con el cerebro en lugar de con su polla.

Me giré entonces hacia la puerta, salí y llamé a Sarah.

-Teniente, espere un momento -le dije, acercándome a ella -. Prepararemos dos equipos. Uno para usted... y una pequeña parte para el soldado Murray, que se ha ofrecido voluntario para llevarlo a cambio de no pasar seis meses en el calabozo. ¿verdad, Murray?

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08/11/2021, 04:05
Tte. Sarah McDuncan (1922)

Bochorno y vergüenza fue lo que comencé a sentir al final, cuando me di cuenta de que el coronel había dado la cara por mí, me había protegido tras lo que me pareció una encerrona de Rick. Pero sabía que él no me haría eso queriendo. Sentí una especie de manto de protección mientras el coronel y el mayor permanecieron allí, pero al irse y ser yo el rango más alto, me comencé a incomodar. Por eso las prisas por irme a pesar de la presencia de Lazarus.

De camino a la salida, acompañada por Rick, uno de sus hombres nos dio alcance. Cuando le escuché hablar, cuando le vi los gestos... mi cuerpo comenzó a descomponerse y Rick no tuvo que decirme mucho más para que saliese de aquel barracón. La bofetada del aire frío de la patria rusa no pudo evitar que vomitase el desayuno unos pocos pasos más adelante.

Me había recordado a John, no por los gestos, sino por lo que insinuaba que pasaría con ellos. Me miré las manos, temblaba y seguramente había empalidecido. Saqué un pañuelo y me limpié la boca como pude, pero tenía que enjuagarme o el sabor estaría ahí durante horas. Dos lágrimas habían brotado en mi rostro por el esfuerzo del cuerpo al vomitar y aún no había guardado mi pañuelo, cuando Rick me llamó.

Aún de espaldas, me sequé las lágrimas, pero notaría los ojos llorosos. Ya iba a quedar claro que sería la teniente llorona.

- Dígame, sargento. - Le dije tratando de mantener la compostura y manteniendo mis temblorosas manos a mi espalda. - Como usted mande, sargento. Si no le importa, me gustaría retirarme ya a prepararlo. - Nauseas. Aquel hombre solo me generaba más nauseas y querer salir de allí. - No quiero que se me haga tarde, como bien dijo el coronel, es mi primera misión de campo y no sé ni que llevar salvo el material médico y calcetines. Eso me lo recomendó un buen amigo. - Dije tratando de disimular mi mal estado, pero en cuanto Rick notase mi aliento y viese el desayuno en el suelo, se daría cuenta.

Estaba segura de que su intención era buena, el castigo más que justo, pero mi problema en aquel momento era que no podía procesar nada en mi cabeza sin que me viniesen aquellas imágenes, que enseguida se enlazaban con mi marido y la pesadilla volvía a mi cabeza. De hecho, era incapaz de hablarle a aquel soldado en ese momento. - Con permiso, señor.

Y me di la vuelta y comencé a caminar hacia mi oficina-dormitorio.

De golpe todo era más frío y sentía como todo mi cuerpo temblaba. Crucé mis brazos en torno a mi cuerpo, notando esos dos kilos perdidos al hacerlo. Y por un momento me quedé clavada de pie en el sitio, como si esperase a Rick. Solo que la realidad era que todo me daba vueltas y sentía que perdía el equilibrio. Por eso no seguía andando.

Pero aquel aire frío hizo el milagro y logró que me espabilase enseguida. - Sargento, si no va a venir, le veré allí... - le dije girándome un poco y sin darme cuenta puse el pie en una rodada de un vehículo y por no mirar, acabé en el suelo.

Me dolió más mi orgullo que el golpe en sí, sobre todo cuando escuché al tal Murray reírse a lo lejos. La teniente llorona y patosa... lo estaba viendo venir y empecé a sentirme como una niña pequeña que no quería ir al colegio porque los demás niños se metían con ella. Primero por su ropa, luego por su altura, después por los golpes en la cara y luego por mis pechos...

Maldije a ese hombre una y mil veces por lo bajo, quedándome sentada en el suelo, mirándome el tobillo y deseando haberme hecho algo que me impidiese ir. Un simple esguince sería suficiente... pero nada. Solo fue la caída y maldije de nuevo por lo bajo aquella mala suerte en aquel día.

Con la hermosa tarde que tuve, la estupenda noche... y como todo se empezaba a ir abajo como si de una torre de cartas se tratase... algo imparable.

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08/11/2021, 04:41
Soldado Bill "Tocapelotas" Murray

Murray agachó las orejas ante la bronca del sargento y guardó silencio, máxime cuando este le indicó a la teniente el castigo que iba a recibir.

- Señor, sí, señor. Lo he comprendido perfectamente. No volverá a pasar, señor. - Dijo sabiendo que no se libraría de esa. Pero cuando miró a la teniente, con los ojos llorosos, casi se burla de ella. Si no lo hizo era porque el sargento estaba a su lado y "risitas" no estaba allí para reírle la gracia.

Esperó a que se fuesen, la teniente parecía estar afectada por algo o quizás era medio lerda o lerda completa. Estaba encontrando un filón en ella. Pero ya cuando vio como se giraba para decirle al sargento aquellas palabras y la vio caer al suelo, no aguantó más y rompió a reír, teniendo que entrar de inmediato en el barracón para no tener que aguantar otra más del sargento.

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12/11/2021, 11:02
Sgto. Rick "Jester" Heatherly (1922)

Estaba cabreado, porque por más que comprendiese las reacciones de los hombres, aquellas demostraciones de menosprecio no se debían a que fuese novata u oficial, sino porque era una mujer. Eso debía haber sido duro para Sarah, lo vi, me di cuenta con rapidez, pero había poco que pudiera hacer para evitarlo.

Ella también tendría que endurecerse y mientras tanto, todo lo que podía darle era mi apoyo y unos cuantos consejos.

Con aquella idea me dirigí rápidamente hacia la oficina, en donde sabía estaría Sarah, no solo para preparar su petate sino también para recuperarse.

Cuando llegué, me la encontré sentada en el suelo, totalmente derrumbada. Sin perder tiempo, cerré la puerta y bajé las cortinas y me acerqué a ella.

Entonces, con la mayor de las delicadezas, alargué los brazos para ayudarla a levantarse.

-Ese Murray no será el último que te encuentres mirándote de esa manera y la solución la tienes muy fácil. Cuando alguien te incomode, le dices que no te gusta como te mira y le ordenas que se tumbe en el suelo, en el primer charco de mierda o de barro que encuentres, y que haga cien flexiones -le dije, mostrándole una sonrisa que intentaba ayudase a que se recuperase.

-Recuerda que eres teniente y que puedes ordenarle hacer cosas para hacerle la vida imposible, si es lo que se merecen, como en este caso. Así que quien te mire mal, que vaya preparándose para comer de tu mano. Además, tú vales más que todos esos cerdos y no puedes dejar que te humillen. Eres Sarah McDuncan; ese es solo un imbécil.

Y antes de que dijese nada, la abracé. Rodee su cuerpo con mis brazos y la acerqué a mí. Sabía que estaba hundida, pero también que se levantaría, porque yo confiaba en ella, la había visto en situaciones más complicadas que todo so. También entendía que su vida había sido una mierda y hombres como aquel no hacían sino recordárselo, pero estaba seguro de que ella lo superaría y de que cuando regresara a los Estados Unidos, sería una Sarah distinta.

-Recuerda que eres su superior y que puedes machacarles con la excusa de la preparación física y el derecho al respeto que te deben. Porque aquí, más que en ningún otro lugar, lo que dice un oficial va a misa. Cuando salgas ahí fuera, busca una excusa y le demuestras quién manda aquí.

No sería algo que cambiaría de un momento a otro, de un día para otro, pero sin duda alguna, terminaría por darse cuenta de las ventajas que tenía como oficial superior y de que los hombres como ese Murray no merecían la pena.

-Y ahora, ¿te ayudo a preparar la mochila? 

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12/11/2021, 13:03
Tte. Sarah McDuncan (1922)

Rick no tardó en encontrarme, en aquel rincón de mi despacho. Me dolía el tobillo, pero sabía que no era nada. No porque lo que más me dolía era el orgullo y el volver a sentirme como cuando vivía con John. Mis mejillas estaban cubiertas por mis lágrimas, algo que no le era extraño a Rick y motivo por el cual, seguramente, jamás se fijaría en mí como mujer. Debía parecerle una simple y llorica niña... lo que había pensado más de una vez: una hermana pequeña a quien cuidar. Y sabía que mientras me viese así, jamás habría nada... pero lo peor era además que era su superior y... otro motivo para que no me viese como yo quería. Como yo sentía.

Pero eso no quería decir que no aceptase todos y cada uno de sus abrazos o muestras de apoyo o cariño, porque era evidente que me lo tenía al igual que cada vez que salía por la base a algo, me temía verle tontear con alguna enfermera. A fin de cuentas era un hombre y como tal tenía sus necesidades, igual que había descubierto yo como mujer.

Escuchaba a Rick mientras me decía que hacer en esos casos, pero él no se daba cuenta del problema: yo era incapaz de ordenar a un hombre nada. A parte de las palizas y las violaciones, me habían vuelto tan sumisa ante la figura masculina que se me hacía casi imposible ordenar nada. Era incapaz de mandarle a Rick hacer algo, como para castigar así a un hombre. De hecho, si fuese capaz de ordenarle algo a Rick, lo primero que haría sería que me besase.

- Yo... - Traté de quitarme la idea de la cabeza y me quedé embobada mirando su sonrisa para escucharle hablar de nuevo.

Y cuando cogí fuerzas para responderle me abrazó y sentí como me derretía por él. Le abracé con fuerza y pegué mi cuerpo contra el suyo, queriendo sentir todo su calor y el alivio de tenerle así, aunque solamente fuese en ese momento, solo para mí. Era en esos momentos en los cuales le consideraba mío y de nadie más y donde deseaba que fuese al contrario y que la conversación no girase en torno a la vida militar, sino a la de una pareja de enamorados. Algo que por aquel entonces estaba segura que jamás pasaría por mí principalmente y por supuesto, porque un hombre como él jamás se fijaría en nadie como yo.

Y quiso aleccionarme de nuevo sobre como tratarles y sentía que era algo humillante, porque era lo mismo que pasé yo de joven en casa. - ¿Realmente para ser un buen superior tengo que comportarme así? ¿No hay otra manera? - Le pregunté a Rick sin separarme de su cuerpo, disfrutando del olor que tenía en su ropa, en su piel, mientras que mi corazón cabalgaba alegre por un enorme campo para él solo.

Por desgracia, cabalgaba él solo.

- Soy incapaz de dar una miserable orden. Al soldado que me pusieron estos días como secretario le pido las cosas por favor, si no te importa... Rick... - Y le miré a los ojos. - ... sería incapaz de darte ninguna orden y menos aún de tratarte así. ¿Y si hablamos con el mayor y el coronel? Que te asciendan a teniente y a mí me degraden a sargento... creo que sería más cómodo para ambos. Me enseñaron a obedecer a golpes... soy la criatura más sumisa que jamás encontrarás delante de ti... y entre tus brazos. - Añadí sin querer dejándome llevar por el corazón.

Y me ruboricé y aparté la mirada, para separarme de mala gana de él después de cagarla así.

Al menos reaccionó bien y me animó a preparar el equipo. - Ven, está en el dormitorio... - Le dije y le tendí la mano sin mirarle para entrar con él allí. Sobre mi cama habían varios uniformes apilados, todos los normales del campamento. Ninguno de trabajo o de campaña y menos de camuflaje. - Esto es lo que tengo. - En un rincón de la cama, estaba bien doblada mi ropa interior y me ruboricé cuando me di cuenta de que la vería. Pero tragué saliva y saqué los calcetines del cajón y lo mostré el calzado.

Ni una sola bota.

Todo trajes para estar en una oficina. - Ahí está todo el equipo médico. Me lo entregaron ayer por la tarde y lo tenía en el despacho. - Dije señalando un rincón, donde lo había dejado esa misma mañana, después de que Rick se marchase con tanta prisa. - Creo que con esta ropa, no llegaré muy lejos Rick... - Y apreté su mano y cerré los ojos. - Creo que es una buena excusa para no ir... ¿no crees? - Y pronto sintió como mi mano empezaba a temblar por los nervios de la misión y después de mi mano, vino el resto de mi cuerpo. Y le miré a los ojos y por un momento me vi tan débil que sentí que lo único que podía alzarme eran sus labios.

Y lentamente me acerqué a ellos, como una polilla hacia la luz, hipnotizada por él, por su seguridad, por su planta, por todo lo que sentía por él y cuando me di cuenta de lo que iba a hacer corregí mi trayectoria y le abracé de nuevo. - Tengo mucho miedo, Rick. No es uno, son diez hombres... si uno solo convirtió mi niñez y adolescencia en una pesadilla y uno solo convirtió después parte de mi juventud en un horror... ¿qué no podrán hacerme nueve desconocidos, cuando el primero ya ha plantado cara?

Le pregunté con mi cabeza pegada a su pecho, segura de que si le miraba, le besaría sin remedio y estropearía todo entre los dos en ese momento.

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13/11/2021, 13:13
Sgto. Rick "Jester" Heatherly (1922)

Sarah no comprendía, o más bien, no aceptaba, la nueva situación en la que se encontraba. Como superior, debía ejercer liderazgo, pero como mujer, debía demostrarlo en cada paso que daba. Era así; era simplemente así.

-No, no. Hay superiores y superiores. Pero tú tienes que demostrar mucho más que otros. Tienes que dejar claro que tu rango no es gratuito y que mereces el mismo respeto que cualquier otro. La mayoría de los hombres te darán siempre el beneficio de la duda y te respetarán, pero otros, como ese Murray, intentarán joderte a cada paso del camino, por lo que a esos tendrás que dejarle claro que tú estás al mando. No hay otra manera con ellos.

Por desgracia, ella no se sentía aún lo suficiente segura.

-Te entiendo -le dije, para pasar a negar con la cabeza ante su sugerencia -. No, no puede ser. Le debes al Coronel y al Mayor devolver la confianza que han puesto en ti. Tú solo suelta las cosas. Todos te obedeceremos. Y siempre que yo pueda, apoyaré tus palabras sin que se note.

Entre mis brazos.

No la consideraba sumisa y de haber podido, habría hecho mucho más que abrazarla. La abría besado, empujado contra la pared, bajado la ropa interior y.... pero no, no podía perderme en aquella clase de ideas sin futuro. Además, allí ella me necesitaba como nunca. Necesitaba al sargento Jester, no a Rick.

A continuación, la acompañé al dormitorio, pensando en que ojalá fuese para otra cosa diferente en lugar de preparar el equipo. Me mostró la ropa interior y los calcetines.

-Está bien. Esto tiene fácil arreglo, no te preocupes.

Me di la vuelta, abrí la puerta y lancé un grito.

-¡ASISTENTEEEEEEE! 

Al segundo apareció el soldado que ayudaba a Sarah con sus tareas.

-La Teniente necesita su equipo de marcha. Vaya a intendencia y pida unas botas, uniforme de campaña, cantimplora y equipo para diez días. Y lo quiero todo para antes de diez minutos. ¡Deprisa!

El soldado apenas tuvo tiempo de mirarme porque tan pronto llegó, le solté todo aquello y rápidamente tuvo que volverse a ir, murmurando un "sí señor" apenas audible.

Mientras volvía, me giré hacia Sarah.

-Dentro de poco harás esto con naturalidad. Puede que jamás llegue a gustarte, pero lo harás, porque todos hemos aprendido a hacerlo cuando ha sido necesario.

Después me dijo aquello de los hombres y tuve que mantenerme firme en mi convicción de que ella era capaz de aquello y mucho más, y transmitírselo.

-No son nueve desconocidos, Teniente McDuncan. Son nueve soldados a los que usted dirige y que le harán caso bajo amenaza de sufrir un consejo de guerra. Así que arriba esa mirada -le dije, dulcificando entonces mi rostro y mi voz, y sonriéndole -... y ánimo, que nunca estarás sola. ¿Lo sabes, verdad? Siempre estaré a tu lado.

Y siempre te querré, lo que significa que jamás te abandonaré.

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14/11/2021, 11:37
Tte. Sarah McDuncan (1922)

- Pero Rick, sabes que... - Y guardé silencio pues no tenía manera alguna de rebatirle nada. Tenía razón y empezaba a ver el ascenso más que como un premio como un castigo. Y cuando me dijo aquello sobre el coronel y el mayor, asentí. No había pensado en ello, solamente en mí, en quitarme el muerto de encima. No había pensado en que ellos habían depositado su confianza en mí o más bien en el capitán Palmer, pues no me conocían a penas el día que me ascendieron. Y miré a Rick casi descompuesta, pensando en que todo el esfuerzo previo, todo lo que había trabajado en estos días, lo que había estudiado... era solo el principio porque se me exigiría más que a nadie. - ... no podré soportarlo si no es contigo a mi lado.

Una vez en la habitación, cubrí mi ropa interior con todo el disimulo que pude con un uniforme al tiempo que Rick llamaba a mi asistente. Me fijé como le trató, de manera impersonal, con indiferencia... y me dolió, más por el chico que por otra cosa. Era trabajador y agradable. - ¿De verdad tengo que tratar a todos como si no me importasen nada? ¿Incluso a ti? - Mi gesto cambió a una extrema preocupación. Eso iba a dañar nuestra relación de amistad, porque por desgracia eso era y lo peor era que no podía demostrarle cuanto me importaba realmente.

No con la sombra de John sobre mí, con todos mis traumas y mi dolor constante, junto con mis miedos. Rick se merecía alguien mucho mejor que yo. Alguien que pudiese hacerle feliz y si ni yo misma lo era, ¿cómo podría hacerle feliz a él? En silencio, fui recogiendo mis cosas y guardándolas de nuevo en su sitio, estaba claro que nada de aquello se vendría conmigo de misión.

- Puede no. Te aseguro que jamás me gustará tratar así a nadie. Es humillante y... me asquea pensar que un día te hable así. Precisamente a ti que eres la persona más importante para mí en... - el mundo, - este lugar. En esta habitación concretamente. - Le sonreí bromeando, queriendo quitarle importancia a la frase que acababa de soltar porque decía demasiado en ella.

Me senté en la cama. - Son desconocidos para mí. No conozco ningún nombre salvo el de Murray porque... en fin, se ha ganado a pulso que le conozca. No sé como me verán ellos, pero seguramente como a todas las mujeres, Rick. Charlatana, débil y llorica y en eso último no les voy a quitar la razón. - Le sonreí nuevamente desde mi nueva posición.

Si no estuviese tan mal, si no tuviese tantos traumas, tiraría de su cinturón hacia mí y acariciaría sus piernas con mis manos, para subir por su torso y agarrarle del cuello de la camisa y hacerle desdender para besarle en los labios. Pero eso solo quedaría en  mi cabeza, como todas aquellas veces que alcancé el climax con él durmiendo a mi lado sin enterarse ni de lo que hacía, ni que pensaba en él y no debía saberlo nunca.

El soldado no tardó en aparecer con lo que el sargento le había ordenado y sin plantearme nada en ese momento, pues no creía que Rick me viese como algo más que una compañera más, me desvestí ante él y me puse uno de los uniformes de campaña. Me quedaba un poco grande, como todo, pero estaba comprobado que si pedía una talla menos de camisa el pecho se me marcaba mucho y las miradas me resultaban molestas. Así que era mejor parecer un saco de patatas a mostrar la mínima curva y menos en aquel lugar.

- Bueno, pues... uno  menos que guardar... - Dije poniéndome las botas nuevas. - ¿Sabes que no aguantaré ni un día de marcha con el calzado nuevo, verdad? - Le pregunté a Rick. - Espero llevar tiritas suficientes para los diez días y no retrasaros... vale, ahora, por lógica, el uniforme limpio debería ir abajo del todo ¿no? - Le pregunté a Rick, poniéndome en pie y cogiendo el macuto, dispuesta a empezar a montarlo a su lado y con su ayuda. - No me gustaría perder mucho tiempo con esto y llegar la última, pero quiero aprender a hacer las cosas bien... y... supongo que tendré que llevar mi propia tienda. Oí que eran compartidas y... creo que quedará raro que nos vean entrar en la misma. A mí no me importa pero... tú los conoces mejor que yo... ¿cómo deberíamos hacerlo?

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20/11/2021, 11:35
Sgto. Rick "Jester" Heatherly (1922)

Aunque yo me hubiese prometido a mí mismo que siempre estaría con ella, a su lado para lo que me necesitara y también para los momentos en los que su seguridad flaqueara, ella no podía estar segura. Por sus experiencias, por la vida que había llevado, entendía que a pesar de tener plena confianza en mí, rondaba siempre por su cabeza la idea del fracaso y también del abandono.

Así que tenía que recordárselo continuamente.

-Y no lo harás. Siempre estaré a tu lado -le aseguré, con una sonrisa que intenté calmara sus miedos, al menos lo suficiente como para seguir adelante.

Después de encargar al asistente que fuese a por lo que necesitaba, tuve otra vez que actuar como una especie de "profesor" para Sarah; no me molestaba, pues su manera de ser, dulce, siempre intentando tratar a todo el mundo, no como el mundo la había tratado a ella sino todo lo contrario, era precisamente lo que más me gustaba, una de las cosas que habían hecho que me enamorase de ella.

Pero en el ejército, todo era un poco diferente.

-Debes mirar esto como algo que no sea personal. Lo que se espera de alguien que tenga un elevado rango es que haga uso de él, sepa lo que hacer en cada momento y de ejemplo. No importa si haces las cosas mal, sino que sigas intentándolo. Si te caes, levántate; si vuelves a caerte, vuelve a levantarte. De esa manera transmitirás, no solo que eres humana como todos, sino que tu voluntad es tan fuerte que con ella puedes vencer cualquier cosa. Eso es lo que más importa para un soldado. Por eso cuando la muerte está cerca, lo único que puede evitar que un soldado retroceda es la convicción de que todo es posible, aun cuando parece imposible -le expliqué.

Ella además mostró su preocupación por mí, porque pudiera tomármelo a mal.

Yo sonreí y negué con la cabeza.

-No te preocupes. Cuando estemos a solas te veré como siempre lo he hecho; solo cuando nos encontremos rodeados de militares, actuaré como se espera y comprenderé a la perfección que tú lo hagas también, porque sé muy bien que es lo que debes hacer y que tú estás por encima de todo eso. Así que tranquila.

Por desgracia para todos, para ella en aquel caso, siempre había retos. Nosotros ya nos habíamos enfrentado a uno en el hospital; muchas personas, en todos los ámbitos de la vida, parecían tener como objetivo humillar y golpear a los demás, como si quisieran devolver un poco de lo que ellos habían recibido, justa o injustamente. Pero ahora tenía la ventaja del mando y debía aprovecharla.

-Ya los aprenderás. En cuanto a Murray, recuerda siempre que es un imbécil. Además, el ejército crea fuertes lazos incluso cuando uno menos se lo espera. Ese idiota podría aprender antes de lo que pensamos lo importante que eres en su vida, ya se a en esta misión o en la siguiente. De momento, si no recuerdas sus nombres, dile soldado y espera a que él te lo indique. Y no te apures. Llorica o no, eres su superior y todos fueron novatos, lloricas y cobardes, alguna vez. Incluso yo.

Cuando regresó el soldado con todo el equipo, empezó a desvestirse. Yo me volví ligeramente porque los sentimientos que me despertaba no eran precisamente de camaradería. Podía sentir la presión en mis pantalones, contenida a duras penas por el duro y resistente tejido, y por mucho que me repitiese a mí mismo que debía verla de otra manera, no podía en ciertos momentos como aquellos, cuando ambos estábamos tan cerca y también conversábamos como dos amigos, y no como dos soldados.

-No te preocupes. Ponte un par de calcetines gruesos, dos pares si es necesario, y golpea tus botas con fuerza contra una buena piedra durante un rato. Así los ablandarás. Son trucos del oficio.

Vi como terminaba de prepararse y se ponía en pie. Estaba orgulloso de ella, aunque no se lo dijese.

-Bueno, no siempre tendremos opción de poner tiendas, pero en ese caso, es mejor estar juntos para calentarnos más. Simplemente colócate en un extremo y yo me situaré a tu lado. De esa manera nadie podrá acercarse. Y cuando yo no esté, le sueltas una bordería del tipo... "soldado, si quisiera un hombre escogería a alguien que oliese mejor, así que sepárese" o algo así. Eso bastará.... además de un buen codazo en las costillas, por supuesto.

Y estábamos listos.

No había sido tan difícil al fin y al cabo. Ella era una mujer lista y dispuesta, más dura de lo que se consideraba a sí misma, pero allí estaba yo para recordárselo.

-¿Está preparada, Teniente? Solo de las órdenes y yo me encargaré de hacerlas cumplir -le dije, con la mano en la manija de la puerta.

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21/11/2021, 01:31
Tte. Sarah McDuncan (1922)

- Lo sé, me lo repites siempre... pero... los dos sabemos que llegará el momento en el cual una mujer se cruzará en tu camino y será a ella a quien no quieras dejar nunca de verdad, porque no sentirás lo mismo. - Lo mismo que yo por ti. - Y ella será tu prioridad y a mí me tocará entenderlo y aprender a caminar sin ti. - Porque sabía que le perdería para siempre llegado ese día. No soportaría verle con otra y tendría que desaparecer de su lado para siempre.

Pero hasta entonces, era mío, de alguna manera, lo era.

Luego llegó una nueva charla sobre el trato a los demás militarmente hablando. En el mundo de las enfermeras eso no se daba. Lo veíamos entre los hombres en el cuartel, la base... pero no se nos trataba así. Claro que yo ya no era una simple enfermera. Era teniente y estaba preparada para ejercer la medicina aún sin tener el título como tal. De hecho estaba lista para cualquier cirugía de campaña.

Mi preocupación porque se lo tomase a mal era genuína y respondió con una sonrisa la cual alivió mi malestar al tiempo que memorizaba sus palabras previas, repitiéndomelas una y otra vez.

Le sonreí, pues parecía tener respuesta a todos mis miedos y males, hablándome incluso de Murray y su estupidez, hasta que al final me di cuenta de lo que me había dicho. - ¿Tú también lloraste al entrar aquí? No me lo creo... - Y era cierto, no le veía como alguien que llorase con facilidad y menos en un lugar como aquel.

El asistente vino con todo lo solicitado y nos pusimos manos a la obra o más bien empecé a ponerme bajo la atenta mirada de Rick a colocar cosas, salvo cuando opté por cambiarme de ropa delante de él y le vi girarse de aquella manera. - Creo que tendrás que acostumbrarte a esto igual que yo, Rick. No es algo que vaya a hacer delante de todos y si alguien me da seguridad para poder hacerlo sin temor a que me pase nada, eres tú.

Lo cierto era que en mi mente él se lanzaba a mis brazos, me besaba con pasión y me dejaba caer en la cama con cuidado, para desvestirme lentamente, dándome mi tiempo y que no viese todo aquello como el horror de una violación más... pero jamás pasaría. Sabía que era eso, su hermana pequeña y no había otra cosa. - Además, estoy segura de que no soy la primera mujer que ves así ni seré la última. -Dije, sabiendo que la respuesta me dolería.

Le hice caso en cuanto a los calcetines y me calcé. - Bien, luego les daré la paliza de su vida. - Dije refiriéndome a las botas con una sonrisa y terminé de meter todo en el petate y arriba del todo, uno de los libros de medicina. No sabía si me daría tiempo a estudiar o no, pero por si acaso...

- Rick, si es dentro de las tiendas y se pasa frio, dormir a la intemperie en este país es una locura. Cargaré con una tienda si es preciso. Además, necesitaré donde cambiarme lejos de los ojos ajenos y si llueve, tendremos donde refugiarnos. No son dos noches fuera, es más de una semana. Todos deberían llevar tienda. - Y entonces bajé la mirada. - Así aprenderé también a montarla y desmontarla. Ya sabes que mi vida no fue un camino de rosas... - No hasta que te conocí y ahora se ha endurecido por ti, mi inalcanzable amor.

Me puse el petate en la espalda. Faltaba la tienda y pesaba lo suyo ya. Luego cogí el equipo médico. - Sí, señor, estoy lista. - Le dije con una sonrisa y vi su mano en la manilla de la puerta. - Solo una cosa más. - Y le abracé, pues sabía que tardaría tiempo en volver a hacerlo. Mis ojos se clavaron en los suyos y le acaricié el rostro. - Estoy feliz de tenerte a mi lado, Rick... no sabes cuanto.

Y fui a besarle en los labios justo cuando llamaron a la puerta y Rick giró el rostro hacia ella y mi beso quedó en su mejilla. Era mi asistente informándonos de que el cabo estaba allí. Al abrir la puerta le vimos cuadrado frente a nosotros. - Descanse cabo, ¿qué ocurre?

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21/11/2021, 01:57
Cabo Kirk Lazarus

- Teniente, sargento. - Saludó primero. - El equipo está listo para revisión. Tratándose de diez días el tiempo máximo, he solicitado tiendas de campañas dobles para compartir. Pesan un poco más que las individuales, pero solo un poco más y pueden irlas llevando por parejas, quien comparta tienda llevará el peso con su compañero. Quien se niegue, dormirá a la intemperie. Y de madrugada hace demasiado frío como para tener la cabeza al aire. - Sonrió.

Luego miró el equipo de Sarah y a ella. - No es por entrometerme pero, ¿está segura de que podrá con todo eso, teniente? Si necesita ayuda ya sabe que puede contar conmigo. Solo tiene que ordenarme que lleve algo y así lo haré. No se preocupe, es lo habitual. - Dijo sabiendo que su rango era reciente. - Aunque creo que le costará hacerse, se hará con ello.

Y el cabo guió a ambos junto con el resto de hombres, que estaban a su bola hasta que el cabo les puso en su sitio. - ¡Atención compañía! ¡La teniente y el sargento! - Y todos se cuadraron frente a sus mochilas. Unas parecían más llenas que otras. Seguramente más de uno ya había aprendido a cargar con lo básico de verdad y no tenía intención de cambiarse de uniforme en toda la semana. Sarah sintió pena por quien acompañase a ese hombre.

Sarah siguió avanzando y ocupó su puesto en el lado de los soldados. Ahora era uno más, una teniente, sí, pero el sargento mandaba en aquel momento y ella solamente iba en calidad de médico, por lo tanto su rango no tenía valía en aquel instante y no pretendía abusar de él hasta que no fuese necesario.

La cara de asombro de los soldados fue más que evidente y tras dejar sus cosas a un lado, se cuadró ante el sargento y el cabo, esperando a que el primero diese la orden para que descansasen ante la también asombrada mirada de Lazarus hacia ella. Era sorprendente como se había tomado las cosas.

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21/11/2021, 02:09
Soldado Bill "Tocapelotas" Murray

Cuando vio al sargento lejos suyo y para que no le escuchase ni él ni el cabo, comenzó a susurrar.

- Me apuesto un dolar que consigo que la teniente sea mi compañera de tienda desde esta misma noche. - Susurró Murray a sus allegados, haciendo que la apuesta se extendiese entre el grupo.

Risitas le miró mal.

- No me mires así, sabes que siempre serás mi compañero, pero de vez en cuando es bueno cambiar. Además, como me toca llevar parte de su equipo, podré charlar con ella por el camino. Esto está chupado...

Y las apuestas se empezaron a pensar y seguramente se moverían sobre la marcha.

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21/11/2021, 19:20
Sgto. Rick "Jester" Heatherly (1922)

El hecho de que pudiésemos hablar entre nosotros con total confianza dentro de aquella base constituía una excepción a lo que era habitual, porque era complicado encontrar intimidad suficiente para hacerlo, pero dentro de su despacho, durante aquellos momentos, aprovechamos el tiempo al máximo de lo que ambos éramos capaces de hacer.

Sin embargo, ella estaba equivocada. Nunca una mujer se cruzaría en mi camino para separarme de ella, porque ella era esa mujer, pero no podía decírselo. No podía decirle que estaba equivocada y que siempre me tendría a su lado.

Seguramente iría con más mujeres, sí, pero no serían sustitutas sino ejemplo de un consumo rápido para satisfacer una necesidad que todos teníamos.

Ella siempre estaría ahí, en el centro de mi vida, aún cuando no me tuviese presente a su lado, en su casa o en su cama, por lo que jamás podría olvidarla o fingir que no existía. Sencillamente, que ocurriese algo así era completamente impensable.

Pero no dije nada. Escuché... y esperé, y procuré concentrarme en repetir que tendría mi apoyo y en que todo cuanto sentía no era ni novedoso ni exclusivo.

-Créetelo. Aunque no lo parezca, alguna vez fui un jovenzuelo bastante tonto e ingenuo. Pero en el ejército, o maduras o simplemente desapareces. Si estás en guerra, caes, y si no, simplemente cambias de oficio. Si me he quedado en él es porque aquí siento que está mi lugar y he aprendido a hacerme fuerte en él.

Mientras se cambiaba, pareció molestarse porque yo evitase mirarla. Lo hice por respeto, el que ella me merecía, no porque sintiese vergüenza. De hecho, lo poco que vi fue suficiente para devolverme el ardor que tantas noches me había asediado.

-Ejem, me acostumbraré, desde luego, pero solo cuando sea necesario. Mientras pueda darte la intimidad que creo que mereces, te la daré -le respondí -. Eh... un caballero nunca habla de otras mujeres, Sarah. La única manera que conozco de respetar a una es tratarla como alguien especial, porque así lo es en ese momento.

Y ahora mismo, y para siempre, lo serás tú, aunque no pueda decírtelo.

Finalmente, estuvo lista.

Me dirigí a abrir la puerta cuando me dijo aquello de que estaba feliz de tenerme a su lado y me abrazó, consiguiendo que durante unos segundos me quedase sin habla y fantasease despierto sobre besarla, abrazarla, desatar la pasión entre ambos y olvidarnos de todo.

Quizás por eso tardé en reaccionar y responder ante su comentario.

-Yo... eh... claro, pero como te he dicho, siempre estaré contigo.

En ese preciso momento pareció como si fuese a besarme, aunque no podía ser así. Era difícil separar la realidad de lo que dictaban mis sueños, sobre todo teniéndola tan cerca. Afortunadamente, llamarón a la puerta, ella me besó en la mejilla, confundiéndome, y al abrir vi el rostro del cabo en posición de firmes.

No tardó en explicarnos lo que había hecho, un ejemplo de eficiencia.

-Estupendo, cabo. Bien hecho. 

A continuación, le echó un rápido vistazo a todo lo que llevaba Sarah, y yo tuve que intervenir para calmar su nerviosismo.

-No se preocupe. El soldado Murray llevará al menos la mitad de su equipo. Encárguese de que lo haga así, ¿entendido, cabo?

Con todo listo, sabía que había llegado el momento.

Seguimos al cabo hasta el claro en donde estaban los hombres reunidos. Los puso firmes y yo me coloqué a su lado mientras Sarah lo hacía junto a los soldados.

-Silencio, soldado -dije al ver a Murray cotillear como si fuese una vieja -. Está bien, descansen, soldados. Nos esperan diez días de marcha y voy a hacer que todos terminen deseando que comience otra guerra mundial antes de que hallamos llegado. No toleraré quejas ni tampoco retrasos a causa de estupideces. Quien lo haga, no solo tendrá que seguir el mismo camino por su cuenta sino que además cuando volvamos, recibirá el castigo que se merece. Murray, agarré la mitad del equipo de la Teniente y colóquese al final. Kansas, usted cerrará el grupo y se encargará de patear el culo de todo el que se quede atrás. Y ahora, en marcha. 

Me di la vuelta y empecé a andar, mirando de reojo a Sarah.  Durante el principio al menos, tendría que valerse por ella misma. Sin embargo, cuando me giré, me acerqué al oído del cabo.

-Cabo, cuide de la Teniente. Esta es una misión difícil para ella y necesitará de su ayuda.

Ahora todo radicaba en alcanzar el punto B en un tiempo adecuado. Marcaría un ritmo medio-alto, aceptable para los soldados pero algo más complicado para Sarah. Sin embargo, sabía que lo más difícil sería el regreso. Ahí el cansancio sería como una losa de la cual resultaría difícil liberarse.

Pero lo haría; estaba seguro de que lo haría.

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22/11/2021, 09:02
Tte. Sarah McDuncan (1922)

Que Rick me confesase que en su momento tuvo miedo, me hizo sentirme más apegada a él. Ningún hombre confesaría jamás algo así y menos a una mujer y ahí estaba él, diciéndome que había llorado y sentido miedo. - Eres admirable. - Fue lo poco que supe decirle en ese momento y cuanto más le escuchaba hablar de sí mismo, de su pasado, de lo que había vivido, más sentía que le amaba y más ganas de lanzarme a sus labios tenía.

Pero no podía.

Me sonrojé más y me dio más pudor que me dijese que era especial que cambiarme de ropa delante suyo. Habíamos dormido juntos, le había visto casi desnudo por completo, le había visto con una erección en más de una ocasión, aunque me perdiese lo que había bajo las sábanas, llegué a tocarlo al bañarle y sentir como me excitaba. Él no lo sabía pero me había masturbado más de una noche con él a mi lado en la cama... Sabía que no me veía como una mujer, sino como a una... ¿niña? Así que... que más daba lo que viese o no. Además, su respuesta me decía que sí, que estaba acostumbrado a ver mujeres desnudas de antes y es que no me extrañaba. Con su mirada y sonrisa debía conquistar a cualquiera que quisiera.

Por eso sabía que yo no le interesaba, porque no lo había intentado conmigo.

La vergüenza sobre la palabra especial me quitó el habla y al final nos comenzamos a mover. No entendí bien porque el que se quedó sin palabras fue él al llegar a la puerta. Después de mi pasado, de los hombres que habían estado en mi vida, lo normal es que él, quien me cuidaba y protegía, me hiciese sentir la mujer más feliz del mundo y si la situación cambiase y pudiese estar con él como me gustaría, sería la mujer más feliz del universo... pero aquello estaba demasiado lejos de mi alcance. Cuanto antes aceptase que un hombre como él jamás estaría con una mujer como yo, antes pasaría de capítulo.

Lo que no me imaginé nunca es que jamás lograría hacerlo.

Por una vez que me lanzo a besarle, quizás la única vez que estuve tan cerca de hacerlo fue esa en aquellos días. Aunque más adelante lo intentase nuevamente y siempre fallase... hasta que un día, casi quince años después, fue él quien me besó y reconoció su amor por mí desde el primer día que nos vimos. Así pues el beso quedó en su mejilla durante el resto del día.

El cabo nos guió hasta los hombres y me coloqué como uno más. No dije nada cuando Rick le ordenó a Murray llevar la mitad de mis cosas, pues sabía que con tanto peso no llegaría a durar ni un día de caminata. Me mezclé entre los hombres y seguí a Rick de cerca. De alguna manera quería ser "uno más" pero sabía que mi rango y el hecho de ser mujer serían los dos grandes impedimentos.

Y comenzamos a caminar y las botas endurecidas comenzaban a molestarme. Aún no había tenido tiempo de darles la paliza de su vida y el doble calcetín funcionaba, pero todo tenía un límite y en este caso mis pies empezaron a aguantar poco. Al principio trataba que no se me notase, pero al comenzar a caminar por una zona de piedras endurecidas, todo cambió a peor. Además, tratar de que no se me notase me hacía sudar y eso complicaba las cosas más, pues mis pies sudaban también y los calcetines se humedecían. Ahora entendía porque Rick me dijo que llevase muchos calcetines y empecé a pensar que había cogido pocos.

Los minutos se hacían horas y miraba a Rick con ganas de preguntarle cuando íbamos a parar a descansar. Pero él debía tener su plan en la cabeza y yo no podía dejarle mal. No podía rendirme ante ellos y demostrar en las primeras horas que no lo lograría. Sería humillante para mí y dejaría mal al sargento, al mayor y al coronel por confiar en mí. Pero el dolor iba en aumento, no el cansancio y empezaba a apoyar mal los pies.

Quería hablar, quería quejarme... quería llorar, pero no podía. Entonces vi una larga rama de un árbol, me serviría para poder caminar mejor. No sabía porque para estas marchas no les daban bastones a los soldados, quizás por el peso. Usarla me alivió bastante y pude corregir algo mis pasos, pero sabía que en cuanto parásemos, debía mirarme los pies. Y lo peor de todo no era eso, sino que sentía como todos los ojos se fijaban en mi a cada paso que daba. Hasta Lazarus y Rick me controlaban y me incomodaba, no por ellos dos... sino por tantos ojos de hombres mirándome.

Y sentía como empezaba a quedarme atrás o más bien lo veía, no por cansancio, aún no... sino por el dolor de pies que tenía que no me dejaba avanzar con normalidad. Y sin llegar al primer punto de descanso, o quizás fuese ese mismo, dimos con la primera "trampa". Algo sencillo para empezar, neumáticos tirados en el suelo, para ir corriendo metiendo los pies entre ellos, alzando bien las rodillas... y miré a Rick en silencio. No iba a quejarme, no iba a decir nada. Si hacíamos la parada ahí nos quedaríamos fríos y costaría más pasar aquello. Si no parábamos, seguramente me tocaría repetirlo las tres veces que daban de oportunidad hasta quedar marcado como "muerto".

Sin duda el más espantoso de los ridículos.

- Tiradas (1)

Notas de juego

Como Sarah es la que va a llevar peor la marcha, haré una tirada de 1d10 para ver que tal hace el primer tirón. Cuanto más alto, mejor irá pasando el trayecto.

La trampa 1d10 dif 6 y Murray con un penalizador de -1 por el exceso de peso.

No le aplico penalizador a Sarah porque la tirada no fue tan mala, de haber sacado un 1 y pifiar, si la hubiese cascado penalizador, al menos de -2 hasta que se curase un poco los pies.

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22/11/2021, 10:03
Soldado Bill "Tocapelotas" Murray

A pesar de estar al final y cargado como una mula, Murray no dejaba de mirar a Sarah. No era el único, pero sí el más descarado. Cuando la vio coger el palo, a pesar de que ya iba cansado por el exceso de carga, no pudo cerrar la boca.

- McDuncan. Cuando quiera agarrar otro palo, pregúnteme. Seguro que tengo uno disponible solo para usted. - Y rió y como no Risitas le acompañó y alguna risa más se escapó por ahí aunque no se supo bien de quien.

El cabo miró a Sarah, quien agachó la cabeza avergonzada y dolorida y luego miró a Rick, por si intervenía él mismo o si optaba por dejar que se apañase la teniente sola, mientras apretaba los puños para no romperle la boca a Murray y así dejar de escucharle soltar insolencias.

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25/11/2021, 09:25
Sgto. Rick "Jester" Heatherly (1922)

Estaba preocupado por Sarah, pero no podía dejarlo entrever porque eso únicamente significaría que hubiese quedado expuesta ante idiotas como Murray. Los soldados eran pacientes, pero cuando alguien ponía en riesgo al grupo no tanto y por mucho que aquella fuese una misión de entrenamiento, bien podía ser tan real como cualquier otra.

Así que debía ser ella quien superase la prueba, en la medida de lo posible, por su cuenta.

De vez en cuando me quedaba a un lado para ver cómo marchaban todos, aunque quien de verdad me interesaba, la única que me interesaba, era Sarah. Los demás podían irse al infierno. Vi como resoplaba, seguía el ritmo pero con dificultad, y más adelante, ayudándose de un palo. No era una mala estrategia pero evidentemente ya dejaba entrever que tenía dificultades.

Miré al cielo. Todavía nos quedaban unas cuantas horas por delante, aunque llevábamos un buen ritmo. No estaba mal para ser el primer día, aunque el objetivo siempre era agotarlos para sacar lo mejor… o lo peor de ellos. Era la norma establecida para cualquier ejercicio.

Cuando volví a colocarme delante, oí el comentario de Murray. Ese no iba a callarse hasta que una bala no le volase la cabeza.

-Cierre la boca, Murray, o el próximo palo que sienta será el que le meta por el culo para arrancarle el cerebro –le dije, sin dejar de caminar.

A pesar de que sabía que sería difícil, no había sido consciente de cuánto, hasta que vi cómo marchábamos.

Finalmente, miré el reloj y comprobé que llevábamos cuatro horas de marcha sin parar. Eso era suficiente para todos. Debíamos descansar y comer algo.

-Está bien. Una hora de descanso. Primero, comprueben sus calcetines y botas. Después, coman  ligero.

Obviamente, mi objetivo era comprobar el estado de Sarah, así que procuré hacerlo de la manera más disimulada posible.

-Teniente, Cabo. Será mejor que comprobemos la ruta antes de nada –les dije, dirigiéndome hacia ellos y saliéndome del camino.

Habitualmente lo hacía para permitir a los soldados hablar entre ellos, pero en aquel caso era para darle a Sarah un poco de aislamiento. Seguro que lo necesitaba.

Cuando nos alejamos lo suficiente, me volví hacia Sarah.

-Ahora ya puedes tirarte al suelo. Voy a quitarte las botas. Ve sacando una crema para las llagas y calcetines nuevos. Cabo, ablande las botas mientras les quito los que tiene.

Le quité las botas con cuidado y se las entregué al cabo. Después, le retiré con mucha suavidad los calcetines. Como sospechaba, los pies estaban hinchados, sobre todo a la altura del tobillo. Saqué mi cantimplora y procedí a lavarle los pies, sabiendo que por supuesto, iba a dolerle a rabiar. Pero debía mantenerlos limpios para que las heridas pudieran al menos estar limpias.

-Sobrevivirá, Teniente. Lo ha hecho muy bien para ser la primera marcha y le aseguro que todos hemos pasado por esto, incluso los soldados más duros. ¿Verdad, cabo?

Empecé a darle unas cuantas friegas en la planta del pie para activar la circulación y bajar la inflamación, dejando la crema para el final. Mientras tanto, la miré y le sonreí. Era todo cuanto podía ofrecerle.

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25/11/2021, 11:30
Tte. Sarah McDuncan (1922)

Aquel paso era agobiante y sentía ganas de llorar, pero debía aguantar y ver a Rick vigilarme así me hacía mantenerme firme. Oí a Murray soltarme la burrada con el palo, pero yo no tenía ni fuerzas, ni ganas, ni tan siguiera una idea brillante para contestar a aquel hombre. En ese momento me estaba dando cuenta de que, efectivamente, era tan solo una niña de 21 años metida en un mundo de hombres, jugando a ser lo que no era. Por eso Rick me veía así y siempre me seguiría viendo como una cría.

Murray respondió a Rick brevemente. - Señor sí, señor.

Pero eso no frenó mi paso, aunque si me hice daño moralmente el dolor de mis pies enseguida acabó con aquel dolor interno y solo cuando escuché al sargento que parábamos una hora, me sentí aliviada. Mi mirada buscó donde dejarme caer y en un segundo me vi atrapada por el sargento quien me alejó de los soldados junto al cabo. ¿Acaso no veía que necesitaba descansar?

Salimos del camino y seguimos andando. Iba a rogarle a Rick que parase, que dejase de castigarme así, cuando se volvió hacia mí y me dijo aquellas palabras. No tardé en acabar tirada, literalmente en el suelo, sintiendo el frescor de la tierra y las plantas filtrarse por mi ropa y darme algo de vida.

De no estar Lazarus delante, de no estar tan rota, hubiese bromeado con Rick sobre el tema de quitarme las botas y mientras él lo hacía, yo buscaba lo que me había pedido. Al menos había sido previsora y llevaba crema en el botiquín y en mi mochila, por si en algún momento me separaba de él, como era el caso. Y mientras sacaba los calcetines vi como Rick me descalzaba con cuidado, sintiendo dolor y alivio a la vez mientras me retiraba las botas.

El cabo no tardó en cogerlas y le miré. - Deles la paliza de su vida por mí, Lazarus. Véngueme ahora que yo no puedo. - No quería perder el humor y miré a Rick de nuevo, quien había retirado la primera capa de calcetines e iba a por la segunda. - Esto, me va a doler, ¿verdad? - Sabía que sí y me aferré a la hierba del suelo mientras ponía cara de dolor antes incluso de que Rick comenzase a quitarme los calcetines.

Sentía como la piel se desprendía de mi cuerpo y se quedaba adherida a la tela. Sí, dolía. Pero no tanto como el momento en el cual llegó el lavado con agua fría. Quise gritar de dolor, pero me contuve, como cuando me pegaba John. Solo dejé que brotasen las lágrimas al tiempo que iba aguantando como podía. Instantes después sentí un suave masaje en mis pies y abrí los ojos y miré a Rick, volviendo a llorar, pero no de dolor esta vez, sino de emoción.

Era la primera vez en años, muchísimos años, que me sentía cuidada y querida de verdad. - Oh... Rick... - Solté sin querer en algo que se asemejaba a un gemido de placer más que de dolor y es que así era. Jamás me habían tocado así los pies y a pesar de las heridas, quien lo hacía era precisamente el hombre al que amaba. Al darme cuenta de como había soltado aquellas dos palabras, me sonrojé y evité su mirada, quedándome cortada durante un buen rato y en silencio, pues no quería que parase nunca.

Y sintiendo lo que hacía con sus manos en mis pies, por mi mente se pasó la idea de que más sabría hacer con esas manos, como tocaría el resto de mi cuerpo y sentí que me encendía. Para que no me viese disfrutar de aquello, pues me daba vergüenza, me dejé caer hacia atrás y puse uno de mis brazos sobre mis ojos, ocultando mi vergüenza y mis lágrimas.

De estar a solas, le contaría parte de lo que sentía, pero estaba Lazarus presente y, a pesar de ser de confianza, había que guardar las formas. - Gracias sargento. Por sus palabras y su gesto. No se imagina cuanto se lo agradezco. De ser yo, creo que aún me estaría quitando el primer calcetín. Creo que se ha ganado a que le invite a comer una deliciosa ración K. - Le dije incorporándome de nuevo, quedándome sentada en el suelo, con mis pies en sus manos. - Y usted también está invitado, cabo. Ración K para tres. - Dije más aliviada gracias a los cuidados de Rick y sonreí al sargento de manera dulce y cálida.

Con la sonrisa de una eterna enamorada.

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25/11/2021, 13:04
Soldado Mark Cobden
Sólo para el director

Mientras tanto, los hombres se quitaban las mochilas y bebían agua, relajándose un poco después del paseo. Mark se acercó a Murray. - Deberías aprender a cerrar esa bocaza. - Le dijo el hombre con tono amenazante.

- Te estás metiendo con una teniente. Si ha llegado hasta ahí ha sido por algo. Además, es la que hizo que encarcelasen a la enfermera Calvin. Fue el testimonio de esa puta y del sargento los que nos quitaron la diversión en el campamento. - Dijo a todos, recordándoles lo ocurrido cuando ambos llegaron allí semanas atrás.

Y se volvió hacia Murray. - Pero tú sigue, que no dudo en que el sargento cumplirá con su palabra. Después de como ella le protegió a él se lo debe. Y por cierto, apuesto ese dolar a que no duermes con ella ni esta noche ni ninguna de las que nos esperan. Y me apuesto diez cigarros a que la teniente no logra pasar la primera prueba y es la primera en morir. - Sentenció al final. - ¿Alguien se anima o sois todos un puñado de nenazas?

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25/11/2021, 13:11
Soldado Bill "Tocapelotas" Murray
Sólo para el director

- No creo que sea para tanto... - Respondió Murray a aquel tipo, pero cagado de miedo. Le temía más que al sargento. - En cuanto a lo de Calvin... sería una diversión para ti, yo no la toqué el pelo ni una vez... no porque ella no me suplicase... - Mintió. - Sino porque no me van las golfas. Y veo tus diez cigarros. Está cansada pero creo que esta la pasará... - De lo contrario estamos jodidos...