Partida Rol por web

- Acepto su reto, Reily-dono. - replica Tsukikage, inclinando levemente su cabeza con la mano sobre la empuñadura de su espada. - Me llena de satisfacción poder participar en una lucha honorable con una espadachina como vos. - añade, mientras espera que el resto de los miembros de Radiant Dream asciendan por las escaleras hacia el siguiente piso.

Cuando por fin los dos están solos, Tsukikage desplaza uno de sus pies hacia atrás y acomoda su postura a una más propia para la batalla.

- Os concedo el primer movimiento, si gustáis. Si no, atacaré yo primero. - dice el enemigo. - Disculpadme si parezco impaciente, pero debo dar caza a vuestros compañeros cuando acabe con vos.

Las palabras y miradas de sus compañeros removieron su interior de diferentes formas. A pesar de la aparente calma el corazón de Reily bombeaba desaforado, pero eso sí, la seguridad que le proporcionaba mantener a Hana-Akari entre sus manos regulaba su respiración y con ello, poco a poco, también sus latidos.

- Gane o pierda, será un honor ser parte de este combate. Hazakura -susurró.

Con un rápido movimiento Reily bajó su katana enfocándola hacia su oponente. Un vendaval de pétalos de flor de cerezo se formó alrededor de su filo impregnando la estancia de un fuerte olor cítrico que podía hacer lloriquear los ojos. Conforme el vendaval ganó suficiente fuerza, éste avanzó hasta Tsukikage para envolverlo moviéndose furiosamente a su alrededor y, Reily esperaba, reduciendo su capacidad de combate.

El pelo de la chica ondeaba tras ella, con algunos pétalos de cerezo todavía moviéndose entre las finas hebras rosadas. Tras eso y esperando el ataque de su oponente, Reily colocó el pie izquierdo unos centímetros tras el derecho, manteniendo el talón del primero elevado y sus caderas inclinadas hacia delante mientras relajaba los hombros. Hana-Akari frente a ella, tanto dispuesta a atacar, como a defender a su dueña. Era la postura de equilibrio perfecta entre ataque y defensa pues así Reily podría medir la distancia entre su oponente y ella para ejecutar su siguiente ataque.

- Disculpa si soy yo la que parece impaciente -pues había tomado ese primer ataque sin pensarlo-, he de seguirles para salvar a mi compañera. Además, el hombre al que amo está con ellos y no pienso dejar que le des alcance.

Sus manos temblaron ligeramente con aquellas últimas palabras. Danzaban en su pecho como una balanza que no paraba de inclinarse en uno u otro sentido, "¿...el hombre al que amo...?" aferró más firmemente la empuñadura de Hana-Akari y dejó de temblar. El ataque de su oponente no tardaría en llegar y las inoportunas decisiones trascendentales debían aplazarse, se lo repitió como un mantra.

"Reily céntrate"

El vendaval de pétalos de flor de cerezo surge del filo rosado de la katana de Reily y vuela hasta rodear a Tsukikage, quien permanece fijo en su postura sin dar muestra de reacción alguna. Probablemente el hecho de llevar la cara tapada le ayude a ello. También escucha atentamente las palabras de Reily, y asiente de forma casi imperceptible. Aunque también es posible que ese asentimiento no sea tal, sino un movimiento natural de su cabeza.

- Vuestras palabras son firmes. - dice el hombre, y acto seguido se lanza hacia la espadachina del cerezo, alzando su katana con ambas manos sobre su cabeza. Un golpe directo y fuerte, aunque bastante obvio. O eso parece, ya que de un momento a otro Reily comprueba que los brazos y la katana en los que había fijado su mirada para bloquear el golpe no están ahí, y de repente el corte de la katana de Tsukikage llega a la altura de su cintura. - Y sin embargo hay duda en vuestra mirada. Temor, incluso.

El ataque de Tsukikage no se hizo esperar, Reily no esperaba menos, el espadachín parecía un digno oponente, uno de esos que ella jamás sería. Y así fue que no defraudó sus expectativas, pues sintió el acerado dolor en su estómago rasgando la tela del kimono y llegando hasta su carne. Se mordió el labio y no emitió ningún sonido de dolor, sino que se giró rápidamente en dirección hacia él para efectuar el siguiente ataque o bloquear el de él si era necesario.

- Por supuesto que hay temor -apartó un mechón de pelo con un soplido- ¿quién no teme cuando puedes perder lo que amas? Temor no es sinónimo de cobardía, sino todo lo contrario, si tememos es porque nos hemos atrevido a amar.

Diciendo esto, Reily colocó su espada en el lado derecho, con la punta hacia arriba enfocada a su rival. El kimono ondeó a su alrededor, a través del corte del vientre se veía su piel y el blanco Nagajuban oscurecido ahora por el color de la sangre.

Pero eso no parecía pararla, sino todo lo contrario, por primera vez en mucho tiempo, Reily estaba concentrada en su pelea y lo demás simplemente había pasado a un segundo plano. No sabía si vencería, pero lo que sí sabía es que les daría todo el tiempo posible. Sus ojos y Hana-Akari destellaron con un rosado eléctrico, peligroso.

- Hanagasumi -el filo de Reily buscó a su oponente y el veneno de las semillas de cerezo rezumó por el mismo encontrando el interior de su enemigo.

La katana de Reily hace contacto con las ropas y la carne de Tsukikage; y aunque éste intenta hacerse a un lado para esquivar el golpe en el último momento, el veneno de cerezo acaba entrando en su flujo sanguíneo.

- Es eso... ¿veneno? - murmura por lo bajo. Después, un leve asentimiento como de aprobación. - Sois hábil, Reily-dono. Y tenaz. Estamos de acuerdo en que el temor no implica cobardía. Sólo los necios no sienten temor. - replica, alzando su espada de nuevo en posición de ataque. - Pero el temor que veo en vuestros ojos no es la preocupación por un ser querido. Es el temor de enfrentaros a algo.

Tsukikage se acerca corriendo a Reily, y de repente... ¡sus brazos parecen multiplicarse y atacar al mismo tiempo! Sin embargo, Reily es capaz de parar la mayoría de los golpes que los falsos brazos de su enemigo intentan asestarle, y sólo uno consigue alcanzarla. Esta vez no ha recibido más que un rasguño.

- No es así, honorable Tsukikage.

Tsukikage se equivocaba, Reily no tenía miedo de enfrentarse a algo. Tenía miedo porque lo que tenía que ocurrir no estaba en sus manos y esperar es mil veces más terrorífico que enfrentar los propios miedos. Esa sensación de standby, de sentirse suspendida en el vacío, de depender de que la marea decida arrastrarte a la orilla o engullirte mar adentro, era insoportable.

Sin darse cuenta la rabia empezaba a acumularse de nuevo en su interior. Era completamente insignificante, todos brillaban con luz propia y ella era una cría estúpida, incapaz de tomar decisiones y que solo conseguía que la gente de su alrededor se preocupara. Nada estaba en sus manos, se limpió una lágrima con el dorso de la mano, ni salvar a Arlene, ni que él volviera a mirarla como antes, ni que el poder que estaba en su interior le fuera arrancado o que la convirtiera en algo que seguramente odiaría ser.

"¿Cuánto tiempo más vas a seguir pensando que soy tu enemiga?"

Mientras esquivaba los golpes de Tsukikage aquella conocida voz resonó en su interior. Reily tomó aire como si uno de aquellos golpes se lo hubiera quitado mientras la pequeña kitsune se relamía el dorso de la mano.

"¡VETE!"

"No puedo irme, soy parte de ti"

"¡VETE!"

"¡Cuidado!" la advertencia le hizo esquivar casi de milagro el último corte del espadachín, que apenas le hizo un rasguño "Reily, dame la mano, no me alejes, no te resistas."

Pero Reily seguía negándose a aceptar aquella parte de su interior que latía cada vez con más fuerza. Sacudió el rostro para concentrarse, lo único que estaba en su mano era esa batalla, era darles preciados minutos para que siguieran subiendo un peldaño tras otro. Posicionó a Hana-Akari frente a su abdomen, con el puño izquierdo a varios centímetros de su ombligo y el kensen a la altura de la garganta de su enemigo. Retrasó su pie izquierdo, levantando ligeramente el talón de sus pies descalzos. Puso su mano derecha sobre la izquierda formando una uve con sus brazos, así podría repeler tanto un ataque bajo, como uno alto cuando Tsukikage hiciera su siguiente movimiento.

- Hana-no-ami -aunque al mismo tiempo que susurraba sus palabras, la voz habló de nuevo en su interior "Niña boba. ¡Déjame enseñarte de lo que seremos capaces! ¡HANA-NO-AMI!" ambas voces corearon al unísono.

Una furiosa ráfaga de pétalos de cerezo se formó alrededor de Hana-Akari. Pero esta ráfaga era diferente a otras, ardía, vociferaba, se sacudía... como si toda la rabia y frustración de la chica se hubieran concentrado en aquel devastador ataque. Por un momento incluso temió que se descontrolara, así que apretó firmemente las manos contra el Tsuka. Los pétalos giraban vertiginosamente y el sonido metálico no tardó en acompañar su danza, hasta que salió del filo de Hana-Akari directo hasta su enemigo con la intención de destrozarle de una vez por todas.

"Niña boba, y ahora déjame dormir; tus lloriqueos son agotadores. Por cierto, afróntalo de una vez, aunque mi elección sería otra, ya sabes bien cuál de los dos es el que te hace vibrar por dentro, hasta un inútil se daría cuenta de ello."

La voz se apagó, dejándola sola de nuevo, un poco en shock, aunque no sabía si por ella, porque era la segunda "persona" que le decía que afrontara su decisión o por el potente ataque que acababa de realizar. Fue como si todo se silenciara a su alrededor, mientras la ráfaga de cuchillas cortantes desaparecía para dejarla ver el estado de Tsukikage.

Hana-no-ami, que normalmente toma la forma de una ráfaga de pétalos de cerezo que surgen de la espada de filo rosado de Reily, se convierte en esta ocasión en una violenta tormenta que sacude como un viento furioso las ropas mágicas de la espadachina y golpea de frente a su rival. Tsukikage clava los pies en el suelo y aguanta el golpe al principio sin perder la postura de batalla, pero después se ve obligado a colocar sus brazos frente a su cara mientras gruñe levemente.

Los afiladísimos pétalos de cerezo lo golpean uno tras otro mientras surgen de la katana de la pelirosa, y hay tantos de ellos que incluso la piedra que forma las paredes y el techo de la estancia empiezan a llenarse de cortes superficiales. Tsukikage se ve empujado hacia atrás por la tormenta de flores, ahogando quejidos mientras agacha la cabeza e intenta mantener los pies sobre el suelo; y finalmente acaba saliendo disparado hacia atrás cuando el ataque de Reily se vuelve tan fuerte que incluso nubla la vista de la espadachina.

Al final la magia acaba disipándose, casi dejando sin aliento a la propia Reily. Lo hace poco a poco, como el humo que acompaña al choque de dos energías en los animes de peleas, y cuando la chica recupera la visión... se encuentra a su enemigo frente a ella, tendido en el suelo boca arriba. Inmóvil.

Es el momento de seguir adelante y reunirse con sus compañeros. Es el momento de  salvar a Arlene. Es el momento de enfrentarse a ese temor que sigue dando vueltas en su mente. Es el momento de...

- ¡¡Impresionante!! - dice la voz de Tsukikage.

Estando ya de camino a las escaleras que llevan al siguiente piso, la pelirosa se detiene y mira hacia atrás esperando ver a Tsukikage tendido en el suelo en el mismo lugar en que lo había dejado. Y sigue ahí, solo que... se está levantando. Con las ropas rasgadas, con sangre goteando de sus brazos y piernas e incluso de la frente, pero se está levantando. Con dificultad, apoyándose en su espada al principio, pero...

Se ha levantado.

- ¡¡Ha sido un movimiento admirable, Reily-dono!! - grita Tsukikage, con gran admiración en su tono de voz. - ¡¡Me congratulo de haber encontrado a una rival tan poderosa!! ¡¡Ahora sé que no es preciso contenerme!!

Un aura oscura empieza a rodear al espadachín...

Conforme el huracán de pétalos de cerezo se disipó, el rostro de Reily no reflejaba sino incredulidad por lo que acababa de pasar.

- Esto...

Parpadeó un par de veces confusa alternando las miradas entre el derrotado Tsukikage y Hana-Akari; al principio de forma lenta, pero cada vez más deprisa hasta que finalmente pareció ser consciente de lo que había pasado y dando un gritito soltó de forma inconsciente a Hana-Akari.

- ¡No! ¡No, no, no, no no! -gritó abalanzándose a cogerla antes de que cayera al suelo.

Lo consiguió _{^{(sorprendentemente para nuestra chica)}} y suspiró aliviada abrazando suavemente su katana.

- Gomen nasai, no quería soltarte -susurró muy muy bajito y le dio un beso a la parte plana del filo.

Envainó a Hana-Akari y caminó de puntillas, como si temiera despertar a Tsukikage, incluso dando pequeños y silenciosos pasos de lado al pasar justo frente a su cuerpo. Se inclinó sobre él y de nuevo volvió a susurrar muy muy bajito.

- Lo siento mucho señor Tsukikage -"¡¡¡¡Espera!!!! ¿¿¿¿Respira???? ¡Mierda Reily! ¿Lo has matado?".

Se inclinó más todavía, total y absolutamente tensa, con el corazón contenido golpeando de forma seca su pecho. "¿Respira?" se inclinó un poco más, "¿Verdad?", un poquito más "¿Cierto?" un mechón de su pelo cayó sobre la nariz de Tsukikage, Reily dio un respingo y se incorporó rápidamente recogiendo el mechón con ambas manos y quedándose completamente quieta al lado del hombre tendido con los ojos muy, muy, muy abiertos; esperó unos prudentes segundos y volvió a inclinarse de nuevo, recogiendo su pelo con la mano. Esta vez pudo corroborar que respiraba.

- ¡Yokatta! -se dejó caer de rodillas aliviada.

Pero no había tiempo que perder, así que desde esa misma postura, hizo una leve reverencia de disculpa y se puso en pie camino a las escaleras al piso superior. Sentía un leve cosquilleo en el pecho y sus pies parecían más ligeros... ¿Estaba orgullosa? ¿Contenta? ¿Era una tímida sonrisa lo que se dibujaba en su rostro?  Pero había cantado victoria demasiado pronto... la voz de Tsukikage se escuchó a su espalda.

^{"¡¡¡No puede ser...!!!"} exclamaron todas las miniReilys ^{"¡No le hagas esto a nuestra chica!"}

- ¿Es broma verdad? -las manos de Reily aunque fueron directas a la Tsuka de Hana-Akari, temblaban visiblemente.

Se dio la vuelta, de forma demasiado lenta, a su cuerpo le costaba reaccionar.

"!Joder Reily! ¡Le despertaste con el mechón de pelo! ¿A quién no despertaría un cosquilleo en la nariz? ¡Idiota! ¡Idiota! ¡Idiota!"

La espadachina del cerezo acabó de darse la vuelta, mirando con terror e incredulidad a su enemigo. Se estaba levantando.

"¡No lo hagas" Quiero decir, no es necesario, puedes quedarte ahí tumbado. No se lo diré a nadie."

Pero obviando los pensamientos de Reily, pues no es que ni pudiera oírlos, Tsukikage se levantó.

- ¡Joder! -esto sí lo dijo.

^{"¿Qué no se va a contener? ¿Pero qué clase de animal es este? ¿Cómo sigue en pie?"} las miniReilys estaban igual de confusas y aterrorizadas que Reily. Les habría venido bien la tercera en discordia pero ésta agotada tras la última intervención dormía plácidamente en su celda.

Pero Reily no dejaba de ser una guerrera, aun sin aquella parte que dormitaba todavía en su interior, y en un acto reflejo desenvainó a Hana-Akari situándola frente a ella. La energía oscura empezó a arremolinarse alrededor de Tsukikage y la espadachina del cerezo no dudó lanzándose de nuevo contra su enemigo.

- Disculpa que no te espere, no puedo permitirme perder.

Sabía que no era muy hábil con las reservas de su magia, que se agotaba enseguida, pero debía quemar todos sus cartas si así evitaba que Tsukikage la dejara fuera de combate; conjuró un nuevo torbellino de pétalos de cerezo cortantes.

"Os daré todo el tiempo que pueda... siento no ser tan fuerte" pensó echando un último vistazo a las escaleras antes de que el torbellino de pétalos de cereza se lanzara contra su enemigo.

Ese ha sido, muy probablemente, el ataque individual más poderoso que has hecho jamás. Has atacado con una fuerza que ni sabías que tenías en tu interior, una que hace unos días ni te atreverías a soñar. Y este tipo ha recibido el golpe de lleno y se ha puesto en pie. No sólo eso, sino que tiene fuerzas para contraatacar y va a hacerlo. ¿De verdad hay tanta diferencia entre vuestros niveles? Tú no eres débil, ¿no? Entonces... ¿cómo de fuerte es este tipo? ¿Serán los otros igual de fuertes?

Tsukikage se rodea poco a poco de un aura oscura, una especie de vapor negro mágico que surge de los poros de su piel. Sus músculos parecen estar tensándose, y obviamente no sería lógico dejar que termine de cargar el ataque que sea que está preparando. Así que del filo rosado de Hana-Akari surge una nueva lluvia de pétalos de cerezo mágicos, no tan potentes como el ataque anterior, que aún así golpean de frente al espadachín vestido de negro.

Éste, por desgracia, ni se inmuta. Está demasiado concentrado preparando su ataque, e incluso con los pétalos de cerezo flotando a su alrededor intentando distraerlo y pegándose en su ropa y extremidades no hace ni un solo movimiento. Hasta que, obviamente, lo hace.

Pero nadie consigue verlo.

De repente Tsukikage ya no se encuentra en la posición de carga de energía en la que se hallaba momentos antes, sino que se encuentra frente a su rival y habiendo balanceado su espada para asestar un potente tajo. No sólo fuerte, sino también cargado de energía mágica.

Todo sucede extremadamente rápido. Reily ve a Tsukikage cargando su ataque primero, y un instante después lo tiene justo frente a ella. Al siguiente parpadeo, Tsukikage ha balanceado su katana en su dirección, dispuesto a acabar con ella. Y un momento después es Reily la que se aleja de su enemigo, aunque no voluntariamente... sino porque sale despedida hacia atrás, propulsada por la fuerza del impacto físico y de la energía mágica de Tsukikage.

En ese momento, en el del impacto, se produce un destello. Algo en el interior de Reily, esa fuerza que se había ido a dormir tras efectuar el ataque y que no pensaba seguir colaborando en el combate, despierta justo a tiempo al ver amenazada su propia existencia. La pequeña kitsune tiene el tiempo justo de actuar, y una especie de barrera mágica aparece frente a Reily en el momento en que la espada de Tsukikage impacta contra ella, junto a la figura espectral de un pequeño zorro que intenta aguantar el escudo.

Una lástima que no sirva de nada.

El escudo se rompe, la figura espectral de la kitsune vuelve al interior de Reily, y el kimono mágico estalla en fragmentos mágicos mientras la chica sale propulsada y rueda hacia atrás hasta toparse con la pared. Cuando la pelirosa está por fin tendida en el suelo, Tsukikage envaina su espada.

- Habéis sido una digna rival, Reily-dono. - declara Tsukikage, inclinándose ligeramente frente a la chica, que ya ha recuperado su ropa habitual en sustitución del kimono. - Siento haber usado ese movimiento. Nadie sobrevive después de que lo use. Pero esa fuerza que habéis mostrado... me emocionó. No fui capaz de contenerme.

El hombre de negro suspira, sacude la cabeza y empieza a caminar hacia las escaleras al siguiente piso.

- Está claro que aún me falta entrenamiento. - murmura el hombre, dispuesto a seguir al grupo. Poco se imagina que Reily, pese a estar dolorida por el golpe, tener rasguños por todo el cuerpo por haber rodado por el suelo hasta estrellarse contra la pared y haber perdido su kimono mágico... sigue muy viva.

Reily se había esmerado en ser tan poderosa como su madre, la legendaria Espadachina del Cerezo, pero a pesar del tremendo ataque que había lanzado contra su oponente, éste se puso en pie de nuevo frente a ella. A pesar de ello atacó, no lo dudó, ese instinto latía en su interior de forma tan natural como el seguir respirando.

El furioso torbellino se dirigió a su oponente, no tan potente como el anterior pero igual de letal y certero. Las cuchillas envolvieron a Tsukikage ejecutándole nuevos cortes, uniéndose a los anteriores.

Pero era como si aquellas cuchillas no fueran más qué suaves pétalos desprendiéndose de los árboles en el Hanafubuki. Reily tragó saliva, sabiendo que la energía oscuro iba a impactar contra ella. Puso a Hana-Akari frente a ella y el ataque de Tsukikage encontró de pleno su cuerpo.

Mordió su labio hasta hacerlo sangrar, para evitar el grito de dolor que pugnaba por salir de su garganta. La fuerta del golpe la empujó hacia atrás y toda su fuerza, incluso aquella todavía latente, se manifestó interponiéndose entre ella y la muerte. Sonrió agradecida al pequeño Kitsune que a pesar de su orgullo había salido a defenderla y las lágrimas se entremezclaron con los destellos mágicos en los que el kimono y la pequeña criatura se desvanecieron.

El golpe contra la pared le cortó la respiración y jadeó. De manera fútil intentaba volver a respirar, pero el oxígeno se negaba a llegar hasta sus maltratados pulmones. Su rostro cayó hacia delante y se ocultó tras la cascada de pelo rosado.

Sentía como miles de agujas atravesando todo su cuerpo, el dolor era estremecedor. Su piel estaba llena de cortes y arañazos, algunos más profusos que otros, sentía la sangre correr por diferentes partes de su cuerpo aunque era incapaz de decir cuáles o de dónde ésta manaba.

La voz de Tsukikage llegó hasta ella, pero lejana.

"Respira, otra vez... puedes hacerlo"

No escuchaba su propia voz sino la de su madre moviendo lentamente la katana sobre su cabeza, corrigiendo su postura, bajo el cerezo que crecía tras su casa junto al pequeño arroyo.

"Respira Reily, solo tienes que pedírselo a tu cuerpo. Él sabrá seguir adelante cuando tu mente se bloquee. Respira pequeña"

De repente tomó una bocanada de aire, tan profunda que tuvo que dejarlo salir igual de violentamente de su pecho. El aire apartó los mechones de su pelo y vio a Tsukikage dándole la espalda camino a las escaleras. No podía dejarle avanzar.

"Me duele todo el cuerpo..."

Pero a pesar de ello clavó a Hana-Akari en el suelo y apoyándose en la Tsuka concentró toda su energía en levantarse. Sus piernas temblaban, su abdomen también, las manos se aferraban hasta el punto de ver blancos sus nudillos, pero la guerrera de su interior de nuevo se impuso a las limitaciones de su cuerpo. No podía dejarle llegar a ellos, gastaría hasta el último aliento en ello.

"Respira Reily" se había olvidado de hacerlo, respiró de nuevo.

- He -demasiado bajito, tomó aire- he... dicho... que -jadeó agotada- no puedo... permitirme perder. Mikkaminumanosakura.

En su mente se dibujó la figura del kimono de su madre, aquel que había recibido en navidad de su invitado especial. Pero Reily no era su madre, la imagen del pequeño kitsune la hizo cerrar los ojos un segundo. Ella era la siguiente Espadachina del Cerezo, no la anterior, ella era Reily, no Melisea; y en su interior latía un poder que era tan suyo como el color de sus ojos o el de su pelo.

La lenta lluvia de pétalos de cerezo la envolvió y cuando se desvaneció, no vestía aquel kimono que había recibido en navidad, sino el atavío de una guerrera. El suyo propio, uno que ninguna Espadachina del Cerezo había convocado jamás.

Era un atavío sencillo, ágil, rápido. Vestía unos pantalones anchos con aberturas a ambos lados para permitirla moverse y en la parte superior, tan solo unas vendas cubrían sus pechos. En efecto estaba llena de magulladuras y cortes, pero aún así levantó a Hana-Akari en dirección a su enemigo.

Tanto la espada como sus ojos brillaron con el rosado iridiscente. Su pelo estaba recogido en una coleta alta que ondeaba con los últimos coletazos de la brisa de su conjuro.

No era necesario decir nada, se lanzó contra Tsukikage con un nuevo ataque, esta vez sin técnicas mágicas; puro, directo, sencillo y potente, casi tanto como aquel torbellino donde ambas esencias de la chica se habían conjurado en una.

"Te acepto... no eres ajena a mí" pensó "también eres yo. Soy yo"

Si tenía que caer lo haría sabiendo quién era de verdad.

Tsukikage queda congelado en el sitio en el momento en que escucha la voz de Reily detrás de él. Ni siquiera llega a terminar el paso hacia la salida de la habitación que estaba dando, sino que retrocede el pie que tenía en el aire y lo deja justo donde estaba un momento atrás. Después escucha lo que Reily tiene que decir y poco a poco se gira hacia ella, casi como si estuviese esperando a que desapareciera la sorpresa que se puede ver reflejada en las pocas zonas de su rostro que están al a vista.

- ¿Cómo podéis seguir con vida... Reily-dono? - pregunta, arrastrando ligeramente cada una de sus palabras con incredulidad. Después alza un poco su mano, la vuelve boca arriba y mira su palma temblando ligeramente. - Ah... comprendo. - murmura. - El veneno que me inoculasteis... ha debido debilitar mi golpe. Es por eso... - acaba murmurando, alcanzando su conclusión.

Al menos, eso parece al principio. Después, sin embargo, Tsukikage cierra con fuerza su puño, cierra los ojos y niega con la cabeza antes de abrirlos de nuevo.

- No, no debo ponerme excusas. - dice, llevando la mano a la empuñadura de su katana. - Si habéis sobrevivido, es porque no he sido lo bastante fuerte. Pero vos sí que lo habéis sido. - concluye, ahora si. - ¡Vamos, Reily-dono! ¡Continuemos con nuestro duelo! - grita mientras ve cómo la pelirosa se abalanza sobre él.

El hombre de negro recibe el golpe, y nota cómo la katana de Reily atraviesa la tela de su traje y alcanza su carne poco después. Pero él no se queda corto, y balancea su propia espada en dirección a la chica para asestarle un buen tajo...

Tal vez Reily estaba a punto de convertirse en la Espadachina del Cerezo con la carrera más corta de la historia. Seguramente su miniReily más cobarde seguía gritándole que tenía que haberse quedado en el suelo fingiendo estar muerta, de hecho así era...

"¡Cómo las cabras boba! ¡Cómo las cabras! Solo tenías que quedarte en el suelo..." se llevó la mano a la frente negando con el rostro

...pero la sangre corría por las venas de Reily como nunca antes lo había hecho y a pesar de que las piernas le temblaban por los múltiples golpes las piezas del puzzle empezaban a encajar y la simbiosis de su interior había iniciado una fusión hermosa y ahora absolutamente imparable.

El intercambio de golpes no tardó en sucederse y ambas katanas vibraron con el sabor de la sangre del otro. El abdomen le quemó y puso escuchar incluso la vibración del metal mientras cortaba su carne; pero aquel dolor no hizo sino sacarle una sonrisa salvaje a los labios y el filo de Hana-Akari, así como sus ojos, restallaron de nuevo con el brillo rosado.

No iba a vencerle, lo sabía, pero se sentía ella por primera vez en mucho tiempo, luchando por aquellos que le importaban. Lo daría todo por ellos, cada segundo era un valioso recurso que podía regalarles y así lo hizo.

- Sakuragari.

Reily dio un salto hacia atrás pero sus pies nunca llegaron a tocar el suelo de nuevo. De entre sus piernas, perezoso surgió un kitsune espiritual que a pesar de no mostrar mayor entusiasmo, esta vez no se quejó ni se negó a colaborar con ella. "¿Está más grande? Ha crecido..." parecía más alto y estilizado que cuando lo invocó frente a la planta carnívora en el bosque.

- Gracias Shiyuki -no sabía por qué pero sabía que ese era su nombre, acarició la punta de su oreja derecha antes de dar otro salto junto al pequeño animal que hizo aparecer otra plataforma, compuesta de pétalos de flor de cerezo, a los pies de Reily a un metro de altura de la anterior.

"¿Qué está haciendo?" gritó la miniReily macarra "No es momento de ponerse a dar saltitos. ¡Ataca! ¡Vas a morir virgen!"

"Tiene un plan" la Kitsune, fuera de su celda se lamía la pata derecha.

Las plataformas se sucedieron una tras otra, hasta un total de cinco, mientras Reily y el pequeño ser espiritual danzaban de una a otra con una gracilidad y coordinación sorprendente. Shiyuki se colaba entre sus piernas, rodeaba su cintura, frotaba su nariz en la mejilla de la chica, para finalmente saltar un instante antes que Reily haciendo aparecer una nueva plataforma de pétalos de cerezo justo donde sus pies iban a posarse.

- Lo siento Tsukikage-san, no pienso ponértelo fácil.

La Espadachina del Cerezo en ningún momento dejó de observar a su contrincante estudiando sus movimientos y reacciones, pues luchar no es solo una danza consigo misma sino también con el otro. Tenía varias opciones, la altura le daba una posición ventajosa, ya fuera para atacar o defenderse; aunque también había otra opción, que la siguiera, ya fuera a través de sus plataformas o saltando. Su mente trabajaba rápidamente, si la siguiera, esperaría hasta tener bastante altura para precipitarle al vacío, aprovechando para causarle un daño que tal vez no era capaz de hacerle con su katana, si saltaba, haría aparecer una plataforma a sus pies para deshacerla de inmediato y así desestabilizarlo igualmente con el mismo resultado. Eran opciones, posibilidades, había muchas, solo tenía que leer a su enemigo, preveer sus movimientos, ser uno con el agua y sentir cómo y hacia dónde fluía la corriente del río.

Su madre estaría sonriendo si pudiera escuchar sus pensamientos.

"Vamos, enséñame qué vas a hacer..."

Un músculo tenso, una vistazo a izquierda o derecha un... un momento. Tsukikage utilizaba técnicas fantasmas, ilusiones, engaños... no podía fiarse de su lenguaje corporal, sino ser más rápida que él.

"No reacciones al primer movimiento, sé paciente"

Esta vez fue la voz de Ren y los muchos golpes que se llevó hasta a aprender realmente a interpretar los movimientos del contrincante.

- No esperaba que fuera de otra forma. - replica Tsukikage ante la advertencia de Reily. El espadachín de negro se queda parado observando a su contrincante, viendo cómo empieza a saltar sobre plataformas formadas por pétalos de cerezo creadas por el zorro espiritual que ha aparecido entre sus piernas. Si tiene algún pensamiento al respecto, si se siente impresionado o al contrario le parece un truco barato... no lo deja ver.

En cambio, Tsukikage cierra los ojos durante un momento y permanece quieto, acumulando energía mágica como si no temiera al ataque de Reily desde las alturas. La magia en forma de sombras rodea su cuerpo unos instantes después, pero poco a poco empieza a surgir y a tomar forma a su lado, expandiéndose y aparentemente solidificándose hasta tomar el aspecto del mismo Tsukikage. Este proceso se repite hasta seis veces, de forma bastante rápida, dejando un total de siete Tsukikages en mitad de la sala.

- ¡Sé que tiene algo preparado, Reily-dono! - dicen los siete Tsukikages al unísono, alzando la mirada hacia la espadachina de pelo rosa. - ¡Pero tendrás que decidir a cuál de nosotros hacer caer en la trampa!

Y así, los siete Tsukikages dejan de hacer exactamente lo mismo y se separan: uno se sitúa debajo de la plataforma de Reily y empieza a cargar un ataque, otro se sitúa en ángulo y saca unos shuriken para lanzarle, tres deciden saltar sobre las plataformas de pétalos para intentar alcanzar a la chica, otro se retira y observa desde la distancia en posición de defensa y otro empieza a acumular energía mágica...

Debía admitir que aquello no se lo esperaba, lo que le hizo saber que todavía tenía mucho por aprender. Chasqueó la lengua molesta y admirada por el movimiento de su enemigo. No debía olvidar que Tsukikage no era solamente un samurai sino que dominaba el arte de la ilusión.

Pero a pesar de estar casi sin magia y con el cuerpo repleto de cortes de los que goteaba lentamente la sangre, Reily sonrió motivada por el espléndido combate en el que estaba participando.

"Gana tiempo Reily."

La espadachina del cerezo observó a los siete Tsukikages repartiéndose por la sala y ejecutando diferentes técnicas, debía reducir sus posibilidades. ¿Pero cómo atacar a siete a la vez? No podía perder tanto tiempo como para ir descartando, debía cambiar su estrategia.

"¡Oh, Ren...!" sonrió de nuevo cuando la idea cruzó rápidamente su mente "espero hacerte sentir orgulloso algún día!"

- A todos -gritó decidida y realmente motivada-. Esto es refrescante Tsukikage-san, gracias.

Reily materializó cinco nuevas plataformas, al tiempo que deshacía las anteriores, pero al contrario que en su anterior técnica, no las utilizó para ascender o moverse, sino que las formó justo en el lugar que ocupaban los Tsukikages que se habían extendido por la sala. Si eran ilusiones, podría materializarlas en el lugar que ocupaban y descartaría las ilusiones del Tsukikage real, minimizando sus opciones a dos.

Al tiempo que se materializaban, las que ya había creado en el turno anterior fueron desapareciendo, Reily saltó al suelo antes de toparse con las copias que ascendían hasta ella y que también se verían desestabilizadas al no hallar plataformas bajo sus pies. Intentó aterrizar en un lugar de la sala alejada del resto de las manifestaciones del samurái.

La primera de las plataformas fue para aquel que cargaba un ataque justo bajo de ella; la segunda con el de los Shurikens; la tercera para aquel que intentaba acumular energía mágica; las otras para dos de los que ascendían por las plataformas en su dirección. Así le quedaba uno de los que ascendían y el que estaba protegiéndose, eso reducía sus opciones y sus posibilidades de ser atacada. Era un buen plan, Tsukikage estaba haciéndole expandir su mente y probar sus límites, moldear la magia a sus posibilidades en vez que fuera la magia la que limitara éstas.

Reily sonreía por primera vez en mucho tiempo. Iba a darlo todo para que no les alcanzara, para que no le alcanzara...

Los siete Tsukikage se preparan para la acción cuando Reily comienza su nueva estrategia: dejarse caer al suelo de forma controlada con un salto, al mismo tiempo que hace reaparecer sus plataformas mágicas en los puntos en los que los Tsukikage se encuentran. Así averiguará si el Tsukikage en cuestión es real o no, ya que esas plataformas no pueden materializarse en el lugar en el que se encuentre un obstáculo.

La estrategia funciona, y una por una las plataformas aparecen en el aire y parten por la mitad a algunos Tsukikage, haciéndolos desaparecer en forma de humo en un instante. El de los shuriken, el que acumulaba energía mágica, el que se encontraba debajo de Reily y uno de los que subían por las plataformas desaparecen convertidos en humo, pero la última plataforma no aparece para destruir al otro. Así que, mientras cae al suelo de un salto, Reily aprende la localización del verdadero enemigo.

- ¡Impresionante, Reily-dono! - dice el Tsukikage que no fue destruido con el truco de las plataformas. La plataforma de la que acababa de saltar ha desaparecido y aquella a la que se dirigía ya no está ahí, así que ahora se encuentra en el aire con la katana en sus manos. - ¡Pero ahora estáis expuesta!

Y es cierto: todo lo anterior ha sucedido muy rápido, así que mientras este Tsukikage reajusta su espada para colocarla entre sus manos y asestar un golpe descendente, Reily apenas acaba de caer al suelo tras saltar de su plataforma. Ahora tiene apenas un segundo de margen para intentar esquivar el golpe que se le viene encima, el cual Tsukikage carga de poder mágico mientras lanza un grito asesino...

Y, entonces, Tsukikage sale volando hacia un lado.

Aunque no por propia voluntad.

- ¡Yahoooooo! - grita el chico de cabello grisáceo con rasgos de lobo que acaba de aparecer y patear con fuerza a Tsukikage en el aire. Tras el golpe cae al suelo satisfecho y coloca sus manos en la cintura. - ¡A tomar viento el ninja negro! ¡¿Qué tal?! ¿He estado genial o no he estado genial? - pregunta con una gran sonrisa mirando a Reily.

¡Era un plan brillante! Las plataformas empezaron a desvanecer a los Tsukikages ilusorios mientras Reily acababa de hacer una grácil voltereta con la que aterrizó en el suelo (pose de superheroína). Siguió una a una la aparición de las plataformas así como los descartes de sus enemigos, hasta que la última de las plataformas no apareció y en su lugar estaba su verdadero enemigo abalanzándose sobre ella en un ataque igual de brutal que los anteriores, pero con una diferencia esta vez... ella no estaba preparada.

"Hasta aquí he conseguido llevaros..." Reily levantó a Hana-Akari para protegerse, a pesar de saber que el filo no llegaría a tiempo para frenar el corte mortal de su contrincante.

En su mente cruzaron rápidamente cientos de pensamientos, recuerdos, sensaciones, su vello se erizó, sus labios recordaron un beso en el ocaso de una playa, la sonrisa de su madre, el guiño pícaro de Ren, una sensación eléctrica mientras una mano bajaba por su muslo, un campo de flores iridiscentes, unos ojos color almendra... cerró los ojos aceptando su destino. La magia de Tsukikage magnetizó su alrededor.

Pero entonces... silencio, ¿eso era el fin? ¿silencio? ¿ya está? ¿un golpe? ¿un gruñido ahogado? ¿un...? Reily abrió un ojo

- ¿Eh? -Tsukikage volaba alejándose de ella y...- ¿Quién eres... tú?

Reily levantó a Hana-Akari frente al chico lobo que entusiasta le sonreía. Estaba claro que le había ayudado, pero ¿quién mier... coles era este chico? ¿de dónde había salido? ¿era amigo o enemigo?

- Quiero decir... gracias -tartamudeó recuperando parte de su timidez y sonrojándose- pero... no sé quién eres y... -seguía con la espada en alto- ya no sé de quién... o quién no... -tomó aire y suspiró, podía divagar lo que quisiera pero solo el chico lobo tenía respuestas-. Has estado genial, ¿quién eres y por qué me ayudas?

Seguía en guardia, aunque su actitud no era agresiva en absoluto.

- ¿Eh? ¿Cómo? ¿No sabes quién soy? - pregunta el chico con rasgos de lobo, acercándose a Reily y mirándola a la cara mientras parpadea con incredulidad. Aunque inmediatamente se se cruza de brazos, pensativo, y tras unos segundos sonríe. - Ah, claro. Pues... - murmura, y se aleja un poco de Reily. Lleva la mano a su barbilla, y adopta una postura de chico misterioso, mirando ligeramente hacia un lado mientras le responde. - No te preocupes, estoy de tu lado. Me ha enviado tu maestro. - incluso modula su tono de voz para hacerse más el interesante.

A todo esto, Tsukikage se levanta después de haber sido estampado contra la pared y recoge su espada del suelo, mientras murmura lo contrariado que está por no haber estado atento a ataques sorpresa.

- ¡No hay tiempo para más presentaciones, este tío sigue en pie! - dice el chico lobo, girándose hacia el enemigo. - ¿Puedes seguir peleando o qué? - pregunta a Reily, pero con la mirada clavada en Tsukikage.

Reily no acaba de fiarse del chico, pero lo cierto es que Tsukikage está levantándose de nuevo. No le quedaba más que confiar en el misterioso chico lobo, pues con o sin él no iba a aguantar mucho más el ritmo de combate de su digno enemigo. No tenía nada que perder...

- Sigo en pie - fue toda la respuesta que le dio mientras adoptaba a su lado una postura de ataque.

Aunque la frase se completó con la voz de Ren en sus recuerdos "...y mientras sigas en pie puedes seguir tocándole los narices a tu enemigo...". Reily sonrió de nuevo y se lanzó contra Tsukikage aprovechando que éste todavía estaba incorporándose.

Sabía que tanto su vida como su magia estaba en las últimas, notaba su cuerpo y su espíritu agotados hasta la extenuación, incluso aquella parte de sí misma a la que todavía estaba conociendo y con la que lentamente se estaba fusionando, pero en aquel cansancio había algo de revitalizador; se sentía viva y útil por primera vez en mucho tiempo. Estaba claro que Tsukikage la superaba por mucho, Reily sabía que tenía mucho que aprender todavía, pero a pesar de ello le había seguido el ritmo, le había entretenido y había ganado tiempo para sus compañeros; pues su objetivo en este combate no había sido ganar, sino facilitar el rescate de Arlene. Aunque ¿quién sabe? quizás con la ayuda del chico lobo, consiguiera equilibrar la balanza.

El filo de Hana-Akari parecía vibrar con la misma emoción que latía en el pecho de la pelirosa y de nuevo encontró la carne de su enemigo ejerciéndole un nuevo corte a todos aquellos que ya le había dado.

- Interrumpir así un combate honorable... - murmura Tsukikage, con la mano en la frente durante algunos segundos después de haber impactado contra la pared. - ¿Es que no tenéis vergüenza? - pregunta con rabia, empuñando su espada de nuevo y alzándola en posición de combate. Automáticamente su aura de magia de sombras empieza a rodearle, e instantes después su cuerpo se multiplica igual que hizo anteriormente: dos clones exactos de Tsukikage aparecen, uno a cada lado, con idénticas katanas y en la misma posición. Justo antes de lanzarse al ataque contra Reily y el chico lobo.